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Estudios de Asia y África

On-line version ISSN 2448-654XPrint version ISSN 0185-0164

Estud. Asia Áfr. vol.55 n.1 Ciudad de México Jan./Apr. 2020  Epub Mar 27, 2020

https://doi.org/10.24201/eaa.v55i1.2584 

Traducción

“El jugador de dados”, un poema de Maḥmūd Darwīš

“The dice player”, a poem by Maḥmūd Darwīš

Felipe Gayosso Martínez* 
http://orcid.org/0000-0002-5693-4844

*Instituto Politécnico Nacional, México. hellypoch@gmail.com


Introducción

Maḥmūd Darwīš (1941-2008) nació en la pequeña villa palestina de al-Birwah, la cual se localizaba al oeste de Galilea, a unos cuantos kilómetros del puerto de ’Akka (San Juan de Acre). Sin lugar a dudas, este poeta es una de las figuras más relevantes de la poesía y la literatura contemporáneas de Palestina. Un autor aclamado dentro y fuera del mundo árabe, que influyó significativamente en la instauración de la identidad de Palestina luego del establecimiento del Estado de Israel (Saith, 2005; Yeshurun, 2012, pp. 46-70). Asimismo, es un referente sin igual para el estudio de la literatura árabe moderna y uno de los escritores árabes más traducidos de la actualidad, al menos a veinte idiomas. Su trabajo fue mundialmente reconocido con numerosos galardones, entre los que destacan el Lenin Peace Prize de la Unión Soviética en 1983, el grado de commandeur de la Ordre des Arts et des Lettres de Francia en 1997, el Lan­nan Cultural Freedom Prize de Estados Unidos en 2001, y el Premio Príncipe Claus de Holanda en 2004 (Mahmoud Darwish Foundation and Museum, 2008a).

La obra de Darwīš es multifacética y extensa; la componen alrededor de treinta volúmenes de poesía y ocho libros en prosa. Tiene su origen en la Nakbah (la Catástrofe, término utilizado para nombrar el desplazamiento masivo de palestinos ocurrido en 1948), un evento histórico sin precedentes para la sociedad palestina, en el cual la villa natal de Darwīš fue desalojada y, posteriormente, erradicada. Ante estos hechos, Darwīš y su familia se resguardaron en el sur de Líbano; al cabo de un año regresaron a Galilea, donde continuó su exilio y vivieron de nuevo como refugiados (Darwish, 2001b, pp. 9-14; Flapan, 1987; Yeshurun, 2012, p. 49). Por ende, Palestina representa en su obra una metáfora del hogar; un lugar adonde Darwīš dirige su lenguaje y que lleva la consigna político-social de salvaguardar la historia y la memoria colectiva de una nación cuyos habitantes transitaron de exilio en exilio.

Fragopoulos (2009, p. 1) señala que “Palestina fue el mapa que Darwīš llevó consigo adondequiera que fue; existe no únicamente como un sueño, sino también en su lenguaje, en sus poemas y en su cuerpo”. Por su parte, Ghannam y El-Zein (2009, pp. 5-22) argumentan cómo la tierra (Palestina) y el poema permanecen unidos en la poesía de Darwīš. En esencia, Darwīš transmite en su obra un estado de exilio permanente del cual se desprende una búsqueda por establecer su nación, tanto geográfica como imaginariamente, en sus palabras: “Estaré libre de Palestina, cuando Palestina sea libre” (en Shehadeh, 2002).

Las distintas incursiones literarias y las innovaciones poéticas emprendidas por Darwīš permiten identificar tres periodos en su obra (Said, 1994, p. 114; Joudah, 2009). Su primer poemario, titulado ’Aṣāfīr bilā ’Ağniḥah [Pájaros sin alas], se publicó en 1960. En aquel entonces, Darwīš contaba con escasos 20 años de edad. En esta etapa inicial sus poemas manifiestan la influencia de los movimientos sociales palestinos de la época y su activismo político, por lo que se le conoció como “el Poeta de la Resistencia Palestina”1 (Darwish, 2001a; Prieto, 2003; Mahmoud Darwish Foundation and Museum, 2008a). Sin emargo, la censura de Israel en torno a sus poemas, los diversos arrestos y su aspiración a crear una poesía moderna, llevaron a Darwīš a emplear recursos poéticos menos directos, como el mito y los símbolos, incluida una mayor abstracción, sin dejar de lado sus orígenes palestinos (Prieto, 2012, p. 10). El rumbo que emprendió con estos cambios abrió paso a un segundo periodo en su obra.

A principios de la década de 1990, Darwīš comenzó el proyecto de una epopeya lírica basada en la multiplicidad histórica de los orígenes culturales palestinos (Prieto, 2003). En 1993 renunció a su posición en el Comité Ejecutivo Central de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), debido a su inconformidad con los pactos establecidos entre la OLP e Israel que sentaron las bases para los Acuerdos de Oslo2 (Shatz, 2002). A esta separación le siguió un distanciamiento político en el que se vislumbra el comienzo del último periodo (Said, 1994, p. 113; Antoon, 2002, p. 74; Joudah, 2009, pp. 7-12). En 1995, tras casi veinte años de vivir en el exilio, Israel le permitió volver a Palestina, y eligió establecerse en Amán, Jordania, una ciudad apacible para continuar su labor y que, por su cercanía con Palestina, le permitía realizar visitas frecuentes a Ramala, Cisjordania (Shatz, 2002; Mahmoud Darwish Foundation and Museum, 2008a).

Darwīš padecía enfermedades cardiacas, y en 1995 experimentó una complicación, aunque el percance pasó casi inadvertido para el poeta, tanto física como emocionalmente. Cuatro años más tarde sufrió un segundo episodio cardiaco, más intenso, que dejó una profunda huella en sus obras posteriores3 (Darwish, 2005; Joudah, 2009; Khoury, 2009, p. 25; Williams, 2012, p. 34). Lo cierto es que en sus trabajos del último periodo sobresalen los temas autobiográficos y de “compromiso con los demás”, asuntos que invitan a reflexionar sobre las circunstancias de los desfavorecidos (Darwish, 2005), en un tono existencialista marcado tanto por sus experiencias fatales como por las tensiones en torno a Palestina.

“El jugador de dados”

“Lā’ibu ’n-Nard”4 [“El jugador de dados”] es uno de los últimos poemas de Darwīš, muy representativo de su “último estilo”5 literario. Se publicó por primera vez en el diario al-Quds al-’Arabī [Jerusalén Árabe] el 2 de julio de 2008 (Darwish, 2008, p. 10), y luego se incluyó en un poemario póstumo (Darwish, 2009, pp. 35-56). Está escrito en verso libre y estructurado en 47 estrofas con un número variable de versos. La disposición tipográfica en los manuscritos originales, actualmente en exhibición en el Mahmud Darwish Foundation and Museum (2008b, 2008c), ubicado en Ramala, la comparten tanto la versión publicada en al-Quds al-’Arabī como la del poemario póstumo. Darwīš lo recitó durante el festival cultural de verano celebrado en el Palacio de Cultura de Ramala, del 1 al 31 de julio de 2008, acompañado por los músicos palestinos at-Tulātiyyu Ğibrān [el trío Jubran]. Fue la última presentación pública del gran poeta, semanas antes de morir tras una cirugía cardiaca en Houston, Texas, el 9 de agosto de 2008 (Farsakh, 2009, p. 101; Joudah, 2009, p. 1).

La presente traducción de “Lā‘ibu ’n-Nard” está basada en el poemario póstumo Lā ’urīdu li-hadī al-Qaṣīda ’an tantahī ad-Dīwān al-’Ahīr Maḥmūd Darwīš [No quiero que este poema termine. Último poemario de Maḥmūd Darwīš] (Darwish, 2009, pp. 35-56). Uno de los factores que despertó mi interés para traducirlo fue el título: “El jugador de dados”, atractivo y extraordinario porque relaciona la voluntad y el azar. Después, la expresión lírica y el estilo particular, así como los mensajes históricos y biográficos, motivaron mi iniciativa. Si bien hay una traducción previa de María Luisa Prieto González, publicada en 2012, la que aquí se presenta difiere tanto en la interpretación de los términos como en la modulación de las oraciones. Para realizarla, previamente traduje un número considerable de poemas cortos de Darwīš, en especial del último periodo, junto con fragmentos de este poema (Darwish, 2005 y 2009). En esta tarea fueron fundamentales la historia contemporánea de Palestina, la biografía de Darwīš y su último recital. Durante este proceso identifiqué cuatro elementos en el poema -el verso libre, la lírica épica, los rasgos del último estilo del poeta y el existencialismo- que constituyeron el marco conceptual que me permitió comprender el texto de manera estructural y general. Además, durante el proceso de traducción asumí que el poema presentaba elementos autobiográficos. Cuando concluí la traducción, reinterpreté y modulé. Elegí las expresiones y las palabras que reprodujeran más fielmente el sentido de las ideas originales conforme a la postura filosófica que identifiqué, y le otorgué prioridad a las expresiones literales que ampliaban el significado aunque añadían vocablos, especialmente en frases sin un equivalente en español. Finalmente, modifiqué la estructura de las oraciones con cambios de categorías gramaticales o inversiones de puntos de vista.

Esta traducción pretende acercar al lector el texto original con elementos que le permitan inferir o comprender, de manera amplia, la intención que Darwīš plasmó en el poema. Por ende, seguí la misma división en estrofas del texto fuente. Un aspecto favorable de esto es que permite entrever ciertos elementos rítmicos del poema, como las pausas estróficas que forman parte de su entonación propia. Se aprecia un ritmo de pensamiento6 que se establece mediante repeticiones del primer verso, o con variantes de éste, seguidas de repeticiones periódicas de oraciones afirmativas, expresiones o palabras clave al comienzo de las estrofas. Estas repeticiones aparecen alternada e irregularmente en todo el poema y producen un particular efecto estético que, aunado a la fuerza connotativa de las palabras, intensifican y disminuyen de manera gradual el tono emotivo. El poema evoca un mundo de ambientes naturales y de sentimientos expresados metafóricamente con figuras simbólicas, mitológicas y religiosas, de antiguos poetas, sucesos históricos, ciudades y lugares sagrados, animales y vegetación, con un ritmo que afirma la identidad a pesar de la agonía sugerida.

Más aun, el poema tiene un carácter reflexivo y autobiográfico, en ciertas partes desgarrador, en otras esperanzador. Con una mirada retrospectiva y mediante alusiones a acontecimien­ tos o metáforas sobre su figura como poeta,7 así como con reflexiones sobre su actividad poética, el amor, la vida y la existencia,8 Darwīš nos acerca a su vida y su pensamiento. Por último, más allá de una posible interpretación, un aspecto sobresaliente en el poema es su manera de representar la vida y las experiencias humanas como la voluntad de un jugador, la cual yace inmersa en las vicisitudes aleatorias del juego del destino, con lo cual se insinúa un punto de vista ontológiconihilista sobre las circunstancias de la vida y sus infinitas posibilidades. En la parte final, se manifiesta una opinión existencial sobre el encuentro con la muerte, un intrigante aspecto dentro de la vida y fuente de inspiración para poetas, filósofos y religiones.

Referencias

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1 De este primer periodo es el conocido poema “Biṭāqatu al-Huwiyyah” [Cédula de identidad], del libro ’Awrāqu az-Zaytūn [Hojas de olivo], de 1964, y su famoso estribillo: “Sağğil! ‘anā ’arabī! ” [¡Escribe! Soy árabe], en el cual, reiteradamente, se afirma la identidad árabe ante la ocupación. De hecho, los movimientos político-sociales palestinos fueron un tema importante para Darwīš, latente en diversos poemarios (Yeshurun, 2012, pp. 54-70).

2Los Acuerdos de Oslo se firmaron en ceremonia pública en la Casa Blanca, en Washington, en septiembre de 1993. Después de que Isaac Rabin y Yāsir ’Arafāt sellaron dichos acuerdos, Darwīš presentó la colección Limādā tarakta al-Ḥiiṣāna waḥīdan? [¿Por qué dejaste solo al caballo?], publicada en 1995 y que incluye el poema “Hilāf gayr lugawī ma’a ’Imru’ al- Qays” [Una disputa no lingüística con ’Imru’ al-Qays], en el cual hace una alegoría de la vida y la poesía de ’Imru’ al-Qays y expresa una opinión sobre las tensiones políticas de la época, en particular sobre los Acuerdos de Oslo y el porvenir de Palestina (Sinan, 2002, p. 68). El poema menciona el “Mu’allaqah ’Imru’ al-Qays”, uno de los siete poemas históricos al-Mu’allaqāt [Los carteles o Los colgados], poemas que fueron colgados en la Ka’abah por el prestigio logrado en las competencias de ’Ukāẓ, conocidos también como al-Mud ahabāt [Los poemas dorados], porque fueron grabados en oro. ’Imru’ al-Qays, poeta preislámico del siglo vi, hijo de uno de los últimos reyes del reino de Kindah, plasmó en su poesía las situaciones político-sociales de aquella época. Su historia indica que en su afán por vengar la muerte de su padre a manos de la tribu ’Asad, recibió apoyo de las tribus Bakr y Taglib, que tiempo después se lo retiraron por considerar cumplida la venganza. En el poema “Ra’iyya” (poema con rima en Ra), ’Imru’ al-Qays relata su viaje a Constantinopla en la búsqueda de ayuda por parte del Imperio bizantino de Justiniano I, en una nostálgica odisea por recuperar el reino perdido de su padre. Para ’Imru’ al-Qays, aquella travesía tuvo como propósito alternativo exhibir a los árabes que lo habían abandonado a las circunstancias (Sinan, 2002, p. 69).

3En el célebre poema Ğidāriyyah [Mural], de 2001, Darwīš plasmó la intensa experiencia que lo mantuvo al borde de la muerte tras una intervención quirúrgica. El poema versa sobre las visiones derivadas de esta fatal experiencia, y por momentos expresa un diálogo personal con la muerte (Darwish, 2001a y 2003).

4La palabra árabe nardun tiene otras connotaciones además de ‘dados’. En función del contexto, se refiere a un juego que utiliza dados, como el chaquete, conocido también como tablas reales, antiguo juego de mesa para dos competidores que combina la incertidumbre del azar y la estrategia de cada jugador. Como observación, la transliteración Lā‘ibu [jugador] ’n-Nard [de dados] tiene el signo diacrítico šaddah, por lo que se omite el artículo al- [el, la, los] y en su lugar se emplea la fonética derivada de una letra solar, nun (n), duplicada.

5“El último estilo” es un concepto que el escritor palestino Edward Said (2006, p. 9) retomó de los estudios críticos y filosóficos que Theodor Adorno realizó sobre la etapa final de la obra de Beethoven. Para Said, el último estilo de un artista al afrontar su mortalidad necesita de una actitud irreconciliable con el pasado, y se manifiesta cuando el arte no claudica sus derechos en favor de la realidad. De acuerdo con Said (1994, p. 115), “la premisa artística” del último estilo está presente en las obras finales de Darwīš (Williams, 2012).

6Término introducido por el célebre filólogo español Amado Alonso que se refiere al ritmo en poesía regido por la disposición adecuada de los contenidos del pensamiento, un ritmo que le asigna determinado valor poético a ciertas palabras y provoca sensaciones corporales mediante el desarrollo y la repetición de las ideas (Gómez Alonso, 1997-1998).

7En “El jugador de dados”, Darwīš hace una alusión a al-Hudhudu [la abubilla], para evocar la figura central del conocido poema épico Manṭiq Aṭ-ṭayr [La conferencia de los pájaros], del poeta sufí Farīd Addīn ’Aṭṭār, quien vivió en Nīšābūr, antigua Persia, a mediados del siglo XII y principios de siglo XIII. La abubilla, mensajera del rey Salomón, posee el don de la sabiduría y la inteligencia, por lo cual tiene la encomienda de guiar a las distintas aves en la búsqueda del cielo perdido y del rey de los pájaros: el sīmurġ,el ave perfecta que mora más allá del monte Qāf (Attar, 2015).

8Es interesante resaltar que Mural (2001) y “El jugador de dados” (2008) meditan acerca de la existencia desde perspectivas distintas. En Mural, por momentos se sopesa la existencia, mientras que en “El jugador de dados” se evoca la vida ante el factor aleatorio del destino y se asimila como posibilidad y como trayectoria del ser. En Mural se aprecia la cercanía de Darwīš a la filosofía existencialista; por ejemplo, cuando se menciona a Heidegger, quien le atribuyó a la poesía una función en el lenguaje y la filosofía: “Vi a mi padre regresar de la peregrinación, desvanecido […] Vi a René Char sentado junto a Heidegger a dos metros de mí” (Darwish, 2003, pp. 55-57; Heidegger, 2010). El espléndido análisis de Alshaer (2011, pp. 98-110) amplía esta relación filosófica al señalar en “El jugador de dados” elementos de la perspectiva apolíneo-dionisiaca de Friedrich Nietzsche; en efecto, evoca por momentos su frase: “escribe con sangre y sabrás que la sangre es espíritu”. En “El jugador de dados”, finalmente, se nombra a diversos poetas y personajes míticos e históricos presentes en Mural.

El jugador de dados

Maḥmūd Darwīš

¿Quién soy para decirles a ustedes
lo que les digo?

Yo no fui una piedra que pulieron las aguas
y se volvió un rostro

no fui una caña que perforaron los vientos
y se volvió una flauta…

Yo soy el jugador de dados,
en ocasiones gano y en ocasiones pierdo
soy igual que ustedes
o tal vez un poco menos…

Nací al lado del pozo
y los tres árboles solitarios como monjas
nací sin una celebración y sin partera
me dieron mi nombre por casualidad
me incorporé a una familia
por casualidad,
y heredé sus rasgos físicos y su carácter
y sus enfermedades:
en primer lugar, un defecto en sus arterias
y una presión sanguínea alta
en segundo, timidez al dirigirse a la madre, y al padre
y a la abuela, el árbol
en tercero, una esperanza en la cura de la influenza
mediante una taza de té de manzanilla caliente
en cuarto lugar, pereza en la narración sobre el antílope
y la alondra
en quinto, aburrimiento en las noches de invierno
en sexto, un tremendo fracaso en el canto…

No existe para mí algún papel por lo que fui
fue una casualidad haber sido
un varón…
y una casualidad ver una luna
pálida como limón acosar a las mujeres en vela
y no me esforcé
para encontrar
¡un lunar en los lugares más privados de mi cuerpo!

Pudo haber sido que no existiera
pudo haber sido que no fuese mi padre
quien se hubiera casado con mi madre por casualidad
o pude haber sido
como mi hermana, que gritó y enseguida murió
y no se percató
de que vino al mundo sólo una hora y no conoció a su madre…
o quizá como el huevo de una paloma
despedazado antes de que el polluelo saliera del cascarón.

Fue una casualidad haber sido
el sobreviviente del accidente del autobús
aquella ocasión cuando no logré llegar a mi viaje escolar
pues había olvidado la existencia y sus asuntos
mientras leía en la noche una novela de amor
encarné el papel del autor dentro de la historia
y el papel dual del amante-víctima
de esta manera fui el mártir del amor dentro del relato
y el sobreviviente del accidente automovilístico.

Ningún papel tengo en bromear con el mar
sin embargo, soy un joven liviano
de entre los que se arrojan desde lo alto para vagar en la
gravitación de un agua
que lo llama: ¡Ven hacia mí!
ningún papel tengo en sobrevivir del mar
me salvó una gaviota humanitaria
que vio la ola atraparme y paralizar mis brazos.

Pudo haber sido que no estuviera afligido
por la locura del Mu‘allaqah de al-Ğahiliyyah
si el portón de la casa hubiera dado al norte
sin dar al mar
si la patrulla de la armada no hubiera visto el fuego
de las aldeas
horneando la noche
si quince mártires
hubieran reconstruido las barricadas
si ese lugar agrícola no se hubiera destruido
tal vez me habría vuelto un olivo
o un maestro de la geografía
o un experto en el reino de las hormigas
¡o un vigilante del eco!

Quién soy para de decirles a ustedes
lo que les digo
en la puerta de la iglesia
si no soy salvo un lanzamiento de dados
en medio de un devorador y su presa
pero gané más lucidez no
para estar feliz en mi noche iluminada por la luna
sino para ser testigo de la matanza.

Me salvé por casualidad: fui más pequeño que los objetivos
militares
y más grande que una abeja trasladándose entre las flores
del cerco
temí mucho por mis hermanos y por mi padre
temí por un tiempo de vidrio temí por mi gata y por mi conejo
y por una luna encantadora postrada sobre el minarete alto
de la mezquita
temí por las uvas de la viña
que cuelgan como las tetas de nuestra perra…
y caminó el miedo debido a mí y caminé debido a él
escalzo, olvidando mis recuerdos de infancia por lo que
quiero
del mañana -no hay tiempo para el mañana.

Camino, camino de prisa, corro, subo, bajo, grito,
ladro, aúllo, llamo, vocifero, voy rápido, voy despacio,
caigo, me vuelvo ligero, me seco, me pongo en marcha,
vuelo, veo, no veo,
tropiezo, me pongo pálido, me pongo verde, me pongo azul,
me parto, sollozo,
tengo sed, me canso, tengo hambre, me derrumbo,
me levanto, corro,
olvido, veo, no veo, recuerdo, oigo, percibo,
desvarío, deliro, murmuro, grito, no puedo, me quejo, enloquezco, me pierdo, me encojo, y me extiendo,
me derrumbo, subo, y me hundo,
me desangro, y me desmayo.

Por mi buena suerte los lobos habían desaparecido de allí,
por casualidad, o huyeron del ejército.

Ningún papel tengo en mi vida
salvo cuando,
cada vez que ella me enseñaba sus recitaciones,
yo decía: ¿Hay aún más?
a continuación, encendía su candil
e intentaba su ajuste…

Pude no haber sido una golondrina
si el viento hubiese querido eso para mí,
y el viento es la suerte del viajero…
fui al norte, fui al este, fui al oeste
pero en cuanto al sur, me era lejano e inalcanzable
porque el sur es mi país
entonces me convertí en una metáfora de golondrina
para sobrevolar mis ruinas
en primavera como en otoño…
bautizo mis plumas en la niebla del lago
luego prolongo mi saludo al Nazareno
que nunca muere
pues en él está el aliento de Dios
y Dios es suerte del Profeta…

Por mi buena suerte soy un vecino de naturaleza divina…
y por mi mala suerte, la cruz
¡ella es la eterna escalera hacia nuestro mañana!

Quién soy para decirles a ustedes
lo que les digo,
¿Quién soy yo?

Pudo no haberse aliado conmigo la revelación
pero la revelación es la suerte de los solitarios
en realidad, el poema es un lanzamiento de dados
sobre un pedazo de oscuridad
brilla, o tal vez no brilla
entonces caen las palabras
como plumas sobre la arena.

Ningún papel tengo en el poema
salvo mi obediencia hacia su ritmo:
movimientos de los sentimientos un sentimiento
equilibrando a otro
una intuición que revela el significado
y un trance en el eco de las palabras
y la imagen de mi alma que se transportó
desde mi “Yo” hacia los demás
la confianza en mí mismo
y mi anhelo por el manantial.

Ningún papel tengo en el poema
excepto cuando se corta la revelación
y la revelación es la suerte de la habilidad
cuando te esfuerzas.

Pudo haber sido que no amara a la joven
aquella que me preguntó: ¿Qué hora tienes?
Si no hubiera estado en mi camino hacia el cine…
pudo no haber existido una ladrona de corazones igual
a ella, o bien sólo un pensamiento oscuro e incierto…

Así es como nacen las palabras. Instruyo a mi corazón
sobre el amor para albergar la rosa y la espina…
sufistas mis vocablos. Y sensoriales mis deseos
y no soy el que soy ahora salvo
si se reunieron los dos:
yo, y mi yo femenino.
¡Oh, amor! ¿Qué eres tú? Cuánto tú eres tú,
y cuánto no eres tú. ¡Oh, amor!, sopla sobre nosotros
tempestades estruendosas para convertirnos en aquello
que deseas
para nosotros del advenimiento celestial en lo corporal.
Y disuélvete en un desagüe que se desborda por ambos lados.
Pero tú -aun si estuviste visible o recubierto-
no existe forma para ti
y nosotros te amamos aun cuando amamos por casualidad
tú eres la suerte de los desamparados.

Por mi mala suerte me salvé repetidamente
de la muerte por amor
por mi buena suerte no he dejado de ser frágil
¡para ser puesto a prueba!

El amante que experimenta dice para sus adentros:
“Él, el amor, es nuestra mentira verdadera”
y lo escucha la enamorada
y dice: “Él, el amor, es lo que viene y se va, como el relámpago y el rayo”.

A la vida le digo: despacio, espérame
hasta que seques las últimas gotas en mi copa…
en el jardín hay una rosa común, y el aire no puede
separarse de la rosa
espérame para que no huyan de mí los ruiseñores
y me equivoque en el tono
en la plaza los cantantes afinan las cuerdas
de sus instrumentos
para el himno de la despedida. Despacio, redúceme
para que no se prolongue el himno, que se corte el énfasis
entre los comienzos,
entonces sea insostenible un dúo y el final de un solo
elemento:
¡viva la vida!
despacio abrázame para que no me disperse el viento.

Pero incluso sobre el viento, no puedo separarme
del alfabeto.

Si no me hubiese parado sobre una montaña
me habría alegrado por la ermita del águila: ¡sin luz superior!
pero una gloria así es la coronación por el oro del azul sin
final
difícil de visitar: permanece el solitario allí en su soledad
y no puede descender sobre sus pies
pues ni el águila camina
ni el ser humano vuela
pero qué cumbre se compara con el abismo
¡tú, oh soledad sublime de la montaña elevada!

No existe algún papel por lo que fui
o por lo que seré…
es la suerte. Y la suerte no tiene nombre.
la hemos nombrado herrero de nuestros destinos
o la nombramos cartero del cielo
la nombramos carpintero del lecho del recién nacido
o del ataúd del difunto
la nombramos sirviente de los dioses en los mitos
nosotros fuimos quienes escribieron los textos para ellos
y nos ocultamos atrás del Olimpo…
y los creyeron los hambrientos vendedores de cerámica
pero nos tildaron de mentirosos los saciados señores del oro
por la mala suerte del autor la ficción es
lo real sobre los escenarios de los teatros.

Detrás de los bastidores se debate el asunto.
La pregunta no es: ¿cuándo?
sino: ¿por qué? y ¿cómo? y ¿quién?

¿Quién soy para decirles a ustedes
lo que les digo?

Pudo haber sido que no existiera
que cayera la caravana en una emboscada,
y la familia tuviera un hijo menos,
él es quien escribe ahora este poema
letra por letra, hemorragia tras hemorragia
sobre este sillón
con sangre de color negro, la cual no es tinta de cuervo
ni su graznido,
sino la noche exprimiéndose toda
gota a gota, de la mano de la suerte y el talento.

Pudo haber sido que la poesía ganara más si él
no hubiera sido, y nadie más que él, una abubilla
sobre la entrada del abismo
quizá él habría dicho: Si hubiera sido otro
me habría vuelto yo, de nuevo.

De esta manera alardeo: Narciso no fue tan hermoso
como él lo creyó. Pero sus creadores
lo comprometieron con su espejo. Entonces prolongó
su contemplación
en el aire purificado por el agua
si hubiera estado en su poder mirar a alguien distinto a él
habría amado a una joven que lo mirara fijamente,
mientras olvidaba a los ciervos galopar entre los lirios
y las margaritas…
si hubiera sido un poco más inteligente
habría quebrado su espejo
y así vería cuánto él es de los demás…
si hubiera sido libre no se habría vuelto un mito…

Y el espejismo es el libro del viajero en los desiertos…
si no fuera por él, si no estuviera el espejismo, no habría
continuado la marcha
buscando el agua. Aquí viene una nube -dice él-
y carga la vasija de sus esperanzas con una mano
y con la otra
aprieta su cintura. Luego clava sus pisadas sobre la arena
para juntar la nube en la fosa. Y el espejismo lo llama
lo seduce, lo engaña, lo levanta: ¡Lee!,
si no lograste la lectura. Y ¡escribe!,
si no lograste la escritura. Entonces él lee: agua, agua, agua.

Y escribe con trazos sobre la arena: “Si no hubiera sido por
el espejismo
no estaría vivo ahora”.

Por la buena suerte del viajero
la esperanza es gemela de la desesperación, o es una poesía
improvisada.

Cuando el cielo se pone gris
y veo una rosa que sobresalió de repente
de entre las fisuras del muro
no digo: El cielo es gris
al contrario, prolongo la contemplación en la rosa
y le digo: ¡Que grandiosa jornada!

A dos de mis amigos les digo a la entrada de la noche:
Si fuera inevitable un sueño, que sea
igual a nosotros… y simplemente
como esto: cenamos juntos dentro de dos días,
nosotros tres,
reunidos por la veracidad de la profecía en nuestro sueño
y porque de los tres no ha faltado nadie


desde hace ya dos días,
¡celebremos por la sonata de la luna
y por la indulgencia de la muerte que al vernos juntos
y tan felices
agachó la mirada!

No digo: La vida lejana por allá es una realidad
y una ilusión los lugares
lo que digo es: La vida, aquí, es posible.

Y, por casualidad, se convirtió la tierra en una tierra santa
no porque sus lagos, sus valles y sus árboles
sean una copia de los paraísos celestiales
sino porque un profeta caminó allí
rezó sobre una roca que lloró
y se derrumbó la colina del temor a Dios
desvaneciéndose.

Y, por casualidad, se convirtió el declive del campo
en un país
un museo para el polvo…
porque miles de soldados perecieron allí
por ambos bandos, defendiendo a sus dos comandantes
quienes dicen: ¡Vamos hacia adelante!, mientras ambos
esperan el botín
en sus tiendas de campaña de seda…
mueren los soldados repetidamente y no saben
hasta ahora ¡quién fue el vencedor!

Por casualidad, sobrevivieron algunos narradores y dijeron:
“Si hubieran vencido los otros a los otros
tendría nuestra historia humana otros anuncios”.

Te amo verde, ¡oh, tierra verde! Una manzana
ondulando en la luz y el agua. Verde. Tu noche
es verde. Tu alba es verde. Espárceme con cariño…
con el cariño de la mano de la madre, en un puñado del aire.
Yo soy una semilla de entre tus semillas verdes…

Aquel poema no tiene sólo un poeta
pudo no haber sido lírico…

¿Quién soy para decirles a ustedes
lo que les digo?
Pudo haber sido que yo no fuera quien soy
Pudo haber sido que no estuviera aquí…

Pudo haberse derrumbado el avión
conmigo una mañana,
pero por mi buena suerte suelo quedarme dormido durante
el amanecer
por lo que me retrasé en mi cita con el avión
pudo haber sido que no viera Damasco, El Cairo,
ni el museo del Louvre, y las ciudades mágicas.

Pudo haber sido, si hubiera sido más lento al caminar,
que rompiera el rifle mi sombra
lejos del cedro vigilante.

Pudo haber sido, si hubiera sido más rápido al caminar,
que me hiciera astillas
y me volviera una idea pasajera.

Pudo haber sido, si me hubiera excedido en el sueño,
que perdiera la memoria.

Por mi buena suerte duermo solo
y escucho mi cuerpo
creo que mi talento consiste en descubrir el dolor
para gritarle al médico, un poco antes del fallecimiento, por
diez minutos,
diez minutos suficientes para que esté vivo por casualidad
y para decepcionar la opinión de la nada.

¿Quién soy yo para decepcionar la opinión de la nada?
¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo?

Recibido: 16 de Diciembre de 2016; Aprobado: 13 de Agosto de 2019

Felipe Gayosso Martínez es maestro en ciencias matemáticas por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (México) y doctor en ingeniería de sistemas por el mismo ipn. Realizó estudios de árabe en el Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es traductor del árabe al español y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, México.

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