Entre los estudios coreanos en Iberoamérica, las publicaciones bajo el sello de El Colegio de México han estado destinadas a convertirse en textos clásicos, o al menos de consulta obligada, gracias a la calidad y la pertinencia de los contenidos. En ese sentido, la obra colectiva coordinada por Juan José Ramírez Bonilla, impulsor comprometido de los asuntos coreanos en la región, representa una notable aportación a las reflexiones sobre las relaciones internacionales contemporáneas de la República de Corea,¹ en un contexto regional y global cambiante y marcado por la competencia entre diversas potencias, y en el que la influencia de Estados Unidos es vital para la política exterior surcoreana, en particular en el periodo gubernamental de Donald Trump.

En palabras de Ramírez Bonilla, el libro “tiene como finalidad principal analizar la influencia de los nuevos paradigmas de la política exterior estadounidense sobre el desenvolvimiento internacional del gobierno de la República de Corea” (9). Este objetivo es pertinente, pues en el siglo XXI hay un reacomodo de fuerzas materiales, económicas y culturales en el sistema internacional, donde se observa, por un lado, el incremento de poder de países asiáticos y, por el otro, la respuesta estadounidense ante estos cambios aparentes. Ramírez Bonilla nos previene de catalogar la competencia entre los diversos Estados como una guerra fría 2.0, pues es “inapropiado como instrumento analítico” (32), además de ser claramente anacrónico. Esta perspectiva se refleja en la obra, en la que se reconoce la trascendencia de la Guerra Fría en el escenario regional asiático, pero en ningún momento se equipara la situación actual con un periodo histórico que claramente ha concluido.

En general, la reflexión teórico-metodológica de la obra gira en torno al concepto de potencia, categorización que varía entre los distintos Estados a los que se hace alusión en el texto, según “el grado en que [cada actor] se ha internacionalizado y utilizado los recursos disponibles en el ámbito internacional para alcanzar sus finalidades económicas y políticas” (30). Así, con gran destreza analítica, todos los investigadores proponen reflexiones pertinentes para alcanzar el objetivo general de la obra colectiva, de tal suerte que, desde sus distintas áreas de interés y sin perder el foco sobre la centralidad de Corea del Sur en sus diversos niveles de análisis, garantizan un libro informado, propositivo e indiscutiblemente especializado.

La publicación es, en definitiva, un ejercicio genuino de intercambio académico intergeneracional y de diálogo especializado interáreas. Es decir, los autores pertenecen a distintas generaciones en la investigación y la docencia sobre asuntos asiáticos; son especialistas en áreas tan diversas como estudios sobre China, Rusia, Japón y las Coreas, propiamente. Esto no hace más que enriquecer los planteamientos centrales de los artículos y sus ejemplificaciones. La manera de trabajar es una apuesta distinta a favor de la construcción del conocimiento sobre los fenómenos asiáticos desde una perspectiva situada-regional, con lo que se enriquece y supera la clásica y tradicional visión centrada en el estudio exclusivo de la política exterior desde una óptica meramente nacional. En el proceso de desarrollo de los estudios coreanos, este tipo de acercamiento parece ser el más idóneo para lograr un entendimiento comprehensivo del papel de Corea del Sur en el sistema internacional del siglo XXI.

A lo largo de poco más de trescientas páginas, los autores tratan temas tan diversos como complementarios. Además, utilizan gran diversidad de fuentes en los artículos, lo cual enriquece el análisis académico: estadísticas de organismos internacionales, fuentes periodísticas euronorteamericanas, asiáticas y latinoamericanas; información de diversas agencias gubernamentales; datos de prestigiosos think thanks y, por supuesto, literatura especializada tanto en inglés como en español. Esta diversificación propicia que cada capítulo presente un balance adecuado de las temáticas que se discuten.

Los ocho capítulos de la obra están divididos en tres partes, que representan a su vez tres referentes geográficos fundamentales: el ámbito nacional surcoreano, la península coreana y el Este asiático. Estas diferentes escalas construyen una narrativa que, de lo particular a lo general, refleja la complejidad de analizar la presencia internacional de un actor cuya historia se ha visto marcada por estar “en medio” de la competencia internacional por el poder, o como los propios coreanos dicen: por ser un “camarón entre ballenas”. Así, en la primera parte del libro, “El carácter dinámico de la política exterior de la República de Corea”, el capítulo de José Luis León-Manríquez, “La República de Corea como potencia media: entre la autonomía y la subordinación a Estados Unidos”, analiza con perspectiva histórica la manera en que Corea del Sur ha buscado y logrado construir una autonomía frente a la potencia estadounidense “de forma gradual, contradictoria e incompleta” (35), y abre la puerta a la reflexión sobre la lógica asimétrica e interdependiente en las relaciones internacionales de Corea.

En la segunda parte de la obra colectiva, titulada “Los actores y el nuevo contexto en la península coreana”, hay tres capítulos. En “La República de Corea y las relaciones intercoreanas en la era Trump”, Juan Felipe López Aymes nos recuerda que “la península coreana se encuentra atrapada entre la rivalidad entre grandes potencias, y esta inescapable condición geopolítica confina las opciones y caminos para la paz” (108). En “Los movimientos en el mercado de armamento durante la crisis de la península coreana, 2016-2018”, Juan José Ramírez Bonilla y Leonel Murillo Muñoz observan un incremento en la capacidad de producción de armamento por parte de Corea del Sur y, por tanto, una menor dependencia de Estados Unidos, lo cual, desde su visión, puede llevar a una disminución de la influencia de este último en Asia Pacífico (153). El último capítulo de este apartado, “El tercer acuerdo comercial Estados Unidos de América-República de Corea y el proteccionismo coercitivo”, Juan José Ramírez Bonilla esboza el argumento de que, durante el gobierno de Trump, se utilizó la subordinación estratégica entre Estados Unidos y Corea del Sur para avanzar el interés particular de la potencia.

La tercera y última parte del libro, “Corea y sus vecinos del Este de Asia ante los nuevos paradigmas de la administración Trump”, cuenta con cuatro capítulos que representan la escala analítica regional propiamente. En “La República de Corea y la República Popular China”, Itzel Martínez Ruiz se adentra en una de las relaciones más trascendentes en términos económicos y comerciales para Corea del Sur en la actualidad, y aunque enfatiza que el estatus de dicha relación se ha visto afectado por las tensiones sinoestadounidenses, evalúa que el actual gobierno de Moon Jae-in ha tomado buenas decisiones en política exterior, lo que le ha valido un desarrollo favorable de sus relaciones internacionales. Carlos Uscanga Prieto e Iyalli Ixchel Romo Luna escriben “La República de Corea y Japón: ¿viejos problemas con las mismas perspectivas?”, una aportación importante para dimensionar la trascendencia de la opinión pública y las percepciones en la relación bilateral, y reconocer que si bien hay temas difíciles entre ambos países, como los asuntos históricos, en el ámbito económico y cultural hay áreas importantes de acercamiento. Por su parte, en el artículo “Las relaciones República de Corea-Federación Rusa ante la administración Trump”, Eduardo Tzili-Apango y Eduardo Palacios-Cabrera proponen que ambos países buscan acercarse para “reforzar la seguridad regional mediante el estrechamiento de las relaciones comerciales y el aumento de proyectos conjunto de inversión” (278), aunque aún está por verse qué tanto esto se traduce en medidas concretas y voluntades por parte de los dos Estados. Cierra este apartado Francisco Javier Haro Navejas con “La República de Corea y la República de China: futuro entrelazado y dificultades compartidas”, donde propone que, a pesar del vínculo relevante con China en la actualidad, la relación entre Corea del Sur y Taiwán ha logrado profundizarse, no sin dificultades por las propias condiciones geopolíticas de la región.

Este libro es un acercamiento integral y propositivo al estudio del papel que Corea del Sur tiene como potencia media en el sistema internacional contemporáneo. La obra cumple con el objetivo de establecer de qué forma la dependencia respecto de Estados Unidos afecta sus relaciones con otros actores claves de Asia, al mismo tiempo que ayuda a comprender la estrategia surcoreana para buscar relativa autonomía y sus propios intereses nacionales. No dudo que el futuro de la obra colectiva sea convertirse en un referente teórico, metodológico y contextual dentro de los estudios coreanos en el siglo que corre.