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Anuario de letras. Lingüística y filología

versión On-line ISSN 2448-8224versión impresa ISSN 2448-6418

Anu. let. lingüíst. filol. vol.8 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2020  Epub 29-Nov-2021

https://doi.org/10.19130/iifl.adel.2020.1.0004 

Notas

Fotomatón. Estudio lexicográfico

“Fotomatón”. Lexicographic Study

Mario Casado Manceboa 

aUniversidad Complutense de Madrid, España, mcasad04@ucm.es


Resumen:

En este trabajo se ofrece una aportación a la labor de la lexicografía histórica del español. A través de diversos materiales, corpus y diccionarios de la lengua española y de lenguas extranjeras, se rastrea el origen e historia de la palabra fotomatón desde el inglés, pasando por el francés y, finalmente, en el español.

Palabras clave: lengua española; historia del léxico; lexicografía histórica; diccionario histórico; fotomatón

Abstract:

In this paper we contribute to historical lexicography of Spanish. Through several resources, corpus and dictionaries of Spanish and other foreign languages, we trace the origins and history of the word fotomaton from English to Spanish, via French.

Keywords: Spanish; history of lexis; historical lexicography; historical dictionary; photomaton

Introducción1

La historia del léxico español tiene por delante una gran labor lexicográfica. Son diversos los intentos que a lo largo del tiempo se han acometido para tratar de compilar la andadura de las palabras de esta lengua; sin embargo, la mayoría fueron abandonados en estados incipientes. La Real Academia Española (RAE) comenzó su primera incursión en la lexicografía histórica a finales del siglo XIX, culminando en la publicación entre 1933 y 1936 del Diccionario histórico de la lengua española. Como señala la presentación del propio diccionario en la web de la Academia, este proyecto se enmarca en la tradición histórica europea de finales de siglo y, como añade la Advertencia al tomo I, constituye un intento de completar la información lexicográfica del primer diccionario académico, el Diccionario de Autoridades (1726-1739) (RAE, 1972, p. V). Este proyecto inicial, sin embargo, se vio interrumpido por la guerra civil española en el mismo año en el que se publicó el segundo y último tomo (1936, Letras B-Cevilla).

En 1946 se creó el Seminario de Lexicografía de la RAE y este decidió emprender desde 1960 la redacción de un nuevo diccionario histórico “con un designio ciertamente más ambicioso y con un criterio más moderno y científico” (RAE, 1951, p. 3) que llevaría el mismo nombre que el primero. Aunque inicialmente la RAE estimó que este proyecto constaría de 25 volúmenes (RAE, 1972, p. VII), finalmente solo se publicaron cuatro tomos (1972, 1992, 1993, 1996) que abarcaban desde la letra a hasta la b de bajoca. Este segundo proyecto se abandonó en 1996 para emprender uno nuevo en red, el Nuevo diccionario histórico del español (NDHE).

El último proyecto de diccionario histórico con el que contamos en español es este NDHE, abierto a las consultas en línea en 2013. Su objetivo es presentar, “progresivamente, la evolución del léxico español a lo largo del tiempo” (NDHE: §Presentación), por lo que ha ido actualizando su contenido desde su apertura hasta su última actualización en marzo de 2018. Este diccionario, a diferencia de los anteriores, no sigue el orden alfabético tradicional, sino que se elabora a partir de campos semánticos. Aunque el NDHE se alimenta de los demás repertorios léxicos de la Academia, recogidos y publicados en el Corpus del nuevo diccionario histórico del español(CNDHE, 2015), debido a la forma en la que se está elaborando, aun hoy no consta de una recopilación plenamente utilitaria, puesto que los campos principales que abarcaba hasta su última actualización eran los instrumentos de guerra, los instrumentos musicales, las enfermedades y la indumentaria.

Como se puede deducir de todo lo visto, estamos lejos de poder afirmar que la historia del léxico en español está resuelta. En esta línea, el objetivo de este trabajo es aportar nuevos datos a la lexicografía histórica, centrándose en una pieza cuya historia no resulta muy conocida. Se trata de la palabra fotomatón. Su insospechado origen extranjero es probablemente lo que complica la estimación por parte de los hablantes de la etimología y origen de esta pieza del léxico, puesto que las formas de las que se compone no son las que esperaríamos en nuestro léxico patrimonial. La motivación del estudio está determinada por la ausencia de datos historiográficos sobre la pieza en cuestión. Si bien no hay dudas sobre su etimología, queda por inspeccionar su tránsito lingüístico. Así, se recoge a continuación el origen, la etimología y la historia de la forma fotomatón en el español de España desde su origen hasta nuestros días. Para el análisis lexicográfico, además de los trabajos de la RAE, en este estudio se ha recurrido a corpus en inglés y en francés, concretamente al Oxford English Dictionary (OED) para el trabajo lexicográfico histórico, al Collins Concise English Dictionaryy Dictionnaire de français Larousseen sus respectivas versiones en línea para los asuntos de índole sincrónica.2

En el apartado 1 se expone la etimología original de fotomatón, se explican los conceptos que fundamentaron el surgimiento de esa forma léxica y su origen como forma compuesta. A partir del apartado 2 se pasa al análisis de la forma fotomatón en su historia. En primer lugar, en este mismo apartado, cómo y dónde surge; y en el apartado 3, cómo se extiende a otras lenguas y con qué forma. El apartado 4 se centra en la forma en el español peninsular y, finalmente, el apartado 5 expone unas consideraciones finales a modo de conclusión.

1. Etimología, concepto y origen

De acuerdo con el Diccionario de la lengua española de la RAE (DLE), fotomatón es un nombre masculino y se define como “cabina equipada para hacer pequeñas fotografías automáticamente y en pocos minutos”. Como indica Vega Pérez (2014), “Quedan excluidos, por tanto, aquellos dispositivos que requieran de la acción humana” y “los aparatos de fotografía automática que, aún funcionando sin asistencia humana, no producen fotografías sobre papel, es decir, que entregan al cliente ferrotipos”. El DLE, en su concisa etimología, nos refiere a la marca registrada Photomaton.

Pellicer (2011) registra que el origen del concepto (la cabina fotográfica) se remonta a Nueva York en el año 1925, cuando Anatol Josepho creó la máquina y la bautizó con el mismo nombre, que desde ese momento se convertiría en la denominación genérica de la máquina. Si consultamos el OED, aparte de confirmar el origen estadounidense de photomaton, podemos encontrar la motivación de este nombre: “Blend of PHOTO- comb. form [‘combining form’] and AUTOMATON n.”; es decir, la fusión de la raíz afija photo- y el nombre inglés automaton (‘autómata’). Por supuesto, hemos de tener en cuenta que la composición de la forma que conocemos hoy no debe ser entendida en términos de composición espontánea; esto es, la composición que aflora de forma natural en las lenguas (paraguas, portatizas, etc.), ya que, si lo entendiésemos de esta forma, lo esperable sería un resultado parecido a *fotoautomatón. Debemos observar la forma fotomatón dentro de las formas que son creadas ad hoc en los círculos de la creatividad publicitaria y el mercado. Por este motivo, nos encontramos no ante una composición al uso, sino ante un fenómeno de acronimia entre las formas mencionadas (photo- y automaton). Si bien podría parecer extraño en el contexto de la lengua española, donde la acronimia de formas no resulta extremadamente productiva, el hecho de que los orígenes de fotomatón se remonten a dominios de la lengua inglesa, donde la formación de palabras por acronimia (o portmanteau, en esta lengua) sí resulta recurrente (brunch, brexit, infomercial, etc.), nos explica que así sea.3

La forma automatón no tiene registros en español, de acuerdo con el Corpus diacrónico del español (CORDE). Solo se registra una vez en el CNDHE y es en 1989:

Una vez, en una galería comercial, me detuve a sacarme unas fotos de credencial en un automatón. La cortina estaba cerrada y esperé largamente (Fuentes, 1989).

Autómata, sin embargo, aparece atestiguada por primera vez en 1791 (NDHE):

[…] En esta obra se da la descripción del Gran Sultan, autómata que responde á las preguntas que se le hacen; del Páxaro músico Faysan de las Indias; se manifiesta cómo una sortija metida en una pistola quando se dispara se halla en el pico de una Tórtola (Anónimo, 1791).

Parece, pues, que la forma original en español es la del neutro plural latino (acabada en a). Si hacemos una búsqueda comparada de las formas automaton -en inglés- y autómata -en español-, podemos observar que más o menos aparecen registradas de forma paralela. En inglés, el primer testimonio es de 1616 (OED):

1a. A moving device having a concealed mechanism, so it appears to operate spontaneously. Frequently (and in earliest use) in figurative and similative contexts. Now chiefly hist.(Cornwallis, 1616: sig. G3).

Es muy importante la aclaración que el OED nos da a la acepción:

Originally denoting various functional instruments including clocks, watches, etc., as well as moving mechanical devices made in imitation of human beings; later (from the early 19th cent.) usually restricted to figures simulating the action of living beings and widely regarded as toys or curiosities, as clockwork statues or animals, images striking the hours on timepieces, etc.

Parece, entonces, que el uso al que se refiere el OED a partir del siglo XIX tiene que ver más con la acepción (1b), cuyos usos, de hecho, se registran hasta 2004.

1b. A machine which resembles and is able to simulate the actions of a human being; humanoid robot, an android (in early use frequently in Science Fiction); (also) a machine which performs tasks usually associated with human workers.

Con esto, el primer uso que el CNDHE registra para autómata y que veíamos antes parece no estar relacionado con la acepción 1a del OED, como deberíamos suponer de acuerdo con las fechas, sino que parece estar en correlación con los autómatas descritos en la acepción 1b. A pesar de ser una acepción arcaica en las dos lenguas, como el propio OED señala en la entrada 2a (“A being or thing having the power of spontaneous motion or self-movement”) señalándola como obsolete, en el DLE siguen apareciendo las dos acepciones, incluso en el mismo orden:

1. m. Instrumento o aparato que encierra dentro de sí el mecanismo que le imprime determinados movimientos.

2. m. o f. Máquina que imita la figura y los movimientos de un ser animado. U. menos c. f.

Actualmente, la primera acepción es bastante inusual frente a la segunda, que al fin y al cabo es la base para la metáfora que nos da la tercera acepción de autómata: “3. m. y f. Persona que actúa sin reflexión” (DLE) y “[…] a person who acts, or appears to act, in an inhuman, mechanical, or unemotional way” (OED).

2. La llegada del fotomatón

En la entrada del OED para Photomaton encontramos como primer registro una noticia de The New York Times de 1927:

N.Y. Times 28 Mar. 1/3 Henry Morgenthau… and a group of business associates announced yesterday that they had purchased the control of the Photomaton -the quarter-in-the-slot automatic photographing device which has been in use in this city since last September.

De este testimonio podemos deducir dos hechos históricos. La primera, el cambio de dueño que se produjo en esta fecha, que hizo que la marca pasara de las manos de su creador a Henry Morgenthau (1891-1967), político estadounidense de la época de Roosevelt (May, 2000); la segunda, en esa fecha, el concepto fotomatón aún no debía de ser corriente ni mucho menos frecuente, ya que el autor del texto siente la necesidad de aclarar a qué se refiere con el término: “the quarter-in-the-slot automatic photographing device”. Según el propio OED, “quarter-in-the-slot adj. U.S. (of a machine) actuated by the fall of a quarter dollar inserted through a slot”. Efectivamente, no parece una forma frecuente -ni siquiera en los Estados Unidos-, ya que la propia entrada solo registra cuatro testimonios y uno de ellos es el mismo que ya hemos visto en The New York Times en 1927. La información del OED se ve confirmada por Vega Pérez (2014, p. 314): ciertamente “se crea la Sociedad Photomaton Parent Corporation Ltd. en noviembre de 1927. Esta sociedad tiene los derechos del fotomatón en Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Canadá” (Frizot, 2001, p. 504).

Si bien el origen del concepto Photomaton se lo debemos a Anatol Josepho, la empresa Photomaton Inc. fue creada por el magnate de los negocios neoyorkino Morgenthau, que decidió “instalar estas cabinas en lugares públicos como los vestíbulos de las estaciones, el metro y los salones de juego para una explotación a gran escala” (VV. AA., 2012, p. 4). Podemos suponer que, con la explotación que Morgenthau hizo de los fotomatones, por fin se extendió la expresión, ya que el siguiente testimonio en el OED se registra tan solo un año después:

1928 W. T. Foster & W. Catchings Road to Plenty xiii. 164 Here is a picture I had taken in New York the other day by the Photomaton.

Road to Plenty es una novela de 1928, como indica el ejemplo. Es lógico pensar que, para que el término fotomatón aparezca en una obra escrita, su uso oral era frecuente en ese momento y que el concepto al que se refiere era reconocido por la gran mayoría de hablantes. Debemos entender que un autor no utilizaría una forma que no pudiera ser reconocida por los lectores a los que se dirige. A favor de ese gran éxito inicial de la pieza léxica en cuestión, podemos aportar el uso que registra el OED de photomaton como verbo pocos años después:

1933 V. Woolf Let. 19 Feb. (1979) V. 161 I’ve got to be photomatoned tomorrow.

Sin embargo, como comentaba en el párrafo anterior, este debió ser un uso esporádico por el gran éxito de la máquina, ya que solo se registra este testimonio. De hecho, en una búsqueda rápida en cualquier gestor de búsquedas en internet, observaremos que la secuencia “to be photomatoned” ni siquiera produce resultados.

Si bien la forma verbal to photomaton apenas tuvo continuidad, hubo una variante nominal que sí la tuvo: Photomat, cuyo origen, como indica el propio OED, está en la apócope del étimo photomaton. Curiosamente, la forma apocopada está más atestiguada que el verbo to photomaton y con usos más recientes. La última en este diccionario está extraída del periódico Ottawa citizen en una edición de 1996:

PSI looks something like a Photo-Mat. You can duck behind a short, brown curtain and sit on a stool facing a video camera lens and a rectangular video screen.

Por la época en la que Henry Morgenthau adquirió la patente, un inversor británico recibió los derechos por parte de Josepho (Goranin, 2008, pp. 21-23 en Vega Pérez, 2014, p. 309) para su explotación en Europa. De acuerdo con Bloch (2012), el inversor fue Clarence Charles Hatry (1888-1965), del que, en efecto, se pueden encontrar diversas fuentes que atestiguan la adquisición de este servicio a finales de los años veinte y su posterior quiebra durante la crisis de 1929. Hoy la empresa Photomaton es francesa; sin embargo, los fotomatones no llegaron a París hasta 1928.

3. Variantes léxicas

Actualmente, en inglés, parece más frecuente el uso del término photo booth para referirse al concepto que estamos tratando. Si hacemos una búsqueda de la palabra photomaton en internet, veremos que los únicos resultados en inglés son una canción, una aplicación llamada Photomath para hacer cálculos matemáticos mediante fotografías y la entrada Photomaton de Wikipedia que, de hecho, nos redirige a Photo booth. En el OED, Photo booth se presenta como una subentrada al término photo, y está registrado prácticamente en fechas simultáneas con Photomaton. Hay concordancias en 1937, 1940, 1973 y 2001. Parece que, una vez superado el boom de la marca comercial que dio nombre a estas cabinas, el público anglosajón se decantó por el denominativo genérico.

En la búsqueda mencionada en internet de photomaton, la mayor parte de los resultados recuperados son para el francés y el español. Dado que hoy la marca Photomaton tiene su sede en Francia, no parece extraño pensar que esta palabra siga siendo de uso relativamente frecuente en esta lengua. Si buscamos la palabra en cualquier diccionario francés, efectivamente, la encontramos; sin embargo, también es posible encontrar la expresión cabine photographique con el mismo significado. En español, sin embargo, solo se registra la voz fotomatón y no los sintagmas formados a partir de nombres comunes (‘cabina fotográfica’, ‘cabina de fotos’) que veíamos en las otras lenguas.

4. Fotomatón en español

Si consultamos de nuevo el CNDHE, en esta ocasión en busca de los registros de la forma fotomatón, observamos que sus primeras apariciones se dan muy tardíamente. Hay que esperar hasta el año 1961 para encontrar el primer registro:

Era cierto. Julio lo aceptó en el acto. Ezequiel era un antiguo amigo del matrimonio, barcelonés de pura cepa, que tenía un Fotomatón a cincuenta metros de la Jefatura de Policía. Julio lo conoció cuando el hombre andaba por los cafés haciendo caricaturas. Se llamaba Vilaró, pero firmaba sus caricaturas “Ezequiel” […] (Gironella, 1961).

Esto es: la primera concordancia de fotomatón en español aparece más de treinta años después del primer registro en inglés. Curiosamente, en el registro mencionado la palabra aparece con la primera letra en mayúscula, lo que nos podría indicar la percepción de esta como nombre propio. Podríamos suponer que la aparición tardía de fotomatón se debe a que había un nombre genérico (como en las otras lenguas) para designar a este objeto. Sin embargo, el CNDHE no registra variantes como cabina fotográfica, cabina de fotos o fotocabina.

Según los datos de Vega Pérez (2014), distintos periódicos se hacen eco de la llegada del fotomatón a España en 1929. La Vanguardia recoge que el Photomaton llega a Barcelona el 17 de febrero de 1929 (Cabeza Fontseca, 1929) y el 7 de abril del mismo año ya se puede encontrar un anuncio en el mismo periódico: “Mejor que en un espejo se verá usted en una de nuestras tiras fotográficas. 6 poses distintas, por Ptas. 1’50 “PHOTOMATON” Pelayo, 56” (Anuncio publicitario, 1929). Según Estampa, 09/04/1929 y El Sol, 30/03/1929, el 30 de marzo “Se inaugura en Madrid la fotografía automática Photomaton con un local en la calle Arlabán esquina con Sevilla. El artista fotógrafo Miguel Andrés era el encargado de las ampliaciones artísticas” (Vega Pérez, 2014, p. 314). Con estos testimonios, queda patente que, efectivamente, un primer registro en 1961 resulta extremadamente tardío, aunque en los fragmentos de noticias sobre el fotomatón recogidos por Vega Pérez no aparece en ningún caso este nombre, como denominativo común para referirse a la máquina fotográfica. En todos los casos se hace una paráfrasis explicando su funcionamiento o su finalidad.

La misma autora recoge cómo, paralelamente a la entrada de la marca extranjera, se constituyó la Sociedad Española de Fotografía Automática en junio del mismo año. Esta sociedad comercializó un sistema parcialmente similar al fotomatón con el nombre FOTODIN (Vega Pérez, 2014, p. 326). El CNDHE no arroja ningún resultado para esta forma, lo que evidencia el poco éxito en la lengua que debió suponer esta variante. A pesar de que el grupo de Hatry sufrió la quiebra en 1929, el término que se mantuvo (y que aflora después por escrito, como hemos visto) es photomaton. Probablemente debido a que ya se había asumido como denominación para ese objeto. El día de hoy, sin embargo, con una búsqueda en internet podemos encontrar que Fotodin existe como estudio fotográfico en Andalucía.

Es a partir de los años ochenta cuando encontramos registros en el CNDHE de fotomatón -y photomaton- con minúscula y, además, flexionado. Esto es un buen indicador de que, en ese momento, probablemente, la forma ya hubiese pasado a ser un nombre común denominativo de clase y no un nombre propio como cuando se registraba en mayúscula. Los procesos como este, de nombre propio -concretamente de una marca registrada- a nombre común son frecuentes en español. Véanse, por ejemplo, el pan bimbo por el ‘pan de molde’, el kleenex por el ‘pañuelo de papel’ o el papel albal por el ‘papel de aluminio.4

Todos los registros del CNDHE y del CREA se dan en España, lo que podría significar que la forma apareció en Hispanoamérica de forma más tardía. Hay que señalar, además que el hecho de que la acentuación de la palabra fotomatón en español sea aguda es indicador de que entró desde el photomaton francés, puesto que la forma anglosajona era esdrújula (/fəʊˈtɒmətn̩/). Se puede rastrear así el recorrido de la palabra, desde Estados Unidos a Francia y, por fin, a España.

Para finalizar, veamos qué nos ofrece al respecto el CORPES XXI de la RAE. En este corpus sí aparecen concordancias de la forma fotomatón en América. Concretamente, en los años 2007 y 2012, aparecen en Argentina los siguientes casos:

2007 hace llorar, y es tal el trance en el que lo hunde la comunión del llanto que le importa poco, durante los cinco días que vive, come, bebe, baila, se saca fotos en los fotomatones del subte y duerme con ella, no poder penetrarla, no poder acabar nunca adentro de ella, no poder gozar ni escucharla gozar. Piensa: “No me toca a mí entrar; me toca estar” (Pauls, 2007).

2012 libros y galletas Chamonix. Nos vi, hipócritas y felices, yendo a la Universidad Americana para ver si conseguíamos los datos de mi amiga Karin, que estaba desaparecida, y torciendo de golpe el rumbo para entrar en un fotomatón de esos digitales, que te dejan elegir tu mejor cara. Vi la sonrisa de Cora, vi mi perfil y mis dientes, y las fotos idénticas que habíamos tomado desde entonces, cada año, con diferentes abrigos (Garcés, 2012).

De esta forma, se puede asumir que la llegada del término, efectivamente, fue posterior. Y, dado que los resultados llegan hasta 2012 no solo en el mencionado de Argentina, sino también de otro caso en España, queda claro que se trata de una expresión lingüística que sigue en uso a pesar de que los recursos tecnológicos que cumplen hoy su misma función podrían haber marcado un retroceso en su utilización.

5. Consideraciones finales

El concepto de fotomatón, por lo tanto, surge en Nueva York en la segunda década del siglo XX con la cabina fotográfica bautizada con el nombre de Photomaton, motivado por dos formas: photo, cuyo significado huelga explicar, y automaton, expresión inglesa para referirse a mecanismos y máquinas que funcionan de forma autónoma. Este novedoso artilugio se extendió rápidamente con la creación de una sociedad fotográfica que instaló fotomatones en multitud de espacios públicos y, con él, el uso de la forma lingüística para referirse a él. De forma paralela a su popularización en Estados Unidos, un inversor británico adquirió los derechos de distribución por Europa y, aunque pocos años después su sociedad quebró, el fotomatón no dejó de extenderse.

El fotomatón llegó a París en 1928 y a Barcelona en 1929 y es en los respectivos países donde permanece la forma, como photomaton en francés y como fotomatón en español. En inglés no tuvo la misma suerte: hoy photomaton no aparece en los diccionarios (ver Introducción) ni devuelve resultados en búsquedas en línea. La forma más extendida en esta lengua, curiosamente, es el genérico photo booth (‘cabina de fotos’).

A pesar de la rapidez de su llegada a España, en los corpus lingüísticos consultados, la palabra fotomatón se registra muy tardíamente: el primer registro en el CNDHE pertenece a 1961 y hay que esperar a los años ochenta para que las coincidencias sean más frecuentes y en forma flexionada. En Hispanoamérica los registros se hacen esperar todavía aún más. La primera concordancia atestiguada en el CORPES XXI aparece en 2007, lo que parece indicar que del francés entró, en primer lugar, al español peninsular y, de este, al español de América.

Con la popularización de la tecnología fotográfica doméstica, podríamos pensar que la forma fotomatón debería estar en proceso de desaparición; sin embargo, en el mismo CORPES XXI aparecen registros tan recientes como uno en 2012, por lo que parece que esta forma persiste hoy en el vocabulario de la lengua española. Por lo menos, así se entiende de la entrada que contempla el DLE, que registra fotomatón como forma en uso.

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1 Deseo agradecer al doctor Francisco Javier Herrero Ruiz de Loizaga su ayuda inestimable, sus apreciaciones y sus revisiones tras la elaboración de este trabajo en torno a su curso de posgrado de Historia del léxico.

2También se han consultado, para el trabajo sobre el español, Corominas y Pascual (1984) y García de Diego (1955); sin embargo, nunca se llegan a mencionar en el estudio debido a que no contienen entradas para la palabra fotomatón. Agradezco la puntualización de esta ausencia a los revisores de este artículo.

3Agradezco las sugerencias en torno a los aspectos morfológicos de fotomatón hechas por los revisores del trabajo.

4Agradezco a los revisores del trabajo el apunte respecto a la frecuencia de este tipo de procesos en el español de España y, de igual modo en América, como en las formas eternit (la uralita del español peninsular que, curiosamente, también es un nombre común formado a partir del de una marca) o sapolio (de una marca de jabón).

Recibido: 10 de Marzo de 2019; Aprobado: 07 de Octubre de 2019

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