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El trimestre económico

versión On-line ISSN 2448-718Xversión impresa ISSN 0041-3011

El trimestre econ vol.86 no.343 Ciudad de México jul./sep. 2019  Epub 23-Jun-2020

https://doi.org/10.20430/ete.v86i343.876 

Otras voces

Desigualdad y estancamiento por diseño de políticas: el negacionismo predominante y sus peligrosas consecuencias políticas*

Inequality and stagnation by policy design: Mainstream denialism and its dangerous political consequences

Thomas I. Palley** 

Traducción:

Fausto José Trejo

*Economista independiente, miembro del FMM, Washington, D. C. (correo electrónico: mail@thomaspalley.com).


Resumen

El presente artículo sostiene que la corriente predominante en la economía está amenazada por las teorías que atribuyen la crisis financiera y el estancamiento subsecuente a las políticas que la profesión ha justificado y recomendado. Estas teorías amagan la existencia de la perspectiva dominante y, a causa de ello, los economistas del mainstream se resisten férreamente a abrir un diálogo con quienes las formulan, ya que ello implicaría legitimarlas. Esa renuencia ha contribuido a bloquear las políticas requeridas para hacer frente al estancamiento, generando así un vacío político que se ha intentado llenar al activar fuerzas realmente ominosas. Esas dañinas reacciones políticas no obedecen a una intención deliberada; no obstante, se han diseminado y conllevan un peligro de alto calibre: la muerte del pluralismo en economía. La crítica que se hace de los economistas de la corriente predominante no versa sobre los “valores” en los que se sustentan o sobre su falta de voluntad de “cambio”: busca poner en relieve que su práctica académica consiste en suprimir ideas que, desde su punto de vista, se ciernen en forma intimidante sobre su existencia.

Palabras clave: desigualdad en el ingreso; estancamiento; neoliberalismo; keynesianismo; pluralismo

Clasificación JEL: A0; A11; B50; E00; E12

Abstract

This article argues the mainstream economics profession is threatened by theories of the financial crisis and ensuing stagnation that attribute those events to the policies recommended and justified by the profession. Such theories are existentially threatening to the dominant point of view. Consequently, mainstream economists resist engaging them as doing so would legitimize those theories. That resistance has contributed to blocking the politics and policies needed to address stagnation, thereby contributing to a political vacuum which is being filled by odious forces. Those ugly political consequences are unintended, but they are still there and show the dangerous consequences of the death of pluralism in economics. The critique of mainstream economists is not about “values” or lack of “change”: it is about academic practice that suppresses ideas which are existentially threatening.

Keywords: income inequality; stagnation; neoliberalism; keynesianism; pluralism

JEL codes: A0; A11; B50; E00; E12

I. Ideas e intereses: el debate sobre la desigualdad y el estancamiento

El método científico se funda en el principio de la falsabilidad (Popper, 1959), pero la ciencia no opera en un vacío, sino que se desarrolla en un contexto social en el que los intereses en pugna pueden interferir con el proceso; la historia de la ciencia está repleta de ejemplos de ello. Si una teoría representa una amenaza suficiente para el statu quo, podrá ocurrir que no se le presten oídos o incluso que se busque decididamente suprimirla, y es posible que al actuar de ese modo se invoque el nombre de la ciencia. En el campo de la economía es bastante factible que predomine esta actitud: las dinámicas de distribución del ingreso y la riqueza dependen, en buena medida, de las explicaciones de aquellos economistas que racionalizan y justifican las pautas prevalecientes.

En este artículo se argumenta que el aumento de la desigualdad, la crisis financiera de 2008 y el estancamiento consecuente deben atribuirse sustancialmente al diseño de la política neoliberal. Aquí diseño debe distinguirse de intencionalidad. El triunfo del neoliberalismo significa que las ideas de esta doctrina han ordenado la política económica durante los últimos 40 años; esto obedece al diseño de una política que ha contribuido significativamente a determinar la situación actual. Sin embargo, aunque los responsables de las políticas neoliberales se hayan propuesto incrementar la tasa de ganancia y el poder del capital en relación con la mano de obra, no tenían la intención de crear crisis financieras y estancamiento. Estas consecuencias de la política neoliberal no respondieron, pues, a un propósito deliberado.

El hecho de que la política económica neoliberal haya acarreado resultados perjudiciales plantea un dilema científico a los economistas de la corriente predominante. Éstos perciben la amenaza representada por teorías que afirman que la crisis financiera y el estancamiento derivan de las políticas que justificaron y pusieron en práctica. El único gesto de reconocer la posible legitimidad de esas teorías significaría firmar su sentencia de muerte. Por consiguiente, la corriente mayoritaria se rehúsa a involucrarse en un diálogo para evitar legitimarlas.

Esa renuencia ha contribuido a obstaculizar las políticas requeridas para hacer frente al estancamiento, un vacío político que se ha intentado llenar con fuerzas devastadoras. Es verdad que esas consecuencias políticas no son deliberadas; no obstante, están todavía ahí. Cuando las ideas equivocadas logran hacerse dominantes, intereses económicos y sociológicos poderosos pueden hacer que imperen y las repercusiones pueden ser muy desafortunadas.

La gran defensa que puede usar una sociedad para protegerse de semejantes efectos es el pluralismo. Éste funciona con base en la promoción de la competencia de ideas, con lo que disminuyen las probabilidades de que ideas equivocadas prevalezcan. El pluralismo exige un campo de juego parejo, lo que no es el caso en una economía que ha sido dominada por el monopolio neoclásico (Palley, 2008). Este monopolio hace mayor el desafío de reformar el orden neoliberal. De este modo, las circunstancias en las que vivimos actualmente se hacen aún más peligrosas y la meta de alcanzar la prosperidad compartida se torna aún más lejana.

II. El fracaso de la corriente predominante de la economía

Un buen punto de partida consiste en reconocer que la última década no ha tratado muy bien a los economistas de la corriente predominante. Una y otra vez se han quedado azorados a causa de una serie de transformaciones económicas que los han empujado a ofrecer explicaciones ex post facto. Primero ocurrió la crisis financiera de 2008. Los errores de los economistas ortodoxos se pueden representar por la incapacidad del cuerpo docente de la London School of Economics para responder una simple pregunta de la reina de Inglaterra -formulada el 5 de noviembre de ese año- acerca de por qué nadie había previsto la crisis. Después vino la incumplida promesa de asegurar la recuperación económica tras la Gran Recesión. Al principio, la expectativa entre los economistas dominantes era lograr una recuperación rápida en forma de “V”. Una vez que ésta no se pudo materializar, las expectativas disminuyeron y los expertos se conformaban con una recuperación lenta en forma de “U”. A continuación, cuando tampoco se logró esto, la conversación cambió de curso y se comenzó a hablar de una recuperación en forma de “L”, y luego todo desembocó en el estancamiento.

Un reflejo de los fracasos experimentados por la corriente mayoritaria en el campo teórico y analítico se da en los pronósticos económicos. La Gráfica 1 muestra las proyecciones del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés, Federal Open Market Committee) de la Reserva Federal de los Estados Unidos del PIB corregido por estacionalidad, del cuarto trimestre de 2008 al cuarto trimestre de 2015. Dicho PIB se muestra con la línea punteada. El PIB proyectado se muestra con las líneas continuas; cada una representa la proyección actualizada. La gráfica prueba que el FOMC se equivocó diametralmente al tratar de anticipar la Gran Recesión (2007.T4): la primera línea continua se halla muy por encima de la V punteada. Durante la recesión, el FOMC subestimó sistemáticamente su gravedad: de nuevo las líneas se sitúan por encima de la V punteada. Y una vez que dio comienzo la recuperación (2009.T3-2015.T3), el FOMC sobreestimó sistemáticamente la fuerza de la recuperación: nuevamente las líneas se encuentran en su totalidad arriba de la línea punteada.

a Plan Simplificado de Pensión de los Empleados (en inglés, Simplified Employee Pension Plan).

Fuente: Kahn y Palmer (2016).

Gráfica 1 Proyecciones del FOMC sobre el crecimiento del PIB real contrapuesto al PIB corregido por estacionalidad 

La Gráfica 2 muestra el estimado del FOMC acerca del crecimiento del PIB potencial a largo plazo. Tras haber sido revisado hacia arriba y de manera parcial en 2009, ha sido persistente y significativamente revisado hacia abajo, lo que refleja que poco a poco se ha aceptado como evidente la realidad del estancamiento.

Fuente: Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), Banco de la Reserva Federal de St. Louis. Recuperado de fred.stlouisfed.org

Gráfica 2 Proyecciones del FOMC sobre la tasa de crecimiento económico a largo plazo en los Estados Unidos 

Por último, la Gráfica 3 muestra que de manera persistente el FMI también ha tenido que revisar hacia abajo su pronóstico sobre el crecimiento del PIB real global, y sus predicciones han sido una y otra vez muy optimistas en relación con el crecimiento real alcanzado. La línea continua corresponde al crecimiento del PIB global obtenido. Las líneas punteadas son pronósticos del FMI acerca del crecimiento corregido estacionalmente, y éstos se han situado en forma sistemática por encima de la línea continua.

Fuente: Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), Banco de la Reserva Federal de St. Louis. Recuperado de fred.stlouisfed.org

Gráfica 3 Pronóstico del FMI sobre el crecimiento del PIB real corregido por estacionalidad 

En resumen, estas gráficas demuestran que las predicciones hechas por la élite dirigente de las instituciones responsables de las políticas económicas han sido puntualmente equivocadas. A todas se escapó la posibilidad de prever la crisis financiera; todas subestimaron la severidad de la Gran Recesión, y todas fueron persistentemente sobreoptimistas respecto de la recuperación. La parcialidad de estos pronósticos da cuenta de sus errores y revela que hay algo que está profundamente equivocado. Los constantes errores en las estimaciones son empíricamente análogos al fracaso analítico en el que ha incurrido la economía predominante al intentar anticipar los acontecimientos.

III. La respuesta de los economistas a la crisis, la desigualdad y el estancamiento

Las fallas de la economía predominante para prever acontecimientos han forzado el surgimiento de un proceso permanente de actualización. La fase 1 se consagró en intentar dar explicaciones ex post sobre la crisis financiera y la Gran Recesión. Durante ese periodo comenzó a introducirse en las explicaciones sobre estos sucesos la cuestión de la desigualdad. La fase 2 se ha destinado a desarrollar una explicación del mainstream, de las causas del estancamiento, fenómeno que les ha sorprendido.

La Figura 1 clasifica las diversas respuestas del gremio al desafío de explicar la crisis, la desigualdad en el ingreso y el estancamiento. El mainstream se divide en dos bandos: los economistas de “aguas dulces” del núcleo duro neoliberal de la Escuela de Chicago, y los economistas de “aguas saladas” de la Escuela del MIT, neoliberales blandos. Estas dos respuestas paralelas contrastan con la explicación “keynesiana estructural” de los hechos (Palley, 2012).

Figura 1 Para comprender el debate: las explicaciones en pugna acerca de la crisis, la desigualdad y el estancamiento 

1. El neoliberalismo duro

La postura neoliberal dura puede ser designada como la “hipótesis del fracaso del gobierno”. Esta visión está ligada al Partido Republicano y a los departamentos de economía de la Universidad de Stanford, la Universidad de Chicago y la Universidad de Minnesota.

Los neoliberales duros argumentan que la crisis hundía sus raíces en la burbuja de la vivienda en los Estados Unidos. Esta burbuja inmobiliaria -aseveraban- se debía a una política monetaria laxa que se había aplicado durante un periodo excesivamente prolongado (Taylor, 2007 y 2009), a lo que iba aunada la intervención políticamente motivada que había tenido el gobierno en el mercado de la vivienda con el fin de incitar que las personas fueran propietarias (Rajan, 2010).

Respecto de la política monetaria, la Reserva Federal decidió una baja excesiva de las tasas de interés que fue aplicada durante demasiado tiempo tras la recesión de 2001. Sobre el mercado de la vivienda, la injerencia que tuvo el gobierno, mediante la Ley del Refinanciamiento Comunitario (CRA, Community Reinvestment Act), la Asociación Federal Nacional Hipotecaria (FNMA, Federal National Mortgage Association) -mejor conocida como Fannie Mae-, así como de la Corporación Federal de Préstamos Hipotecarios (FHLMC, Federal Home Loan Mortgage Corporation) -mejor conocida como Freddie Mac-, condujo presuntamente a una subida de los precios y fomentó la adquisición de una propiedad sin fijarse en los recursos de los que disponía la gente.

Según explican los neoliberales de tendencia dura, la creciente desigualdad es resultado de una política tendiente a favorecer el progreso técnico dando primacía a la mano de obra calificada, lo que significa que el mercado de trabajo ha estado funcionando como debería hacerlo (Rajan, 2010). El significado y la relevancia de esta creciente desigualdad determinaron la intervención políticamente motivada del gobierno en el mercado de la vivienda, lo cual supuestamente provocó la burbuja. Por consiguiente, la creciente desigualdad no es un problema económico per se y no es un reflejo del mal funcionamiento de la economía: se trata de una preocupación ética y es un problema político.

Cuando se trata de explicar el estancamiento, los neoliberales duros esgrimen toda una colección de argumentos. Primero, sostienen que la economía sigue estando sobrerregulada y que la situación ha empeorado debido a una serie de regulaciones financieras surgidas después de la crisis, como la Ley de Reforma de Wall Street y de Protección al Consumidor Dodd-Frank (Dodd-Frank Wall Street Reform and Consumer Protection Act), de 2010. De acuerdo con esta visión dura, la respuesta correcta a la crisis financiera de 2008 debió haber consistido en aplicar de manera más enérgica las políticas neoliberales, en lugar de reformarlas.

Segundo, se esgrime la tesis de que la recesión y el estancamiento se agudizaron a causa de políticas fiscales expansionistas que elevaron la deuda del gobierno, postergaron los ajustes económicos requeridos y, en fin, propiciaron una fragilidad financiera mayor. De acuerdo con esos economistas duros, las políticas de expansión fiscal son ineficaces y el estancamiento deriva de arredrarse ante el deber de “tomar al toro por los cuernos”.

2. El neoliberalismo blando

Esta tendencia se puede designar como la “hipótesis del fracaso del mercado”. Se identifica como el ala Obama-Clinton del Partido Democrático, así como con los departamentos de economía del MIT, la Universidad de Yale y la Universidad de Princeton.

La visión neoliberal blanda predica que la crisis se debió a una desregulación financiera excesiva y a la perversidad de los incentivos pagados en los bancos. Esto permitió que Wall Street se volcara de lleno en el “impulso a los préstamos” en vez de optar por el “préstamo sano”, lo que generó una burbuja inmobiliaria. Cuando estalló la burbuja se desató una crisis financiera que profundizó una recesión ordinaria, que posteriormente se transformó en la Gran Recesión.

Al principio, los neoliberales blandos no reconocieron ninguna significación económica a la creciente desigualdad, que se debía, a su juicio, al cambio tecnológico inducido por el sesgo que se concedía a los trabajadores calificados. A la vez, esperaban que la economía se sobrepusiera a la recesión, algo que no sucedió. Esto los forzó a reelaborar; en una segunda fase hicieron una serie de ajustes encaminados a explicar el papel de la desigualdad y el fracaso en lugar de que hubiera recuperación.

El principal argumento del sector blando para aclarar por qué hubo estancamiento consiste en el llamado “límite inferior cero” (ZLB, zero lower bound) aplicado a las tasas de interés. Se reclama que el ZLB ha impedido que la política monetaria baje las tasas de interés lo suficientemente para restaurar el pleno empleo (Eggertsson y Krugman, 2012). Después, los neoliberales blandos han agregado el argumento de la histéresis (Summers, 2014): la crisis financiera y la Gran Recesión habrían causado un “choque” que ha disminuido permanentemente la tasa de crecimiento de la economía y se ha incrementado el desempleo de equilibrio. No obstante, el argumento resulta en una caja negra, ya que los detalles sobre el funcionamiento interno de la histéresis no son claros.

¿Y qué sucede con la desigualdad en el ingreso? Inicialmente se consideró que era un factor nulo, sólo era una preocupación política y social, pero la perspectiva se ha modificado también bajo la presión de los hechos. Krugman (2013a y 2013b) ha elaborado la argumentación fincada en la economía política de que, en razón del empeoramiento de la desigualdad en los ingresos, se había verificado un giro en contra del uso de la política fiscal. Por consiguiente, las políticas aplicadas para enfrentar la Gran Recesión fueron inadecuadas, lo cual contribuyó al fracaso en la recuperación. Hoy en día hay indicios de que los neoliberales blandos se están inclinando a tomar prestado el argumento keynesiano de que el aumento de la desigualdad determina un incremento de los ahorros, lo que les facilita aseverar que la desigualdad ha empeorado el problema del ZLB al empujar la tasa de interés del pleno empleo por debajo de cero (Palley, 2016).

En resumidas cuentas, ambas ramas de la economía predominante han tenido que ponerse al corriente y aplicar remiendos a su teoría. Primero, sus representantes tuvieron que aparecer en el escenario dando explicaciones de la crisis que de ningún modo supieron predecir. Después, se presentaron de nuevo para explicar el estancamiento que también fallaron en prever.

3. El keynesianismo estructural

La hipótesis keynesiana estructural afirma que la crisis estaba enraizada en el paradigma económico neoliberal que se adoptó a finales de los años setenta y comienzos de los ochenta y que, desde entonces, ha conducido la política económica (Palley, 2009 y 2012). La implicación analítica de esta afirmación es que la crisis financiera, la desigualdad y el estancamiento son el resultado del diseño de políticas neoliberales.

Una característica notable de esta argumentación es que, aun cuando los Estados Unidos conforman el epicentro de la crisis, todos los países están involucrados en ella, puesto que todos participaron en la decisión de adoptar en materia política un paradigma que estaba lleno de fisuras. De ahí que haya sobrevenido la crisis global.

Durante el periodo de 1945 a 1980 la economía estadunidense se caracterizaba por el modelo de crecimiento keynesiano del “círculo virtuoso”, fundado en un pleno empleo y un crecimiento salarial ligados al crecimiento de la productividad. Este modelo, ilustrado en la Figura 2, obedece a la siguiente lógica: el crecimiento de la productividad condujo al crecimiento de los salarios, lo cual propició el crecimiento de la demanda y generó pleno empleo. De esta manera se abrió el campo para incentivar la inversión, con lo cual se intensificó el crecimiento de la productividad y se sentaron las bases para elevar aún más los salarios. No fueron los Estados Unidos el único país que abrazó dicho modelo, pues éste se mantuvo firme a lo largo y a lo ancho de la economía global: en Europa occidental, Canadá, Japón, México, Brasil y Argentina.

Figura 2 El círculo virtuoso del modelo de crecimiento keynesiano, 1945 a 1980 

Después de 1980 el modelo keynesiano fue remplazado por el modelo de crecimiento neoliberal. Hubo dos cambios fundamentales: primero, los responsables de las políticas renunciaron al compromiso del pleno empleo y, en cambio, se concentraron en la meta de abatir la inflación; segundo, las nuevas políticas ayudaron a cortar el vínculo entre el crecimiento salarial y el crecimiento de la productividad. En conjunto, estos dos cambios crearon una nueva dinámica económica. Antes de 1980, el motor que generaba el crecimiento de la demanda en los Estados Unidos era el salarial. Después de 1980, la deuda y la inflación del precio de los activos se convirtieron en tal motor.

Como se muestra en la Figura 3, el nuevo modelo económico -que, como hemos dicho, está basado en el pensamiento económico neoliberal- puede ser descrito como una caja rectangular en la que un conjunto de mecanismos ejerce presión sobre los trabajadores desde todos los lados. Desde el lado izquierdo, el modelo corporativo de globalización forzaba a los trabajadores a competir en el mercado internacional. Desde el lado derecho, la “reducida” agenda gubernamental respondía a la intención de atacar la legitimidad del gobierno y, por ello, presionaba persistentemente a favor de la desregulación, sin importar los riesgos. Desde abajo, el plan de flexibilizar el mercado laboral atacó a los sindicatos y minó el conjunto de apoyos a los trabajadores, como el salario mínimo, el seguro de desempleo, las protecciones al empleo y los derechos de los empleados. Desde arriba, los responsables de las políticas renunciaron a su compromiso de generar pleno empleo. A semejanza del modelo de crecimiento keynesiano de la posguerra, la caja de políticas neoliberales se implementó en una escala global, tanto en el norte como en el sur. Fue en virtud de esta difusión universal que su impacto se multiplicó, lo que explica la importancia del Consenso de Washington que exportaron el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Figura 3 La caja de políticas neoliberales 

Dentro de esta historia del keynesianismo estructural hay un segundo componente que resulta crucial; a saber, la financiarización y el papel desempeñado por las finanzas. Como se muestra en la Figura 4, las finanzas tienen un rol de carácter dual. En primer término, debían prestar apoyo estructural a la caja de políticas neoliberales. En segundo, tenían que auspiciar el proceso de generación de la demanda agregada.

Figura 4 El papel del sector financiero en el modelo neoliberal 

El sector financiero desempeñó su papel de dar apoyo estructural a la caja de políticas neoliberales de tres maneras: 1) los mercados financieros se hicieron del control de las corporaciones por medio de la puesta en vigor del paradigma de la maximización de los valores de los accionistas que prima en la gobernanza corporativa. En consecuencia, las corporaciones se reorientaron con el propósito de que sirvieran a los intereses del mercado financiero al mismo tiempo que a los intereses de la alta administración. 2) Los mercados financieros y las corporaciones integraron grupos de presión política en pos de la adopción de las políticas neoliberales y auspiciaron la formación de think tanks (laboratorios de ideas) y de centros de investigación económica abocados a pregonar las bondades de dichas políticas. 3) La innovación financiera facilitó y promovió el control de las corporaciones por parte del mercado financiero al recurrir a ofertas hostiles para la absorción de acciones, compras apalancadas y distribuciones revertidas. Al tomar posesión y rediseñar los mecanismos operativos de las corporaciones, los mercados financieros alteraron el comportamiento empresarial. En conjunto con la puesta en marcha de las políticas económicas neoliberales, este fenómeno produjo una matriz económica fundada en la supresión salarial y en el acrecentamiento de la desigualdad.

El segundo rol vital que se le asignó al sector financiero fue apoyar la demanda agregada. Gradualmente, el modelo neoliberal fue socavando el proceso de generación del ingreso y de la demanda a través del estancamiento salarial y de la creciente desigualdad, con lo que surgió una brecha estructural igualmente creciente en la demanda. El papel de las finanzas consistía en llenar ese vacío. La desregulación, la innovación financiera, la especulación y el fraude en el préstamo hipotecario permitieron a dicho sector cubrir la brecha de demanda concediendo préstamos a los consumidores y espoleando la inflación en el precio de los activos. De paso, también creó una burbuja inmobiliaria, que al estallar se volvió el detonante de la crisis financiera y el estancamiento.

4. La falacia de la “gran moderación”

Adicionalmente, la historia del keynesianismo estructural proporciona una explicación acerca de la denominada “gran moderación”, y da cuenta del motivo por el que la crisis afloró como si hubiera salido de la nada. La gran moderación remite al periodo de 1980 a 2007, cuando la economía de los Estados Unidos atravesó un proceso de desinflación, expansiones más prolongadas y recesiones más breves y menos severas.

Según creen los economistas de la corriente predominante, la gran moderación ocurrió debido a que se había estado aplicando una política monetaria más eficaz que debía mucho al mejoramiento de la comprensión teórica que ellos tenían de la economía. Esta creencia nos da más bases para entender por qué se ufanaban tanto de su conocimiento antes de la crisis y por qué se mostraron tan desconcertados frente a acontecimientos inminentes mayores.

El keynesianismo estructural siempre consideró que la hipótesis de la gran moderación era falsa; esto se ilustra en la Figura 5. El viraje hacia la política neoliberal en 1980 dio comienzo a un proceso dual. Por un lado, hubo estancamiento salarial y desigualdad en aumento que condujeron a la desinflación y paso a paso fue mermando el proceso de generación de demanda agregada. Por el otro, la desinflación permitió que bajaran las tasas de interés, en tanto que la financiarización significó el inicio de una era marcada por el aumento del precio de los activos y la creación de una burbuja crediticia que habría de durar 30 años. Esa situación propició un incremento de la riqueza y un aumento de la cantidad de crédito fácil, lo cual sirvió para ocultar el problema emergente de falta de la demanda. Cada vez que la economía estaba en problemas, la Reserva Federal bajaba las tasas de interés y reactivaba la burbuja crediticia y el aumento en el precio de los activos; así era como se fabricaba la ilusión de una gran moderación.

Figura 5 Deconstruyendo la gran moderación: la economía estadunidense en la era neoliberal 

Por último, el proceso ilustrado en la Figura 5 también explica por qué la tasa de ahorro cayó pese al incremento en la desigualdad del ingreso. Esto se debe a que el ahorro incrementado de los ricos fue reciclado como consumo y crédito hipotecario concedidos a los hogares de menores ingresos.

5. La explicación del keynesianismo estructural acerca del estancamiento: un paradigma exhausto

La hipótesis del keynesianismo estructural también aporta una explicación clara y simple del estancamiento. No tiene ninguna necesidad de idear teorías auxiliares como la del límite inferior cero (ZLB) o la de la histéresis.

La crisis financiera de 2008 puso súbitamente un alto a la burbuja crediticia que había creado la ilusión de una gran moderación. Los responsables de las políticas recurrieron entonces, por una parte, a los rescates financieros (bail outs) para dar solución a la insolvencia del sistema financiero, y, por otra, al estímulo representado por una política de estímulos fiscales y monetarios masivos para impedir que la Gran Recesión se transformara en una segunda Gran Depresión. Sin embargo, nada se hizo para cambiar el elemento subyacente: el modelo económico neoliberal descrito en la Figura 3. En virtud de esto, fue inevitable que sobreviniera el estancamiento, puesto que el modelo produce invariablemente una escasez estructural de demanda mediante la contención salarial y la creciente desigualdad en los ingresos.

Cuando en 1980 se puso en práctica el modelo neoliberal, el proceso de generación del ingreso y el de la demanda agregada aún eran robustos; mientras que la desigualdad de los ingresos era mucho menor. Por añadidura, la economía daba cabida al aumento en el precio de los activos y a la expansión del crecimiento del crédito en virtud de que los precios de los activos y el endeudamiento eran mucho más bajos. Gracias a la naturaleza favorable de esas condiciones iniciales, la economía se pudo expandir pese a los efectos de estancamiento producidos por la política neoliberal. No obstante, en la actualidad esas condiciones han desaparecido, de manera que la deuda y la inflación en el precio de los activos ya no pueden llenar adecuadamente la brecha estructural en la demanda. Observando las cosas desde el ángulo analítico, era bastante fácil predecir que habría un estancamiento.

He aquí la conclusión de un trabajo publicado en julio de 2009: “Aun cuando la economía se pueda llegar a estabilizar, muy probablemente será incapaz de resistir el arrastre del estancamiento económico. Esto habrá de ocurrir porque el estancamiento constituye, por lógica, la siguiente fase del paradigma existente” (Palley, 2009: 33).

IV. El vínculo entre los economistas del sector predominante y la crisis

La hipótesis del keynesianismo estructural pone de relieve el papel desempeñado por la política económica en el desencadenamiento de la crisis financiera, la desigualdad y el estancamiento. Tómese la caja de las políticas neoliberales y ábrase por cualquier lado: lo único que se encontrará será una justificación que proviene directamente de la economía predominante.

La globalización corporativa ha sido fundamentada al recurrir a la teoría del libre comercio basado en las ventajas comparativas, así como a los argumentos neoclásicos a favor de desregular los mercados financieros y abrir paso descontroladamente a los flujos del capital internacional.

El plan u orden de prioridades del gobierno pequeño procede directamente de la argumentación que esgrimió Milton Friedman (1962) en defensa de un Estado minimalista o estilo “vigía nocturno”. El abandono de la política del pleno empleo está fundado en la teoría de Friedman (1968) de una tasa “natural” de desempleo que adoptaron y respaldaron casi todos los profesionales de la economía. Esa teoría postula que la política monetaria no puede incidir a largo plazo en la tasa de desempleo y que no se puede obtener un beneficio en compensación por una disminución en la inflación. Esa tesis sirvió de justificación a los responsables de las políticas para arrojar por la borda el objetivo del pleno empleo y desplazar su campo de atención hacia la meta de inflación. Puesto que la política monetaria no tiene ningún impacto duradero en el empleo, las medidas a tomar deberían enfocarse en minimizar la inflación que es indeseable y que constituye la única cosa sobre la que la política monetaria puede incidir de modo permanente. Así pues, el empleo debería quedar librado a las fuerzas del mercado.

El plan sobre los mercados de trabajo “flexibles” también tiene su origen en la economía neoclásica. Según este argumento, unos mercados laborales efectivamente competitivos garantizan que se pague a los trabajadores y a los directores ejecutivos (CEO) su aportación al valor de producción. Asentada en todos los libros de texto de carácter convencional, esta teoría ha impulsado un ataque orquestado contra los sindicatos, los salarios mínimos y las protecciones al empleo; elementos que en su totalidad han sido tachados de “distorsionadores” del mercado laboral que sólo sirven para reducir el empleo e incrementar el desempleo.

El aumento del poder corporativo se ha justificado con el criterio del valor de las acciones por el que se guían las corporaciones, de acuerdo con el cual la riqueza y el ingreso se maximizan si las corporaciones logran multiplicar el valor de los accionistas. Por último, se ha promovido la expansión de los mercados financieros al recurrir a la teoría de los mercados eficientes, que se funda en que la especulación tiene un efecto estabilizador. La teoría de la cartera de valores ha sido invocada para justificar la innovación financiera exótica en nombre de la atomización del riesgo. Se afirmaba que esa forma de administrar las finanzas creaba efectivamente riqueza adicional sin costos añadidos. Mientras tanto, la diversificación de la cartera haría casi imposible un colapso.

Al unir todas las piezas se observa que la economía del mainstream moderno desempeñó un papel crucial en la construcción del escenario donde se desataría la crisis financiera y la Gran Recesión. De acuerdo con la interpretación elaborada por el keynesianismo estructural, se pueden percibir las huellas de los economistas de la corriente predominante y de la teoría económica moderna en las políticas neoliberales y en la financiarización. Tomadas en conjunto, éstas provocaron la crisis y socavaron el proceso de generación de la demanda, lo cual desembocó en el estancamiento.

V. La hipótesis que los economistas del mainstream no pueden considerar: barreras políticas, psicológicas y sociológicas a la apertura en la economía

La crisis financiera y el estancamiento consecuente han empujado a la economía predominante a ofrecer explicaciones ex post de acontecimientos que no lograron anticipar y que, en un inicio, no estaban capacitados para explicar. Las dos tendencias del mainstream, tanto la dura de “aguas dulces”, como la blanda de “aguas saladas”, tuvieron la necesidad de renovarse.

En contraste con estas corrientes, la economía keynesiana estructural proporciona una relación comprensiva de los hechos que va de la crisis al estancamiento; supo anticipar la crisis y predijo el estancamiento mucho antes de que se convirtiera en un asunto candente. Aun así, pese a que su desempeño fue superior, este enfoque permanece en gran medida ausente de la profesión de la economía y de los círculos en los que se delibera sobre la política económica. ¿Por qué sucede esto? La respuesta tiene que ver con las poderosas fuerzas políticas, psicológicas y sociológicas que apuntalan al statu quo y bloquean el cambio.

1. La política

En lo tocante a la política, el neoliberalismo es un proyecto político que ha llevado adelante los intereses de los negocios y de las élites ricas. A estas élites les interesa mantener la disputa “aguas dulces” contra “aguas saladas” de la economía, porque así se presta apoyo a las políticas neoliberales y se justifican los acuerdos económicos actuales.

Tanto la perspectiva económica de “aguas dulces” como la de “aguas saladas” se fundamentan en la teoría del equilibrio general competitivo formulada por Arrow y Debreu (1954). Cuando existen diferencias, éstas atañen al grado y a la severidad de los fracasos de los mercados, así como a la capacidad del gobierno para solucionar esas fallas. Esta visión de las cosas contrasta con la visión del keynesianismo estructural que rechaza la teoría del equilibrio general como el punto de referencia clave para la economía teórica y constituye una amenaza política a los intereses empresariales dominantes. El apoyo que brindan dichas élites -siempre en defensa de sus beneficios- al statu quo intelectual nos recuerda la observación imperecedera que hizo Karl Marx en La ideología alemana (1845/1932) respecto del fundamento social de las ideas dominantes:

En cada época las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes; en otras palabras, la clase que ejerce el poder material dominante en las sociedades es, al mismo tiempo, la que ejerce la fuerza intelectual. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material controla al mismo tiempo los medios para la producción intelectual, y de ahí se deriva que, hablando en términos generales, quienes carecen de los medios para la producción intelectual estén sometidos a ella.

2. Psicología

En lo referente a la psicología, la estrecha conexión que existe entre los defensores de la economía del mainstream y la caja de políticas neoliberales hace casi imposible que aquéllos reconozcan al menos cierto valor a la historia del keynesianismo estructural. De acuerdo con ésta el incremento en la desigualdad de los ingresos y el estancamiento es el resultado del diseño de políticas. Para el mainstream económico, aceptar esa hipótesis, o al menos reconocerla, equivaldría a admitir que han experimentado un fracaso intelectual en toda la línea. Es muy difícil que cualquier persona se anime a reconocer semejante falla.

En lugar de ello, la respuesta del mainstream se ha apegado consistentemente a la teoría de la disonancia cognitiva que concibió Leon Festiger. El psicólogo social describe este fenómeno como sigue:1

Supongamos que un individuo cree en algo con todo su corazón… Supongamos que se le presentan evidencias inequívocas e innegables de que su creencia es infundada; ¿qué habrá de ocurrir? Con frecuencia el individuo no solamente se quedará imperturbable sino que estará aún más convencido que antes de que sus creencias se fundan en la verdad. Es más, incluso exhibirá un nuevo fervor al acometer la labor de convencer a la gente de lo acertado de su visión y buscar que se sume a su causa.

3. Sociología

Por último, respecto de la sociología, los economistas del mainstream tienen un interés económico en preservar el statu quo intelectual y tienen el poder para hacerlo. Se han capacitado en economía neoclásica; se han basado en ésta para construir su reputación profesional; se han ganado una buena recompensa por dar su apoyo a las élites empresariales y gobernantes, y no tienen nada que ganar al abrir un espacio para que se ventilen los puntos de vista rivales.

Hay que advertir, asimismo, que en los círculos académicos la profesión económica es regida como un club en el que los miembros existentes eligen a los nuevos. Los primeros controlan la entrada al club mediante el sistema de titularidad. También dominan las revistas elitistas especializadas que contribuyen decisivamente a la diseminación de las ideas y determinan quién habrá de adquirir mayor notoriedad; controlan la producción de los nuevos doctores en economía, lo que se traduce en una poderosa influencia sobre las lealtades intelectuales y la receptividad de la siguiente generación de profesionales de la disciplina, y, en fin, controlan el aula, el currículo y el libro de texto, los cuales influyen en la manera en que la sociedad conceptualiza la economía, reafirmando el valor de los conocimientos del mainstream económico. Esos tremendos poderes se emplean para excluir y suprimir las ideas de quienes no comparten las creencias de los miembros del club (Palley, 1997).

Lejos de dar cabida a esas otras voces, en el mejor de los casos los economistas del mainstream toman prestadas las ideas de sus críticos y se esfuerzan en capturarlas e incorporarlas al estilo del “gatopardismo” económico (Palley, 2013): todo cambia para que las cosas se queden igual que antes. Así pues, nociones como la de estancamiento se introducen y se explican como el resultado de una pequeña falla técnica surgida en el mecanismo del mercado, pero los fundamentos de la teoría neoliberal permanecen inalterados. Al mismo tiempo, no se hacen referencias a los trabajos previos de algunos economistas críticos, ya que así se daría reconocimiento a sus contrincantes. Al proceder de ese modo, la idea es capturar y luego desfigurar sus planteamientos para que las perspectivas de los economistas situados fuera del mainstream sigan careciendo de autoridad.

Conclusión: las peligrosas consecuencias no deseadas de la muerte del pluralismo en economía

Las condiciones políticas actuales recuerdan las desagradables condiciones de la década de los treinta, cuando la economía se localizaba en el centro de una vasta oleada de descontento político y enojo. Las penalidades económicas y la decepción generalizada son los factores primarios que han auspiciado el éxito de Donald Trump en los Estados Unidos, de Marine Le Pen en Francia y del Brexit en el Reino Unido.

Esas condiciones dan cuenta de la necesidad de una discusión detallada y abierta sobre la economía con el fin de identificar qué es lo que ha salido mal y qué cosas deberían cambiar. No obstante, si ese diálogo no ha tenido lugar es porque 40 años de dominio del neoliberalismo han destruido el pluralismo en economía, atrofiado la capacidad de la gente común para entender los asuntos económicos y evitado la discusión del mundo de los economistas. En vez de abrir el debate para valorar el peso de las evidencias en las distintas explicaciones, la economía del mainstream ha decidido hacer una serie de remiendos a su modelo teórico, manteniéndolo esencialmente sin ninguna modificación. Esto ha justificado que los responsables de las políticas y los políticos de mayor o menor rango se mantengan en su postura de apegarse al statu quo.

Debemos decirlo con claridad cristalina. La crítica que se hace aquí de la mayoría de los economistas del mainstream no es sobre los “valores” que enarbolan o sobre la falta de voluntad de “cambio” que muestran. Muchos economistas del mainstream comparten los mismos valores de sus críticos del keynesianismo estructural. Asimismo, como se ha visto aquí, la economía predominante ha actualizado y operado un cambio en sus ideas en reacción a los desafíos planteados por la crisis financiera y el estancamiento. Nuestra crítica va dirigida a la práctica intelectual del mainstream económico, en la que el pluralismo ha sido remplazado por el monopolio neoclásico o neoliberal amistoso. Dicho monopolio limita la discusión sobre política económica y contribuye, de ese modo, a bloquear las políticas requeridas para encarar los peligros políticos que encierran las circunstancias presentes.

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* Publicado originalmente por el Forum for Macroeconomics and Macroeconomic Policies (FMM), documento de trabajo núm. 42, enero de 2019. Los errores y omisiones son responsabilidad exclusiva del autor. [Traducción del inglés de Fausto José Trejo.]

1Citado por Mirowski (2010: 35).

Recibido: 21 de Febrero de 2019; Aprobado: 15 de Marzo de 2019

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