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Nueva revista de filología hispánica

versión On-line ISSN 2448-6558versión impresa ISSN 0185-0121

Nueva rev. filol. hisp. vol.67 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2019

https://doi.org/10.24201/nrfh.v67i1.3472 

Reseñas

Robert J. Blake & Eve C. Zyzik, El español y la lingüística aplicada. El español y la lingüística aplicada. Georgetown University Press, Washington, DC, 2016; 206 pp.

Gerardo A. Cortés* 

*El Colegio de México. gacortes@colmex.mx

Blake, Robert J.; Zyzik, Eve C.. El español y la lingüística aplicada. Georgetown University Press, Washington, DC: 2016. 206p.


La comunicación entre las disciplinas de la lingüística ha sido desde hace décadas un tema de creciente interés. En ocasiones, este trabajo interdisciplinario se ve coartado por prejuicios o por la falta de una estructura adecuada para llevarlo a cabo (programas de investigación, publicaciones, etc.). Un área que ofrece cada vez más vetas de investigación es aquella que reúne el conocimiento de la lengua con el de la pedagogía. En el libro El español y la lingüística aplicada, Robert J. Blake y Eve C. Zyzik elaboran una propuesta interesante y por demás pertinente para relacionar los nuevos conocimientos lingüísticos del español con su enseñanza.

El enfoque y las posturas que toman los autores se reflejan en el contenido y la forma del texto. La conciencia de que lo que se presenta debe ser accesible tanto a lingüistas como a profesionales de la docencia conlleva decisiones de estructura que hacen del libro un texto versátil. Cada capítulo está encabezado por una pregunta general que, más que propiciar una presentación superficial de los temas, refleja la intención de los autores de volver a discutir las bases de las cuales se parte para estudiar y enseñar el español. Así, el libro ofrece ocho capítulos que sistemáticamente tratan distintos temas lingüísticos y su relación con la enseñanza de esta lengua. El texto comienza con la discusión en torno a aspectos léxicos, gramaticales y sintácticos, para llegar a temas como la norma lingüística del español, la tecnología y su relación con la didáctica.

Los capítulos tienen una estructura similar que, además de facilitar la consulta, propicia una exposición clara y suficiente de los temas. En cada caso, los autores parten de antecedentes históricos y de un repertorio extenso de estudios actuales para contrastar estos contenidos con la didáctica que utilizan los profesores de español como lengua extranjera o como segunda lengua. A partir de lo anterior, los autores exponen lo que a su juicio serían modificaciones convenientes o necesarias para que el estudiante se acerque a un conocimiento útil y consciente del español. Cada capítulo cierra con una lista de preguntas que, además de encauzar al lector en los contenidos fundamentales de cada apartado, sirve de estímulo para iniciar la discusión de los temas relacionados con asuntos pedagógicos y lingüísticos.

A nivel formal, el texto también aporta dos elementos imprescindibles para un trabajo interdisciplinario, a saber, un glosario y un conjunto de términos técnicos traducidos al español tanto de la lingüística como de la didáctica. Sobre el primer punto, vale la pena resaltar lo sintético, claro y actual de las definiciones. En cuanto a la traducción de términos, es necesario destacar la importancia de textos que, sin importar que estén publicados en un ámbito anglo-parlante, emprendan la tarea de buscar equivalentes en español de términos que hoy en día se generan en otras lenguas. A pesar de que en algunos casos Blake y Zyzik deciden utilizar -con justas razones- el término en inglés (como input, intake y output, por ejemplo), en muchos otros recurren a la versión en español; dos casos interesantes: la traducción de proficiency por proficiencia y de chunking por procesamiento a trozos. Una búsqueda rápida en los medios digitales muestra que estos términos apenas se abren camino en el mundo de la terminología lingüística en español, lo que implica que aún queda esperar a que encuentren su forma definitiva. La fijación de estos términos con esta u otra forma sólo se dará en función de la discusión que se genere a partir de su uso. Únicamente este proceso brindará el conocimiento necesario que es condición, según Luis Fernando Lara (2015, p. 56), para que exista en los campos específicos de la ciencia una “comunicación fluida, que no niegue la diversidad del español”.

Además de estas características estructurales, el texto presenta desde el inicio una postura crítica muy clara con respecto a los métodos tradicionales de enseñanza del español y a sus criterios de evaluación. El primer capítulo del libro, titulado “¿Qué significa saber un idioma?”, es particularmente rico en discusiones en torno a temas clave que relacionan la lingüística y la didáctica. Después de un recorrido panorámico del vínculo entre algunas teorías lingüísticas y pedagógicas, Blake y Zyzik examinan, a partir de una postura funcional, la manera en que se mide el conocimiento de una lengua (los autores se inclinan por un análisis de la proficiencia lingüística, término que, a diferencia del de competencia, busca centrar la discusión en el ámbito del uso del lenguaje). Su acercamiento al tema los lleva a cuestionar los parámetros tradicionales con los cuales se mide el nivel de proficiencia de un alumno que aprende español. Luego de analizar varias pruebas y sus respectivos criterios, los autores concluyen que la mayoría se rige a partir del concepto de hablante nativo. En este sentido, un estudiante avanzado será aquel que más se acerque al modo en que se expresa un hablante nativo del español. La crítica de Blake y Zyzik a esta forma de evaluar el conocimiento de un idioma estriba en poner en tela de juicio la noción que se tiene de hablante nativo. Según los autores, este concepto es una construcción que no sirve de referente auténtico para evaluar la proficiencia lingüística de los alumnos: “Estas ideas generales sobre lo que significa el término HN [hablante nativo] apuntan a un modelo altamente idealizado” (p. 19).

Un acercamiento al caso de los hablantes de herencia del español revela los problemas inherentes a un concepto cerrado de hablante nativo. Si entre los criterios para ser hablante nativo se incluyen el haber tenido una escolarización en español y el haber habitado toda la vida en un lugar donde se habla español como lengua mayoritaria, entonces, en un entorno como el norteamericano, el hablante de herencia del español (herencia en la que cabe contar a las primeras, segundas y terceras generaciones de migrantes hispanohablantes) no podrá ser considerado hablante nativo. El conflicto teórico y práctico que se origina a partir de lo anterior lleva a los autores a proponer distintos perfiles de hablantes nativos y a reconsiderar otras propuestas para la evaluación del conocimiento de una lengua extranjera o de una segunda lengua: “Por lo tanto, conviene preguntarse si llegar a ser casi nativo es una meta realista para la mayor parte de los aprendices de una L2. Para Cook (1999), la meta que tienen muchos aprendices de llegar a ser como hablantes nativos está mal planteada porque desvía al aprendiz de una meta más realista: la de ser un usuario competente de la L2” (p. 25).

Del tercer capítulo, “¿Cuántas palabras hay que saber para hablar bien el español?”, cabe destacar el peso que dan los autores al trabajo de corpus de algunos lingüistas norteamericanos. Particularmente interesante es el trabajo de Mark Davies (2006), quien a partir de un corpus del español1 elaboró un diccionario de frecuencias, publicación que puede servir de herramienta de contraste y análisis en los estudios lexicográficos. Blake y Zyzik, después de retomar los resultados de estudios contrastivos entre los manuales de aprendizaje del español y publicaciones semejantes a la de Davies, descubren un desfase importante entre la metodología de enseñanza del léxico y el vocabulario más utilizado: el método de campos semánticos que normalmente utilizan los manuales de enseñanza del español obliga a incorporar vocabulario de muy baja frecuencia y, por lo tanto, de poca utilidad (p. 56).

En el cuarto y quinto capítulos, los autores analizan temas gramaticales y sintácticos que suelen ser problemáticos -especialmente en un ámbito angloparlante- para quienes aprenden español. Además de revisar el caso del uso (y mal uso) del pronombre pleno y nulo, los autores se detienen a analizar uno de los fenómenos más paradójicos dentro del aprendizaje del español, esto es, la relación directamente proporcional entre el nivel de proficiencia y el leísmo: a mejor dominio del español por parte del aprendiente le corresponde en muchos casos un uso más frecuente e indiscriminado del clítico de dativo le (p. 85). Otro tema interesante es el del vínculo entre la aspectualidad y su manifestación en el pretérito y el imperfecto en las reglas pedagógicas que se utilizan para enseñar estos tiempos. Para dejar de lado un uso excesivo de los adverbios temporales, los autores bosquejan una perspectiva didáctica que resalte las características aspectuales de los verbos (particularmente de los verbos télicos y de estado) para una mejor comprensión del uso del pretérito y del imperfecto. En el mismo orden temático de los problemas frecuentes de los estudiantes de español, el uso del subjuntivo ocupa un lugar importante. En un espacio relativamente breve, los autores logran una exposición clara y sintética de los problemas del angloparlante para comprender el uso del subjuntivo. A juicio de Blake y de Zyzik, el núcleo del conflicto al momento de enseñar este tema radica en la presentación del subjuntivo como bloque uniforme. Para hacer frente a esta situación, los autores retoman la propuesta de Lorena Camacho Guardado (2013), quien ha ideado un método de enseñanza del subjuntivo (y en general de la modalidad en español) a partir de la perspectiva de la gramática cognitiva.

El libro termina con tres apartados dedicados a temas de mucha actualidad dentro del mundo de la pedagogía del español: el dilema de la elección de la norma lingüística que se enseñará, el uso de las tecnologías en el campo de la didáctica de lenguas y el papel que desempeñan los viajes al extranjero. En cuanto a este último punto, cabe destacar la propuesta de un umbral de conocimientos mínimos para que el aprendiente logre tener acceso a los contenidos de la lengua que dependen de matices que se dan en un nivel pragmático.

A grandes rasgos, se puede decir que la propia actualidad del texto de Blake y Zyzik (de sus fuentes y propuestas) fomentará un desarrollo rápido de estudios más especializados e incluso de réplicas. Lo anterior daría pie a considerar que el texto está destinado a permanecer brevemente en los círculos de formación docente e investigación lingüística. No obstante, desde nuestra perspectiva, el equilibrio entre riqueza de información, claridad, condensación, debate y propuestas es, entre otras cualidades, lo que hará de este texto, a largo plazo, una herramienta útil para profesionales de la enseñanza y lingüistas.

Referencias

Camacho Guardado, Lorena 2013. “La enseñanza del modo desde una perspectiva cognitiva”, en Actas del XLVIII Congreso Internacional AEPE. El español en la era digital, AEPE-Campus Encuadernaciones, Jaca-Valladolid, pp. 133-149. [ Links ]

Davies, Mark 2006. A frequency dictionary of Spanish, Routledge, New York. [ Links ]

Lara, Luis Fernando 2015. Temas del español contemporáneo, El Colegio de México, México. [ Links ]

Recibido: 09 de Junio de 2017; Aprobado: 27 de Junio de 2018

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