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Análisis económico

versión On-line ISSN 2448-6655versión impresa ISSN 0185-3937

Anál. econ. vol.37 no.95 Ciudad de México may./ago. 2022  Epub 01-Ago-2022

https://doi.org/10.24275/uam/azc/dcsh/ae/2022v37n95/quintero 

Artículos

Estructuralismo, neoestructuralismo y la vulnerabilidad macroeconómica en Latinoamérica

Structuralism, neostructuralism, and macroeconomic vulnerability in Latin America

Washington Quintero Montaño* 

Vladimir Soria Freire** 

Bardo Dage Ruiz Dávila*** 

* Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, Ecuador. Correo electrónico: washington.quinterom@ug.edu.ec.

** Profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, Ecuador. Correo electrónico: vladimir.soriaf@ug.edu.ec.

*** Departamento de Economía, Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, México. Correo electrónico: bdrd@azc.uam.mx.


Resumen

Este documento propone una reflexión acerca de la corriente estructuralista a través de un análisis de los elementos primordiales en sus autores originales, con la finalidad de observar la existencia o no de elementos de coincidencia entre la corriente neoestructuralista y la obra de Raúl Prebisch, Celso Furtado y otros autores importantes de la corriente estructural. Dentro de este ejercicio, se sistematizan las principales contribuciones provenientes del estructuralismo y el neoestructuralismo con la finalidad de verificar sus diferencias fundamentales, encontrándose que el esquema de análisis neoestructuralista pasa a centrarse en la competitividad a corto plazo y en las políticas enfocadas en la inserción internacional, la cohesión social y la forma de intervención del Estado, en contraposición del esquema estructuralista que se enfoca en un modelo de industrialización centrado en la acumulación de largo plazo y en la división internacional del trabajo.

Palabras clave: CEPAL; estructuralismo; neoestructuralismo; centro-periferia; distribución del ingreso

Clasificación JEL: B29; B59; D33; N00; O14

Abstract

This paper proposes a reflection on the structuralist current through an analysis of the main elements in its original authors, to observe the existence or not of elements of coincidence between the neo-structuralist current and the work of Raúl Prebisch, Celso Furtado and other important authors of the structural current. Within this exercise, the main contributions from structuralism and neo- structuralism are systematized to verify their fundamental differences, finding that the neo-structuralist scheme of analysis focuses on short-term competitiveness and on policies focused on international insertion, social cohesion and the form of State intervention, as opposed to the structuralist scheme that focuses on an industrialization model centred on long-term accumulation and on the international division of labour.

Keywords: CEPAL, structuralism; neo structuralism; development; income distribution

JEL Classification: B29; B59; D33; N00; O14

Introducción

El neoestructuralismo es una corriente de pensamiento económico ampliamente difundido en los países latinoamericanos, que adquiere mayor relevancia a partir de la década de los noventa entre los encargados de realizar política económica en dichas naciones. El enfoque neoestructural se plantea como una continuación que supera los límites del enfoque estructuralista, y que se enriquece con los elementos formulados por los diversos autores de este último. Ffrench-Davis (1988) plantea que el neoestructuralismo es una continuidad teórica de la tradición estructuralista que va más allá de ésta última, ya que su desarrollo analítico se orienta hacia el diseño, ejecución de estrategias y políticas económicas. Por lo tanto, se introduce, explícitamente la idea de que el neoestructuralismo latinoamericano representa un movimiento de superación y transformación teórica respecto al estructuralismo, ya que se considera como el heredero que supera los defectos presentes en las obras de Prebisch y Furtado.

Lo anterior queda evidenciado en el libro Del estructuralismo al neoestructuralismo: la travesía intelectual de Osvaldo Sunkel de Bárcena y Torres (2019), en el cual trata de presentar el paso del estructuralismo al neoestructuralismo como un proceso natural, necesario y elemental para afrontar los nuevos retos que representa la globalización. Según Mallorquín (2017) en la búsqueda por armonizar ambas corrientes teóricas se ha tendido a ignorar aspectos teóricos y metodológicos muy valiosos que ofrece la visión de Prebisch y el estructuralismo latinoamericano, pese a que ambos planteamientos se sitúan en el proceso de cambio estructural de las sociedades capitalistas (resultado de las revoluciones tecnológicas), en el estructuralismo el énfasis de la industrialización se sustenta en una teoría de la acumulación, mientras que en el neoestructuralismo el énfasis de la industrialización se sustenta en una teoría de la eficiencia económica. Por lo tanto, aunque ambos planteamientos parten de la necesidad de un cambio estructural de la diferencia del fundamento teórico del proceso de industrialización podría generar que ambos sean entendidos de manera diametralmente opuesta. Por lo anterior, la pregunta que guía el presente estudio se plantea de la siguiente manera: ¿El neoestructuralismo realmente se fundamenta y representa una transformación teórica que corrige y avanza en el conjunto de planteamientos propuestos por el estructuralismo?

El objetivo de la presente investigación consiste en mostrar si el neoestructuralismo es una representación corregida del estructuralismo u obedece a un sistema teórico desarticulado de este último. La hipótesis de la investigación considera que el neoestructuralismo se acerca, en mayor medida, a ser una corrección y mejora de la concepción neoclásica predominante en la década de los 80´s, esto debido a que al desplazar la dimensión histórica centro-periferia (una división internacional del trabajo históricamente definida) como explicación principal del retraso Latinoamericano se aleja en gran medida del entendimiento del sistema económico planteado por la corriente estructuralista.

Para responder a la pregunta y alcanzar el objetivo propuesto el documento se organiza de la siguiente manera: en la primera sección, se identifican los principios esenciales y los elementos fundamentales de la teoría estructuralista, en la segunda sección, se analizan los orígenes teóricos y los elementos esenciales de la teoría neoestructuralista, en la tercera sección, se comparan los elementos fundamentales de ambas teorías, finalmente, en la última sección, se destacan las principales conclusiones.

I. El fundamento estructuralista latinoamericano

En 1948, mientras Estados Unidos se empieza a consolidar como la nueva economía hegemónica mundial, en América Latina se configura la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) bajo el liderazgo de Raúl Prebisch, Celso Furtado y de otros grandes pensadores latinoamericanos que presentan un conjunto de contribuciones originales, cuyo objetivo buscaba comprender los problemas de las economías latinoamericanas desde una perspectiva crítica.

Para Fernández y Ormaechea (2021) la característica particular de la propuesta teórica estructuralista fue colocar en el núcleo de análisis un conjunto de trayectorias de desarrollo diferenciadas, es decir, plantean el problema del conflicto y el poder como elemento esencial al explicar las trayectorias de los países. El argumento de los primeros pensadores latinoamericanos reconoce una configuración espacial particular en el sistema capitalista, ya que distingue entre las economías centro y las economías periféricas. La diferenciación refleja la heterogeneidad de las economías en lo que respecta a la creación y a la apropiación del progreso tecnológico, siendo este planteamiento primordial en las ideas que configuran la teoría de la dependencia. Schaposnik (2003) presenta la siguiente clasificación de las corrientes principales de la teoría de la dependencia:

  • Estructuralista, proveniente de un análisis crítico de la teoría del desarrollo por parte de los científicos sociales ligados a la CEPAL, autores como Sunkel, Furtado y Prebisch señalaron algunos de los límites del proyecto de desarrollo nacional autónomo que inicialmente propusieron.

  • Neomarxista, que entiende a la dependencia como una manifestación del imperialismo, en lugar de la visión marxista clásica que implica que desde la metrópolis se plantea un análisis crítico hecho desde la periferia, su atención no se centra en el Estado, sino en el sistema capitalista global, especialmente en la actuación de las sociedades imperialistas y de las empresas multinacionales. Este planteamiento se refleja en los estudios de diversos investigadores del Centro de Estudios Socioeconómicos de la Universidad de Chile (CESO).

  • Finalmente, un grupo de autores que no se incorporan completamente en ninguna de las dos corrientes anteriormente mencionadas, y que se deben destacar, por ejemplo, Cardoso y Faletto, que se encuentran entre el estructuralismo y el marxismo ortodoxo o Gunder Frank quien se ubica más próximo a la corriente neomarxista.

La visión estructuralista: elementos esenciales

Como resultado del rezago tecnológico, imperante en América Latina, la corriente estructuralista propuso una estrategia de desarrollo basada en el enfoque conocido como Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), el cual implica una marcada participación del Estado. El estructuralismo tiene dos características esenciales: primero, parte de concebir al capitalismo como un sistema que crea condiciones que relegan a algunas economías a ser periféricas-dependientes y a otras a ser céntricas, segundo, se propone una participación del Estado como ente de transformación de la dinámica de acumulación en las economías periféricas. Cabe indicar, que la característica de los países centrales es poseer unas estructuras productivas homogéneas y diversificadas.

Según la Comisión Económica para América Latina (1952) la crisis del modelo Primario Exportador ocurrida entre 1919-1938 genera la aparición de dificultades en la división internacional de trabajo y consolida la configuración de un espacio periférico exportador de bienes primarios y un espacio centro exportador de bienes manufacturados, la característica particular de esta conformación espacial es la continua presencia del deterioro en los términos de intercambio de los bienes ofertados por periferias respecto a los bienes ofertados en los centros. Guillén (2005) plantea que la crisis latinoamericana en el periodo de entreguerras no fue causada en esencia por factores circunstanciales o monetarios, sino que sus consecuencias se encuentran tanto en el modelo de acumulación imperante en la región y en la posición de esta en la división internacional del trabajo.

Para Prebisch y la corriente estructuralista la infraestructura productiva Latinoamericana presentaba al menos cuatro grandes problemas: primero, un continuo deterioro en los términos de intercambio entre los bienes primarios y los bienes industriales restringía progresivamente la capacidad de importación de la periferia (Prebisch, 2012). Segundo, la exportación de bienes primarios no era suficiente para enfrentar el conjunto de requerimientos económicos de las economías periféricas. Tercero, la presencia de una baja elasticidad ingreso-demanda que se manifestaba en una tendencia hacia el desequilibrio entre la demanda efectiva de las economías centro y los niveles de exportación de los países periféricos requeridos para cubrir sus importaciones. Por último, la existencia de heterogeneidad productiva que generaba una distribución del ingreso desigual en los países periféricos (Pinto, 1965).

Los cuatro problemas mencionados en asociación con la estructura productiva de la periferia configuraban una vulnerabilidad macroeconómica relacionada con los ciclos económicos de los países centro. Fernández y Ormaechea (2021) consideran que en la corriente estructuralista la configuración centro-periferia constituye una representación de poderes dispares en el sistema, ya que los centros tienen la capacidad para influir en la periferia, condicionando y ajustando el comportamiento de estas últimas a los requisitos productivos de las primeras.

La vulnerabilidad macroeconómica en el estructuralismo se origina a partir de los rasgos estructurales de los países, es decir, que en esta corriente los factores que explican la exposición de un país ante los shocks externos no presentan grandes variaciones a través del tiempo, como es el caso del condicionamiento histórico de la estructura productiva y la configuración internacional del comercio (Portillo-Riascos, 2020).

El estructuralismo plantea que el desarrollo de los países periféricos está históricamente condicionado por una dinámica desigual de generación y apropiación del progreso técnico, que opera tanto en el espacio global y en el espacio nacional periférico. Las razones para promover la intervención estatal en el neoestructuralismo parten de identificar un esquema de reproducción del sistema capitalista desigual, cuyos mecanismos de intercambio generan una dinámica excluyente y subordinante para los países periféricos, donde las relaciones sociales de producción se transforman en el centro de su análisis.

Por lo tanto, para el estructuralismo el Estado es capaz de incidir en las relaciones sociales de producción en los países1, lo anterior derivado de la capacidad que este tiene para diseñar, impulsar y coordinar una estrategia industrializadora (Prebisch, 2012). La ISI se concibe como el principal instrumento a través del cual la periferia puede ser capaz de absorber el progreso tecnológico y el potencial humano que le permita incrementar su productividad y el producto total.

En el estructuralismo la intervención del Estado se relaciona esencialmente con la coordinación y el impulso del proyecto de industrialización de una nación vía la sustitución de las importaciones. El Estado cuenta con algunas herramientas institucionales que impactan de manera directa o indirecta a la evolución del sector privado, es decir, posee la capacidad de organizar la actividad económica mediante la imposición de una determinada estructura impositiva, el monto de inversión pública y gravámenes o controles a las importaciones que son incompatibles con el ritmo de crecimiento esperado (Prebisch, 2012).

Cabe señalar que el estructuralismo se aleja del keynesianismo en la medida en que reconoce que en los países periféricos el rol del Estado no solo se limita a generar estímulos en la demanda efectiva, sino que también se relaciona con la necesidad de enfrentar procesos de transformación en el esquema de crecimiento y en las estructuras productivas heterogéneas. Por ende, en el estructuralismo el Estado en los países periféricos tiene un rol más complejo y profundo que en los países céntricos (Mora, 2006).

Adicionalmente, Mora (2006) menciona que la industrialización sustitutiva como teoría económica formal comienza en América Latina en 1947, el discurso teórico se transforma en una estrategia de desarrollo organizada bajo la lógica de la modernización a partir de la década del cincuenta2. En esta corriente la teoría de la industrialización mediante sustitución de importaciones es un modelo de acumulación centrado en el crecimiento, la inversión, el empleo y la distribución en el largo plazo más que en la eficiencia productiva del modelo. Sin embargo, hay que destacar que el proceso de sustitución fue poco efectivo e inalcanzable, pese a los avances en dirección de sustentar la acumulación de capital como motor interno, debido a las dificultades de tipo financieras y tecnológicas que afectaron el avance de la industrialización en los años sesenta (Hirschman, 1996).

Los problemas del modelo de sustitución de importaciones en la década del sesenta provocaron que lo que en un inicio fue un marcado optimismo del Estado bajo el estructuralismo (basado en la neutralidad, racionalidad y la capacidad de implementar una transformación de la estructura productiva) con el paso del tiempo se convirtió en una crítica a su desempeño. Es así, como los propios estructuralistas empiezan a reconocer las restricciones que representó la implementación de la ISI, como consecuencia en la corriente estructuralista se empiezan a gestar nuevos aportes teóricos con la finalidad de entender las dificultades de la implementación de dicha estrategia3.

Prebisch (1963) y Furtado (1965) pasan de una marcada confianza inicial a una clara insatisfacción, para Prebisch los Estados en la periferia estaban lejos de constituirse con base en criterios de racionalidad y eficiencia, ya que incorporaron un número de trabajadores mayor a la cantidad requerida por su estructura en el ejercicio de sus funciones debido a que no eran absorbidos por la dinámica industrial (Fernández & Ormaechea, 2018). Según Boianovsky (2015) Furtado reconoce que, como consecuencia de las transformaciones socioeconómicas experimentadas durante la sustitución de importaciones, en el plano político se generaban diversos intereses no convergentes, mismos que limitaban los mecanismos de intervención estatal.

De este modo, en la década de los sesenta en el planteamiento estructuralista emergen nuevas propuestas que reconocen la necesidad de incorporar en su programa de investigación los aportes provenientes de la sociología del poder, las clases sociales, la dominación y el conflicto, con la finalidad de reorganizar y orientar la industrialización en América Latina. Algunos trabajos se alinearon en el reconocimiento de que al interior de los países latinoamericanos existía una configuración que presentaba una coexistencia de agentes dominantes a nivel local (que eran capaces de establecer alianzas) y nuevos actores políticos (que determinaban el carácter estructural del Estado, la condición de subdesarrollo y la posibilidad de alcanzar un mayor desarrollo) que bajo el proceso de industrialización se fortalecían en la escena política causando así un proceso conflictivo entre los diversos actores y los intereses en el sistema.

II. El neoestructuralista latinoamericano: origen y características esenciales

Fernández y Ormaechea (2020) consideran que el proceso de la ISI se interrumpió a mediados de la década de los setenta, debido a que el sistema capitalista reconfigura su dinámica de reproducción y acumulación. La reorganización del sistema reposiciona, en la escena académica y política a la escuela neoclásica, que se contrapone a las características de los Estados de Bienestar en los países centrales y los Estados intervencionistas en la periferia. Por otro lado, a ese complejo escenario se adhieren las críticas a los resultados de la intervención estatal y al proceso de industrialización en los países latinoamericanos.

Al iniciar la década de los ochenta la CEPAL realiza una revisión respecto al conjunto de elementos que limitaron el proceso de la sustitución de importaciones con la finalidad de adaptar dichas estrategias al nuevo escenario económico internacional de fines de la década4. De acuerdo con los argumentos presentados en la década de los ochenta el proceso de industrialización se caracterizó por la poca preocupación en la manera en que se operaban las variables macroeconómicas, un alto nivel de proteccionismo económico respecto a los mercados externos y poca reflexión de las políticas de mediano plazo (Mora, 2006).

A mediados de los ochenta, la CEPAL se encuentra en la encrucijada entre el modelo de desarrollo de la corriente neoliberal y un modelo de ISI agotado, bajo este escenario en la institución se presentan una serie de ideas y planteamientos desordenados hasta que aparece el paradigma neoestructural en el texto Industrialización en América Latina: de la "caja negra" al "casillero vacío". Comparación de patrones contemporáneos de industrialización de Fajnzylber (1990), el cual parte de la premisa de que el naciente neoestructuralismo es una continuación del planteamiento estructuralista que busca superar sus limitaciones, en esta nueva corriente se presenta la necesidad de incrementar auténticamente la productividad, la competitividad y resolver los persistentes desequilibrios en la balanza de pagos. Es así como en el neoestructuralismo se presentan dos características iniciales:

  • El capitalismo deja de percibirse como un sistema conformado por economías periféricas y economías centro, es decir, se elimina el historicismo como elemento esencial que explica la conformación estructural de los países latinoamericanos.

  • Aunque el Estado continúa apareciendo como un agente activo en la economía es uno de los ejes principales de revisión, pero la perspectiva desde la cual se le interpela está asociada a la necesidad de garantizar la eficiencia de su intervención.

La corriente neoestructuralista comienza criticando elementos específicos de la estrategia industrializadora tales como: el alto nivel de burocratización, la inadecuada asignación de recursos, el excesivo nivel de proteccionismo estatal (que alteró el comportamiento del sistema económico) y la poca consideración conferida a la capacidad de los instrumentos de política económica para alcanzar los objetivos macroeconómicos (Rosales, 1988). Para Fajnzylber (1990) al Estado se le deben asignar dos tareas fundamentales en el neoestructuralismo:

  • Mejorar el patrón distributivo con la finalidad de alcanzar un mayor grado de equidad.

  • Buscar incrementar el nivel competitivo en los mercados externos.

La idea predominante en el planteamiento neoestructuralista es una limitada intervención del Estado en contraposición a lo planteado por el estructuralismo, es decir, en esta nueva corriente se requiere de una actuación simplificada y autolimitada por parte del Estado. En esta perspectiva la matriz sociopolítica del poder, conflicto y dominación que fue parte esencial del debate en la corriente estructuralista, es desplazada, a la vez que se restringe la capacidad para actuar sobre los factores que configuran la condición periférica.

Quintero y Prada (2019) plantean que el problema del proceso de industrialización en los países de América Latina no radicó en el principio de la intervención estatal, sino en el modo de la intervención de este. La crítica por parte del neoestructuralismo a la sustitución de importaciones se generó en la idea de que el proceso de industrialización sectorial fue disfuncional como resultado: del retraso relativo del sector generador de progreso técnico, de la baja difusión de la innovación tecnológica por parte del sector generador hacia los demás sectores de la economía, de la incapacidad del sector industrial para absorber la creciente mano de obra, de un empresariado industrial nacional con alta aversión al riesgo, de la competencia externa y del poco interés de las filiales locales de las empresas transnacionales en la investigación y en la innovación, entre otros.

Desde el neoestructuralismo se plantean dos puntos iniciales para que se genere desarrollo en las sociedades de América Latina y el Caribe, por un lado, se presenta la necesidad de que el conocimiento se incorpore en el proceso de producción de bienes y servicios, con la finalidad de mejorar y fortalecer la capacidad productiva, la innovación y la competitividad de los países de la región. Por otro lado, se requiere que el desarrollo se oriente considerando la equidad. Por consiguiente, en el neoestructuralismo predomina una posición hacia una transformación productiva que mejore las formas de inserción internacional de los países latinoamericanos (Quintero & Prada, 2019).

Las premisas del neoestructuralismo latinoamericano se centran en la concepción de que un conjunto de políticas económicas centradas en factores culturales, institucionales y políticos, permitirán un cambio hacia exportaciones que contengan altos niveles de valor agregado que tenderán a ser competitivas en los mercados internacionales. De este modo, el neoestructuralismo latinoamericano reconoce que incluso si las fuerzas de mercado actúan eficientemente, éstas deben ser complementadas por formas de coordinación no basadas en el mercado, es decir, la política económica debe considerar el papel de las instituciones, la cultura y el capital social en el proceso de coordinación de la economía (Leiva, 2008).

En este aspecto, Portillo-Riascos (2020) propone que el neoestructuralismo trata de revisar la manera en que el Estado participa5 en la economía, colocando un alto grado de importancia en controlar los desequilibrios en la balanza de pagos. Por consiguiente, se acepta que los efectos de los choques a los cuales se enfrentan las economías en desarrollo se transmiten a través de dos canales: el comercial (términos de intercambio y la balanza comercial) y el financiero (flujos de capital).

La vulnerabilidad macroeconómica en el neoestructuralismo se asocia con la persistencia de una serie de desequilibrios macroeconómicos, particularmente los relacionados con los flujos comerciales y de capital. En el neoestructuralismo se destaca la necesidad de una política de promoción eficiente de las exportaciones, ya que, si no ocurre este comportamiento, las exportaciones tienden a concentrarse en pocos productos altamente vulnerables a las fluctuaciones de la demanda externa. Adicionalmente, en la corriente teórica neoestructuralista se proponen políticas de apoyo a la innovación tecnológica mediante subsidios y programas continuos de capacitación para mejorar las habilidades de los trabajadores (Leiva, 2008), lo que ayuda al desarrollo de una economía nacional.

III. El desplazamiento de cinco campos de análisis fundamentales en el paso del estructuralismo al neoestructuralismo

En el neoestructuralismo se incentiva un desarrollo desde adentro, no obstante, se puede considerar que esta corriente fue desactivando al estructuralismo en diferentes espacios específicos, es decir, desplaza del centro de análisis diversas dimensiones relacionadas con el poder que configuran el núcleo del estructuralismo, esta afirmación parece contradecir la continuidad declarada por la CEPAL hacia la década de los noventa (véase Tabla 1).

Tabla 1 Estructuralismo y neoestructuralismo latinoamericano 

Paradigma Estructuralismo Neoestructuralismo
Objetivo Cambio estructural Transformación productiva y equidad social
Propósito Modernización a través de un proceso de industrialización Modernización a través de un proceso de internacionalización
Medio para
alcanzar el
desarrollo
Intervención estatal directa a través de un proceso planificado de industrialización Un proceso político y social deliberado enfocado al fomento de las exportaciones como elemento de inserción de la economía nacional con el exterior
Clave del
desarrollo
Estado Cambio técnico como resultado del proceso de inserción dinámico con el resto del mundo
Obstáculos Una estructura de relaciones de poder e instituciones históricamente determinados que erosionan el sistema de precios internacional y que genera la reproducción de un sistema de economías centro-periferia Un patrón de inserción caracterizado por un aparato productivo poco coordinado que genera subdesarrollo, baja productividad y poca capacidad de innovación en las economías latinoamericanas
Rol del
Estado
Reformas estructurales centradas en la acumulación de capital, protección de la economía de las fluctuaciones externas, desarrollar el sector industrial Generar un consenso político y social, incrementar la competitividad de las exportaciones, mejorar la fuerza productiva del trabajo y generar cohesión social
Conflictos
sociales
El Estado absorbe las presiones sociales de los grupos políticos en conflicto por regular las variables económicas El conflicto social se subordina a alcanzar una estrategia competitiva de inserción al mercado mundial a través de exportaciones más competitivas
Resultado Economía subordinada a las estrategias llevadas a cabo por el Estado El espacio social y económico es subordinado a la globalización

Fuente: elaboración propia con base en Leiva (2008, p. 4-5).

En este trabajo se proponen al menos cinco campos específicos en los cuales el neoestructuralismo desplaza al estructuralismo:

  1. Historia, poder y configuración de la estructura: El estructuralismo latinoamericano se caracterizó por el uso de un método de análisis histórico, esto se evidencia en la propuesta de una configuración espacial centro-periferia que resulta de la propia dinámica histórica definida por la configuración del sistema que se expande, genera y se apropia del progreso técnico de manera desigual y que conforma una división internacional del trabajo que relega a unos países a un alto grado de dependencia (periféricos) respecto a otros países con un alto grado de independencia (centrales). Leiva (2008) considera que en el caso del neoestructuralismo se comete un acto crítico de omisión al relegar marginalmente dimensiones de análisis esenciales para la corriente estructuralista en su construcción sistemática de competitividad, flexibilidad en la fuerza de trabajo y compatibilidad con la globalización, ya que no se considera una dimensión esencial para los países latinoamericanos, el poder y las relaciones sociales (capital-trabajo). Por lo tanto, en esta perspectiva no se concibe ninguna especificidad histórica en las economías de América Latina respecto a su posicionamiento en el encadenamiento productivo internacional. Por lo tanto, es así que en el programa de investigación del neoestructuralismo se excluyen de la discusión categorías claves como clases sociales y fuerza de trabajo que impactan en el cambio técnico y la productividad, ignorando así la propia naturaleza de la reproducción social que caracteriza la dinámica actual entre los países, las transnacionales y el capital financiero.

  2. Relaciones sociales, reproducción social y conflicto: La presencia de una estructura de poder diferenciado en la sociedad conlleva a una capacidad diferenciada de imponer voluntades en el accionar social. En la corriente estructuralista, la dinámica histórica explica la presencia de un poder diferenciado entre los actores sociales, los espacios nacionales e internacionales. En esta corriente en la década de los sesenta se reconoce explícitamente que al interior de la periferia se recrea el poder diferenciado que da lugar a un conjunto de coaliciones que reproduce un sistema guiado por una lógica conflictiva. Es así como en el momento en que se identifican las economías como centrales y periféricas se reconoce al capitalismo como un sistema desigual y con jerarquías en el que la estructura institucional y productiva de las economías centro son homogéneas y diversificadas, y esto les permite enfrentar las contradicciones inherentes a los periodos recesivos de la economía.

    Es claro que en la corriente estructuralista el conflicto es primordial para explicar la existencia de espacios diferenciados de acumulación, donde la contradicción de la relación capital-trabajo se hace evidente.

    Mientras que, en el neoestructuralismo al desplazarse la dimensión histórica, se elimina de su matriz analítica la presencia de conflicto y relaciones asimétricas de poder en el análisis de la sociedad latinoamericana. En esta corriente se rechaza el núcleo principal del planteamiento estructuralista y se procura colocar la fuente del rezago de las sociedades latinoamericanas en factores internos no acoplados a las dinámicas y oportunidades que ofrece la globalización. Por lo tanto, en los desafíos para el desarrollo en el neoestructuralismo la idea de conflicto de clases deja de ser observado explícitamente.

    La diferencia en la concepción simétrica o asimétrica de la sociedad puede tener su origen en el método de análisis utilizado en ambas corrientes, es así que mientras que en el estructuralismo se utiliza un método histórico-estructural, la corriente neoestructuralista se basa en una construcción teórica sistemática fundamentada en elementos lógicos-deductivos, ya que aunque se puede argumentar que en el neoestructuralismo, se analiza en parte el fenómeno atendiendo a su génesis, antecedentes particulares y las relaciones establecidas entre los distintos elementos a considerar (como la síntesis, la deducción y la inducción), este procedimiento no se aproxima a la complejidad que conlleva el método histórico-estructural, que implica el estudio de la evolución de las cualidades y la diversidad del objeto de estudio, considerando el conjunto de elementos del conocimiento que responden de algún modo a la problemática estudiada, lo que conduce finalmente a la comprensión de sus conexiones fundamentales mediante la lógica interna de su desarrollo.

  3. Excedente y sociedad: El planteamiento de una sociedad asimétrica trae consigo la semilla de la desigualdad en la distribución del ingreso del progreso tecnológico, lo que incide en la conformación de estructuras productivas y de empleo particulares para cada uno de los participantes en la actividad económica. Los estructuralistas reconocen explícitamente que el comportamiento de la acumulación y la distribución son diferentes en unos y otros países cuando plantean la conformación espacial de centro y periferia (una característica esencial de la periferia es una alta concentración de la riqueza en pocos individuos).

    El estructuralismo confronta a la corriente ortodoxa dominante al introducir implícitamente la idea de la existencia de un excedente, con la finalidad de exhibir como la creación y la distribución de valor van a transformarse en una restricción para la acumulación en la economía periférica, es así que la idea de excedente conecta el problema de la acumulación con el problema de la distribución heterogénea de los procesos de valorización.

    En el neoestructuralismo el problema de la apropiación del excedente no aparece en su matriz de análisis debido al desplazamiento de las relaciones de poder y de sus formas de existencia específicas en las economías periféricas. Bajo este escenario, se enfatizan elementos tales como la armonía social, intervenciones políticas que generen consenso, modalidades de coordinación no basadas en el mercado y el despliegue de políticas que permitan consolidar un régimen de acumulación de capital orientado al sector exportador.

  4. Industrialización o internacionalización: En el estructuralismo el proceso de industrialización, a través de la sustitución de importaciones se muestra como la manera en que se puede reducir la heterogeneidad estructural (en el ámbito interno) y revertir el proceso asimétrico de vinculación de las economías periféricas con las economías centro (en el ámbito externo). En la visión teórica estructuralista la industrialización no se entiende únicamente como la creación de productos con mayor valor agregado, sino que se plantea como un proceso de transformación capaz de alterar las relaciones de producción, de reconfigurar la dinámica de acumulación y redistribuir el excedente prevaleciente en las economías periféricas. Esta capacidad transformadora de la estrategia de industrialización generó una tensión como consecuencia de las dinámicas de poder y conflicto en los países, lo que se reflejó en el comportamiento eminentemente rentista por parte de los grupos dominantes al interior de los países y en el plano internacional la industrialización en América Latina no era un proyecto compartido por los intereses de las economías centro.

    En el caso neoestructuralista, aunque existe un reconocimiento de la nueva lógica de acumulación y reproducción capitalista, se realiza un desplazamiento del núcleo de análisis que desemboca en un cambio de orientación en la estrategia de desarrollo necesario para corregir la heterogeneidad de las economías latinoamericanas, pasando de un proceso de industrialización hacia una promoción de la competitividad internacional. El neoestructuralismo deja de centrar sus esfuerzos en el proceso de industrialización de la economía, ya que busca estimular una competitividad en los productos exportados con el objetivo de aprovechar las oportunidades que ofrece la globalización, con la finalidad de alcanzar una inserción internacional exitosa.

  5. Espacio y Estado: En el estructuralismo el reconocimiento de la existencia de jerarquías y dinámicas heterogéneas que operan en la relación centro-periferia generó la necesidad de que la sustitución de importaciones se presentara como la forma esencial de reducir la heterogeneidad estructural (en el ámbito interno) y revertir el proceso asimétrico de vinculación de las economías periféricas. El Estado desempeñaba un rol central como agente generador de escenarios macroeconómicos que permitan estimular comportamientos de los actores privados acordes con los requerimientos del desarrollo. En el neoestructuralismo, al desplazar la dinámica conflictual centro-periferia, la estrategia de desarrollo pasa de centrarse en una activa participación del Estado hacia una cooperación entre actores públicos y privados a través de mecanismos de consenso. De este modo, si la relación centro-periferia se identifica con un sistema altamente inequitativo y jerárquico, conformado por una estructura espacial y productiva diferenciada a través de relaciones de dependencia y dominación, en el neoestructuralismo los problemas para el desarrollo de América Latina se entienden sobre la base universal que destaca las dificultades de los actores regionales para su inserción internacional y la necesidad de estimular la competitividad de las exportaciones y en una mejora de las capacidades productivas del trabajo.

Conclusiones

La corriente estructuralista representó para América Latina una explicación propia del desarrollo y del subdesarrollo en dicha región, este planteamiento se orientó a comprender las relaciones de producción a través del método histórico-estructural, es decir, estudiar la parte de la trayectoria histórica asociada al problema de la heterogeneidad del desarrollo entre las diversas regiones (países) que determinan el comportamiento tendencial y el conjunto de relaciones históricas esenciales.

El análisis estructuralista no implica únicamente la descripción de la heterogeneidad del desarrollo entre las regiones (países) en los periodos analizados, ni el conjunto de circunstancias económicas, sociales o políticas que influyeron en su evolución, sino que su aplicación conduce a conocer el conjunto de elementos fundamentales que influyeron en los cambios operados en cada estadio de la sociedad. Por lo tanto, el estructuralismo plantea que la esencia de la heterogeneidad entre las regiones se encuentra en un desarrollo de la economía internacional diferenciada en economías centro y periferia.

De lo analizado a lo largo del presente texto se infiere que el neoestructuralismo por lo general se presenta como el ajuste del estructuralismo clásico a la globalización y una alternativa a la corriente neoliberal, en la corriente neoestructuralista se considera que el estructuralismo no considera los problemas de corto plazo y, como estos se articulan con la dinámica de largo plazo. Para los autores neoestructuralistas el Estado y su accionar no debe conducir a tomar el lugar de las fuerzas del mercado, sino que debe intervenir selectivamente en la actividad del mercado, optando por una relación Mercado-Estado más eficaz y equitativa. Es decir, se presenta la idea de un Estado con un alto grado de disciplina fiscal, una reducción de los subsidios, que se priorice un uso selectivo de la inversión pública, que se disminuya el nivel de evasión fiscal y se mantenga un sistema impositivo eficiente. A su vez, se destaca la importancia de una orientación hacia afuera, combinándola con un interés estructural en favor de una industrialización para promover las exportaciones de manera selectiva.

De este modo, aunque el método neoestructuralista es, en cierta medida, sistemático y presenta elementos de coincidencia con la corriente estructuralista, tales como cierto grado de importancia de la dimensión social en términos de la correlación de fuerzas, heterogeneidad de las estructuras productivas, concentración del ingreso y la demanda interna como motor de la decisión de inversión, no se puede ignorar que el enfoque neoestructuralista deja de lado aspectos esenciales del propio método que fundamenta el análisis estructuralista, tales como las relaciones de poder en la formación histórica de las estructuras productivas periféricas, la conformación espacial centro-periferia, las referencias a clases sociales para explicar la distribución del ingreso o las relaciones de producción como eje que explica la acumulación de capital.

La corriente estructuralista y la corriente neoestructuralista presentan continuidades y rupturas. Respecto a los elementos de continuidad, en el presente documento, se consideran y destacan los siguientes: primero, se enfrentan en el campo teórico fundamentalmente contra el posicionamiento neoclásico ortodoxo, segundo, ocuparon un lugar de relevancia en el campo económico incidiendo en las propuestas de política y en el ámbito académico de la región.

El principal elemento de ruptura entre ambas corrientes se observa en las hipótesis explicativas, a lo largo de este trabajo se exhibe como en el programa de investigación neoestructuralista se desplaza el programa de investigación estructuralista en cinco ejes o dimensiones, encontrándose el origen de todos estos desplazamientos en la desaparición del marco de análisis del poder y la historia, dado que en el neoestructuralismo el atraso se explica por la ineficiencia en el Estado y la falta en las empresas privadas de la búsqueda de un proceso de desarrollo endógeno basado en la innovación tecnológica y en la competitividad en el mercado externo.

En el estructuralismo el atraso de las sociedades latinoamericanas se vincula directamente con un proceso históricamente desarrollado en las sociedades capitalistas que define una configuración espacial centro-periferia que desemboca en un modo de funcionamiento del sistema de intercambio a nivel global. En este contexto, un desplazamiento del poder y la historia representa un fuerte cambio metodológico (pasó de un método histórico-estructural a un método lógico-deductivo), que finalmente desemboca en dos efectos: primero, un marcado alejamiento entre la corriente neoestructuralista y la corriente estructuralista, segundo, un ordenamiento que coloca al mercado externo en detrimento del interno como la base esencial de la acumulación, causando una subordinación de la demanda interna (de los salarios y otros ingresos) a favor de la demanda externa. De este modo, la combinación de ambos efectos causa que se presente una confluencia entre la propuesta neoliberal y la propuesta neoestructuralista.

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1La afirmación de que el estructuralismo explica el subdesarrollo, desde las relaciones sociales de producción, se basa en el uso del concepto centro-periferia por parte de esta corriente. Bajo este esquema, la forma de tratamiento del concepto centro-periferia proviene, principalmente, de la teoría del imperialismo, la originalidad del aporte de la escuela estructuralista consistió en la construcción de una teoría del subdesarrollo a partir de la utilización de dicho concepto (Mora, 2006). En este sentido, se puede proponer a la corriente estructuralista latinoamericana como una contribución a la economía política internacional, ya que consolida las bases epistemológicas para entender la economía política de las relaciones internacionales, presentando los fundamentos capaces de interpretar la conformación de una estructura internacional desigual que divide a los países en desarrollados y subdesarrollados y a las economías en potencias dominantes y dominadas, a través de una construcción modélica, de morfología sistémica, denominada centro-periferia (Bernal, 2006).

2Los principales impulsores de este proceso de transformación fueron Raúl Prebisch, Celso Furtado, José Medina Echavarría, Regino Botti, Jorge Ahumada, Juan Noyola Vásquez, Aníbal Pinto, Oswaldo Sunkel, entre otros, quienes constituyeron el núcleo de la denominada teoría cepalina.

3Algunas deficiencias que generalmente se observan respecto a la implementación del modelo de sustitución de importaciones: 1) el modelo no fue capaz de generar los niveles de inversión necesarios para crear una base endógena de acumulación de capital con una estructura productiva coherente e integrada, 2) no se modifica el alto nivel de concentración del ingreso proveniente del modelo anterior, 3) la evolución de la estructura industrial bajo este modelo fue desarticulada y sesgada hacia el consumo suntuario; ya que carecía de una base endógena de acumulación de capital, 4) el excesivo proteccionismo generó grupos oligopólicos nacionales poco competitivos respecto a sus estructuras de costos, 5) la sustitución de importaciones generó un alto grado de dependencia del sistema productivo en las importaciones de insumos y bienes de capital, lo que generó nuevas formas de restricción externa, 6) la alta elasticidad de las importaciones respecto a las exportaciones generó un empeoramiento en las condiciones de la balanza de pagos que llevaron finalmente a una crisis de balanza de pagos y a un continuo proceso de endeudamiento externo (Mora, 2006).

4Alejándose de los enfoques desarrollados durante los sesenta y setenta, que resaltan la dinámica sociopolítica y conflictual del capitalismo en la periferia, gran parte de los análisis elaborados por los autores articulados en la CEPAL se orientaron a destacar las debilidades analíticas del estructuralismo, mismas que se relacionaban con la desatención de las dimensiones económicas.

5El Estado, en esta corriente teórica, principalmente debe ofrecer bienes públicos, mantener el equilibrio macroeconómico, proveer seguridad a la ciudadanía, eliminar o compensar distorsiones de precios, proveer salud, educación, vivienda e infraestructura. Adicionalmente, el Estado debe asegurar la competitividad estructural de la economía, la compensación de las fallas de mercado, el acceso a la información y su difusión, entre otras (Quintero & Prada, 2019).

Recibido: 21 de Noviembre de 2021; Aprobado: 02 de Abril de 2022; Publicado: 02 de Mayo de 2022

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