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Nueva revista de filología hispánica

versión On-line ISSN 2448-6558versión impresa ISSN 0185-0121

Nueva rev. filol. hisp. vol.66 no.2 Ciudad de México jul./dic. 2018

https://doi.org/10.24201/nrfh.v66i2.3438 

Reseñas

Trinidad Barrera (ed.), Dos obras singulares de la prosa novohispana

Emilio Enrique Navarro Hernández1 

1 Harvard University. enavarro@fas.harvard.edu

Barrera, Trinidad. (ed.), Dos obras singulares de la prosa novohispana. Universidad de Alicante, Alicante: 2015. 151p. (, Cuadernos de América sin nombre, 36, ).


El libro que aquí se reseña tiene su origen en un Simposio llevado a cabo los días 16 y 17 de marzo de 2015 en la Universidad de Sevilla. Su aparición muestra la saludable relación entre la Academia y el Estado, pues aquélla realizó la investigación y éste financió la publicación. El libro está compuesto de seis artículos dedicados a estudiar dos obras de la prosa novohispana: Los sirgueros de la Virgen y La portentosa vida de la Muerte. La investigación es equitativa, pues los tres artículos iniciales se ocupan de la primera obra, mientras que los restantes hacen lo propio con la segunda; sin embargo, el trabajo que cierra el libro tiene una anomalía que comentaremos en su momento. Para esta reseña seguiré el orden en que aparecen los artículos en el libro, empezando, pues, con un trabajo sobre los contrafacta en el Siglo de Oro.

Las versiones a lo divino o contrafacta de obras literarias del Renacimiento y el Barroco sirvieron para adoctrinar al pueblo en la época colonial. Los clérigos virreinales que reescribieron estas versiones aprovecharon el prestigio de los escritores áureos para llevar agua a su molino. A este respecto, "Los sirgueros de la Virgen y la tradición de los contrafacta en el Siglo de Oro", escrito por Jaime J. Martínez, es un texto que analiza cómo Francisco Bramón utiliza el procedimiento de transformación a lo divino de una forma novedosa que consiste en partir del género pastoril, y no de una obra en particular, para hacer su trabajo de reescritura. Desde una perspectiva histórica, Martínez analiza cómo Bramón se sirve de una tradición literaria que ajusta a sus propios intereses, ya que aprovecha el carácter misceláneo de la novela pastoril para integrar en su obra géneros como la poesía, el teatro (autos sacramentales) y juegos.

En la primera sección del artículo encontramos el contexto histórico y literario que sirve de marco a la tradición de los contrafacta; en la segunda, el análisis propiamente, que consiste en mostrar que Bramón utiliza un género literario, pero también el soneto I de Garcilaso; finalmente, la tercera parte es un repaso de los distintos géneros (poesía, auto teatral, juegos) que utiliza el franciscano en su obra. Martínez intenta demostrar que el contrafactum no transforma radicalmente unas obras ya consagradas en el gusto del público, pero sí "corrige" sus tintes licenciosos, lo que comprueba comparando el soneto I de Garcilaso con su versión a lo divino. El crítico continúa con el análisis de las modificaciones que hace Bramón en los personajes y en los temas para convertir una obra profana en sacra. Por ejemplo, el amor mundano que persiguen los protagonistas de una novela pastoril es transformado en amor filial a la Virgen; los pastores ya no peregrinan al templo de Diana, sino a la Iglesia.

Martínez muestra cómo Bramón matiza los rasgos licenciosos del género pastoril, pero no plantea con claridad la hipótesis de trabajo. El contexto histórico y literario presentado es notable, no así el análisis de la obra en cuestión. Sin embargo, el autor se cura en salud: "No ha sido mi intención agotar el tema sino solo ofrecer una introducción al estudio de esta novela a lo divino encuadrándola en su contexto literario y en sus fundamentos teóricos y filosóficos (p. 36).

Los sirgueros de la Virgen se caracteriza por dar cabida a diferentes géneros literarios (poesía, prosa y teatro), lo que permite a los estudiosos de esta obra centrar su análisis en cualesquiera de estos géneros, planteando incluso la mayor importancia de uno sobre los demás. A este respecto, "Los sirgueros, obra de creación de un poemario a lo divino", escrito por Elizabeth Rascón, intenta demostrar que la poesía es el eje central de la obra de Bramón, tanto si tomamos en cuenta su estructura o la relación biográfica existente. Rascón afirma que el verso es la clave interpretativa de la novela, lo que presenta como una novedad dentro de los estudios literarios que han analizado la obra de Bramón.

Aunque el artículo no tiene divisiones precisas, la autora sigue el orden del libro de Bramón, es decir, estructura el análisis en tres partes que se corresponden con las secciones del texto virreinal. En su estudio, Rascón intenta demostrar la importancia del verso, apoyándose en tres aspectos de la obra de Bramón: el título, la estructura y el protagonismo de uno de los personajes (Anfriso). Para un lector actual, la palabra "sirgueros" que aparece en el título de la obra es enigmática, aunque al compararla con su versión moderna (jilgueros) parezca tan familiar la asociación lírica. En cuanto a la estructura de la obra, que la tercera parte esté escrita en verso muestra la importancia de la poesía, aunque lo mismo podría decirse del teatro. Finalmente, el contexto histórico y la biografía del autor apoyan la asociación Anfriso-Bramón, ya que ambos participan en certámenes poéticos: Anfriso en la ficción y Bramón en la realidad.

El texto es relevante porque abre una discusión en torno a la mayor o menor importancia de los diferentes géneros que coexisten en Los sirgueros. A nuestro juicio, el autor argumenta con solidez la preeminencia de la poesía tanto en el aspecto literario como en el biográfico.

La interpretación de textos religiosos con el apoyo de figuras (relación metafórica entre dos hechos históricos o pseudohistóricos) es ampliamente utilizado por los comentaristas de las Escrituras, quienes señalan las múltiples referencias entre los evangelios sinópticos y el Antiguo Testamento, las cuales establecen una relación de continuidad y complementariedad entre éste y aquéllos. A este respecto, el artículo "Relaciones figurativas en Los sirgueros de la Virgen, sin original pecado, de Francisco Bramón", escrito por Eduardo Hopkins Rodríguez, analiza las relaciones metafóricas en la obra del franciscano, sobre todo aquellas relacionadas con la Virgen. Hopkins se apoya en el trabajo de Auerbach (Figura), San Agustín (La ciudad de Dios) y Ovidio (Metamorfosis), quienes teorizan o ejemplifican el procedimiento figural.

Hopkins intenta demostrar que Bramón no sólo sigue las relaciones figurativas ya consagradas en el Antiguo Testamento, sino que introduce nuevas pautas de interpretación relacionadas con el culto mariano. Según el crítico, el franciscano no considera a Eva como figura o representación de María, razón por la que no establece relaciones figurales entre ella y el género humano, pues éste se corrompió por la desobediencia de la pareja original, condición que no comparte la Virgen. Hopkins propone el providencialismo (María fue escogida por Dios) como la base de las relaciones figurales de María. Así, se establece una relación entre la María histórica y la ahistórica, aquella elegida antes del principio de los tiempos para ser madre de Jesús.

Hopkins utiliza convenientemente a los personajes de la trama (el pastor Anfriso y Sergio) para mostrar las relaciones figurales que éstos establecen con la Virgen. El crítico ofrece un pequeño catálogo de las relaciones figurales presentes en el texto de Bramón e incluso señala que éstas no sólo se establecen entre el Nuevo y el Viejo Testamento. Así, María es comparada con el sol que tiene planetas superiores (Dios, Jesús, el Espíritu Santo) e inferiores (los ángeles).

Las conclusiones del autor son parcas, lo que no fortalece la hipótesis de trabajo. En cambio, refuerzan el aspecto descriptivo del mismo, ya que dicha recapitulación consiste en enumerar la fraseología que utiliza Bramón para construir el mecanismo de la figura.

La última cena bíblica estableció dos metáforas fundamentales dentro del Cristianismo: el pan y el vino como símbolos del cuerpo y la sangre de Cristo, respectivamente. En esta cena, la comida no es abundante o deleitosa, y lo verdaderamente importante es señalar la asociación entre la comida y el sacrificio de Jesús. A este respecto, el texto "Mordidas onerosas y bocados redentores: la muerte desabrida de fray Joaquín Bolaños", escrito por Ana Sánchez Acevedo, documenta y analiza las relaciones gustativas y mortuorias en La portentosa vida de la Muerte de fray Joaquín de Bolaños. Desde las perspectivas histórica y bíblica, la autora señala el acto de comer (el fruto prohibido) como la causa de la perdición humana, pero también como la clave para su salvación (eucaristía), siempre y cuando se evite el pecado asociado a la comida: la gula.

En la primera sección del artículo, Sánchez Acevedo estudia la comida en su dimensión pecaminosa: comer lo prohibido (pecado original) o comer en exceso (la gula); el tema de la segunda parte es la alimentación, entendida como reflejo de la transitoriedad de la vida, placer efímero; en la tercera, la argumentación gira en torno a la inversión de papeles culinarios que representa la muerte, pues quien antes se sentaba a disfrutar las comilonas (el hombre) se convierte en el banquete de los gusanos; la última sección trata de las elaboraciones más metafóricas del binomio comida-muerte.

La autora estructura su artículo como un recorrido por las alusiones alimentarias y mortuorias en la obra de fray Joaquín Bolaños, lo que no le impide hacer análisis interesantes, como aquel en que propone entender la desobediencia de Adán y Eva como producto de la gula, afirmación que cambia la visión tradicional de la desobediencia como signo del carácter orgulloso del hombre. Sánchez Acevedo reconoce, sin embargo, que la gula no es compatible con la idea de la muerte como igualadora del género humano, pues este pecado es exclusivo de los poderosos, quienes pueden pagar las comilonas asociadas a este pecado capital.

La autora cumple con su recorrido por las alusiones a la comida y la muerte en la obra de Bolaños, pero consideramos que el espacio dedicado al hombre como alimento de la muerte y las metáforas más elaboradas sobre la relación comida-muerte es mínimo, ya incluso sobre el espacio de las conclusiones. La relevancia del estudio consiste en mostrar la doble faceta (positiva/negativa) que existe en un acto tan rutinario como es sentarse a comer. No sólo porque de un bocado dependa la perdición o la salvación del hombre (fruto prohibido/eucaristía), sino porque el acto de alimentarse es también una prerrogativa metafórica de la muerte. Nos hubiera gustado una hipótesis explícita en relación con el binomio alimentación-muerte y, por supuesto, una estructura más equilibrada entre las partes.

A través del tiempo, la literatura ha tenido una función social que alcanza sus cotas más altas cuando ayuda a sus lectores a prepararse no sólo para morir, sino para bien morir. Esta función es de vital importancia cuando existen períodos de tiempo en los cuales la mortandad se acentúa (sequías, hambrunas, guerras, epidemias…). Tal es el contexto histórico en el que Bolaños escribió La portentosa vida de la Muerte. A este propósito, el trabajo "Calas fundamentales de La portentosa vida de la Muerte, de Joaquín Bolaños", escrito por Mercedes Serna, analiza los temas principales de la obra de Bolaños (la naturaleza bifronte y contradictoria de la muerte, el antiintelectualismo, la crítica a la clerecía y la propaganda en favor de la orden franciscana, entre otros tópicos), siempre siguiendo de cerca el contexto histórico y biográfico del autor.

Mercedes Serna dedica la primera parte del artículo (Introducción) a describir la estructura de la obra y a enumerar los temas que la crítica literaria ha estudiado (adscripción genérica y falta de unidad); la segunda parte está dedicada al contexto biográfico e histórico de Bolaños; la tercera parte es la que da título al artículo, pues ahí se tratan las calas fundamentales que ya he mencionado. En la parte final, la autora relaciona el género medieval de las danzas de la muerte con la obra de Bolaños y también señala la importancia que éste da a la iconografía.

Mercedes Serna intenta demostrar que Bolaños nutrió su obra con las experiencias de su tiempo, entorno geográfico y, además, la convirtió en un medio de propaganda a favor de la orden seráfica. Las hambrunas y sequías que presenció el franciscano le permitieron reproducir de primera mano el tono apocalíptico que caracteriza a las danzas de la muerte, lo que es una muestra de cómo la literatura se alimenta de la experiencia vital.

La relevancia de este trabajo no consiste en encontrar las similitudes entre la obra de Bolaños y el género de las danzas de la muerte, sino en señalar las diferencias con respecto de la comicidad y el carácter democrático de la muerte. En las danzas medievales podía haber parodia, pero no se llegaba hasta la comicidad que hay en la obra de Bolaños; la muerte era la gran igualadora del ser humano en el género medieval, no así en la obra del franciscano, cuyos protagonistas pertenecen a las clases poderosas, aquellas que pueden darse el lujo del banquete asociado a la gula.

El artículo final de Dos obras singulares de la prosa novohispana es una nota discordante en la armonía general del libro, pues mientras que los trabajos ya comentados analizan Los sirgueros de la Virgen o La portentosa vida de la Muerte, el presente trabajo estudia una obra llamada Las honras fúnebres a una perra. La disonancia se resuelve, sin embargo, porque hay un punto de contacto entre ésta y aquéllas: el tema de la muerte. De esta manera, "Carnavalesco y parodia sobre la muerte: las honras fúnebres a una perra", escrito por José Carlos Rovira, analiza en clave paródica el sepelio celebrado en honor a una perra, haciendo un paralelismo con el capítulo 10 de La portentosa…, en donde también hay un tratamiento paródico del fallecimiento de un doctor muy querido por la personificación de la Muerte.

Rovira compara Las honras fúnebres a una perra con la obra de Bolaños, porque ambas tienen elementos que se remontan a la tradición clásica. Ésta, la relación paródica del médico con la muerte; aquélla, la laudatio al reino animal. El crítico sostiene que la obra anónima es el divertimento de un latinista que buscaba hacer menos trágica la visión barroca de la muerte.

En la primera sección del artículo se comparan los textos que rescataron del olvido a Las honras. El primero (1818), escrito por José Joaquín Fernández de Lizardi (la Quijotita); el segundo, por O'Gorman (1944); la segunda parte pone en contacto la tradición clásica con el texto de O'Gorman, lo que sustenta la parodia culta que hemos mencionado; la tercera es una conclusión bastante larga que retoma el contexto histórico de Guridi y Alcocer, quien es considerado el autor de Las honras.

Rovira procura demostrar que lo carnavalesco y la parodia son las herramientas que utiliza el autor de Las honras para despojar a la muerte del halo sombrío que causaba tanto terror en la época barroca. Este procedimiento es el antecedente de las calaveras literarias, que muestran el peculiar tratamiento humorístico que la sociedad mexicana tiene hacia la muerte. El argumento principal del crítico es que una sociedad más libre debe ser menos trágica (p. 144).

La relevancia de este artículo consiste en relacionar Las honras, en un principio ajena a los dos textos que dieron tema a todos los trabajos de este libro, con el texto de Bolaños, específicamente con el capítulo 10. El crítico contribuye con un buen número de citas grecolatinas para demostrar que el autor de Las honras conocía muy bien la tradición literaria. Es un poco confusa la alternancia entre el texto de Lizardi y el de O'Gorman, pues aunque Rovira dice centrarse en este último, estadísticamente aparecen más referencias al texto del Pensador mexicano.

Dos obras singulares de la prosa novohispana es ejemplo de la labor encomiable de la crítica literaria: el rescate y estudio de textos que no habían sido incluidos dentro del canon literario. A veces, estos redescubrimientos empiezan por un estudio aislado que urge al Parnaso literario a mirar con más detenimiento cierta obra. No es el caso del libro editado por Trinidad Barrera, pues detrás de su publicación hay un trabajo de investigadores del viejo y del nuevo continente: un Simposio dedicado a las obras singulares y la edición de una de ellas (La portentosa vida de la Muerte). La Academia de dos polos geográficos de la investigación hispánica, unida por un objetivo común, representa un paso agigantado para la fortuna crítica de las obras estudiadas. Finalmente, también es notable la reunión de diferentes estudios en torno a dos obras, porque entre éstos se tejen coincidencias y contrastes que ofrecen una visión de conjunto e invitan a conocerlas desde una posición privilegiada.

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