SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.71 número2Antonio Cajero Vázquez, El texto y sus contextos: Borges “recicla” a Borges. El Colegio de San Luis, San Luis Potosí, 2017; 228 pp. índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Nueva revista de filología hispánica

versão On-line ISSN 2448-6558versão impressa ISSN 0185-0121

Nueva rev. filol. hisp. vol.71 no.2 Ciudad de México Jul./Dez. 2023  Epub 08-Set-2023

https://doi.org/10.24201/nrfh.v71i2.3887 

Reseñas

Sabine Schlickers, De Auschwitz a Argentina. Representaciones del nazismo en literatura y cine 2000-2020. Editorial Biblos, Buenos Aires, 2021; 358 pp.

1El Colegio de México mbalcazar@colmex.mx

Schlickers, Sabine. De Auschwitz a Argentina. Representaciones del nazismo en literatura y cine 2000-2020. Editorial Biblos, Buenos Aires: 2021. 358p.


En este libro, la académica alemana Sabine Schlickers plantea una pregunta fundamental: ¿qué puede añadir la imaginación para volver inteligible el exterminio de 12 000 personas al día en Auschwitz? El corpus propuesto muestra que las representaciones del nazismo revelan particularmente imaginarios que se vinculan con él, la manera en que se construye la memoria colectiva. Y, en el caso argentino, revelan cómo se lee y representa la historia nacional.

En su minucioso trabajo, Schlickers se propone colmar la falta de estudios dedicados a la vasta representación del nazismo en la literatura y el cine en Argentina, presente ante todo a partir de este siglo: “Desde el cambio de milenio se ha creado una extensa producción literaria y artística sobre este tema no sólo en los países del Cono Sur afectados por la migración (Argentina, Uruguay, Chile), sino también en Colombia, Francia y España” (p. 14). Para ello, recopila y analiza un conjunto de textos argentinos (alrededor de cuarenta, principalmente de ficción), algunas novelas chilenas y un filme uruguayo.

Gran acierto en la perspectiva adoptada en esta monografía es no concentrarse solamente en el Holocausto, sino abarcar el nazismo, que la autora estudia a partir de sus ideas, comportamientos y actitudes, sin limitarlo al partido o al régimen nacionalsocialista de 1933 a 1945. Como apunta, citando a Héctor Hoyos, “Nazism is a synecdoche for the broader phenomenon of fascism” (p. 19). Asimismo, Auschwitz funciona como “una metáfora y una metonimia de los campos de exterminio y un sinónimo para los crímenes de los nazis”, que refiere “tanto a las víctimas del nazismo como a los perpetradores, de los que varios escaparon a la Argentina” (pp. 18-19).

La hipótesis principal en De Auschwitz a Argentina consiste en plantear la coexistencia de dos modos diametralmente opuestos en la representación del nazismo: “uno convencional y otro provocador” (p. 30). A esta gran división discursiva que recorre transversalmente el análisis se superpone un criterio temático de clasificación que organiza los tres capítulos que lo conforman: 1) la representación factual y ficcional de nazis reales; 2) la representación de nazis ficticios y la de los hijos de nazis; 3) las representaciones convencionales de los sobrevivientes y testigos. Sabine Schlickers busca contribuir de esta manera a la discusión actual sobre el cambio en la cultura del recuerdo y sus formas de representación.

Dos nociones clave le permiten ahondar en la descripción de una hipotética comunidad de recuerdos: la imagined community de Benedict Anderson y la memoria colectiva de Maurice Halbwachs. Así, en su minucioso análisis de los textos y filmes, se concentra en la relación que establecen ficción, memoria e historia a partir del nazismo, entendido e imaginado desde Argentina:

¿Qué tipos de nazis predominan en el corpus de este estudio…? ¿Reproducen acaso los autores sudamericanos la fascinación difícil de definir del nazismo entre la armonía kitsch y la evocación permanente de los temas de la muerte y de la destrucción? ¿Qué imágenes de perpetradores y víctimas se transmiten y qué tipo de imaginario colectivo se está creando sobre el tema del nazismo? (pp. 49-50).

Del estudio de este vasto y heterogéneo corpus, la autora concluye que la función seria y ética domina en las ficciones miméticas con un alto grado de autenticidad, mientras que los textos de ficción no vinculados a la referencialidad “se toman libertades historiográficas y morales” (p. 42).

En efecto, el célebre dictum de T.W. Adorno sobre la crisis de la representación (“Escribir un poema después de Auschwitz es un acto de barbarie”) no ha impuesto silencio; por el contrario, la “producción artística sobre el Holocausto ha sido y sigue siendo masiva” (p. 27). Hoy se observa más bien cierto desplazamiento de la cuestión, pues la pregunta ya no es por qué sino cómo representarlo, lo cual plantea un delicado problema ético y estético al tratarse de una memoria frágil y siempre amenazada. Sabine Schlickers cita a Cardona González para señalar que “el Holocausto fluctúa… entre dos porosos esquemas: la irrepresentabilidad y la trivialización” (p. 28).

En Argentina, como lo constata a partir del conjunto de obras seleccionado, hay mayor libertad de representación en virtud del recurso de la ficción, que, al romper tabúes, produce obras de difícil difusión en el ámbito europeo, porque serían sancionadas social e incluso legalmente. La mayoría de los textos y filmes analizados no responde a la exigencia ética de servir como testimonio ni se preocupa por denunciar. Tampoco limita su potencial ficcional, al cuestionar, sin duda involuntariamente, toda “sacralización” del Holocausto. De ahí que permitan entender mejor el interés que suscita la Segunda Guerra Mundial en cineastas, escritores y lectores, pues, como sugiere la obra de Roberto Bolaño -para quien el nazismo fue siempre un problema contemporáneo-, ahí se concentra mucho de lo peor de la naturaleza humana. Así, una compleja dialéctica se pone en marcha en estas obras de ficción, según señala la autora al retomar la afirmación de Petra Rau: “Fascism as a cultural fantasy [allows] for a simultaneous enactment and disavowal of transgressive desires; an appropriation as well as a distancing” (p. 337).

Una categoría de textos que aquí se propone es particularmente adecuada para iniciar la reflexión y el debate sobre la representación del Holocausto: la que Schlickers denomina como “provocadora”, por recurrir a la comicidad, al humor y a lo grotesco. Sin ser predominantes, obras como Auschwitz, de Gustavo Nielsen (2004) -que vincula la barbarie nazi con la última dictadura argentina-, Jitler, de Gabriela Báñez (2017), Eva Braun de Arroyito, de Alejandro Agresti (2019), o la historieta Judíos, de Sergio Langer (2015), muestran que “las potencialidades de lo cómico radican en la confrontación con las propias expectativas de lectura, la crítica de convenciones de recepción, la irritación de los sistemas de referencia y la posible nueva sensibilización e iniciación de un proceso de reflexión entre los lectores”. Schlickers recurre al concepto de narración paradójica que forjó previamente en La narración perturbadora: un nuevo concepto narratológico transmedial (2017) para referirse a la compleja “combinación de recursos narrativos de tres estrategias lúdicas: la engañosa, la paradójica y la enigmatizante” (p. 234).

Sin embargo, a causa de una globalización de la cultura de la memoria, existe el riesgo “de comercializar [el nazismo], de presentar perspectivas irreflexivas de los perpetradores, de reproducir la violencia antisemita o incluso representaciones revisionistas”. Desafortunadamente, numerosas producciones del corpus se pliegan a lo que la autora llama “la moda del nazismo” (p. 337). La abundancia en Argentina de la producción de sus figuraciones literarias incita a la autora a proponer un nuevo subgénero, la “nazinovela”, con sus vertientes testimoniales y documentales (p. 327).

Una razón que suele darse para explicar el auge de la temática nazi en Latinoamérica, según lo expone Schlickers, es la esbozada por Marco Bosshard, quien atribuye tal apogeo al exponencial crecimiento de temas, personajes y escenarios alemanes en las novelas del continente y, en particular, al éxito de La literatura nazi en América (1996), de Roberto Bolaño. Con base en su corpus, la autora examina intertextualmente esta hipótesis y apunta que es más acertado relacionar el interés de los medios y de los autores por el nazismo con la apertura de los archivos de la CIA. No obstante, prefiere explicarlo a partir del debate suscitado, principalmente en Alemania, por Hitler’s willing executioners (1996), de Daniel Goldhagen, quien identifica la causa del genocidio en el “antisemitismo eliminacionista” de los alemanes corrientes, el cual los convirtió en verdugos voluntarios de Hitler. El escritor e historiador estadounidense se aparta así de las dos grandes líneas historiográficas para explicar el Holocausto. La primera de ellas, la llamada tendencia “tradicional”, enfatiza la importancia del antisemitismo en la determinación de las políticas nazis de exterminio y en las dimensiones irracionales de su sistema, en su antimodernismo y en el papel de la figura carismática de Hitler como factor determinante de la súbita radicalización que condujo a Auschwitz. La segunda de estas tendencias destaca la racionalidad instrumental y burocrática del exterminio, los tecnócratas nazis, el surgimiento de la ciencia racial y la profunda crisis de la modernidad (pp. 15-16).

Como señala Schlickers, el libro tuvo un “fantástico éxito popular”, aunque reconoce, siguiendo a Dominick LaCapra, que “los historiadores profesionales que estudian el genocidio nazi han sido ubicados en una disyuntiva problemática por el fenómeno Goldhagen. Piensan que, al menos en su mayor parte, [su] libro no merece seria atención académica” (pp. 16-17). Y explica que la difusión de la obra deriva de su sistema de ofrecer respuestas simplistas a preguntas difíciles entre quienes buscan la seguridad de los prejuicios.

Traducido y editado en 1999 por Federico Finchelstein en Argentina, este debatido libro, que se había nutrido de la literatura y el cine, estimuló a su vez la producción literaria y fílmica en Sudamérica. No obstante, puntualiza Schlickers, “tal vez sería más acertado hablar de culpabilidad individual y responsabilidad civil, y distinguir con Hilberg (1992) entre víctimas, perpetradores (culpables) y espectadores (responsables)” (p. 18).

A esta polémica, debe sumarse el “debate Finkelstein”, que renovó el interés por el Holocausto. A partir de The Holocaust American life (1999), del historiador Peter Novick, quien, nos señala la autora, introdujo “la cursi sacralización del Holocausto como un evento único en el debate americano sobre las víctimas”, Norman Finkelstein, en su controvertido The Holocaust industry, identifica un cambio en el tratamiento del Holocausto tras la Guerra de los Seis Días: “Organized American Jewry has exploited the Nazi Holocaust to deflect criticism of Israel’s and its own morally indefensible policies” (id.). Según esta perspectiva, después de la guerra de 1967, las élites judías estadounidenses pasaron del olvido del exterminio, resultado de la alianza con Alemania del Oeste durante la Guerra Fría, a la explotación de la memoria del Holocausto para obtener beneficios políticos y financieros, y para protegerse de las críticas contra Israel. Motivo adicional de este renovado interés, considera Schlickers, podría ser la muerte de los últimos testigos, sobrevivientes de los campos de concentración, así como su presencia en los medios.

Otro elemento histórico del que la autora ofrece importantes precisiones es la inmigración de nazis en Argentina mediante las llamadas “líneas de ratas”, las rutas de escape de Italia a ultramar. Las cifras de los que llegaron, con frecuencia exageradas -hasta 60 000 según el cazador de nazis Simon Wiesenthal-, originaron el mito de la Odessa de Perón (acrónimo de Organisation der ehemaligen SS-Angehörigen, ‘Organización de los antiguos miembros de las SS’), una liga clandestina de nazis, protegidos durante su mandato, que supuestamente buscaba implantar el Cuarto Reich en Sudamérica. Luego de analizar las diferentes estimaciones y según el informe final del gobierno argentino de 1999, señala como cifra más verosímil la de 180 criminales de guerra, europeos de distintas nacionalidades, entre ellos alrededor de 50 y 70 nazis:

Las autoridades argentinas no hicieron ningún esfuerzo para localizar a estos nazis, ni durante el gobierno de Perón ni después. Ocupado con la Guerra fría, Estados Unidos perdió el interés en la persecución de los nazis y, por el contrario, ayudó a escapar a unos cuantos, por ejemplo, a Klaus Barbie. El gobierno de Konrad Adenauer (1949-1963) integró a los nazis en la sociedad alemana y en altos cargos políticos (p. 23).

Así, un gran número de criminales de guerra encontró refugio en Argentina. Schlickers apunta con Buchrucker que “Argentina tenía fama de ser un país de tipo europeo [con] la presencia de una colectividad alemana próspera, socialmente bien conectada e intensamente ligada a la tradición política sediente «nacional» (más precisamente antidemocrática)” (p. 25). Esta comunidad, aunque dividida en “dos bandos” (opositores a Hitler, la mayoría judíos, demócratas, socialistas y comunistas y simpatizantes del nazismo), permitió la instalación de los fugitivos nazis:

This nationalist and Anti-Semitic morass mentality that prevailed inside the South American communities of German descend added to their willingness to host the criminals from the European lost war and was once of the main reason[s] Argentina became one of the end stations of the European ratlines. Without the support and complicity of the local German speaking community and the international networks that had linked them with the Nazi regime and their foreign institutions before and during the war it would have been impossible for the Nazi criminals to hide in Argentina (Shulz, ap. p. 26).

Además de las pertinentes precisiones que la autora ofrece del contexto alemán respecto a estos debates históricos en torno al nazismo y su migración a Sudamérica, mayores precisiones acerca del revuelo que suscitaron en la opinión argentina habrían permitido comprender el contexto de esta gran cantidad de textos literarios y fílmicos que se apropian del nazismo. De igual forma, mayor información sobre el papel desempeñado por las editoriales, las casas productoras, los medios de comunicación y la recepción de las obras del corpus habría permitido situar mejor en el tablero político actual tanto a escritores como cineastas, pues, según podemos deducir de lo expuesto, la orientación política de cada uno de ellos desempeñó un papel determinante tanto en su elección de tratar el nazismo como en la manera en que decidieron tratarlo: relacionándolo o no con el peronismo o la dictadura de la Junta Militar.

En suma, De Auschwitz a Argentina ofrece valiosos elementos para comprender cómo se lee y representa la historia nacional argentina: ese pasado que vuelve sin cesar como una pesadilla y cuestiona el discurso oficial, esa dolorosa coincidencia entre nazismo y dictadura que resurge en numerosos autores contemporáneos, como en Mariana Enríquez y su obra Nuestra parte de noche, o entre nazismo y capitalismo, como en Gabriela Cabezón Cámara y su obra La virgen cabeza.

Recibido: 23 de Septiembre de 2022; Aprobado: 11 de Octubre de 2022

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons