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Educación matemática

versión On-line ISSN 2448-8089versión impresa ISSN 0187-8298

Educ. mat. vol.32 no.3 Ciudad de México dic. 2020  Epub 06-Dic-2021

https://doi.org/10.24844/em3203.00 

Editorial

Editorial

Luis Manuel Aguayo


En su célebre libro El valor de educar, Fernando Savater nos dice que los terrores de cada época suelen ser los que esta merece, pero no siempre son los peligros que en realidad la amenazan. Los terrores de los parisinos al final del siglo XIX, sigue mencionando Savater, tenían que ver con la invasión de los cosacos, la perversa doctrina del neokantismo o la moda de incinerar a los cadáveres. Paradójicamente, la preocupación por estos no dejó lugar para imaginar ni prevenir el surgimiento del nacionalismo, de los fundamentalismos o el desarrollo de nuevas armas de exterminio masivo, estas sí, fueron amenazas que oscurecieron el final del siglo XX.

En el mismo sentido, las expectativas optimistas de cada época suelen ser las que esta merece, pero no siempre se tornan realidad. En el año 2015 Yuval Noha Harari publica su libro Homo Deus (Hombre Dios), en el que sostiene que las grandes amenazas históricas de la humanidad (el hambre, la guerra y la enfermedad) pronto serán erradicadas y que por ello, está cercano el día en que el humano accederá a un nivel superior evolutivo en el que, gracias a la inteligencia artificial y a la nanotecnología, podrá conquistar la amortalidad. Conservar la vida sería un asunto meramente técnico y el humano se habría convertido en “cuasi-dios”. Es necesario aclarar que algunos críticos catalogan este libro como una obra de autoayuda, su nivel de popularidad indica que la optimista expectativa, tuvo gran aceptación. Cinco años después de la aparición del Homo Deus, en este año 2020, la terca realidad se encargó de echar por tierra los alegres augurios de la época, hoy nadie piensa más en ser Deus, la abrumadora realidad que nos circunda ha echado por tierra ese sueño, y sin delicadeza alguna, cada día nos recuerda nuestra vulnerable humanidad. Con ello, nuestras antiguas certezas fueron trastocadas, también nuestras preocupaciones, hoy que se han ido familiares, amigos, maestros, alumnos, colegas, etc., y que el mundo clama por las soluciones científicas que nos permitan al menos seguir siendo Homo, la más elemental prioridad nos une: sobrevivir.

Empero, lo hemos aprendido paulatinamente, no sólo se trata de sobrevivencia biológica, la vida social también se resquebraja. La pérdida de empleos es una constante que anuncia las dificultades de los sistemas económicos nacionales. Ante la contingencia, algunos gobiernos han rencauzado el financiamiento público para la salud dando prioridad al tratamiento de la pandemia en detrimento del cuidado de otras enfermedades. Las relaciones sociales se han modificado, los espacios públicos para la convivencia no existen más bien se les ubica en la franja de la ilegalidad. El confinamiento prolongado ha puesto a prueba las relaciones familiares y ha dejado ver el surgimiento de nuevas problemáticas. Los edificios de las escuelas permanecen vacíos, las clases se han desplazado a los espacios virtuales en los que los profesores aprenden casi en solitario nuevas formas de enseñar y se reencuentran -no siempre en los mejores términos- con actores educativos que permanecían lejanos a la escuela, los padres y madres de familia.

La vida académica no ha sido la excepción, obligados por las circunstancias a cancelar eventos presenciales como congresos, foros, cursos, talleres, diplomados, etc., también el mundo académico se ha volcado sobre los espacios virtuales, pero de un modo tan fuerte que existe una abrumadora cantidad de congresos, simposios, cursos, talleres y conferencias que se ofrecen en múltiples y variadas temáticas. En su mayoría, estos eventos invitan a los profesores a ser su público principal, como si no tuvieran otras múltiples y complejas tareas que atender.

En lo que toca a revistas científicas como la nuestra, la situación no ha sido diferente, se han modificado las condiciones para su financiamiento público, las relaciones temporales entre autores, revisores y editores han cambiado, lo han hecho también las temáticas que unos y otros investigan. En fin, este ha sido un año complicado para la revista, como difícil ha sido para toda la sociedad en general, empero, con la seguridad de que nuevos problemas nos planten el reto de reinventarnos. Dejamos en sus manos este número con el cual cerramos el año 2020 que seguramente será largamente recordado como “el año de la pandemia”, pero también el de la esperanza, encendida por la continuidad de un proyecto editorial que pretende ser faro en las aguas más turbias. En este número de la revista, a través de sus distintas secciones podrán ver, porque no puede ser de otra manera, las huellas de los tiempos que vivimos así como los horizontes que pueden imaginarse y alcanzarse.

Finalmente, expreso nuestro agradecimiento a la Secretaría de Educación del Estado de Zacatecas (México) y particularmente a su extitular, doctora Gema A. Mercado Sánchez, por su valiosa colaboración durante todo este año para superar grandes desafíos y mantener viva nuestra revista, como un espacio científico de calidad.

Luis Manuel Aguayo Diciembre, 2020

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