SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.88 número350Derrames de la inversión extranjera directa y su efecto en las exportaciones: una aplicación empírica en un país emergenteEmisiones de gases de efecto invernadero y sectores clave en Colombia índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


El trimestre económico

versión On-line ISSN 2448-718Xversión impresa ISSN 0041-3011

El trimestre econ vol.88 no.350 Ciudad de México abr./jun. 2021  Epub 18-Jun-2021

https://doi.org/10.20430/ete.v88i350.1082 

Artículos

El neoliberalismo en Argentina. Percepciones ciudadanas de una crónica fatalista*

Neoliberalism in Argentina. Citizen’s perceptions of a fatalistic chronicle

Rebeca Rodríguez Minor** 

Christian Reich López*** 

** Universidad Anáhuac, Cancún. Correo electrónico: rebeca.rodriguez@anahuac.mx

*** Universidad Anáhuac, Cancún, e Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Monterrey. Correo electrónico: creichl@uanl.edu.mx


Resumen

La impactante crisis económica que vivió Argentina en 2001 fue la dolorosa consecuencia de gobiernos ultraneoliberales, que se dedicaron a privatizar la nación y manipular el valor monetario interno en su juego paritario con el dólar estadunidense, lo cual finalmente los llevó a un callejón sin salida. Hoy, 20 años después, vemos que la lección no fue aprendida. La historia se repite, con una economía volátil, una inflación rampante y una moneda por demás devaluada que llevaron al gobierno de ultraderecha de Mauricio Macri a tomar medidas correctivas impopulares, muy parecidas a las adoptadas en 2001 para evitar la fuga de capitales. Esta dualidad nos lleva a analizar el desempeño gubernamental y la percepción ciudadana a través de los años, con la intención de comprender mejor los resultados electorales, las preferencias poblacionales, sus perspectivas y reacciones políticas, de acuerdo con su experiencia en la historia económica de su país. Un estudio de este tipo nos permite visualizar y comprender de manera mucho más objetiva e integral la realidad que vive esta gran nación sudamericana. El análisis vincula la teoría con la práctica, de tal suerte que nos sea posible detectar tendencias y estrategias a futuro, de beneficio social y económico, principalmente ante el cambio político que representa el regreso de la izquierda al poder, después del fatídico resultado del gobierno de Macri.

Palabras clave: Argentina; percepción ciudadana; neoliberalismo; Mauricio Macri

Abstract

The shocking economic crisis that Argentina experienced in 2001 was a painful consequence of ultra-neoliberal governmental policy, which was dedicated to the privatization and manipulation of the internal monetary value; it was also affected by the USD-ars exchange rate. Today, 20 years later, we see that the lesson was not learnt. History repeats itself, with the new ultra-right winged government that adopted a volatile economy, hyperinflation and a devaluated currency that led Mauricio Macri to take unpopular corrective measures, very similar to those assumed in 2001 to prevent capital outflows. This duality leads us to analyze governmental performances and citizens’ perceptions through time, in order to understand electoral outcomes, preferences, perspectives and political reaction, according to economic experience. A study of this type allows us to visualize and understand, the truth that this great South American nation is experiencing, linking theory with practice, in such a way that we can detect trends and strategies for social and economic benefit in the near future. Mainly, due to the political change that represents the return of the left party to the power, after the fateful result of Macri’s government.

Keywords: Argentina; citizen perception; neoliberalism; Mauricio Macri

Introducción

Inflación, recesión económica, deuda externa, préstamos internacionales y devaluación monetaria son términos tanto comunes como despreciables para los argentinos. La experiencia tan penosa con la crisis económica que afrontó este gran país sudamericano a principios de este siglo puso a prueba la capacidad de supervivencia social y económica, así como el nivel de confianza en las instituciones políticas internas y en los organismos financieros internacionales. Hay que tener muy presente que el ciudadano argentino promedio se involucra de lleno en la política, posee estudios, lee el periódico y se mantiene informado todos los días. Conoce lo que sucede en su nación y en el mundo; precisamente por ello es tan difícil de complacer. Es extremista. Lo quiere todo o lo detesta todo. El ambiente cotidiano se empapa de tensión o de euforia, según sea el caso, y hoy se perciben mucha insatisfacción, pesimismo y rechazo. Un rechazo tal vez pocas veces visto, pero que está fundado en las raíces del dolor generado por la gran crisis de 2001, cuando la hambruna y la desesperación llevaron a la muerte de decenas de civiles, en una especie de guerra civil de pocos días.

Después de ese lamentable episodio en la historia de Argentina, los ciudadanos no han podido alcanzar una estabilidad macroeconómica sostenible que les permita generar prosperidad y desarrollo interno. La vulnerabilidad económica y la dependencia de la exportación de materias primas, así como el encarecimiento social siguen enmarcando la vida de los ciudadanos como patrones ya cotidianos que no parecen ser removibles, aun con la ambigüedad política.

En un ambiente nacional tan polémico como ambivalente, que ha perdurado por tantos años, resulta indispensable la reflexión sobre la percepción ciudadana, entendida desde la realidad social, política y económica, en las esferas nacional e internacional, que experimentan los argentinos día a día y que han moldeado de maneras por demás interesantes el escenario político del país. Un estudio mixto de este tipo enriquece el análisis de modo integral, pues vincula el devenir histórico con el sentir propio, y conforma una realidad plagada de matices y contrastes que enmarcan la vida cotidiana de los propios ciudadanos. La intención central es detectar y entender tendencias y percepciones a futuro de quienes han vivido de primera mano una crítica realidad que poco se entiende desde fuera y que parece no tener fin, ahora que nuevamente el izquierdismo toma el poder y deja atrás el efímero paso del neoliberalismo con el gobierno de Mauricio Macri.

I. El contexto político. los gobiernos en la Argentina del siglo XXI

1. El neoliberalismo de los años noventa y la crisis de 2001

Carlos Menem llegó al poder como presidente de Argentina a mediados de 1989, justo cuando el país atravesaba una crisis hiperinflacionaria que restó respaldo y credibilidad al Estado populista previo de Raúl Alfonsín (1983-1989) (Gallo, 2008). Ese gobierno dejó al país en una crítica condición económica, política y social, caracterizada por el desempleo, la caída de los salarios, el endeudamiento público, el déficit fiscal y la ya mencionada hiperinflación, que había pasado de 33.4% en abril a 78.5% en mayo de 1989 (Fair, 2008: 112-114). La renuncia de Alfonsín en junio, ante el absoluto caos y su incapacidad para contenerlo, llevó al peronismo al poder antes de tiempo. Carlos Menem, el flamante presidente justicialista, inició su mandato prematuramente al asumir funciones en julio, cinco meses antes de lo previsto constitucionalmente.

Al principio, su gobierno reflejó claramente la avidez de cambio demandada por los agentes económicos dominantes, quienes buscaban una nueva tendencia de crecimiento, basada en el modelo neoliberal que imperaba en el mundo entero, principalmente tras la caída del muro de Berlín y el paralelamente integrado Consenso de Washington. Los organismos financieros internacionales reclamaban el pago de la deuda externa y convalidaban fehacientemente el ajuste estructural que Menem estaba por emprender.

A pesar de pertenecer al Partido Justicialista, tradicionalmente de izquierda y de tendencia progresista, Carlos Menem impulsó leyes contrarias a dicha ideología con la Reforma del Estado, la Emergencia Económica y el Plan de Convertibilidad. Estas acciones radicalizaron la concentración, la centralización del capital y la extranjerización de la economía (Gallo, 2008: 85; Benente, 2017: 80), y disminuyeron drásticamente la intervención estatal en ella por medio de su desregularización, la liberación del mercado interno, el acceso al capital trasnacional y la privatización interna. El capital privado se apoderó de las empresas estatales casi en su totalidad, con la venta de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel), Aerolíneas Argentinas y, posteriormente, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF),1 entre los casos más destacados. A tal grado se sesgó la política interna al interés particular de unos cuantos entes capitalistas con mucho poder, que cínicamente se asignó al conglomerado Bunge y Born el mando del Ministerio de Economía (Fair, 2008).

Ante la era neoliberal tan en boga en ese momento a escala global, con estas acciones el gobierno de Menem se ganaba la confianza y el respaldo que tanto necesitaba por parte del empresariado, para llevar a cabo reformas de mercado tan extremistas como polémicas, que de momento serían aplaudidas por muchos, pero que a la larga implicarían un gran impacto en la estructura económica y social de Argentina.

Para recaudar fondos que pudieran abonar al pago de la deuda externa, además de privatizar las empresas, se incrementaron los impuestos al consumo (15% en impuesto al valor agregado [IVA]), así como las tarifas (más de 200% en el servicio de luz, 300% en teléfonos y 90% en gas, por mencionar algunas) y se redujo el gasto público (Fair, 2008: 118). Estas medidas, lejos de combatir la inflación, la dispararon, lo que llevó los índices de popularidad del presidente a sus niveles más bajos. De ahí la desesperada decisión gubernamental de implementar medidas más severas y, por ende, fuertemente cuestionadas, como el plan de convertibilidad. Éste fue puesto en marcha en abril de 1991 por Domingo Cavallo, el tercer ministro de Economía que estableció legalmente la paridad cambiaria del Austral (moneda argentina) con el dólar americano ($/USD 1.00) (Frenkel y Friedheim, 2017; Gallo, Stegmann y Steagall, 2006). Para ajustar la sobrevaluación del tipo de cambio, se recurrió nuevamente a un financiamiento externo que equiparara el desbalance monetario. Asimismo, se incentivó el consumo al aumentar el crédito y reducir al mínimo las tasas de interés y los precios a productos clave. La inflación logró bajar hasta un sorprendente 1.3% en agosto de ese año y se registraron fuertes montos de inversión extranjera directa en el país (Fair, 2008: 122).

Estas medidas neoliberales, respaldadas por inversionistas internacionales, los Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y todos aquellos involucrados en el Consenso de Washington le hicieron creer al mundo que el gran país sureño comenzaba a gozar de una sólida economía. La productividad, la inversión y el consumo se elevaban considerablemente y se percibía un ambiente de estabilidad económica y monetaria sin igual. Se trataba de un periodo de “bonanza” en el que los habitantes podían aprovechar los grandes beneficios de una moneda nacional en paridad con el dólar estadunidense, que les permitía viajar por el mundo y hacerse de productos regularmente caros, como los electrodomésticos, a precios muy bajos. Argentina era el ejemplo y la envidia de sus países vecinos, lo que le valió al presidente Carlos Menem sostenerse en el poder por 10 años (1989-1999). Sin embargo, la estabilidad y el crecimiento económico duraron poco tiempo y la realidad se hizo presente.

Los grandes consorcios privados fueron los más beneficiados del proceso neoliberal. Las privatizaciones a precios subvaluados, así como la flexibilidad de políticas laborales, empleo y sobrerrentabilidad para el aumento de tarifas permitieron al sector privado obtener ganancias exorbitantes, mientras que el sector trabajador afrontaba condiciones de vida cada vez más precarias y vulnerables en el salario y el empleo, con pocas garantías para su jubilación -ahora privatizada también-, al mismo tiempo que se elevaban considerablemente los gastos, por el aumento al precio en la renta de servicios básicos -ahora también pertenecientes al sector privado (Fair, 2008; Benente, 2017)-.

Argentina, que había recurrido a la financiación externa para sostener el plan de convertibilidad, comenzó también a sufrir los embates de la crisis económica global, desatada con el efecto Tequila de México en 1995, y seguida por el colapso financiero ruso en 1998 y la devaluación de la moneda brasileña hasta 30% en 1999 (Datamonitor, 2006; Gallo et al., 2006). En el intento desesperado por evitar la devaluación y recuperar la competitividad, el subsecuente gobierno de Fernando de la Rúa (diciembre de 1999-diciembre de 2001)2 decidió también mantener el plan de convertibilidad, aunque las medidas económicas implementadas no fueron suficientes. El nuevo presidente recurrió una y otra vez a la solicitud de cuantiosos préstamos internacionales al FMI, los cuales aumentaron exponencialmente las deudas públicas interna y externa del país, con la conjunta contracción del producto interno bruto (PIB), lo que derivó finalmente en la gran crisis económica que estalló en diciembre de 2001.

La turbulencia en los mercados internacionales aceleró la inestabilidad macroeconómica interna. Los niveles de desempleo alcanzaban ya 17%, mientras que la economía se desaceleraba hasta 4% en ese año, lo que reflejaba la vulnerabilidad económica y la imposibilidad interna para afrontar el pago de las deudas (Datamonitor, 2006: 13). Baste decir que la devaluación del peso argentino ocasionó la pérdida de un tercio de los ahorros domésticos; no sólo eso, sino que a finales de 2001, en un intento fallido por evitar la fuga de capitales, las iniciativas gubernamentales implementadas por Domingo Cavallo incluyeron la punitiva y muy cuestionable estrategia de congelar el acceso a los pocos ahorros remanentes en las cuentas bancarias de los ciudadanos, en lo que se conoció como “Corralito” (Gallo et al., 2006: 195-198; Spector, 2009: 778). Esta medida coercitiva dio paso a una espiral de violencia, saqueos, bloqueos en las calles, crimen y protestas civiles que culminó con la muerte de una treintena de personas en las calles, por represión policial. Argentina se vio desbordada en unos cuantos días por una guerra civil interna descontrolada y a la vez justificable, que orilló a la renuncia del ministro de Economía y del presidente Fernando de la Rúa el 21 de diciembre de 1999.

El estallido social y político implicó también el resquebrajamiento de la estructura institucional. En el mínimo transcurso de 10 días, cinco funcionarios estuvieron a cargo del Poder Ejecutivo, hasta quedar Eduardo Duhalde, del partido peronista, como presidente de la nación, por el resto del periodo oficialmente establecido para el mandato de De la Rúa (del 2 de enero de 2002 al 25 de mayo de 2003) (Datamonitor, 2006; Spector, 2009).

En este breve mandato, y aun con la eliminación del plan de convertibilidad, el gobierno de Duhalde tuvo que afrontar el mayor colapso económico a mediados de 2002, con una inflación por demás volátil que promedió casi 26%, además de una drástica reducción de la inversión local y extranjera y a más de la mitad de la población en condición de pobreza (Gallo et al., 2006: 201), lo que implicó una enorme desaprobación popular, la fragmentación del propio partido peronista y, por ende, el adelanto de las elecciones presidenciales en 2003.

2. La izquierda. Doce años de kirchnerismo

Tras el gris interinato de Duhalde, quien sin pena ni gloria mantuvo al país “a flote” en una economía meramente desbordada por el colapso financiero de 2001, en mayo de 2003 fue electo democráticamente Néstor Kirchner, político también peronista, pero opositor acérrimo al eje neoliberal impulsado por Carlos Menem años atrás. El flamante presidente sólo contó con 22% del apoyo electoral, toda vez que Carlos Menem declinó en la contienda por la segunda vuelta, lo que implicó para Kirchner una necesidad enorme de consolidar el poder político ante la debilidad de su mandato, a pesar de la legitimidad del mismo. Así, aplicó una serie de maniobras de negociación política que incluían no sólo al propio peronismo sino a otros actores políticos y partidos de izquierda, y tomó una postura claramente progresista (Diamint y Tedesco, 2015).

Para dar credibilidad y fuerza a su mandato, Kirchner impulsó políticas populistas y clientelares que le permitían mantener el control ejecutivo y restaban poder a las instituciones políticas, principalmente ante un escenario económico tan crítico como el originado por sus antecesores. A su favor tenía la habilidad carismática que le permitía acercarse al pueblo, pues interpretaba hábilmente sus expectativas y necesidades; lo que le permitió hacer alianzas con movimientos sociales (Colectivo Situaciones, 2014). Se trataba de un momento de absoluta depresión social y económica, cuando la gente necesitaba sentirse escuchada y atendida por un gobierno que la rescatara de su crítica condición. Se requería un líder que diera confianza, y se sintiera su fuerza y poder de gobernanza.3

Así, Néstor Kirchner y posteriormente su esposa, Cristina Fernández, se dedicaron a reconstruir el Estado, al retomar la injerencia estatal en la economía. La intención central era la reactivación del mercado interno y la sectorización productiva, con políticas proteccionistas bastante radicales en algunos casos. Las políticas impulsadas por este gobierno, encaminadas a redistribuir más equitativamente la riqueza, mediante el ejercicio de justicia sobre las tan impopulares medidas económicas y maniobras empresariales estipuladas por los gobiernos previos, incluyeron el cambio en la composición de la Suprema Corte, de tal suerte que se logró eliminar la mayoría absoluta de los ministros a modo impuestos por Carlos Menem, quienes aprobaron todas y cada una de sus iniciativas neoliberales, tan perjudiciales para la sociedad como la privatización total empresarial y el Corralito. El cambio en la composición de la corte permitió determinar la medida del Corralito como inconstitucional, por lo que pudo compensarse a los ciudadanos por muchos de los perjuicios económicos derivados de la misma. Asimismo, los inversionistas privados se vieron seriamente afectados por la revocación de concesiones públicas tan básicas como el servicio postal, algunas líneas de tren y la administración en telecomunicación de algunas estaciones de radio, pues se sometieron a revisión muchos de los contratos preexistentes sobre privatización de empresas estatales (Gallo et al., 2006: 207).

La ambivalencia en la aplicación de políticas económicas, benéficas principalmente para el sector popular y en detrimento de los intereses del sector privado -cínicamente aventajado en la época menemista-, permitió generar desarrollo económico en la nación, al reducir el nivel de deuda nacional y mantener el control de la inflación.4 Con el aumento de la actividad económica interna en el ámbito industrial y específicamente de obras públicas, se incrementaron también el PIB, las exportaciones manufactureras y el nivel de inversión. En los primeros dos años de gobierno de Néstor Kirchner se percibió un mayor nivel de certidumbre económica, con salarios al alza, aumento en la demanda agregada y freno a la caída en la tasa de empleo (Wylde, 2012: 110-111). Así, la economía mostró signos importantes de recuperación entre 2003 y 2004, incentivada también por la tasa de cambio favorable mantenida por el gobierno, tras la pesificación de la moneda, y al alza en los precios globales de las materias primas. Esto se reflejó principalmente en los sectores agrícola, de construcción e industrial manufacturera5 y de importación de bienes de capital (Gallo et al., 2006: 202).

En el ámbito social el cambio gubernamental se reflejó con la reactivación de programas de bienestar social (empleo, educación primaria y secundaria para familias de escasos recursos, becas universitarias, fondos para cooperativas, vivienda, etc.); políticas para incrementar la formalidad y reducir la inequidad económica; otras sobre derechos sociales y humanos; sobre la extensión del consumo masivo para los sectores poblacionales más desfavorecidos, y apoyo para el emprendimiento popular (Colectivo Situaciones, 2014: 401). Como lo demuestra Christopher Wylde (2012: 120), el crecimiento económico continuo permitió la caída abrupta del desempleo. De igual forma, según la investigación de Roxana Maurizio (2015), durante los años 2000 las cifras sobre informalidad laboral descendieron considerablemente, al mismo tiempo que las de concentración del ingreso (véase Cuadro 1).

Cuadro 1 Indicadores sociales en el gobierno de Néstor Kirchner 

Año Tasa de pobreza urbana
(hogares)
Tasa de pobreza urbana
(personas)
Tasa de desempleo
urbano
Tasa de subempleo
urbano
Salarios reales
(1970 = 100)
2003 36.5% 47.8% 14.5% 11.4% 54.8
2004 29.8% 40.2% 12.1% 9.7% 58.3
2005 24.7% 33.8% 10.1% 8.4% 62.1
2006 23.1% 31.4% 10.4% 8.1% 69

Fuentes: Wylde (2012: 127), Graña y Kennedy (2008), con información del Ministerio de Economía y Producción, Indicadores económicos de Argentina.

Además del aumento del empleo, de la producción industrial y del superávit fiscal y comercial alcanzados entre 2003 y 2007, el PIB creció 8.2% con una reestructuración de más de 60% de la deuda externa (Mazzina y González Cambel, 2018: 188). Sin duda, las políticas y los programas de ajuste implementados por Néstor Kirchner dieron estabilidad macroeconómica al país y un nivel mayor de tranquilidad y certidumbre en la percepción ciudadana. Sin embargo, sus medidas fueron cortoplacistas, lo que provocó, entre otras cosas, el aumento de la inflación en el siguiente mandato presidencial correspondiente a su esposa, Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).

Ella continuó las estrategias políticas iniciadas por su esposo, y su gobierno siguió gozando del alza impresionante en los precios mundiales de las materias primas, como los granos -en especial, la soya-, lo que incentivó notoriamente la recuperación económica de Argentina (Frenkel y Friedheim, 2017). Esto se reflejó con un crecimiento de hasta 9% entre 2010 y 2011 (Diamint y Tedesco, 2015: 115; Weisbrot, Ray, Montecino, Kozameh, 2011).

Cristina Fernández se caracterizó por ser una líder política muy poderosa y, para muchos, intolerante en el proceso de toma de decisiones. Los logros alcanzados por su esposo le permitieron gozar de una mayoría absoluta en el congreso, lo que le dio la confianza para impulsar medidas, para muchos, extremas, que pondrían en ocasiones en duda su capacidad de liderazgo y negociación política. A pesar de su nivel de influencia y control en la vida política del país, Fernández aceptó algunos límites impuestos por las instituciones estatales, como cuando le bloquearon su intención de incrementar los impuestos al sector agroexportador. Siendo este sector el motor de la economía sureña, se ganó la enemistad de gran parte de los gremios involucrados y la iniciativa no fue aprobada por el congreso. Este hecho exacerbó la polarización social en Argentina, principalmente la confrontación entre la clase obrera y la oligarquía (Diamint y Tedesco, 2015: 116). De ahí derivó también en 2009 la confrontación directa con el Grupo Clarín, dueño de estaciones de radio, canales televisivos y uno de los periódicos más importantes del país. Cristina Fernández impuso una ley de medios para limitar el poder de este conglomerado.

Un factor que contribuyó al robustecimiento de las maniobras políticas y principalmente económicas de los Kirchner fue la ley de coparticipación (1988), respaldada con la posterior aprobación de la ley de emergencia (2002); ésta surgió a propósito de la crisis, y permitió al gobierno el uso de recursos fuera del presupuesto nacional, lo que le dio acceso a enormes cantidades de dinero, de manera discrecional (Diamint y Tedesco, 2015: 118). En el caso de Cristina Fernández, estos recursos fueron en gran medida utilizados para manipular las cifras sobre el crecimiento económico interno, hecho que le valió el bloqueo crediticio del FMI, organismo con quien mantuvo una seria confrontación a lo largo de su mandato, al mostrar una postura radical antisistémica, muy aplaudida por la sociedad argentina tan afectada y resentida.

Su principal estandarte en contra del establishment fue rehusarse a pagar parte de la deuda externa que estaba por vencerse en esos años con ciertos acreedores internacionales. Los conocidos como el Club de París -integrado por 19 naciones acreedoras, entre ellas los Estados Unidos, Japón y Alemania- aceptaron la reestructuración de la deuda; sin embargo, ciertos inversores privados, como fondos de inversión NML Capital y Aurelius Capital Management, se negaron a aceptar una renegociación, lo que les valió para ser despectivamente nombrados “fondos buitre” (Smink, 2013). Su rebeldía implicó la crítica y el rechazo de los entes capitalistas más neoliberales del sistema financiero internacional, pero internamente eso significó una popularidad enorme para Fernández de Kirchner, en su empatía con el pueblo, más a sabiendas de que este gobierno peronista fue capaz de aguantar el resto de su mandato en los tribunales, sin pagar a los litigantes, a pesar del fallo a favor de los acreedores, que había dado en primera instancia un tribunal de Nueva York.

Su gobierno se caracterizó, por obvias razones, por priorizar los derechos humanos sobre los compromisos financieros internacionales, no sólo en relación con la negativa al pago de la deuda, sino al inhibir al país de recurrir a más deuda para financiar el consumo interno. Esta postura proteccionista se materializó -igual que con su antecesor- en el impulso mayoritario de planes sociales, y la promoción del aumento real al salario, lo que acrecentó considerablemente el consumo popular, sin que por ello necesariamente aumentara la productividad (Esteves, 2014a). El aumento salarial en términos reales se mantuvo por 10 años, lo que le valió a Argentina para convertirse en el país latinoamericano con el salario más elevado de la región.

Sin embargo, a partir de 2014, la economía comenzó a reflejar la insostenibilidad del sistema, con el aumento de la inflación -negada por el gobierno por años- y en los costos de producción industrial, como consecuencia del incremento salarial, que no era equiparable, principalmente, según Esteves (2014b), con los bienes de mediana y baja complejidad. De esta manera, las empresas industriales perdieron rentabilidad y se debilitó el estímulo a la inversión, lo que derivó también en el rezago de la infraestructura productiva. Los consumidores comenzaron a pagar productos más caros y más obsoletos a la vez.

Para concluir sobre la era kirchnerista en el poder, aun con los cambios estructurales implementados, que permitieron mejorar las condiciones sociales y económicas de la nación, al estimular el consumo y la inversión interna, éstos no necesariamente implicaron un modelo de desarrollo basado en la reindustrialización interna. Se aumentaron la producción industrial y agrícola, la sectorización económica, el fortalecimiento del mercado interno y el bienestar social, con el impulso al empleo, el salario, la educación, entre otros. A pesar de ello, hicieron falta estrategias políticas que permitieran desarrollar un proceso industrializador para garantizar el desarrollo económico sostenible, basado en la productividad interna. Mucho del crecimiento económico de esos años, que permitió estabilizar las condiciones nacionales, se debió a la fortuna de gozar de precios internacionales muy elevados para las materias primas -específicamente de productos primarios dirigidos a China-,6 los cuales generaron cuantiosos ingresos para el país. Era necesario aprovechar esos recursos mediante el impulso de programas de reestructuración interna hacia el fortalecimiento de la industria nacional, una mayor sectorización productiva y la diversificación de mercados.

Entre los hechos más polémicos de la era Kirchner, definitivamente está haber maquillado las cifras nacionales macroeconómicas. El nivel de inflación y crecimiento económico reportados por estos gobiernos, desde 2007 y, por lo menos, hasta 2014, mostraban cifras muy por debajo de las reales,7 según la apreciación de analistas locales e internacionales, incluyendo al FMI. Esta institución cuestionó y presionó por años al gobierno de Cristina Fernández sobre la veracidad de las cifras presentadas, hasta tomar la decisión de vetar a Argentina sobre el acceso a las líneas de financiamiento del propio organismo. Una vez presentadas las cifras reales de crecimiento interno (2014), se confirmó que el nivel de inflación era mucho más elevado que el presentado por años, el de pobreza era mayor que el reportado por el gobierno y la economía afrontaba un descenso importante en su crecimiento interno, a consecuencia de la baja productividad industrial y la precariedad del ingreso sobre los mercados internacionales, una vez que los precios globales de las materias primas comenzaron a descender considerablemente.

Esta combinación de factores implicó también el aumento del narcotráfico y la inseguridad pública en el país, junto con pesquisas de corrupción gubernamental que dañaron la imagen kirchnerista en amplios sectores de la población (Pagni, 2014). A esto se suma la evidente cercanía política del gobierno con Venezuela, China, Rusia e Irán, a la par de un preocupante distanciamiento de los Estados Unidos y la Unión Europea, lo que generaba una percepción ciudadana de aislamiento nacional de la esfera global (Mazzina y González Cambel, 2018: 196; Tokatlian y Russell, 2016: 218).

Así fue como la izquierda comenzó a perder terreno en la política, primero en las elecciones legislativas de 2013 y luego en las presidenciales de 2015, que le dieron la victoria a la oposición. Mauricio Macri -empresario multimillonario y previo jefe de Gobierno de Buenos Aires- quedó como el presidente de Argentina, representaba a un nuevo partido autocalificado como centroderechista: Propuesta Republicana (Pro). Este partido, por medio de una coalición partidista denominada Cambiemos, logró tanto la derrota peronista como el quiebre del bipartidismo tradicionalista (Vommaro y Gené, 2017); era también la primera vez que un candidato de derecha ganaba democráticamente las elecciones presidenciales en Argentina.

3. El retorno efímero neoliberal con Mauricio Macri

En su intento por dejar en el pasado los 12 años de izquierdismo en Argentina, Mauricio Macri lo cortó de tajo; su administración comenzó por sustituir a casi la totalidad de los miembros del gabinete nacional que habían trabajado en el ciclo kirchnerista, y a manejar un discurso derechista, como antítesis del peronismo. La representación partidista de la alianza Cambiemos presentaba una visión liberal-republicana, en defensa del funcionamiento institucional estatal; era plenamente contraria al “populismo estatal” tan característico de los Kirchner (Vommaro y Gené, 2017: 233), quienes se habían dedicado a desacreditar a las instituciones nacionales y extranjeras a lo largo de sus mandatos.

La crítica a la oposición peronista se reflejó también en el ámbito social. Su promoción férrea de la unión de los argentinos y la renovación política con una retórica anticomunista, en favor de la globalización y en contra del aborto y la inmigración, finalmente contribuyeron al triunfo electoral de Macri, con el apoyo de las esferas más conservadoras del país. Su gobierno liberal, crítico del aislacionismo internacional y en favor de la meritocracia y el emprendedurismo empresarial (Stefanoni, 2019; Tokatlian y Russell, 2016), se centró en una visión modernizadora gerencial de la política, el Estado de apertura y la desregulación económica controlada, por medio del ajuste fiscal y la promoción de las inversiones privadas, aunque mantuvo muchos de los programas de gasto social impulsados inicialmente por los Kirchner, en lo que él mismo llamó: “gradualismo”; evitó así una terapia de shock -en palabras de Vommaro y Gené (2017: 234) - que lo asociara con el radicalismo menemista de los años noventa (Mason-Deese, 2019).

De igual forma, el nuevo gobierno criticó severamente las políticas previas sobre los subsidios a los servicios públicos y el aumento al gasto público; consideraba que el incremento en el poder de compra y el consumo popular habían sido en realidad un crecimiento ficticio, por lo que pronto se encargaría de revertir estas políticas. Apenas a un año en el poder, la popularidad del presidente ya comenzaba a descender considerablemente (de 64% en diciembre de 2015 a 46% en diciembre de 2016), pues, además de los problemas económicos latentes, empezó a percibirse desde muy temprano en el país la falta de intención gubernamental por acercarse y cuidar de la población (Vommaro y Gené, 2017: 247).

Este gobierno implicó para los argentinos el retorno a la era neoliberal impulsada por Carlos Menem a finales del siglo XX. El flamante presidente Macri se encargó, durante los cuatro años que duró su mandato, de impulsar un ambicioso programa de reformas estructurales al sistema interno, encaminadas, principalmente, a corregir los desequilibrios económicos internos y recuperar la confianza internacional, por medio de acuerdos para el pago de la deuda con los tenedores de los fondos “buitre”, los cuales implicaban en sí mismos la reconciliación con el FMI y otras instancias financieras globales. Después de 14 años en suspensión de pagos, finalmente se reestructuró la deuda a los acreedores, con el aval del FMI en el acuerdo, según sus premisas y estatutos internos (Rebossio, 2014). Entonces, la intención central era reinsertar al país en el mundo, al retomar las relaciones exteriores con las potencias occidentales (Mazzina y González Cambel, 2018), principalmente con los Estados Unidos y la Unión Europea.

En la necesidad de atraer inversión extranjera, la cual se había ahuyentado durante el gobierno populista de Cristina Fernández,8 Macri hizo un ajuste monetario mayor, al suprimir barreras arancelarias e implementar exenciones a los impuestos en la industria de exportación -principalmente, la agrícola y la minera-. La reforma tributaria promovida por el gobierno en 2017, que accedía a la presión de inversionistas y organismos financieros internacionales, implicó la reducción de subsidios a servicios públicos y transporte, con la consecuente disminución del gasto público y el aumento de los impuestos y los precios al consumidor (Mason-Deese, 2019). Su intención de incentivar la inversión privada a través de mayor rentabilidad, aunada a la reducción del gasto estatal en servicios públicos, llevó al gobierno a la decisión de ajustar las tarifas de dichos servicios, antes subsidiadas por el peronismo. El aumento de los costos alcanzó hasta 500%, lo que obviamente derivó en un fuerte rechazo social (Vommaro y Gené, 2017: 239).

El plan de austeridad, basado en las fórmulas tradicionalmente neoliberales, lejos de mejorar la calidad y las condiciones de vida de los argentinos, disparó la pobreza,9 al grado de llegar a casi dos dígitos en las cifras del desempleo y una hiperinflación incontenible. En sus promesas de campaña, Mauricio Macri había ofrecido como principal consigna reducir la inflación que en 2015 alcanzaba 30%; sin embargo, en 2018 ésta llegó a la alarmante cifra de 47%: se registró así la mayor alza en 27 años (Prado, 2019), junto con una sobrevaluación del dólar que pasó de 10 a 46 pesos en cuatro años (Stefanoni, 2019: 224).

La reacción desesperada de Macri ante tal crisis y el desplome rampante de la moneda argentina fue recurrir al sobreendeudamiento estatal10 y a un nuevo acuerdo con el FMI, por un préstamo total de 57 000 millones de dólares (Rivas, 2018), el monto más elevado otorgado en la historia del organismo (Mason-Deese, 2019: 320). El supuesto equilibrio fiscal primario que se alcanzaría a finales del siguiente año, por medio del aprovechamiento “eficiente” de los préstamos internacionales, no surtió efecto. El peso argentino continuó depreciándose en 2019 hasta 65% desde abril de 2018, con una contracción económica de 2.5% del PIB en 2018 y su mismo equivalente en el primer semestre de 2019 (Banco Mundial, 2019).

El fantasma de la volatilidad económica siempre ha perseguido a Argentina, y el gobierno de Mauricio Macri no fue la excepción. Después de que la administración de Cristina Fernández cerrara con un crecimiento de 2.7% en 2015 (véase Cuadro 2) en 2016, ya con Macri en el poder, la economía sufrió una contracción enorme, pues cayó hasta -2%, para luego recuperarse en 2017 con un resultado positivo de crecimiento de 2.6% que no duraría mucho, ya que el desplome económico volvió a sufrirse un año después, en 2018, cuando se dio un PIB a la baja de -2.5 por ciento (Cuadro 3).

Cuadro 2 Producto interno bruto anual de Argentina con Cristina Fernández 

2010 2011 2012 2013 2014 2015
10.1 6 -1 2.4 -2.5 2.7

Fuente: FMI (2019).

Cuadro 3 Producto interno bruto anual de Argentina con Mauricio Macri 

2016 2017 2018 2019e
-2 2.6 -2.5 -1.2

Fuente: FMI (2019).

Durante el término del mandato de Macri el peso argentino había ya perdido 80% de su valor, afrontaba una deuda pública de más de 90% de su PIB, 35% de la población vivía por debajo de la línea de la pobreza, con los salarios paralizados y un nivel de desempleo por arriba de 10% (Mason-Deese, 2019: 316; Castelo, 2019: 155). Lejos de combatir todos los problemas viejos de los que Mauricio Macri culpaba al peronismo, éstos se exacerbaron a niveles críticos durante su mandato, caracterizado por el liberalismo económico. La recesión, los rescates financieros, la hiperinflación, la austeridad, la falta de acceso a dólares, el declive de los indicadores sociales y de la calidad de vida de los habitantes, más la incertidumbre, marcaron la vida de los argentinos durante esos últimos cuatro años (Stefanoni, 2019: 223).

Las políticas acordes con el esquema neoliberal incluyeron, según Adriana Gallo (2008: 86-87), la desvinculación estatal del entramado social, por medio de la desregulación y la degradación laborales y la eliminación de programas sobre la protección social, que fueron mermando los vínculos de las clases sociales hasta generar una sociedad individualista dominada por el sistema de mercados; así se diluyó la identidad nacional, al mismo tiempo que se radicalizaba la concentración de poder. Andrés Gallo et al. (2006), por su parte, argumentan que la fragmentación política y la desunión social fueron los principales motivos por los cuales la economía argentina continuó sin rumbo por un largo periodo, cuando prevalecía la inhabilidad política para imponer restricciones fiscales efectivas antes y después de la crisis.

4. De vuelta al peronismo

El rechazo a las políticas neoliberales más conservadoras se hizo evidente en las elecciones presidenciales de 2019, las cuales volvieron a darle la victoria a la izquierda progresista peronista, específicamente representada por el kirchnerismo, con Cristina Fernández nuevamente en la escena política, como vicepresidenta de la república; acompañaba al ahora presidente Alberto Fernández.

Durante la campaña por la reelección presidencial, el discurso macrista se fue tornando menos conservador con tintes progresistas. Los embates económicos y los magros índices sociales requerían una imagen política más afín a los intereses del pueblo. Sin embargo, y a pesar de los intentos del presidente en turno por mantener la confianza del electorado, la fórmula Fernández-Fernández presentada por el peronismo generó más empatía en la golpeada sociedad, gracias a una imagen más equilibrada entre un peronista moderado como Alberto Fernández y el liderazgo ya conocido de Cristina Fernández de Kirchner. El radicalismo populista de ella se compensó con el peronismo liberal progresista autoproclamado por Alberto Fernández (Stefanoni, 2019), lo que permitió -como se verá más adelante- despertar expectativas de equilibrio, mejora y positivismo en la ciudadanía, aunque con sus grandes reservas. En una sociedad tan afectada por las políticas implementadas por gobiernos afines al neoliberalismo, la única salida posible es el regreso al izquierdismo. El retorno a aquello que los ha hecho sentir, al menos, no tan vulnerables, no tan vendidos al sistema.

II. El contexto social. La percepción ciudadana sobre el desempeño gubernamental

Después de navegar por la historia política y económica de Argentina en las últimas décadas, resulta indispensable analizar cuál ha sido la percepción ciudadana a través de los años, en un intento por comprender la correlación intrínseca entre el desempeño gubernamental y el sentir del ciudadano promedio, el cual depende del contexto histórico (político, económico o social) en que se encuentre.

1. Metodología de análisis

Esta parte del estudio se centra en una investigación cuantitativa, de tipo descriptiva y correlacional, de diseño no experimental, pues se observan los sujetos de estudio y los fenómenos en su forma natural, sin manipulación deliberada de variables. Se trata de un análisis longitudinal y de tendencia, ya que se analiza la percepción ciudadana comparada mediante la recopilación de datos generalizados en los últimos cuatro periodos presidenciales en Argentina. De aquí se desprenden diversas perspectivas sobre realidad social, nivel de aceptación, tolerancia, exigencia y capacidad de respuesta ciudadana ante coyunturas, principalmente macroeconómicas, que vienen arrastrándose desde hace décadas.11

2. La percepción ciudadana en el gobierno de Néstor Kirchner

Precedido por Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner tomó la presidencia argentina en representación del peronismo el 25 de mayo de 2003; concluyó su periodo el 10 de diciembre de 2007. Como contexto, en el momento en que Kirchner tomó la oficina presidencial, la inflación en Argentina era de 3.7% (INDEC, 2020) y, según el Banco Mundial (2019), el crecimiento del PIB a finales de 2003 fue de 8.84%. Asimismo, la tasa de desempleo reportada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2004) fue de 17.3%, y el Foro Económico Mundial (2019) ubicó a Argentina en el puesto 78 del ranking de competitividad global.

De acuerdo con el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG), el periodo de Néstor Kirchner obtuvo un puntaje promedio de 2.51 sobre cinco puntos posibles. Como puede verse en el Cuadro 4, esta presidencia registra el indicador más elevado del ICG y de la Evaluación General entre 2003 y 2004 (al inicio de su mandato); esto se debe en gran medida a la certidumbre económica generada por el elevado precio internacional de las materias primas, lo que permitió impulsar los salarios, combatir el desempleo y aumentar la demanda agregada (Wylde, 2012: 110-111), así como el impulso exitoso de programas sociales de apoyo a los sectores más vulnerables (véase Cuadro 1).

Cuadro 4 Resumen del Índice de Confianza en el Gobierno, durante el periodo de Néstor Kirchner 

Año ICG Evaluación
general
Interés general Eficiencia Honestidad Capacidad
2003 2.76 3.01 2.67 1.97 2.28 3.86
2004 2.85 2.94 2.49 2.43 2.55 3.82
2005 2.25 2.21 1.64 1.95 2.19 3.25
2006 2.55 2.67 1.97 2.20 2.47 3.47
2007 2.15 2.16 1.52 1.77 2.35 2.93
Promedio 2.51 2.60 2.06 2.06 2.37 3.47

Fuente: elaboración propia basada en el ICG, Universidad Torcuato di Tella (2020).

Por otro lado, vemos cómo los indicadores más bajos se presentan en su último año como presidente (2007), con 2.15 puntos del ICG. Los rubros con más áreas de oportunidad fueron el gobierno de interés general o para todos y el de la eficiencia del gasto público. Según el análisis político que hicimos de este gobierno, esta caída en la percepción ciudadana se pudo deber a que las políticas y los programas de ajuste implementados por Kirchner, a pesar de su efectividad macroeconómica, fueron cortoplacistas, lo que derivó en un aumento considerable de la inflación, como también se verá más adelante.

3. Relevancia en los factores de la encuesta de ICG para el periodo de Néstor Kirchner

Al partir de la hipótesis de que la variable en la encuesta conocida como evaluación general (Y) es explicada por las variables de interés general (X1), eficiencia en los recursos (X2), honestidad de los funcionarios (X3) y capacidad de resolución de problemas (X4),12 se realizó una regresión lineal múltiple de la cual se obtuvieron los resultados del Cuadro 5.

Cuadro 5 Resultados de regresión lineal en el gobierno de Néstor Kirchner 

Estadísticas de la regresión
Coeficiente de correlación múltiple 0.98054093
Coeficiente de determinación R2 0.96146051
R2 ajustado 0.95740372
Error típico 0.11827195
Observaciones 43
Coeficientes Error típico Estadístico t Probabilidad
Intercepción −0.5011653 0.24352427 -2.0579686 0.04649992
Interés general 0.46875895 0.10986286 4.26676439 0.00012698
Eficiencia 0.12077601 0.09893012 1.22082144 0.22967487
Honestidad 0.28951742 0.11244022 2.57485644 0.01404665
Capacidad 0.34916726 0.14129732 2.47115279 0.01806546

Fuente: elaboración propia

Este análisis determina que las variables X1, X2, X3 y X4 explican en 95.7% la variable dependiente Y con un nivel de significancia de 5%. Se puede apreciar que todas son estadísticamente significativas, con excepción de eficiencia en el gasto público (X2). El orden de importancia en la percepción de los ciudadanos indica, en primer lugar, que el gobierno tenga un interés general y no sólo en unos cuantos (X1), seguido por la capacidad para resolver problemas (X4) y, finalmente, la honestidad en sus funcionarios (X3) (Cuadro 6).

Cuadro 6 Interacción de las variables dependientes con la independiente en el gobierno de Néstor Kirchner 

Variable Descripción Relevancia Significativaa
Y Evaluación general de gobierno Dependiente n. a.
X1 Interés general 1 0.000*
X2 Eficiencia de los recursos n. a. 0.229
X3 Honestidad de los funcionarios 3 0.014*
X4 Capacidad de resolver problemas 2 0.018*

a * = variable estadísticamente significativa a 5 por ciento. Fuente: elaboración propia.

4. Valores macroeconómicos en el periodo de Néstor Kirchner

La percepción puede estar influida por la comunicación y la línea editorial mediática que los ciudadanos reciben. Es por esa razón que, para tener un análisis entre los gobiernos, también se anexan cinco de las principales variables macroeconómicas obtenidas de diversas fuentes comparables para cada periodo de gobierno.

Al observar los valores macroeconómicos de entrada y salida, se puede concluir que una de las variables que se disparó prácticamente a más del doble fue la inflación, con un indicador inicial de 3.7% y uno final de 8.5%. Esto significa un incremento de 129%. Por otro lado, la tasa de desempleo disminuyó considerablemente: pasó de 17.3% como valor inicial en 2003 a 8.5% durante el cierre de 2007. El crecimiento económico se mantuvo boyante durante todo el periodo de Néstor Kirchner: acumuló un fabuloso promedio global de 8.8%. Esto explica en gran parte por qué la ciudadanía, a pesar de la elevada inflación y la baja en la popularidad del presidente en 2007, decidió continuar con el proyecto kirchnerista, al dar su voto de confianza a Cristina Fernández en la elección presidencial siguiente.

5. La percepción ciudadana en el gobierno de Cristina Fernández

Cristina Fernández tomó la presidencia argentina el 10 de diciembre de 2007, precedida por su esposo Néstor Kirchner; concluyó su periodo el 10 de diciembre de 2015. Como pudimos ver en el análisis teórico de este gobierno, se trató de uno de corte izquierdista que siguió la misma tendencia de su predecesor.

Justo al año de ostentar el cargo presidencial, la inflación en Argentina era de 7.2% (INDEC, 2020), que representa -1.3% del valor heredado por Kirchner. De acuerdo con el Banco Mundial (2020), el PIB fue de 4.06% durante el cierre del año, lo cual significa una importante contracción respecto del año anterior. La tasa de desempleo reportada por la CEPAL fue de 7.9% en 2008, lo cual representa una reducción del valor anterior en 0.6%, y el FMI reportó a Argentina en el puesto 87 del ranking de competitividad global, lo cual significa una caída de dos posiciones respecto de 2007.

De acuerdo con el ICG, el puntaje que obtuvo Cristina Fernández en sus dos periodos de gobierno (2007-2015) resultó en un promedio de 1.76 puntos sobre cinco posibles. El valor más bajo del indicador, con 1.26 puntos, se vivió en 2009 (véase Cuadro 8). La presidenta fue muy castigada en el rubro de interés general (gobierna para todos o sólo para unos cuantos), seguido de eficiencia en el uso de los recursos. Sin embargo, todos los indicadores fueron mejores para Cristina Fernández en los años posteriores que abarcó su presidencia, por dos mandatos consecutivos. Claramente, el factor clave para esas calificaciones tan bajas en el inicio de su primer periodo presidencial fue la crisis económica mundial iniciada en 2008 (véase Cuadro 11 sobre el impacto al crecimiento económico en ese año). A ello se suma la enemistad de la presidencia con varios sectores productivos clave de la economía argentina: el sector agroexportador y el de medios, como pudo verse en el análisis político sobre este gobierno.

Cuadro 7 Indicadores macroeconómicos del gobierno de Néstor Kirchner 

Año Inflación Crecimiento del PIB Competitividad Paridad contra el dólar Desempleo
2003 3.7% 8.84% 78 3.26 17.3
2004 6.4% 9.03% 74 2.89 13.6
2005 12.3% 8.85% 54 2.94 11.6
2006 9.8% 8.05% 69 3.04 10.2
2007 8.5% 9.01% 85 3.08 8.5
Promedio 8.1% 8.8% n. a. 3.04 12.24

Fuente: elaboración propia con base en INDEC (2020), Banco Mundial (2020), Foro Económico Mundial (2019), Ministerio de Economía (2020) y CEPAL (2020).

Cuadro 8 Resumen del ICG de Cristina Fernández 

Año ICG Evaluación general Interés general Eficiencia Honestidad Capacidad
2008 1.56 1.24 1.09 1.13 2.14 2.23
2009 1.26 0.93 0.89 0.92 1.90 1.69
2010 1.68 1.47 1.28 1.35 2.12 2.15
2011 2.36 2.42 1.99 2.02 2.66 2.96
2012 2.01 1.83 1.65 1.64 2.40 2.53
2013 1.77 1.59 1.47 1.41 2.23 2.15
2014 1.61 1.38 1.41 1.27 2.09 1.89
2015 1.87 1.82 1.71 1.57 2.14 2.12
Promedio 1.76 1.58 1.44 1.41 2.21 2.21

Fuente: elaboración propia con base en el ICG, Universidad Torcuato di Tella (2020).

Cuadro 9 Resultados de regresión lineal en el gobierno de Cristina Fernández 

Estadísticas de la regresión
Coeficiente de correlación múltiple 0.98554882
Coeficiente de determinación R2 0.97130648
R2 ajustado 0.97004523
Error típico 0.09011213
Observaciones 96
Coeficientes Error típico Estadístico t Probabilidad
Intercepción -0.469405 0.10311201 -4.5523792 1.6376E-05
Interés general 0.50731125 0.0839952 6.03976452 3.3183E-08
Eficiencia 0.5349308 0.11526334 4.64094475 1.1603E-05
Honestidad 0.00440764 0.09094755 0.04846359 0.96145299
Capacidad 0.25256668 0.0580088 4.3539377 3.4964E-05

Fuente: elaboración propia.

Cuadro 10 Interacción de las variables dependientes con la independiente en el gobierno de Cristina Fernández 

Variable Descripción Relevancia Significativaa
Y Evaluación general de gobierno Dependiente n. a.
X1 Interés general 2 0.000*
X2 Eficiencia de los recursos 1 0.000*
X3 Honestidad de los funcionarios n. a. 0.961
X4 Capacidad de resolver problemas 3 0.000*

a * = variable estadísticamente significativa a 5 por ciento. Fuente: elaboración propia.

Cuadro 11 Indicadores macroeconómicos durante el gobierno de Cristina Fernández 

Año Inflación Crecimiento del PIB Competitividad Paridad contra el dólar Desempleo
2008 7.2% 4.06% 87 3.14 7.9
2009 7.7% -5.92% 88 3.46 8.7
2010 10.9% 10.13% 85 3.8 7.7
2011 9.5% 6% 87 3.98 7.2
2012 10.8% -1.03% 85 4.32 7.2
2013 10.9% 2.41% 94 4.94 7.1
2014 23.9% -2.51% 104 7.05 7.3
2015 26.9% 2.73% 104 8.6 6.5
Promedio 13.48% 1.98% n. a. 4.91 7.45

Fuente: elaboración propia basada en INDEC (2020), Banco Mundial (2020), Foro Económico Mundial (2019), Ministerio de Economía (2020), CEPAL (2020).

El año mejor evaluado para Cristina Fernández en todos los indicadores que abarcan ambos periodos presidenciales fue 2011. La respuesta seguramente se encuentra en el elevado crecimiento económico nacional alcanzado, de más de 10% en 2010, seguido por un muy respetable 6% en 2011. Esta alza del PIB se debió básicamente al precio tan elevado que todavía gozaban las materias primas a escala internacional (véase también el Cuadro 11 para mejor referencia).

6. Relevancia en los factores de la encuesta de ICG para el periodo de Cristina Fernández

Al partir de la hipótesis de que la variable en la encuesta conocida como evaluación general (Y) es explicada por las variables interés general (X1), eficiencia en los recursos (X2), honestidad de los funcionarios (X3) y capacidad de resolución de problemas (X4),13 se realizó una regresión lineal múltiple en la que se obtuvieron los resultados mostrados en el Cuadro 9.

Este análisis determina que las variables X1, X2, X3 y X4 explican en 97% la variable dependiente Y con un nivel de significancia de 5 por ciento.

Se puede apreciar que todas las variables son estadísticamente significativas, con excepción de honestidad de los funcionarios (X3), y que el orden de importancia en la percepción de los ciudadanos indica, en primer lugar, que el gobierno tuvo eficiencia en el uso de los recursos (X2), seguido del interés general y no sólo de gobernar para unos cuantos (X1), y, finalmente, la capacidad para resolver problemas (X4).

7. Valores macroeconómicos en el periodo de Cristina Fernández

Durante los dos periodos gubernamentales de Cristina Fernández hubo diversos problemas reflejados en los indicadores macroeconómicos, como recesión, hiperinflación y devaluación monetaria. Esto resultó en una crisis que impactó de forma negativa en la competitividad del país.

Como se mencionó previamente, coincide que el año en el cual hubo una contracción económica importante en el PIB (2009), acompañada por un leve incremento en la inflación, el desempleo y la devaluación del peso argentino, fue el mismo en el que los indicadores hacia el gobierno de Fernández de Kirchner fueron más castigados por la opinión pública. Como lo demuestra el Cuadro 11, los indicadores macroeconómicos fueron muy volátiles durante ambos periodos presidenciales de Cristina Fernández.

Después de haber gozado de un increíble 10% de crecimiento económico en 2010, en 2012 la contracción de la economía cayó a -1.03% y la recuperación no fue representativa en los siguientes años; de hecho, fue bastante volátil, con otra caída estrepitosa en 2014 a -2.51 por ciento.

Esto refleja la enorme dependencia argentina de la exportación de materias primas para sostener a flote su economía, pues en esos años fue cuando colapsaron también los precios internacionales de los commodities, debido al descenso de la demanda china de este tipo de productos.

La inflación descontrolada (que pasó de 7.2% en 2008 a 26.9% en 2015), aunada a la volatilidad con tendencia a la baja del crecimiento económico nacional, implicaron un retroceso alarmante en los indicadores sobre competitividad nacional a escala global: pasó del lugar 87 en 2008, al 104 en 2015.

8. La percepción ciudadana en el gobierno de Mauricio Macri

Mauricio Macri subió al poder el 10 de diciembre de 2015 y sustituyó a Cristina Fernández de Kirchner; concluyó su periodo el 10 de diciembre de 2019. Como pudimos observar en el análisis histórico de los últimos gobiernos argentinos, Macri tomó la oficina presidencial en una elección de alternancia, y adoptó una política prácticamente contraria a la de los gobiernos peronistas de los Kirchner.

Durante el cierre de 2016, el valor reportado de la inflación fue de 36.2% (INDEC, 2020), lo que representa un incremento de 9.3 puntos porcentuales respecto del cierre de 2015. De acuerdo con el Banco Mundial (2020), el PIB fue de -2.08%, lo cual significa una contracción de más de 4 puntos porcentuales respecto del año anterior. La tasa de desempleo reportada por la CEPAL (2016) fue de 8.5%, y el Foro Mundial de Negocios posicionó en su reporte de competitividad global a Argentina en el puesto 106, es decir, cayó dos posiciones respecto del año anterior.

De acuerdo con el ICG, el periodo de Mauricio Macri obtuvo un puntaje promedio de 2.51 sobre cinco puntos posibles.

La percepción pública sobre el gobierno de Mauricio Macri se fue demeritando poco a poco. El valor inicial del ICG en el año de toma de posesión (2016) fue el mayor, con 2.7 puntos, y de ahí disminuyó año tras año hasta alcanzar 1.84; su promedio global fue 2.27 puntos. La apreciación a la baja año tras año se presenta en todos y cada uno de los indicadores. Definitivamente, se trató de un gobierno que en ningún momento logró impulsar su popularidad, sino todo lo contrario.

Como puede apreciarse, uno de los indicadores calificados de manera más severa fue el del gobierno de interés general o para todos. Esto se debió, como se comentaba en el análisis político de este gobierno, a que desde el primer año presidencial comenzó a percibirse la falta de intención gubernamental por acercarse al pueblo, con políticas de ajuste muy restrictivas (Vommaro y Gené, 2017: 247), como la reducción del gasto público y los subsidios a servicios públicos y transporte, así como el aumento de los impuestos y los precios al consumidor (Mason-Deese, 2019). De igual forma, la inestabilidad económica latente, así como el aumento en los costos de hasta 500% (Vommaro y Gené, 2017: 239), derivaron en una muy castigada calificación generalizada en la eficiencia para manejar los recursos.

La caída en la popularidad de Macri a través de los años refleja que el regreso a la derecha no fue la solución que la ciudadanía estaba esperando. El cambio de rumbo radical en la estrategia política, sin considerar todas las variables negativas heredadas desde el gobierno de Carlos Menem en la década de los noventa, ha traído un lastre en el acontecer diario del ciudadano argentino.

Como vimos, la evaluación inicial del gobierno de Mauricio Macri en el ICG fue de 2.70; quizá sembró una alta expectativa en la gente, al tener un cambio de régimen. Sin embargo, cuando no se dieron los resultados esperados y con un irremediable colapso de la economía, año tras año el ciudadano argentino prefirió regresar su confianza al peronismo en la elección de 2019, y puso a Alberto Fernández en el poder, en su mancuerna con la ahora vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

9. Relevancia en los factores de la encuesta de ICG para el periodo de Mauricio Macri

Al partir de la hipótesis de que la variable en la encuesta conocida como Evaluación General (Y) es explicada por las variables: interés general (X1), eficiencia en los recursos (X2), honestidad de los funcionarios (X3) y capacidad de resolución de problemas (X4),14 se realizó una regresión lineal múltiple con la que se obtuvieron los resultados mostrados en el Cuadro 13.

Cuadro 12 Resumen del ICG del periodo de Mauricio Macri 

Año ICG Evaluación general Interés general Eficiencia Honestidad Capacidad
2016 2.70 2.38 2.30 2.38 3.17 3.27
2017 2.53 2.21 2.10 2.44 3.16 2.97
2018 2.01 1.51 1.68 1.61 2.89 2.36
2019 1.84 1.33 1.52 1.48 2.80 2.12
Promedio 2.27 1.86 1.90 1.98 3.01 2.68

Fuente: elaboración propia con base en el ICG, Universidad Torcuato di Tella (2020).

Cuadro 13 Resultados de regresión lineal en el gobierno de Mauricio Macri 

Estadísticas de la regresión
Coeficiente de correlación múltiple 0.985507
Coeficiente de determinación R2 0.97122405
R2 ajustado 0.96854722
Error típico 0.09484737
Observaciones 48
Coeficientes Error típico Estadístico t Probabilidad
Intercepción -1.0357657 0.29468581 -3.5148136 0.00105034
Interés general 0.33443804 0.12986732 2.5752286 0.0135402
Eficiencia 0.04641428 0.04885068 0.95012551 0.34735843
Honestidad 0.11288101 0.13251296 0.8518488 0.39901752
Capacidad 0.68150788 0.10332013 6.59608046 4.9622E-08

Fuente: elaboración propia.

Este análisis determina que las variables (X1) y (X4) explican en 96.8% la variable dependiente Y con un nivel de significancia de 5%. Se puede apreciar que las variables interés general -y no sólo en algunos (X1)- y capacidad para resolver problemas (X4) son estadísticamente significativas. De esas dos, la que tiene prácticamente el doble de importancia para la población es la capacidad de resolución de problemas.

10. Valores macroeconómicos en el periodo de Mauricio Macri

Las cinco variables macroeconómicas analizadas en el periodo de Mauricio Macri se agravaron respecto del inicio del propio gobierno.

Los indicadores macroeconómicos en la administración de Mauricio Macri reflejan tiempos muy turbulentos para el argentino promedio. Como se mencionó anteriormente en el análisis político del gobierno de Macri, la hiperinflación,15 el aumento desmedido de la pobreza,16 el decremento económico a números negativos en tres de los cuatro años que duró el gobierno (véase Cuadro 15) y el desempleo a doble dígito en 2019, junto con la devaluación monetaria inminente,17 demostraron que las políticas neoliberales de austeridad, lejos de impulsar el bienestar social, empeoraron las condiciones hacia la precariedad.

Cuadro 14 Interacción de las variables dependientes con la independiente en el gobierno de Mauricio Macri 

Variable Descripción Relevancia Significativaa
Y Evaluación general de gobierno Dependiente n. a.
X1 Interés general 2 0.130*
X2 Eficiencia de los recursos n. a. 0.347
X3 Honestidad de los funcionarios n. a. 0.3990
X4 Capacidad de resolver problemas 1 0.000*

a * = variable estadísticamente significativa a 5 por ciento. Fuente: elaboración propia

Cuadro 15 Indicadores macroeconómicos del gobierno de Mauricio Macri 

Año Inflación Crecimiento del PIB Competitividad Paridad contra el dólar Desempleo
2016 36.2% -2.08% 106 13.6 8.5
2017 24.8% 2.67% 92 15.57 8.4
2018 47.6% -2.48% 81 19.34 9.2
2019 53.8% -1.2% 83 38.43 10.6
Promedio 40.6% -0.8% n. a. 21.735 9.175

Fuente: elaboración propia con base en INDEC (2020), Banco Mundial (2020), Foro Económico Mundial (2019), Ministerio de Economía (2020) y CEPAL (2020).

III. Discusión

Es muy interesante ver cómo, para cada uno de los cuatro últimos gobiernos de Argentina (considerando los dos periodos de Cristina Fernández), la percepción ciudadana da prioridades distintas a los indicadores que componen el ICG de la encuesta desarrollada por la Universidad Torcuato Di Tella (2020). El orden de importancia de los indicadores es muy distinto en cada gobierno. Como puede verse en el Cuadro 16, cambiaron la prioridad y la relevancia en las variables que componen el ICG, y la imagen o la evaluación general del gobierno respecto de cada mandatario.

Cuadro 16 Jerarquía de importancia en los indicadores. Percepción ciudadana en los gobiernos de Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Mauricio Macri 

Gobernante Primera variable
en importancia
Segunda variable
en importancia
Tercera variable
en importancia
Néstor Kirchner Interés general Capacidad de resolver problemas Honestidad de los funcionarios
Cristina Fernández Eficiencia de los recursos Interés general Capacidad de resolver problemas
Mauricio Macri Capacidad de resolver problemas Interés general n. a.

Fuente: elaboración propia.

En el caso de Néstor Kirchner, el rubro sobre la eficiencia en el uso de los recursos (X2) no se consideró importante, puesto que el país gozaba de estabilidad inflacionaria y un crecimiento económico constante, lo cual le permitió culminar su mandato con un muy destacable 8.8%; esto pesó a tal punto que el rubro sobre honestidad en sus funcionarios (X3) tuvo más valoración que aquél.

La variable con mayor peso en la evaluación de la percepción hacia Néstor Kirchner fue la de interés general y no sólo gobernar para unos cuantos. Recordemos que Kirchner obtuvo en cierta medida la aprobación y una percepción favorable de los ciudadanos argentinos, debido a que generó una economía creciente, que daba respuesta a demandas fundamentales. También ayudó el uso de una retórica política que hacía alusión a los signos nacionales y a la reparación del pueblo dañado, la cual se mantuvo como una línea de discurso durante su gobierno (Muñoz y Retamozo, 2008). Aparentemente, para el argentino promedio, el discurso y la realidad empataban: esto dio como resultado una percepción de que efectivamente se estaba gobernando por y para todos.

Es interesante que en los siguientes tres periodos presidenciales (dos de Cristina Fernández y uno de Mauricio Macri) el rubro sobre honestidad en sus funcionarios (X3) se desestimó por completo. En el caso específico de Cristina Fernández, se priorizó la eficiencia en el uso de recursos (X2), ya que en ambos periodos de su gobierno la inflación se disparó y el crecimiento económico fue muy volátil, además de que se presentó la crisis financiera mundial de 2008. Todos estos factores justificaron las condiciones para dar un cambio de jerarquía a la manera de evaluar la efectividad del gobierno, que puso en primer lugar la necesidad del manejo y la eficiencia de los recursos.

A partir del primer trimestre de 2008 hasta finales de 2009, todas las variables que componen el ICG bajaron. Uno de los retos más importantes y el cual restó popularidad al gobierno de Fernández tuvo que ver con el anuncio de Martín Lousteau, ministro de Economía de ese entonces, en el cual comunicaba retenciones para el agro específicamente en la soya, lo que representaba una medida confiscatoria para los trabajadores del campo (se le conoció como Resolución 125).

En mayo de 2008, un par de meses después de iniciadas las movilizaciones contra la Resolución 125, el ICG alcanzó el punto más bajo (1.2) en la administración de Fernández de Kirchner, seguido en 2009 por las consecuencias de la crisis mundial. A partir de 2010, el ICG comenzó a recuperarse poco a poco, pues la actividad económica repuntó, impulsada en gran medida por el incremento en el precio de los commodities y, específicamente, en los productos agrícolas (Catterberg y Palanza, 2012). Otro evento a considerar en la evaluación pública de gran relevancia durante ese año es que falleció el ex presidente Néstor Kirchner. La muerte del también esposo de la jefa de Estado generó empatía con sus connacionales. Los indicadores continuaron con pendiente positiva a lo largo de 2011 hasta converger con el periodo de elección, el cual se realizó el 23 de octubre de ese año, y en el que la presidenta resultó reelecta con amplia ventaja frente a sus adversarios.

Básicamente, la percepción pública hacia Fernández de Kirchner se demeritó a partir de la reelección de 2011. Se puede observar en el Cuadro 8 que el momento cumbre de su popularidad fue en ese año electoral y que, a partir de ahí, tendría una tendencia negativa. Los valores macroeconómicos en el segundo periodo tampoco fueron del todo favorables, en especial, la inflación, acompañada por la devaluación del peso argentino. El cúmulo de factores a la baja en el segundo mandato de Cristina Fernández hizo que la población buscara poner sus esperanzas en la oposición, lo que se reflejó en las urnas electorales de 2015, que le dieron el triunfo al ultraderechista y conservador Mauricio Macri.

En el caso de este último presidente, la variable que explica en relación dos a uno el desempeño político tiene que ver con la capacidad de resolver problemas, seguida por el tener un interés de gobernar para todos y no sólo para unos cuantos.

Es importante destacar que en el segundo periodo de Cristina Fernández Mauricio Macri trabajó por la alcaldía de Buenos Aires, mientras de alguna forma, con campaña y promesas, buscaba la candidatura presidencial, en tanto que la popularidad de Fernández decaía (Slimovich, 2017). Por esto, la exigencia ciudadana a Macri sobre la capacidad para resolver problemas reside principalmente en el incumplimiento de sus propias promesas de campaña sobre sacar a la nación de la crisis económica, pues lejos de lograrlo, la situación del país empeoró notoriamente. Basta analizar el Cuadro 15, donde se muestran los valores macroeconómicos durante la gestión de Macri, para entender que la situación fue muy inestable durante su gobierno: hiperinflación, devaluación y desocupación fueron los principales retos cuya resolución la sociedad reclamó a gritos.

Esta diversidad prioritaria de la ciudadanía en la encuesta del ICG indica que la población no está casada con una sola idea de lo que debería ser un buen desempeño gubernamental; más bien, la prioridad que se da a cada rubro en la percepción ciudadana depende en gran medida del momento político, la situación económica, las eventualidades nacionales o internacionales, que la hagan o no sentirse vulnerable. Como se mencionaba al principio, el argentino promedio se involucra de lleno en la política. Es muy demandante con sus gobernantes y es difícil de complacer, principalmente ante el hartazgo de padecer latentemente una economía por demás volátil, vulnerable y debilitada.

Llama la atención que el gobierno de Cristina Fernández fue el más castigado de manera global y particular, si comparamos sus indicadores con los de los otros dos gobiernos (Néstor Kirchner y Mauricio Macri). Sería interesante investigar sobre la posibilidad de que esa baja generalizada durante los ocho años en que gobernó ella se deban a una cuestión de género; aunque debe entenderse que factores clave de la economía, tan delicados para la percepción ciudadana, como la hiperinflación, se dispararon año con año a partir de 2012, y los niveles de crecimiento económico se contrajeron considerablemente, para culminar en un magro 1.98% promedio, durante ambos mandatos presidenciales de la presidenta.

Fuente: ICG, Universidad Torcuato di Tella (2020).

Gráfica 1 Estudio longitudinal del ICG en Argentina, de 2004 a 2019 

IV. Conclusiones

La inestabilidad financiera y económica perenne en Argentina se debe principalmente a la enorme dependencia que tiene su economía de los mercados internacionales de materias primas. Cuenta con reservas enormes de gas de esquisto y litio, y se le conoce como el granero del mundo, por lo que el aumento o la caída de los precios internacionales de estos productos básicos ponen siempre en jaque el desempeño económico nacional, sin importar el partido político o las estrategias que se implementen. De ahí la imperiosa necesidad de impulsar programas de reindustrialización que le permitan al Estado contar con una infraestructura básica consolidada para el impulso a la productividad industrial interna, lo que combatiría la dependencia del exterior que tiene el país.

Lo que comparten como común denominador los gobiernos aquí analizados es su falta de visión y voluntad para generar una reforma estructural política que abra las bases para un plan nacional de desarrollo a largo plazo, incluyente, integral y no sólo con base en el bienestar común, sino también en el desarrollo social y económico sostenible; con una plataforma propia de impulso a la industria nacional, los sectores económicos, la especialización productiva y la consolidación de la infraestructura básica -tan ausente en el país sudamericano-. La debilidad constante en la economía, así como la volatilidad financiera que lleva aparejada la incertidumbre inversionista y el futuro de los argentinos deben combatirse mediante el trabajo desde y para adentro. Las grandes dependencia y vulnerabilidad a las vicisitudes provenientes del exterior son la mayor debilidad de Argentina, y la gente lo palpa y lo sufre todos los días.

Aun siendo representados por gobiernos de tendencia izquierdista, que impulsaron estrategias nacionalistas para la protección y el fomento a la industria nacional (Néstor Kirchner y los dos mandatos de Cristina Fernández), no se dieron los resultados esperados, debido a que las políticas y los programas implementados fueron cortoplacistas, lo que mantuvo a la macroeconomía en un estado de volatilidad que no le permitió consolidarse de manera estructurada. Esto se reflejó claramente después de 2010, cuando la economía argentina afrontó uno de sus peores declives, ya que China comenzó a desacelerarse, y, por ende, su consumo -antes masivo- de materias primas argentinas.

Para lograr el desarrollo sostenible de Argentina en materia económica, son necesarias las inversiones pública y privada a largo plazo, que prioricen la industrialización, la diversificación mercantil y la especialización productiva. Esperemos que el flamante gobierno de Alberto Fernández -con base en el comportamiento ciudadano al respecto del desempeño de los gobiernos previos- sea capaz de priorizar la imperiosa necesidad de la activación productiva interna a gran escala.

La perspectiva ciudadana comparada a través de los años demuestra que los argentinos se mantienen siempre involucrados en el quehacer gubernamental, sin importar el sello político que prevalezca. Al mantenerse al tanto de la situación de su país, exigen respuesta a sus gobernantes, dependiendo del contexto social o económico que se requiera atender. Las preferencias electorales van a obedecer qué tan vulnerable pueda sentirse la población con la gestión gubernamental en turno, y no tanto a preferencias partidistas particulares, pues la gente percibe que el desempeño de sus gobernantes tiene que ver más con la habilidad política para resolver problemas inmediatos o la eficiencia para el manejo de los recursos, y deja claramente de lado un factor tan esencial como la honestidad. La corrupción puede obviarse si el gobernante es capaz de lograr estabilidad económica y crecimiento sostenido.

En este sentido, son claros la intolerancia y el repudio social a la incompetencia gubernamental, principalmente en materia macroeconómica. Aunque pareciera que algunos gobiernos no tienen memoria (como el caso de Mauricio Macri, al adoptar políticas de ajuste radicalmente neoliberales, muy al estilo del tan polémico Carlos Menem), en el caso de la población parece ser lo contrario. La ciudadanía argentina tiene muy presente en la memoria el fatídico pasado reciente de su historia económica, que la ha llevado a vivir frecuentemente episodios críticos muy dolorosos. Esto la vuelve irritable, intolerante, crítica y exigente a la vez. Puede ser efímeramente fácil ganar una elección, pero de igual forma puede perderse; no se tiene comprada en la bolsa. Los gobiernos tienen que negociar, convencer, mostrar aplomo y, lo más importante, dar resultados, pues no se trata de un pueblo tan influenciable y pasivo como otros.

Parece ser que de alguna manera en las culturas latinoamericanas la población vierte toda su fe en un discurso o candidato político, lo que brinda índices de popularidad que pueden ser resultado del fanatismo o de la búsqueda de esperanza que por años los gobiernos han prometido en sus discursos y que en los indicadores macroeconómicos, al menos, no se reflejan.

En un estudio de este tipo se muestran las dos caras de la moneda. Por un lado, los indicadores macroeconómicos -duros e incuestionables- que tienen relación directa con la calidad de vida de la población. Por otro lado, los indicadores de satisfacción hacia el gobierno, que tienen que ver con la percepción del ciudadano común y que puede ser influido por comunicación, retórica o demagogia. Si bien algunos dicen que “percepción es realidad”, también hay otros que creen que detrás del número, existe una historia, tan importante y tan complementaria, una de la otra.

Una vez más, quedó demostrado que, ante una gran expectativa de cambio, se puede generar una gran decepción. En este caso, esa decepción se llamó neoliberalismo, representada por Mauricio Macri. La expectativa retorna de nuevo al izquierdismo, a cargo ahora de Alberto Fernández, en equipo con su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. ¿Será que la política realmente genera cambios o son sólo ciclos?

Referencias bibliográficas

Banco Mundial (2019). Argentina: panorama general. Recuperado de: https://www.bancomundial.org/es/country/argentina/overview#1Links ]

Banco Mundial (2020). Bases de datos. Washington, D. C.: Banco Mundial. [ Links ]

Benente, M. (2017). Presidencialismo y poder económico en la reforma constitucional Argentina de 1994. Revista de Derecho, (47), 73-104. [ Links ]

Castelo, S. (2019). La culpa no es (sólo) de la crisis. Anuario Internacional CIDOB, 2019, 155-155. [ Links ]

Catterberg, G., y Palanza, V. (2012). Argentina: dispersión de la oposición y el auge de Cristina Fernández de Kirchner. Revista de Ciencia Política, 32(1), 3-30. [ Links ]

CEPAL (2004). Estudio económico de América Latina y el Caribe 2003-2004. Santiago de Chile: CEPAL. [ Links ]

CEPAL (2007). Statistical Yearbook for Latin America and the Caribbean. Santiago de Chile: CEPAL. [ Links ]

CEPAL (2008). Estudio económico de América Latina y el Caribe 2007-2008: política macroeconómica y volatilidad. Santiago de Chile: CEPAL. [ Links ]

CEPAL (2016). Statistical Yearbook for Latin America and the Caribbean. Santiago de Chile: CEPAL. [ Links ]

CEPAL (2020). Informe del Trigésimo Cuarto Periodo de Sesiones del Comité Plenario de la CEPAL. Santiago de Chile: CEPAL. [ Links ]

Colectivo Situaciones (2014). Crisis, governmentality and new social conflict: Argentina as a laboratory. Ephemera: Theory and Politics in Organization, 14(3), 395-409. [ Links ]

Datamonitor (2006). Argentina Country Profile. Datamonitor, 1-33. Recuperado de: http://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=trueydb=hjhyAN=19722277yauthtype=athensylang=esysite=ehost-liveLinks ]

Diamint, R., y Tedesco, L. (2015). Latin America’s Leaders. Londres: Zed Books. [ Links ]

Esteves, R. (2014a). Claves para entender el kirchnerismo. El País. Recuperado de: https://elpais.com/elpais/2014/02/07/1enú1rs/1391789373_327237.htmlLinks ]

Esteves, R. (2014b). La crisis de los salarios en Argentina. El País. Recuperado de: https://elpais.com/elpais/2014/02/07/opinion/1391789373_327237.htmlLinks ]

Fair, H. (2008). El rol del plan de convertibilidad en la articulación de los grandes grupos empresariales. Un estudio de caso del primer gobierno de Menem. Documentos y Aportes en Administración Pública y Gestión Estatal, 8(10), 111-156. [ Links ]

FMI (2019). World Economic Outlook Database. World Economic and Financial Surveys. Washington, D. C.: FMI. [ Links ]

Foro Económico Mundial (2019). Global Competitiveness Report 2018-2019. Davos, Suiza: Foro Económico Mundial. [ Links ]

Frenkel, R., y Friedheim, D. (2017). Inflation in Argentina during the 2000s. Journal of Post Keynesian Economics, 40(1), 43-60. [ Links ]

Gallo, A. (2008). Las relaciones de poder durante el Menemismo. Espiral, Estudios sobre Estado y sociedad, XIV(41), 81-107. [ Links ]

Gallo, A., Stegmann, J. P., y Steagall, J. W. (2006). The role of political institutions in the resolution of economic crises: The case of Argentina 2001-05. Oxford Development Studies, 34(2), 193-217. [ Links ]

Graña, J. M., y Kennedy, D. (2008). Salario real, costo laboral y productividad, Argentina 1947-2006: Análisis de la información y metodología de estimación (documento de trabajo núm. 12). Buenos Aires: CEPED. [ Links ]

INDEC (2020). Bases de datos. Buenos Aires: INDEC. [ Links ]

Mason-Deese, L. (2019). A changing tide in Argentina? NACLA Report on the Americas, 51(4), 316-322. [ Links ]

Maurizio, R. (2015). Transitions to formality and declining inequality: Argentina and Brazil in the 2000s. Development and Change, 46(5), 1047-1079. [ Links ]

Mazzina, C., y González Cambel, M. (2018). Continuidades y cambios de la política exterior del kirchnerismo y el gobierno de Cambiemos. POSTData: Revista de Reflexión y Análisis Político, 23(1), 181-212. [ Links ]

Ministerio de Economía (2020). Portal de Datos Económicos. Argentina: Ministerio de Economía. Recuperado de: https://www.minhacienda.gob.ar/datos/Links ]

Muñoz, M. A., y Retamozo, M. (2008). Hegemonía y discurso en la Argentina contemporánea: Efectos políticos de los usos de “pueblo” en la retórica de Néstor Kirchner. Perfiles Latinoamericanos, 16(31), 121-149. [ Links ]

Pagni, C. (2014). ¿Quién sucederá a Cristina Kirchner? El País. Recuperado de: https://elpais.com/elpais/2014/12/09/3enú3rs/1418136159_341003.htmlLinks ]

Prado, D. (2019). Argentina reporta una inflación de 47% en 2019, la más alta en 27 años. BBC News. Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-46887115Links ]

Rebossio, A. (2014). Argentina admite su inflación real. El País . Recuperado de: https://elpais.com/internacional/2014/02/13/actualidad/1392327871_ 449533.html [ Links ]

Reuters (2012). Cronología - Argentina quiere recuperar control de petrolera YPF. Reuters. Recuperado de: https://es.reuters.com/article/businessNews/idESMAE83F0GX20120416Links ]

Rivas, F. (2018). El FMI suma 7.000 millones de dólares a los 50.000 concedidos en junio como rescate a Argentina. El País. Recuperado de: https://elpais.com/internacional/2018/09/26/argentina/1537987742_304321.htmlLinks ]

Rodríguez, R. (2015). The impact of the decline in oil prices in Latin America. Journal of Social Economics Research, 2(3), 38-57. [ Links ]

Rosenblatt, F. (2006). El dispar desenlace de la crisis económica en Argentina y Uruguay (2001-2002): Una explicación desde la teoría de las prospectivas. Revista de Ciencia Política, 26(2), 97-119. [ Links ]

Slimovich, A. (2017). La ruta digital a la presidencia argentina. Un análisis político e hipermediático de los discursos de Mauricio Macri en las redes sociales. Dixit, (26), 24-43. [ Links ]

Smink, V. (2013). Las razones de Argentina para no pagarles a los “fondos buitre”. BBC News. Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/09/130927_argentina_fondos_buitre_vsLinks ]

Spector, H. (2009). Don’t cry for me Argentina: Economic crises and the restructuring of financial property. Journal of Corporate & Financial Law, 14(4), 771-723. [ Links ]

Stefanoni, P. (2019). Between fear and disillusion in Argentina. NACLA Report on the Americas, 51(3), 223-226. [ Links ]

Tokatlian, J. G., y Russell, R. (2016). Macri: en busca de una nueva inserción internacional. Anuario Internacional CIDOB, 2016-2017, 216-222. [ Links ]

Universidad Torcuato di Tella (2020). Índice de Confianza en el Gobierno. Buenos Aires: Universidad Torcuato di Tella. Recuperado de: https://www.utdt.edu/ver_contenido.php?id_contenido=1439yid_item_menu=2964Links ]

Vommaro, G., y Gené, M. (2017). Argentina: el año de Cambiemos. Revista de Ciencia Política, 37(2), 231-253. [ Links ]

Weisbrot, M., Ray, R., Montecino, J. A., y Kozameh, S. (2011). La historia del éxito económico argentino y sus implicaciones. Estados Unidos: CEPR. [ Links ]

Wylde, C. (2012). ¿Continuidad o cambio? Política económica argentina posterior a la crisis y el gobierno de Néstor Kirchner, 2003-2007. Íconos. Revista de Ciencias Sociales, (43), 109-133. [ Links ]

1 La gran petrolera estatal fue vendida a Repsol, consorcio español que obtuvo nada menos que 97.81% de las acciones por más de 15 000 millones de euros (Reuters, 2012; Rosenblatt, 2006: 105).

2La recesión económica y los intentos de Carlos Menem por reelegirse por tercera vez lo llevaron a una impopularidad sin precedentes, que condujo al Partido Justicialista a perder las elecciones presidenciales de 1999. Así, quedó como presidente Fernando de la Rúa, candidato radical opositor a Menem que sólo duraría dos años en el poder, debido al colapso económico.

3De acuerdo con una encuesta realizada por Diamint y Tedesco (2015: 115) a diputados y senadores, la percepción ciudadana sobre la capacidad de gobernar en Argentina de manera segura y estable recae directamente en la posibilidad de contar con líderes fuertes y autónomos, que puedan concentrar el poder político interno.

4Con las políticas de reestructuración implementadas por este gobierno, la deuda externa se redujo de 164.6 BDD a 107.8 BDD en 2006 (Wylde, 2012: 118).

5Según informes de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL, 2007), entre 2004 y 2005 la industria manufacturera creció 7.7%, mientras la agroindustria hacía lo propio con casi 12% de incremento en ese periodo. Para darse una idea del impacto económico de estos sectores, baste decir que las exportaciones de este tipo de productos abarcaron 71.3% del total en 2004, lo que deja el resto del total de las exportaciones a la manufactura (28.7%) (Wylde, 2012: 116).

6China se convirtió en uno de los principales compradores de soya, aceites y otros productos primarios provenientes de Argentina, por lo que en 2007 el país sudamericano se convirtió en el segundo proveedor de agroalimentos a China (11%), tan sólo detrás de los Estados Unidos (Mazzina y González Cambel, 2018: 187).

7El Ejecutivo reportaba 1% mensual de inflación, cuando los cálculos externos consideraban más del doble. La manipulación del índice de los precios al consumidor bloqueaba el reconocimiento de que la inflación en realidad superaba 20% anual. Este maquillaje de cifras implicó una serie de protestas, encabezadas, de hecho, por los propios trabajadores del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) (Rebossio, 2014).

8Entre las medidas proteccionistas más radicales del gobierno de Fernández de Kirchner, estuvo la renacionalización de YPF, en 2012; se expropió a la empresa española petrolera Repsol el total de sus acciones (51%), que había obtenido desde los años noventa, con la privatización nacional promovida por Carlos Menem (Rodríguez, 2015).

9A pesar de la puesta en marcha de programas sociales como la cobertura a subvenciones universales para la infancia o la cobertura de salud a las personas de menores ingresos, en 2019 la pobreza urbana alcanzó a 35.4% de la población, con un aumento de 52.6% de pobreza infantil (menores de 14 años) (Banco Mundial, 2019). Casi un tercio de la población argentina vive bajo la línea de pobreza.

10La deuda pública argentina representó 62.7% del PIB en 2018, y mantuvo un nivel muy similar en 2019, ya que se registró un aumento de 5.1% respecto de 2017 (FMI, 2019).

11Con la finalidad de conocer la percepción comparada del ciudadano argentino respecto del desempeño gubernamental en una línea de tiempo, se tomó para este estudio la información de la encuesta de Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) realizada mensualmente, desde enero del 2004, por la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato di Tella, y ejecutada por la empresa Poliarquía Consultores. El instrumento, la metodología, el tamaño y las características de la muestra son consistentes en toda la línea de tiempo, por lo que se eligió esta fuente para que los gobiernos analizados puedan ser medidos con el mismo criterio y, por lo tanto, ser comparables. Véase el apéndice para la estructura y los componentes del instrumento utilizado, así como para la hipótesis alterna que se propone sobre este estudio.

12La hipótesis propuesta pretende identificar si las variables que mide el ICG son estadísticamente significativas para el tipo de retos de cada administración, así como determinar la importancia de cada una, de acuerdo con la percepción de la ciudadanía. Véase apéndice.

13Véase apéndice.

14Véase apéndice.

15En 2018 ya alcanzaba 47%. Véase Prado (2019).

16La pobreza urbana en 2019 alcanzó a 35.4% de la población. Véase Banco Mundial (2019).

17Para 2019 la sobrevaluación del dólar alcanzó 38.4%. Véase columna “Paridad contra el dólar” en el Cuadro 15.

*Agradecemos y reconocemos de manera destacable la colaboración de Boanna Pacheco Palmero, estudiante de la licenciatura en Negocios Internacionales, de la Universidad Anáhuac, Cancún, quien contribuyó en la fase de investigación de este estudio y mostró siempre un alto sentido de profesionalismo. Investigación realizada en 2019-2020 en Cancún, Quintana Roo. Los errores u omisiones son responsabilidad de los autores.

Apéndice. Índice de confianza en el gobierno: el instrumento de medición

El Índice de Confianza en el Gobierno o ICG, desarrollado por la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato di Tella (2020), tiene como objetivo medir la evolución de la opinión pública respecto de la labor que desarrolla el gobierno nacional. Está diseñado para captar lo que los ciudadanos piensan respecto de aspectos esenciales del gobierno nacional, a partir de cinco dimensiones:

  1. La imagen o la evaluación general del gobierno.

  2. La percepción sobre si se gobierna pensando en el interés general o en el de sectores particulares.

  3. La eficiencia en la administración del gasto público.

  4. La honestidad de los miembros del gobierno.

  5. La capacidad del gobierno para resolver los problemas del país.

Cada uno de los rubros tiene una puntuación entre cero, lo mínimo, y cinco, lo máximo.

  1. Instrumento: encuesta.

  2. Tipo de encuesta: telefónica.

  3. Universo: población general mayor de 18 años, residente en ciudades de más de 10 000 habitantes.

  4. Características de la muestra: aleatoria, estratificada por zonas para la selección de las características y los números telefónicos. Selección de los entrevistados con base en cuotas de sexo y edad.

  5. Tamaño de la muestra: cada mes se levantan al menos 1 200 encuestas en 44 localidades argentinas.

  6. Error estándar de la muestra: más o menos 0.05. Intervalo de confianza de 95 por ciento.

  7. Temporalidad del análisis longitudinal: enero de 2004 a febrero de 2020.

El ICG es el promedio de cinco variables que pueden ser calificadas de 0 a 5, donde 0 es el peor desempeño y 5 es el mejor. Aunado a ello, se propone como un análisis adicional en este estudio cuantitativo la hipótesis de que la variable de respuesta denominada imagen o evaluación general del gobierno (Y) es explicada por las otras cuatro variables: la percepción sobre si se gobierna pensando en el interés general o en el de sectores particulares (X1), la eficiencia en la administración del gasto público (X2), la honestidad de los miembros del gobierno (X3) y la capacidad del gobierno para resolver los problemas del país (X4).

Cuadro 1A Resumen de variables del ICG, en función de la hipótesis planteada: Y = X1 + X2 + X3 + X4. 

Variable Descripción
Y Evaluación general de gobierno
X1 Interés general
X2 Eficiencia de los recursos
X3 Honestidad de los funcionarios
X4 Capacidad de resolver problemas

Fuente: elaboración propia.

Esta hipótesis se plantea debido a que la variable de imagen o evaluación general del gobierno es la que tiene mayor correlación con el índice, como se puede apreciar en el Cuadro 2A.

Cuadro 2A Correlación entre las variables que componen el ICG 

ICG Evaluación general Interés general Eficiencia Honestidad Capacidad
ICG 1
Evaluación general 0.953309268 1
Interés general 0.945308944 0.910004291 1
Eficiencia 0.925889644 0.858964566 0.846575157 1
Honestidad 0.697611268 0.493147285 0.639546792 0.724397791 1
Capacidad 0.951082972 0.955805664 0.869830727 0.84924342 0.526977149 1

Fuente: elaboración propia.

Recibido: 02 de Abril de 2020; Aprobado: 24 de Agosto de 2020

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons