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Nueva revista de filología hispánica

versión On-line ISSN 2448-6558versión impresa ISSN 0185-0121

Nueva rev. filol. hisp. vol.64 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2016

 

Artículos

Dolorosa métrica expresión del sitio y entrega de La Habana: edición crítica del texto

Miguel Carabias Orgaz* 

*IES Azarquiel, Toledo, España.


Resumen

En este trabajo, presento la primera edición crítica del extenso poema “Dolorosa métrica expresión del sitio y entrega de La Habana”. Redactado en el contexto de la ocupación inglesa de La Habana de 1762, constituye uno de los testimonios más interesantes de la primera poesía cubana. El texto se debe a la mano de una autora habanera, cuya identidad aún es objeto de discusión, y ofrece un enorme atractivo en relación con el estudio de la literatura y la historia de Cuba y de Hispanoamérica en su conjunto.

Palabras clave: poesía cubana; Guerra de los siete años; La Habana; escritoras cubanas; poesía del siglo XVIII

Abstract

This article offers the first critical edition of the long poem “Dolorosa métrica y expresión del sitio y entrega de La Habana”. Inspired by the English occupation of Havana in 1762, it is one of the most interesting testimonies of early Cuban poetry, written by a woman from Havana, whose identity is still under discussion, the poem throws interesting light on the literature and history not only of Cuba but of Spanish America as a whole.

Keywords: cuban poetry; Seven Years War; Havana; cuban female writers; eighteenth-century poetry

La Dolorosa métrica expresión del sitio y entrega de La Habana es un poema del segundo tercio del siglo XVIII que ha llegado a nosotros a través de diversas copias manuscritas, algunas de ellas hasta ahora inéditas. Esta composición, estructurada en veinticuatro décimas, se inicia con un lamento por la pérdida española de La Habana ocurrida en 1762, achacándose el suceso a los errores de ciertas autoridades. No obstante, dicha pérdida se termina asumiendo como un castigo divino y el poema concluye con una súplica al rey Carlos III para que ponga fin a la ocupación inglesa.

Aunque esta obra no es, ciertamente, de una extraordinaria calidad literaria, entraña sin embargo un gran valor, pues da testimonio de la resonancia que alcanzó aquel suceso, así como de la repercusión que pudo tener una obra literaria en el transcurso de los acontecimientos. No cabe duda de que el poema fue redactado en fechas muy próximas a los hechos referidos, con anterioridad a la devolución de la ciudad a la Corona española, es decir, entre 1762 y 1763, pues ya hemos visto que contiene una interpelación dirigida al monarca hispano para que recupere la plaza, hecho que terminaría ocurriendo en julio de 1763.

Al referirse a estas décimas, la historiadora Aleida Plasencia señaló que eran “indudablemente las más importantes de las muchas lamentaciones en verso que los habaneros dedicaron a la pérdida de La Habana”1. Además, en la Dolorosa métrica hallamos la primera voz lírica femenina de la literatura cubana.

Por todo ello, venía siendo necesaria una edición crítica del texto, pues hasta ahora no contamos sino con algunas transcripciones de testimonios concretos, ya bastante antiguas y no exentas de errores. Otros testimonios han permanecido inéditos, e incluso uno de los manuscritos lo doy a conocer aquí por vez primera.

Contexto histórico y literario

En el contexto de la Guerra de los siete años, tras el Pacto de Familia firmado entre España y Francia en 1762, el Reino Unido inició diversas operaciones militares contra las colonias españolas, especialmente en Cuba y Filipinas. El almirante George Pocock se dirigió contra La Habana al mando de una fuerte escuadra, llegando al puerto de la ciudad al amanecer del 6 de junio. La entrada del puerto se hallaba dominada por el castillo del Morro, a cuyo mando se encontraba don Luis Vicente de Velasco, que lo defendía tenazmente. Al cabo de varias horas de combate, tuvieron que retirarse los barcos ingleses. El Morro resistió heroicamente durante dos meses en unas condiciones de clara desventaja con respecto al enemigo, pero la resistencia concluyó cuando Velasco, herido en el pecho por una bala, falleció el 31 de julio. Poco después, los británicos se apoderaban de La Habana, que rindió el 11 de agosto su gobernador y capitán general de la isla, don Juan de Prado y Portocarrero. Se iniciaría entonces una breve etapa de dominio inglés en la ciudad, hasta que el 6 de julio de 1763 le fue devuelta a España como consecuencia del Tratado de París.

Pese a lo efímero de aquella ocupación, la derrota había puesto al descubierto la debilidad de una plaza militar de primer orden para el sistema defensivo y comercial del imperio español. De hecho, a raíz de aquel suceso se empezó a dar más importancia a La Habana como clave en la defensa del imperio2.

Pero más allá de las repercusiones políticas y militares, el suceso causó una gran conmoción social que se ve reflejada en la literatura de la época. Así, algunos de los mejores poetas españoles del momento dedicaron sus versos a la defensa de La Habana: Juan de Iriarte, Vicente García de la Huerta o Nicolás Fernández de Moratín, quien compuso una Égloga a Velasco y González3.

En Cuba, lógicamente, el acontecimiento alcanzó mayor eco literario y surgieron numerosas composiciones de diverso tipo. Además de la Dolorosa métrica expresión, podemos mencionar una “Relación y diario de la prisión y destierro del Ilustrísimo Señor Don Pedro Morell de Santa Cruz”, de Diego de Campos4; el poema “En regocijo de haberse libertado La Habana del poder de los ingleses, que fue tomada por ellos el día 6 de junio de 1762, por medio de la capitulación verificada el 2 de julio de 1763”, que lleva la firma J.C.5; o algunas composiciones recogidas por Bachiller: “Carta testamentaria de la M.N.L. ciudad de La Habana con su última voluntad”, “Décimas del año 1762 acerca de la entrega de La Habana a los ingleses hasta su restauración, en que fue Gobernador D. Sebastián Peñalver y el Conde de Albemarle”, “Avisos caritativos al facineroso Peñalver”, “Enferma el tirano Peñalver”6.

Pueden reconocerse en estas composiciones diversas sensibilidades y actitudes: desde el lamento por la pérdida hasta la crítica de los responsables del desastre o las burlas a las autoridades inglesas. Incluso contamos con alguna composición que recoge la voz del inglés -es el caso de “La Guirnalda de La Habana”, poema compuesto por las tropas británicas7. También hubo composiciones satíricas en que se reprochaba la actitud de algunos habitantes de La Habana, como en estos conocidos versos:

Las muchachas de La Habana

no tienen temor de Dios

y se van con los ingleses

en los bocoyes de arroz8.

En la Dolorosa métrica se interpreta la pérdida de La Habana como un castigo divino, pues la derrota, “de arriba decretada”, era consecuencia de “nuestra vida relajada” y Dios utilizaba como instrumento al “contrario infiel”, es decir, al protestante anglosajón. Este tipo de interpretaciones fue muy habitual en el siglo XVIII, cuando el desastre natural o militar se explicaba desde un punto de vista teológico. Así, el obispo Morell había percibido el terremoto de Santiago de Cuba de 1766 como un castigo por la inmoralidad de sus habitantes y la toma de La Habana de 1762 como un trasunto de las plagas bíblicas9. Luis José Peguero, hacia 1763, escribía lo siguiente: “quien viere el quebranto de esta bella ciudad [La Habana] que le dio el inglés, conoserá por la misma cuita la mano de Dios, cuya inefable sabiduría suele fabricar sus altos fines sobre estos quebrantos, sirviéndose muchas veces de lo que permite”10. Desde la perspectiva católica, los males materiales eran consecuencia de un mal moral. Tal vez esto explique en parte la abundancia de referencias bíblicas que encontramos en la Dolorosa métrica.

Pero no podemos olvidar que el texto tiene un contenido esencialmente político, pues su intención última era denunciar los errores cometidos por las autoridades españolas durante la defensa de la ciudad. En este sentido, ha de tenerse muy en cuenta la repercusión que pudo alcanzar la Dolorosa métrica, pues seguramente fue escuchada en la Corte y tal vez contribuyó a que se abriera el proceso contra Prado y los demás responsables del desastre11.

Es llamativo, además, que la palabra patria empiece a adquirir en el texto un valor singular en relación con Cuba y La Habana, presentándose al heroico “paisanaje” frente a los “jefes endurecidos”, que son las autoridades españolas. Pese a ello, aún se está muy lejos de cualquier reivindicación nacional, pues sigue defendiéndose la Corona como institución incuestionable y al rey como imagen de Dios en la tierra.

Por otro lado, el uso de la décima en este tipo de poesía fue muy habitual por los autores cubanos desde el siglo XVIII, especialmente en las composiciones de tipo popular. Tal como señalara Bachiller, las décimas “son el metro popular de Cuba. En décimas canta el hombre del pueblo, décimas se improvisan en las mesas de sus modestos festines y en décimas se pretende conservar la memoria de los acontecimientos notables en esta tierra de eterna primavera”12. Ciertamente la décima tuvo en la literatura cubana un carácter noticiero y se convirtió en un medio de expresión social, bien recitándose de forma oral, bien circulando manuscrita o en pliegos sueltos. Sin embargo, no cabe hablar, en este punto, de una oposición irreconciliable entre lo popular y lo culto. De hecho, la Dolorosa métrica está compuesta por veinticuatro estrofas con estructura de décima espinela, pero el trasfondo político, las frecuentes referencias bíblicas y su estilo retórico con abundancia de hipérbatos y algunos juegos de palabras, delatan a una autora con sólida formación.

Una discutida autoría

Parece conveniente recoger aquí, de manera sucinta, las principales hipótesis planteadas respecto a la discutida autoría de la Dolorosa métrica, pues ello nos permitirá tener una más completa percepción del texto.

En principio, la única certeza que tenemos acerca de la identidad de la autora del poema es que fue una poetisa habanera que vivió hacia la segunda mitad del siglo XVIII. Esto se deduce del propio título y fue confirmado en 1763 por Luis José Peguero, quien lo atribuía a una discreta matrona13, la cual, “con baliente resolución tomó la pluma y, en dolorosa expresión métrica, hizo una carta de súplica a nuestro cathólico rey don Carlos Tercero”14. Y aunque este historiador ponía en duda que todo el texto hubiera sido compuesto por dicha señora, tan sólo respondía a un prejuicio muy extendido en su época con respecto a la capacidad intelectual de las mujeres:

Sentimos que las dézimas siguientes no son de la dicha matrona poetisa, aunque se encuentran en un mesmo catálogo, por estar éstas fundadas en textos de Escritura, y de ésta son las señoras mugeres muy inectas; aunque hemos bisto obras muy heroycas de algunas de ellas, como son las de la gran madre Santa Teresa de Jesús, la de Ágreda y monja mexicana; no ostante, dudamos de la jabana... (f. 174v).

Más allá de esto, diversos autores han venido planteando en el último siglo algunas hipótesis acerca de quién pudo ser aquella poetisa, para lo cual se han apoyado principalmente en dos testimonios.

Por un lado, está el “Memorial” que dirigió un grupo de damas de La Habana al rey Carlos III con fecha de 29 de agosto de 1762. En dicho “Memorial”, entre otras cosas, se denuncia la actitud de las autoridades, especialmente la del gobernador Juan de Prado, quien había desatendido la orden real de fortificar La Cabaña y se había limitado a convocar milicias para que trabajaran sin recibir un salario. Además, se insiste en la voluntad de los criollos de defender La Habana, así como en su deseo de continuar siendo súbditos de la Corona española15.

Por otro lado, contamos con el testimonio de José Antonio Armona, que en 1764 llegó a La Habana con el encargo de sanear la hacienda cubana, permaneciendo allí más de una década. Al escribir sobre la expulsión de los jesuitas de 1767, Armona se refería a una “dama musa” de la sociedad habanera que, “además de ser dama rica, era marquesa, poetisa, latina, crítica y siempre engreída de haber escrito directamente al rey una gran carta cuando se perdió La Habana, informando a S.M. y descubriéndole muchas cosas”16.

A partir de estos dos textos, se ha querido identificar a aquella “dama musa” entre las señoras de La Habana, habiéndose propuesto principalmente dos nombres: doña Beatriz de Jústiz y Zayas (1733-1807), marquesa de Jústiz de Santa Ana, y doña Teresa Beltrán de Santa Cruz y Calvo de la Puerta (1721-1804), condesa de San Juan de Jaruco.

En su Historia de la isla de Cuba, Pezuela aseguraba que “muchas señoras de La Habana, por influencia de la marquesa Jústiz de Santa Ana... representaron a la reina madre doña Isabel de Farnesio que la pérdida de su ciudad natal era debida a los desdenes de Prado por las ideas y los ofrecimientos de los naturales”17. Sin embargo, Pezuela no se refiere de forma explícita al “Memorial”, no explica en qué se apoyan sus aseveraciones, tampoco señala a doña Beatriz de Jústiz como autora, sino como inspiradora y, en cualquier caso, nada dice de la Dolorosa métrica.

López Prieto18, por su parte, señaló que la autora de la Dolorosa métrica había sido una “digna compañera” de las que firmaron el “Memorial”, y Bachiller19 dio a entender que el “Memorial” había sido redactado en verso, aunque sin aclararnos nada más.

Trelles, que pareció identificar como una misma obra la Dolorosa métrica y un poema impreso bajo el título “La América dolorosa”, firmado por N. Cruz -enseguida abordaremos este asunto-, creyó que bajo aquella firma se ocultaba la identidad de doña Teresa Beltrán de Santa Cruz, que sería además la dama a la que se había referido José Antonio de Armona y la misma que redactó el “Memorial”20. Ciertamente, la condesa de San Juan de Jaruco fue conocida como poetisa, pues sabemos que escribió algunas composiciones, como una “Oda a la Beneficencia” y una “Oda a la Restauración”, algo que no puede decirse de Jústiz. Además, parece lógico que se la relacione con la firma N. Cruz, pues Cruz es parte de su apellido y el lema de su familia (“Todo por la Cruz”), tal como reconoció Aleida Plasencia. Por otro lado, es significativo que entre las damas firmantes del “Memorial” figurase una doña Theresa Santa Cruz, que bien podría ser la condesa de San Juan de Jaruco.

Plasencia rechazó la hipótesis de Trelles, alegando que Armona se había referido a una marquesa y no a una condesa21, y defendió a doña Beatriz de Jústiz como autora, no sólo de la Dolorosa métrica, sino también del “Memorial”, pues no admitía la posibilidad de hallarla fuera de las familias nobles de La Habana. Argumentaba Plasencia que tanto el “Memorial” como la Dolorosa métrica coinciden en haber sido dirigidos al rey Carlos III, como súplica y como muestra de lealtad, para denunciar la actuación de las autoridades y ensalzar la valentía del paisanaje. Insistió en las grandes similitudes que hay entre ambas obras, pues presentan un orden estructural muy semejante, aunque terminó reconociendo que, después de las primeras estrofas, el contenido del poema no se parece nada al del “Memorial”. No fue capaz de explicar tampoco la firma N. Cruz, que consideró un seudónimo sin más.

Lezama Lima recogió la hipótesis de Plasencia, afirmando que la Dolorosa métrica es el “Memorial” versificado, aunque sin aportar pruebas ni argumentos22. Por su parte, E. Sainz23, que también sigue en gran medida el planteamiento de Plasencia, hace un exhaustivo análisis y se inclina igualmente a considerar a doña Beatriz de Jústiz como autora de la Dolorosa métrica y del “Memorial”, aunque no desecha completamente la hipótesis de Trelles.

Más recientemente, Parcero ha manifestado sus dudas sobre la hipótesis de que Beatriz de Jústiz fuese autora del texto24. Argumenta, en primer lugar, que la marquesa no figura entre las damas habaneras que firmaron el “Memorial”. En segundo lugar, recuerda que el gobernador Juan de Prado, a quien se ataca duramente en la Dolorosa métrica, era gran amigo de los marqueses de Jústiz de Santa Ana, y cita una carta que aquéllos dirigieron a Prado, en febrero de 1763, haciéndole llegar su reconocimiento y su afecto25.

A la vista de todo lo anterior, hemos de reconocer que aún no hay datos que permitan atribuir el poema con certeza a nadie. En ninguna de las copias manuscritas que se han conservado figura el nombre de aquella poetisa, pues en éstas sólo se nos dice que era natural de La Habana, algo que ella misma corrobora en el texto al incluirse entre los habaneros bajo la primera persona del plural. El nombre N. Cruz sólo ha llegado a nosotros a través de referencias bibliográficas que a duras penas se relacionan con la Dolorosa métrica. No podemos asegurar que la autora del poema participara en la redacción del “Memorial” y ni siquiera somos capaces de identificar con seguridad a la “dama musa” de Armona. Así pues, mientras no contemos con nuevas revelaciones, parece más prudente seguir considerando la Dolorosa métrica como una obra anónima.

Historiografía

En 1763, el historiador Luis José Peguero fue el primero en mencionar la Dolorosa métrica, que copió parcialmente en el tomo 2 de su Historia de la conquista de la isla española de Santo Domingo26, para ponerla en relación con el destierro del obispo Pedro Morell de Santa Cruz tras la ocupación inglesa de La Habana.

Casi un siglo después, Antonio Ferrer del Río volvió a citar la obra, tras haber consultado una copia manuscrita en la Real Academia de la Historia, y transcribió dos pasajes del texto, al que daba por título Dolorosa y métrica expresión del sitio y entrega de La Habana, dirigida a nuestro católico monarca el Señor D. Carlos III por una poetisa de la misma ciudad27.

Después de Ferrer del Río, diversos autores volvieron a referirse a este poema, aunque sin aportar datos nuevos, pues se limitaron a repetir los mismos versos recogidos por aquél o hicieron breves y vagas valoraciones. Tales son los casos de José de Jesús García28, López Prieto29, Antonio Bachiller30, Cesáreo Fernández Duro31, Menéndez y Pelayo32 o Carolina Poncet33, entre otros.

Más interesante resulta el testimonio que nos ofreció Carlos M. Trelles en su Ensayo de bibliografía cubana34, donde recogía el título Dolorosa y métrica expresión del sitio y entrega de La Havana, dirigida a Nuestro Católico Monarca el Señor Carlos III, por una poetisa de la misma ciudad, asegurando también que había una copia manuscrita en la Real Academia de la Historia. Atribuye Trelles esta obra a N. Cruz, “la primera poetisa nacida en Cuba”, a la que considera autora, además, de otra obra titulada La América dolorosa: Expresión poética por la pérdida de La Habana, impresa en México en 1763. De hecho, este último título había sido ya recogido a comienzos del siglo XIX por Beristáin de Souza, con los mismos datos de edición y atribuido también a “doña N. Cruz, natural de la ciudad de San Cristóbal de La Habana”35. Sin embargo, cuando años después Trelles rectifica las palabras de López Prieto, quien aseguró que la Dolorosa métrica no había llegado a publicarse36, esgrime el dato de que la Dolorosa métrica había sido impresa en México en 1763. Por lo tanto, al afirmar que hubo una edición mexicana de la Dolorosa métrica, Trelles está reconociendo de forma implícita que ambas obras, La América dolorosa y la Dolorosa métrica, son la misma obra37.

De todo esto cabe extraer dos posibles interpretaciones. Puede ser que Trelles, a partir de la cita de Beristáin, conjeturase que La América dolorosa y la Dolorosa métrica eran la misma composición, pues las dos tenían títulos similares, trataban el mismo asunto y habían sido escritas por poetisas habaneras38. También es posible que Trelles hubiera visto un ejemplar de La América dolorosa impreso en 1763, el cual cotejó con el manuscrito de la Dolorosa métrica, comprobando que ambas contenían el mismo texto. Desde luego, es seguro que había consultado la copia manuscrita de la Dolorosa métrica de la Real Academia de la Historia, pues en su Bibliografía cubana de 1927 reproduce los tres primeros versos del poema, que no habían sido citados por Ferrer del Río ni por ningún otro autor hasta entonces39 -aunque sorprendentemente ya no los atribuye a N. Cruz. Lo que no parece tan claro es que llegara a ver copia alguna de la edición mexicana de 1763. También mencionaron esta supuesta edición José Toribio Medina40, que citaba expresamente a Beristáin, y el historiador Francisco de Solano41, pero sospecho que ninguno de los tres eruditos llegó a ver un ejemplar de la misma, sino que probablemente recogieron los datos ya publicados por Beristáin, pues no ofrecen ninguna novedad en sus descripciones, ni dan el número de páginas ni el pie de imprenta. Tampoco a mí me ha sido posible, pese a múltiples indagaciones, localizar ejemplar alguno de este rarísimo impreso. Y lamentablemente, mientras no tengamos a la vista un ejemplar de esta supuesta edición, todo lo que nos queda es un puñado de hipótesis.

En la década de 1920, Chacón y Calvo, al analizar la Colección de poesías de Boloña, aseguraba lo siguiente: “De Doña N. Cruz, autora de un poema sobre el sitio de La Habana por los ingleses, que se encontraba manuscrito, junto a otros papeles de Pezuela en la Academia de la Historia, pero que yo no he podido hallar no obstante mis investigaciones, no aparece nada”42.

Algunas décadas más tarde, en 1960, la historiadora Aleida Plasencia publicó el texto completo de la Dolorosa métrica a partir de una copia manuscrita que en 1953 había adquirido Francisco Pérez de la Riva43. Plasencia cotejó este manuscrito con los breves pasajes citados por Ferrer del Río y Trelles, pero no parece que hiciera lo mismo con ninguna otra copia del poema.

Testimonios conservados y criterios de edición

Aunque sin duda debió de ser abundante la circulación manuscrita de la Dolorosa métrica, como sucedió con otros poemas de la época, actualmente contamos con un reducido número de testimonios. Éstos, sobre todo porque proceden de una tradición manuscrita, presentan numerosas variantes. Si bien no debemos descartar la aparición de nuevas copias del poema, por ahora sólo se puede hablar de las siguientes:

A Manuscrito de la Biblioteca Nacional de España. Signatura MSS/19574. Forma parte de un volumen que contiene diversas composiciones poéticas manuscritas con letra del siglo XVIII, el cual lleva al frente como título Ocho composiciones poéticas autógrafas e inéditas de dn José Yglesias acompañadas del Poema titulado La Caida de Luzbel y de otras poesías de diferente letra cuya mayor parte son del mismo autor. Nuestro poema ocupa los folios 97 y 98 de dicho volumen y lleva por título Dolorosa, métrica expressión del sitio, y entrega de la Havana dirigida a N. Cathólico Rey, y Señor Dn. Carlos Tercero por una Poetiza natural de la misma Hava . De los testimonios conservados, es el que presenta menor cantidad de errores.

B Manuscrito de la Biblioteca Nacional de España. Signatura MSS/12980/19. Es un cuadernillo formado por siete folios con letra del siglo XVIII. Trae por título Dolorosa métrica expresión del sitio, y entrega de la Havana dirigida, a nro Católico Rey y Sr dn Carlos terzero por una poética de la misma Ciudad. Dézimas. Fue descrito por Julián Paz en su Catálogo de manuscritos de América existentes en la Biblioteca Nacional, Tipografía de Archivos, Madrid, 1933, núm. 895.

R El manuscrito que perteneció a don Francisco Pérez de la Riva, cuyo texto fue transcrito, como ya queda dicho, por Aleida Plasencia. Trae por título Dolorosa métrica espreción del Sitio, y entrega de la Havana, dirigida a N. C. Monarca el Sr. Dn. Carlos Tercero qe. Gue. Este manuscrito no se encuentra en la Biblioteca Nacional de Cuba, como supuse inicialmente, ni en ninguna otra biblioteca pública cubana. Lamentablemente no me ha sido posible localizarlo, a pesar de la amable ayuda de don José Antonio Doll, de la Biblioteca Nacional “José Martí”.

P Copia parcial contenida en el manuscrito MSS/1480 de la Biblioteca Nacional de España, que recoge la Historia de la conquista de la isla española de Santo Domingo y un compendio de toda la América44 de Luis José Peguero. Lleva la fecha de 1763. El poema ocupa los folios 171v-175v. El amanuense copió las primeras ocho décimas, a las cuales sigue un párrafo del propio Peguero; luego incluye, por este orden, las décimas 9, 12, 10, 11, 20, 21, 23, 24; finalmente aparecen las que el autor considera espurias, por este orden: 14, 16, 15, 17, 19, 18. Se omiten, por tanto, las décimas 13 y 22. De los testimonios conservados, es el que presenta mayor cantidad de errores. El texto fue publicado modernamente por Pedro J. Santiago45, aunque con errores de transcripción.

C El manuscrito que se conserva en mi propia biblioteca y que hallé formando un legajo junto a dos copias de la sentencia dada en 1765 contra Juan de Prado y los demás responsables de la entrega de La Habana46. El poema ocupa dos folios manuscritos con letra del siglo XVIII y trae por título Dolorosa Métrica expresión del Sitio y entrega de la Habana dirigida a Nro Cathólico Monarca el Sor Dn. Carlos 3o.

A estos testimonios, que recogen el texto total o parcialmente, cabe añadir otros dos testimonios indirectos:

H Sabemos que existió una copia manuscrita en la Real Academia de la Historia, la cual fue consultada por Ferrer del Río y por Trelles, entre otros estudiosos de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Actualmente, sin embargo, no me ha sido posible localizar dicha copia, pese a la diligente labor de búsqueda de doña Asunción Miralles de Imperial, de la biblioteca de la Academia, a quien manifiesto mi gratitud. Tal como intuyó Chacón y Calvo, ya en la década de 1920, es probable que el documento desapareciera de dicha biblioteca poco antes: “Debo advertir a los futuros investigadores, que gran parte de los fondos de Pezuela, depositados en la Academia de la Historia, de Madrid, ya no paran en esta corporación”47. Por lo tanto, de aquel manuscrito sólo podemos recuperar un escaso número de versos copiados por Ferrer del Río (H1 ) y por Trelles (H2 ), los cuales presentan variantes que no coinciden con ninguno de los testimonios conservados. Se trata de los versos 1-3, 65-70, 114-120.

En la presente edición hemos respetado las peculiaridades morfológicas del texto, aunque modernizamos las grafías que no tienen valor fonológico:

  • La alternancia gráfica de b, v.

  • La fricativa velar sorda /x/ representada por x, g, j.

  • La alternancia gráfica de c, z.

  • La alternancia gráfica de s, ss, x.

  • Los usos vocálicos y consonánticos de i, y.

  • Los usos vocálicos y consonánticos de u, v.

  • El uso de h etimológica.

  • La alternancia de r, rr detrás de consonante.

  • La alternancia gráfica de qu, cu.

  • Los grupos consonánticos cultos ph > f, ch > c, th > t

  • Los grupos vocálicos cultos como ee.

  • El uso de m, n delante de p, b.

Además, se normaliza la separación de palabras y contracciones. Las abreviaturas se desarrollan sin indicación expresa. La puntuación, acentuación y uso de mayúsculas se ajustan a las normas actuales de la RAE.

Tras cotejar los diversos testimonios e identificar errores evidentes, hemos sopesado, una a una, las variantes, procurando elegir en cada caso la lección que mejor se ajusta al estilo, contenido y contexto del poema. Conviene señalar que, en ocasiones, resulta difícil detectar si nos encontramos ante un error o una innovación voluntaria. En el caso de lecciones equipolentes, a falta de otro criterio, se toma la lección del codex optimus o la lectio plurimum codicum, que coinciden en casi todos los casos.

Hemos optado por un aparato crítico positivo, que situamos a continuación del texto, donde se recogen los errores y las variantes adiáforas. Prescindimos, sin embargo, de las variantes lingüísticas que no tienen relevancia fonológica. Las variantes recogidas en el aparato crítico se transcriben con el mismo criterio que el texto base.

Reservamos las notas a pie de página para aclarar términos o acepciones de uso poco frecuente, alusiones bíblicas, referencias geográficas e históricas, etc., que van señalados con asterisco.

Material suplementario: Dolorosa métrica expresión del sitio y entrega de La Habana, dirigida a nuestro católico rey y señor don Carlos Tercero por una poetisa natural de la misma Habana. Décimas.

Referencias

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1Aleida Plasencia, “La dominación inglesa vista por el pueblo de La Habana”, Revista de la Biblioteca Nacional, 1960, núms. 1/4, p. 29.

2Francisco Pérez Guzmán, La Habana. Clave de un Imperio, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1997.

3Nicolás Fernández de Moratín, Égloga a Velasco y González, famosos españoles, con motivo de haverse hecho sus efigies en la Real Academia de San Fernando, Imprenta de Miguel Escrivano, Madrid, [s.a.].

4Antonio López Prieto, Parnaso cubano, Miguel de Villa, La Habana, 1881, pp. XXV-XXIX.

5José Severino Boloña, Colección de poesías arreglada por un aficionado a las musas, Oficina de D. José Boloña, La Habana, 1833, t. 1, pp. 294-296.

6Antonio Bachiller y Morales, Cuba. Monografía histórica que comprende desde la pérdida de la Habana hasta la Restauración española, Miguel de Villa, La Habana, 1883, pp. 198-206.

7Juliet Barclay, Havana: Potrait of a city, Cassell, London, 1993, p. 122.

8La cuarteta fue recogida, entre otros autores, por Alejo Carpentier, quien la calificó de “cuarteta callejera” y aseguró estar inspirada en el caso concreto de una muchacha habanera (La música en Cuba, en Obras completas, t. 12, Siglo XXI, México, 1987, p. 279).

9José Antonio Saco, Colección de papeles científicos, históricos, políticos y de otros ramos sobre la Isla de Cuba, ya publicados ya inéditos, Imprenta de D’Aubusson y Kugelmann, Paris, 1859, t. 2, p. 399.

10Historia de la conquista de la isla española de Santo Domingo y un compendio de toda la América. Tomo II, Biblioteca Nacional de España (BNE), MSS/1480, f. 187r.

11Celia María Parcero Torre, La pérdida de la Habana y las reformas borbónicas en Cuba, 1760-1773, Junta de Castilla y León-Consejería de Educación y Cultura, Valladolid, 1998, p. 195. Es significativo, en ese sentido, que el manuscrito C se halle en un mismo legajo junto a dos copias de la sentencia.

12Antonio Bachiller y Morales, Apuntes para el estudio de las Letras y de la Instrucción Pública de la Isla de Cuba, Imprenta del Tiempo, La Habana, 1860, t. 2, p. 38.

13Se entiende, pues, que era una mujer casada, noble y virtuosa.

14Historia de la conquista de la isla española de Santo Domingo y un compendio de toda la América. Tomo II, Biblioteca Nacional de España (BNE), MSS/1480, fol. 171v.

15Publicaron algunos pasajes de este “Memorial”: Antonio Ferrer del Río, Historia del reinado de Carlos III en España, Imprenta de los señores Matute y Compagni, Madrid, 1856, t. 1, y Antonio Bachiller y Morales, Cuba. Monografía histórica... El texto completo puede hallarse en “Memorial dirigido á Carlos III por las señoras de La Habana en 25 de agosto de 1762”, Revista de Cuba, La Habana, 1882, núm. 12, pp. 161-167. También se reprodujo en Aleida Plasencia, La dominación inglesa vista por el pueblo de La Habana, Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, 1965, pp. 7-16. Una copia manuscrita del mismo se halla en el Archivo General de Indias (AGI), Santo Domingo, 1588.

16José Antonio de Armona y Murga, “Noticias privadas de casa útiles para mis hijos. Recuerdos de mi carrera ministerial en España y América”, Anales y Memorias de la Real Junta de Fomento de la Real Sociedad Económica, La Habana, Serie 4a, 4 (1859), p. 111.

17Jacobo de la Pezuela, Historia de la isla de Cuba, Carlos Bailly-Bailliere, Madrid, 1868, t. 2, p. 538.

18Antonio López Prieto, op. cit., p. XXV.

19Antonio Bachiller y Morales, Cuba. Monografía histórica..., p. 115.

20Carlos Manuel Trelles y Govín, Bibliografía cubana de los siglos XVII y XVIII, Imprenta del Ejército, La Habana, 1927, p. 88.

21Aleida Plasencia, “La dominación inglesa vista por el pueblo...”, p. 34.

22José Lezama Lima, Antología de la poesía cubana. T. 1: Siglos XVII-XVIII, Verbum, La Habana, 2002, p. 128.

23Enrique Sainz, La literatura cubana de 1700 a 1790, Letras Cubanas, La Habana, 1983, pp. 141-153.

24Celia María Parcero Torre, op. cit., p. 196.

25La carta citada por Parcero lleva fecha de 28 de febrero de 1763 y se halla en el Archivo General de Indias (AGI), Santo Domingo, 1584.

26Historia de la conquista de la isla española de Santo Domingo y un compendio de toda la América. Tomo II, Biblioteca Nacional de España (BNE), MSS/1480, fols. 171v-175v.

27Antonio Ferrer del Río, op. cit., pp. 364 y 372.

28José de Jesús García, “La guerra del inglés”, en Revista de La Habana, 1856, núm. 1, pp. 170 y 243.

29Antonio López Prieto, op. cit., p. XXV.

30Antonio Bachiller y Morales, Cuba. Monografía histórica..., p. 88.

31Cesáreo Fernández Duro, Historia de la Armada española desde la unión de Castilla y de Aragón, Tip. Sucesores de Rivadeneyra, Madrid, 1895-1903, t. 7, p. 72.

32Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de la poesía hispanoamericana, Librería General de Victoriano Suárez, Madrid, 1911, p. 217.

33Carolina Poncet, “El romance en Cuba”, Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de La Habana, 18 (1914), p. 187.

34Carlos Manuel Trelles y Govin, Ensayo de bibliografía cubana de los siglos XVII y XVIII, Imprenta El Escritorio, Matanzas, 1907, p. 30.

35José Mariano Beristáin de Souza, Biblioteca hispano-americana septentrional, Editorial Fuente Cultural, México, 1947, t. 1, p. 170. Allí encontramos la siguiente descripción: “Cruz (doña N.). Natural de la ciudad de S. Cristóbal de la Habana. Escribió el año 1762: La América dolorosa: Expresión poética por la pérdida de la Habana, Imp. en México, 1763. 4o”.

36Antonio López Prieto, op. cit., p. XXV.

37Carlos Manuel Trelles y Govin, Bibliografía cubana..., p. 48.

38Max Henríquez Ureña apoyó la idea de que fueran la misma obra e insinuó que Beristáin había introducido, por error, alteraciones en el título; Panorama histórico de la literatura cubana, La Habana, Ed. Félix Varela, 2001, t. 1, pp. 75-76.

39Trelles sitúa el manuscrito en un legajo, junto a otros documentos, de los que da la siguiente descripción: “Reflexiones de la sociedad de Londres, sacados de sus transacciones filosóficas, artículos publicados en 12 de octubre y 23 de noviembre de los mismos que tratan de la toma de La Habana y de esta guerra. Tres pliegos manuscritos en folio. Publicaciones de la Academia de la Historia, Madrid, Jesuitas, Legajo 4”. Carlos Manuel Trelles y Govin, Bibliografía cubana..., p. 416.

40José Toribio Medina, La imprenta en México (1539-1821), impreso en la casa del autor, Santiago de Chile, 1908, t. 5, p. 476.

41Francisco de Solano, Las voces de la ciudad: México a través de sus impresos (1539-1821), CSIC, Madrid, 1994, p. 138. Recoge el título “La América dolorida...”, aunque el cambio de adjetivo puede deberse a una errata.

42José María Chacón y Calvo, Ensayos de literatura cubana, Saturnino Calleja, Madrid, 1922, p. 57.

43Aleida Plasencia, “La dominación inglesa vista por el pueblo...”, pp. 29-49.

44El título completo es Historia de la conquista de la isla Española de Santo Domingo y un compendio de toda la América. Tomo II. Trasumptada de la historia general que escrivió Antonio de Herrera, coronista mayor de Castilla y de las Indias; y de la Historia natural de esta isla, que escribió Gonzalo Fernádes de Obiedo en la ciudad de Santo Domingo, en el castillo de la fuerza, de quien era castellano. Trasuntada y compuesta por Luis Joseph Peguero, en el valle de Bani, en su hato Sn Franco. y el Rosario. Año 1763, Biblioteca Nacional de España (BNE), MSS/1480.

45Pedro J. Santiago (ed.), Historia de la conquista de la isla española de Santo Domingo, trasumptada el año de 1762 por Luis Joseph Peguero, Museo de las Casas Reales, Santo Domingo, 1975.

46En una de estas dos copias, enviada como carta, aparece el nombre del destinatario: don Antonio Víctor Aguado y Salinas, hermano de don Fausto Aguado y Salinas.

47José María Chacón y Calvo, op. cit., p. 49.

Recibido: 07 de Mayo de 2015; Aprobado: 25 de Agosto de 2015

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