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Estudios de Asia y África

versión On-line ISSN 2448-654Xversión impresa ISSN 0185-0164

Estud. Asia Áfr. vol.51 no.1 Ciudad de México ene./abr. 2016

 

Traducción

Ventanas

Qian Zhongshu* 

Traducción:

Alfonso Araujo**


Aunque su nombre no es famoso, Qian Zhongshu (1910-1998) es sin lugar a dudas uno de los escritores contemporáneos chinos más brillantes, y probablemente el de erudición más espectacular.

Originario de una familia culta de Wuxi (hijo de un erudito confuciano tradicional), aprendió chino clásico antes de los 14 años, y para los 18 ya había aprendido inglés en una escuela de misioneros en Suzhou. Completó su educación china estudiando lenguas extranjeras en la prestigiosa Universidad de Tsinghua, donde conoció a Yang Jiang, quien se convertiría en su esposa y sería otra importante intelectual del siglo XX que hizo, entre otras cosas, la primera traducción completa al chino del Quijote. Tras graduarse, ambos obtuvieron becas para seguir estudiando en Oxford y en la Universidad de París; al regresar a China, Qian fue nombrado profesor en Tsinghua a la insólita edad de 28 años.

Su florecimiento como escritor se dio durante el caótico periodo de la guerra sino-japonesa y el subsecuente ascenso del régimen comunista (1938-1950), cuando empezó a escribir ensayos cortos, de un estilo único, donde mezcla ligereza y humor con un conocimiento enciclopédico de la literatura china y la europea. Su única obra traducida al español es su excelente novela de 1947, La fortaleza asediada (Anagrama), en la que retrata con “amor e ironía”, como diría Lin Yutang, el caótico tiempo en el que las tradiciones milenarias declinan, las influencias externas permean cada vez más los círculos intelectuales por medio de estudiantes que regresan del extranjero, y existe una crisis de identidad cultural que ya había empezado desde mediados del siglo XIX, pero que sigue sin resolverse.

Su obra cumbre es sin duda la impresionante Guan Zhui Bian (管錐編), literalmente, “el catalejo y el punzón”, pero traducida al inglés como Limited Views, según su propia recomendación. La obra fue escrita formalmente a partir de los años ochenta y publicada en China a mediados de los noventa, pero es el resultado de toda una vida de pasmosa erudición, refinada en el crisol de las contrariedades y destilada como sabiduría penetrante y profunda. Quizá el único ejemplo comparable en español, por la vastedad del conocimiento, pueda ser Alfonso Reyes.

El presente ensayo está tomado de una de sus primeras obras, titulada Xiě zài rénshēng biān shàng (写在人生边上), que se puede traducir como ‘escrito al margen de la vida’, de 1941, una colección de escritos muy cortos que, usando pinceladas de humor y abundantes citas literarias de todas las procedencias, marca ya su personal estilo libre de ir saltando de idea en idea a partir de hilos conductores que tan sólo dan marcos de referencia para lo que podrían llamarse “conversaciones de café” con un intelectual consumado.

Ventanas

Ya regresa la primavera, y podemos volver a tener las ventanas abiertas. Cuando vemos que la primavera entra por la ventana nos empezamos a sentir inquietos y salimos a verla, pero una vez fuera de la puerta vemos que no es tan especial. Afuera la luz del sol está en todas partes, pero no parece tan brillante como ese rayo que se filtra dentro de la casa oscura y dilapidada. Afuera un viento perezoso se asolea por doquier, pero no es tan vigorizante como una corriente que disipa el aire viciado de la habitación. Incluso el gorjeo de un pájaro se antoja trivial sin el silencio de una casa que le sirva de fondo. Así, nos damos cuenta de que la primavera debe encuadrarse en una ventana para que la podamos disfrutar, como una pintura en su marco.

Sabemos que una puerta y una ventana no tienen el mismo significado. Desde luego, las puertas son para entrar y salir, pero las ventanas a veces también pueden usarse para eso; por ejemplo, en las novelas a los ladrones o a los amantes les gusta treparse por las ventanas. De modo que poder entrar y salir no es la diferencia esencial entre ambas. Viendo el asunto de apreciar la primavera, podemos sostener lo siguiente: por una puerta podemos salir; con una ventana no tenemos que salir. Las ventanas tienden un puente entre la naturaleza y el hombre: al dejar entrar la brisa y los rayos de sol tenemos un trozo de primavera dentro de nuestra habitación, lo que nos permite recostarnos para disfrutarla y no tener que ir afuera a buscarla. Los poetas de la antigüedad, como Tao Yuanming,1 entendieron esta cualidad espiritual de las ventanas. Ésta es una línea de su poema “Ir y venir” [归去来辞, Guī qù lái cí]:

Con dignidad, me apoyo en la ventana que ve hacia el sur. En un cuarto estrecho, me siento cómodo y sereno.2

¿No es esto como decir que mientras haya una ventana a través de la cual contemplar la distancia, aun una habitación pequeña es buena para vivir? Más adelante, el mismo Tao escribe:

Con la luna de verano me relajo recostado bajo la ventana que da al norte; entra una suave brisa, y me siento como el noble soberano Xi.3

Esto quiere decir que mientras tenga una ventana que deje entrar la brisa, aun su modesta estancia puede transformarse en paraíso. Tao vive en el condado de Chaisang [柴桑] y la montaña Lushan [庐山] está a poca distancia, pero él no necesita ir a escalarla. Así que abrir una puerta nos permite salir en busca de algo, es el anhelo; abrir una ventana nos permite capturar lo que entra, y es nuestro gozo. Ésta es la verdadera diferencia, y no sólo desde el punto de vista de quien vive en la habitación, sino que a veces también para aquellos que vienen de fuera.

Quien visita y toca a la puerta, ya sea con una solicitud o pidiendo consejo, no puede ser nunca más que un huésped, ya que es el anfitrión quien todo lo decide. Pero alguien que entra por la ventana, para apropiarse ya sea de una cosa o de un afecto, ha decidido de antemano suplantar al anfitrión temporalmente, y no le importa si es bienvenido o no. Como dice Musset en un interesante pasaje de uno de sus dramas en verso, A quoi rêvent les jeunes filles:4 “El padre abre la puerta para el esposo material (matériel époux), pero el esposo ideal (idéal) entra por la ventana”. Dicho de otra forma, el que entra por la puerta es yerno sólo en nombre: aunque el padre lo ve con aprobación, aún tiene que ganarse el corazón de la joven; pero a quien ha entrado por una ventana trasera, a él se entrega ella en cuerpo y alma. Si entras por la puerta principal debes esperar a ser anunciado y a que el anfitrión salga, intercambiar algunas frases educadas y finalmente puede llegarse al asunto que se desea tratar; cosas que demandan esfuerzo mental y mucho tiempo. Desde luego es mucho menos sencillo y menos franco que entrar por una ventana. Es como cuando estamos estudiando: un libro toma mucho tiempo para ser leído desde el principio, así que tomamos un atajo y nos vamos directo a las notas del final. Éstas, por supuesto, son distinciones que hacemos en circunstancias normales; pero hay cosas extrañas que pueden pasar en circunstancias excepcionales como la guerra. En situaciones así, tememos incluso que la casa entera no sobreviva, ya no digamos puertas o ventanas.

Todas las casas del mundo tienen puertas, pero aún podemos encontrar algunas casas sin ventanas; esto indica que las ventanas representan un gran avance en la evolución del ser humano: mientras que las puertas son esenciales para una casa, las ventanas son más bien un lujo. La intención original de una casa es como la del nido de un ave o la cueva de un animal; una vez que la persona regresa a ella por la noche, cierra la puerta tras de sí y se siente protegido. Pero tenemos ventanas que dan paso a la luz y la brisa, y esto nos permite no tener que salir durante el día y continuar con nuestros asuntos aun con la puerta cerrada. Así, la casa da más significado a nuestra vida; no sólo nos protege de los elementos y nos resguarda por la noche, sino que la podemos decorar con caligrafías y pinturas; es un espacio donde podemos meditar o trabajar, y es un escenario donde podemos divertirnos actuando nuestras comedias y tragedias.

Puede decirse que la puerta es por donde pasa el hombre, mientras que la ventana es por donde pasa la naturaleza.

La casa original era un lugar donde pertrecharse, a resguardo de los peligros de la naturaleza; pero se ha convertido en un lugar en el que, a través de la ventana, se invita a entrar a un fragmento de cielo,5 que puede ser domesticado como si fuese un caballo salvaje. La naturaleza se pone en contacto con nosotros dentro de nuestra habitación, y no es necesario salir a buscar el sol ni la brisa, ya que son ellos los que vienen a nosotros. Así que la ventana es un caso de nuestro triunfo sobre la naturaleza. Pero este tipo de victoria se parece a la forma en que la mujer conquista al hombre, que en principio parece más bien ceder: abrimos la ventana y dejamos que la luz y el aire nos invadan, y de pronto, inesperadamente, los invasores se vuelven presas.

Acabamos de decir que la puerta es esencial. Pero el hombre no tiene control sobre las cosas esenciales; cuando tenemos hambre debemos comer, cuando tenemos sed debemos beber. Y cuando alguien toca a la puerta debemos atender. Tal vez, como dice Emerson, son los jóvenes que se avasallan.6 O tal vez es “la brillante luz que se acerca a las puertas del mundo oscuro y vil”, como dice De Quincey en su ensayo “On the Knocking at the Gate in Macbeth”.7 Tal vez es el hijo pródigo que regresa. Quizá es alguien que viene a pedir dinero prestado, o más probablemente alguien que viene a exigir su dinero de regreso. Entre menos sabemos, más tememos abrir la puerta; pero entre más curiosidad nos da, más queremos abrirla. Aunque sea simplemente el cartero haciendo su ronda, nos esperanzamos e inquietamos al mismo tiempo, porque no sabemos qué noticias trae, y queremos averiguarlo. En suma, abrir la puerta no depende de nuestra voluntad.

¿Y la ventana? Nos levantamos por la mañana y tan sólo necesitamos apartar la cortina para saber de inmediato lo que nos espera allá afuera: nieve, bruma, lluvia o sol; y así podemos decidir si abrir o no la ventana. Antes dijimos que la ventana es más bien un lujo, y un lujo es algo acerca de lo cual podemos decidir si tenerlo o no -y en qué grado- dependiendo de la situación.

A veces pienso que la ventana es el ojo de la casa. En su diccionario etimológico Explicaciones de palabras [释名, Shì míng], Liu Xi8 dice:

La ventana implica conocimiento. Ver las cosas que están fuera, desde dentro; esto es inteligencia.9

En su “Canción del atardecer”, Gottfried Keller10 empieza con la frase “Mis ojos, mis queridas ventanitas [Fensterlein], que por tanto tiempo me han dado luz preciosa”.

Pero tanto Liu como Keller nos cuentan sólo la mitad de la historia. Los ojos son las ventanas del alma, y así como con ellos contemplamos el mundo, dejamos que otros contemplen nuestros corazones. La mente se mueve tras los ojos, y por eso Mencio11 considera que “al ver las pupilas de un hombre podemos ver sus intenciones”. En una obra de Maeterlinck12 vemos que los amantes no cierran los ojos al besarse, para poder ver cuántos besos más van saliendo del corazón hacia los labios.

Cuando alguien usa gafas oscuras, a veces nos hace sentir que no sabemos qué está pasando dentro de su mente; es como usar una máscara. Y ése es el punto, como lo hace notar Eckermann13 al referir un discurso dado por Goethe el 5 de abril de 1830, donde éste afirma que le desagrada ver a gente con anteojos, ya que su brillo lo confunde y le impide ver los pensamientos de su interlocutor, mientras éste puede ver con claridad todas las arrugas en la cara del poeta.

A través de la ventana contemplamos las cosas desde el interior, pero también la gente puede vernos desde el exterior; quienes viven en zonas concurridas de la ciudad cierran las cortinas para tener privacidad. Por las noches, un visitante puede ver la ventana, notar que hay luz dentro de la casa y saber de inmediato si hay gente dentro sin tener que llamar a la puerta; de la misma forma nuestros ojos dicen lo que pensamos, antes aun de hablar. Cerrar la ventana es lo mismo que cerrar nuestros ojos.

En el mundo hay muchos paisajes maravillosos que sólo pueden verse con los ojos cerrados; por ejemplo, el mundo de los sueños. Si fuera de casa hay confusión y desorden podemos cerrar la ventana y dejar que el alma divague en la fantasía o que medite en silencio. Algunas veces hay una estrecha relación entre cerrar la ventana y cerrar los ojos. Si la vista allá afuera no nos parece extraordinaria o no estamos contentos con ella, y sentimos la necesidad de ver nuestro pueblo natal, nuestra familia y amigos, no tenemos más que ir a dormir y buscarlos en el sueño. Así que nos levantamos para cerrar la ventana.

Es primavera, así que no podemos dejar la ventana abierta día y noche si aún hace un poco de frío allá afuera.

**Traducción del chino y notas

1Tao Yuanming (陶淵明) (365-427) fue un poeta y erudito que vivió durante la dinastía Jin y es considerado uno de los literatos más influyentes de la historia china, pues se convirtió con su propio ejemplo en la imagen del “poeta recluso”: aquel que abandona la vida oficial para volver a la simplicidad del campo. En el caso de muchos poetas, esto era tan sólo una celebración de esa romántica imagen, pero Tao Yuanming lo llevó a la práctica en realidad. A los 12 años había quedado huérfano, pero había comenzado ya su educación formal, en la que destacó desde muy joven. Sin embargo, aunque con grandes deseos de dejar su marca en la administración, tuvo la desgracia de vivir en una época turbulenta y marcada por la corrupción, donde era difícil que los hombres talentosos como él fueran reconocidos. De modo que no fue sino hasta los 29 años que finalmente le fue asignado un puesto menor. Cuando finalmente se desempeñó como oficial, pese a todos sus esfuerzos de trabajar con honradez, se desilusionó de lo que vio en el desempeño diario de su cargo. Durante 11 años trabajó en puestos civiles y militares, pero siguió siendo desairado para ocupar puestos de mayor responsabilidad, y tan sólo ganaba cinco barriles de arroz al año. Un día recibió una carta de sus superiores en la que le avisaban que un cierto inspector provincial iría a visitar pronto su distrito, y que tendría que atenderlo. El viejo mayordomo oficial vio también la carta y le dijo a Tao que debían empezar a preparar los “regalos” —el eufemismo para referirse a los sobornos— para darle al oficial visitante. Para Tao, este fue lo último que estaba dispuesto a soportar. Enojado, dijo: “¿Por cinco barriles de arroz un hombre debe vender su dignidad?”. Con esto, desabrochó su cinturón de oficial y regresó al campo, de donde ya no volvió a salir.

2倚南窗以寄傲,审容膝之易安 (Yí nán chuāng yǐ jì ào, shěn róng xī zhī yì ān).

3夏月虚闲,高卧北窗之下 清风飒至,自谓羲皇上人 (Xià yuè xū xián, gāo wò běi chuāng zhī xià qīngfēng sà zhì, zì wèi xī huángshàng rén). “El soberano Xi” hace referencia a Fu Xi (伏羲), un personaje de la antigüedad legendaria de China (alrededor del tercer milenio a.n.e.) a quien se atribuye la invención de la escritura y de los trigramas del I Ching (易經), descifrados a partir del caparazón de una tortuga sagrada.

4Alfred de Musset (1810-1857), poeta, dramaturgo y novelista francés. La obra mencionada, En qué sueñan las doncellas, fue publicada en 1832.

5El término cielo (天, Tiān) se usa de forma intercambiable con el concepto de naturaleza.

6Ralph Waldo Emerson (1803-1882), uno de los escritores estadounidenses más importantes del siglo XIX. Lideró el movimiento trascendentalista, que hacía énfasis en la importancia de la individualidad. La idea mencionada es repetida varias veces en su obra, y aparece en Self-Reliance (Confianza en uno mismo), su “ensayo insignia” de 1841.

7Thomas De Quincey (1785-1859), escritor inglés famoso por popularizar la “literatura de confesión” respecto a las adicciones, en su obra Confessions of an English Opium-Eater (Confesiones de un adicto al opio). La obra citada, “On the Knocking at the Gate in Macbeth (“Los golpes a la puerta en Macbeth”), de 1823, es una crítica literaria a Shakespeare donde el autor inaugura el estilo de análisis emocional-psicológico para acercarse a la comprensión de una obra.

8Liu Xi (刘熙) fue un erudito de la dinastía Han Oriental (25-220) y escribió sus principales trabajos alrededor de 160-180. Su diccionario etimológico Shī míng influyó poderosamente en la idea de que existen correlaciones de significado entre palabras homófonas, así como entre caracteres que comparten ciertos trazos en sus estructuras.

9窗,聪也;于内窥外,为聪明也。(Chuāng, cōng yě; yú nèi kuī wài, wèi cōngmíng yě). La frase está escrita en chino clásico. En chino moderno puede ser explicada de esta forma: 在窗的下面, (宝盖头下面) 那个是聪的一部分 (繁体) 其 实意思是, 能从窗外看出去是真正的聪明。Donde se hace notar que ventana (窗) e inteligencia (聪) comparten trazos y, por lo tanto, hay una relación de significado entre ellas.

10Gottfried Keller (1819-1890), poeta y novelista suizo que impulsó el estilo del realismo literario en sus obras. Su poema “Abendlied”, de 1879, es uno de los más famosos en lengua alemana y ha sido extensamente analizado, criticado y hasta musicalizado.

11Mencio (孟子)(372-289a.n.e.), natural del estado de Lu(魯) durante el periodo de los Reinos Combatientes (战国时代, Zhànguó Shídài), es, junto con Confucio, el principal maestro de la teoría de la buena conducta y la ética social.

12Maurice Maeterlinck (1862-1949), escritor, ensayista y dramaturgo belga, ganador del Nobel de Literatura en 1911. Figura importante en el movimiento simbolista, su obra más conocida es L’Oiseau Bleu (El pájaro azul) (1908), de donde Qian menciona la escena.

13Johann Peter Eckermann (1792-1854), escritor y poeta alemán, es famoso por su obra Gespräche mit Goethe (Conversaciones con Goethe), fruto de su relación con J. W. von Goethe (1749-1832) durante los últimos años de la vida de éste. Se encargó además de publicar sus obras póstumas y de editar sus obras completas en 40 volúmenes en 1840.

Nombre del autor con caracteres chinos: 钱锺书

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