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Nueva revista de filología hispánica

versión On-line ISSN 2448-6558versión impresa ISSN 0185-0121

Nueva rev. filol. hisp. vol.68 no.2 Ciudad de México jul./dic. 2020  Epub 09-Sep-2020

https://doi.org/10.24201/nrfh.v68i2.3660 

Reseñas

José María Buzón García, M. Begoña Gómez Devís y José Ramón Gómez Molina, Actitudes lingüísticas en Valencia y su área metropolitana. Estudio longitudinal y análisis de tendencias. Tirant Humanidades, Valencia, 2017; 309 pp.

Nadiezdha Torres Sánchez1 

1El Colegio de México ntsanchez@colmex.mx

Buzón García, José María; Gómez Devís, M. Begoña; Gómez Molina, José Ramón. Actitudes lingüísticas en Valencia y su área metropolitana. Estudio longitudinal y análisis de tendencias. ., Tirant Humanidades, Valencia: 2017. 309p.


La situación lingüística mundial se caracteriza por una gran diversidad lingüística. Según la UNESCO, existen alrededor de 6 500 lenguas en el mundo, pero, paradójicamente, sólo un puñado de éstas posee suficiente vitalidad lingüística como para asegurar su transmisión generacional, y probablemente sea un grupo más reducido el que cuente con prestigio social para superponerse a otras lenguas habladas en el mismo territorio. La noción de prestigio pone en juego las creencias y actitudes propias de los hablantes en una comunidad, ya que, si en ésta se habla más de una lengua, alguna de ellas podría tener un valor estigmatizado como consecuencia del poder que ejercen sobre las demás los hablantes de la lengua de prestigio. En esta dinámica de fuerzas, se involucran factores extralingüísticos que van desde los desarrollos socioeconómicos hasta valoraciones cognoscitivas e identitarias. Esto suele tener como resultado que se asocie la diversidad de las lenguas que se hablan en un mismo territorio con la diversidad de los grupos sociales, con lo cual se naturalizan las diferencias lingüísticas y sociales. Así, los grupos menos desarrollados económicamente son vistos como inferiores desde los estratos prestigiosos, lo que propicia actitudes de rechazo a su estilo de vida y a sus formas lingüísticas.

El trabajo que presentan José María Buzón, M. Begoña Gómez y José Ramón Gómez muestra la importancia de realizar estudios empíricos en relación con las actitudes lingüísticas en una comunidad de habla, sobre todo en comunidades bilingües con un perfil sociolingüístico de conflicto en el que una de las lenguas en uso se considera con mayor prestigio.

El libro está compuesto por cinco apartados. El primero de ellos, la “Introducción”, describe la comunidad de habla bajo estudio -el área metropolitana de Valencia-, los objetivos generales y particulares y las hipótesis de la investigación. Todo ello se pone en relación con las variantes estándar y no estándar del valenciano y del castellano.

Los autores destacan que se trata de una investigación en la que se comparan dos momentos, uno actual (2015) y otro de veinte años atrás (1995). Esto permite al lector, y al interesado en las situaciones de contacto, observar la evolución de las actitudes que tienen los hablantes bilingües o monolingües en castellano y valenciano y, sobre todo, examinar los resultados de las distintas políticas lingüísticas que se implementaron. Un análisis exacto de ambos períodos, como el que se lleva a cabo en este libro, es una radiografía de las dinámicas sociales comunitarias y su incidencia en las actitudes lingüísticas.

En el segundo y tercer apartados, “Marco epistemológico” y “Planteamiento metodológico”, se definen los conceptos fundamentales para el análisis de las actitudes lingüísticas y las decisiones metodológicas tomadas. Si el lector que se acerca a estas páginas quiere iniciarse en esta área de estudio, tendrá en sus manos un texto que puede considerarse como un manual operativo, del que podrá no sólo retomar a los autores referidos, sino tener además la información necesaria para replicar un estudio semejante. Aun si el lector es experto en el tema, la minucia con la que se describen las decisiones metodológicas puede servir para plantear nuevas interrogantes en lo que toca a actitudes y creencias.

En el cuarto apartado, “Análisis estadísticos e interpretación de resultados”, los autores se deciden por un estudio que arroje resultados mensurables de la realidad empírica, lo que ayuda a describir las relaciones que se establecen entre las variables estudiadas. El acercamiento cuantitativo les permite examinar cada rasgo manifiesto en las expresiones de valoración recogidas (14 256) sobre las diferentes variedades lingüísticas y estructurar luego las dimensiones cognoscitiva y afectiva que se asocian a ellos, como, por ejemplo, estatus o solidaridad.

En comparación con los resultados obtenidos en 1995, todas las variedades presentan un mejor posicionamiento en el estudio actual. Los hablantes de valenciano estándar se muestran mucho más seguros que antaño, y los de castellano estándar siguen percibiéndose seguros en su competencia oral, por lo que se les otorga valoraciones como “inteligentes” y “emprendedores”. Los autores encontraron, en su corpus de 2015, que las jerarquizaciones lingüísticas hechas veinte años atrás entre pobre-rico e ignorante-culto han variado en partes mínimas; particularmente, destacan que, al contrario de lo que ocurría en 1995, el castellano estándar se percibe como de mayor cultura ante el valenciano estándar, y que el valenciano no estándar se considera ahora más rico que el castellano estándar y el valenciano estándar. En cuanto a la relación entre jefe y subordinado, la valoración de los hablantes de castellano estándar ha superado a los de valenciano estándar al observarlos como jefes o con un puesto de mayor responsabilidad. La variedad no estándar del castellano es percibida como más conservadora, mientras que a la del valenciano se la considera valencianista, a la del castellano estándar más centralista y a la del valenciano estándar más catalanista.

El modelo estadístico que elaboran los autores a partir del análisis y cruce de variables les permite profundizar en aspectos específicos, por lo que al identificar las relaciones de autonomía entre los calificadores y las variables sociales de ambos corpus (1995 y 2015) describen los atributos con mayor número de cruces representativos y llegan a la conclusión de que los adjetivos bipolares de mayor significación estadística forman parte de las dimensiones cognoscitiva (vago-trabajador, insignificante-influyente, identificación con la persona-o visto como jefe) y afectiva (insensible-comprensivo, orgulloso-humilde), mientras que para los factores sociales son relevantes el nivel sociocultural, el modo de vida, la lengua habitual, el sexo y la edad.

Los autores presentan distintos perfiles biespaciales en los que representan las asociaciones entre las variedades estándar y la identificación personal. En ellos se puede observar claramente que los estímulos leídos se sitúan cerca de la variedad estándar, mientras que en los estímulos orales las variedades del valenciano se asocian con valores intermedios, la del castellano no estándar con el valor nulo y las del castellano estándar con la identificación intermedia y total. En lo que toca a la cercanía social, ambas variantes del valenciano se identifican con etiquetas tales como “amigo”; el valenciano estándar, con la de “más progresista”; el castellano estándar, con “menos cercanía” y “conservador”.

Tras un minucioso análisis factorial, los autores concluyen que las percepciones de las variedades no estándar generan reacciones subjetivas muy dispares, motivadas por factores sociales, lo que hace difícil describir su significación estadística. Por otra parte, en el discurso leído, la variedad estándar del valenciano se asocia con juicios del tipo “divertido”, “valencianista” y “catalanista”, y el español estándar, con “urbano”, “cariñoso” y “centralista”. En cuanto al discurso oral, el valenciano estándar se asocia con “alegre”, “convincente”, “sencillo” y “adecuado para interactuar con un amigo”, mientras que el castellano estándar se relaciona con “inteligencia”, “generosidad”, “influencia” y se toma por “una variedad adecuada para la interacción en tiendas”.

En términos generales, los resultados de esta investigación muestran el proceso de minorización que ha vivido el valenciano en los últimos veinte años y, a la inversa, el de expansión generalizada y progresiva del castellano. Un 67% de los bilingües entrevistados afirma que no es necesario hablar valenciano para sentirse como tal y hay poco entusiasmo en la actitud hacia esta lengua. Además, los jóvenes favorecen el uso del castellano, mientras que los adultos se muestran más leales al valenciano. A pesar de todo, no se registra hostilidad hacia el uso de ninguna de las dos lenguas, por lo que una posible revitalización del valenciano es más bien una tarea de concienciación social.

Cabe insistir en el valor del trabajo cuantitativo realizado, el cual se vale tanto de métodos ya empleados en otros estudios de corte sociolingüístico como de análisis multivariables experimentales, con una muestra abundante de datos empíricos elicitados de manera directa e indirecta.

Por último, en el apartado dedicado a las conclusiones, los autores interpretan de forma conjunta los resultados de los diferentes análisis estadísticos y los grados de corroboración de sus distintas hipótesis. Quisiera terminar esta reseña enfatizando lo que ellos mismos consideran una de sus principales aportaciones: “una actitud lingüística es fuerte en la medida en que es capaz de influir en la conducta de las personas” (p. 269).

Recibido: 05 de Marzo de 2019; Aprobado: 25 de Abril de 2019

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