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Estudios de Asia y África

versión On-line ISSN 2448-654Xversión impresa ISSN 0185-0164

Estud. Asia Áfr. vol.51 no.2 Ciudad de México may./ago. 2016

 

Reseñas

Ahmad Tohari, El regreso de Karman

Karla Xiomara Luna Mariscal* 

* El Colegio de México

Tohari, Ahmad. El regreso de Karman. Siregar, Evi Yuliana; Hernández, Fernando Octavio. México: El Colegio de México, 2015. 158p.


El Colegio de México acaba de publicar la traducción de Evi Yuliana Siregar y Fernando Octavio Hernández de una de las novelas más importantes del autor indonesio Ahmad Tohari. La obra se publicó por primera vez en 1980 y está ambientada en uno de los pasajes más conflictivos de la historia nacional de Indonesia: el intento de golpe de Estado del 30 de septiembre de 1965, contrarrestado por el ejército de Soeharto, quien atribuyó al Partido Comunista de Indonesia la responsabilidad del atentado y lo disolvió violentamente. Soeharto se convirtió entonces, y hasta 1998, en el hombre más poderoso de Indonesia. La masacre con la cual el gobierno de Soeharto disolvió el comunismo en Indonesia va a sustentar muchas de las imágenes que están en el proceso de creación literaria de Ahmad Tohari, quien relatará algunas de ellas envolviendo cuidadosamente los incidentes (pues durante el régimen de Soeharto nadie podía cuestionar su política) en la narración de la historia de un hombre llamado Karman y su vuelta al pueblo natal y a la religión musulmana, después de un largo exilio al que fue condenado por haber sido miembro del Partido Comunista.

Si el trabajo de traducción ha tenido siempre una relevancia cultural e histórica fundamental, la publicación en español de este universo cultural y literario debe ser doblemente reconocida tanto a los editores (Cynthia Godoy -quien realizó una cuidadosa revisión de estilo literario- y la Dirección de Publicaciones de El Colegio de México), como a sus traductores, que ponen al alcance del público de habla hispana un universo cultural y literario tan rico como es el indonesio, pues, como señala Helena Lozano Miralles, el trabajo de traducción no solamente se realiza en los límites de una lengua, sino en los de una cultura, para adaptarla, para hacer que refleje algo que en principio le es ajeno, y para enriquecerla.1 Y este enriquecimiento no sólo es el del universo cultural, sino también el de un universo literario, pues si la traducción en sí supone un esfuerzo de creación, con más razón lo es cuando se traduce un texto novelesco. Esta traducción, hay que subrayarlo, es precursora, ya que se trata de la primera al español, lo cual supone una dificultad y un mérito añadido, pues la traductora principal, Evi Siregar, no contaba con referentes hispánicos de esta novela que pudieran facilitar su tarea.

Los momentos centrales de la trama de El regreso de Karman se construyen a través de metáforas con un alto contenido poético. Y ése es otro mérito del autor y de su traductora, pues Evi Siregar ha necesitado inventar palabras y expresiones que pudieran dar cuenta, de manera precisa y sin traicionarla, de la realidad poética construida por Ahmad Tohari. Uno de los mejores ejemplos de este proceso creativo que supone la traducción es el título de la novela, cuyo original en indonesio es Kubah, La cúpula, y que, acertadamente, la traductora ha modificado por El regreso de Karman. Un título muy sugerente, porque a partir de él nos atrapa la novela; desde la perspectiva del lector occidental abre toda una gama de posibilidades de intriga (¿una historia detectivesca?, ¿una historia de fantasmas?) que nos predispone, desde el inicio, a acercarnos a la obra. Otro acierto fue la elección del nombre del protagonista como parte del título, pues se trata de un nombre parlante: Karman sugiere inmediatamente el karma, la ley de causa y efecto derivada de nuestros actos. Karma significa hecho, acción: tenemos así un título que atrapa y seduce al lector occidental. Mientras que para la realidad indonesia La cúpula, el título original, remite de manera inminente, como nosotros sabremos en la última parte de la obra, a la cúpula de las mezquitas, referente arquitectónico religioso y simbólico inmediato (las cúpulas constituyen el elemento distintivo de las mezquitas de la arquitectura del islam desde el siglo VII y, al estar situadas sobre la sala de oración principal, simbolizan el centro de la creencia y la bóveda del paraíso),2 para un público occidental, sin embargo, estas connotaciones no estarían en su sistema de referencias inmediato. De ahí que la traductora haya realizado, con mucha sensibilidad no sólo cultural sino también estética, esta adaptación, este cambio en el título que, no obstante, sigue siendo fiel a la realidad poética que transmite Ahmad Tohari; en efecto, el título El regreso de Karman conserva intacto el espíritu de la novela y resume, al mismo tiempo, la metáfora contenida en el título indonesio (constituye la expresión del final de la búsqueda emprendida por el protagonista).

La prosa sencilla y sobria es otro mérito del autor, y uno de los mayores desafíos de la traducción que nos sabe acercar a la gran tradición de la cuentística oral que permea la tradición literaria del pueblo indonesio, y que está muy presente no sólo en la construcción de la novela y de los personajes sino además en el estilo. Alfonso Reyes, a quien el afán de traducción lo acompañó siempre, creía que el espíritu de la gran poesía no podía quedar limitado a los contornos de una sola lengua y que toda gran civilización podía volcarse como el agua misma en vasijas diferentes.3 Y esto es precisamente lo que consigue Evi Siregar con la traducción de la novela de Ahmad Tohari. El regreso de Karman es la historia de una pérdida, de una búsqueda y de un encuentro. Tras doce años de exilio, Karman vuelve a su pueblo, Pegaten. El primer capítulo cuenta la zozobra y la inquietud de un ser que se encuentra totalmente despojado, atemorizado y confundido. En el transcurso de la novela, que narra ese trayecto de vuelta, se rememoran las acciones que llevaron a su protagonista a las pérdidas, pues Karman ha perdido todo: familia, hijos, amigos e identidad. Destacan, en este sentido, dos episodios que marcarán el destino del protagonista; el primero de ellos ocurre durante la cosecha del arroz. La descripción de la siega es uno de los mejores ejemplos de la habilidad descriptiva y poética de Tohari, y del talento traductor de Evi Siregar, ya que los matices presentes en la descripción de la cosecha de los distintos tipos de arroz -fundamentales en la configuración de la atmósfera narrativa y en la caracterización de los personajes, debido a que se convierten en una metáfora de la propia identidad- tuvieron que ser inventados por la traductora para la realidad occidental. En el seno de esa gran fiesta que es la cosecha, por la que entramos directamente en el corazón de los sueños, las ilusiones y las esperanzas de los recolectores, Karman será testigo del ataque de un ejército de hormigas rojas a un recién nacido, que estará a punto de ser devorado. Más adelante, Karman, ya fugitivo, tendrá un encuentro nocturno en el río Sikura con Kastagethek, un viejo pescador que vive del transporte y la venta del bambú, y quien le contará una “historia de fantasmas”. El viejo pescador transfigura así, poéticamente, el relato de una masacre de la que el río, lleno de cuerpos mutilados, es un testimonio.

Pero, más allá del análisis de la realidad social y política de una nación que se está gestando y que está configurando su identidad, más allá incluso de la presencia de la religión, lo que está presente en esta novela es la búsqueda de lo trascendente y la construcción de una identidad. Esta recuperación del sentido de trascendencia implica, al mismo tiempo, la reintegración a la sociedad y al amor, ámbitos que se encuentran íntimamente entrelazados. Hay, en este sentido, una fuerte presencia de la filosofía budista que se halla figurada poéticamente y que permite a Ahmad Tohari ofrecer una visión esencialmente positiva y esperanzadora de un proceso conflictivo y doloroso como es el del nacimiento y la construcción de toda nueva nación.

El exilio de Karman constituye así un proceso de purificación que le permitirá su reintegración social y el reencuentro con lo trascendente. Y en esa búsqueda de la trascendencia, aunque en vasijas diferentes, para utilizar la metáfora empleada por Alfonso Reyes, nos reconocemos todos.

1Traductora de Baudolino, de Umberto Eco, Barcelona, Lumen, 2002, p. 526.

2Klaus Mainzer, Symmetries of Nature: A Handbook for Philosophy of Nature and Science, Berlín-Nueva York, Walter de Gruyter, 1996, p. 124.

3Sin que esto implique, evidentemente, un procedimiento mecánico. Alfonso Reyes, Tentativas y orientaciones [1960], en Obras completas, México, Fondo de Cultura Económica, 1997, t. XI, p. 159.

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