SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.53 número3J. A. Millward (1998). Beyond the pass: Economy, ethnicity, and empire in Qing Central Asia, 1759-1864 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Estudios de Asia y África

versión On-line ISSN 2448-654Xversión impresa ISSN 0185-0164

Estud. Asia Áfr. vol.53 no.3 Ciudad de México sep./dic. 2018

https://doi.org/10.24201/eaa.v53i3.2389 

Reseñas

A. Ojeda (2017). España y Vietnam. Una historia común

Cristina Nualart1 

1Universidad Complutense de Madrid

Ojeda, A.. 2017. España y Vietnam. Una historia común. Madrid: Los Libros de la Catarata, 286p.


España y Vietnam. Una historia común explora una relación internacional mínima, activada por solitarios personajes y eventos dispares y lejanos en el tiempo. La introducción insiste en la posmoderna palabra microrrelato, narraciones autónomas de la segunda parte del libro, protagonizada por los primeros españoles que fueron a Vietnam.

El autor, Alfonso Ojeda, no esconde la escasa trascendencia de los sucesos expuestos, pues la limitada interacción entre personas de España y de Vietnam a lo largo de los siglos no ha dado lugar a periplos épicos. No por ello este libro es irrelevante. La minuciosa búsqueda de conexiones por parte del investigador consigue transmitir una visión de largo alcance con temas que van desde las supersticiones hasta las leyes. De no ser por los pequeños detalles de la investigación, difícilmente se hubiese pensado en explorar, por ejemplo, la baja laboral por paternidad de los hombres en Vietnam hace dos siglos.

Un primer capítulo da cuenta en pocas páginas de las principales civilizaciones, sucesiones dinásticas, invasiones y acontecimientos políticos del pasado de un país que ha tenido muchos nombres antes del actual, Vietnam. El resto del libro se estructura temáticamente (literatura, guerras, economía, etc.) en una línea del tiempo sin grandes saltos. Destaca la primera parte de la cronología por rescatar datos y nombres olvidados de fuentes antiguas conservadas en archivos históricos de varias ciudades de España (Sevilla, Madrid, Ávila, Málaga).

El lucro motivó la mayoría de las aventuras que se narran, desempeñadas por personajes que buscaron beneficio económico, territorial o ideológico. Pero hubo mentes devotas que objetaron el apoyo militar en la evangelización, y un rey de España que desestimó la propuesta de conquistar Champa y Cochinchina.

El libro relata aventuras tan imposibles actualmente como la de ir a un lugar jamás visto, y sin posibilidad alguna de comunicarse verbalmente. Ciertos frailes franciscanos hicieron ese viaje a lo ignoto en 1583, y aun cuando fueron recibidos en son de paz y tenían la ventaja de ser conocedores de latitudes tropicales por su estancia previa en Filipinas, las consecuencias del viaje, aunque no trágicas, sí resultaron desafortunadas para ellos.

Con algo más de éxito, a finales del siglo XVI, el sacerdote Pedro Ordóñez se propuso cristianizar los territorios de Tonkín, Cochinchina y Champa. La investigación desempolva las pocas crónicas europeas sobre el Vietnam anterior al siglo XIX y revela información de misivas personales, publicaciones y diversos registros oficiales. Así, se desvela que Ordóñez no vio pecado alguno en plagiar alguno que otro texto de su época.

Los escritos de Ordóñez se contrastan con los de otro europeo en Asia: Marco Polo. No ha faltado escepticismo sobre su veracidad, y es extraño -coincide Ojeda- que estos viajeros no hayan descrito la indumentaria o los peinados, la costumbre de comer con palillos y otras curiosidades para las miradas europeas. Sin embargo, opina que las dudas que se han postulado son poco relevantes. Para argumentar sus hipótesis, el autor, doctor en derecho, apela a la lógica, entendida desde la óptica de nuestros tiempos. Mejor que esforzarse en probar la autenticidad de los antiguos relatos, es reflexionar sobre su contribución histórica a la divulgación. En todo caso, el misionero Ordóñez seguramente no se sentía documentalista. Escribió para realzar su labor proselitista, coronada por su éxito personal: haber contribuido a la conversión al cristianismo de una princesa de Champa.

Si bien esta temprana incursión evangelizadora no tuvo relevancia, el excelente análisis del autor pone a prueba los documentos históricos y crea conexiones con otras épocas. Hacia 1614, Pedro Ordóñez menciona unas islas de Cochinchina. Ojeda añade fuentes de la época que las describen como fértiles criaderos de perlas, explotados por la corona annamita. Identificadas como los archipiélagos Paracel y Spratly (Hoang Sa y Truong sa), se nos recuerda la actual tensión entre China y Vietnam sobre la soberanía de estas islas.

Como ocurre con demasiada frecuencia, las voces femeninas quedan relegadas de la historia. Ojeda no las excluye, pero incluso la princesa de Champa, descrita con pinceladas sueltas aquí y allá, es un personaje secundario. Sin embargo, es fascinante que los documentos históricos nos permitan conocer improvisados métodos para prevenir el acoso sexual. Una monja clarisa española no tuvo reparo en desfigurar su rostro para disuadir potenciales atenciones impropias por parte de algunos hombres de la corte. Otra valiente es Dolores Ibárruri, la Pasionaria, que hizo amistad con el líder vietnamita Ho Chi Minh. En este caso no se contrastan fuentes, la información se limita a una cita del libro de memorias de la revolucionaria republicana. Sin embargo, la relación de Picasso con Ho Chi Minh sí se narra de modo extenso.

En esta etapa histórica del siglo XX empiezan los altibajos del libro. Se cita a Federico García Lorca, aunque no hay evidencia de que él y Ho Chi Minh se conocieran en persona, y hasta se pone en duda que Ho, también poeta, hubiese leído a Lorca. Esta especulación literaria se desmarca de la puntillosa documentación que fundamenta el resto del libro.

En las últimas décadas, más allá del intercambio comercial, poco conecta a España con Vietnam. La somera mención de intercambios artísticos y universitarios o proyectos subvencionados por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) en el capítulo sobre cultura y arte español en Vietnam, por ejemplo, hace la lectura algo tediosa. En el intento de adecuar el texto a distintas audiencias, se ha engordado el libro con cuestiones redundantes, como los consejos de comunicación intercultural, presentes en tantos libros de viajes y blogs. En su lugar, se hubiera agradecido la inclusión de enriquecedoras ilustraciones procedentes de las raras fuentes históricas consultadas por el autor. Ojeda menciona las viñetas dibujadas por Ho Chi Minh y publicadas en el periódico Le Paria, o una célebre fotografía de Clifford que muestra el ya desaparecido pabellón donde se hospedó Petrusky en su viaje diplomático a España en 1863. Las únicas ilustraciones son dos mapas y la portada, que reproduce al rey de Annam en una visita al rey de España según un grabado de 1878.

Intercambios futuros entre España y Vietnam derivarán, posiblemente, del capítulo dedicado a economía, empresas y organizaciones no gubernamentales. Emprendedores, en especial del sector vinícola, textil y del calzado, podrán idear nuevas inversiones en comercio o fabricación internacional. Como en otros países asiáticos, el consumo de vino en Vietnam está creciendo. Hay, efectivamente, un mercado de la ostentación en Asia, pero el alto costo añadido por las tasas tiene un impacto a la hora de determinar la viabilidad de la exportación. Ojeda celebra ciertos logros en la facilitación del transporte de vino, pero no menciona las altas tasas que se aplican a estos productos europeos cuando se ponen a la venta en el país. Una botella de vino que se vende por menos de 10 euros en España puede costar 50 en una tienda (que no restaurante) en Vietnam.

Sorprende asimismo que Ojeda apenas mencione la industria del turismo, tan desarrollada en España, aun cuando el autor, en un artículo de 1991, ya apuntaba la expansión del turismo en Vietnam. Fomentar acuerdos o intercambios puede beneficiar la creciente necesidad de profesionalizar dicho sector en el país asiático, que al igual que otras industrias busca agilizar y desarrollar sus capacidades de gestión y dirección.

Por contraste, Ojeda hace una llamada a promover las traducciones y la financiación de intercambios y a no perder futuras oportunidades de difusión debido a la inmadura política cultural española, a la que califica como muy indefinida en el plano internacional.

Cercanos al final del libro, una sección sobre literatura vietnamita reconfortará a editores y amantes de las letras. Ojeda aporta una bibliografía que invita a disfrutar variadas lecturas traducidas al castellano, sin olvidar a novelistas, poetas y reporteros iberoamericanos cuyas obras tienen relación con Vietnam.

Y con el espíritu solidario de muchos de esos poemas, el autor reivindica a lo largo del libro una actitud reconciliadora. Los primeros encuentros de europeos con las élites orientales debieron causar un sinfín de malentendidos por el mutuo desconocimiento de convenciones sociales dominantes. Los “accidentes” protocolarios pueden perjudicar las relaciones internacionales, pero el autor atribuye un magnánimo espíritu tolerante a la princesa de Champa, quien en una ocasión recibe en palacio a un sacerdote español destocado, contrario a las costumbres locales. Un mayor desencuentro de entendimiento se relata en el epígrafe “Siglo XIX: la invasión francoespañola como desencadenante del colonialismo francés en Indochina”. La decapitación de un misionero español [biografiado en un libro no citado por Ojeda: José Ramón Ónega López, 1991, José María Díaz Sanjurjo (Un gallego en Vietnam), Diputación Provincial de Lugo] da lugar a una cooperación entre los dos países europeos, cuya incursión en Vietnam topa con valores difícilmente reconciliables entre los tres países. Siglos después, la superioridad cultural no se ha desvanecido. Algunos comentarios racistas registrados en siglos pasados son tratados ahora como observaciones caducas, pero estemos alerta a nuestros sesgos implícitos: los occidentales, dice el autor, “no podemos desprendernos de lo que Edward Said denominaba ‘orientalización reduccionista’” (p. 160).

Alfonso Ojeda ha dedicado casi cuatro años a esta investigación poco común, cuyo aporte principal, más allá de la interconexión España y Vietnam, es la interconexión de fuentes documentales de difícil localización, problematizadas e hibridadas, con las que teje un libro sinuoso con variedad de temas y tiempos. España y Vietnam. Una historia común es un libro dócil a los ritmos de lectores curiosos, recomendable para historiadores y profesionales de las relaciones internacionales, y de versátil utilidad para estudiosos del Sudeste Asiático.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons