SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.58 número3El legado historiográfico de Ibn Khaldūn en la discusión poscolonial: perspectiva desde Al-Ándalus índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Estudios de Asia y África

versión On-line ISSN 2448-654Xversión impresa ISSN 0185-0164

Estud. Asia Áfr. vol.58 no.3 Ciudad de México sep./dic. 2023  Epub 20-Oct-2023

https://doi.org/10.24201/eaa.v58i3.2792 

Artículos

Historiografía e identidad palestina en el siglo XX

Historiography and Palestinian Identity in the 20th Century

Juan David Echeverry Tamayo1 
http://orcid.org/0000-0003-2200-7046

1Universidad Nacional Autónoma de México, México, juand.echeverry@comunidad.unam.mx


Resumen

La ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel es uno de los fenómenos de la política internacional más importantes del siglo XX; sin embargo, la gran cantidad de factores emocionales y mitos fundacionales a su alrededor han distorsionado los estudios sobre el conflicto. Es de vital importancia analizar las principales corrientes historiográficas responsables de construir la identidad palestina moderna con el fin de entender las diferentes etapas del conflicto y no caer en explicaciones simplistas acerca de las lealtades múltiples que caracterizan la identidad en Medio Oriente y, asimismo, comprender el origen y la transformación de las reclamaciones nacionales y territoriales del pueblo palestino.

Palabras clave: historiografía palestina; conflicto palestino-israelí; Medio Oriente; identidad palestina; historia palestina

Abstract

Israel’s occupation of the Palestinian territories is a major international political phenomenon of the 20th century; however, the many emotional factors and foundational myths surrounding it have distorted studies of the conflict. Analyzing the main historiographical currents responsible for modern Palestinian identity building is essential to understanding the conflict’s different stages and avoiding simplistic explanations for the multiple loyalties that characterize the Middle Eastern identity, as well as understanding the origin and transformation of the Palestinian people’s national and territorial claims.

Keywords: Palestinian historiography; Palestinian-Israeli conflict; Middle East; Palestinian identity; Palestinian history

Introducción

A la hora de analizar un fenómeno con tanta historia y factores emocionales involucrados como el proceso inconcluso de ocupación israelí de los territorios palestinos resulta difícil abordar cualquier problema sin adentrarse primero en la manera como se han estructurado las narraciones históricas que han intentado explicarlo. En este sentido, reconstruir la historiografía palestina y la manera en que ha influido en la edificación de una identidad nacional propia de su pueblo es una tarea ineludible si se quiere entender mejor la evolución y el estado actual de una de las principales problemáticas de la política internacional desde mediados del siglo XX. Para ello, se analizará la obra de los principales autores y las corrientes historiográficas palestinas del siglo XX, no con ánimo de validarlas, refutarlas o solucionar sus contradicciones, sino con el objetivo de comprender cómo se presentó el cambio de un denominado conflicto árabe-israelí, a un proceso de ocupación prolongada por parte de Israel en Cisjordania y Gaza, donde los palestinos se convirtieron en los actores principales de una lucha nacional que antes de la década de 1960 había quedado subordinada a las agendas de israelíes, egipcios y jordanos.

En este sentido, ante frases que ponían en segundo plano la lucha particular palestina como “Jordania es Palestina”, los intentos jordanos de asimilar a los refugiados y residentes en Cisjordania, el choque entre los planes egipcios y jordanos, las necesidades de los movimientos de liberación palestina y las negativas de Israel de establecer un diálogo directo con los representantes palestinos se vio la necesidad de distanciar las diferentes fuerzas palestinas de los postulados panárabes y enfocar sus esfuerzos en la obtención de un carácter nacional internacionalmente reconocido. Este proceso que buscaba dotar al pueblo palestino de una identidad mucho más institucionalizada que reinterpretara su pasado, coordinara sus acciones presentes y futuras y abriera las puertas para que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) negociara su futuro como Estado independiente tuvo como uno de sus mayores actores a historiadores profesionales y amateurs que sentaron las bases para el surgimiento de una identidad reconocida a nivel interno e internacionalmente.

Por tanto, este trabajo busca exponer cómo la historiografía fue una herramienta esencial en la construcción de la identidad palestina, en la medida en que, a través de ella, se logró reinterpretar su pasado con el fin de unificar los distintos movimientos de resistencia (con mayor o menor eficacia), encaminar el descontento popular hacia objetivos políticos e institucionalizar una versión de la historia del periodo anterior a 1948, de la Nakba y del desarrollo de los acontecimientos luego de la creación del Estado israelí, con la particularidad de otorgarles un carácter nacional que sustentara el papel de entidades como la OLP en tanto únicos representantes del pueblo palestino.

La Primera Guerra Mundial como motor de cambio en las identidades regionales en Medio Oriente

En un momento de agudos cambios provocados por el inminente ingreso del Imperio otomano en la Primera Guerra Mundial, la acelerada transformación tecnológica y los cambios que había impuesto en el mundo el ascenso del nacionalismo europeo, hizo su aparición una ola de historiadores e intelectuales árabes palestinos preocupados por describir las particularidades de su territorio y su sociedad. Muchos de ellos comenzaron a escribir antes de la Primera Guerra Mundial (1908 a 1914) en un momento crítico para el Imperio otomano, cuando se produjo la Revolución de los Jóvenes Turcos y, con ella, un número considerable de reformas sociales, políticas, económicas e ideológicas en el Estado otomano.

Este contexto trajo consigo una creciente atención a la identidad árabe conocida como arabismo, impulsada por la llegada de modelos de identidad como el otomanismo y el aumento de la presión europea hacia las periferias del Imperio. Ambos factores provocaron que se desarrollara una incipiente identidad árabe1 que, en un principio, no pretendía ir en contra de la pertenencia al Imperio otomano y se concentró mayoritariamente en círculos cerrados de la sociedad representados por las élites urbanas, letradas y educadas.

Todo esto propició que en el siglo XIX se publicaran varios escritos de politólogos, sociólogos, historiadores, religiosos y eruditos árabes palestinos, muchos de los cuales, si bien no pueden ser entendidos estrictamente como producciones historiográficas,2 constituyeron la base para las discusiones futuras acerca de la historia palestina y los derechos históricos disputados entre sionistas y árabes palestinos en la región. Así, en el siglo XIX, autores como Sa’id al-Husayni, Ruhi al-Khalidi, Najib Nassar, ‘Isa al-‘Isa, Muhammad Hassan al-Budayri, ‘Arif al-‘Arif, Khalil al-Sakakini y Musa al-‘Alami, quienes poseían una identidad dividida entre el Imperio otomano, la religión musulmana, el arabismo, su patria (Palestina), su ciudad o región de origen y su familia, usaron los medios de comunicación impresos para diversificar los temas tratados y las discusiones que marcarían la historiografía palestina de este periodo (R. Khalidi 1984, 255-260).

Ahora bien, con la llegada al poder de los Jóvenes Turcos en 1908 y el comienzo de un proceso de turquificación que buscaba imponer la lengua y la cultura turca a los árabes se generó una amplia movilización de ideas de la mano de folletos, revistas, libros, textos escolares y periódicos, los cuales permitieron el surgimiento del arabismo entendido como un movimiento ideológico desafiante del poder central cuyo objetivo era obtener mayor autonomía para los árabes dentro de la estructura imperial. Este escenario de ampliación del nacionalismo turco llevó a que árabes de diferentes partes del Imperio se articularan en sociedades secretas y públicas, entre ellas la Young Arab Society (al-Fatat, 1911) y al-Lamarkaziyya (Partido de Descentralización, 1913), cuya finalidad era abogar por la igualdad de derechos para los árabes dentro de un imperio multinacional.

Al mismo tiempo, el progresivo desarrollo de asentamientos judíos en Palestina y los conflictos que desencadenaron con la población local motivaron a muchos de los autores árabes palestinos a escribir la historia del sionismo entre los años 1908 y 1914, a fin de remarcar la “amenaza”3 que significaban para el modo de vida árabe de la región (Najib Nassar, Ruhi al-Khatib, Issa al-Isa, Bulus Abud y Saadi Bsisu). Sus ideas eran transmitidas al grueso de la sociedad por medio de las publicaciones de un conjunto de diarios encabezados por al-Karmil (1908) y Filastin (Palestina-1911), los cuales se consolidaron como foros de opinión para los intelectuales de Palestina. Sus artículos giraban principalmente en torno a la discusión de las problemáticas planteadas por la llegada de la colonización judía desde 1812 y el surgimiento de ideas protosionistas que proponían la creación de un Estado nacional judío en Palestina. Así, las publicaciones de Filastin y al-Karmil, al igual que las escritas en los otros 15 diarios que había en Palestina antes de 1948 (Khuri 1976, 7-26), trataron temáticas como el aumento exponencial de compra de tierras por los colonos judíos europeos, el remplazo de los trabajadores árabes por judíos en las nuevas propiedades, el gran descontento que esta dinámica provocaba entre los fellahin y el “peligro” que representaba la idea de una nación judía en Palestina para el carácter árabe de la zona.

La posguerra y su influencia en la configuración de una nueva identidad palestina

Con su derrota en la Gran Guerra (1914-1918), el Imperio otomano fue desarticulado por las potencias europeas, lo que dejó un vacío de poder y una crisis de identidad en el mundo árabe, el cual transitó progresivamente de una exaltación cultural del arabismo a una identificación cada vez más cercana al nacionalismo árabe, y ello dio vigencia a temáticas como la identidad en el mundo árabe y en Palestina, la relación de los árabes palestinos con los colonos judíos europeos y la forma en que se debía impulsar el patriotismo árabe en Palestina.

Ahora bien, dichas discusiones se nutrieron de publicaciones periódicas que marcaron la opinión pública de Palestina durante los últimos años del Imperio otomano y el establecimiento del Mandato británico. Así, los escritos publicados en periódicos por intelectuales palestinos como al-Budayri muestran una profunda reflexión acerca de la relación entre las diferentes formas de lealtad presentes en los territorios árabes, como el sentimiento de pertenencia ya fuera al Imperio otomano, al mundo árabe o a Palestina (Gilmour 1983, 35-36).

Pese a la censura otomana y posteriormente británica, los periódicos seguirían jugando un papel preponderante entre 1914 y 1920 al difundir las ideas del nacionalismo árabe, como fue el caso del diario Suriyya al-Janubiyya (Sur de Siria), editado en 1919 por Muhammad Hassan al-Budayri y ‘Arif al-‘Arif, el cual mostraba una clara identificación de Palestina con el panarabismo sirio. En el Suriyya al-Janubiyya se observa la centralidad de Siria en la identidad palestina desde finales de la Primera Guerra Mundial, muestra de lo cual es que en su primer número, del 2 de octubre de 1919, el periódico se enfocara en las noticias ocurridas en el “país” haciendo referencia a Siria, mientras que en su segunda edición discutió largamente las implicaciones de la Declaración Balfour, y expresó que la nación árabe (Siria) había despertado de su sueño y que “nuestro país es árabe, Palestina es árabe y Palestina debe seguir siendo árabe” (Suriyya al-Janubiyya, núm. 16, en Khalidi 1997, 166). Publicaciones como ésta muestran que comúnmente se establecía un nexo entre el patriotismo local de la región de Palestina bajo la denominación de “nuestro país”, y un fuerte compromiso con el arabismo y el nacionalismo árabe.

Ahora bien, este fenómeno de panarabismo estuvo enmarcado en las acciones de un movimiento árabe que deseaba ingresar a Palestina como parte de un nuevo Estado árabe denominado Reino Árabe Unido de Siria, al mando de Faysal I de Siria, entre 1919 y 1920. En este periodo, periódicos como Suriyya al-Janubiyya y los intelectuales que publicaban en él, entendían que Palestina formaba parte del Sur de Siria, y para ellos era prioritario demostrar su apoyo al Primer Congreso General sirio realizado en 1920, con asistencia de representantes de lo que más tarde serían Siria, Palestina, Líbano y Jordania. En esa reunión, el rey Faysal I proclamó el surgimiento de una Siria unida, rechazó abiertamente la imposición de un Mandato francés en Siria, las condiciones presupuestadas por el pacto de Sykes-Picot y la Declaración Balfour, y anunció la articulación de Siria a un mayor proyecto político de patria árabe.

Siguiendo una perspectiva panárabe de la historia,4 varios historiadores locales se preocuparon por investigar el concepto histórico y geográfico de Palestina al final del periodo otomano. Algunos de los primeros estudios generales acerca de la historia de Palestina estuvieron a cargo de Bahjat y Rafiq al-Tamimi, en su libro titulado Wilayat Bayrut (El Estado de Beirut), de 1979, donde recopilaron gran cantidad de información sobre la región en una obra de carácter enciclopédico (Hjelm et al. 2019, 60). Igualmente, las obras de James Henry Breasted, y en especial su libro Ancient Times. A History of the Early World (1944 [1919]), influyeron notablemente en la formación de toda una generación de historiadores árabes y palestinos al posicionar en la historiografía palestina la idea de que Arabia era el lugar ancestral de nacimiento de los semitas, los cuales, luego de abandonar sus costumbres beduinas, habrían desarrollado múltiples civilizaciones urbanas por todo Oriente Medio (Corbett 2014, 121-122).

Esta narrativa, retomada por intelectuales árabes, describió a los hebreos como una sociedad nómada que encontró y conquistó los asentamientos urbanos palestinos construidos por los semitas de Canaán. El argumento servía para sustentar un origen pannacional árabe en Palestina, anterior al esgrimido por el movimiento sionista. Aquello también implicó que se podía trazar una línea de unidad entre los árabes antiguos y los modernos, hasta llegar a su supuesta salida de la península arábiga más de dos milenios atrás (Corbett 2014, 173-176). Dicha teoría se usó continuamente en la posguerra para reivindicar sentimientos de independencia árabe, como se observa en los artículos de Muhib al-Din al-Khatib, en 1919, cuando intentó sintetizar las premisas de la Semitic Wave Theory.5 Este paradigma historiográfico que consiste en describir la historia árabe como una línea ininterrumpida de la historia semítica fue continuado por Omer S. el-Bargouthi y Khalil Totah en Tarikh Filastin (Historia de Palestina), publicado en 1923, y por Khalil Totah y Habib Khouri en su libro Jughrafiyat Filastin (Geografía de Palestina), de 1923. Tarikh Filastin fue, para su época, una de las primeras obras árabes en que se llevó a cabo un esfuerzo historiográfico de gran envergadura por recopilar la historia árabe en su conjunto y, a la vez, la primera síntesis de la historia moderna de Palestina. Sus postulados fueron sustentados en fuentes musulmanas, cristianas y judías, con el fin de producir una narración de carácter pansemítico que realzara los orígenes comunes de Palestina con el resto del mundo árabe (Corbett 2014, 121).

Al mismo tiempo, el Journal of the Palestine Oriental Society publicó, desde 1920, a toda una serie de autores palestinos con un considerable interés por conocer la geografía, el patrimonio y la etnografía de Palestina; expertos como Tawfiq Canaan, Stephan H. Stepha y Omar al-Salih al-Barghouthi concentraron sus esfuerzos en recopilar el folclor local del campo palestino, los santos y los santuarios, la vida cotidiana campesina y los tribunales judiciales beduinos, entre otra gran cantidad de información que intentaba presentar una descripción general de lo que era el “país”. Con eso se buscaba negar el dominio cultural ininterrumpido sobre Palestina que se atribuía a sí mismo el sionismo, al identificar a los campesinos palestinos como el alma del país y rastrear su conexión con la tierra en tiempos remotos (T. Khalidi 1981, 65). Su conclusión, luego de plantear una visión holística de la cultura en Palestina, fue que la cultura en este territorio no se alimentaba únicamente de la tradición árabe, puesto que en repetidas ocasiones encontraron similitudes con cananeos, filisteos, sociedades hebraicas, nabateas y sirias-arameas que atribuían un carácter único a Palestina que, sin embargo, no iba en contra de su identificación con el panarabismo (al-‘Arif 1944, 30-40).

Junto a este creciente interés en la ruralidad palestina, entre 1920 y 1948 hizo su aparición una abundante historiografía vinculada al estudio de la historia de sus principales ciudades, como una forma de resistir la progresiva apropiación de la tierra que el sionismo estaba cristalizando a costa del carácter árabe de la región. Trabajos de historiadores como As’ad Mansur (Tarikh al-Nasira [Historia de Nazaret], 1924), Ihsan al-Nimr (Tarikh Jabal Nabulus wa al-Balqa [Historia de la montaña de Nablus y de al-Balqa], 1938) y ‘Arif al-‘Arif (Tarikh Ghazza [Historia de Gaza], 1943) articularon un cúmulo de material topográfico, sociológico y de archivo que buscó exaltar el apego de las élites urbanas a sus ciudades y, por extensión, a la cultura árabe (Corbett 2014, 66). Estos textos sirvieron para consolidar una cuantiosa historiografía acerca de la configuración social, política y económica de Palestina, en un intento de reafirmar las relaciones de identidad con la tierra, los derechos de posesión sobre ésta y las redes de personas prominentes en los diferentes asentamientos urbanos palestinos, ahora puestos en duda por los discursos nacionales del sionismo. Cabe resaltar el trabajo de As’ad Mansur en su Tarikh al-Nasira, de 1924, investigación que, con un gran compromiso académico fundamentado en diarios y bibliotecas familiares, mostró además la importancia que más tarde tendría para la historiografía palestina la pérdida de numerosos archivos y bibliotecas familiares árabes destruidos durante las hostilidades de 1948.

Ahora bien, con la derrota del Reino Árabe Unido de Siria por tropas francesas y el establecimiento de un Mandato francés en 1920, el proyecto de una gran Siria perdió buena parte de su apoyo como epicentro de la identidad palestina.6 Al respecto, un mes después de la caída del gobierno de Faysal I en Damasco, uno de los líderes nacionalistas árabes palestinos más importantes, Musa Kazim Pasa al-Husayni, expresó: “Ahora, después de los recientes acontecimientos en Damasco, tenemos que efectuar un cambio completo en nuestros planes aquí. El sur de Siria ya no existe. Debemos defender a Palestina” (Porath 1974, 107). Dicho periodo de desencanto con la idea del sur de Siria concuerda, sin embargo, con el arribo de un grupo de intelectuales que se esforzó por escribir gran cantidad de libros sobre la historia de Palestina. Llegado este punto, se hace evidente la presencia de una generación preocupada por documentar su entorno, que pretendió semejar los principios de la historia árabe a la fórmula de la historiografía sionista, en un intento de justificar la existencia de un pueblo árabe con carácter nacional en Palestina dotado de un lazo de propiedad milenario con la tierra.

No obstante, con la creación del Mandato británico de Palestina, la apertura a la inmigración y la influencia europea y el aumento de la inmigración judía se generó un enorme choque entre los intereses de la población árabe palestina local y los colonos judíos, el cual se expresó en una abundante producción de obras históricas que resaltaban el carácter árabe de Palestina, el papel que tradicionalmente había desempeñado la región en el conjunto del mundo árabe, los vínculos con Egipto y Siria y la forma en que se enseñaría la historia Palestina en el sistema educativo (T. Khalidi 1981, 64). Esto produjo constantes roces entre las autoridades del Mandato y los patriotas palestinos, quienes veían en la historia una forma privilegiada de transmitir su identidad, enfrentar la expansión judía y sionista y oponerse al dominio británico. En otras palabras, para muchos de los historiadores palestinos del Mandato, la historia era una especie de campo de batalla en curso donde se definiría el debate entre árabes palestinos, sionistas y británicos acerca de quién tendría el derecho sobre el territorio de Palestina.

Por otro lado, conforme se fue consolidando el Mandato británico y aumentó la percepción de que ese gobierno avanzaba en su promesa de construir un hogar nacional judío en Palestina, se presentó un fenómeno muy relevante para la historiografía local en la forma de un conjunto de eruditos mucho más nacionalistas que dejaron de escribir textos enfocados en curiosidades o recopilaciones de momentos históricos para elaborar complejas descripciones topográficas, sociológicas, antropológicas e históricas de Palestina con el objetivo de destacar su particularidad y su identidad. Un ejemplo es el diccionario topográfico histórico de la Palestina árabe titulado Buldaniyyat Filastin al-‘Arabiyya (Nuestra Palestina árabe), publicado por Augustine Marmarji en 1948, como una forma de subrayar el patriotismo palestino, el carácter árabe de la región, la solidaridad del nacionalismo árabe y la unión entre musulmanes y cristianos palestinos.

Este cambio de una historiografía de tipo anticuaria a una historia mucho más militante se observa también en Ahmad Samih Khalidi, que publicó en 1968 un diccionario biográfico titulado Ahl al-ilm wa al-hukm fi rif Filastin (Eruditos y dirigentes en la Palestina rural), donde recopilaba la historia de los hombres prominentes del campo en un esfuerzo por recuperar la escena política palestina. En estas obras hay un esfuerzo por recoger fragmentos de la historia, pero con un trasfondo claramente nacionalista. Aquella dinámica fue incentivada por un sentimiento de premura motivado por la posibilidad cada vez más cercana de que Palestina pudiera cambiar su carácter árabe a uno judío, con el apoyo del Mandato británico que censuraba o perseguía cualquier expresión irrendentista de los árabes palestinos.

Esto fue especialmente claro en las constantes protestas contra el control que ejercía el Mandato sobre los libros de texto usados para educar a los jóvenes palestinos, y que eran revisados con el fin de eliminar cualquier premisa incendiaria o potencialmente desestabilizadora. Aquello llevó a que, en las décadas de 1930 y 1940, un grupo de maestros árabes palestinos, la mayoría graduados de la Universidad Americana de Beirut, participara activamente en la elaboración de libros de texto sobre historia general, regional y local, con gran influencia en Palestina, Siria e Iraq (T. Khalidi 1981, 69). En estas obras se abogaba por impulsar la unidad comunal y la integración entre seculares, cristianos, judíos y musulmanes árabes; resaltar los problemas del sectarismo y otorgar un papel protagónico a la historia árabe y palestina en el pénsum educativo.

Una de las particularidades más importantes de la presencia británica en Palestina fue su tendencia a exigir que la discusión de la identidad en este territorio se desarrollara en términos de los conceptos de nación, nacionalismo y Estado propios de la tradición política europea. Aquello trajo como consecuencia que los palestinos tuviesen que recurrir constantemente a trabajos que intentaran asemejar su discurso a los estándares de la historiografía británica y sionista, debido a que enfrentaban la negación de su existencia como habitantes autóctonos de Palestina, la relativización de sus vínculos culturales y de posesión de la tierra, la pérdida de su derecho sobre la tierra al no ser concebidos por el sionismo como un pueblo políticamente organizado que pudiera reclamarla, la subordinación de su identidad a los proyectos políticos de Estados árabes vecinos y la interpretación de las lealtades múltiples de Medio Oriente como la ausencia de un pueblo organizado en Palestina.

No es de extrañar que en este periodo se publicaran obras centradas en analizar la relación entre Oriente y Occidente, con énfasis en la presencia de un orientalismo europeo que, en palabras de Bandali al-Juzi (pionero en el estudio de la historia social y económica árabe, los movimientos populistas y la historia intelectual en la región), si bien había aportado ciertos modelos para estudiar a Oriente, en muchos casos estaba atravesado por una autoconcepción de que los valores, la historia y la civilización occidentales eran, por definición, progresistas y modernos, mientras que Oriente era presentado como un espacio estático y atrasado (al-Juzi 1928, 5). Algo parecido se observa en Ruhi al-Khalidi, quien, en su al-Muqaddima fi al-Mas‘ala al-Sharquiyya (Introducción a la cuestión oriental), argumenta que el desconocimiento europeo de las dinámicas de la ley musulmana y la idiosincrasia de las sociedades orientales impide que se realice un análisis riguroso de la historia por parte de estos orientalistas (al-Khalidi n.d., 3).7 A su vez, en este periodo los estudios etnográficos florecieron en un esfuerzo por redactar una historia cultural que apuntara a reforzar el relato de unas raíces semíticas árabes del campesinado palestino, que se postuló como el antiguo y continuo ocupante de la tierra en Palestina.

En este sentido, la Biblioteca de Jerusalén publicaría, en las décadas de 1930 y 1940, la obra de autores como al-Abedi (Tarikh Filastin al-Qadim wa al-Mutawwasit: al-Nahiya al-‘Umraniyya [La historia antigua y media de Palestina: el aspecto urbano], 1943), Darwaza (Durus al-Tarikh al-Qadim [Lecciones de historia antigua], 1936) y Anabtawi y Ghunaim (al-Mujmal fi Tarikh al-‘Usur al- utawassita wa al-Haditha [Un resumen de la historia de la Edad Media y Moderna], 1943), cuyo principal objetivo era otorgar relevancia a la historia árabe y árabe palestina en Medio Oriente y el resto del mundo. En esencia, esta historiografía procuró narrar la historia contemporánea de Palestina con base en la investigación de fenómenos recientes ocurridos en su territorio, entre ellos la situación de Palestina después de la Primera Guerra Mundial (Khalil al-Sakakini, Filastin Ba’d al-Harb al-Kubra [Palestina después de la Gran Guerra], 1925), las revueltas árabes ocurridas entre 1936 y 1939 (Najm Ibrahim, ‘Umar Abu al-Nasr y Amin ‘Aql, Jihād Filasṭīn al-‘Arabīyah, awwal kitāb bi-al-‘Arabīyah ‘an fatrat al-Intidāb al-Barīṭānī wa-bidāyat al-thawrah al-kubrá sanat 1936 [La Yihad Árabe Palestina, el primer libro en árabe sobre el periodo del Mandato británico y el comienzo de la Gran Revolución en 1936], 1940), las reclamaciones árabes ante el Mandato británico (Tawfiq Canaan, The Palestine Arab Cause, 1936a) y la razón de la violencia en Palestina (Tawfiq Canaan, Conflict in the Land of Peace, 1936b).

No obstante, el punto más importante de esta historiografía tal vez fue su intento de refutar muchos de los mitos nacionalistas en los que se basaba el sionismo para sustentar su dominio moral y jurídico sobre Palestina. Frente a esto, Canaan se preocupó por criticar la afirmación sionista de que su llegada a Palestina había beneficiado a la población local, y calificó la política británica y su represión de los levantamientos palestinos de 1936 como “una campaña destructiva contra los árabes con el objetivo final de exterminarlos de su país” (Canaan, “The Palestine Arab Cause. Jerusalén”, en Nashef 2002, 21). Otros his-toriadores se sumaron a esta tendencia al intentar reconstruir una historia de la Palestina prehebraica y separar la historia árabe del conjunto del islam, con lo que le otorgaron un origen mucho más antiguo que dibujaba una línea perenne entre los pobladores antiguos y los modernos.

A su vez, George Antonius, uno de los primeros estudiosos del nacionalismo árabe, expuso su preocupación por la situación de Palestina en 1938, al afirmar, en el último capítulo de su libro The Arab Awakening: The Story of the Arab National Movement, que “la lógica de los hechos es inexorable. Muestra que no se puede hacer espacio en Palestina para una segunda nación, excepto desalojando o exterminando a la nación en posesión” (Antonius 1955, 412). Sin embargo, el público de Antonius no era exclusivamente la población árabe, en realidad su discurso estaba enfocado en intentar convencer a los poderes occidentales de la justicia de las reclamaciones palestinas.

La creación del Estado de Israel y su influencia en la identidad palestina

Luego del fracaso de la Gran Revuelta Árabe de 1936 y los posteriores años de enfrentamientos internos y derrotas políticas, militares y económicas sufridas por las élites palestinas, se produjo una desarticulación acelerada de la sociedad que desencadenó un momento de vital importancia para la historiografía palestina. Esto quedaría patente al inicio de la guerra de 1948, con la creación del Estado de Israel, la práctica imposibilidad de establecer un Estado árabe en Palestina y la conversión de miles de palestinos en refugiados.

En términos generales, 1948 cambió para siempre la configuración territorial y demográfica de Palestina y generó un gran trauma colectivo que la historia local nombraría Nakba (catástrofe). Luego de un evento de estas proporciones, que dejó cerca de 700 000 desplazados (Sand 2012, 172), la historiografía palestina encontró una experiencia universalmente compartida que podía legitimar y expandir sus sentimientos de identidad. Aun así, en el momento en que los ejércitos árabes penetraron en Palestina, la presencia y los intereses palestinos fueron borrados del mapa tanto por los israelíes como por los países árabes vecinos, que seguían sus propias agendas. Este contexto inauguró un periodo de silenciamiento del nacionalismo palestino que se caracterizó por su subordinación a las dinámicas de un conflicto árabe-israelí que no necesariamente buscaba defender las demandas particulares palestinas.

El periodo entre 1948 y 1960, llamado los “años perdidos” por la historiografía palestina, estuvo marcado por una extrema dependencia de la ayuda económica y la acción político-militar de los países árabes, lo cual hizo desaparecer a los palestinos del mapa político internacional como actores independientes e incluso como pueblo.8 No obstante, la definición de Walid al-Khalidi de la partición de Palestina resume de manera típica la posición que la mayor parte de la historiografía palestina ha tomado en torno a la decisión de la ONU de dividir el territorio mediante la Resolución 181. En sus escritos, Walid al-Khalidi describe esta iniciativa como un acto injusto que dio a los judíos ocho veces más de lo que ya tenían, lo que desembocó en la creación de un Estado judío en tierra palestina, sin contar en ningún momento con la voluntad, los derechos o la aprobación de la población local (al-Khalidi, 1997, 13).

Habría que esperar hasta 1960 para que el nacionalismo palestino, de la mano de una generación de historiadores de la Nakba que incluye a Darwaza, el-Dabagh, Arif el-Arif, Tawfiq Canaan, Dimitri Baramki, Nicola A. Ziadeh, lhasn Abbas, Abdullatif Tibawi, Sami Hadawi, Yusef Sayegh, Anis Sayegh, Irfan Arif Shahid e Ibrahim Abu Lughod, empezara a reinterpretar los acontecimientos de la guerra de 1948 y la situación de los refugiados luego del conflicto, en un intento de generar una historiografía al servicio del movimiento de liberación nacional palestino. Así, desde 1960 la historiografía palestina comenzó a girar casi por completo en torno a la “expulsión del pueblo palestino de su tierra natal” y creó un enorme cúmulo de obras que buscaban sustentar el derecho sobre la tierra de los palestinos, denunciar el despojo, criticar los argumentos de la historiografía sionista, atraer la atención internacional y exacerbar en los palestinos del éxodo un sentimiento de unidad y nacionalismo.

Historiadores como Sami Hadawi, quien fue tasador oficial de tierras e inspector de evaluaciones fiscales durante el Mandato británico, dedicó su obra al estudio de las tierras y las propiedades perdidas por los árabes después de la Nakba. Del mismo modo, usó todos los medios a su alcance para denunciar los esfuerzos “deliberados” de las fuerzas militares y paramilitares israelíes destinados a expulsar a la población palestina de sus hogares con el fin de confiscar sus propiedades al concluir el “proceso de despojo” (Hadawi 1963, 1). Mientras tanto, Arif el-Arif se concentró en producir una historia dirigida a recopilar los acontecimientos históricos, demográficos y etnográficos que componían la memoria colectiva del país antes de 1948, en su obra al-Nakbah: Nakbat Bayt al-Maqdis wa-al-firdaws al-mafqūd, 1947-1949 (La Nakba: la catástrofe de Palestina y del paraíso perdido 1947-1952). En este texto describió las diferentes fases de la guerra y sus consecuencias, basado en los diarios y las cifras que obtuvo durante la conflagración de 1948 que vivió en primera persona (Arif 1959, 40).

Igualmente, con la necesidad de resaltar y mantener activo el vínculo de la población palestina con la tierra, Mustafa Murad Ed-Debbag publicó en 1965 una historia general y geográfica de 11 volúmenes sobre Palestina, titulada Biladuna Filistin (Nuestra patria palestina), donde expuso la historia política, eco-nómica y social de este territorio, y prestó especial atención a la historia local de pueblos, aldeas y regiones, junto con una exposición detallada de los libros de texto escolares de historia sobre Palestina durante el Mandato británico (Hjelm et al. 2019, 80). Como se ha señalado, la continuidad ininterrumpida de habitantes árabes en Palestina y su conexión con la tierra fue otro tema recurrente en la historiografía de la década de 1960, y su importancia radicó en su utilidad al enfatizar la identidad colectiva de los palestinos y criticar los mitos fundacionales de Israel, principalmente los que apelaban a una patria eterna y transhistórica de los judíos en Palestina,9 al tiempo que presentaban su retorno a este territorio como un desenlace histórico natural.

Estos trabajos históricos se concretaron con los estudios arqueológicos de Dimitri Baramki, quien afirmaba que múltiples pueblos divergentes entre sí habían poblado Palestina desde los Homo sapiens hasta el siglo XX y habían producido un gran número de invasiones de diferentes naciones y razas que no repercutieron en la eliminación absoluta de la población original del país. Según Baramki, la población indígena del país fue recurrentemente absorbida por los nuevos habitantes y obligada a cambiar su identidad, credo y costumbres, pero mantuvo el núcleo de una entidad palestina que, para 1948, pertenecía a todos los habitantes musulmanes, cristianos y judíos que vivían en este territorio (Constantine 1969, 239).

Desde el punto de vista de Baramki, que el Estado de Israel planteara crear una sociedad basada en una única creencia religiosa era incompatible con los principios políticos del siglo XX. En sus palabras, que en Occidente convivieran un conjunto de religiones en sociedades mayoritariamente cristianas y que gozaran de los mismos derechos y deberes que el resto de los ciudadanos convertía los intentos de privilegiar únicamente a la población judía en Israel a costa de sus compatriotas musulmanes y cristianos de Palestina en algo desfasado para los estándares del siglo XX y la ola de descolonización que se vivía en el planeta (Constantine 1969, 242).

La creación de la Organización para la Liberación de Palestina y la transformación de la historiografía palestina

En 1960, diversos grupos articularon a su organización los sentimientos de unidad y las narrativas surgidas tras la derrota de 1948 y la Nakba palestina remitiéndose a los argumentos que intentaban establecer una línea ininterrumpida de arraigo palestino a su tierra durante el Mandato británico y aun antes, el cual había desembocado en la creación de nuevos núcleos de resistencia armada o de cualquier otra naturaleza en la década de 1960 (Khalidi 1997, 180). Esta forma de contar la historia fue retomada por las organizaciones nacionalistas palestinas clandestinas de base y dio legitimidad a la OLP y a su líder, Yasser Arafat, tras su fundación en 1964.

La creación de la OLP significó un cambio sustancial en la forma en que se elaboró y difundió la historia palestina, debido a que, hasta el momento, la mayor parte de la historiografía acerca de esta región había estado a cargo de intelectuales individuales o de pequeñas organizaciones que no tenían la capacidad de posicionar sus trabajos como la historia oficial del movimiento nacional palestino. En este sentido, la OLP, en su papel de representante del pueblo palestino, creó instituciones culturales especiales con el fin de unificar los relatos históricos y establecer versiones oficiales de lo sucedido tras 1948, dotadas ahora de un énfasis absoluto en su carácter particular y nacional palestino dentro de una historia árabe más general.

Para ello, la OLP fundó, en 1968, el Departamento de Cultura, encargado de promover y difundir las investigaciones en torno a la cultura palestina en los países árabes vecinos y en Occidente. El proyecto más exitoso en el que participó fue la Encyclopaedia Palaestina (1984). Además, universidades e instituciones sociales y políticas afiliadas a la OLP, como la Universidad de Birzeit, se preocuparon por establecer centros de documentación dirigidos a recopilar material y realizar investigaciones sobre la sociedad y la historia de Palestina. Los temas de estas investigaciones priorizaron particularmente el estudio de las aldeas palestinas destruidas y abandonadas como resultado de la guerra de 1948, la situación de los refugiados, y la reinterpretación y la preservación del patrimonio nacional palestino, entre otros temas relacionados con la reconstrucción de la memoria colectiva (Litvak 1994, 36).

Por su parte, la guerra de los Seis Días, ocurrida en 1967, conllevó la derrota total de las fuerzas árabes que disputaban el control de Cisjordania y Gaza al Estado de Israel, situación que marcó un antes y un después en la historia del conflicto entre palestinos e israelíes, pues desde ese momento las organizaciones militares palestinas tendrían un papel predominante en la lucha por la “liberación del territorio”. Este cambio en la situación interna e internacional del conflicto dejó claro que no se trataba de un problema fronterizo entre los Estados árabes e Israel, sino que, de fondo, existía la disputa entre dos movimientos nacionales que reivindicaban para sí el mismo territorio. El nuevo contexto que se vivía en Medio Oriente facilitó que, en la década de 1970, la historiografía palestina consolidara un giro argumental en la forma como se analizaba la historia palestina, debido al progresivo desencanto con el panarabismo como vehículo para transmitir y llevar a buen término las aspiraciones nacionales del pueblo palestino.

El proceso de alejamiento entre los movimientos panarabistas y los movimientos nacionales palestinos separó definitivamente el estudio de la historia palestina de la del nacionalismo árabe, con el fin de imbuirla de un claro matiz nacional palestino que reforzara sus demandas ante la comunidad internacional. Esta dinámica se puede ver en la obra de Geoffrey Warren Furlonge, en su biografía de Musa al-Alami, un abogado, educador y político palestino, titulada Palestine is my Country: The Story of Musa al-Alami (1969), donde se observa una completa simpatía con la idea de una historia palestina particular, sin que esto negara su pertenencia a un ámbito más general inscrito en la cultura árabe. Sumado a esto, las obras de nacionalistas palestinos como Naji ‘Allush (al-Muqawama al-‘arabiyya fi Filastin, 1917-1948 [La resistencia árabe en Palestina 1917-1948], 1967), Ghassan Kanafani (Thawrat 1936-1939 fi Filastin: Khalfiyya, tafasil wa tahlil [La revolución de 1936-1939 en Palestina: antecedentes, detalles y análisis], 1972) y ‘Abd al-Wahhab Kayyali (Palestine: A Modern History, 1978) sirvieron para reinterpretar, en la década de 1970, las rebeliones árabes palestinas ocurridas entre 1936 y 1939 y la historia moderna del territorio palestino, concebidas ahora como un fenómeno netamente vinculado a la formación de un primer nacionalismo palestino que buscaba su independencia (véase Kayyali 1978).

Un cambio significativo de esta historiografía fue su deseo de emular los avances metodológicos e historiográficos de Occidente, en un proceso que llevó a una modernización del lenguaje utilizado por los autores palestinos profundamente influidos por los conceptos de la era poscolonial, quienes reconocían el poder de Occidente al determinar el destino de los palestinos. Como resultado, historiadores como Walid al-Khalidi comenzaron a escribir una historia desligada de los argumentos de orden religioso y militante clásicos y recurrieron a un lenguaje académico que incluía una crítica elaborada de los errores políticos y militares del mundo árabe, pero que aún se encontraba firmemente comprometida a probar los derechos palestinos sobre el territorio y, al mismo tiempo, a negar los derechos israelíes.

Khalidi se caracterizó por el abandono de términos dotados de una fuerte carga espiritual para justificar ciertas acciones o derechos, y los remplazó con conceptos modernos y sociológicos que buscaban acercar las demandas palestinas a los intelectuales occidentales.10 Ninguno de los términos utilizados por este autor fue dejado al azar, pues cuando llamaba nativos a los palestinos no dejaba margen a la relativización de sus derechos sobre su tierra natal (Palestina); al designar como inmigrantes a los judíos europeos intentaba deslegitimar el relato israelí de una comunidad judía ininterrumpida que habitaba en Palestina desde hacía 2000 años, y cuando recurría a la palabra éxodo para referirse a los desplazados palestinos reforzaba los lazos de estas personas con la tierra al plantear el éxodo como hilo conductor entre los palestinos modernos y los tiempos bíblicos. Por otro lado, al reducir la llegada del sionismo a Palestina a una actividad colonialista incitaba a la comunidad internacional a actuar para poner freno a una práctica tremendamente desacreditada después de la Segunda Guerra Mundial.

Complementariamente, en las décadas de 1970 y 1980 se publicaron diversos textos que subrayaban el sentimiento de los palestinos de haber sido traicionados por los gobiernos árabes vecinos, al tiempo que expresaban preocupación debido a que, por diferentes factores políticos, sociales y económicos, a estos palestinos se les consideraba intrusos y aun extraños en los países en los que se habían exiliado. La referencia a este fenómeno fue recurrente en obras como The Evolution of Palestinian Consciousness de Hassan Hasan al-Yacoubi (1973, 156) y Soul in Exile: Lives of a Palestinian Revolutionary (1988) de Fawaz Turki, donde los ideales de la unidad árabe chocaban directamente con la realidad de la exclusión de los palestinos por parte de sus vecinos.

Fue durante este periodo de creciente nacionalismo palestino cuando se creó el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) (1973) como un organismo de liderazgo dentro de los territorios ocupados, una de cuyas funciones principales era “revivir (el) patrimonio popular y la literatura de la resistencia como una encarnación del apego a su tierra” (Nielsen 1976, 459-460). Esta reivindicación de la cultura popular se expuso como una forma de contrarrestar los intentos israelíes de “distorsionar, usurpar y canibalizar” fragmentos culturales de las artes, los vestigios arqueológicos y la arquitectura palestina al nombrarlos como propios. El folclor adquirió entonces un papel central en la demostración y la promoción de la unidad palestina, en la medida en que se le dio al patrimonio popular la tarea de “demostrar la profundidad y la riqueza de la personalidad palestina independiente y de reflejar la identidad de su pueblo, que está profundamente arraigado en la tierra de Palestina” (Litvak 1994, 46).

Con el afianzamiento de las estructuras de mando de grupos como la OLP, gracias a este renovado nacionalismo palestino, se hizo recurrente un tipo de historia destinado a convertir sus diversas derrotas en grandes victorias propagandísticas con un discurso nacionalista difundido desde los principales centros del pensamiento palestino. Así, desde el Centro de Investigación de la OLP sobre Asuntos Palestinos, se publicaban las opiniones de historiadores como Ghassan Kanafani, que luego eran difundidas por activistas-historiadores como Abdel-Wahhab Kayyali y Naji’ Alloush, quienes planteaban en sus obras que cualquier derrota militar o política estaba motivada por factores externos insuperables, por lo que cualquier acto de resistencia era una victoria de carácter moral en el camino a la liberación de Palestina (Kayyali 1978, 40-41).

No obstante, con el tiempo, el discurso de entender las derrotas como victorias fue perdiendo valor al ser reiterados los costosos fracasos de la OLP, y se creó un escenario que favoreció la desilusión ante la incapacidad de esta organización de alcanzar los objetivos nacionales palestinos. Esto sembró un descontento concentrado principalmente en la población exiliada, lo que se tradujo en la primera intifada, de 1987. Este movimiento popular, que tomó por sorpresa a la OLP y evidenció su creciente falta de control del movimiento palestino, debilitó las estructuras de liderazgo en Túnez y desvió la toma de decisiones políticas hacia el interior de Palestina, en un proceso que dio mayor protagonismo a nuevos actores políticos. Estas dinámicas dieron mayor vitalidad al movimiento nacional palestino, atrajeron la atención internacional y convencieron a gran parte de la población israelí de que el mantenimiento indefinido de los territorios ocupados en Cisjordania y la Franja de Gaza no sería posible.

Esto último quedó claro con la declaración de independencia de Palestina proclamada en 1988 por Yasser Arafat en Argel, suceso que abriría un nuevo hito en la historiografía debido a que inauguró varios procesos de negociación que iniciaron con la Conferencia de Paz de Madrid de octubre de 1991, donde por primera vez una delegación palestina se sentó a dialogar en igualdad de condiciones con Israel. Dicho suceso, a pesar de no tener grandes repercusiones políticas o materiales, modificó por completo la forma en que se abordaba el conflicto entre palestinos e israelíes al instalar firmemente la identidad nacional palestina en el ámbito internacional. En este punto, la identidad palestina pudo afianzarse en la historiografía mundial e israelí y permitió que numerosos científicos sociales israelíes se preocuparan por estudiar sus orígenes tempranos.11

Por otro lado, gracias a la ayuda de actores políticos locales y regionales, como la OLP, el Partido Socialista Árabe Baath y el Partido Nacionalista Árabe, se financió la publicación de diversos estudios científicos acerca de las consecuencias que había traído la guerra de 1948, lo que reforzó los discursos que alimentaban la identidad palestina. Así, en el Centro para la Investigación Palestina de la OLP, ubicado en Beirut, se publicó una amplia gama de monografías, cronologías, estadísticas y ensayos sobre Palestina e Israel. De igual forma, en 1963 se fundó, también en Beirut, el Instituto de Estudios Palestinos, dedicado a investigar todo tipo de temas vinculados al conflicto árabe-israelí y la cuestión palestina. No obstante, con la invasión israelí de Líbano en 1982, la investigación en Beirut se vio reducida significativamente, y se dio mayor protagonismo a investigadores palestinos exiliados fuera de Medio Oriente y a autores no árabes (Sfeir-Khayat 2005 a, 45-46).

Aquello trajo consigo la necesidad de generar trabajos académicos dirigidos a un público occidental, ya que éste era el entorno donde dichos autores habían sido formados y donde laboraban, pues muchos de ellos se encontraban en universidades estadounidenses y europeas. La principal característica de estos textos fue el uso exhaustivo de archivos oficiales, entre otras fuentes que permitieran exponer con precisión los acontecimientos estudiados. En consecuencia, buena parte del aire militante que esbozaban otras obras fue remplazado por un tono netamente académico que marcó la historiografía palestina desde entonces. Espacios como el Instituto de Estudios Palestinos terminaron por convertirse en plataformas de diálogo determinantes para el intercambio de conocimientos entre historiadores palestinos en el exilio y aquellos que aún vivían en Palestina. Una muestra fue la apertura de sucursales del Instituto en Washington (1976), París (1981) y Ramallah (1995). Esta tendencia se reforzó con la firma de los Acuerdos de Oslo de 1993, el regreso de los líderes palestinos a Cisjordania y Gaza y la acción de las escuelas de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA) (Sfeir-Khayat 2005b, 6).

El trabajo de Edward Said, tal vez el académico palestino más conocido mundialmente por sus críticas a la visión de Occidente sobre Oriente y por sus aportes a la concepción de la identidad palestina, es un ejemplo de la importancia de los intelectuales palestinos en el exilio. Así, en su libro Orientalismo, Said expone cómo el pensamiento occidental sobre Oriente se define por una distinción ontológica y epistemológica entre ambos espacios, en un proceso que permite a los orientalistas consolidar teorías, novelas, descripciones estereotípicas y hasta acciones políticas que buscan entender o regir a la población, sus costumbres y su mentalidad y el devenir histórico de Oriente. En otras palabras, el orientalismo se presenta como una especie de metadiscurso que pretende representar a Oriente y logra construir cierto conocimiento acerca de la región, pero que muchas veces sirve como plataforma y defensa del colonialismo europeo (Said 2008, 368-369).

No resulta extraño que el autor vincule el orientalismo con el imperialismo inglés y francés del siglo XIX, momento en el que se intentó establecer jerarquías civilizatorias que justificaran la acción de las potencias europeas alrededor del mundo. Este análisis lo continuó Said en Culture and Imperialism, donde expone una relación consistente entre la novela y la construcción de sentido. En consecuencia, la literatura orientalista terminó por apuntalarse como una forma de relacionarse con Oriente desde la particular experiencia de Europa occidental. Para ello, este tipo de literatura se vale de categorías como “ser inferior”, “razas sometidas” y “pueblos subordinados”, como parte de la agenda de las culturas imperialistas de los siglos XIX y XX, razón por la cual la relación Occidente-Oriente estuvo mediada por dinámicas de racismo y colonialismo desplegados desde Europa (Said 1994, 8-11).

En este periodo se crearon o reforzaron muchos de los estereotipos que comúnmente describen a Oriente desde Occidente y le otorgan características como el despotismo, la sensualidad, la ostentosidad, lo exótico y lo femenino. Con esto se inició una especie de orientalización de Oriente y lo oriental que lo plasmó como un ente más o menos homogéneo en muchos aspectos, que se oponía a la razón de ser europea tradicional al igual que África o América. Esto abrió paso a teorías de superioridad blanca/europea, la carga del hombre blanco o la misión civilizatoria de Europa que justificaba su presencia en Medio Oriente.

No obstante, el trabajo de Said no se quedó únicamente en el análisis de la relación entre Occidente y Oriente, sino que se trasladó al conflicto entre palestinos e israelíes. En su obra The Question of Palestine (1980), se preocupó por aplicar conceptos como el orientalismo y la cultura imperialista al caso palestino. Como marco general del problema, el autor destaca el papel de la decadencia y posterior desintegración del Imperio otomano, la intervención británica y francesa en Medio Oriente, la consolidación de los mandatos y la construcción de nuevos Estados en los límites que marcaron las zonas de influencia de potencias europeas en la región. Al respecto, Said explica que, para efectos prácticos, la única diferencia entre los procesos de construcción nacional en los territorios árabes del Imperio otomano y lo que ocurrió en Palestina fue la presencia de un movimiento de corte nacionalista en su territorio como lo era el sionismo, cuyo desarrollo fue, en buena medida, protegido por los británicos en Palestina (Said 1980, 83-84).

Por otro lado, Said analizó cuestiones como la partición del territorio palestino entre dos pueblos con proyectos políticos totalmente diferentes, las debilidades estructurales de la sociedad palestina, el triunfo militar del naciente Estado israelí y el poco compromiso de los Estados árabes de formar un gobierno para los palestinos, dinámica que bloqueó cualquier intento de consolidar un Estado palestino en la región. Más tarde, Said realizó un acercamiento a la relación entre Palestina e Israel en su libro Crónicas palestinas: árabes e israelíes ante el nuevo milenio (2001) y el documental In Search of Palestine (BBC Films 1998), donde denunció prácticas israelíes como los desalojos, las expropiaciones y las demoliciones de hogares, fenómenos que denominó como la tragedia del pueblo palestino. En estos textos, a los que podemos sumar After the Last Sky (1999), se puede ver una preocupación por subrayar la presencia de una identidad palestina mediante la exposición de fenómenos como el desplazamiento forzado, la ocupación prolongada, la falta de tierra y el exilio, todo con el objetivo de visibilizar la causa palestina y exigir el reconocimiento internacional de sus demandas (Said 1999, 98-102).

Esta atmósfera favorable para la realización de estudios acerca de la identidad palestina la aprovecharon académicos como Muhammad Muslih para argumentar que el nacionalismo panárabe temprano de los palestinos había sido parte de una expresión de nacionalismo local en proceso de construcción. En su libro Los orígenes del nacionalismo palestino (1988), explica que en la primera etapa de la formación de la identidad palestina se vivieron diversos momentos de nacionalismo árabe ligados a proyectos como el del sur de Siria, que fue tan sólo uno de muchos modelos de identidad que surgieron en Medio Oriente antes de la consolidación de las identidades nacionales modernas. Asimismo, el autor defiende que fue un fenómeno que no sólo afectó a Palestina, sino también a países como Siria, Jordania, Líbano, Egipto e Iraq, que en su momento tuvieron fuertes influencias de panarabismo e integracionismo (Muslih 1988, 128).

Por su parte, Rashid Khalidi, en su libro Palestinian Identity. The Construction of Modern National Consciousness (1997), explica que, si bien la dinámica del surgimiento del nacionalismo palestino no es algo especialmente extraño o contradictorio en los nacionalismos de Oriente Medio, sí puede causar confusión a los ojos del nacionalismo europeo del siglo XIX y su visión centralizadora de la lealtad, debido a que su interpretación es unidireccional y concentrada en torno a los Estados-nacionales y su narrativa histórica. En contraste, Khalidi tiene la teoría de que, a “falta de tal estado o sistema educativo unificado, es más probable que el palestino refiera su identidad a una serie de narrativas ‘históricas’, cada una con una valencia distinta y un mensaje algo diferente. El mismo patrón de múltiples focos de identidad, por supuesto, se aplica a las poblaciones de otros países árabes en la era moderna” (Khalidi 1997, 146).

Según Rashid, tras la llegada de la era del nacionalismo a Europa, y posteriormente a las regiones antes pertenecientes al Imperio otomano, la pregunta no era si en Palestina y otros lugares de la región el nacionalismo suplantaría otras formas de lealtad, sino “qué forma específica de nacionalismo lo haría” (Khalidi 1997, 158). En su opinión, el surgimiento y la adaptación de estas formas de identificación a favor de articularse a nuevas entidades políticas que constituyeran Estados-nacionales no fueron muy diferentes en Palestina de lo que lo fueron en otros Estados árabes de la zona, en la medida en que todos tuvieron que infundir una lealtad hacia alguna forma de nacionalismo durante este mismo periodo, teniendo en mente conceptos muy variados de lo que era un Estado y cómo se relacionaba con la nación. La particularidad del caso palestino sería, entonces, que no sólo debía construir su identidad e imponer su existencia política independiente, sino también competir contra la influencia de otra poderosa identidad nacional encarnada en el sionismo, la cual estaba mejor estructurada y financiada, contaba con el apoyo internacional, reflejaba el ideal europeo de nacionalismo y, en especial, desafiaba los derechos nacionales palestinos en su propia patria.

Igualmente, historiadores como Beshara Doumani, en su libro Rediscovering Palestine: Merchants and Peasants in Jabal Nablus, 1700-1900 (1995), señalan que, a pesar de que la mayoría de las investigaciones acerca del nacionalismo palestino se han concentrado en sus últimas etapas de evolución, el núcleo duro de los elementos que conforman la identidad palestina se encuentra en las experiencias parroquiales y locales del pueblo palestino durante periodos como las cruzadas y la administración otomana. Esta interpretación intenta demostrar que la idea de Palestina como un territorio específico ya poseía un desarrollo histórico anterior a los eventos traumáticos de 1948, al erigir lealtades locales que sirvieron de base para instaurar un apego al territorio, un amor al país y un patriotismo local, todos ellos aspectos fundamentales para la construcción de un nacionalismo tendiente a erigir un Estado-nación en cualquier parte del mundo (Doumani 1995, 245).

La característica principal de los relatos de historiadores como Muhammad Muslih, Rashid Khalidi y Beshara Doumani es su intento por encontrar las raíces de la identidad palestina más allá de la llegada del sionismo, suceso que si bien consideran vital para la evolución de una identidad nacional palestina unificada, no lo conciben como el único factor explicativo del surgimiento de dicha identidad. En este orden de ideas, el sionismo sería una de tantas fuerzas12 que motivaron la necesidad de los palestinos de encontrar un destino propio como comunidad diferenciada.13 Para defender este argumento, explican que el hecho de que la identidad palestina se haya edificado a partir de la relación con el otro no quiere decir que se desligue de un proceso de mayor envergadura que estaba ocurriendo en todo Medio Oriente tras el surgimiento de nuevos Estados una vez disuelto el Imperio otomano. Según esta teoría, todos estos Estados sin excepción retomaron e hicieron múltiples usos de lealtades prexistentes con el fin de construir sus propias identidades, lo que lleva a Khalidi a pensar que en “todos los casos se puede demostrar que estas nuevas identidades han sido contingentes, coyunturales y dependientes de las circunstancias, en lugar de ser esenciales o primordiales” (Khalidi 1997, 20).

Conclusiones

Los conceptos europeos -como derechos nacionales, nacionalismo, identidad nacional- son una herramienta de análisis compleja al abordar los proyectos de consolidación estatal fuera de Europa. Esto se debe a que no en todas las culturas existen las mismas relaciones de lealtad e identidad que en Europa, por lo que resulta inviable medir el desarrollo de una sociedad o sus derechos sobre la tierra con base en principios como una identidad nacional plenamente consolidada y una lealtad de tipo unidireccional.

En consecuencia, sería interesante estudiar cómo los proyectos pannacionalistas que surgieron en el sur global han influido en la consolidación de Estados particulares y opacado las luchas de determinados grupos interesados en fortalecer su independencia política. De la misma manera, el estudio de estas identidades interdependientes resalta que la inexistencia de una identidad nacional palestina plenamente afianzada antes de la creación del Estado israelí no elimina la conexión con la tierra que poseían los árabes palestinos desplazados en 1948, ni mucho menos su deseo de expresar su autodeterminación política, bien fuera sumándose a un Estado más grande o formando su propio Estado.

Así, en otras regiones del mundo existieron proyectos de Estados pannacionales como la Gran Colombia, la unión de México con Centroamérica, la República Federal de Centroamérica, el panafricanismo de la era poscolonial, Yugoslavia, entre otros proyectos nacionales y estatales, los cuales fueron producto de los intentos de construir nuevas identidades con diferentes niveles de éxito, y que tras su disolución o fracaso no pusieron en cuestionamiento la legitimidad de los Estados o el derecho sobre la tierra de las sociedades que aspiraron a formar parte de ellos. Por lo anterior, no se puede entender la tardía formación de una identidad nacional palestina, en términos occidentales, como un elemento probatorio de la artificialidad de su identidad, pues la adscripción a centros de identidad como el sur de Siria o el panarabismo no son circunstancias únicas en la historia mundial, y toda construcción identitaria es, por definición, subjetiva. En consecuencia, para entender a cabalidad el conflicto palestino-israelí es imperativo reconstruir y entender las interpretaciones de la historiografía palestina para explicarlo en sus diferentes periodos, en un intento de determinar su papel en la construcción de la identidad palestina moderna, la diferenciación de los intereses palestinos de la agenda egipcia y jordana, la transformación del conflicto árabe-israelí en una lucha entre dos pueblos con un carácter nacional plenamente reconocido internacionalmente y la centralización de relatos históricos que posibilitaron la creación de instituciones de gobierno al mando de la Autoridad Palestina y, más tarde, de Hamás en Gaza.

En todos los casos, la historiografía tuvo un papel esencial al consolidar procesos de liderazgo, articular los esfuerzos de resistencia de los palestinos en Cisjordania, Gaza y el exilio, otorgar legitimidad a determinados actores políticos y sociales, mantener viva la memoria, el arraigo con la tierra y la identidad palestina, y otorgar los argumentos necesarios para sustentar los reclamos palestinos, al tiempo que se denunciaban aquellos acontecimientos históricos y contemporáneos considerados injustos por ellos. En consecuencia, es necesario dedicar más esfuerzos a elaborar síntesis de la historiografía palestina e israelí, al menos en español, con el fin de ampliar los análisis del conflicto y entender cómo ha cambiado a lo largo del tiempo.

Referencias

al-Abedi, Mahmud. 1943. Tarikh Filastin al-Qadim wa al-Mutawwasit: al-Nahiya al-‘Umraniyya [La historia antigua y media de Palestina: el aspecto urbano]. El Cairo: n.d. [ Links ]

al-‘Arif, ‘Arif. 1943 Tarikh Ghazza [Historia de Gaza]. Jerusalén: Matba’at Dar al-Aytam al-Islamiyya. [ Links ]

al-‘Arif, ‘Arif. 1944. Bedouin Love, Law and Legend: Dealing Exclusively with the Badu of Beersheba. Traducido por Harold W. Tilley. Jerusalén: Cosmos. [ Links ]

al-Juzi, Bandali. 1928. Min Tarikh al-Harakat al-Fifriyya fi al-Islam [De la historia de los movimientos intelectuales en el islam]. Quds: Maṭbaʻat Bayt al-Quds. [ Links ]

al-Khalidi, Ruhi. n.d. al-Muqaddima fi al-Mas’ala al-Sharquiyya [Introducción a la cuestión oriental]. Jerusalén: Matba’at Dar al-Aytam al-lslamiyya. [ Links ]

al-Khalidi, Walid. 1997. “Revisiting the UNGA Partition Resolution”. Journal of Palestine Studies 27 (1): 5-21. https://doi.org/10.2307/2537806 [ Links ]

al-Nimr, Ihsan. 1938. Tarikh Jabal Nabulus wa al-Balqa [Historia de la montaña de Nablus y de al-Balqa]. Nablus: Matbaʻat jamiʻat ʻummal al-matabiʻ al-taʻawuniyya. [ Links ]

al-Sakakini, Khalil. 1925. Filastin Ba’d al-Harb al-Kubra [Palestina después de la Gran Guerra]. Jerusalén: Matba’at Bayt al-Maqdis. [ Links ]

al-Yacoubi, Hassan Hasan. 1973. The Evolution of Palestinian Consciousness. Boulder: Universidad de Colorado. [ Links ]

‘Allush, Naji. 1967. al-Muqawama al-‘arabiyya fi Filastin, 1917-1948 [La resistencia árabe en Palestina 1917-1948]. Beirut: PLO Re-search Center. [ Links ]

Anabtawi, Wasfi y Hussein Ghunaim. 1943. al-Mujmal fi Tarikh al-‘Usur al- utawassita wa al-Haditha [Un resumen de la historia de la Edad Media y Moderna]. Jafa: al-Maktaba al-Asriyya. [ Links ]

Antonius, George. 1955. The Arab Awakening: The Story of the Arab National Movement. Beirut: Khayats. [ Links ]

Arif, al-‘Arif. 1959. al-Nakbah: Nakbat Bayt al-Maqdis wa-al-firdaws al-mafqūd, 1947-1949 [La Nakba: la catástrofe de Palestina y del paraíso perdido 1947-1952]. Beirut: Muʾassasat ad-Dirāsāt al-Filasṭīnīya. [ Links ]

As’ad, Mansur. 1924. Tarikh al-Nasira [Historia de Nazaret]. El Cairo: Matba’at al-Hilal. [ Links ]

Autoridad de la Enciclopedia Palestina, ed. 1984. Encyclopaedia Palaestina. 4 vols. Damasco: Hayat al-Mwsu’ah al-Falastiniyya. [ Links ]

Bahjat, Muhammad y Muhammad Rafiq al-Tamimi. 1979. Wilayat Bayrut [El Estado de Beirut]. Beirut: Dar Lahd Khatir. [ Links ]

BBC Films. 1998. In Search of Palestine - Edward Said’s Return Home. Video de YouTube. 50:13 min. Videohttps://www.youtube.com/watch?v=ksTgAL-e9yo&ab_channel=pink0fLinks ]

Breasted, James Henry. 1944. Ancient Times, a History of the Early World: An Introduction to the Study of Ancient History and the Career of Early Man. Nueva York: Ginn. [ Links ]

Canaan, Tawfiq. 1936a. The Palestine Arab Cause. Jerusalén: Modern Press. [ Links ]

Canaan, Tawfiq. 1936b. Conflict in the Land of Peace. Jerusalén: Syrian Orphanage Press. [ Links ]

Constantine Baramki, Dimitri. 1969. The Art and Architecture of Ancient Palestine. Beirut: Palestine Liberation Organization Research Centre. [ Links ]

Corbett, Elena. 2014. Competitive Archaeology in Jordan: Narrating Identity from the Ottoman to the Hashemites. Austin: University of Texas Press. [ Links ]

Darwaza, Izzat. 1936. Durus al-Tarikh al-Qadim [Lecciones de historia antigua]. Jerusalén: Maktabat al-andalus. [ Links ]

Doumani, Beshara. 1995. Rediscovering Palestine: Merchants and Peasants in Jabal Nablus, 1700-1900. Berkeley: University of California Press. [ Links ]

Ed-Debbag, Mustafa Murad. 1965. Biladuna Filistin [Nuestra patria palestina]. Beirut: Dar Al Talia’a. [ Links ]

el-Bargouthi, Omer S. y Khalil Totah. 1923. Tarikh Filastin [Historia de Palestina]. Jerusalén: Bulus wawadi‘ sa‘id. [ Links ]

Furlonge, Geoffrey Warren. 1969. Palestine is My Country: The Story of Musa al-Alami. Londres: Butier & Tanner Ltd. [ Links ]

Gilmour, David. 1983. The Dispossessed. The Ordeal of the Palestinians. Londres: Sphere. [ Links ]

Hadawi, Sami. 1963. Palestine: Loss of a Heritage. San Antonio: Naylor. [ Links ]

Hjelm, Ingrid, Hamdan Taha, Ilan Pappe y Thomas L. Thompson, eds. 2019. A New Critical Approach to the History of Palestine. Londres: Routledge. [ Links ]

Ibrahim, Najm, ‘Umar Abu al-Nasr y Amin ‘Aql. 1940. Jihād Filasṭīn al-‘Arabīyah, awwal kitāb bi-al-‘Arabīyah ‘an fatrat al-Intidāb al-Barīṭānī wa-bidāyat al-thawrah al-kubrá sanat 1936 [La Yihad Árabe Palestina, el primer libro en árabe sobre el periodo del Mandato británico y el comienzo de la Gran Revolución en 1936]. Beirut: Mu’assasat al-Dirāsāt al-Filasṭīnīyah. [ Links ]

Iyad, Abu y Eric Rouleau. 1981. My Home, My Land: A Narrative of the Palestinian Struggle. Traducido por Linda Butler Koseoglu. Nueva York: Times Books. [ Links ]

Kanafani, Ghassan. 1972. Thawrat 1936-1939 fi Filastin: Khalfiyya, tafasil wa tahlil [La revolución de 1936-1939 en Palestina: antecedentes, detalles y análisis]. Shu’unfilastiniyya 6: 45-77. [ Links ]

Kayyali, ‘Abd al-Wahhab. 1978. Palestine: A Modern History. Londres: Croom Helm. [ Links ]

Khalidi, Ahmad Samih. 1968. Ahl al-ilm wa al-hukm fi rif Filastin [Eruditos y dirigentes en la Palestina rural]. Amán: Ministerio de Cultura e Información. [ Links ]

Khalidi, Rashid. 1984. “The Palestinians in Lebanon: Social Repercussions of Israel’s Invasion”. Middle East Journal 38 (2): 255-266. https://www.jstor.org/stable/4326798Links ]

Khalidi, Rashid. 1997. Palestinian Identity. The Construction of Modern National Consciousness. Nueva York: Columbia University Press. [ Links ]

Khalidi, Tarif. 1981. “Palestinian Historiography: 1900-1948”. Journal of Palestine Studies 10 (3): 59-76. https://doi.org/10.2307/2536460 [ Links ]

Khalidi, Walid. 1974. Palestine and the Arab-Israeli Conflict: An Annotated Bibliography. Beirut: Institute for Palestine Studies. [ Links ]

Khalidi, Walid. 1978. “Thinking the Unthinkable: A Sovereign Palestinian State”. Foreign Affairs 56 (4): 695-713. [ Links ]

Khalidi, Walid. 1981. “Regiopolitics: Toward a U.S. Policy on the Palestine Problem”. Foreign Affairs 59 (5): 1050-1063. [ Links ]

Khalidi, Walid. 1984. Before Their Diaspora: A Photographic History of the Palestinians, 1876-1948. Washington, D.C.: Institute for Palestine Studies. [ Links ]

Khalidi, Walid. 1985. “A Palestinian Perspective on the Arab-Israeli Conflict”. Journal of Palestine Studies 14 (4): 35-48. [ Links ]

Khuri, Yusuf. 1976. al-Sahafa al-‘Arabiyya fi Filastin 1876-1948 [La prensa árabe en Palestina, 1876-1948]. Beirut: Institute for Palestine Studies. [ Links ]

Litvak, Meir. 1994. “A Palestinian Past: National Construction and Reconstruction”. History and Memory 6 (2): 24-56. https://www.jstor.org/stable/25618669Links ]

Maissy-Noy, Rachel. 2006. “Palestinian Historiography in Relation to the Territory of Palestine”. Middle Eastern Studies 42 (6): 889-905. https://www.jstor.org/stable/4284508Links ]

Marmarji, Augustine. 1948. Buldaniyyat Filastin al-‘Arabiyya [Nuestra Palestina árabe]. Beirut: Jeanne d’Arc Press. [ Links ]

Muslih, Muhammad. 1988. The Origins of Palestinian Nationalism. Nueva York: Columbia University Press. [ Links ]

Nashef, Khaled. 2002. “Tawfik Canaan: His Life and Works”. Jerusalem Quarterly, núm. 16, 12-26. [ Links ]

Nielsen, Jorgen S. ed. 1976. International Documents on Palestine 1973. Beirut: The Institute for Palestine Studies-The University of Kuwait. [ Links ]

Porath, Yehoshua. 1974. The Emergence of the Palestinian-Arab National Movement, 1918-1929. Londres: Cass. [ Links ]

Said, Edward W. 1980. The Question of Palestine. Nueva York: Vintage Books. [ Links ]

Said, Edward W. 1994. Culture and Imperialism. Nueva York: Vintage Books. [ Links ]

Said, Edward W. 1999. After the Last Sky. Palestinian Lives. Nueva York: Columbia University Press. [ Links ]

Said, Edward W. 2001. Crónicas palestinas: árabes e israelíes ante el nuevo milenio. Barcelona: Grijalbo Mondadori. [ Links ]

Said, Edward W. 2008. Orientalismo. Barcelona: Debolsillo. [ Links ]

Sand, Shlomo. 2012. La invención del pueblo judío. Madrid: Akal. [ Links ]

Sfeir-Khayat, Jihane. 2005a. “Historiographie palestinienne. La construction d’une identité nationale”. Annales. Histoire, Sciences Sociales 60 (1): 33-52. https://doi.org/10.1017/S03952649000 19004 [ Links ]

Sfeir-Khayat, Jihane. 2005b. “Palestinian Historiography: The Making of a National Identity”. (Manuscrito). https://www.researchgate.net/publication/291931778_Palestinian_historiography_The_making_of_a_national_identityLinks ]

Totah, Khalil y Habib Khouri. 1923. Jughrafiyat Filastin [Geografía de Palestina]. Jerusalén: Matba‘at Bayt al-Maqdis. [ Links ]

Turki, Fawaz. 1988. Soul in Exile: Lives of a Palestinian Revolutionary. Nueva York: Monthly Review Press. [ Links ]

1 Dicha identidad no hace referencia a una identidad nacional, sino a la percepción de ser un grupo particular dentro del Imperio. Debemos recordar que, en Oriente, el proceso de centralización de la lealtad no se desarrolló de la misma manera que en Occidente, y hasta el día de hoy se conservan múltiples centros de la lealtad grupal e individual, los cuales van desde la pertenencia a la tribu, una rama específica de la religión, el clan, la región, el país, la nación, entre otros.

2Por esta razón, la producción historiográfica palestina no será tratada en términos de periodos, sino de temáticas y contextos históricos que marcaron la escritura de obras históricas publicadas en “prensa, libros de texto escolares, publicaciones periódicas eruditas, historias regionales y generales, conferencias en clubes, obras escolares y transmisiones de radio”, según lo planteado por Tarif Khalidi (1981, 64).

3El término amenaza, comúnmente citado en estas primeras producciones literarias, destaca que la mayoría de las personas que escribieron en esta época lo hicieron en periódicos, semanarios y boletines, sin recurrir a estructuras académicas o universidades modernas. En consecuencia, su objetivo no era ceñirse a un lenguaje científico, sino expresar las preocupaciones de las poblaciones a las que pertenecían o representaban.

4En 1920, el concepto de panarabismo difería mucho del que surgió en la década de 1940, fundamentado en el nacionalismo popular y el nacionalismo árabe, muchas veces relacionado con la idea de Tercer Mundo según las dinámicas de la Guerra Fría. En su lugar, para 1920 el panarabismo se entendía como una ideología transnacional no necesariamente vinculada al nacionalismo árabe, que retomó otros postulados, como el arabismo y el islam político, con el fin de resaltar el pasado de los territorios árabes recién independizados del Imperio otomano, a los que concebía como portadores de una enorme carga civilizatoria que debía resurgir luego de siglos de hegemonía otomana.

5La Semitic Wave Theory ha ocupado el lugar de paradigma en la historiografía árabe de 1930 en adelante, referencia de múltiples historiadores para explicar el origen de la población árabe de Medio Oriente. Según este modelo, los pueblos semíticos que habían vivido en Medio Oriente desde la antigüedad habían sido árabes que emigraron de la península arábiga en varias oleadas, bien sea pacíficamente o en calidad de conquistadores. Dicha teoría fue propuesta en principio por los orientalistas Hans Winkler y Leone Caetani como una de las cinco hipótesis más importantes de su época sobre los orígenes de los semitas. No obstante, dada su congruencia con el nacionalismo árabe del siglo XX, fue aceptada y difundida por los historiadores y los publicistas árabes, quienes le dieron el carácter de paradigma historiográfico (Litvak 1994, 28).

6Cabe mencionar que el proyecto del Reino Árabe Unido de Siria no fue el único intento de Estado árabe que se planteó en aquella época. Un ejemplo fue la propuesta de instaurar un califato sharifiano en La Meca al mando de Husayn ibn Ali, sharifate de La Meca desde 1908. No obstante, el proyecto no se basaba tanto en un nacionalismo al estilo europeo, sino en un conjunto de ideas transnacionales mayormente centradas en el papel de los árabes como defensores de la religión musulmana.

7Otro texto importante de Ruhi al-Khalidi, de 1912, analizó la historia judía desde el siglo XIX dentro del Imperio otomano y Rusia principalmente, y explicó los procesos socioeconómicos que dieron origen al sionismo y el papel de Teodore Herzl en la transformación de los primeros asentamientos judíos en Palestina, los cuales pasaron de tener un carácter caritativo y agrícola a constituir poblaciones económica y políticamente cuasi independientes.

8La naturaleza ideológica del panarabismo ayudó significativamente a este proceso, puesto que, en muchos casos, intentó ocultar las identidades de los Estados nacionales árabes a los que quería fagocitar. En este sentido, la ideología de Abd al-Nasir, si bien intentó generar un frente unido árabe en contra de la intervención extranjera y el aumento de poder de Israel, también significó que los objetivos de los palestinos quedaran rezagados a un puesto secundario debido a que el poder y el alcance del panarabismo eran inversamente proporcionales a la fuerza de la identidad particular de un pueblo y una nación palestinos (Iyad y Rouleau 1981, 20-28).

9Los argumentos más comunes de la historiografía palestina para desestimar los mitos fundacionales de Israel y su aspiración de crear una nación judía en Palestina se basan en tres criterios: i) la enorme diferencia de tiempo (2 000 años) entre el exilio de los judíos de Judea y su regreso a Palestina; ii) la duración de la presencia de los hebreos en Canaán, que resultaba insignificante en comparación con el periodo de dominación cananea de Palestina, y iii) la inexistencia de un vínculo genealógico entre los judíos de hoy y los descendientes de Abraham que permitiera usar la Torá como fuente histórica otorgadora de derechos sobre la tierra (Maissy-Noy 2006, 894).

10Véase este cambio en el lenguaje en Khalidi 1974, 1978, 1981, 1984 y 1985, entre otros.

11En cierto sentido, en 1987 se sobrepasó un tabú que había marcado durante décadas la relación entre palestinos e israelíes, el cual implicó el no reconocimiento como arma política destinada a defender objetivos maximalistas. Así, desde esta fecha, diversos autores israelíes se preocuparon por aceptar y estudiar la existencia del “pueblo palestino”, mientras que los palestinos empezaron un largo proceso que aún no acaba dirigido a reconocer al “pueblo israelí” y sus derechos (Khalidi 1997, 204).

12Los autores se refieren a los intelectuales palestinos que expresaron su apego a la región de Falistina en momentos claves de su historia, como pueden ser las cruzadas, la división administrativa de la era otomana, el contexto de la injerencia británica y francesa en Palestina, entre otros periodos históricos vitales para la configuración actual de Palestina.

13Para más información sobre los factores que estimularon el nacionalismo palestino y que no estaban relacionados con el sionismo, véase Muslih 1988.

Recibido: 29 de Agosto de 2021; Aprobado: 05 de Mayo de 2022

Juan David Echeverry Tamayo es historiador por la Universidad de Antioquia y maestro en estudios en relaciones internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México. Pertenece al grupo de investigación en Estudios Interdisciplinares en Historia General de la Universidad de Antioquia. Es docente con experiencia en áreas de historia y ciencias sociales, así como en manejo de bases de datos, búsqueda de información y modelos de educación flexible, como escuela nueva, aceleración del aprendizaje y procesos básicos, especialmente en proyectos de emergencia social y acompaña-miento a víctimas del conflicto armado en Colombia. Ha sido ponente en Colombia, Cuba, México, Perú, Rumania y Uruguay con temas que giran alrededor de la conformación nacional en América Latina, la participación de las mujeres, las minorías y los sectores excluidos en la formación de las naciones latinoamericanas, y el conflicto palestino-israelí. Tiene una mención especial por la tesis de licenciatura “La nación: un problema conceptual” (2017) y es becario del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías, México.

https://orcid.org/0000-0003-2200-7046

juand.echeverry@comunidad.unam.mx

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons