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Historia mexicana

versão On-line ISSN 2448-6531versão impressa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.73 no.3 Ciudad de México Jan./Mar. 2024  Epub 22-Jan-2024

https://doi.org/10.24201/hm.v73i3.4474 

Reseñas

Sobre Federico Martocci, Con los pies en el surco. Instituciones estatales y actores de la ciencia agropecuaria en La Pampa (1958-1983)

Netzahualcóyotl Luis Gutiérrez Núñez1 

1El Colegio Mexiquense, A.C.

Martocci, Federico. Con los pies en el surco. Instituciones estatales y actores de la ciencia agropecuaria en La Pampa (1958-1983). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Prometeo Libros, 2020. 280p. ISBN: 978-987-833-177-5.


Hace casi 20 años, Deborah Fitzgerald escribió un breve artículo en el que analizó el proceso de descualificación de los agricultores en la franja maicera estadounidense, como resultado del ascenso de una agricultura basada en conocimientos elaborados en universidades y estaciones experimentales.1 Para el caso de América Latina, entre las décadas de 1940 y 1980, ese proceso fascinante y traumático fue liderado por el Estado, por medio de proyectos de modernización agraria vinculados a una economía política que privilegió el desarrollo industrial. Poca importancia, sin embargo, le ha concedido la historiografía de la región a tal proceso, por lo que el libro de Federico Martocci no sólo es una importante aportación por su estudio de caso, también es ya un modelo para el estudio de la emergencia de una agricultura intensiva que desarticuló las prácticas de gestación de nuevos conocimientos y técnicas, de aquellas otras involucradas directamente en la producción. Por lo anterior, esta reseña es, además de una breve relatoría del libro, una invitación para que se realicen más estudios de este tipo, lo que ayudaría a tener una imagen más nítida no sólo de las políticas de desarrollo agropecuario en la segunda mitad del siglo pasado en América Latina, sino también de los vericuetos de las ciencias agrícolas en sus andares por los surcos y las granjas de los distintos países de la región.

El libro está dividido en tres capítulos. El inicial plantea el problema principal que ocupa al autor: el Estado argentino y su preocupación por construir instituciones de investigación y educación, así como por capacitar a los ingenieros y veterinarios que conducirían a la modernización de La Pampa seca. En esa área marginal de una de las regiones más productivas del mundo, Martocci propone descentrar al Estado para estudiar a dichos ingenieros y veterinarios, no sólo como agentes que aplican políticas públicas, sino como sujetos proactivos de un proceso de construcción territorial que resulta de la intersección de planes, instituciones, conocimientos, tecnologías y recursos, en un contexto de coyunturas ambientales, políticas, económicas y de cooperación internacional que se entretejen en una explicación coherente y erudita.

Una problemática ambiental de suma relevancia para la narrativa del libro es la sequía. En la década de 1950, los efectos de ese fenómeno meteorológico sobre el suelo y la productividad agraria abrieron espacio para la intervención del Estado argentino. En esa coyuntura, la ciencia y la técnica se convirtieron en instrumentos para la construcción de una gestión estatal distinta en contextos agrarios como La Pampa seca, pues permitieron pensar en la transformación del paisaje agrario por medio de nuevas prácticas agropecuarias. Alternativas técnicas novedosas desplazarían los límites territoriales y ecológicos de la producción agraria de alto rendimiento, integrando la parte semiárida de la provincia pampeana a su rica y húmeda sección oriental.

Dichas alternativas, cabe resaltar, emergen en el libro de un escenario fértil de intercambios científicos y técnicos entre Argentina y Estados Unidos. Dos décadas antes, en las Grandes Planicies estadounidenses la tragedia ambiental conocida como dust bowl generó una respuesta gubernamental basada en políticas de conservación que racionalizarían el uso del suelo y aumentarían su productividad.2 Así, además de que el libro expone un cierto paralelismo ante problemáticas ambientales y agrarias entre el Sur y el Norte de América, resultado de la combinación de sequías y de la sobreexplotación de los recursos nativos, también ofrece una mirada a la colaboración entre instituciones y agentes científicos, así como a la circulación internacional de alternativas tecnológicas para afrontar problemáticas semejantes en distintos países y latitudes. Por medio de la comparación de ambas experiencias, el libro permite plantear una hipótesis: al parecer, los proyectos de modernización agrícola en Estados Unidos y América Latina, después de la crisis de 1929, iniciaron con una problematización, ecológica y de economía política, del uso agrario del suelo y del agua.

Otro tema importante que aparece desde el capítulo uno, pero que atraviesa la obra completa, es el desarrollismo. Modernizar la pampa seca pretendía solventar dilemas ecológicos y productivos y también políticos. El Plan de Desarrollo del Oeste, formulado por el gobierno argentino a fines de la década de 1950, muestra similitudes con otros proyectos desarrollistas de Estados Unidos y otros países de América Latina, que buscaban modernizar áreas consideradas atrasadas, sobre todo de secano. Cabe decir que esas áreas se convirtieron, y no sólo para el caso de La Pampa, en retos que proporcionaron legitimidad a proyectos políticos y científicos nacionales, pero, a la vez, establecieron los contornos y límites de las políticas desarrollistas. En este sentido, la idea de modernizar La Pampa seca constituyó una fuente de legitimidad, con sus matices, para gobiernos democráticos o dictaduras militares. Asimismo, la modernización de esa región señala un nuevo derrotero de la construcción estatal, en la que los discursos, instrumentos y agentes científicos estatales juegan un papel fundamental en la transformación del medio rural argentino en la segunda mitad del siglo XX.

Tecnificar la producción y racionalizar el uso del suelo y el agua fueron vértices de los proyectos de modernización de La Pampa seca. Pero, ¿cómo modernizar? ¿Para qué y para quién? Estas preguntas dirigen el capítulo 2, donde el autor profundiza en el análisis del proceso de cambio institucional que ocurrió a nivel provincial y nacional. En la década de 1950 se establecen instituciones que operaron el Plan de Desarrollo del Oeste: la Escuela de Agricultura y Ganadería (1952), la Estación Experimental de Anguil (1954) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) (1956); esta última actuaría como entidad centralizadora de la acción del gobierno federal. Estas instituciones lideraron las transformaciones productivas, y conformaron lo que el autor denomina “un campo agronómico a nivel local”, lo que constituyó un primer paso en la territorialización de los planes de de sarro llo estatales. Sin embargo, esta institucionalización del saber agronómico tuvo un doble reto: por un lado, la construcción de cartografías agrarias como soporte de los planes desarrollistas del gobierno federal y del provincial; por otro, adecuar los saberes agronómicos y veterinarios foráneos, pero también nacionales (de universidades de la provincia de Buenos Aires), a nuevas necesidades. Estos retos resultaban de planes estatales que antecedían a los conocimientos necesarios para llevarlos a cabo sobre la geografía y recursos agrarios. Para subsanar lo anterior, en las décadas de 1960 y 1970, en las instituciones señaladas se elaboraron inventarios y mapas para dirigir los planes modernizadores, a la vez que el proceso de adecuación de saberes alcanzaría su cenit con la instauración del Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas.

La cronología del cambio institucional que analiza Martocci muestra similitudes con lo sucedido en México a partir de la década de 1950, en el contexto de los dilemas que plantearon el surgimiento de una nueva agronomía, la planificación estatal de la modernización agraria y el diseño de espacios geográficos adecuados para la intervención de nuevos conocimientos y tecnologías. Por aquellos años, en diversos estados mexicanos se establecieron instituciones, estaciones experimentales y escuelas superiores de agronomía, que actuarían de manera coordinada para crear agriculturas y ganaderías más productivas. Estaríamos entonces ante la configuración de un modelo de modernización y desarrollo agrario de mayores alcances en términos geográficos, con una creciente influencia de la agronomía y los agronegocios estadounidenses.

Ese modelo de alcances más amplios se advierte en el libro en el funcionamiento y operación del cambio institucional. Ingenieros como Juan Carlos Lasalle o Guillermo Covas, así como alumnos suyos, generaciones de la Escuela de Agricultura y Ganadería o de las nacientes facultades de Veterinaria y Agronomía de la Universidad Nacional de La Pampa (1958), buscaron alternativas de conservación no sólo en el laboreo de la tierra, o en mejores técnicas de riego, sino también en plantas capaces de contener la desertificación y de sobrevivir a condiciones de continuo estrés hídrico. Las plantas, además, debían adecuarse a las exigencias de un proceso alterno, ya no ambiental sino económico: incrementar la cantidad de forraje, sobre todo en invierno, para el impulso de la ganadería. Entre las soluciones posibles, el pasto llorón tuvo un papel importante en los éxitos de los planes estatales. Esta gramínea perenne africana permite volver la mirada al hemisferio norte. Los recorridos del ingeniero Covas por Sudáfrica y Estados Unidos, en busca de biotipos del llorón capaces de adaptarse a La Pampa seca, muestran semejanzas con otros agentes y otras plantas que han sido alternativas biológicas para agroecosistemas secos en Estados Unidos y México, uno de cuyos ejemplos más importantes ha sido el sorgo.

En efecto, el pasto llorón, en combinación con otros forrajes, como el sorgo negro o la alfalfa, fue un factor para que La Pampa seca transitara de la ganadería caprina a la vacuna, así como para su articulación con la industria cárnica y lechera. Es así como otro factor ambiental aparece en el relato de Martocci, pues el pasto llorón enlazó disciplinas científicas, un agroecosistema seco y la conformación de un nuevo modelo productivo que apuntaló el ascenso técnico y político de expertos agrarios: veterinarios y agrónomos. Por otro lado, dicha transición tuvo otros actores, pues empresarios agrarios participaron, mediante la Asociación Agrícola Ganadera de La Pampa, que se involucró en los proyectos estatales en un doble papel: como impulsor, en el caso de la racionalización de los recursos y el afán de incrementar la productividad, y como freno respecto de los planes de reforma agraria. En vez de una redistribución estatal de la tierra, la Asociación se decantó por la modificación de “la estructura productiva”, por medio del fomento a la productividad y el castigo a la ineficiencia -tanto del latifundio como del minifundio-, por medio de instrumentos crediticios y fiscales. Esta visión, según parece, se impuso y la concentración de recursos se consolidaría en la estructura agraria y productiva de La Pampa seca en los años sesenta y setenta del siglo pasado. Asimismo, la articulación entre ciencia, técnica y negocios dio continuidad al proceso de cambio tecnológico, que constituirá nuevas actividades productivas y un tipo de productor disciplinado según la nueva lógica de la división del trabajo entre universidades y estaciones, y campos de cría o cultivo.

La creación de ese nuevo productor es el tema central del capítulo 3, tarea que recayó en instituciones estatales, el Servicio de Extensión y Fomento Agropecuario, y organismos privados, caso de los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA), ambos es ta bleci dos en el último lustro de la década de 1960. Desde una perspectiva estatal, que es la que analiza con mayor detenimiento el libro, la problemática de la extensión planteó dos necesidades. La primera, articular la investigación y la enseñanza a partir de la elaboración de planes de estudio y la formación de plantillas profesorales que estuvieran acordes con los planes de modernización estatales y los proyectos de investigación del INTA. La segunda, la configuración de estrategias de organización y de divulgación de los conocimientos y tecnologías generados en dichos proyectos.

Una vez más, la cronología de los proyectos de extensión muestra similitud con los que se observan en otros países latinoamericanos, en algunos casos de la mano de la cooperación técnica de la Fundación Rockefeller. Igual que en otras latitudes, además de la promoción de innovaciones, la intención fue crear un nuevo sujeto agrario, receptivo a los cambios promovidos desde la investigación. Siguiendo el modelo de extensión estadounidense, aparecen en la explicación de Martocci los clubes juveniles y femeniles que difunden nuevos patrones productivos y domésticos en los hogares rurales. A la par, la academia agronómica y veterinaria va construyendo espacios de intercambio para plantear problemáticas productivas y consensar soluciones científicas. Por su parte, desde el CREA los empresarios agrarios articularían su liderazgo tecnológico con la actividad científica y académica de las estaciones de investigación y los centros de enseñanza.

El tercer capítulo, que refiere el ascenso y consolidación de un modelo productivo, así como de la construcción de ese nuevo sujeto agrario, muestra las contradicciones del proyecto estatal iniciado en la década de 1950. Una de esas contradicciones es que, en el papel, ese nuevo sujeto participaría de manera activa en la transformación del entorno agrario, pero, en la realidad, los proyectos de extensión operaron en varios períodos de dictadura. Los gobiernos militares, sobre todo en los años setenta, persiguen a los expertos involucrados en el extensionismo, tras lo cual asoma el miedo a la ruralidad marginada de los proyectos de desarrollo en el marco de la Guerra Fría. En este sentido, la comparación con otras experiencias latinoamericanas de extensionismo agrario es, por medio del estudio de Martocci, una invitación abierta. Otra contradicción proviene de la intención de los gobiernos militares de fines de la década de 1970 de tomar distancia del peronismo en el ámbito agrario, lo cual plantea un problema. Tal parece que apenas el plan instrumentado en La Pampa seca comienza a tomar forma, el propio Estado lo boicotea mediante un viraje de economía política. Esto se advierte no sólo en el privilegio de la escala, sino también en que la difusión de la innovación luce sesgada hacia productores de carácter empresarial, dejando de lado su anterior énfasis en la educación de las comunidades agrarias. A nivel superior, incluso, la educación no consiguió articularse de la manera esperada con la investigación en Anguil.

Así, a principios de los años ochenta el modelo de desarrollo agropecuario de La Pampa seca deja a un lado una parte de su base social y se incrusta en un patrón nacional de corte empresarial. Los empresarios habrían sido los principales beneficiarios de la descualificación del carácter imitativo de la innovación que antecedió a la llegada del Plan de Desarrollo del Oeste, de la misma manera que ocurrió en el Medio Oeste estadounidense, de acuerdo con Deborah Fitzgerald.3 Hablar de los empresarios y de su agencia en la transformación de La Pampa seca permite interrogar desde distintos ángulos a la excelente investigación de Martocci: ¿Las instituciones estatales argentinas gestionan o sólo participan del desarrollo agropecuario de La Pampa seca? ¿En qué medida las comunidades rurales y los poderes locales inciden o no en el derrotero y virajes de ese modelo de desarrollo? ¿Cómo se dirimió, en términos políticos, la relación tecnológica entre empresarios e instituciones pública? ¿De qué manera incidió la gestión tecnológica empresarial en las prácticas institucionales, académicas y de investigación públicas? Estas preguntas sugieren problemas que formarían parte de una agenda de investigación futura sobre un proceso de modernización agraria que fue irrefrenable, a pesar de los vaivenes de la política federal y provincial. Lo anterior se explicaría, en buena medida, por la pluralidad de actores que participaron en las transformaciones edáficas, hídricas y productivas del paisaje agropecuario de La Pampa seca argentina en la segunda mitad del siglo pasado, pero también por el dominio que fueron ejerciendo algunos de ellos mediante la interacción de instituciones y prácticas tecnológicas, económicas y políticas. En suma, la propuesta de Martocci de descentrar al Estado para estudiar el cambio institucional, agrario y tecnológico en Argentina, pero también en América Latina, aún dará más frutos de investigación en los años venideros.

1Deborah Fitzgerald, “Farmers Deskilled: Hybrid Corn and Farmer’s Work”, en Technology and Culture, 34: 2 (1993), pp. 324-325.

2Sarah T. Phillips, This Land, This Nation. Conservation, Rural America, and the New Deal, Nueva York, Cambridge University Press, 2007, pp. 44-46.

3Deborah Fitzgerald, “Farmers Deskilled: Hybrid Corn and Farmer’s Work”, en Technology and Culture, 34: 2 (1993), p. 342.

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