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Nueva revista de filología hispánica

versão On-line ISSN 2448-6558versão impressa ISSN 0185-0121

Nueva rev. filol. hisp. vol.68 no.1 Ciudad de México Jan./Jun. 2020  Epub 02-Abr-2020

https://doi.org/10.24201/nrfh.v68i1.3596 

Reseñas

Marina Martín Ojeda y C. George Peale, Luis Vélez de Guevara en Écija: su entorno familiar, liberal y cultural. Juan de la Cuesta, Newark, DE, 2017; 358 pp.

María Rosa Álvarez Sellers1 

1Universitat de València, maria.r.alvarez@uv.es

Martín Ojeda, Marina; George Peale, C.. Luis Vélez de Guevara en Écija: su entorno familiar, liberal y cultural. Juan de la Cuesta, Newark, DE: 2017. 358p.


Este libro viene a ocupar un puesto privilegiado, tan necesario como urgente, en los estudios sobre Luis Vélez de Guevara, alimentados hasta la fecha, en gran parte, por tópicos y lugares comunes que se han ido repitiendo en monografías y artículos que empleaban una metodología fundamentalmente histórica: “se proponían recuperar e iluminar el rico patrimonio español del pasado para reivindicar y comprender mejor la cultura de su actualidad” (p. 15). El valor de tales repertorios documentales sigue siendo imprescindible para perfilar la historia del teatro español, pero no por ello dejan de ser fiel reflejo de su tiempo y de la mentalidad de la época: por no haber estudiado Vélez en la Universidad de Salamanca, o en la de Alcalá, se dedujo que su formación académica era inferior a la de otros escritores; se le atribuyó un carácter pedigüeño por la supuesta pobreza de su juventud y su servilismo en edad madura, y su ascendencia conversa y la aplicación de criterios estéticos heredados del neoclasicismo de Alberto Lista lo relegaron a la condición de autor secundario. En síntesis, del autor ecijano se han destacado como hitos de su biografía la pobreza familiar, su mediocre formación universitaria y su ascendencia judía, factores que contribuyeron a poner en tela de juicio la importancia de su producción dramática y llevaron a que se lo tuviera por escritor de segunda categoría en el canon del Siglo de Oro.

Se imponía por tanto una revisión y ampliación de los datos sobre Luis Vélez de Guevara. El cambio de orientación metodológica del volumen que nos ocupa se percibe desde el primer epígrafe del estudio introductorio: “Luis Vélez de Guevara: un caso de historiografía equivocada” (p. 13). Con el fin de comprobar la certeza de afirmaciones recurrentes y heredadas, Martín Ojeda y Peale han realizado un laborioso trabajo de recopilación -en distintos archivos y bibliotecas- y transcripción de materiales de diversa procedencia relativos no sólo a Luis Vélez de Guevara, sino también a su familia, con lo que exponen “en detalle un caudal de evidencia documental” (p. 18), a partir del cual han redactado el estudio introductorio, que apunta con claridad meridiana a desmentir conjeturas y suposiciones que han contribuido a delinear una imagen tópica pero poco veraz del autor de comedias.

La documentación transcrita presenta dificultades añadidas. Por un lado, la mayoría se trata de actas notariales -excepto los documentos 135 y 245, que recogen dieciséis y dos poemas, respectivamente- redactadas siguiendo los formulismos y cláusulas habituales en este tipo de escritos en los siglos XVI y XVII; por otro, la ortografía “refleja un tono particularmente andaluz”, es decir, “se notan rasgos morfofonológicos de la voz viva de la región” (p. 97), algunos de ellos presentes también en autógrafos de obras de Vélez posteriores a 1596, fecha en que abandonó su ciudad natal.

La compilación consta de 253 registros y comienza con la imposición de la carga hipotecaria que hizo en 1529 el bachiller Diego de Santander, abuelo materno de Luis, sobre la casa en la que nacería el poeta, situada en la plaza de San Juan (doc. 1), y termina con la venta de dicha vivienda, efectuada en 1646 por los herederos del dramaturgo (docs. 250-253). Abarca, por lo tanto, datos referentes a cinco generaciones, lo cual ha propiciado la inclusión, al final del volumen, de un índice onomástico parental en el que se indica, por orden alfabético, el nombre del familiar, el grado de parentesco con el escritor, su filiación y el número de los documentos en los que aparece. El estudio concluye con una completa y actualizada bibliografía (pp. 345-358).

La documentación aportada permite confirmar que la familia de Vélez de Guevara poseía una hacienda “propia de las economías medias” (p. 40). Su abuelo Diego de Santander era médico, profesión que le permitió “mantener contactos con la oligarquía ecijana…; buena muestra de ello es el padrinazgo de varios de sus hijos por miembros de esta élite” (p. 19) (docs. 3-5); su madre, Francisca de Santander, recibió “una digna dote matrimonial” (p. 36) que incluía la casa natalicia del poeta; y su padre, Diego Vélez de Dueñas, obtuvo el grado de bachiller en Leyes por la Universidad de Sevilla en 1570 (docs. 26, 28 y 34) y se licenció en Leyes antes de 1576, por lo que distaron “de esa pobreza extrema que suele atribuirle la historiografía” (p. 43) al núcleo familiar.

Consta, sin embargo, que Vélez de Guevara no pagó los derechos de examen “por pobre” (doc. 226) cuando se graduó como bachiller en Artes en la Universidad de Osuna en 1596, pero este documento “ha sido igualmente descontextualizado” (p. 43). Martín Ojeda y Peale ofrecen un completo panorama del sistema educativo de la Écija del siglo XVI (pp. 44-51) para llegar a la conclusión de que “lo más probable es que la titulación gratuita del joven Vélez fuera fruto de alguna picaresca” (p. 50), pues el escritor perteneció a la primera promoción de alumnos en Écija de la Cátedra de Gramática del colegio de los jesuitas (1590-1593) y a la primera también de su Cátedra de Artes (1594-1596), y no sería extraño que la Compañía de Jesús avalara la pobreza del joven “en compensación a los servicios prestados a la Orden por sus familiares jesuitas, especialmente por su tío Luis de Santander” (p. 51).

La tercera cuestión objeto de estudio es su ascendencia judaica y el cambio del apellido Santander, “de reminiscencia mosaica” (p. 51), por el de Guevara. Su antepasado converso sería Antonio Negrete y Santander, el cual “es posible que fuera de origen judío” (p. 58), que se convirtiera al cristianismo y se trasladara de Cantabria a Écija “para ocultar su pasado hebraico” (p. 58), y “por cronología bien pudo ser el padre del bachiller Diego de Santander”, abuelo del poeta y médico, “profesión tradicionalmente asociada al mundo de los judeoconversos” (p. 58). Asimismo, un error de interpretación (pp. 51-56) llevó a la crítica a sostener que el jesuita Luis de Santander -a cuyo “origen judío” se alude al entrar en la Compañía (p. 55)- fue quemado en la hoguera, cuando en realidad “fue un eminente predicador” (p. 56) que debió gozar de buena fama en Écija, a la que donó en 1572 una reliquia de la Santa Cruz de Cristo (docs. 40 y 42). Así pues, aunque “el judaísmo en la ascendencia de nuestro autor es un hecho innegable” (p. 59), éste se cría en “un entorno familiar que ha asimilado la religión cristiana y que, sobre todo, se halla libre de condenados por la Inquisición” (p. 51), sin rastro de judaísmo viven- cial en su familia en el siglo XVI.

Por lo demás, el apellido Vélez con frecuencia era asociado a Guevara entre la aristocracia, “una nobleza que Luis Vélez pretendía emular” (p. 56) y en la que también se podía cambiar de apellidos, como hace el conde de Saldaña en la misma época que el escritor (pp. 56-57), quien firmará todas sus obras a partir de 1607 como “Vélez de Guevara”, no por la “sombra de judaizante” que el apellido Santander podría proyectar sobre sus aspiraciones cortesanas, sino porque “aumentaba el caché no solamente del poeta novel, sino también del conde de Saldaña” (p. 57), que empezaba a ejercer como mecenas en la corte de los Habsburgo y al que Vélez sirvió durante casi catorce años.

Con el fin de contextualizar la figura del insigne dramaturgo y ofrecer un completo panorama de su época, Martín Ojeda y Peale trazan un detallado retrato de su ciudad natal, su “Cultura geográfica” (pp. 61-76), de la cual Vélez diría en El Diablo Cojuelo: “Esta es Écija, la más fértil población de Andalucía” (Tranco VI); la vida en ella, su “Cultura humana” (pp. 76-85), pues la afición de la villa al teatro y al bullicio pudo influir en la “particular visión dramatúrgica” de Vélez, ya que “sus obras se singularizan por escenas de gran desarrollo visual, con mucho movimiento y aparato escénico” (pp. 84-85); y de su “Cultura familiar” (pp. 85-89), que permite calificar de “entrañable” la convivencia de la familia Vélez-Santander, a la que ambos estudiosos consideran “un barómetro de la vida en Écija” (p. 85): la evidencia acerca de su actividad cultural “es circunstancial pero contundente” (p. 88) y sugiere que “debía de haber en el hogar de la familia un nutrido ambiente que cultivaba el pensamiento creativo” (p. 88), lo que para nuestro poeta “pudo ser un factor de su formación artística” (p. 86).

Luis Vélez de Guevara abandonó su Écija natal con tan sólo diecisiete años, al poco de graduarse en Artes en julio de 1596, para entrar como paje al servicio del cardenal don Rodrigo de Castro Osorio. Con su comitiva regresaría en junio de 1599 y allí permanecería hasta septiembre. El dramaturgo no volverá a Écija hasta 1624, y sólo durante dos días, esta vez como parte del personal de servicio del rey Felipe IV. Su carrera literaria transcurriría en la Corte, “pero nunca olvidó las vivencias de su juventud; fueron parte de él, de su visión del mundo y de su arte” (p. 91).

Este volumen da testimonio de ello y viene a llenar un vacío tan apremiante como inexcusable. Existen repertorios documentales sobre Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca y Tirso de Molina, y ahora nos hallamos finalmente ante el estudio más completo acerca de Luis Vélez de Guevara, su familia, sus circunstancias y su época. La colección de documentos dada a conocer por Marina Martín Ojeda y George Peale constituye un trabajo fundamental y una aportación absolutamente relevante al conocimiento sobre un dramaturgo cuya imagen aparecía lastrada de prejuicios sociales y literarios que el examen atento, la revisión exhaustiva y la oportuna ampliación de la historiografía al respecto han permitido cuestionar y desterrar. Este valioso, documentado e imprescindible estudio y estas bien fundadas y sólidamente argumentadas páginas acerca de su entorno familiar, su formación académica y su contexto geográfico, cultural y social, permitirán sin duda que Luis Vélez de Guevara adquiera o recupere el lugar que le corresponde entre los principales dramaturgos del Siglo de Oro.

Recibido: 15 de Octubre de 2018; Aprobado: 20 de Noviembre de 2018

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