Clasificación JEL: I32, O10, O54.
Introducción
La pobreza es un fenómeno multidimensional que afecta la vida de las personas, niega la igualdad de oportunidades y las excluye de las actividades económicas, sociales y culturales de su comunidad. La pobreza se refleja no sólo en bajos niveles de ingreso, sino también en las precarias condiciones de vida de la población, es decir, en la imposibilidad de accesar a una alimentación adecuada, a servicios educativos, a servicios de salud, a fuentes formales de empleo, a una vivienda digna, a una pensión, entre otros aspectos. Esta situación puede propiciar que las familias y los individuos experimenten por varias generaciones condiciones de pobreza.
Los trabajos llevados a cabo por Amartya Sen (1980, 1985a, 1985b, 1987, 1992, 1993) han sido seminales para el desarrollo de distintos enfoques multidimensionales para la medición de la pobreza. Éstos han contribuido, adicionalmente, al análisis de las características de la pobreza, los indicadores y umbrales utilizados, la manera de identificar a las personas en pobreza y las medidas utilizadas para dar cuenta de esta problemática social.
Para establecer una medida multidimensional de pobreza es necesario: i) definir el marco conceptual adoptado para su medición; ii) precisar la unidad de observación del estudio (individuo u hogar); iii) delimitar las dimensiones así como las variables e indicadores que las caracterizan; iv) establecer la importancia relativa de cada dimensión y, en consonancia, estipular los ponderadores de los indicadores; v) seleccionar los umbrales de pobreza (satisfacción mínima) tanto para cada dimensión como de manera global para la identificación de las personas que la padecen, es decir, quién es pobre según el punto de vista multidimensional, y vi) especificar los métodos de agregación tanto dentro como por medio de las dimensiones. Además, y no menos importante, es necesario contar con la fuente de información que permita medir cada una de las dimensiones propuestas según el enfoque teórico adoptado.
La determinación de las dimensiones y de los umbrales implica la especificación del contenido normativo del concepto que sustenta la medición (por ejemplo, las garantías básicas de ciudadanía que se consideran indispensables para que las personas puedan participar en la vida social) (Feres y Villatoro, 2012). A lo largo del documento se describe el enfoque adoptado para construir la metodología de medición de pobreza, las dimensiones que se incluyeron y el diseño de la fuente de información que permitió contar con las variables necesarias para realizar la medición multidimensional.
En México, hasta antes de la promulgación de la Ley General de Desarrollo Social (LGDS) en 2004 y la creación del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) mandatado por ésta, la mayoría de los estudios sobre medición y análisis de la pobreza estaba basada en una perspectiva unidimensional, la cual utilizaba el ingreso como una aproximación del bienestar económico de la población.1 Con esta perspectiva, la identificación de la población en pobreza se realiza de manera indirecta, es decir, se contrasta el ingreso de las personas con una línea de pobreza que permite valorar si dicho ingreso es insuficiente para satisfacer sus necesidades y, por ende, determinar si la persona es pobre o no.
A nivel internacional esta forma de medir la pobreza sigue vigente y ha sido la más común desde el origen de estas medidas (Rowntree, 1901). El Banco Mundial utiliza el enfoque unidimensional que permite, a partir de una línea de pobreza, que actualmente es de 1.25 dólares estadunidenses por persona al día (ajustados por la paridad del poder adquisitivo), comparar las condiciones de pobreza de distintos países (Ravallion, 2009). Sin embargo, las mediciones basadas únicamente en los ingresos tienen algunas limitaciones: no consideran el valor intrínseco que tienen para la vida de las personas dimensiones no monetarias como la salud y la educación, y no consideran la utilización de bienes y servicios que no son proporcionados por el mercado.
La metodología multidimensional que aquí se presenta utiliza los criterios que establece la LGDS en cuanto a la periodicidad de la medición (cada dos años a nivel nacional y estatal, y cada cinco a escala municipal); las fuentes de información (que genera el Instituto Nacional de Estadística y Geografía), y los indicadores que habrá de considerar (ingreso, rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a los servicios básicos en la vivienda, acceso a la alimentación y el grado de cohesión social).
La metodología se basa en los conceptos normativos de derechos sociales y en el bienestar económico de los individuos para identificar a las personas en situación de pobreza. Utiliza una línea de corte por cada dimensión para identificar si la persona es carente económica o socialmente en la misma. En el espacio de los derechos sociales permite contar cuántas y cuáles son las carencias que afectan la vida de las personas. Las medidas agregadas que se proponen posibilitan conocer la proporción y el número de personas en pobreza, las carencias que experimentan y la contribución de cada dimensión a la pobreza. Asimismo, satisfacen propiedades que hacen factible la comparación de los resultados a lo largo del tiempo, la descomposición por grupos de población y a nivel territorial y la identificación de grupos de población que, por sus condiciones de pobreza, requieren atención prioritaria.
El artículo está estructurado de la siguiente manera: en la sección I se señalan los antecedentes; la II describe la metodología (mediciones, base de datos, dimensiones seleccionadas, umbrales y ponderaciones); la III muestra los resultados empíricos que ilustran la metodología, y al final se presenta algunas conclusiones.
I. Antecedentes
Desde el último decenio del siglo XX y, en particular, en los últimos años, las investigaciones y estudios de la pobreza que se han realizado a escala internacional han intentado identificar con mayor precisión y mediante enfoques multidimensionales las condiciones de vida de la población que padece pobreza y marginación.2 Anteriormente predominaba el enfoque unidimensional el cuál toma, como única aproximación al bienestar, el ingreso o el consumo de los hogares. Las principales críticas hacia este enfoque están relacionadas con la negación del carácter multidimensional de la pobreza, la inobservancia de las diferencias al interior del hogar (derivada de la falta de disponibilidad de información personal), la falta de reconocimiento de la diversidad de necesidades de las personas; su indiferencia a los bienes y servicios proporcionados fuera de los mercados (por el Estado, organizaciones no gubernamentales, entre otros) o el desincentivo que supone para la inversión en servicios públicos (CDESC, 2001; CTMP, 2002; Jahan, 2002; Kakwani y Silber, 2008; Minujin et al, 2006; O’Neil, 2006).
Las medidas basadas en el ingreso corriente exclusivamente aproximan la capacidad de consumo privado por medio del mercado, pero no captan el acceso a bienes públicos (educación, salud, infraestructura, etc.), lo cual erosiona la correlación ingreso-bienestar. Por ejemplo, una persona podría tener los medios para accesar a la educación o al agua potable, pero dichos servicios podrían no estar disponibles en el mercado (Feres y Villatoro, 2012).
La diversidad de problemáticas asociadas a la pobreza ha ocasionado una amplia variedad de enfoques para su medición. El modo en que se concibe la pobreza tiene consecuencias directas para su superación (Gordon, 2006; Kakwani y Silber, 2008). La determinación de los umbrales en cada dimensión y la manera en que se identifica a la persona en pobreza puede tener consecuencias en los niveles de pobreza en una sociedad. De aquí que sea necesario, al adoptar un enfoque de pobreza, tomar en consideración los objetivos que cada sociedad se plantea a sí misma a este respecto.
Entre los enfoques multidimensionales para medir la pobreza se encuentran el método de las capacidades (Sen, 1993, 1999), las metodologías que combinan el ingreso con las necesidades básicas insatisfechas (NBI) (Beccaria y Minujín, 1985; Feres y Mancero, 2000),3 el método de medición integrado de la pobreza (MMIP) (Boltvinik, 1992), el enfoque de derechos (Donald y Mottershaw, 2009), el método de privación relativa (Townsend, 1979; Gordon, 2010), la perspectiva de igualdad de oportunidades (Roemer, 1998), los métodos orientados por axiomas (Alkire y Foster, 2007, 2011), entre otros.
Desde la perspectiva de Sen (1980), las capacidades son las posibilidades que tienen las personas para alcanzar determinados funcionamientos (por ejemplo vestirse, alimentarse, ser socialmente aceptado, etcétera). De esta manera, contar con las capacidades para generar ingresos, obtener empleo y educación, es más importante que tener dichos recursos (Nussbaum y Sen, 1996).
En la Gran Bretaña se ha desarrollado el enfoque de pobreza relativa. Este enfoque considera a una persona, una familia o un grupo de población en situación de pobreza si carecen de recursos para obtener los tipos de alimentación, participar en actividades y tener las condiciones de vida y comodidades habituales, o al menos las que son ampliamente fomentadas o aprobadas en la sociedad a la que pertenecen (Townsend, 1979), una concepción de pobreza reconocida desde Adam Smith. Esta metodología ha sido muy utilizada y progresivamente mejorada en varios países europeos (Atkinson et al, 2005).
David Gordon es uno de los investigadores que le ha dado continuidad a la investigación del enfoque relativo. Este autor identifica a los pobres como las personas que tienen tanto una calidad de vida baja como un ingreso insuficiente. Por medio de dos ejes establece, por una parte, un índice de privación que evalúa la calidad de vida (eje vertical) y, por otra parte, los recursos económicos medidos por el ingreso (eje horizontal). La calidad de vida puede incluir las condiciones tanto materiales como sociales en las que viven las personas y su participación en la vida económica, social, cultural y política del país o sociedad en la que habitan (Gordon, 2010).
La metodología propuesta por Beccaria y Minujín (1985) y el trabajo de la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Dirección General de Estadística y Censos del Uruguay (DGECU) (1988), con datos de Argentina y Uruguay, respectivamente, combinan el ingreso con el enfoque de NBI y tienen la intención de ser complementarios. La complementariedad estriba en que cada método capta necesidades diferentes. Las medidas de ingreso, asociadas a una línea de pobreza, captan la privación en el corto plazo y el enfoque de NBI, que proporciona información sobre indicadores más estables en el tiempo, identifica problemas estructurales. A partir de estos trabajos, la combinación del ingreso con el enfoque de NBI llegó a constituirse, durante el decenio de los noventa, en una práctica habitual de caracterización de la pobreza en la América Latina (Feres y Mancero, 2001). Una de las críticas a esta combinación de métodos proviene de los problemas de ponderación y agregación de las dimensiones en un solo índice, y también en la redundancia entre la información obtenida por el método de ingresos y por el de NBI.
Como una variante del método anterior, Boltvinik (1990, 1992) desarrolló el MMIP para evitar la duplicación de información captada por el método de ingresos y por el de NBI. El MMIP propone eliminar las medidas de capacidad de consumo de la dimensión NBI, por cuanto duplican los datos captados por medio del ingreso. Asimismo, el método sugiere eliminar de la canasta usada para la construcción de la línea de pobreza a las necesidades ya medidas a partir del método NBI. El MMIP toma en consideración las carencias asociadas al patrimonio básico (vivienda y equipamiento doméstico), el acceso a servicios de salud y seguridad social, y la educación. Estas carencias se combinan para determinar la pobreza por NBI. Después, la pobreza de tiempo4 se integra con la pobreza de ingresos y se combina con la pobreza por NBI para obtener la pobreza integrada (Boltvinik, 2012).
Por otra parte, existen desarrollos metodológicos de medición multidimensional basados en el cumplimiento de un conjunto de propiedades deseables (axiomas). Alkire y Foster (2007) desarrollaron una propuesta con base en la extensión de los axiomas empleados en la medición monetaria de pobreza a los ámbitos no monetarios. Estos autores proponen un enfoque para identificar a un individuo u hogar como pobre al contar las dimensiones en las cuales tienen privaciones, que se basa en umbrales específicos para cada dimensión, y después comparan el número de privaciones contra un umbral de múltiples privaciones. De este modo, proponen un método de identificación de línea de corte dual.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el Informe sobre Desarrollo Humano de 2010 (PNUD, 2010), en sustitución del índice de pobreza humana (PNUD, 1997), propuso el índice de pobreza multidimensional (IPM). Este índice toma en cuenta tres dimensiones equiponderadas (educación, salud y calidad de vida) medidas por medio de diez indicadores (Alkire y Santos, 2010).
El IPM ha sido criticado debido a que no incorpora el indicador de ingreso (Ravallion, 2011), lo que podría provocar, por ejemplo, la subestimación de un aumento de la pobreza en un país en crisis económica pero con avances en las coberturas de servicios básicos y de infraestructura física y social. Las mediciones de pobreza basadas solamente en medidas monetarias pueden conducir al juicio de superación de la pobreza cuando en la realidad persiste una población con privaciones en los aspectos no monetarios del bienestar.
La metodología que a continuación se presenta considera dos espacios analíticos fundamentales. Por una parte, recupera la medición de pobreza por ingresos por medio del espacio de bienestar y, por otra, considera el espacio de los derechos sociales en el cual se emplean indicadores de carencia social relacionados con privaciones en educación, salud, seguridad social, vivienda y alimentación (Coneval, 2010). A partir de estos elementos se identifica a las personas en condición de pobreza como aquellas cuyos ingresos son insuficientes para satisfacer sus necesidades básicas y que padecen al menos una carencia social.
Esta metodología tiene tres características que permiten diferenciarla de las descritas anteriormente. Primero, se trata de una aproximación multidimensional basada en derechos sociales universales. Segundo, a diferencia de otros paradigmas teórico metodológicos para la medición multidimensional de la pobreza que combinan en un solo índice todas las dimensiones, la identificación de las personas en pobreza, según esta perspectiva, utiliza una medida bidimensional. En una dimensión se presenta el ingreso y, en la otra, se cuantifican las carencias sociales. Tercero, la metodología clasifica a la población en distintos grupos de acuerdo con su condición de pobreza o vulnerabilidad, lo que ayuda a que se recomienden instrumentos de políticas públicas diferenciados en materia económica y social dirigidos a cada dimensión específica. Esto permite ser más eficiente no sólo para focalizar y atender a la población pobre sino también para distribuir el gasto social. Existe un cuarto elemento, compartido con otros enfoques, que se refiere a la posibilidad de desagregar la información de pobreza para diferentes grupos de población, por ejemplo, según edad, sexo, condición étnica o a nivel territorial.
II. Metodología
En consonancia con el análisis académico y el debate internacional, la LGDS estableció que para realizar la medición de la pobreza debían considerarse los derechos sociales y el bienestar económico. El Coneval, en cumplimiento de esta ley, elaboró la metodología oficial de medición desde una perspectiva multidimensional y basada en derechos.5 De manera conjunta con el INEGI se diseñó la fuente de información a partir de la cual se elaboraron las mediciones6.
1. Identificación de la población en pobreza7
Según Sen (1976) toda metodología rigurosa de medición de pobreza debe resolver dos problemas básicos: el de identificación y el de agregación. La identificación se refiere a los criterios para determinar si una persona es pobre o no. La agregación radica en establecer un conjunto de indicadores poblacionales que permitan conocer el número y porcentaje de personas pobres y determinar su nivel de pobreza.
La metodología se basa en el enfoque de derechos sociales para la identificación de las personas en situación de pobreza. Este enfoque está asociado a la existencia de garantías fundamentales, inalienables, insustituibles e interdependientes, por lo que, desde esta perspectiva, la pobreza constituye, en sí misma, una negación y una violación de los derechos humanos.8
La metodología toma en cuenta dos espacios analíticos: el espacio del bienestar económico (ingreso) y el espacio de los derechos (carencias sociales). El espacio del bienestar económico, medido por el ingreso corriente total per capita,9 y el espacio de los derechos sociales, que da cuenta de seis carencias sociales enunciadas en la LGDS (rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a los servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación), sirven para identificar a la población en situación de pobreza.10 Esta metodología toma en consideración el contexto normativo de México. No obstante, sin pérdida de generalidad puede utilizar distintas dimensiones, indicadores y umbrales.
a) Espacio del bienestar económico. En esta subsección se describe la metodología empleada para identificar si una persona presenta carencia en el espacio del bienestar económico y se puntualiza la forma en que se construyeron los umbrales de esta dimensión a partir de dos canastas. Una canasta alimentaria y otra canasta que incluye, además de la alimentaria, un conjunto de bienes y servicios de consumo básico (canasta completa). El valor monetario de la canasta alimentaria constituye la línea de bienestar mínimo11 y el valor monetario de la canasta completa la línea de bienestar.12
Se dice que una persona i es carente en el espacio del bienestar, si el ingreso per capita del hogar (h) al que pertenece es inferior a la línea de bienestar (L), y no lo es cuando el ingreso es igual o superior a dicha línea. En símbolos:
i). La persona es carente (Pi = 1) si el ingreso per capita del hogar al que pertenece (Yi), es tal que Yi < L, es decir cuando (Yi - L) < 0.
ii). La persona no es carente (Pi = 0) si Yi ≥ L, de modo que Pi = 0, o bien, (Yi - L) ≥ 0.
Para identificar a las personas carentes en el espacio del bienestar económico se elaboraron cuatro canastas con los datos de la ENIGH del año 2006, una alimentaria y otra no alimentaria, en los contextos rural y urbano.13 El método para la construcción de la canasta alimentaria se fundamenta en la propuesta metodológica de la CEPAL (2007), que se basa en los patrones de gasto de los hogares para aproximarse a los valores de consumo de energía y micronutrientes.
La metodología ubica un estrato poblacional de referencia cuya aproximación de consumo coincide con la recomendación nutricional. Para ello, las cantidades compradas por cada hogar de los diferentes alimentos en un periodo determinado (mensual, semanal o diario) se transforman en consumos de nutrientes de acuerdo con tablas de aportaciones nutricionales de los alimentos. Se suman las cantidades consumidas de nutrientes y se comparan con el requerimiento de consumo de cada hogar, según su composición por edad y sexo, para determinar si el hogar alcanza el consumo requerido de los mismos o no. El procedimiento consiste en ordenar los hogares por su ingreso; con base en esta ordenación se identifica el conjunto de hogares que logran satisfacer el consumo requerido. La lista de alimentos que requieren los hogares del estrato de referencia, la frecuencia de compras, la participación en el gasto y las aportaciones nutricionales, permiten construir la canasta alimentaria (Coneval, 2010 y 2012).
Para la determinación de los rubros del gasto no alimentario se utilizó la metodología propuesta por Hernández (2009), la cual considera las preferencias de bienes no alimentarios, frecuencia de su consumo y participación de éstos en el gasto total para determinar el contenido de la canasta básica no alimentaria. Este análisis combina información proveniente de la ENIGH y de una encuesta nacional realizada en 2008 sobre percepciones de la población acerca de la necesidad de los distintos bienes y servicios no alimentarios. Los bienes y servicios de la canasta no alimentaria se determinaron a partir de los siguientes cuatro criterios: i) que los bienes y servicios mostraran una elasticidad-ingreso menor a uno, es decir, que fueran bienes necesarios; ii) que 50% o más de la población considerara que el bien o servicio es necesario; iii) que la participación del gasto en el bien con respecto al gasto total en el estrato de referencia fuese mayor a la media de todos los bienes, la cual fue de 16%, y iv) que el porcentaje de los hogares que consumieron el bien o servicio en el estrato de referencia fuese mayor a 20% (Coneval, 2010 y 2012).
b) Espacio de los derechos sociales. La metodología considera las siguientes carencias sociales: rezago educativo (C1), acceso a los servicios de salud (C2), acceso a la seguridad social (C3), calidad y espacios de la vivienda (C4), acceso a servicios básicos en la vivienda (C5) y acceso a la alimentación (C6).14 Para determinar si una persona es carente o no en el espacio de los derechos sociales es necesario referirse a los indicadores o variables que lo conforman y a sus respectivos umbrales (véase Apéndice). Los umbrales de los indicadores del espacio de los derechos son análogos a las líneas de bienestar en el ámbito económico. No obstante, éstos se determinaron tomando en cuenta los siguientes criterios: i) se aplicaron las normas legales si existían; ii) en caso de que no las hubiese, se recurrió a los criterios definidos por expertos de instituciones públicas especialistas en los temas relacionados con el indicador; iii) si los criterios anteriores no eran concluyentes, se emplearon métodos estadísticos para determinarlos y, en último caso, iv) la determinación la hizo la comisión ejecutiva del Coneval (2010).
En la agregación de carencias en este espacio subyacen dos operaciones, una lógica y otra estadística. La primera, la lógica, se expresa en el operador “O” (o unión) que lleva a calificar como carente a una persona que presente al menos uno de los perfiles señalados en el Apéndice respecto a cada carencia. La operación unión aplicada a las carencias en cada una de las variables se sustenta en que los derechos sociales son indivisibles e indisolubles.15 La otra operación (la estadística) sirve para determinar los umbrales cuyo nivel mínimo de medición debe ser ordinal, a menos que la variable sea dicotómica, como es el caso del suministro de energía eléctrica. Por ejemplo, las variables acceso al agua, tipo de drenaje y el combustible que se usa para cocinar son ordinales y, por tanto, se pueden dividir en dos, la parte que está por debajo del umbral (que identifica a los carentes) y la que empieza en el umbral (la parte superior de la variable) donde se ubican los no carentes.16
Se dice que una persona i es carente en el espacio de los derechos sociales si presenta alguna carencia j, en que j = 1, …, 6. La identificación de las carencias sociales toma en consideración que los derechos son indivisibles e indisolubles, de modo que basta con que la persona i presente por lo menos una carencia (Cj) para ser clasificada como carente. La primera de estas propiedades permite asignar a la carencia j de la persona i el valor de 1 (Cij = 1) y en caso contrario el valor de 0, (Cij = 0). Como no hay jerarquía entre los derechos no cabe la posibilidad de asignarles ponderaciones distintas, por lo que se pueden agregar por simple suma. La suma de las carencias (Ci,j) de la persona i (número de carencias) es su índice de privación social y se expresa de la siguiente manera:
En la ecuación anterior d simboliza el número de dimensiones consideradas, que en este caso es igual a 6. Toda persona i será considerada carente si su índice de privación social es mayor o igual que 1, ya que para ser clasificado en esa condición basta con que presente carencia en uno o más de los indicadores. De acuerdo con Gordon (2010) y Gordon y Shailen (2012), para construir un índice de privación social es necesario verificar que el índice sea válido, confiable y aditivo. Estas tres condiciones fueron verificadas al construir el índice antes descrito.17
2. Combinación de los espacios: Pobreza multidimensional
Si B(Pi) y D(IPi) denotan dos conjuntos definidos de la misma población, en que el primero las clasifica como personas con ingreso inferior a la línea de bienestar, y el segundo de acuerdo con su número de carencias, entonces se puede definir la función Im que expresa sintéticamente la definición de pobreza multidimensional:
en la que Pim es una variable dicotómica (indicador) que asume el valor de 1 si la persona genérica i es pobre según la medición multidimensional y 0 si no lo es.
Una persona se encuentra en situación de pobreza multidimensional cuando tiene una o más carencias sociales y, simultáneamente, sus ingresos son insuficientes para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades básicas (Coneval, 2010). La metodología utiliza el criterio de intersección y no de unión de las dimensiones para identificar a la población en pobreza. Esta es una característica particular de la metodología desarrollada por México.
Al tener dos espacios analíticos diferentes, la identificación de la persona pobre obedece tanto al diagnóstico de su situación económica como al número de carencias sociales que presenta. En el eje vertical de la Gráfica 1 se representa el espacio del bienestar económico, el cual se mide por medio del ingreso de las personas. La línea de bienestar permite diferenciar si las personas tienen un ingreso suficiente o no.
En el eje horizontal se representa el espacio de los derechos sociales, medido mediante el índice de privación social. Es preciso señalar que, a diferencia de la presentación usual en las gráficas cartesianas, la población ubicada a la izquierda de este eje tiene más carencias que la situada a la derecha. Asimismo, puesto que son consideradas carentes las personas que presentan al menos una carencia social, el valor del umbral de privación es 1. A partir del umbral de privación es posible diferenciar las personas con carencias de quienes no las tienen. Así, las personas que se ubican en el eje horizontal a la izquierda del umbral de privación son aquellas que experimentan al menos alguna carencia; quienes se encuentran a la derecha son quienes no padecen carencia en alguna de las seis dimensiones sociales.
Gráficamente los pobres multidimensionales se representan en el cuadrante I de la Gráfica 1. En este cuadrante se encuentran aquellas personas que presentan una o más carencias sociales y cuyos ingresos son inferiores a la línea de bienestar. Las personas localizadas en el cuadrante II se califican como vulnerables por carencia social: no son carentes en la dimensión del bienestar pero sí lo son en el índice de privación social. En el cuadrante III se localizan los vulnerables por ingreso: las personas cuyos recursos económicos son inferiores a la línea de bienestar y que no tiene carencias. En el cuadrante IV se incluye a la población que no tiene carencias sociales ni de ingresos.
En el espacio del ingreso se puede distinguir a la población cuyo ingreso es inferior a la línea de bienestar mínimo (LBm) la cual equivale al valor de la canasta alimentaria. De manera análoga, en el espacio de los derechos sociales se puede determinar un número C* que divide a la población en dos grupos, uno formado por los que tienen más carencias y otro por los que tienen menos.18 El primero está constituido por todas las personas que tienen un índice de privación social tal que
y el otro grupo incluye a los que tienen un índice de privación menor que C*,
Estas nuevas definiciones permiten identificar dos tipos de pobres: los extremos (cuadrante Iʹʹ) y los pobres moderados (Gráfica 2). La persona i es pobre extremo (Pi, me) si tiene simultáneamente un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo (Yi, < LBm), y tres o más carencias sociales (mayor o igual que C*). Según esta definición, el individuo i es o no pobre extremo de acuerdo con lo siguiente:
Se genera así una variable que asume el valor de 1 para toda persona que satisfaga la definición de pobre extremo y de 0 en caso contrario. Por otra parte, serán considerados pobres moderados (Pi, mm) aquellas personas que, de acuerdo con la medición multidimensional, son pobres pero no pobres extremos.
3. Agregación
Una vez identificadas las personas pobres, es necesario contar con una serie de medidas que indiquen la magnitud y estado de la pobreza de la población. Las medidas agregadas de pobreza deben satisfacer un conjunto de propiedades, como por ejemplo, asegurar la comparación de las mediciones de pobreza nacional, estatal y municipal, y a lo largo del tiempo; permitir valorar la contribución de los estados y los municipios a paliar la pobreza nacional; posibilitar el conocimiento de la participación de cada una de las dimensiones, y cumplir algunas cualidades analíticas.19
Esta metodología emplea tres tipos de medidas agregadas de pobreza: la incidencia, la profundidad y la intensidad. Para calcular la incidencia de la pobreza multidimensional se divide el número de personas en esta condición entre el total de la población (n).
La incidencia de la pobreza multidimensional (Hm) se define como:
De modo análogo, la incidencia de la pobreza multidimensional extrema (Hme) se expresa de la siguiente forma:
La incidencia de la pobreza multidimensional moderada (Hmm) se formula de la siguiente manera:
en la que qm es el número de personas en situación de pobreza multidimensional, qme denota el número de personas en situación de pobreza multidimensional extrema y qmm representa el número de personas en situación de pobreza multidimensional moderada.
Las medidas multidimensionales de incidencia de la pobreza no son sensibles20 a la cantidad de carencias que tiene la población en pobreza, excepto por la transición entre pobreza moderada y pobreza extrema (un pobre moderado con dos carencias sociales y un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo pasaría a clasificarse como pobre extremo si padeciera de una carencia adicional).
Las medidas de profundidad se presentan tanto para el espacio del bienestar económico como para el de los derechos sociales.21 En el primero, un estándar general para medir la pobreza unidimensional por ingreso o por gasto, es el índice de Foster, Greer y Thorbecke (FGT).
El dominio de la suma (q0) representa a las personas carentes por ingresos (es decir, aquellas para las que Y < L). FGT0 mide la incidencia de la pobreza; FGT1(α = 1) cuantifica la brecha o profundidad de la pobreza, y FGT2 , la brecha cuadrática, es sensible a la desigualdad de la pobreza además de la profundidad en el espacio del bienestar (Foster, Greer y Thorbecke, 1984).
La expresión (L - Yi) es una medida de la profundidad de la carencia de ingreso: mientras mayor sea la brecha entre el ingreso y la línea L, mayor será la profundidad de su carencia de bienestar. Si esta diferencia se pone en relación con la línea de pobreza [(L - Yi)/L], el resultado es una medida relativa de la brecha, pero esta vez normalizada en unidades de línea de pobreza.
En el espacio de los derechos sociales, el índice de privación social se mide de la siguiente manera:
en la que q es el número de personas pobres multidimensionales (extremos o moderados). Esta expresión cuantifica el promedio de carencias que sufre la población pobre. Además, al ser una combinación lineal del índice de privación social de cada individuo, es posible calcularla para los subconjuntos poblacionales que se definan de manera tal que la suma de las partes reconstituyen el total.
La profundidad en el espacio de los derechos se puede medir por la proporción de dimensiones en que la persona i presenta carencias. La privación será más profunda cuanto mayor sea dicha proporción. Si se simboliza el número total de dimensiones consideradas en el espacio de los derechos por d se tiene que:
La profundidad en el ámbito de las carencias se define como la proporción media de carencias. Si hay d dimensiones, entonces la profundidad de las carencias en el espacio de los derechos está dada por
A se puede calcular tanto para la pobreza multidimensional como para la pobreza multidimensional extrema -dependiendo de cómo se defina q-. En el primer caso se simboliza por Am y en el segundo por Ame.
Alkire y Foster (2007) propusieron una medida de intensidad de la pobreza que consiste en multiplicar la incidencia por la profundidad. Los indicadores de intensidad de la pobreza multidimensional son casos particulares de dicha propuesta, con la diferencia en que, de acuerdo con la concepción teórica del Coneval, no se considera pertinente incluir el ingreso en el cálculo de las medidas de profundidad. De conformidad con el marco conceptual, se definió la intensidad de la pobreza multidimensional (Im),
Del mismo modo, la intensidad de la pobreza multidimensional extrema se obtiene de la siguiente forma:
La intensidad de la pobreza multidimensional moderada se obtiene mediante la expresión:
Los numeradores de Im, Ime e Imm cuantifican el número total de carencias de los conjuntos de los pobres multidimensionales, multidimensionales extremos y los moderados, y los correspondientes denominadores nd expresan el número total de carencias que puede experimentar la población, de modo que los Im miden la proporción de carencias multidimensionales en la población respecto al máximo posible de privaciones que podrían existir en la población.
FGT0 , el índice de privación social, los índices de intensidad y de la incidencia de la pobreza multidimensional, multidimensional extrema y moderada tienen la propiedad de ser agregativos o desagregables por subgrupos poblacionales. Esto quiere decir que la suma ponderada de los valores calculados en las particiones de la población arroja como resultado el valor del índice total. A partir de esta propiedad se puede cuantificar la aportación de cada elemento de la partición a la pobreza total.
Con estas medidas es posible calcular también la aportación que hace cada dimensión a la intensidad de la pobreza ya que se trata de combinaciones lineales definidas sobre particiones. Las medidas de intensidad destacan el papel que desempeñan las carencias en la medición multidimensional de la pobreza, información que resulta útil para orientar la política social.
La metodología adoptada para medir la pobreza multidimensional hace posible estimar la contribución de diversas particiones de la población a la pobreza global, pero no permite separar los efectos “bienestar” y “privación”. Esta propiedad sí la cumplen las aproximaciones que combinan linealmente ambos espacios como, por ejemplo, el índice propuesto por Foster (2010), que otorga el peso “un medio” a la dimensión ingreso y el otro medio se reparte por igual entre las dimensiones restantes.22 En este mismo sentido, el MMIP asigna pesos diferentes en sus distintas versiones (Boltvinik, 2010), pero lo hace al costo de atribuir ponderaciones que suelen ser objeto de disputas, pues los criterios para dirimirlas suelen estar ausentes. De esta manera, los pesos asignados a cada dimensión son subjetivos y poco claros.
III. Medición de la pobreza (2010-2012)23
De acuerdo con la definición oficial, son pobres quienes tienen al menos una carencia social y un ingreso inferior a la línea de bienestar. En 2010 México tenía 52.8 millones de personas en condición de pobreza (46.1%). Entre ellos, había 39.8 millones de personas que vivían en pobreza moderada y 13.0 millones en pobreza extrema. Las carencias sociales que más afectaban a la población y, por tanto, contribuían más a la pobreza eran la carencia por acceso a la seguridad social (60.7%), la carencia por acceso a los servicios de salud (29.2%) y la carencia por acceso a la alimentación (24.8%).
Los datos de la medición para 2010 muestran que, en el rubro de ingresos, 19.4% de la población carecía de ingreso suficiente para adquirir la canasta de alimentos y que poco más de la mitad de la población (52.0%) no podía satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias por falta de recursos económicos.
La metodología facilita evaluar los cambios entre diferentes mediciones en el tiempo. A manera de ejemplo se presenta los cambios entre 2010 y 2012 (Cuadro 1).
FUENTE: Estimaciones del Coneval con base en el MCS-ENIGH 2010 y 2012.
* P < 0.05 (pruebas de hipótesis de diferencias 2010-2012 de una cola).
Entre 2010 y 2012 la proporción de personas en pobreza en el país pasó de 46.1 a 45.5%. Si bien el cambio demostró no ser estadísticamente significativo, esto implicó que la estimación puntual del número de personas en pobreza pasara de 52.8 a 53.3 millones de personas, como resultado del crecimiento poblacional. La pobreza extrema, por su parte, pasó de 11.3 a 9.8%, lo cual implicó la disminución (estadísticamente significativa) en casi millón y medio de personas (13.0 a 11.5 millones), 13.2% menos que el nivel registrado en 2010. Cabe señalar que el número de carencias promedio de la población en pobreza y pobreza extrema disminuyó, en el primer caso de 2.6 a 2.4 carencias y, en el segundo, de 3.8 a 3.7 carencias.
Los resultados ayudan a identificar las entidades donde hubo mayor variación (disminución o aumento estadísticamente significativo) en el porcentaje de personas en condiciones de pobreza: Tabasco, Zacatecas, Querétaro, Campeche y Chiapas registraron descensos respecto de 2010; por su parte Quintana Roo y Nayarit tuvieron incrementos en ese periodo (Cuadro 2). Por lo que respecta a la pobreza extrema, las pruebas de significación estadística muestran que a nivel nacional y en siete entidades (Campeche, Chihuahua, Durango, el Estado de México, Querétaro, Veracruz y Zacatecas) disminuyó el porcentaje de personas en esta condición.
FUENTE: Estimaciones del Coneval con base en el MCS-ENIGH 2010 y 2012.
* P < 0.05 (pruebas de hipótesis de diferencias 2010-2012 de una cola).
La metodología permite valorar los cambios tanto en los aspectos relacionados con el ingreso de las personas como en las carencias sociales asociadas a la educación, salud, seguridad social, vivienda y alimentación. Por ejemplo, en el Cuadro 1 se muestra que cinco de las seis carencias sociales presentaron una disminución estadísticamente significativa en ese periodo; la única excepción fue la carencia por acceso a la seguridad social que pasó de 60.7 a 61.2%, aunque el cambio no fue estadísticamente significativo. La disminución más notoria fue la de la carencia por acceso a los servicios de salud, que pasó de 33.5 a 25.3 millones, es decir, una disminución de más de ocho millones de personas, lo que representa 26.3% menos que en 2010. La carencia por acceso a la alimentación disminuyó 6.1% respecto a 2010 al pasar de 24.8 a 23.3% (28.4 a 27.4 millones de personas).
Gracias a la desagregación de la información es posible ubicar áreas específicas de intervención. Por una parte, al tener el diagnóstico de la situación económica de las personas, el Estado puede instrumentar políticas, si fuese el caso, que ayuden a la creación de empleo y la mejora de los ingresos de las familias. Por otra, la identificación de las carencias sociales que afectan a la población también ayuda a definir instrumentos de política pública específicos para atender, por ejemplo, la falta de servicios básicos en las viviendas de un estado o un municipio, el rezago educativo en cierto grupo de población o la carencia por acceso a la alimentación en una determinada comunidad.
Respecto a las medidas agregadas, en el Cuadro 3 se registra el índice FGT1 (Foster, Greer y Thorbecke, 1984), medida asociada a la carencia de ingresos. Esta medida representa la distancia promedio entre el ingreso y la línea de bienestar económico de la población carente en este espacio. Se puede observar que conforme aumenta el número de carencias sociales por individuo, la profundidad también se incrementa.
FUENTE: Estimaciones del Coneval con base en el MCS-ENIGH, 2012.
a La medida de profundidad toma en cuenta a la población con ingreso inferior a la línea de bienestar.
En el espacio de los derechos sociales, la medida de profundidad es el número promedio y la proporción promedio de carencias. En el Cuadro 1 se registra el número promedio de carencias que presentaron en 2010 y 2012 algunos grupos seleccionados de población, la información específica para las entidades federativas se presenta en el Cuadro 4.
En cuanto a la intensidad de la pobreza multidimensional se considera, a manera de ejemplo, la descomposición de la medida global sobre la partición de las entidades federativas y las dimensiones en el ámbito de las carencias, desagregación que permite observar entidad por entidad con cuánto contribuye cada carencia social a la intensidad de la pobreza.
Las aportaciones de las carencias sociales a la intensidad de la pobreza permite identificar, por cada entidad y para todo el país, cuáles son las carencias que más contribuyen en su composición. En la Gráfica 4 se observa que en todas las entidades del país el acceso a la seguridad social es el rubro que más contribuye en esta medida de pobreza.
Conclusiones
La metodología de medición de pobreza proviene de un ordenamiento jurídico (la LGDS) que señala la periodicidad, la desagregación geográfica, la fuente de información y los indicadores por tomar en cuenta para realizar la medición de pobreza en México. La metodología, al considerar los espacios del bienestar y de los derechos sociales (vinculados a la política económica y a la política social), identifica ámbitos que, al ser de naturaleza diferente, permiten que la medición ofrezca información tanto del ingreso de las personas como de las carencias sociales que presentan.
Estos dos espacios ayudan a identificar prioridades de política pública, también proporcionan información para definir las poblaciones objetivo de programas sociales diversos, los que, hasta antes de la medición multidimensional, solían ser evaluados por su efecto en la pobreza monetaria aunque sus acciones mantuvieran una relación remota con ésta.
La metodología no combina en un solo índice o indicador el ingreso y las carencias sociales, sino que los considera de manera independiente para identificar a las personas en pobreza. Esta es una diferencia fundamental respecto a otros enfoques teóricos analizados en el documento.
Por otra parte, las medidas de profundidad e intensidad ayudan a evaluar las dimensiones económica y social de la pobreza. Con el índice FGT es posible analizar la brecha que existe entre la población que no tiene ingresos suficientes para adquirir la canasta de bienes y servicios básicos (LB) respecto al costo de la misma. La profundidad de las carencias sociales se presenta mediante la proporción promedio de carencias sociales. Esta medida permite conocer cuál es el desafío que enfrenta la sociedad para que la población deje de tener carencias sociales. Por su parte, las medidas de intensidad ayudan a identificar la contribución a la pobreza de las distintas carencias sociales que presenta la población.
A manera de síntesis, la metodología de medición de la pobreza ayuda a identificar aspectos fundamentales para sustentar la elaboración y la evaluación de las políticas públicas. En este sentido, los resultados de la medición de pobreza facilitan los siguientes cuatro aspectos: i) tener un diagnóstico de la situación de pobreza o vulnerabilidad económica o social en que vive la población; ii) conocer los cambios en cada una de las dimensiones que componen la pobreza, por grupos de población y por estados; iii) identificar los avances y el efecto de las políticas públicas en los indicadores de la medición, y iv) conocer los retos y desafíos que aún existen para cada una de las dimensiones que componen la pobreza, reconocer quiénes son las poblaciones más necesitadas y cuáles las regiones donde es prioritaria la atención y acción de las políticas públicas.