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Letras históricas

versión On-line ISSN 2448-8372versión impresa ISSN 2007-1140

Let. hist.  no.14 Guadalajara mar. 2016

 

Entramados

Pugnas, conflictos y disputas políticas en el sur de Sinaloa durante el cardenismo

Struggles, conflicts and political bickering in the South of Sinaloa during the cardenismo

Rafael Santos Cenobio1 

1Universidad Autónoma de Sinaloa, México. Josefa Ortiz de Domínguez s/n, Ciudad Universitaria, 80040, Culiacán de Rosales, Sinaloa, México.


Resumen:

Este artículo analiza la configuración del poder alrededor del coronel Rodolfo Tostado Loaiza y, de su brazo político en Mazatlán compuesto por la Federación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (FROC) y, la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos de Obreros y Campesinos “Jacobo Gutiérrez” (LCASOCJG). En contraparte se erigía el poder de la Federación de Sindicatos y Uniones de Obreras y Campesinas de la Municipalidad de Mazatlán (FSUOCMM), que trababa alianzas políticas con la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) con el fin de disputar el mando a los loaicistas en el ayuntamiento.

Palabras clave: negociación del mando; alianzas; hegemonía; configuración del poder; heterogeneidad

Abstract

This article analyzes the configuration of power around Colonel Rodolfo Loaiza Tostado and its political arm in Mazatlan composed of the Revolutionary Federation of Workers and Peasants (FROC) and the League of Agrarian Communities and Unions of Workers and Peasants “Jacobo Gutiérrez” (LCASOCJG). In contrast, there was the power of the Federation of Trade Unions and Unions of Workers and Peasants of the Municipality of Mazatlán (FSUOCMM), which was obstructing political alliances with the Regional Confederation of Mexican Workers (CROM), with the end of contesting the command to loaicistas in the Town Hall.

Key words: negotiation of command; alliances; hegemony; power configuration; heterogeneity

Introducción

El artículo habla de la configuración del poder en la figura del coronel Rodolfo Tostado Loaiza, quien estableció un cacicazgo en Sinaloa (1930-1944), gracias a las relaciones que mantuvo con los políticos nacionales Emilio Portes Gil y Lázaro Cárdenas. Al mismo tiempo, en el sur del estado fundó toda una red de organizaciones obreras, campesinas y de trabajadores con diferentes oficios. Loaiza, fungió como senador de 1930 a 1934; de 1935 a 1940 se desempeñó como diputado federal, y de 1941 a 1944 fue gobernador.

El poder de Loaiza se consolidó después de 1935, con la caída del gobernador Manuel Páez. Desde ese momento incidió en la elección de tres gobernadores: Gabriel Leyva, Guillermo Vidales y Alfredo Delgado. En Mazatlán, Loaiza construyó una amplia base social fincada en diferentes agrupaciones políticas y gremiales como Acción Revolucionaria Sinaloense (ARS), Grupo Orientador Socialistas Sinaloense (GOSS), Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos de Obreros y Campesinos Jacobo Gutiérrez (LCASOCJG), Federación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (FROC). En contraparte, se formó un bloque integrado por los diputados Gabriel Leyva Jr., Ramón F. Iturbe e Ignacio Lizárraga y el senador Agustín G. del Castillo; la Federación de Sindicatos y Unión de Obreras y Campesinas del Municipio de Mazatlán (FSUOCMM), después, Federación de Trabajadores de la Región de Mazatlán (FTRM), filial de la Confederación de Trabajadores de México (CTM). En sí, el poder de Loaiza no fue monolítico, tuvo que enfrentar y negociar con una amplia coalición de actores sociales y políticos.

En Mazatlán, durante la era de Loaiza, ARS, el GOSS, la LCASOCJG y la FROC tomaron el control del ayuntamiento. Pero dentro de esa gran coalición loaicista había una heterogeneidad de ideas y visiones, lo cual provocó alianzas, enfrentamientos y negociación entre los diversos actores políticos. La FROC, por ejemplo, al expandirse al municipio de El Rosario, chocó violentamente contra el presidente municipal, Ramón Uzeta, también de filiación loaicista. El presidente municipal de Mazatlán, Jesús V. Sarabia, a veces entró en conflicto con el mayor Alfredo O. González, operador político de Loaiza en el sur de Sinaloa.

En otro nivel, la coalición loaicista tuvo que enfrentar y negociar el mando con el SUOCMM-FTRM-CTM, que también pugnaba por posiciones dentro del ayuntamiento, las sindicaturas y las comisarías municipales. A una escala micro, en Villa Unión, las disputas por el control de la sindicatura se presentaron entre la Liga Agraria Jacobo Gutiérrez y el Sindicato de Obreros y Obreras Socialistas de la Fábrica Unión (SOSFU), sucursal de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM). Éstos, muchas de las veces, jugaron del lado de los cetemistas, por ejemplo en 1938 apoyaron la candidatura de Alejandro Romero, candidato que competía contra el loaicista Santiago Paredes.

El análisis partirá del concepto de hegemonía planteado por Florencia Mallon, quien propone dos definiciones. La primera sostiene que las pugnas entrelazadas funcionan en todos los niveles. En las familias, comunidades, organizaciones políticas, regiones e instituciones estatales, donde se disputa, legitima y redefine el poder constantemente. Algunos proyectos, historias o interpretaciones se imponen sobre otros; algunas facciones derrotan a otras. La interacción entre los diferentes niveles de una sociedad -entre familias y comunidades o entre comunidades y partidos políticos, regiones y un estado central- redefine no sólo cada uno de estos espacios políticos internamente, sino también el equilibrio de fuerzas entre ellos.2

La segunda definición afirma que hegemonía es un punto de llegada o resultado que se logra cuando los líderes de un movimiento o coalición logran acumular un creciente apoyo y legitimidad. Esto ocurre al incorporar parcialmente las aspiraciones y los discursos políticos de los sectores populares que apoyan el movimiento. Sólo entonces las elites pueden dominar combinando la coerción y el consentimiento, y así echar a andar una “revolución cultural”.

El trabajo busca analizar los conflictos, las pugnas y las negociaciones entre los bloques de poder, entre agrupaciones y presidentes municipales, entre cetemistas y frocistas, y entre los sectores del mismo gremio.

Loaiza y su ascenso al poder

Lázaro Cárdenas se propuso consolidar el Estado nacional a través de una serie de acciones políticas, económicas y socioculturales. Conquistó el apoyo de las masas obreras y campesinas, que reencauzó hacia el fortalecimiento del Estado. Para granjearse la lealtad de las masas, Cárdenas emprendió concesiones de reformas sociales a los trabajadores y a los campesinos,3 lo que le permitió distanciarse de Plutarco Elías Calles, “jefe máximo de la Revolución”. Las masas movilizadas pronto fueron acuerpadas en dos organizaciones: la Confederación de Trabajadores de México (CTM)4 y la Confederación Nacional Campesina (CNC).5 Estas agrupaciones se convirtieron en bastión social del Estado mexicano6 y como tales quedaron supeditadas a los vaivenes políticos del presidente. En este esquema, la oposición podía funcionar en la medida en que fuera leal al sistema, marginal dentro de éste y sin posibilidades de promover movilizaciones políticas y sociales.7

Cárdenas, desde septiembre de 1936, se propuso reorganizar el partido oficial dándole un nuevo ropaje político; para ello realizó una consulta de los trabajadores para elegir candidatos a diputados, lo cual desembocó en la creación de un frente popular de obreros, campesinos, soldados y clase media.8 Finalmente, en 1938, se transformó de Partido Nacional Revolucionario (PNR) en Partido de la Revolución Mexicana (PRM).9 Con esto se superaba el partido de grupos y de individuos, dando nacimiento al partido de masas -bajo intereses y profesiones- que se integró por cuatro sectores:10 obrero, militar, campesino y popular.11 El PRM se convirtió en un instrumento corporativo que centralizó y solidificó el control del Estado sobre los trabajadores dándole un carácter institucional. De este modo, los núcleos de trabajadores y los campesinos fueron integrados al aparato estatal, del cual dependerían y al cual serían sujetados.

El proceso de consolidación del Estado corporativo se construyó gradualmente. Cárdenas primero movilizó las masas obreras y campesinas para distanciarse del “jefe máximo”, lo cual era necesario para fortalecer la presidencia y poner en marcha la reforma agraria y la educación socialista.

Después de la derrota de Calles en 1935, Cárdenas enfocó sus fuerzas a erosionar el cacicazgo de Saturnino Cedillo en San Luis Potosí; eliminó primero a todos sus posibles aliados, destituyó a Emilio Portes Gil de la presidencia del PNR y alentó a la izquierda encabezada por Francisco J. Mújica, Lombardo y la CTM para que lanzara duros ataques contra el poder de Cedillo.12 A fines de 1936, Cárdenas despojó de sus tierras a las colonias militares, núcleos de lealtad del cacique. Luego dejó que la lucha decisiva la encabezaran la CTM y el PNR. Para ello, Lombardo fundó la Federación de Trabajadores del Estado de San Luis Potosí (FTESLP),13 que quedó dirigida por Florencio Salazar. La FTESLP-CTM y el PNR, en 1937, para restarle poder político a Cedillo en el legislativo y en las presidencias municipales, propusieron una pléyade de candidatos contrarios al cacique.14 La situación se puso al rojo vivo entre cedillistas y cardenistas. En septiembre los comunistas y las vanguardias nacionalistas se enfrentaron violentamente, resultando varios muertos y heridos por parte de los primeros. En octubre, un mitin organizado por los cetemistas derivó en un enfrentamiento con las autoridades de Ciudad Valles, lo cual trajo como consecuencia la muerte de Juan Torres y otros heridos. En respuesta, Lombardo llamó a todos los obreros del país a hacer un frente común contra Cedillo y su posible aliado Román Yucupicio, gobernador de Sonora (1937-1939). Al mismo tiempo, la CTM convocó a protestas en todo el país pidiendo la desaparición de poderes en San Luis.15 Después de todo, en 1938 Cárdenas derrotó a Cedillo política y militarmente.

En Sonora, Lombardo encontró terreno fértil para sus movilizaciones y ataques contra Yucupicio, ya que éste coincidía en su proyecto16 político y social con Cedillo. Para combatirlo, Lombardo creó la Federación de Obreros y Campesinos del Sur de Sonora (FOCES), -luego Federación de Trabajadores de Sonora (FTS)-, con gente del sur del estado, que pugnaron por el reparto colectivo de tierras en los valles del Yaqui y el Mayo. Esta agrupación, en 1936 y 1939, sostuvo la candidatura a la gubernatura del general Otero Pablos, quien perdió contra Yucupicio primero y, después, contra Anselmo Macías Valenzuela. Yucupicio, para combatir a los cetemistas, organizó la Confederación de Trabajadores de Sonora (CTS) e inició la reconciliación con la Iglesia católica.

En Sinaloa también se construyó el cacicazgo de Rodolfo Tostado Loaiza (1930-1944), pero éste, a diferencia de Cedillo y Yucupicio, se identificó con la reforma agraria cardenista, pues auspició desde el gobierno estatal y desde los ayuntamientos la invasión armada de tierras, especialmente en el sur de Sinaloa. Esto provocó que los propietarios vinateros y comuneros armados desataran violentos encuentros contra los agraristas de la región. Asimismo, las autoridades sinaloenses, durante la era de Loaiza, se enfrentaron con el bloque de poder integrado por la izquierda (la Federación de Trabajadores del Estado de Sinaloa FTS-CTM, que acuerpaba a maestros rurales, campesinos, obreros e intelectuales) y algunos políticos disidentes. Loaiza se erigió como el gran cacique que movía los hilos del poder a través de operadores políticos como Alfredo O. González en el sur y Alfonso Delgado (hermano del gobernador, Alfredo) en el norte.

Rodolfo T. Loaiza nació el 18 de diciembre de 1894 en San Javier, municipio de San Ignacio, en el sur del estado. Muy joven lo sorprendió la Revolución maderista, a la que se sumó en enero de 1911 bajo el mando de los jefes Justo Tirado y Juan Carrasco, quienes operaban en el sur de Sinaloa. Como militar participó en las facciones huertista, carrancista y obregonista.17 En 1924 el mayor Loaiza se sumó a la campaña emprendida por su mentor, el general Guillermo Nelson, quien compitió por la gubernatura del estado contra Alejandro R. Vega, aliado de Ángel Flores. Nelson fue derrotado, así que en 1927, llevándose a Loaiza como jefe de su Estado Mayor, se trasladó a Tampico, Tamaulipas, donde se hizo cargo de la jefatura de la 9ª Zona de Operaciones. Ahí, Loaiza desactivó una conjura contra el gobernador Emilio Portes Gil. Éste, agradecido, al ocupar la presidencia provisional de la República designó a Loaiza primero como subjefe y luego como jefe del Estado Mayor.18 Desde esa posición Loaiza supo trabar relaciones con personajes de la política nacional como Cárdenas, quien era presidente del PNR en 1930, y en 1931 secretario de Gobernación. Al mismo tiempo, muchos de los seguidores de Nelson se identificaban con el coronel Loaiza. Esto quedó demostrado en 1930, cuando sin ningún problema se convirtió en senador por Sinaloa.

En 1932 compitió dentro del PNR como precandidato a la gubernatura contra el profesor Manuel Páez, amigo cercano de Calles. La candidatura de Loaiza estuvo patrocinada por el Partido Revolucionario Único de Sinaloa (pus), que era presidido por el licenciado Rosendo R. Rodríguez; Francisco Rivera ocupaba la vicepresidencia, Alfredo O. González era secretario, Daniel D. Cañedo, Alejandro R. McDougall y Pedro A. Ureña se desempeñaban como vocales.19 Finalmente, Páez, por sus relaciones con Calles, se impuso sobre Loaiza. Éste perdió, pero siguió robusteciendo su estructura política y social en Sinaloa.20 Agrupó a una serie de actores y organizaciones: la CROM depurada de Lombardo, los coroneles Alfredo Delgado y Gabriel Leyva, el mayor Alfredo O. González, los trabajadores del puerto y campesinos del río Presidio.21

A pesar de la derrota, entre 1933 y 1934 Loaiza lanzó su campaña como candidato a diputado federal; al mismo tiempo hizo propaganda política a favor de la candidatura de Cárdenas. En su recorrido por las comunidades rurales del sur de Sinaloa exaltaba la figura y el proyecto político de Guillermo Nelson, quien planteaba el reparto agrario, la creación de cooperativas y la educación para los campesinos. Para rematar, en El Roble, municipio de Mazatlán, auspició la fundación del Partido Agrarista Jacobo Gutiérrez, que contó con 200 delegados de las comunidades agrarias de la región del río Presidio.22

En los meses de junio y julio de 1935, Loaiza lanzó el ataque frontal contra el poder de Manuel Páez y su camarilla. En el norte del estado trabó alianzas con las filiales de la Federación Local de Obreros y Campesinos del Valle del Fuerte (FLOCVF), que pertenecía a la Federación Regional de Obreros y Campesinos del estado de Sinaloa (FROCES), que protestaron contra el gobernador. También hubo manifestaciones públicas contra Páez en Culiacán, encabezadas por el Comité Estudiantil Socialista Sinaloense, que era presidida por Fernando Pedraza D.,23 pero la apabullante ofensiva provino de las poblaciones del sur de Sinaloa -bastión social del loaicismo- como Mazatlán, El Rosario, Concordia y Escuinapa.

En Mazatlán, el Comité Pro-Salvación de la Administración Pública, dirigido por Pedro L. Navarro, “organizó una manifestación monstruo, para pedir la desaparición de poderes del estado”.24 Compartía esa actitud el Grupo Orientador Socialista Sinaloense, dirigido por Miguel S. Osuna,25 así como José Verduzco, presidente de la LCASOCJG, quien justificaba la desaparición de poderes en el estado “porque es imposible seguir tolerando las persecuciones y los atropellos que cometen sus esbirros y de la que son víctimas los campesinos y obreros”.26 Para rematar, Loaiza, junto con los coroneles Gabriel Leyva, Pablo Macías y Alfredo Delgado, amparados bajo Acción Revolucionaria, realizaron pronunciamientos públicos e hicieron llegar denuncias directas a Cárdenas para que depusiera a Páez. La suerte del gobernador estaba echada: el 16 de diciembre de 1935, la Cámara de Senadores declaró desaparecidos los poderes en Sinaloa.27

La derrota de Páez trajo consigo el triunfo de una amplia coalición de campesinos, obreros, trabajadores, políticos, estudiantes e intelectuales que se agruparon en torno a la figura del coronel Loaiza. Sin embargo, la coalición pronto se fragmentó en dos fuerzas que se enfrentaron. Loaiza fue el más favorecido; de 1936 a 1944 consolidó su poder político en Sinaloa, dominó la escena local como diputado federal y como gobernador (1941-1944), pero además incidió en la elección de tres gobernadores: Gabriel Leyva -quien pronto se distanció del cacique y como resultado fue destituido- sólo duró de febrero a septiembre de 1936; Guillermo Vidales cerró el periodo de Leyva de septiembre a diciembre de 1936, y Alfredo Delgado fue elegido constitucionalmente de 1937 a 1940. Finalmente, en 1940, manteniendo en su contra el PRM y al candidato presidencial Manuel Ávila Camacho, se convirtió en gobernador de Sinaloa, pero no terminó su periodo porque fue asesinado en 1944.

El coronel fincaba su poder en una amplia base social en el sur de Sinaloa: ARS, capitaneado por Rodolfo C. Olmeda y Antonio D. Cañedo; la LCASOCJG, que aglutinaba los distintos comités y sindicatos agrarios del sur de Sinaloa; el GOSS, dirigido por Miguel S. Osuna, y la FROC, encabezada por Gil Rebolledo Mora y J. Jesús Campan, que agrupaba a los diferentes sindicatos obreros radicados en el puerto. Véase la radiografía de la coalición loaicista y sus respetivos dirigentes y mesas directivas en el Anexo 1.

El poder de Loaiza no era monolítico; tuvo que enfrentar el bloque político formado por los diputados Gabriel Leyva Jr. y Ramón F. Iturbe, el excallista y senador Agustín G. del Castillo, dirigente de la Liga de Comunidades Agrarias Gabriel Leyva, que operaba en el norte de estado, y la FSUOCMM-FTRM-CTM, encabezada por Solón Zabre, Brígido Vizcarra, Severiano M. Medina, Enrique Flores, Antonio L. López, María del Rosario Ovalle y Alfredo Romero.28

El amor y desamor entre la familia loaicista

Al ascender Loaiza al poder, sus seguidores trataron de controlar el gobierno del estado, los ayuntamientos, las sindicaturas y las comisarías municipales. En Mazatlán, a finales de 1936, la coalición loaicista integrada por la ARS, la FROC, el GOSS y la Liga Jacobo Gutiérrez, sin ningún problema llevó a la presidencia municipal a Jesús V. Sarabia, quien fue elegido para el periodo 1937-1938. Los regidores que ascendieron al poder con Sarabia fueron los siguientes: Jesús I. Escobar, veterano que había militado desde 1928 en el ala izquierda de la política; Jesús H. Gutiérrez, fundador del Sindicato de Empleados Municipales de Mazatlán (SEMM); Agustín Valdés y Miguel S. Osuna, dirigentes del GOSS; Pastor Delgado, dirigente agrarista del ejido de Escamilla, Manuel Guzmán, José I. Pérez y Jesús Pérez, líderes agraristas de San Francisquito, activos de la Liga de Comunidades Agraria Jacobo Gutiérrez.

Entre los regidores suplentes en el orden mencionado de los propietarios, destacaban: Gregorio Hernández, que al poco tiempo jugó del lado FTRM-CTM; Segundo Beltrán, dirigente del Sindicato de Obreros y Obreras Socialistas de la Fábrica Unión, filial de la CROM (véase en el Anexo 3); Ricardo Valle, Pedro Solares, Antonio O. Cañedo, presidente de Acción Revolucionaria; Teodoro Beltrán, líder agrario del Walamo; Alberto R. Osuna y Alberto H. Tapia, secretario de propaganda del ARS y secretario general del Sindicato de Carteros, filial de la FROC.29

Como se advierte, la ARS, la FROC, el GOSS y la Liga Agraria Jacobo Gutiérrez dominaban el poder en el ayuntamiento. Ocupaban los principales escaños, además establecieron en el mando medio y bajo gente proveniente de las diferentes agrupaciones loaicistas.30 Por ejemplo, 44 personas trabajaban en el Departamento de Obras Públicas, 12 empleados se encontraban adscritos al Departamento de Sanidad y tres se ubicaban en el Departamento de Tránsito. Estos casos ilustran cómo las agrupaciones populares se incrustaron en el poder municipal.

La coalición loaicista tuvo que compartir el escenario político con la FSUOCMM- FTRM-CTM. Esta agrupación movilizó sus sindicatos con el fin de negociar y forzar a los primeros a ceder espacios de poder. Solón Zabre, por ejemplo, se convirtió en rector de la Universidad Socialista del Noroeste en 1937; Luís Zúñiga logró mantenerse en la secretaría del ayuntamiento (1936-1939); Gregorio Vázquez Moreno se desempeñó como presidente de la junta municipal de Conciliación y Arbitraje; Severiano M. Medina y Brígido Vizcarra en 1940 ocuparon una regiduría. La presencia de los cetemistas fue impresionante en el ayuntamiento, al grado de crear el Sindicato de Trabajadores al Servicio del Municipio de Mazatlán (STSMM). La FSUOCMM-FTRM la integraban agrupaciones populares, de las que se distinguían entre las más importantes las organizaciones de carreteros, cargadores, músicos, maestros, ferrocarrileros y campesinos. Para entender la distribución de las organizaciones filiales de la FSUOCMM-FTRM, así como sus dirigentes y mesas directivas, véase el Anexo 2.

La FROC mantenía en su seno una diversidad de agrupaciones con visiones diferentes sobre cómo organizarse. Eso provocó pugnas y conflictos intergremiales. Por ejemplo, en 1937, dentro del Sindicato de Inquilinos y Terrenos Urbanos y Federales de la Montuosa Mayor Alfredo González (SITUFM-AG), dos facciones se disputaron el mando; por un lado estaba el grupo compuesto por Esteban Carrasco, Manuela R. de Alanís y Fernando Betancourt, que proponía mayor autonomía organizativa; por otra parte se encontraba la facción integrada por Amado Hernández, Victoria Martínez Montaño, Andrés Osuna, Cleofás Neváez, José Galindo, Martina Montaño, Andrea Osuna, Juan Morales y Victoria Díaz, que se inclinaba por ligarse más a la dirección de la FROC. Después de varios enfrentamientos, los primeros se impusieron y lograron expulsar del sindicato a los pro-frocistas y, para que no quedara duda, difundieron la noticia a través de circulares que se distribuyeron en las comunidades agrarias de Mazatlán.

Los pro-frocistas solicitaron ayuda al Sindicato Revolucionario de Inquilinos de Mazatlán (STIM), que para ese tiempo contaban con 102 socios. Éstos, sin demora, irrumpieron en una asamblea celebrada por Fernando Betancourt, pero éste al verlos llegar los increpó y les dijo que el conflicto era interno y no tenían por qué intervenir y, para evitar el sabotaje, dio por terminada la reunión. Sin embargo, Pedro Medrano, líder de la STIM, con voz potente vociferaba: “¡quedan desconocidos de todos los sindicatos locales y de la Liga de Comunidades Agrarias”,31 y fue vitoreado por sus seguidores con “¡viva Medrano!” En seguida se desató la trifulca: Victoria Bolaños y su hija se echaron sobre María Gutiérrez y algunos seguidores de Betancourt. Finalmente, los inquilinos revolucionarios se impusieron y luego, con el apoyo de cuatro policías, tomaron el control del sindicato de la Montuosa.

Los inquilinos revolucionarios pronto impusieron su hegemonía dentro de la FROC. Para el 5 de mayo de 1937 se trasladaron al vecino municipio de El Rosario, lugar donde fundaron el Sindicato de Inquilinos Sección número 1, que quedó integrado por Cayetano R. Zúñiga, Juan Uzeta, Ignacio Moreno, Arturo Iglesias, Daniel Chávez y Arnulfo Trujillo. El nuevo sindicato, sin tardanza, solicitó reducción de 50% en la renta de casas y descuento en agua y luz. Los propietarios se resistieron, y en respuesta los inquilinos realizaron manifestaciones públicas y recorrieron las calles Leyva y Madero, principales arterias de la población.

La autoridad municipal, representada por el loacista Ramón Uzeta, tomó partido por los propietarios de las casas y ordenó a la policía municipal lanzarse en persecución de los miembros del sindicato. La disputa entre los inquilinos y la policía se agudizó: en la calle Madero, frente a la zapatería La Bertini, Ricardo Bayardo (alias el Teco) fue asesinado por los policías Fernando Hernández y Jesús Moreno.32 Esto intensificó la oleada de protestas contra Uzeta. Después de varias manifestaciones, los inquilinos sumaron a su lucha a Manuel Quintero, presidente del comisariado ejidal de San Juan Cacalotán, y al Sindicato de Albañiles Mártires de Chicago, que les ofreció respaldo moral y material.33

Para desactivar el movimiento, el 11 de agosto Uzeta ordenó al inspector de policía invadir las instalaciones del sindicato, donde destruyeron archivos, sillas, bancas y mesas.34 A su vez, fueron aprehendidos y encarcelados los dirigentes del sindicato. Ante esta agresión, los dirigentes de la froc-Mazatlán, Victoriano Osuna, Gil Rebolledo Morán y Jesús Campán lanzaron una dura ofensiva contra el Ayuntamiento “encabezado por el fascista Ramón Uzeta, enemigo acérrimo de la clase laborable, a la que se viene extorsionando del mil maneras valiéndose del poder que en mala hora fue referido”.35 Los frocistas hicieron llegar una lluvia de denuncias al gobernador Alfredo Delgado, a quien solicitaron la desaparición de poderes en el municipio de El Rosario, pero Delgado alegó que no le competía el caso, sino que era asunto del Congreso del Estado.

Ante la negativa del gobernador y del Congreso de deponer a Uzeta como presidente municipal, el 27 de agosto la FROC decidió estallar una huelga indefinida “hasta que caiga Uzeta como tirano de nuevo cuño y entre a regir los destinos de aquella municipalidad un elemento idóneo y de reconocida filiación de izquierda”.36 Para robustecer su lucha contra Uzeta, los frocistas forzaron al presidente municipal de Mazatlán, Jesús V. Sarabia, para que se pronunciara contra el vituperado presidente de El Rosario y contra la actitud del gobernador. Al respecto, Sarabia sostenía:

Haciendo un análisis de los argumentos expuesto por ustedes, encontramos cargos, en nuestro concepto injustos, para el gobernador, que tal vez han tenido su origen en malas interpretaciones. Los componentes de ese ayuntamiento conocemos el espíritu altamente revolucionario del coronel Delgado y sabemos que atiende las quejas de toda aquella persona o grupo que se acerque a él en demanda de justicia […] la resolución del asunto a que se contrajo su petición es de la competencia del H. Congreso del Estado. El gobernador se ha mostrado respetuoso de la ley […]. Nuestra opinión que ustedes solicitan en el caso del Presidente Municipal del Rosario es que su actitud actual debe ser juzgada por el mismo pueblo que lo elevó al poder.37

Sarabia no quiso exponerse públicamente como contrario a Delgado, ni a Ramón Uzeta. Tampoco podía ignorar a sus aliados los frocistas, así que se puso a disposición de los huelguistas, diciéndoles:

yo siempre he visto con simpatía estos actos de protesta de las clases trabajadoras [...] este ayuntamiento cuidará que durante el tiempo que dure la huelga haya las necesarias garantías para todos y que se obre con entera justicia en todos los casos.38

En el conflicto entre Uzeta y la FROC hubo mediadores loaicistas e incluso el mismo Sarabia cumplió esa función. Después de todo, Uzeta tuvo que ceder a las demandas planteadas por el sindicato de inquilinos.39

Las alianzas, las lealtades, los conflictos y las disputas dentro de la familia loaicista se debieron al reacomodo del poder en los ayuntamientos. Con Uzeta, por ejemplo, al llegar a la presidencia municipal, arribó su amigo Adolfo Echegaray, que ocupó una regiduría. Contra éste los campesinos formularon muchas denuncias, lo tildaban de reaccionario y de acomodar a toda su familia en los puestos municipales.40 El sindicato de inquilinos revolucionarios al fundar una agrupación similar en El Rosario, buscaba demandas económicas, pero también tenía la intención de incidir en el poder municipal, como lo había hecho en Mazatlán.

La relación entre las filiales de la FROC y Sarabia algunas veces fue de conciliación y elogios. En agosto de 1937, por ejemplo, el Sindicato Único de Choferes de Mazatlán agradecía al presidente municipal haber cumplido su petición de destituir a Manuel Parra como inspector de tránsito, y a cuatro de sus colaboradores. Pero los sindicalizados insistían al mismo tiempo que “mientras el presidente municipal siga la línea de conducta hasta ahora demostrada, como amigo de los trabajadores organizados puede contar con la cooperación de los mismos para la mejor marcha de su gobierno”.41

No siempre fue homogénea la postura de Sarabia hacia otras filiales de la FROC. Por ejemplo, en septiembre los regidores Jesús I. Escobar, Manuel Guzmán y Jesús Gutiérrez patrocinaron la invasión de 15 000 metros cuadrados en las lomas de La Montuosa, propiedad de la Compañía Manufacturera de Cigarros El Vapor, por parte del SITUFM-Mayor Alfredo González. Los inquilinos42 en seguida se propusieron construir sus casas de madera para vivir.43 Ante eso, la compañía apeló a las leyes y pidió a los regidores desocupar el predio invadido. Sarabia, enterado de la situación envío al policía honorario Hernández, acompañado de otros gendarmes, que impidieron el avance de los trabajos de los inquilinos. Éstos respondieron a Sarabia con una advertencia: “con el fin de evitar futuros incidentes desagradables o derramamiento de sangre por este motivo, […] llame a estas personas ante usted para que rindan cuenta de sus malos actos”.44

Los dirigentes de los inquilinos, Juan Córdoba, Esteban Carrasco, Florentino Morales, Fernando Betancourt y Tiburcio Ramírez Pérez, solicitaron a Sarabia la regularización formal de los terrenos.45 El presidente municipal, a través del Departamento de Obras Públicas, comisionó al ingeniero Emilio Lerma Ochoa para medir los lotes de la Loma de la Montuosa. Pero el comisionado Lerma para el 25 de junio de 1938 todavía no se había presentado a cumplir su cometido. 46 Los inquilinos respondieron con duda hacia Sarabia, diciendo: “no queremos creer que se esté dando tiempo a los propietarios que resultaron afectados para que se organicen y nos perjudiquen en nuestros humildes intereses”.47

La postura hostil de Sarabia hacia SITUFM-Mayor Alfredo González se debió a dos razones de peso. La primera es que entre Sarabia y el Mayor González se abrió un conflicto político, debido seguramente a que éste intentó entrometerse en los asuntos municipales. Y era precisamente González quien había fundado el sindicato de inquilinos que llevaba su nombre. La segunda razón se debió a que dentro del sindicato había dos corrientes, una alineada a la dirección de la FROC y la otra con Fernando Betancourt a la cabeza, que pronto se afilió la FSUOCMM-CTM.

En otra escala, el Sindicato de Campesinos y de Obreros de Oficios Varios de Colonia Esperanza (SCOOVCE), presidido por Encarnación González, Jesús González y Rosendo Jiménez, tenía sus propias dinámicas políticas y sociales. Los miembros de este sindicato trabajaban en el panteón municipal -como sepultureros, administradores y jardineros- y se dedicaban a la agricultura de subsistencia. En junio de 1937 los sindicalizados solicitaron y obtuvieron del presidente municipal la expropiación de 11 hectáreas de terrenos para construir viviendas.48 Después consiguieron en arrendamientos los terrenos de Alicia viuda de Morelos -que radicaba en la ciudad de México, teniendo como representante en Mazatlán al cajero del Banco de México Javier González Cazares- y del general Juan Torres, que les sirvieron para cultivar maíz, camote, cacahuate y árboles frutales.49 Las resoluciones favorables muestran una estrecha relación con los poderes municipales.

Encarnación González movía los hilos del poder en el sindicato, ya que él organizaba y dirigía las asambleas. En seguida se ubicaban las diferentes comisiones: Jesús González se encargaba de resolver los conflictos con los dueños de la tierra expropiada, a Benjamín Chávez le pidió que quitara el cerco de la tierra cedida a la comunidad. Cruz Rocha fungía como enlace entre el SCOOVCE y la FROC; esta comisión tenía mucha importancia, porque permitía bajar la información a la base social; en 1937, Rocha se encargó de transmitir el acuerdo de la FROC de solidarizarse con el campesino Juan Peinado, a quien había asesinado a balazos el antiagrarista y vinatero Zeferino Conde; al mismo tiempo, informó de la creación de la radiodifusora de la FROC y del ingreso de 40 agraristas de la región de El Roble a la policía municipal.50

El SCOOVCE y el comisario municipal Vicente Ferrera, inscritos en el proyecto cardenista de redención social, en agosto de 1938 lanzaron una cruzada contra el alcoholismo y el tráfico de mezcal que resultó muy fructífera para la comunidad. El SCOOVCE también se solidarizaba con sus agremiados; por ejemplo, la viuda de Manuel Ramírez, con ayuda del sindicato y de la FROC, consiguió empleo de administradora en el Panteón Municipal.

Pero no todo era homogeneidad dentro del SCOOVCE, las disputas políticas se tornaban frecuentes.

Rosendo Jiménez y Francisco López entablaron un juicio contra Manuel Ramírez, que era acusado de no rendir informe de los gastos efectuados en los funerales de Manuel Ramírez, y para remachar, el comisario Ferrera le atribuía el robo de los bienes materiales de la escuela del lugar.51 El juicio contra Ramírez tenía un matiz político, éste se había puesto a disposición de la directiva de la FROC, a nombre de su organización, para apoyar la campaña a la presidencia municipal de Santiago Paredes Jr. sin consultar a la dirigencia del sindicato integrada por Eladio García, Santana Vega, José F. Lugo, Romualdo García y Rosendo Jiménez.

Las agrupaciones de la FROC coincidían en realizar acciones tendientes a la redención social y la creación del “hombre nuevo”. En 1936, la Defensa Femenil de Mazatlán, presidida por Tita Gómez, Enriqueta López y María Avilés, alzó la voz:

[Nuestra] organización propugnará dentro de la lucha de clases, por conquistar la elevación moral y económica para mujeres que como nosotras, arrojadas en las cantinas de la abyección, prostitución y abandono, sentimos la necesidad como la carne de mayor explotación, de liberarnos y cooperar también con los demás explotados en sus conflictos con el capitalismo, sin importarnos el desprecio de que somos objeto por algunos sectores que entre forma están sujetos a la explotación del régimen en que vivimos.52

Las mujeres que trabajaban en los prostíbulos también se organizaron y agruparon alrededor de la FROC para liberarse de la explotación de su patrón. Pero además, reinterpretaron el proyecto cardenista de redimirse y pedir igualdad frente al hombre.

Para cumplir con el mandato cardenista, la FROC algunas veces chocó contra las acciones del presidente municipal. En 1937, por ejemplo, Sarabia emitió un decreto que ordenaba cerrar los domingos boticas, casas de comercio, barberías y gabinetes de aseos, dejando en servicio las cantinas y prostíbulos. Los dirigentes de la FROC se opusieron a las medidas, diciendo que los centros de vicio “van en perjuicio de los trabajadores, que van a dejar, la mayoría de los casos, todo su jornal semanario en manos de los explotadores de esos centro”.53 Estas exigencias presionaron a Sarabia al grado de modificar nuevamente la ley, prohibiendo vender bebidas alcohólicas también los domingos, excepto cerveza y refrescos. Y para evitar ventas clandestinas, estableció una rigurosa vigilancia policial.54

En 1938, la FROC y representantes del Grupo Femenil de Urías, Felícitas Gutiérrez y Guadalupe B. viuda de Nevárez, denunciaron que en el pueblo abundaban cantinas y prostíbulos. Al respecto, decían:

Que son verdaderos y constantes atentados a la moral y a las buenas costumbres, además de que son una amenaza para la salubridad y para la paz de los hogares de gente honesta que vive en ese poblado, teniendo que presenciar constantes espectáculos denigrantes.55

En 1939, en El Roble, Félix Muñoz Mata, comisario municipal, expulsó de la comunidad a la señora María Luna, “por ser sumamente una mujer degenerada, ejerciendo la prostitución sin límite”.56 No compartía esa postura la Liga Femenil del lugar, que como defensora de las mujeres gestionó el regreso de Luna a la comunidad.

Loaicistas vs cetemistas: una guerra sin cuartel

En 1938, al acercarse las elecciones municipales, la FROC puso en movimiento estrategias y movilizó sus bases sociales contra la FSUOCMM-FTRM-CTM, que también respondió con firmeza en aras de mantener y expandir su poder. El ayuntamiento se convirtió en la arena de las disputas entre ambas agrupaciones, ya que cada una de ellas tenía posiciones en los diferentes niveles.

El 9 de julio de 1938, la FROC convocó a una convención en el salón de actos del PRM para orientar a sus filiales a sostener la precandidatura de Santiago Paredes, exoficial mayor del gobierno del estado. Los dirigentes de la FROC invitaron a su convención al presidente municipal Sarabia, pero éste los desairó objetando “que su presencia podía tomarse como acto de presión para el candidato de los frocistas, y de acuerdo a su programa, permanecerá neutral en esta lucha cívica, dándole amplias garantías a unos y otros por igual”.57 Sarabia tenía definida su corriente política: al poco tiempo volcó su apoyo hacia el boticario y líder sindical Alejandro Romero, precandidato de la FSUOCMM-FTRM-CTM. La actitud de Sarabia molestó a los regidores frocistas José I. Pérez, Pastor Delgado, Agustín Valdés, Manuel Guzmán y Jesús Gutiérrez, al grado de forzarlo a renunciar, dejando en su lugar a Manuel Guzmán.

El bloque de regidores frocistas apostados en el ayuntamiento comenzó a golpear a sus adversarios los cetemistas, que también estaban incrustados en el poder municipal. Gregorio Vázquez Moreno, presidente de la junta municipal de Conciliación y Arbitraje, fue el primero en ser destituido. Los agremiados del Sindicato de Trabajadores de la Industria Azucarera y Similares de la Región Mexicana-Sección 16 El Roble respondieron con protestas, objetando que “ni por un momento tomaron en cuenta en lo socialista y honradez intachable que caracteriza al compañero Moreno […] pedimos sea repuesto en su empleo”.58 El frocista Alberto H. Tapia, comisionado de higiene, se pasó a la precandidatura de Romero. Esto provocó que se volviera blanco de ataques de parte de sus antiguos correligionarios, que publicaron en los periódicos Cronos y El Obrerista una plana completa aludiendo a que Tapia extorsionaba a las meretrices con 25 pesos semanales por concepto de impuesto. Para rematar, el presidente municipal Guzmán conminaba:

al compañero Tapia que conteste a tremendo cargo, pero su mutismo y el de nosotros hace caer en su suspicacia al municipio entero, pesando sobre nosotros la misma responsabilidad del acusado por no demostrar a nuestros representantes la verdad […]. Que se abra una averiguación.59

Después de la caída de Vázquez Moreno y de los ataques dirigidos contra Tapia hubo un masivo despido de empleados del ayuntamiento, todos miembros del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Municipio de Mazatlán, encabezado por el secretario municipal Luis Zúñiga y el mismo Vázquez Moreno. Los cesados fueron Julián Villanueva, secretario de administración del Hospital Civil, Isaac Villanueva, policía comisionado de Higiene, y Agustín Tirado Guerra, agente de tránsito. Contra los actos de destitución, los cetemistas alegaban que:

No sólo por parte de ese ayuntamiento, sino también de algunos Jefes de Departamento que han comenzado a cesar empleados sin motivo justificado, hasta haciendo extensión del desprecio que nuestra organización les inspira […] las agrupaciones de trabajadores pertenecientes a la CTM han activado gestiones pidiendo la destitución de los jefes de Departamento que sin motivos justificados hostilizan a nuestros asociados.60

La lucha por el poder se había desatado. Los frocistas mejor posicionados dentro del ayuntamiento, emprendieron un frontal ataque contra los cetemistas; éstos a su vez, también movilizaron sus bases sociales para sostenerse en los puestos de confianza.

En octubre, el conflicto político intergremial bajó a la sindicatura de Villa Unión, lugar donde se disputaban el mando la Liga de Comunidades Agrarias Jacobo Gutiérrez y el Sindicato de Obreros y Obreras Socialistas de la Fábrica Unión (SOASFU)-CROM. Todo empezó cuando el síndico Francisco Alarcón, miembro de la Liga, fue invitado por Santiago Paredes para sumarse como suplente de su precandidatura; pero después de todo, Alarcón se inclinó por la precandidatura de Alejandro Romero. Y para que no quedara duda, Alarcón reiteró a sus antiguos partidarios: “no permito por ningún motivo que algún otro grupo gestione sea registrada mi candidatura a un puesto de elección popular, por estar perfectamente convencido del ideal y declaración de principios de organismo PRM”.61 La decisión de Alarcón fue personal, porque la Liga Agraria reafirmó su lealtad a la FROC y a la candidatura de Paredes.

Mientras Alarcón definía su posición política, la Liga Agraria y el SOASFU-CROM acrecentaron sus intrigas para hacerse con la sindicatura. La primera se impuso y logró el nombramiento del líder agrarista Evaristo S. Rodríguez como síndico municipal. Los directivos del SOASFU, Arturo Peinado y Luís C. Herrera, junto con Lorenzo Osuna, dirigente del Comisariado Ejidal de Villa Unión,62 desconocieron el nombramiento de Rodríguez y propusieron para ese puesto a Segundo Beltrán, quien en ese momento fungía como suplente del regidor Jesús Escobar. Los cromianos consiguieron la caída de Rodríguez, pero su lugar lo ocupó Tomás Arballo, líder agrario de El Roble, miembro de la Liga. Los sindicalizados volvieron a protestar contra el nombramiento de Arballo y pidieron su destitución.63 La perseverancia de los disidentes obtuvo finalmente la caída de Arballo e impusieron a su afamado Segundo P. Beltrán. Esta resolución se vio favorecida por el entrante presidente municipal, Gregorio Hernández, de corte cetemista, quien comenzó su mandato provisional a finales de octubre de 1938. Seguramente quería granjearse el apoyo de los cromianos para la precandidatura de Romero.

La Liga Agraria Jacobo Gutiérrez, ante su derrota, convocó un pleno en el poblado de Escamilla, al que asistieron representantes de comunidades agrarias del río Presidio. La reunión fue presidida por Victoriano M. Núñez, líder agrarista y tesorero de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos del Estado de Sinaloa. El resolutivo de la asamblea fue destituir a Segundo Beltrán como síndico municipal por las siguientes razones: obstruía la educación socialista aconsejando a los padres de familia no enviar sus hijos a la escuela;64 abuso de autoridad, al dejar impune el delito cometido por su primo, quien con cuchillo en mano despojó de sus bienes a un obrero; imposición de una multa injustificada de 12 pesos a José Zataráin; retención de animales propiedad de Carlos para cobrar “lo que le venía en gana”.65

La agitación política en Villa Unión y en Mazatlán fue producto de la reconfiguración del poder entre los loaicistas y los cetemistas en Sinaloa. Éstos se fortalecieron al trabar alianzas con los diputados federales Ramón F. Iturbe, Gabriel Leyva e Ignacio Lizárraga y el senador Agustín G. del Castillo. Este bloque recibía apoyo, desde 1937, del presidente del PNR, Silvano Barba, quien no miraba con buenos ojos a Loaiza. En 1938, al transformarse el PNR en PRM,66 Luis I. Rodríguez se hizo cargo de la dirección del partido. La directiva sinaloense sobrevivió temporalmente a la reestructuración del partido oficial. Raúl I. Simancas permaneció como presidente del partido, y junto con él toda la directiva.67 Muchos de los miembros del partido seguían leales a Loaiza, a pesar de que Barba había tratado de desplazar de la estructura a los partidarios del coronel.

La nueva directiva sinaloense impuesta por Rodríguez se compuso de miembros provenientes del bloque disidente. Crispín Borboa se desempeñó como secretario general; Daniel Sepúlveda y Meza se encargó de la cartera de Acción Obrera y Rafael Carlos Quintanilla se ocupó de Acción Popular.68 En 1937, Sepúlveda y Meza había llegado a la presidencia municipal de Ahome, respaldado por los sindicatos cetemistas, pero pronto fue depuesto por el gobierno de Delgado. Quintanilla estaba ligado a Ignacio Lizárraga, miembro del grupo de poder económico mazatleco. La directiva del PRM mazatleco, al reestructurarse, quedó en manos de la disidencia; Tapia fungió como presidente y Jorge G. Vega se desempeñó como secretario general del partido.

Al reacomodarse las piezas de la estructura política, los loaicistas perdieron terreno, especialmente en los espacios del PRM. Esto fue en detrimento de la precandidatura de Paredes, quien el 27 de septiembre de 1938 perdió contra su contrincante el cetemista Alejandro Romero. Los paredistas no aceptaron el resultado del plebiscito, alegaban fraude de parte de la dirección del PRM-estatal. Los días que siguieron, la FROC puso en movimiento toda su maquinaria, movilizó a 45 organizaciones, y las 35 agrupaciones de Liga Agraria Jacobo Gutiérrez hicieron llegar una lluvia de solicitudes a Cárdenas donde le pedían elecciones limpias y la destitución de la presidencia estatal del partido de su antiguo aliado Raúl Simancas, quien al parecer había obtenido nueva fidelidad.69

Los loaicistas mazatlecos no se disciplinaron a las decisiones del partido oficial. En octubre, Paredes mostró interés de registrarse como candidato a la presidencia municipal. Sabiendo de esas intenciones, el presidente del PRM-Mazatlán, Alberto H. Tapia, alineado del lado de Romero, trató de sacar de la jugada a Paredes solicitando al presidente municipal Gregorio Hernández no inscribir su candidatura, según él porque violentaba el artículo 116 fracción III de la Constitución del estado, que decía que para ocupar un puesto de elección popular era necesario separarse de sus funciones seis meses antes de la votación, y Paredes en julio todavía fungía como oficial mayor del gobierno estatal.70 Los regidores frocistas no hicieron caso a Tapia y registraron la candidatura de Paredes.71 El presidente del PRM, molesto, les reviró diciendo: “este partido de los componentes de ese ayuntamiento son miembros de puestos de elección popular, que peleó y obtuvo para ustedes, se ha sentido desairado al registrar a Santiago Paredes”.72

Por otra parte, el presidente Hernández registró la planilla de Alejandro Romero y los candidatos a regidores Mateo Fletes, Juan I. Rodríguez, José Hernández Padilla, Domingo Ríos, Gregorio Hernández, Isidoro Lizárraga, Manrique Armas y Antonio D. Cañedo, y como suplentes de fórmula llevaban a Francisco Alarcón, Alberto Durán, José O. Pérez, Félix Camacho, Andrés Zamudio, Martín D. García, Gonzalo Juárez, Francisco Plasencia y José Araiza.73 Cañedo, fiel a Loaiza, declinó como 9º regidor del PRM, y su lugar lo ocupó Miguel G. Ríos.

Los paredistas agrupados en torno al Partido Socialista de las Izquierdas del Noroeste (PSIN),74 desafiando al PRM, se lanzaron a lucha por la conquista del municipio de Mazatlán. En esta competencia electoral el gobernador Delgado movió sus piezas apoyando a los paredistas. Atacó una de las fuentes de poder de los romeristas, el inspector de policía Cristóbal C. Solís, leal a Hernández, quien fue sustituido por Ramón Armegol, fiel seguidor de Loaiza.75 Delgado se justificó ante Hernández diciendo que el nuevo inspector no se inmiscuiría en política como lo hizo Solís.

A principios de noviembre de 1938 se efectuaron las elecciones municipales.76 Los dos candidatos se declararon triunfadores: por un lado, el presidente del PRM, H. Tapia, declaró ganador a Romero; por otra parte, los regidores Pastor Delgado y Jesús Gutiérrez pronunciaron la victoria de Paredes.77 La FROC se sumó a los regidores y pidió al Congreso del estado reconocimiento inmediato de su candidato amenazando con “llevar a cabo distintos movimientos revolucionarios de protesta si el Congreso se niega a ratificar la declaratoria del Ayuntamiento”.78 El bloque disidente hizo lo mismo con su candidato Romero; pero el Congreso estatal depuso a Hernández y nombró en su lugar al regidor Jesús H. Gutiérrez, quien a los meses declinó a favor de Ramón Armegol, que estableció en la secretaría de la presidencia al paredista Alfonso Castañeda.

Conclusiones

El cacicazgo de Loaiza estuvo apuntalado en dos ejes centrales. El primero fue el de las relaciones que estableció con políticos nacionales como Emilio Portes Gil y Lázaro Cárdenas. Éste algunas veces permitió el golpeteo político contra Loaiza por parte de la coalición contraria integrado por la izquierda y los excallistas que también le disputaban el poder al cacique. Como puede verse, a Cárdenas no le interesaba de qué filiación política habían sido sus seguidores, siempre y cuando le rindieran lealtad.

El otro puntal que sostenía a Loaiza era la extensa red de organizaciones que tenía por todo el estado, pero especialmente en el sur de Sinaloa, donde se enfrentó a muerte contra grandes potentados y comuneros que defendían sus propiedades de las incursiones de los agraristas. La lucha contra la oligarquía se emprendió desde los ayuntamientos, espacio desde donde se diseñaban las estrategias legales, y de plano, si no las había, simplemente se invadían las tierras. En el sur de Sinaloa los sectores populares después de la revolución comenzaron a disputarle el ayuntamiento a la oligarquía. En Mazatlán, por ejemplo, con el arribo de Loaiza al poder, los campesinos y los trabajadores tomaron por asalto el poder municipal.

La coalición loaicista no siempre fue homogénea internamente, pues había diferentes visiones y proyectos de los actores sociales. Hubo conflictos, pugnas y negociaciones entre actores políticos, entre éstos y los sindicatos y entre las misma agrupaciones de la FROC, por ejemplo. Aparecieron también en escena los cetemistas, que buscaban afianzarse en el poder municipal.

En suma, el mando se disputó constantemente dentro de la coalición loaicista: actores colectivos e individuales buscaron posicionarse e imponerse en los distintos niveles del poder municipal. Los loaicistas eran el bloque hegemónico regional; sin embargo, se vieron obligados a compartir el mando en el ayuntamiento y otras esferas del poder con la izquierda y la derecha.

Siglas

AGN

Archivo General de la Nación

SEDENA

Archivo Histórico de la Secretaria de Defensa Nacional

AHAM

Archivo Histórico del Ayuntamiento de Mazatlán

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2 Mallon, Campesino y Nación, pp. 85-86.

3Anguiano, El Estado y la política, p. 46.

4En febrero de 1936 se fundó la CTM con tres grandes corrientes en su seno: Lombardo y su grupo de “marxistas legales” de la Unión General de Obreros y Campesinos México (UGOCM), los reformistas y anticomunistas con Fidel Velázquez a la cabeza, y los comunistas de la Confederación Campesina Mexicana (CCM) dirigidos por Miguel A. Velasco y Valentín Campa. Lombardo Toledano se convirtió en secretario general, y los comunistas propusieron a Miguel A. Velasco como secretario de organización, por los ugocemistas impusieron a Fidel Velázquez. La CTM en sus primeros años cosechó en abundancia, pues se benefició con las reformas del Estado como aumento del gasto social, incremento de salarios, reparto agrario intensivo y espacio de lucha para las demandas y huelgas obreras. La alianza entre el Estado cardenista y la CTM fue recíproca. Alentada por todo esto, la organización irrumpió a la vida política nacional y, bajo el signo de frente popular, quedó ligada al PNR, al Partido Comunista Mexicano (PCM) y a la Confederación Campesina Mexicana, en aras de sumar fuerzas para fortalecer la base de apoyo del gobierno y facilitar la movilización de masas. La estructura interna adoptada por la CTM fue la de frente sindical de múltiples organizaciones, las cuales se disciplinaron a un mando único que tendió a fortalecer cada vez más, hasta colocarse por encima de las propias agrupaciones sindicales. Este resultado fue producto de la centralización de las decisiones y el control sobre los sindicatos y federaciones que el comité nacional de la CTM empezó a ejercer desde la secretaría general, presidida por Lombardo Toledano, y de la secretaría de organización y propaganda a cargo de Fidel Velázquez. Maldonado, Breve historia, p. 125; Nassif, El Estado mexicano, p. 67; Anguiano, El Estado y la política, pp. 127-128.

5Meyer, “La posrevolución”, p. 120.

6Cárdenas estableció una rígida separación entre los sectores de masas: trabajadores de la industria y el comercio, por un lado; empleados del Estado, por otro, y finalmente, campesinos y trabajadores rurales, con organizaciones diferentes y aisladas, conformadas en torno a intereses corporativos particulares. El gobierno cardenista siempre encontró los recursos para aplacar al dirigente obrero; por ejemplo, con motivo de las elecciones de diputados de 1937, abrió el botín del Estado a los líderes de los trabajadores: los representantes de los obreros entraron en el Poder Legislativo, un interés que sirvió para ablandar a la dirigencia sindical y finalmente convertirla en una clientela de elite en el seno del Estado. Córdova, “La política de masas”, p. 16.

7Meyer, “La posrevolución”, p. 120.

8Córdova, “La política de masas”, p. 17.

9Moreno, Los partidos políticos, p. 135-136.

10El sector obrero lo conformaban la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), la Confederación General de Trabajadores (CGT), el Sindicato Industrial de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (SITMMSRM) y el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME); la CTM era la agrupación que reunía la mayoría aplastante de los trabajadores organizados y la que decidía la política del sector. En el sector campesino estaban las Ligas de Comunidades Agrarias de los diferentes estados y regiones del país y la Confederación Campesina Mexicana (CCM), que pronto se convirtió en la Confederación Nacional Campesina (CNC); en el sector popular, las organizaciones sindicales de maestros y burócratas y las uniones de trabajadores independientes, cooperativistas, artesanos, estudiantes, profesionales, comerciantes en pequeño, pequeños productores y pequeños propietarios, que luego integrarían la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP). El cuarto sector, el militar, fue transitorio y obedeció a la necesidad que tenía el gobierno cardenista de estrechar más el control del ejército. Anguiano, El Estado y la política, p. 137.

11Soler, “Caudillos”, p. 21.

12Falcón, Revolución y caciquismo, p. 238.

13Entre 1935 y 1937 se formaron 72 nuevos sindicatos en la entidad, la mayoría ligados a la fteslp, que agruparon alrededor de 7 000 agremiados.

14Falcón, Revolución y caciquismo, p. 249.

15Falcón, Revolución y caciquismo, pp. 253-256.

16El proyecto del gobernador iba contra la colectivización cardenista, pues defendía a los comuneros y aparceros, así como las colonias de veteranos de la tribu yaqui (Vícam y Pótam) y las Colonias Agrícolas Militares del Sistema de Riego del Río Yaqui. Almada, La conexión Yocupicio, p. 355.

17Archivo Histórico de la Secretaria de Defensa Nacional (SEDENA), caja 1806, exp. 7 XI/III/4-8519, 3er tomo, ff. 510, 59 y 892.

18Loaiza, junto con el general Brigadier Armando Garza Linares, participó en la desarticulación de intentos de sublevación contra el gobierno de los gomistas y serranistas, lo cual dio pie para que el general Francisco, jefe de operaciones en San Luis Potosí, se identificara como leal servidor del gobierno.

19López, Historia de los partidos políticos, pp. 181 y 192.

20López, Historia de los partidos políticos, p. 196.

21En esta región destacaba el Partido Político Obrero Campesino del PNR, con sede en Villa Unión. La mesa directiva se constituyó con Felipe Casillas como presidente, Sofío Rivera como secretario, Andrés Zamudio como secretario de actas, Antonio R. Tirado como secretario de prensa y propaganda, Bernabé Guerra como tesorero, Raymundo Navarro como secretario del interior y Nicolás Fuentes como secretario del exterior.

22El Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 7 de abril de 1934, p. 1.

23Archivo General de la Nación (AGN), Fondo Lázaro Cárdenas, caja 825, exp. 543. 11/1, 11 de junio de 1935, f. 212.

24AGN, Fondo Lázaro Cárdenas, caja 825, exp. 543. 11/1, 5 de julio de 1935, f. 223.

25AGN, Fondo Lázaro Cárdenas, caja 825, exp. 543. 11/1, 23 de marzo de 1935,f. 433.

26AGN, Fondo Lázaro Cadenas, caja 825, exp. 543. 11/1, 28 de junio de 1935, f. 274.

27Junto con Páez cayeron transitoriamente la xxxv Legislatura, que iniciaba el período de cuatro años (del 15 de septiembre de 1932 al 14 de septiembre de 1936), integrada por José Ignacio Lizárraga El Chicuras, Fernando Gándara, Antonio Bonifant, Melesio Angulo, Enrique Riveros, Jesús María Tarriba, Jesús Almada Salido, Felipe Retamoza, Salomé Vizcarra Jr., José Palomares, José Simental y Guillermo Ruiz Gómez. Quedaron fuera los magistrados del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, presidido por Manuel A. Barrantes. También fueron desaforados el senador federal Juan de Dios Bátiz y Bon Bustamante. Figueroa Díaz, Los gobernadores de Sinaloa, pp. 141-142.

28Santos, Entre las aspiraciones agrarias, p. 336.

29El Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 23 de agosto de 1936, p. 1; Archivo Histórico del Ayuntamiento de Mazatlán, C. 116, exp., 5, Solicitudes; C. 121, exp., 12, Varios asuntos.

30En el Departamento de Obras Públicas trabajaban José Mora, José Hernández, Casirdo Mariscal, Gabriel Quevedo, Pablo Millán, Agustina Cañedo, Teófilo Escobar, Juan Morales, Jesús Sánchez, José Cuevas, Lauro Figueroa, Samuel Salazar, Ramón T. Ramírez, Teodoro Ruiz, Miguel García, Tiburcio Ramírez, José Lizárraga, Rosalío Terrazas, Severo Tirado, Pablo Osuna, Luciano Jara, José T. Parra, José Millán, José Monroy, Isabel Tolosa, Cecilio Lizárraga, Carlos González, Isidro Sevilla, Marcelino Rodríguez, Agustín Villa, Rosario Durán, Sotero Cruz, Luis Rojo, Pedro Rentería, Isauro González, José Cazares, Petronio González, Ramón Rendón, Rosendo Prado, Ramón León, Manuel R. León, Juan Tirado y Jesús Jaime. En el Departamento de Sanidad trabajaban Ignacio González, Feliciano Gavilanes, Francisco Lugo, Vicente Jaime, Basilio Martínez, Roberto Tirado, Alejandro Argüelles, Pablo Sevilla, Valentín Olivo, Ramón León, Francisco R. León, Miguel R. León, y en el Departamento de Tránsito prestaban sus servicios José Medina Ruíz, José Ramos y Pablo Camberos. AHAM, sección Presidencia, caja 121, exp. 12. Mazatlán, 16 de enero de 1939.

31 AHAM, sección Presidencia, caja 118-Bis, exp. 12, Mazatlán, 13 de junio 1937.

32Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 16 de julio de 1937, p. 1.

33Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 5 de agosto de 1937, p. 2.

34Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 12 de agosto de 1937, pp. 1 y 4.

35AHAM, sección Presidencia, caja 118 Bis-2, exp. 12, Mazatlán, 30 de septiembre de 1937.

36AHAM, sección Presidencia, caja 118 Bis-2, exp. 12.

37AHAM, sección Presidencia, caja 118 Bis-2, exp. 12, Mazatlán, 6 de octubre de 1937.

38AHAM, sección Presidencia, caja 118 Bis-2, exp. 12, Mazatlán, 6 de octubre de 1937.

39AHAM, sección Presidencia, caja 118 Bis-2, exp. 12, Mazatlán, 8 de octubre de 1937.

40AGN, Fondo Lázaro Cárdenas, caja 799, exp. 542.1/482, México, 4 de agosto de 1937, ff. 18 y 23.

41Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 18 de agosto de 1937, p. 1.

42Florentino Valle, Bernabé Osuna, Arturo Bronel, Trinidad Zamudio, María Maldonado, María Gutiérrez, Leonor Padilla, Victoriano Brodel y Marcelino Hernández

43AHAM, sección Presidencia, caja 118-Bis-2, exp. 5, Mazatlán, 13 de septiembre de 1937.

44AHAM, sección Presidencia, caja 118-Bis-2, exp. 2, Mazatlán, 11 de septiembre de 1937.

45AHAM, sección Presidencia, caja 120-Bis, exp. 30, Mazatlán, 7 de junio 1938.

46Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 28 de enero de 1937, p. 1.

47AHAM, sección Presidencia, caja 120-Bis, exp. 30, Mazatlán, 25 de junio de 1938.

48AHAM, sección Presidencia, caja 118-Bis, exp. 34, Mazatlán, 22 de junio de 1937.

49AHAM, sección Presidencia, caja 118-Bis2, exp. 22, Mazatlán, 6 de diciembre de 1937.

50AHAM, sección Presidencia, caja 121, exp. 17, Mazatlán, 14 de agosto de 1938.

51AHAM, sección Presidencia, caja 121, exp. 17.

52AHAM, sección Solicitudes, caja 116, exp. 5, Mazatlán, enero de 1936.

53AHAM, sección Presidencia, caja 118 Bis-2, exp. 5, Mazatlán, 14 de septiembre de 1937.

54AHAM, sección Presidencia, caja 120, exp. 19, Mazatlán, 23 de septiembre de 1937.

55AHAM, sección Alcaldía central, caja 120, exp. 19, Mazatlán, 17 de septiembre de 1938.

56AHAM, sección El Roble, caja 121, exp. 21, Mazatlán, 13 de enero de 1939.

57El Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 9 de julio de 1938, p. 1.

58AHAM, sección Villa Unión, caja 120, exp. 14, Mazatlán, 25 de septiembre de 1938.

59AHAM, sección Presidencia, caja 120, exp. 14, Mazatlán, 26 de julio de 1938.

60AHAM, sección Presidencia, caja 120, exp. 4, Mazatlán, 19 de septiembre de 1938.

61 AHAM, sección Presidencia, caja 119, exp. 14, Mazatlán, 22 de octubre de 1938.

62 AHAM, sección Presidencia, caja 120, exp. 14, Mazatlán, 23 de octubre de 1938.

63 AHAM, sección Presidencia, caja 120, exp. 14.

64AHAM, sección Villa Unión, caja120, exp. 14, Mazatlán, 24 de octubre de 1938.

65AHAM, sección Presidencia, caja 120, exp. 14.

66La mesa directiva se integró de la siguiente manera: Esteban García de Alba como secretario general, León García como encargado de Acción Agraria, Alfonso Sánchez se ocupó de Acción Obrera, Edmundo M. Sánchez Cano desempeñó la cartera de Acción Social-militar y Leopoldo Hernández se encargó de Acción Popular y cultura. López, Historia de los partidos políticos, p. 230.

67La mesa directiva se integró de la siguiente forma: Jorge G. Vega como secretario general, Adalberto Álvarez como tesorero, Alberto H. Tapia se encargó de Acción Obrera, Antonio Cañedo desempeñó el cargo de Acción Agraria y la profesora María del Carmen Rivera la cartera de Acción Popular.

68El Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 10 de agosto de 1938, p. 1; aham, sección Elecciones municipales, caja 119, exp. 14, Mazatlán, 22 de octubre de 1938.

69Padilla, Lo que el tiempo no se llevó, p. 64.

70AHAM, sección Presidencia, exp. 119, Mazatlán, 20 de octubre de 1938.

71Su candidatura era sostenida por el Comité Central Ejecutivo Pro-Paredes-Alarcón, cuya mesa directiva componían, como presidente, Francisco Sánchez; como secretario general, Joaquín O. Guzmán Robles; como encargado del sector obrero, Enrique Flores; en la acción social y campesina, Magdaleno García; en orientación y propaganda, Alfredo Romero; como secretario de actas, Milesio Valencia C.; como secretario del interior, Ramón R. Trillo y como secretario del exterior y tesorero José Haro. Apoyaban también a Paredes gente como José M. Toribio, Jesús Rosas, Abel A. Barahona, Melesio Valencia y Gildardo Pelegó; éstos dieron dinamismo a las asambleas, lanzaron propuestas, estructuraron la mesa directiva y construyeron un discurso de extrema izquierda. aham, sección Elecciones municipales, caja 119, exp. 15, Mazatlán, 24 de octubre 1938.

72AHAM, sección Elecciones municipales, caja 119, exp. 14, Mazatlán, 20 de octubre de 1938.

73AHAM, sección Elecciones municipales, caja 119, exp. 14, Mazatlán, 24 de octubre de 1938.

74El PSIN operaba en Sonora, Nayarit y Baja California. Su mesa directiva se estructuró de la siguiente manera: Presidente, J. Vicente Núñez; vicepresidente, Francisco Córdova; secretario general, Pedro G. Uribe; acción social, Osorio R. Aguilar; secretario de prensa, Salvador Corona; secretario de organización y prensa, Eliseo Hermosillo; tesorero, Pantaleón Carrasco; vocales, Leobardo A. Rojas, Gildardo A. Rojas, Alejandro Barriga; Manuel Saldaña; delegados regionales, Manuel Hernández, José I. Terán, Bruno M. Quezada y Fulgencio Díaz. AHAM, sección Presidencia, caja 119, exp. 14, Mazatlán, 10 de septiembre de 1938.

75El Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 28 de octubre de 1938, p. 1.

76El Inspector electoral en la casilla de Villa Unión, al parecer de filiación cetemistas, en su informe decía que la mesa directiva de Villa Unión estaba compuesto solamente por los paredistas Arturo Peinado, Librado Delgado, Eduardo López, Daniel Rueda y Gregorio Vázquez. Además, que durante el curso de la votación el regidor Pastor Delgado se presentó con un truk cargado de individuos que no pertenecían a la sección, quienes votaron en calidad de transeúntes sin ningún problema. Incluso el mismo Pastor Delgado votó con el nombre de Manuel Sandoval. AHAM, sección Elecciones municipales, caja 119, exp. 14, Mazatlán, 6 de noviembre de 1938.

77AHAM, sección Elecciones municipales, caja 119, exp. 14, Mazatlán, 14 de noviembre de 1938.

78El Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 7 de diciembre de 1938, p. 1.

Recibido: 24 de Octubre de 2014; Aprobado: 14 de Abril de 2015

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