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Nueva revista de filología hispánica

versão On-line ISSN 2448-6558versão impressa ISSN 0185-0121

Nueva rev. filol. hisp. vol.71 no.2 Ciudad de México Jul./Dez. 2023  Epub 08-Set-2023

https://doi.org/10.24201/nrfh.v71i2.3884 

Reseñas

Marco Antonio Campos y Luz América Viveros, Antología del cuento modernista y decadentista (1877-1912). Estudio introductorio, selección y edición. México, UNAM 2022, Serie: Letras del Siglo XIX. 370 pp.

Esther Martínez Luna1 
http://orcid.org/0000-0002-4099-3460

1Universidad Nacional Autónoma de México, mlesther@unam.mx

Campos, Marco Antonio; Viveros, Luz América. Antología del cuento modernista y decadentista (1877-1912). Estudio introductorio, selección y edición, México: UNAM, 2022. Letras del Siglo XIX, 370p.


Antología del cuento modernista y decadentista (1877-1912) ofrece una muestra representativa de diecisiete distinguidos autores de diferentes filiaciones políticas y estéticas, cuya obra fue publicada principalmente en la prensa del período, excepto la de dos de ellos1. La selección realizada por Marco Antonio Campos y Luz América Viveros consta de 33 cuentos. “Lanchitas” (1877), de José María Roa Bárcena, abre la recopilación, pues los especialistas del género consideran que este texto inaugura propiamente el cuento moderno mexicano. La Antología cierra con “La cena” (1920), de Alfonso Reyes; la ampliación del arco temporal que supone tal inclusión responde a que este texto, a decir de los editores, marca un nuevo derrotero estético que se aprecia en la mezcla erudita y fantástica, con los abundantes rasgos de ambigüedad que consigue el regiomontano en su narración.

Precede a la Antología un amplio y acertado estudio introductorio en el que los investigadores comparten de manera sugerente y muy fundamentada sus reflexiones acerca de este género narrativo, sus influencias extranjeras y relaciones con Hispanoamérica, sus características de brevedad y recursos técnicos, así como su contextualización en un México con fuertes resabios de inestabilidad. Al mismo tiempo, se proponen explicar la importancia de las empresas periodísticas en la apertura de nuevos públicos y señalar las claves que propiciaron el auge de este tipo de textos breves durante las dos últimas décadas del siglo XIX. En su opinión, la difusión del género benefició a las empresas periodísticas, pero también dio prestigio y consagró a los escritores que practicaban el cuento publicado en periódicos y revistas de amplia circulación. Esta práctica narrativa fue materia de discusión entre los escritores por las actitudes antagónicas respecto a sus orientaciones estéticas e ideológicas plasmadas en los impresos de la época.

En el apartado “Para no hacer el cuento largo”, Campos y Viveros trazan un eficaz horizonte informativo para ubicar a los escritores y el lugar que ocupa su obra en el campo literario mexicano. Esto redunda en la comprensión más cabal de los cuentos y en la visión de conjunto de un período por demás interesante y definitorio de nuestra historia literaria. Hay que señalar que uno de los objetivos medulares de los editores fue organizar un corpus que “siguiera de cerca el momento modernista [además del] disfrute estético de las ficciones” (pp. 8-10). Sin embargo, más allá del goce estético, esta Antología es la construcción de un discurso sólido sobre el cuento moderno en México. Tal discurso, medular en la recopilación de Campos y Viveros, ofrece una visión compleja y representativa de las manifestaciones temáticas y estéticas que nutren y conviven durante las últimas décadas del siglo XIX y los albores del ya pasado siglo XX. Si bien el título de la Antología se concentra en destacar el modernismo y el decadentismo como marbetes abarcadores, el conjunto de narraciones es de gran riqueza, pues en él se perfilan rasgos y huellas que imponen una complejidad interpretativa de carácter social, psicológico, fantástico e intimista, y se advierten ecos del Romanticismo, realismo y naturalismo, tendencias estéticas que, a pesar de su mermada hegemonía, se niegan a desaparecer. En virtud de ello, los cuentos reunidos en la Antología presentan un panorama muy amplio, además de certero, para que el lector se adentre y conozca las distintas tesituras, rasgos, efectos, ritmos y vocabularios de la narrativa breve del período.

Aunque en los textos seleccionados hay momentos de humor, parecería que, en su gran mayoría, ofrecen una visión pesimista o desencantada en la que los infortunios sociales se mezclan casi de manera natural con la desilusión y la amargura finiseculares. Así, nos enfrentamos al retrato de un México denso, con su pobreza e ignorancia, con su naturaleza indomable, con naufragios físicos y emocionales, donde la gente vive situaciones de injusticia y corrupción, de rabia y desamor. La venganza es el consuelo de los humillados o desheredados, y las fiestas cívicas o religiosas, más que alegrar la vida, evocan en los seres humanos su miseria material y espiritual.

A propósito de esta visión desencantada, resulta atinado haber incluido el texto autobiográfico “Castañas calientes”, de Juan de Dios Peza, quien, a diferencia de Vicente Riva Palacio, no hace alarde de su sentido del humor ni de conocer y sostener lazos de amistad con la aristocracia madrileña, sino que se demora en retratarnos otra España, la popular, la del cante flamenco, la de los sectores menesterosos. Sin abandonar el tono moralizante y sentimental, Peza rememora su amistad con no “pocos granujas” y cómo con la compra cotidiana de castañas para calentarse las manos durante el invierno contribuyó a la manutención de una familia pobre durante su estancia en Madrid.

Por lo demás, se encuentran coincidencias técnicas en autores en apariencia tan disímiles como Pedro Castera y Justo Sierra, quienes hacen un despliegue narrativo desde el profundo conocimiento que cada uno de ellos tiene de su geografía natal o de su profesión. Castera describe minuciosamente, y con horror, su experiencia como ingeniero de minas perdido en las entrañas de la tierra, experiencia que constituye el asunto de los cuentos “En plena sombra” y “La guapa”. Por su parte, Sierra evoca el mar y la bahía de su natal Campeche en una prosa de intensificada sensualidad, cargada de aromas dulces que se mezclan con la muerte y la historia de un amor no correspondido, en un paradigma de fuerte raigambre romántica en “Marina”, y al recrear la leyenda de “La sirena”, justamente en un día de San Juan.

Laura Méndez de Cuenca está muy bien representada con “La curva”, narración que cifra sus intereses intelectuales como educadora y periodista preocupada por evidenciar el determinismo social -tan de boga en la época- y cómo la falta de educación formal anula cualquier aspiración de alcanzar estabilidad económica y, en consecuencia, una vida mejor. La autora inicia su relato en un momento difícil de la historia de México: la Guerra del 47 y la consiguiente reducción de más de la mitad del territorio nacional, ahora en manos del ejército norteamericano. Con una mirada compasiva y no exenta de rechazo, Méndez de Cuenca ve la ignorancia indomable de Silverio Madariaga, quien a pesar de sus virtudes termina estafado y engañado por Míster Wilson, ese falso amigo que en realidad es el nuevo invasor, beneficiario por partida doble de las tierras de los mexicanos que se quedaron al otro lado de California.

Sin duda, Alberto Leduc fue uno de los escritores que transitó con mayor fortuna y pericia por el género del cuento. Si “Fragatita” y “¡Divina!” son textos imprescindibles en la narrativa finisecular por su destreza al presentar mujeres cuyo mayor atributo es su belleza y sensualidad, con “La bachillera (recuerdos de un cuarentón)” hay una vuelta de tuerca a la imagen estereotipada de la mujer voluptuosa y dedicada a la vida prostibularia, que merece atención aparte. Baldomera Gutiérrez y Delorme es una mujer cuya hermosura destaca aún más por su inteligencia y las decisiones razonadas que conducen su vida. En la configuración que hace Leduc de Baldomera parece ratificarse el ideal ilustrado de Fénelon, quien afirmaba: “no es menester que sean sabias, ya que la curiosidad las hace presumidas, basta que se dispongan para gobernar algún día su casa y para obedecer a sus maridos con sumisión” (p. 231)2. No obstante, Leduc parece sancionarla, ya que después de haber configurado un personaje con virtudes intelectuales sumamente destacadas, y con las que en apariencia simpatiza, termina castigando con crueldad e ironía a Baldomera por ser una mujer que piensa que el matrimonio y la ignorancia no son la mejor opción como proyecto de vida.

Esta visión pesimista también encuentra resonancia en Ángel de Campo y su “Pobre Jacinta”, cuento acerca de un ser anodino que desea salir a disfrutar de la urbe con motivo de los festejos patrios para mitigar la miseria de sus días. “Pobre Jacinta” es una meticulosa pintura social en que la frustración se mezcla con los valores cívicos y la pobreza. Micrós, con su humor e ironía, demuestra que no hay resurrección para los menesterosos ni aun en días de fiesta.

Por lo demás, con la selección y relectura de los decadentistas por excelencia, Ciro B. Ceballos, Efrén Rebolledo, Rubén M. Campos y Bernardo Couto Castillo, ratificamos cómo este puñado de escritores hizo del cuento su medio de expresión para representar la perversión, la descomposición y la transgresión en todos los ámbitos de la vida social e individual. Imbuidos en mundos violentos y tortuosos, los personajes creados por estos escritores son seres hiperestesiados, neuróticos, narcisistas, sádicos y criminales que no intentan moralizar ni educar a nadie, simplemente desean reflejar otra cara, la cara oscura de la modernidad porfiriana.

Mucho más se podría comentar y analizar de los 33 cuentos reunidos en esta Antología, pero basten estos botones de muestra como invitación para adentrarse en el mundo del cuento moderno finisecular y sus diversos derroteros. Marco Antonio Campos y Luz América Viveros han sabido compaginar sus conocimientos y simpatías para dar forma a este tan necesario volumen que será referencia obligada entre los interesados del período y del género. Antología del cuento modernista y decadentista (1877-1912) es un libro hecho con seriedad, rigor y pasión, pero, sobre todo, es una propuesta de lectura que no insiste en lugares comunes, sino que busca repensar y revalorar la obra de diversos escritores ante los ojos de nuevos públicos.

1Los cuentos que no se publicaron por primera vez en la prensa de la época son “La muerta”, de Ceballos, y “La cena”, de Reyes.

2El tratado de la educación de las jóvenes o de las hijas, Imprenta de la viuda de Eliseo Sánchez, Madrid, 1769.

Recibido: 13 de Julio de 2022; Aprobado: 26 de Agosto de 2022

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