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Nueva revista de filología hispánica

On-line version ISSN 2448-6558Print version ISSN 0185-0121

Nueva rev. filol. hisp. vol.64 n.2 Ciudad de México Jul./Dec. 2016

 

Artículos

Coincidencias léxicas entre el español de Canarias y el de la península de Yucatán

Raúl Arístides Pérez Aguilar* 

*Universidad de Quintana Roo. Academia Mexicana de la Lengua, México


Resumen

Se analizan varias voces que, provenientes del Tesoro lexicográfico del español de Canarias de Corbella, Corrales y Álvarez, y del Diccionario del español yucateco de Güémez, aparecen como formas usuales tanto en las Islas Canarias como en la península yucateca. en dicho análisis, se buscan coincidencias semánticas entre las palabras y se comentan, por un lado, atendiendo a los resultados de una serie de encuestas aplicadas en Mérida, Chetumal y Campeche en 2015 y, por otro, haciendo referencia a otras obras para proporcionar su distribución geolectal en la región.

Palabras clave: léxico; Yucatán; Islas Canarias; americanismo; migración

Abstract

An analysis is made of several words taken from the Tesoro lexicográfico del español de Canarias by Corbella, Corrales and Álvarez, and from the Diccionario del español yucateco by Güemez, that appear to be usual forms of expression in both the Canary Islands and the Yucatecan Peninsula. An attempt is made to detect semantic coincidences between words. These coincidences are then commented in the light of results of a series of surveys carried out in Merida, Chetumal and Campeche in 2015. Reference is also made to other works in an effort to establish their geolectal distribution in the region.

Keywords: lexicon; Yucatan; Canary Islands; americanism; migration

No fueron solamente los frutos secos, el vinagre, los textiles, el aguardiente y la diversa bisutería lo que los barcos salidos de las Islas Canarias llevaron a los puertos de San Francisco de Campeche y al de Santa María de Sisal en la península de Yucatán1, sino también condujeron grupos humanos que se establecieron en sitios como Mérida, Campeche, Valladolid, Progreso, El Carmen, Champotón y Bacalar principalmente2.

Tal vez el grupo menos conocido es el que sirvió para repoblar la villa de Bacalar entre 1733 y 1735 a solicitud hecha al rey por el gobernador Antonio Figueroa y Silva quien, interesado en poner freno a los avances de los ingleses en el norte del río Hondo, ordenó la construcción del fuerte de San Felipe en la orilla poniente de la laguna de Bacalar.

Estos canarios tuvieron presencia en diversos sectores de la sociedad. En Campeche y Mérida durante el siglo XVIII, fueron gente medianamente acomodada que se dedicaba al comercio y transporte del palo de tinte, y hubo también hacendados que hicieron fortunas, clérigos, militares, funcionarios, apoderados y gente de mar (pescadores, calafateros, herreros y maestrantes)3 quienes, al mezclar sus hábitos lingüísticos con los propios de los yucatecos, produjeron un contacto de dialectos que el uso fue matizando y convirtiendo en norma en los diversos sitios en los que vivían, de ahí que, al irse conformando estas dos hablas en una costumbre muy local o regional en la que los elementos canarios dados en préstamo arraigaron de diferente manera, esta huella canaria no sea uniforme en la península yucateca. Por ejemplo, acarreto ‘acarreo, acción de acarrear y por extensión transportar de cualquier manera’ se desconoce en Chetumal y en Campeche, sólo pervive en Yucatán, y tal vez únicamente en Mérida como léxico pasivo en personas de edad avanzada.

Fueron poco más de 2500 migrantes canarios, en su mayoría tinerfeños, los que arribaron a Yucatán entre 1526 y 1909, siendo la década de 1730 a 1739 la de mayor afluencia4. Su perfil, como se ha visto, es variado; las plazas de destino son igualmente diferentes en la península yucateca. Algunos buscaban la cercanía de parientes y amigos o huían del aislamiento rural donde vivía la población indígena y preferían los contados centros urbanos donde había cierta actividad económica; otros más optaron por establecerse en sitios menos accesibles (como Bacalar), pero la mayoría se asentó en lugares urbanos o semiurbanos, ya ­fueran pilotos, capitanes, maestres, barberos, carpinteros, militares, comerciantes, obispos, canónigos, párrocos, gobernadores, alcaldes, abogados, apoderados, artistas o intelectuales. Su léxico fue penetrando poco a poco en la modalidad local mediante los espacios de comunicación que brindaban las variadas actividades que desarrollaban, y su uso se vio incrementado cuando estos colonos tuvieron descendencia y cuando apareció en los registros de los indígenas que comenzaban a aprender español, pues constituyó parte de su acervo lexical inicial, como sugiere Luis Fernando Lara5 que ocurrió en el centro de México.

Propósitos y metodología

La evidencia de las relaciones de las Islas Canarias con América, a la luz de varios trabajos concienzudos6, ha demostrado la importancia que la población isleña ha tenido en el desarrollo de diversas actividades -pesca y cultivo de caña de azúcar, especialmente- por un lado, y en la llegada a tierras americanas de numerosos elementos léxicos andaluces y portugueses en boca de soldados y repobladores oriundos de la franja occidental de la península Ibérica, limítrofe con Portugal, o de las Canarias, por el otro.

Este contacto entre dialectos, desarrollado sobre todo a partir del siglo XVIII, se da a nivel léxico únicamente, y mostrar las coincidencias semánticas que aparecen en el español de la península yucateca y en el canario actuales es el objetivo de este trabajo.

Hemos partido de dos libros fundamentales para realizar este análisis: el Tesoro lexicográfico del español de Canarias (TLEC)7 y el Diccionario del español yucateco (DEY)8. En ambos, el primero un verdadero tesoro lexicográfico y el otro un diccionario de uso, hemos hallado varias coincidencias que nos muestran, por un lado, que aún son conocidas esas voces y posiblemente usadas en ciertos contextos sociales, y que no todas tienen la misma distribución geolectal tanto en Canarias como en la península, por el otro. Completan dicho análisis los resultados de las encuestas aplicadas en 2015 en las tres ciudades más grandes de la península en que se asentaron los colonos canarios9 (Mérida, Campeche y Chetumal10) y mi experiencia personal como hablante de esta modalidad del español, pues soy oriundo de Chetumal y he visitado la región yucateca en muchas ocasiones.

Presentamos, en estricto orden alfabético, las entradas de ambos diccionarios a la que sigue un breve comentario en que se pueden apreciar las coincidencias plenas y ciertos aspectos propios de cada voz: uso geolectal, posible origen, acepciones, variantes fonéticas y fuentes de consulta. Dada la extensión de algunos artículos, sobre todo los del TLEC, se ofrece lo más significativo y necesario de ellos. El lector puede consultar directamente esos libros para ampliar lo aquí documentado.

Materiales

abombada (agua)

oliscada, el agua o cualquier tipo de líquido, la carne o cualquier otro alimento con olor de que se empieza a descomponer (DEY).

dícese del agua pesada o gorda, no ya sólo por su abundancia de sales, sino por estancada y tibia (TLEC).

El Corpus diacrónico del español (CORDE)11 recoge cuarenta y dos casos pero con otro significado; el ejemplo que sigue está tomado de un texto de Adolfo Bioy Casares titulado El gran Serafín, de 1967: “Parece que el mar se pudre -declaró Blanquita-. Tanta agua abombada debe de ser de lo más malsano”. Según el Diccionario de americanismos (DA)12, es usual en Nicaragua, Paraguay, República Dominicana, Puerto Rico, Perú, Uruguay y Argentina. No se documentó en Mérida; en Chetumal no se conoce ni en Campeche. En el Diccionario del español de México (DEM)13 aparece con el significado ‘que está inflado o abultado’ que es el que proporciona el CORDE en cuarenta y un casos. El Diccionario de mexicanismos (DM)14 no la registra al igual que el Corpus diacrónico y diatópico del español de América (CORDIAM)15.

abombarse (el agua)

oliscarse, empezar a descomponerse una cosa, el agua, la carne principalmente (DEY).

se dice del agua que comienza a corromperse (TLEC).

En el CORDE hay tres casos de los que dos tienen otro significado; el ejemplo está tomado de un libro de Emilio Jiménez de República Dominicana titulado Informe acerca de la historia, raza, costumbres, religión y lenguaje de los habitantes de Sabaneta y Monción16: “abombarse, corromperse, tratándose del agua, por la fermentación de substancias vegetales introducidas en ella. Se usa en varios países de América”. El CORDIAM no recoge la voz. No se obtuvo en Mérida. En Chetumal y en Campeche ningún informante dijo conocerla. Su uso es poco en Paraguay, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, Ecuador, norte de Colombia, pero no así en Nicaragua, Argentina y Uruguay, según el DA. El Diccionario de la lengua española (DLE)17 asienta que es ‘dicho de un líquido o de la carne: Empezar a corromperse’. El DEM ofrece tres acepciones pero ninguna referida al estado del agua y el DM no la incluye.

acarreto

1. acarreo, acción de acarrear y, por extensión, transportar de cualquier manera. 2. precio o importe que se cobra por acarrear o hacer una entrega a domicilio (DEY).

4. equivalente al porte castellano en su mismo sentido: pago de una cantidad a cambio del transporte de una cosa (TLEC).

Hay testimonios en el CORDE desde 1529 en Perú: “…de otros duzyentos Ducados pagados en Castilla del oro para ayuda al acarreto de la dicha hartilleria e munyçión e otras cosas vuestras desdel nombre de dios a la dicha mar del Sur” firmado por el extremeño Francisco Pizarro, y en el CORDIAM desde 1620 en un documento procedente de la Ciudad de México: “…huertas para que se tenga el sustento de las puertas adentro sin que sea necessario traerlo de acarreto y de fuera ynponiendo y enseñando a los indios para que ellos hagan lo mismo” firmado por fray Antonio de la Ascensión, natural de Salamanca (posiblemente) y educado en Sevilla. Existen ejemplos desde Nebrija (TLEC). Se documenta en las hablas rurales de España y América en los siglos XIX y XX. En Yucatán, hubo una empresa llamada “Acarretos y Mudanzas”, palabra esta última casi desconocida en la región18. Víctor Suárez la considera un arcaísmo19. De los dieciocho informantes encuestados en Mérida, sólo uno -una mujer de 66 años de nivel sociocultural alto- dijo conocerla. El vocablo es desconocido en Chetumal y en Campeche. El DLE, el DA, el DEM y el DM no la registran.

arrancado

pasajeramente arruinado (DEY).

estar arruinado totalmente o pasando una cruja económica de las de no tener una peseta que llevarse al chaleco (TLEC).

Fue identificada en Mérida por tres informantes, pero no con el significado de ‘arruinado’, no así en Chetumal ni en Campeche, donde es desconocida. En el CORDE aparece pero no con el significado de ‘arruinado’. El CORDIAM no la incluye, tampoco el DLE, pero sí el DEM como de uso coloquial en México, y el Diccionario de mejicanismos (Dmej)20 también con ejemplos tomados de Fernández de Lizardi, Manuel Payno, Ángel de Campo y con otros de Cuba y Perú. El DM dice que es usual en México, pero no indica en qué sitio o región, en tanto que en Estados Unidos, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, México, República Dominicana, Cuba, Puerto Rico, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú sí se usa, según el DA.

arranquera

falta de dinero, pobreza (DEY).

carencia de dinero en quien lo ha tenido (TLEC).

Se trata de otro canarismo en América. El DLE documenta la voz con el significado de ‘falta de dinero’ en Canarias y Cuba. Nos­ otros lo hemos registrado en Campeche (tres informantes) y en Mérida (un informante), no así en Chetumal. El CORDE recoge un caso en 1992 en República Dominicana que es el mismo texto de Emilio Jiménez ya citado en abombada: “Carencia de dinero. (En Cuba dicen arranquera)”. En México, la Academia de la Lengua sugirió su desaparición del DLE (1992) pero continúa apareciendo como usual en Cuba y Canarias; a estos dos sitios se agrega Puerto Rico en el Diccionario histórico del español de Canarias (DHECan)21. El Dmej asegura que “también por acá (Tabasco) decimos arranqueritis y arranquitis”, forma esta última que proporciona el DA como usual en Guatemala, República Dominicana, Puerto Rico, Ecuador y Honduras, y como arranquera en Cuba, República Dominicana y Puerto Rico. Esta palabra llegó a la península de Yucatán desde Cuba o con los propios canarios asentados en su territorio, aunque Cristóbal Corrales22 argumenta que se trata de un americanismo. No aparece en el DM, DEM ni en el CORDIAM.

bolada

lance o hazaña jocosa, jugarreta, chascarrillo (DEY).

chiste, gracia, ocurrencia (TLEC).

No está en el CORDIAM ni en el DLE ni en el CORDE con el significado de ‘chiste o hazaña jocosa’. Se documentó en Mérida y Chetumal en personas mayores de 60 años. Tres informantes dijeron conocerla en Mérida y cuatro en Chetumal. El Dmej asegura que es ‘golpe de audacia, chiste oportuno’ y que es voz canaria, en tanto que el DA la registra, pero con otros significados. No está en el DEM ni en el DM.

conduerma

molestia, se dice de alguien muy aburrido, modorra, sueño, aburrición (DEY).

7. amodorramiento, modorra, sueño muy pesado (TLEC).

No está recogida en el CORDIAM ni en el DLE; en el CORDE sí, en un caso usado en Canarias en 1941 firmado por Francisco Guerra Navarro: “…que tu hermano Pablo doblara las cajetas sin dar conduerma. ¡Me estrañaba a mí!”. En Mérida, una mujer de 66 años y nivel sociocultural alto dijo conocerla. No la percibí ni en Campeche ni en Chetumal. El DA la documenta en Colombia como ‘tema fastidioso’ y en Venezuela como ‘lentitud o tardanza para iniciar alguna actividad’, actitud que puede ser consecuencia de la modorra. En el DEM y en el DM no existe referencia alguna.

chicolear

agitar un líquido dentro del envase que lo contiene (DEY).

agitar y chocar un líquido contra las paredes de un recipiente (TLEC).

El TLEC anota tres formas: chocaliar, chocoliar y chocallar con el mismo significado y las deriva del portugués chocalhar ‘vascolhar, agitar, produciendo som semelhante a do chocalho’23, ‘agitar dentro de um vaso a do una caixa’ de amplia vitalidad, pero lo más general en Canarias es chocaliar. El DEY asegura que procede del maya chíik. Puede tratarse, analizando estos datos, de una palabra híbrida maya-español, o bien de un canarismo de origen portugués. Si se trata de la segunda posibilidad, al tener el mismo significado que en maya y una fonética muy similar, ya en su cruce con el español, el hablante nativo no la sintió como una forma de corrupción de sus hábitos lingüísticos y la identificó como propia de su etnia y de sus orígenes familiares sin darse cuenta del proceso de adopción. En la entrada del DLE aparece con el significado ‘decir chicoleos’, en tanto que en el DA y en el DM, con el de ‘hacer gestos de cariño’. No hay registros de ella en el DEM, CORDE y CORDIAM.

En ningún otro país americano donde hubo asentamientos canarios se recoge chicolear con el significado de ‘agitar un líquido dentro de un envase’ a excepción de México (península de Yucatán), en donde la presencia de la lengua maya pudo haber influido en su arraigo y posterior difusión a partir del siglo XVIII, presencia e influencia notorias, ya que todos los informantes de Mérida dijeron conocerla. En Chetumal y en Campeche es de uso corriente, sobre todo en los niveles socioculturales medio y bajo, tanto en hombres como en mujeres.

destupir

desobstruir, destapar (DEY).

desobstruir, desatascar un conducto (TLEC).

Destupir ‘desobstruir’ se empleaba ya antes de 1604, según muestra el DHECan en un testimonio del Libro de Actas del XIX del Cabildo de La Laguna donde acompaña a tupir: “El desembarcadero viejo se había tupido y todos los trabajos hechos para destupirlo fueron inútiles”. De Tenerife, con seguridad, pasó a Cuba (p. 658). El DLE asegura que es usual en Canarias y Cuba, y el DA la registra como de forma coloquial en esa isla. De ahí posiblemente llegó a Yucatán o bien con las diferentes oleadas de canarios que se asentaron en Mérida y Valladolid, principalmente durante los siglos XVII y XVIII. Es común en Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay, Colombia y Luisiana24. Es vocablo conocido en Mérida, pues seis informantes dijeron conocerla (tres hombres y tres mujeres de nivel sociocultural alto cuyas edades oscilan entre los 27 y 66 años). No se documentó en Chetumal, pero sí en Campeche en personas mayores de nivel sociocultural bajo y medio. En el DM y en el DEM no aparece. El CORDE documenta un caso extraído de la novela Paradiso de Lezama Lima, publicada en 1966, en tanto que el CORDIAM no alude a ninguno.

embullar

animar, infundir entusiasmo (DEY).

entusiasmar, recrear, exaltar (TLEC).

En el CORDE aparece en un escrito del campechano Justo Sierra de 1900: “algunos catrines, como decía el pueblo, procuraban embullar aquella recepción y bosquejar una ovación que abortaba a empellones…”. En toda la península de Yucatán, y no sólo en las ciudades visitadas, es más conocida que usada en la forma de adjetivo: embullado, -da ‘enfiestado, escandaloso, alegre’ (lo mismo en el TLEC) y acaso ‘borracho’. El Dmej la incluye con el significado de ‘meter bulla, alborotar’, “como en las Antillas, Costa Rica, Honduras y Venezuela”, pero no proporciona ejemplos; s.v. embullar. Honduras y República Dominicana son países usuarios según el DA. Es ‘animar a alguien para que tome parte en una diversión bulliciosa’ según el DLE. No hay documentación en el CORDIAM, ni en el DM ni en el DEM.

empella

manteca, unto (DEY).

manteca de puerco (TLEC).

El DLE dice que es ‘manteca’ en Andalucía, Cuba, México, Ecuador y República Dominicana. El CORDE ofrece un texto de 1611 en Filipinas: “Estitiquez, es eficaz frierlas con empella de puerco, y ponerlas sobre el ombligo”, además de dos en Cuba en el siglo XX. El CORDIAM no la registra. Se documentó en Mérida y Campeche. El DA recoge datos de uso en México, Cuba, Colombia, Ecuador, Puerto Rico, centro y oriente de Venezuela; por ello el DM la considera como supranacional, pero en el DEM no aparece ningún dato sobre ella.

enchumbar

acumular el agua en una parte o sección de la casa o de la calle (DEY).

mojar en exceso, saturar de agua, empantanarse de agua (TLEC).

En todo el sur de Quintana Roo tiene el significado de ‘mojar excesivamente algo, empapar, generalmente de agua’. Es común oírla en Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y Uruguay y parece procedente del archipiélago25. A estos países el Diccionario ejemplificado de canarismos (DECAN)26 adiciona Colombia, Venezuela, Argentina y Ecuador como usuarios. Se le considera un lusismo procedente de la provincia portuguesa Tras-os-Montes, según José Pérez Vidal27, provincia que junto con las de Algarve, el Alentejo, Estremadura, las Beiras y Minho fueron cuna de los primeros portugueses que llegaron a Canarias. Esto mismo considera Marcial Morera28 cuando argumenta que procede del portugués enchumbar ‘por-se muito pesado por se molhar’.

El TLEC dice que se trata de un portuguesismo trasmontano de uso en Yucatán, República Dominicana y Puerto Rico, y esto lo corroboran los datos proporcionados por el DA que agrega Cuba a esta lista. En el DLE está el registro de usual en Canarias, las Antillas, México, Panamá, Uruguay y Venezuela, en tanto que no los hay en el CORDE ni en el DEM ni en el CORDIAM, pero sí en el DM, aunque sin lugares de uso.

Esta palabra es una de las más conocidas no sólo en el sur quintanarroense sino en otros lugares de la península yucateca, pues se ha podido recoger en Campeche, Mérida, Bacalar, Chetumal, Xcalak y también en Corozal (Belice).

endrogar(se)

contraer uno deudas (DEY).

contraer deudas (TLEC).

No aparecen registros ni en el CORDE ni en el CORDIAM. EL DLE pone que es ‘contraer deudas’ de uso en México y Canarias. Esta afirmación sobre su vitalidad en América la corroboran los registros del DA, y en México los del DM y del DEM. Su uso es regular en toda la península yucateca sobre todo en el nivel sociocultural bajo de todos los grupos etarios, pero rebasa las fronteras de la región, pues he podido oírla en Sonora, Zacatecas, Puebla, Nuevo León, Veracruz, Chiapas y otros sitios.

gandido

comilón, goloso (DEY).

comilón, glotón (TLEC).

Voz no usada en Yucatán según el DEY. En Chetumal es un adjetivo de muy escaso uso en todos los sectores sociales y se refiere a la ‘persona avorazada en el consumo de comida y cuya pretensión es no compartirla con los demás’. El DLE asienta que es ‘comilón, hambrón’ en Colombia, Cuba y República Dominicana, pero no registra datos de Canarias como sí lo hace el Atlas lingüístico y etnográfico de las Islas Canarias (ALEICan)29 en el mapa 30 con la forma dehgandío. El DA adiciona a estos tres países a Nicaragua y Panamá como usuarios. No se usa en Campeche. No hay evidencias en el DM ni en el DEM, pero sí dos en el CORDE que no tienen el significado de ‘glotón’ sino de ‘trasmontado’. En el CORDIAM no existe registro alguno.

genioso

berrinchudo, que se enoja por cualquier cosa (DEY).

de mal carácter, geniudo, que siempre está de mal humor (TLEC).

En el CORDE se recoge un fragmento de Francisco Guerra Navarro de 1941: “…hombre intentó revirar, más por dolorido que por genioso; pero Catalinita le afianzó un acebuchazo”. El CORDIAM no la documenta al igual que el DLE. En Mérida fue identificada por tres informantes del nivel sociocultural alto, un hombre de 49 y dos mujeres de 23 y 66 años. Es poco conocida en Campeche (dos mujeres jóvenes) y en Chetumal en todos los sectores socioculturales y etarios (ocho registros, más en mujeres y en gente madura). En Cuba y República Dominicana es usada según el DA, mientras que el DM dice que en México es de uso popular junto con la variante geniudo, aunque no indica lugares o regiones. En el DEM no aparece.

hilera

hilo para coser de color blanco (DEY).

hilo para coser; tiene dos formas: jilera e hilera (TLEC).

En el CORDIAM puede leerse: “Dose piezas de sintas de hilera blancas”, texto de 1725 del virreinato del Perú, y otro de Campeche de 1778: “prohibidas por el Santo Oficio, como son pañuelos y otros lienzos estampados, / estampas, cajas de hilera, con las ymágenes de / Jesuchristo…”. El ejemplo de Campeche se refiere a una alerta dada por Andrés Montero sobre el comercio de imágenes religiosas y es prueba de su presencia en esta ciudad mexicana, en la que existió un barrio llamado “Los Isleños” alrededor de la plazuela Guadalupe30.

En gran parte de Quintana Roo, norte de Belice, Yucatán y Campeche es conocida y se refiere al hilo para coser o costurar. Juan M. Lope Blanch31 recogió hilera en Yucatán y Campeche, y asegura que tiene amplia penetración en Tabasco, que llega hasta Juchitán, Oaxaca. Esto lo avala el DM. El DA muestra ‘cordón de calzado’ en Perú y el DEM otros significados, en tanto que el DLE manifiesta que es ‘hilo o hilaza fina’.

jabado(a)

gallinas y gallos cuyas plumas de varios colores forman pintas (DEY).

gallina pintorreada, moteada de manchas blancas y negras (TLEC).

En el CORDE se halla un registro en España que es una traducción del latín al español de la Instrucción de la mujer cristiana, publicada en Valencia en 1528: “Mas sobre todo guárdate de creer que la iglesia tiene ordenadas las fiestas para jugar o bailar ni para que estés holgando o hablando de la gallina habada con tus vecinas, sino para que más desocupadamente…”. En Mérida fue reconocida por tres informantes (una mujer y dos varones del nivel alto) . En Chetumal es poco usual en el nivel sociocultural alto y en el grupo etario de mayor edad, pero no así en el bajo en donde suele ser frecuente en todos los sectores de edad, en tanto que en Campeche también se conoce en el sector bajo. Manuel Álvarez Nazario32 escribe que en Puerto Rico es habado (desconozco si se aspira la h como en la península yucateca en palabras como moho [móxo] o enhilar [enxilár]). El DA pone a Cuba y a República Dominicana como lugares de uso. El DM tiene el mismo significado que el DEY, pero mi experiencia como chetumaleño me dicta que el que ofrece el TLEC es más exacto, al menos en Chetumal. El DEM no la documenta, tampoco el CORDIAM, pero sí el DLE como ‘dicho de un ave, especialmente de un gallo o de una gallina: De color grisáceo con manchas de otros colores que ofrecen el aspecto de escamas’ en Cuba, México y República Dominicana.

mamarse

emborracharse (DEY).

embriagarse, emborracharse (TLEC).

En el CORDE hay una narración de Florencio Sánchez de 1904 en Uruguay: “Si usted no fuese cura, ya me oiría… (Después de vaciar la tercera copa.) Y perdone… / Una voz / (Dentro.) / ¡Porta vino barbera!… / Cantalicio / Diga, padre, mamarse con vino barbera ¿no es pecado?…”. En el CORDIAM no existen registros. En Yucatán es muy conocida al igual que en Quintana Roo y Campeche tanto por hombres como por mujeres de los tres niveles socioculturales y etarios. El DM asegura que es privativa del Estado de Yucatán, pero no así el DEM, que no indica lugares usuarios en México. En el DLE aparece como ‘emborracharse’.

menudo

moneda suelta o fraccionaria de poco valor (DEY).

morralla (TLEC).

Ni el CORDE ni el CORDIAM ofrecen este vocablo con el significado de ‘moneda fraccionaria’. En Yucatán y en el centro y sur de Quintana Roo es común escucharla entre toda la población según nuestras encuestas, y esto lo comprueba el mapa 911 del Atlas lingüístico de México (ALMex)33 en el que también son comunes sencillo (dos informantes) y suelto (un informante) en Chetumal y menudo en Campeche (cuatro informantes), a pesar de que Lope Blanch diga que no “es [la forma] habitual”34. En Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y Colombia se corrobora su uso según los datos del DA. El DLE anota el mismo significado que tiene en Canarias y en Yucatán, en tanto que el DM y el DEM evidencian otros.

papagayo

cometa, papalote (DEY).

cometa (TLEC).

En el CORDIAM no aparece y tampoco en el CORDE con el significado de ‘cometa’, pero sí en el DLE en Venezuela. En Quintana Roo y en el resto de la península yucateca -salvo en una parte de un amplio sector poblacional de Cancún, Tulum, Playa del Carmen y menos en Isla Mujeres y Cozumel- papagayo es la denominación general para referirse a lo que en el resto de México se conoce como papalote o cometa. Juan M. Lope Blanch35 señala que papagayo “parece ser la forma más usada en el Caribe; se ha documentado en Cuba, Venezuela e inclusive en la Argentina”, sitios en los que hubo importantes migraciones de Canarias. Se trata pues, de un portuguesismo llegado a la península yucateca con los colonos canarios que compitió, seguramente, con el nahuatlismo papalote (incluso en los barrios nahuas de Mérida)36 y logró imponerse sobre él. El DA refiere que es usual en Venezuela, sureste de México y oeste de Bolivia. Tanto el DM como el DEM incluyen papalote, pero sólo el primero incorpora papagayo como ‘cometa’.

provocado

tener asco o náuseas (DEY).

con ganas de vomitar (TLEC).

El TLEC dice que es ‘náuseas, malestar que se tiene antes de devolver’, recogido en Tenerife, Lanzarote, La Gomera y Fuerteventura, en tanto que el DLE no ofrece ningún dato sobre tal estado de la persona. En Chetumal es un adjetivo referido a quien siente deseos de vomitar, mismo significado que en Canarias y cuyo uso es generalizado no únicamente en el sur de Quintana Roo, sino en toda la península de Yucatán y en el norte de Belice. Este significado compartido por Canarias y la península yucateca no existe en ninguno de los otros lexicones consultados.

tinglado

techo o cobertizo sin paredes (DEY).

cobertizo (TLEC).

El primer registro del CORDE es de 1774: “lo que nos huviera apestado, pues no se entierran, sino es que se ponen sobre un tinglado de quatro puntales con su techo, para que no se moje y se lo estorbe”. El CORDIAM no documenta el vocablo al igual que el DM y el DEM. El DLE sí la registra con el significado ‘cobertizo’, aunque no determina la zona de uso. Es conocida en Mérida y Chetumal así como en Campeche y Tabasco. República Dominicana y Chile son los dos únicos países americanos que evidencian uso, según el DA.

Otros materiales

Las voces que estructuran esta sección no están incluidas en el DEY, pero son usuales, al menos, en el sur de Quintana Roo y están registradas en el TLEC con los mismos significados con los que se usan en esta región de la península yucateca.

abanar

En un extenso artículo, el TLEC da a conocer que abanar es un portuguesismo que significa ‘soplar con el abanico’ y ‘avivar el fuego con el abanador’, que es de uso anticuado en Castilla y llegado al archipiélago directamente del portugués y no a través del habla de colonizadores andaluces y castellanos, que ha sido documentada también en bastantes pueblos de Huelva y de una localidad de Cádiz según el Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía (ALEA)37. Abanar también significa ‘ahuyentar las moscas con algún objeto que se asemeje al abanico’ y ‘hacer con la mano señales de llamamiento’. El complejo valor semántico que tiene en las islas se empareja mucho mejor con las acepciones galaico-portuguesas que con la española abanicar.

El DLE refiere que es ‘hacer aire con el abano’, ‘avivar la lumbre con el soplillo’ en Canarias y Andalucía, pero nunca en América, aunque el DA anota que se usa en Venezuela, República Dominicana y Uruguay, donde significa ‘avivar alguien el fuego mediante un abanico’.

En el sur de Quintana Roo, abanar significa ‘hacer aire con cualquier objeto’, que puede ser un trozo de cartón o plástico, incluso con un abanico. La acción a veces es asociada a la idea de avivar el fuego “abanar el fuego” o “abanar la lumbre” o bien de “echarse aire, abanarse”, pero nunca a la de espantar moscas “abanar las moscas” u otro insecto o de saludar haciendo señas con las manos, con un pañuelo o algo semejante, como en Canarias. Se trata, pues, de un portuguesismo llegado a México vía Canarias con escaso uso, pues la he podido oír en pocos sitios: Chetumal, Xcalak y Corozal (en Belice).

Abanar es una palabra introducida en 161638 en el archipiélago canario y se documenta con mayor o menor extensión en Andalucía occidental, según Pilar García Mouton39, quien asegura que se usa en la isla de El Hierro que, desde antiguo, ha sido tierra de emigrantes, pues muchos hombres marchaban a Tenerife y de ahí se trasladaban a Venezuela, Campeche, Cuba, Puerto Rico. Manuel Torres Stinga40 escribe que tanto abanar como abanador llegaron a Lanzarote por vía andaluza.

Corbella, en el artículo citado, menciona que abanar es hoy usual en Andalucía y en zonas de Hispanoamérica, como México y Paraguay, aunque no menciona sus fuentes. Me atrevo a pensar que lo que consultó fue el Diccionario de mejicanismos (DMej)41 de Félix Ramos I Duarte en el que, en efecto, está registrada con el significado de ‘abanicar’ en Tampico, frontera con los Estados Unidos. No aparece en el CORDE ni en el CORDIAM y tampoco en el DM ni en el DEM.

abicar

El TLEC anota ‘volar en picado las aves’ y recoge esta acepción de Manuel Alvar, Léxico de los marineros peninsulares. También significa, en Canarias, perecer o morir y por ello se le emparenta con embicar ‘poner una verga en dirección oblicua respecto de la horizontal en señal de luto’, que es también un marinerismo que posiblemente haya influido en el significado y forma de la voz. En el sur de Quintana Roo es ‘inclinarse una persona hacia adelante flexionando levemente las rodillas hasta poner la cabeza a la altura de ellas’, posición semejante al de las aves cuando vuelan en picada. En la reciente novela Adiós a los padres42, del chetumaleño Héctor Aguilar Camín, puede leerse: “…y lo encuentra boca abajo, abicado, como se dice en Chetumal, en las ramas de un árbol bajo”. En el CORDE hay cinco casos con el significado canario. En el CORDIAM no existen registros. El DA no la documenta, igual que el DM, el DLE y el DEM.

bufeo

En Chetumal y Campeche43, ‘tipo de delfín de piel oscura y rasposa’ (tursiops truncatus). El Dmej asegura que es el nombre que se da a la tonina y otros cetáceos, aunque no ubica en qué parte de México. Así le llaman también en Perú, Bolivia y Colombia a esa especie de delfín, según el DA, que afirma que no se usa en México.

El TLEC enlista bufeo como la variante más común desde los siglos XVI y XVII, a la que se suman bufero y búfalo. Por la descripción dada, se trata del animal mamífero que no ataca a las embarcaciones y es conocido con el mismo nombre en Perú, México y Honduras. El DLE lo incluye como sinónimo de delfín.

En el CORDE se incluye un caso tomado de la novela Los cachorros, de Mario Vargas Llosa: “Venía una ola y él se hundía y después salía y se metía y salía, ¿qué parecía?, un pescadito, un bufeo, un gritito, ¿dónde estaba?, otro, mírenlo, un bracito, ahí, ahí”, pero no así en el CORDIAM ni el DM ni el DEM.

enjilar

En Chetumal es ‘enhebrar, ensartar el hilo en el ojo de la aguja’, significado que recoge el TLEC. En Chetumal, Mérida y Campeche, como en Canarias, se aspira la /h/ en la pronunciación que el DLE anota como ‘enhebrar’. El mapa 904 del ALMex proporciona [enxilár] como única forma documentada en Mérida, Valladolid, Tizimín, Ticul, Campeche, Champotón, Mamantel, Ciudad del Carmen, Felipe Carrillo Puerto y Chetumal. Por esta razón resulta extraño que el DEY no la recoja. El CORDE tampoco la asienta, al igual que el CORDIAM, el DA, el DM y el DEM.

enjillado

En Chetumal designa al ‘ave de corral quieta y que muestra síntomas de enfermedad’. Agustín Millares y Luis Millares44 dicen que en Gran Canaria “se aplica este mismo calificativo al individuo encanijado, falto de desarrollo” y que en Puerto Rico y República Dominicana significa ‘flaco y alto de hombros’ y ‘enjuto, endeble’ respectivamente; s.v. enjillado. En Cuba, es ‘no cuajar bien el grano de maíz u otro’, según Esteban Pichardo45, es decir, es un adjetivo que se aplica a frutos mal logrados y a personas muy delgadas y con aspecto poco saludable. Y es precisamente este aspecto el que, en Chetumal, se aplica al ave de corral, pero nunca a las personas o a las frutas. Por su parte, Manuel Álvarez Nazario46 comenta que en Puerto Rico existe el verbo enjillarse o enjillirse.

El TLEC considera enjillado como un provincialismo canario con el significado de ‘enclenque, enteco, enfermizo, esmirriado, desmedrado’ aplicado a la persona en Gran Canaria. La considera un portuguesismo que viene de engelhado ‘que tem gelhas, enrugado, murcho’. Las variantes que ofrece son: esnillado en La Palma, enjellao en La Gomera, enjellado en la isla de El Hierro. Además, asegura que enjillamiento , ‘raquitismo’, es americanismo. No hay datos en el CORDE ni en el CORDIAM y tampoco en el DM, en el DLE y en el DEM, pero sí en el DA, donde se dice que es usual en Puerto Rico y República Dominicana únicamente.

La palabra ha podido sobrevivir aún llegado el siglo XXI pues ha sido recogida en Chetumal, Bacalar y Corozal (en Belice) en mujeres, personas de escolaridad precaria y de edad avanzada.

esgarrada

En Chetumal significa ‘materia más o menos viscosa y purulenta que se expulsa por la boca’. En el mapa 778 del ALMex dos informantes de edad madura ofrecen esgarrido en Chetumal, pero creo que se trata de una posible confusión fonético-auditiva, pues la forma común en esa época (los cuestionarios se aplicaron en 1972) era esgarrada y no esgarrido (ambas de cuatro sílabas y extrañas seguramente al oído del investigador), así como esgarro, cuya presencia se testimonia en el mismo mapa en Ticul y Tizimín, en Yucatán, como palabras únicas en todo el país, de ahí que se haga más patente esta posible confusión por ser formas extrañas y muy lejanas morfológicamente de gargajo, escupitajo, esputo o salivazo, que resultaron ser las más comunes en la geografía mexicana. En Fuerteventura47 este portuguesismo puede oírse con la variante escarradura y con la de esgarro en el español atlántico48.

José Pérez Vidal49 escribe que en La Palma la forma es esgarro, en asturiano occidental es esgarro y esgarrio, en Venezuela, esgarre y en Extremadura, esjarro.

El TLEC recoge escarrar ‘expulsar la flema’ y escarro ‘esgarro, gargajo’ y también escarriar y ejcarrar en La Palma, ejcarro en Lanzarote y ehjaro en Tenerife.

El DLE dice que esgarrar es ‘hacer esfuerzo para arrancar la flema’, pero no ofrece esgarrada, que sí consigna el Dmej como la ‘acción de esgarrar’ y esgarro como ‘esputo que se produce al esgarrar’, aunque confunde la acción con el producto de ésta al que llama también esgarro. En el CORDE no hay registro, tampoco en el CORDIAM, aunque sí en el DA como esgarro y esgarre en Puerto Rico.

Para los chetumaleños no hay duda: esgarrar es la acción de arrancar la flema y ésta, la esgarrada. Ambas voces apenas suelen oírse en el sector popular y en personas mayores de 30 años. No existen registros en el DM ni en el DEM.

pedilón

En Chetumal se refiere a la ‘persona que pide con insistencia comida, dulces, dinero o cualquier cosa’, en tanto que en Canarias es ‘persona que tiene por costumbre mendigar, importunar a las gentes, no precisamente con peticiones de dinero sino con los objetos fuera de servicio, por ejemplo ropa usada’ (TLEC); así lo deja ver el DM, pero no el DEM. En el CORDE hay un dato de 1912 del andaluz Serafín Álvarez Quintero en su obra Puebla de las mujeres:

Juanita. Bueno; con tal de perderlo pronto de vista… ¿Qué es lo que quiere usted saber, pedilón?

Adolfo. ¿Es verdad que escribe usted coplas?

Juanita. ¡Mira por dónde sale! ¿Y para esto se ha entretenido? Adolfo. ¿Es verdad?

El CORDIAM no registra la voz. El DA asegura que es usual en México, República Dominicana, Venezuela, oeste de Bolivia y Perú, y que la forma popular es pididón y pidilón; en el DLE es ‘pedigüeño’ en Perú y Venezuela.

sajar

En Chetumal es ‘cortar la piel intencionalmente o por accidente’. Es conocida por un reducido sector de la población, sobre todo de los niveles socioculturales medio y bajo. El TLEC ­anota que es ‘cortar, destazar’ con matices agresivos. El DLE asienta que es ‘hacer un corte a alguien en la carne’. En el CORDE existe un registro de 1500 en España: “desi curalo con quel faga naçer la carne, con los hungentos dichos en el Libro de los Hungentos; e el sajar destos mienbros fallarás cómo faser en el Libro de la Çirugía”. En el CORDIAM hay otro de Pedro Gallego a su mujer María Jiménez, vecina de Llerena (Badajoz), recogido en Panamá, fechado en 1594: “y me martilizaron este querpo con muchas ventosas / sajadas que ya no me quedava coyuntura por sajar…”. Nicaragua, Panamá y suroeste de Chile, según el DA, son regiones usuarias. No hay nada sobre sajar en el DM ni en el DEM.

Conclusiones

De las veintidós voces analizadas de la sección “Materiales” (nueve sustantivos, siete verbos y seis adjetivos), once muestran ser conocidas y de uso ostensible en estas tres ciudades de la península yucateca a las que hemos considerado como focos de irradiación lingüística y modelo de habla por su historia y conformación poblacional; cinco verbos: chicolear, embullar, enchumbar, endrogarse y mamarse; tres adjetivos: genioso, jabado y provocado; tres sustantivos: hilera, papagayo y tinglado, con las salvedades de ciertas zonas turísticas de Quintana Roo (Tulum, Playa del Carmen y Cancún, y en menor medida Cozumel e Isla Mujeres), en donde los hablantes de origen yucateco necesariamente transmiten en su entorno familiar y laboral estas voces que, con seguridad, compiten con otras variantes dialectales como agitar, animar, mojar, endeudarse, emborracharse, berrinchudo, pinto, sentir náuseas, hilo, papalote o cometa y cobertizo, de conocimiento y uso más amplio dada la conformación de estas ciudades. Dicha transmisión puede observarse de manera muy clara en los profesores de origen yucateco que imparten clases en el nivel básico, pues llaman tajador a lo que se conoce como sacapuntas, palabra nueva para muchos niños que tienden a repetirla no sólo en la escuela. Algo similar ocurre con las voces borrador ‘goma de borrar’, bulto ‘mochila’, chácara ‘juego del avión’ y con algunas de las aquí comentadas: chicolear, hilera, provocado, papagayo, que son absorbidas por la mente infantil.

Otras cinco formas (un verbo: destupir y cuatro sustantivos: arranquera, bolada, empella y menudo) mostraron una menor vitalidad, siendo Mérida el sitio en el que se registraron las cinco, en Campeche tres: destupir, empella y arranquera, y en Chetumal dos: bolada y menudo. Sin embargo, en la conversación cotidiana son menudo y bolada las de mayor frecuencia de aparición, y de esas dos, la primera se halla en la cima en competencia con cambio, suelto y sencillo en Chetumal y Yucatán, no así en Campeche.

Los siguientes tres vocablos resultaron conocidos en uno solo de los estados peninsulares. En Yucatán dos: acarreto y conduerma y en Chetumal uno: gandido. Los tres ofrecen cierto uso que, como en todos los casos anteriores, fue imposible medir con precisión a pesar de que en el formulario aplicado a los informantes se les preguntaba si los usaban. Mi experiencia como hablante nativo del español yucateco me permite afirmar que gandido está casi olvidada (hace más de 20 años que no la escucho). De las otras dos las encuestas han arrojado los resultados expuestos (conocimiento exiguo y menor uso), pues nunca las he oído en mis constantes viajes a Yucatán y a Campeche.

Las tres restantes resultaron ser desconocidas por todos los informantes (abombada, abombarse y arrancado), a pesar de que arrancado esté documentada en varios diccionarios de mexicanismos como de forma coloquial y aparezca como arcaísmo en el DEY. Es claro que se trata de términos desconocidos en la península yucateca o de un conocimiento muy restringido que posiblemente se pueda observar únicamente en comunidades rurales, en donde no aplicamos encuestas.

Con estos datos podemos asegurar que los grupos de colonos canarios que llegaron a la península yucateca dejaron en ella, al menos, once palabras muy conocidas que suelen usarse en diversos contextos en casi la totalidad de su geografía en el siglo XXI. Dar un porcentaje exacto de su uso no es posible, pero sí proporcionar el de su conocimiento en los hablantes de diversos sitios, edades y de los diferentes estratos socioculturales. De las once voces más conocidas, es el sector de escolaridad baja el que tiene un conocimiento mayor de ellas, le sigue el medio y al final el alto. La diferencia la marcan tinglado y enchumbar, que los otros dos grupos conocen menos.

Finalmente, el mayor conocimiento de todas estas veintidós voces analizadas se encuentra en las personas de más de 50 años, tanto en hombres como en mujeres, y el menor en los jóvenes, sobre todo en los varones. Por otro lado, veinte de ellas resultaron conocidas en Mérida, quince en Campeche y en igual número en Chetumal.

De la sección “Otros materiales”, en la que se recogen ocho canarismos no documentados ni en Yucatán ni en Campeche en el DEY, pero sí en el TLEC y en el mapa 904 del ALMex (el caso de enjilar), se puede decir que la más conocida es precisamente enjilar; con un estadio menor están bufeo, pedilón, sajar y abicar; abanar, enjillado y esgarrada están al borde de la extinción.

Los reductos donde se concentra el mayor conocimiento de estos canarismos y yucatequismos (salvo enjilar) son el sector de mayor edad, el de los varones, el de menor cultura y del centro y sur de Quintana Roo, mientras que los jóvenes de ambos sexos del sector sociocultural alto del norte de la entidad tienen un menor conocimiento de este vocabulario. De ellas, he oído bufeo en Campeche, abicar en Mérida, enjilar, pedilón y sajar en las tres ciudades, y abanar, enjillado y esgarrada en Chetumal, sur de Quintana Roo y norte de Belice.

Estos canarismos que arribaron a Campeche y a Santa María de Sisal directamente de Canarias o de Cuba, forman parte hoy del lexicón de los habitantes de la península yucateca y le dan singularidad50. Enjilar, chicolear y provocado son el mejor ejemplo de voces muy conocidas y de gran vitalidad en toda la región que han sido transmitidas generacionalmente en todas las clases sociales de zonas urbanas y rurales, y cuyo significado no se ha documentado en ningún otro sitio del mundo hispánico (salvo en las Canarias, por supuesto). Por esta razón pueden ser consideradas como propias del español yucateco y canario, hermanados por una vena léxica, agrandada por su vitalidad, que suele sorprender a los visitantes. De ahí que se diga que el español de los yucatecos no se parece a ningún otro hablado en México. No es exageración si así se afirma. El barniz léxico que esmalta el español de la península de Yucatán es único y la herencia canaria es parte de él. Para muestra un botón que puede oírse en cualquier sitio de esta región mexicana: “Enjílame esta aguja para reparar mi falda”, “No debes chicolear este refresco porque puede estallar”, “Me siento como provocado, creo que fueron los salbutes que comí en la mañana”.

Es necesario apuntar que de estas treinta palabras analizadas y comentadas, tres están incluidas en los dos diccionarios del español mexicano más recientes (arrancado, endrogarse y mamarse), veintiuna en ninguno de los dos y siete en el DM (empella, enchumbado, genioso, hilera, jabado, papagayo y pedilón)51. Por otro lado, el CORDE recoge quince de ellas y el CORDIAM tres. Únicamente acarreto y sajar están incluidas en ambos corpus.

Finalmente, podemos decir que: 1) de estos treinta vocablos sólo uno (chicolear) es posiblemente creación híbrida del español canario y del maya de los hablantes de la península yucateca, pues el resto son canarismos bien documentados en el TLEC; 2) que varios de ellos son de uso coloquial o popular en otras ciudades o regiones mexicanas o americanas; es decir, no son privativas del español yucateco; y 3) que tres de ellos (provocado, enjilar y chicolear) sí lo son, al menos dentro del panorama del español mexicano.

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1Esta península está conformada por los estados de Yucatán, Campeche y Quintana Roo en el sureste de México.

2Véanse Manuel Ferrer y Lizbeth Rodríguez, Canarios de Yucatán, Universidad Autónoma de Yucatán, México, 2011, p. 246 y Manuela García Bernal, “Las islas Canarias y Yucatán: la importancia de un comercio marginal (1700-1750)”, en Historia de Canarias y sus relaciones con América. Economía y comercio, Cabildo, Las Palmas de Gran Canaria, 2000, p. 1986.

3Cf. M. Ferrer y L. Rodríguez, op. cit., p. 255.

4Ya en 1526, al pasar por Canarias, Francisco de Montejo, camino a América rumbo a Yucatán, reclutó a un nutrido grupo de hombres que se embarcaron en naves canarias (José Pérez Vidal, “Aportación de Canarias a la población de América. Su influencia en la lengua y en la poesía tradicional”, Anuario de Estudios Atlánticos , 1, 1955, p. 106). En 1681 abandonan las islas y marchan a Campeche 28 familias de 2 a 6 individuos cada una (F. Morales Padrón, “El desplazamiento a las Indias desde Canarias”, El Museo Canario, 1950, núms. 33/36, p. 7), y al año siguiente salen 77 soldados con rumbo a Yucatán y a San Francisco de Campeche (J. Pérez Vidal, art. cit., p. 116). En 1733 llegan 36 canarios a Campeche destinados a repoblar la Villa de Bacalar (en el actual estado de Quintana Roo), al año siguiente arriban 64 y en 1735 otros 49 y marchan hacia esa villa. Existen otros arribos: uno en 1841 y otros más en 1881, 1882, 1883, 1884, 1890 y 1909. Para más detalles véase M. Ferrer y L. Rodríguez, op. cit., pp. 221-261, en especial el cuadro de la p. 228.

5“Historia de la expansión del español por México”, NRFH, 56 (2008), p. 346.

6Pueden consultarse estos trabajos para obtener una visión general: Manuel Álvarez Nazario, “Relaciones histórico-dialectales entre Puerto Rico y Canarias”, I Simposio internacional de la lengua española, Cabildo Insular, Las Palmas de Gran Canaria, 1981, pp. 289-310, así como los ya citados de M. García Bernal, F. Morales Padrón y J. Pérez Vidal.

7Cristóbal Corrales, Dolores Corbella y María Ángeles Álvarez, Tesoro lexicográfico del español de Canarias, Real Academia Española-Gobierno de Canarias, Madrid, 1992. Hay una 2a ed., aumentada, de 1996.

8Miguel Güémez (coord.), Diccionario del español yucateco, Universidad Autónoma de Yucatán-Plaza y Valdés, México, 2011.

9Las encuestas se aplicaron a hablantes nativos de Mérida, Campeche y Chetumal en una muestra aleatoria y buscando el equilibrio en los factores de edad, nivel sociocultural y sexo. Se encuestó así a 18 personas en cada sitio. La técnica fue la pregunta directa: 1. ¿Conoce usted esta palabra? Sí. No. Si el informante respondía sí, entonces: 2. ¿Con qué sentido la conoce? (y se anotaba el significado). 3. ¿La usa? Sí. No. 4. ¿Con qué otro nombre conoce el objeto, la fruta, la cualidad, etc.?

10El caso de Chetumal es singular porque propiamente no fue asiento de canarios, pero sí de muchos bacalareños, yucatecos e hijos de éstos en su mayoría que, herederos de las formas canarias, crecieron o nacieron en la Honduras Británica (hoy Belice) y que, invitados a volver a su patria por el almirante Othón P. Blanco, fundaron en 1898 Payo Obispo (hoy Chetumal), pues sus padres o ellos mismos, como los casos de la bacalareña Francisca López y de la vallisoletana Fernanda Briceño (mi bisabuela), salieron de Bacalar en 1858 debido a la revuelta de los mayas contra los blancos (conocida como Guerra de Castas) y se asentaron en suelo inglés bajo la protección de la Corona real. La naciente ciudad fronteriza tenía, en 1904, una población conformada por 248 habitantes de los cuales 205 eran hispanohablantes y de éstos 180 eran yucatecos o descendientes de ellos (87.8%). En ese pequeño espacio de suelo mexicano, el habla yucateca arraigó junto con la herencia canaria sin que sus usuarios se dieran cuenta de ello. Cabe mencionar que los yucatecos y sus descendientes, que decidieron no regresar a México, continuaron sembrando sus formas lingüísticas en el sur del río Hondo en poblaciones como Orange Walk, Corozal, Sarteneja, San Román, San Esteban, Xaibé y otros más, o bien continuaron arribando a Chetumal durante las cinco décadas siguientes. Actualmente, la inmigración continúa en menor escala legal e ilegalmente. Para mayor detalle véase Luz Vallarta, Los payobispenses. Identidad, población y cultura en la frontera México-Belice, Universidad de Chetumal, México, 2001, p. 74 y Anexo 2.

11Real Academia Española, banco de datos en línea, Corpus diacrónico del español, http://www.rae.es [25-IX-2015].

12Diccionario de americanismos, Asociación de Academias de la Lengua Española-Santillana, Lima, 2010.

13Luis Fernando Lara (dir.), Diccionario del español de México, El Colegio de México, México, 2010.

14Concepción Company (dir.), Diccionario de mexicanismos, Academia Mexicana de la Lengua-Siglo XXI, México, 2010.

15Academia Mexicana de la Lengua, Corpus diacrónico y diatópico del español de América, http://www.cordiam.org.

16Santiago de los Caballeros, s.e., 1922.

17Diccionario de la lengua española, RAE-Espasa Calpe, Madrid, 2015.

18Cf. Jesús Amaro, Vocabulario de el uayeísmo en la cultura de Yucatán, Universidad Autónoma de Yucatán, México, 1999.

19El español que se habla en Yucatán, Díaz Massa, México, 1945.

20Francisco Santamaría, Diccionario de mejicanismos, 2a ed., Porrúa, México, 1974.

21Cristóbal Corrales y Dolores Corbella, Diccionario histórico del español de Canarias, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 2013, 2 ts.

22“La historia del léxico canario en los diccionarios de la Real Academia Española”, en Contribuciones al estudio de la lingüística hispánica II, eds. M. Almeida y J. Dorta, Montesinos, Madrid, 1997, p. 55.

23Cencerro en portugués.

24Cf. Cristóbal Corrales y Dolores Corbella, Tesoro léxico canario-americano (TLCA), Cabildo de Gran Canaria-Casa de Colón, Las Palmas de Gran Canaria, 2010.

25M. Álvarez Nazario, art. cit., p. 304.

26Cristóbal Corrales y Dolores Corbella, Diccionario ejemplificado de canarismos, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 2009, 2 ts.

27“Comportamiento fonético de los portuguesismos en Canarias”, RDTP, 24 (1968), p. 245.

28“Lusismos en el español atlántico”, ALM, 32 (1994), p. 46.

29Manuel Alvar, Atlas lingüístico y etnográfico de las Islas Canarias, Excmo. Cabildo Insular, Las Palmas de Gran Canaria, 1975, 1976, 1978, 3 ts.

30M. Ferrer y L. Rodríguez, op. cit., p. 33.

31Investigaciones sobre dialectología mexicana, UNAM, México, 1990, p. 112.

32Art. cit., p. 306.

33Juan Lope Blanch (dir.), Atlas lingüístico de México, El Colegio de México-UNAM-F.C.E., México, 1990-2000, 6 ts.

34Investigaciones sobre dialectología mexicana, p. 90.

35Ibid., p. 82.

36Para otros aspectos sobre los habitantes “mexicanos” de los barrios urbanos de Mérida puede verse Pedro Bracamonte y Sosa, “Los solares urbanos de Mérida y la población territorial indígena en el Yucatán colonial”, en Urbi indiano. La marcha a la ciudad diversa, coords. P. Yanes, V. Molina y O. González, UNAM, México, 2005, pp. 231-265.

37Manuel Alvar, Antonio Llorente y Gregorio Salvador, Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía, Universidad de Granada-CSIC, Granada, 1961-1973, mapas 725 y 726.

38Dolores Corbella, “Estudio de los portuguesismos en el español de Canarias: cuestiones pendientes”, RFilR, 11/12 (1994-95), pp. 242-243.

39“El léxico de la isla de El Hierro”, RDTP, 46 (1991), p. 249.

40“Situación del español de Lanzarote. Estado actual y perspectivas de futuro”, en X Jornadas de estudios sobre Lanzarote y Fuerteventura, Cabildo Insular de Lanzarote-Cabildo Insular de Fuerteventura, 2004, t. 2, p. 204.

41Félix Ramos I Duarte, Diccionario de mejicanismos. Colección de locuciones i frases viciosas, Imprenta de Eduardo Dublán, Méjico, 1896.

42Random House, México, 2014, p. 35.

43La documentación en este sitio puede verse, amén de la nuestra, en el DMej, s.v. bufeo.

44Cómo hablan los canarios. Refundición del léxico de la Gran Canaria, Tip. Diario de Las Palmas, Las Palmas, 1932, p. 68.

45Diccionario provincial de voces cubanas, La Real Marina, La Habana, 1836.

46Art. cit., p. 304.

47Marcial Morera, “Portuguesismos en el habla de Fuerteventura”, Tebeto: Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, 6 (1993), p. 241.

48Marcial Morera, “Lusismos en el español atlántico”, p. 70.

49Los portugueses en Canarias. Portuguesismos, Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas Gran Canaria, 1991, p. 126.

50En noviembre de 2015 tuve la oportunidad de aplicar una encuesta breve a varios estudiantes universitarios de Cancún sobre el conocimiento de algunas de las voces aquí estudiadas. El resultado fue que chicolear, enchumbar, endrogarse, hilera, mamarse, menudo, papagayo, provocado, tinglado, bufeo y enjilar eran conocidas por más de tres decenas de ellos, lo que implica que su uso, seguramente, se transmitirá a las siguientes generaciones.

51Esta inclusión tanto en el DEM como en el DM, o solamente en uno de ellos, no implica que se trate de mexicanismos propios del español mexicano o yucateco, pues muchos de ellos manifiestan uso fuera de las fronteras mexicanas (sobre todo en el Caribe), de ahí que no se trata de voces patrimoniales, porque no surgen en la península como tales o han tomado un significado propio en esta región (tal vez las únicas sean chicolear y provocado, aunque la duda queda por las formas y significaciones canarias casi idénticas, sobre todo de la primera).

Recibido: 23 de Noviembre de 2015; Aprobado: 22 de Abril de 2016

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