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Estudios de Asia y África

versión On-line ISSN 2448-654Xversión impresa ISSN 0185-0164

Estud. Asia Áfr. vol.57 no.1 Ciudad de México ene./abr. 2022  Epub 14-Mar-2022

https://doi.org/10.24201/eaa.v57i1.2742 

Reseñas

Benjamin R. Young. 2021. Guns, Guerillas, and the Great Leader. North Korea and the Third World

Camilo Sebastián Aguirre Torrini1 
http://orcid.org/0000-0003-0991-3028

1University of Sussex, Reino Unido, ca426@sussex.ac.uk

Young, Benjamin R.. 2021. Guns, Guerillas, and the Great Leader. North Korea and the Third World. Stanford: Stanford University Press, Ebook, ISBN: 9781503627642. https://doi.org/10.1515/9781503627642


La publicación de Guns, Guerillas, and the Great Leader viene a llenar un vacío en la literatura sobre la Guerra Fría. En efecto, mientras que las últimas tendencias historiográficas se han centrado en el papel de los actores periféricos en el conflicto global, hasta la fecha no ha habido ningún estudio sistemático de los vínculos entre la República Popular Democrática de Corea (en adelante Corea del Norte) y los países del tercer mundo.1

Benjamin Young ha explorado la diplomacia norcoreana en varias publicaciones académicas en revistas científicas desde 2015 y ha logrado posicionarse como un referente en esta área de estudios. Guns, Guerillas, and the Great Leader representa la integración de esos esfuerzos en una narrativa unificada y coherente. En cinco capítulos organizados cronológicamente, el texto busca argumentar que el “tercermundismo” formó parte fundamental de la identidad nacional de Corea del Norte durante la Guerra Fría (12).

El primer capítulo del libro sirve para contextualizar la obra. Explica cómo Kim Il Sung consiguió consolidar su poder y cómo un contexto internacional favorable -la disputa chino-soviética y la aparición del movimiento de los no alineados- allanó el camino para el desarrollo de una política exterior autónoma. Haciendo un uso notable de los materiales disponibles en el Proyecto de Historia Internacional de la Guerra Fría del Centro Woodrow Wilson, Young construye un relato que explora los vínculos de Corea del Norte con la Indonesia de Sukarno, la Cuba de Castro y el Vietnam de Ho Chi Minh.

El segundo capítulo se centra en el desarrollo del culto a la personalidad del líder norcoreano, su proyección y su globalización. El autor utiliza documentos obtenidos de archivos norteamericanos, británicos y surcoreanos para dar cuenta del despliegue del soft power norcoreano en el tercer mundo. Esto se refleja en los anuncios de los periódicos, las exposiciones fotográficas, las proyecciones de películas, el establecimiento de asociaciones de amistad con el pueblo (nor)coreano y las visitas financiadas por el propio gobierno para mostrar su país como un potencial aliado.

El tercer capítulo explica cómo el culto a Kim Il Sung derivó en una ideología puramente norcoreana, juche, y en el distanciamiento del marxismo-leninismo. El pensamiento juche, comúnmente identificado con las ideas de autarquía y autosuficiencia, fue presentado a los países del tercer mundo como un modelo de desarrollo y sirvió también para justificar la política de sucesión adoptada por el régimen norcoreano. Además, Young identifica un hito en la política exterior norcoreana: el bombardeo de Rangún en 1983. De forma convincente, argumenta que el atentado contra el presidente surcoreano Chun Doo-Hwan en territorio birmano (actual Myanmar) señaló el abandono de los lazos de solidaridad forjados por Kim Il Sung y dio paso a una política exterior pragmática, en la que los intereses de Corea del Norte primarían sobre cualquier otra consideración.

El cuarto capítulo describe el ascenso de Kim Jong Il al poder y da cuenta de la sustitución de exportaciones tradicionales (materias primas y productos manufacturados) por la exportación de la gimnasia de masas como un mecanismo disciplinario muy atractivo para los líderes de países recién descolonizados. Finalmente, explica el papel del régimen de Pyongyang en el entrenamiento de grupos guerrilleros del tercer mundo y su participación en actividades ilícitas.

El quinto capítulo se organiza en torno a dos ejes. Por un lado, se centra en la política exterior africana de Corea del Norte, caracterizada por su falta de coherencia. Hambrientos de divisas, los norcoreanos no dudaron en venderse al mejor postor, muchas veces enfrentando a fuerzas que habían entrenado previamente. Por otra parte, describe las tentativas de boicot a los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988 y la organización del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes celebrado en Pyongyang en 1989 como intentos desesperados de contrarrestar el creciente estatus internacional de Corea del Sur.

El libro funciona en distintos planos, según los intereses del lector. Para empezar, sirve como un texto de introducción a los estudios norcoreanos gracias a su bibliografía actualizada -que incluye referencias a trabajos de investigadores surcoreanos a menudo pasados por alto por los estudiosos occidentales- y a la cuidadosa contextualización de cada capítulo.

En un segundo nivel, los interesados en los estudios (nor)coreanos apreciarán el “descentramiento” de la narrativa de la “cuestión coreana” durante la Guerra Fría. La literatura disponible a la fecha gravita en torno a dos ejes: las relaciones de Corea del Norte con China o la Unión Soviética, y la batalla por la legitimidad entre Corea del Norte y Corea del Sur en los distintos organismos de las Naciones Unidas. Esto tiende a ocultar la riqueza de los intercambios transnacionales entre el régimen de Pyongyang y los distintos pueblos del tercer mundo.

Asimismo, quienes se inclinen por los estudios asiáticos y africanos observarán, quizá con asombro, hasta qué punto Corea del Norte consiguió erigirse como referente y modelo de desarrollo para los países recién descolonizados de ambas regiones. Más sorprendente aún es el grado de compromiso que los dirigentes norcoreanos asumieron con estas incipientes naciones al colaborar directamente en el desarrollo de proyectos de riego y la construcción de presas y fábricas, entre otros, a menudo a costa de sus propios ciudadanos.

Por último, el texto también contribuye al reciente proceso de internacionalización de la Guerra Fría en América Latina. Con el episodio de discriminación sufrido por un diplomático cubano en Pyongyang, Young ofrece una mirada novedosa sobre la “amistad invencible” entre Cuba y Corea del Norte. También da cuenta del apoyo de los norcoreanos al Movimiento de Acción Revolucionaria de México y alude a otros latinoamericanos que contactaron con el régimen de Pyongyang, como el venezolano Alí Lameda, el hondureño Jorge Reina y el peruano Genaro Carnero Checa. Sin embargo, al ponderar la presencia de América Latina en la obra reseñada, es posible constatar que palidece en comparación con la representación de países asiáticos y africanos.

En suma, el proyecto de Young es original y, a pesar de ser en extremo ambicioso, logra restaurar la agencia de Corea del Norte y vincular el “tercermundismo” de Pyongyang con la construcción de la identidad nacional norcoreana. No obstante, también es posible identificar ciertas limitaciones derivadas de su enfoque. En primer lugar, el acceso limitado a fuentes documentales y las barreras lingüísticas asociadas a un proyecto que pretende interpelar al tercer mundo en su conjunto.

Como ya se mencionó, Young reconstruye las interacciones entre países del tercer mundo en el contexto de la Guerra Fría a través de documentos generados y archivados en Corea del Sur y en países del bloque occidental y la ex órbita soviética. En este sentido, hay que señalar que los documentos generados por las embajadas y las agencias gubernamentales, a pesar del rigor con el que fueron redactados, no están exentos de prejuicios y errores en la interpretación de los acontecimientos. Si bien considero que sería injusto acusar a Young de falta de rigor por no visitar los archivos de cada uno de los países que menciona en su obra -algo prácticamente imposible-, pienso que esto plantea una reflexión metodológica: ¿cómo generar un relato explicativo de las interacciones de países del tercer mundo en el contexto de la Guerra Fría? Es de esperar que, a pesar de los desafíos que supone dicha empresa, el trabajo de Young sirva de inspiración para que otros investigadores se embarquen en la construcción de una perspectiva “desde abajo” que complemente su obra.

En segundo lugar, es posible observar ciertas inconsistencias en la ponderación de la agencia de los diferentes actores del relato. Young se propuso destacar la agencia de Corea del Norte en el contexto de la Guerra Fría global (23), algo que consigue con creces. Sin embargo, en el afán por destacar la agencia de Corea del Norte, los ciudadanos del tercer mundo son a menudo presentados como actores pasivos, y las fuentes consultadas lo llevan a interpretar la profundización de las relaciones entre Corea del Norte y estos países como un fenómeno que se debe exclusivamente a la iniciativa norcoreana (103-109). Esto da pie a otra reflexión metodológica: ¿hasta qué punto sirve destacar la capacidad de agencia de Corea del Norte si se realiza en desmedro de la agencia de los ciudadanos del tercer mundo?

Los puntos mencionados de ninguna forma le restan méritos a la obra reseñada. Guns, Guerillas, and the Great Leader es de fácil lectura, recomendable tanto para lectores curiosos como para estudiosos de la Guerra Fría y de las relaciones internacionales, y una lectura obligada para todos los (nor)coreanistas.

1He optado por omitir el problemático libro de Charles Armstrong, Tyranny of the Weak: North Korea and the World, 1950-1992, editado por Cornell University Press en 2013, tras haberse comprobado las acusaciones de plagio en su contra. Véase https://www.columbiaspectator.com/news/2019/09/12/history-professor-charles-armstrong-found-guilty-of-plagiarism-to-retire-in-2020/

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