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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.73 no.3 Ciudad de México ene./mar. 2024  Epub 22-Ene-2024

https://doi.org/10.24201/hm.v73i3.4469 

Reseñas

Sobre Francie Chassen-López, Mujer y poder en el siglo XIX. La vida extraordinaria de Juana Catarina Romero, cacica de Tehuantepec

Lee M. Penyak1 

1University of Scranton

Chassen-López, Francie. Mujer y poder en el siglo XIX. La vida extraordinaria de Juana Catarina Romero, cacica de Tehuantepec. México: Taurus: Penguin Random House Grupo Editorial, 2020. 517p. ISBN: 978-607-318-346-8.


Imagínense los retos de hacer una investigación minuciosa e imparcial sobre un personaje femenino que ha sido difamado por sus rivales contemporáneos, trivializado por historiadores y pintado en los medios de comunicación como un cazafortunas cuyo éxito y riqueza se debían a sus favores sexuales con hombres poderosos. En el caso de Juana Catarina Romero, la “cacica de Tehuantepec”, la protagonista de esta excelente biografía e historia escrita por la doctora Francie Chassen-López, esta tarea se torna aún más difícil por la falta de un archivo personal centralizado de la vida de Romero y porque muchos de sus documentos fueron destruidos en una inundación y otros quemados. Por eso, Chassen-López se dio a la monumental tarea de entrevistar a los descendientes de Romero y analizar los pocos documentos provistos por ellos, buscar documentos en varios archivos públicos, indagar en periódicos de la época y consultar innumerables libros de historia y relatos de viaje. El resultado final es un libro que examina los desafíos y las contribuciones de Romero, sin distorsionar su importancia ni perdonar sus fallas, contribuyendo así a comprender mejor no solamente su vida sino la historia de Tehuantepec y de todo Oaxaca durante el “largo siglo XIX.

La línea de tiempo del estudio traza la vida de Juana Catarina Romero desde su nacimiento en 1837 hasta su muerte en 1915. El libro contiene ocho capítulos, una introducción y conclusiones. Los temas abarcan su juventud y la condición de la mujer en Tehuantepec en las primeras décadas de la nueva república, su papel durante la Guerra de Tres Años y la Intervención francesa, su fama como empresaria, la importancia de la indumentaria tehuana, su notable filantropía, su ascenso como cacica, su auge durante el porfiriato, el ocaso del porfirismo y la muerte de la protagonista. Incluye abundantes notas y un llamativo suplemento de 16 páginas con fotos impresas en papel satinado.

La autora escribe con confianza sobre la historia de Tehuantepec. Es la historiadora ideal para realizar este trabajo debido a sus décadas investigando la región y el respeto ganado por su libro merecidamente premiado sobre la historia de Oaxaca, From Liberal to Revolutionary Oaxaca: The View from the South, Mexico 1867-1911, Pennsylvania, The Pennsylvania State University Press, 2004.

Juana Catarina Romero era hija única de una madre soltera de origen humilde. Durante su juventud fue analfabeta y trabajaba como vendedora ambulante de cigarrillos. Su vida cambió rotundamente durante la Guerra de Tres Años, en la que sirvió de espía para los liberales y conoció al joven capitán Porfirio Díaz. Sus detractores con je tura ron sin pruebas que hubo un amorío entre los dos. Por sus servicios recibió dinero que invirtió en negocios tales como la compra y venta de añil y cacao para transportarlos en mula a la ciudad de Oaxaca. Pocos años después, Romero les dio su apoyo a los conservadores durante la Intervención francesa y comenzó una relación de pareja con Remigio Toledo, el prefecto imperial de Tehuantepec, que duró hasta 1867-una relación que Porfirio Díaz nunca criticó ni reprendió-. Chassen-López cree que esa relación y los fondos que recibió de Toledo “[…] sí fue un factor importante en el origen de la fortuna de Juana Cata” (p. 126). Aprendió a leer en la década de 1860 para poder administrar mejor sus empresas. Llegó a figurar entre los comerciantes y agricultores más exitosos de Oaxaca. Entre sus muchos logros económicos destacan la construcción de tiendas, la compra de parcelas de tierras, la construcción de su primera casa en 1874, el cultivo de caña y la refinación del azúcar para la producción de aguardiente en su ingenio de Santa Teresa, que era la finca con el mayor capital de Tehuantepec en 1912. Empezó a viajar al extranjero (Europa, Estados Unidos, Cuba) para conocer las modas del lugar y textiles nuevos. En 1904 sus productos ganaron importantes premios en la Feria Mundial de San Luis Missouri. En 1908 su finca recibió el primer premio en la competencia mundial de azúcar en la Franco-British Exhibition en Londres. Uno de sus mayores logros personales fue la construcción de un gran chalet en 1911.

El capítulo 5 (“La filántropa”) trata de la gran influencia de Juana Catarina Romero en Tehuantepec y su enorme generosidad para el mejoramiento de su querida ciudad. Usó su dinero para crear escuelas gratuitas. Donó miles de pesos para el suministro de agua potable. Contribuyó con fondos para el embellecimiento de los parques de la ciudad, el mercado, el palacio municipal, el obispado y el cementerio. Subsidió una orquesta local. Como católica devota, era benefactora de la Iglesia y pagaba misas en la catedral. Su decisión de permanecer viviendo en Tehuantepec demuestra su compromiso y fidelidad con el lugar y su gente.

A pesar de la empatía natural que los historiadores pueden desarrollar por alguien después de estudiar su vida por años, Chassen-López logra mantener la neutralidad en su relato. Dice la autora, “[…] Juana Cata tampoco fue ninguna santa” (p. 316); “[…] siempre respaldó las instituciones patriarcales […] Jamás fue feminista; no abogó por ampliar los derechos de la mujer (ni, que se sepa, de los indígenas), mucho menos por el voto, y como era la costumbre, les pagaba menos a sus jornaleras que a sus jornaleros” (p. 320).

El capitalismo y su filantropía le otorgaron respetabilidad, aunque no siempre respeto, entre sus rivales hombres en Oaxaca. Tuvo que enfrentar y navegar los prejuicios de la época, pues ni conservadores ni liberales creían en la igualdad de género y por lo general pensaban que la mujer debía ser recatada y relegada a la esfera doméstica. A pesar de esto, Romero siempre actuaba como una mujer independiente y de carácter y logró competir exitosamente con hombres. Algo a su favor, argumenta Chassen-Lopéz, era que las istmeñas desde tiempos prehispánicos ocupaban espacios públicos y sobresalieron como vendedoras y comerciantes, lo cual quizá le brindó más oportunidades de prosperar de las que hubiera tenido en otros lugares de México. Nunca se casó y no tuvo que estar bajo la tutela de un esposo.

Para ascender en ese mundo, Romero formó alianzas estratégicas con hombres poderosos -ninguno más importante que el presidente Porfirio Díaz, con quien mantuvo correspondencia y de quien a veces recibió cartas de apoyo o intervención durante disputas con rivales económicos-. Su amistad con el presidente se hizo evidente cuando se encontraron (en presencia de la esposa de Díaz) en la inauguración del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec en 1907.

Los rumores en torno al supuesto amorío entre Romero y Díaz han generado gran disgusto a la familia de Romero y sus admiradores. El mejor ejemplo de cómo este rumor ha opacado el importante legado de esta fascinante persona es la telenovela El vuelo del águila, transmitida por Televisa en 1994 y 1995, donde Juana Catarina era representada “[…] como la exótica agresora sexual que de noche sorprende a Porfirio en su recámara y lo seduce” (p. 97). En distintas partes de la obra (pp. 95-97, 315-317, y 442-443 [n. 78]), la autora saca a la luz errores sobre la vida de Romero en esta producción, así como en libros de historia. Como asevera la autora después de un exhaustivo estudio, “No hay prueba de un amorío entre Porfirio y Juana Cata […] Tampoco hay prueba para negarlo” (p. 95). Lo que sí asegura la autora es que: “[…] Romero construyó una fundación sólida para su poder y ella no surgió como la cacica de Tehuantepec porque alguna vez fuera la amante del general Díaz o del coronel Remigio Toledo. No hay duda de que se aprovechó de esas relaciones; pero sólo pudo aprovecharlas gracias a su inteligencia innata, su gran habilidad para los negocios, su astucia y su ambición” (p. 317).

Los lectores que lean las 100 páginas de “Notas” serán bien recompensados por su tiempo. Más que solamente listas completas de referencias y fuentes bibliográficas, estas notas le permiten al lector familiarizarse con varias historias secundarias y entender mejor cómo la autora obtuvo los datos que apoyan sus conclusiones. Por ejemplo, cuando describe en un capítulo la visita de Charles Brasseur a Tehuantepec en 1859 para trabar amistad con los liberales durante la Guerra de Tres Años, la autora añade en una nota que se reunieron en una casa particular y que “Esta casa todavía existe y pude visitarla […] y es interesante que en el techo del cuarto interior de la esquina hay una salida que parece ser una escotilla de emergencia” (p. 437, n. 22). Más adelante, cuando la autora describe los intereses empresariales de Romero, menciona en una nota, “El experto sobre la banca porfiriana, doctor Thomas Pasananti, se sorprendió cuando le dije que Juana C. Romero había sido representante de Banamex en esos años; no tenía noticia de la existencia de la firma de una mujer que manejara una sucursal” (p. 502, n. 54). En otras ocasiones, se deja entrever la experiencia altamente gratificante que debe haber sido seguir las pistas de documentos fundamentales de la vida de Romero. Por ejemplo, al referirse a su hallazgo del testamento de Romero en el Archivo Judicial del Estado de Oaxaca, la autora escribe que “fue emocionante” descubrir el testamento de Romero porque no estaba identificado como tal y “porque de las primeras páginas hay sólo fragmentos. Hasta que vi el nombre ‘Juana’ me di cuenta de lo que tenía en mis manos” (p. 516, n. 101). Los historiadores que hemos pasado incontables horas en archivos buscando una aguja en un pajar nos sentimos identificados con su alegría.

Hay áreas donde el libro podría mejorarse. A mi parecer, la autora tiende a citar de forma excesiva en lugar de parafrasear. Algunos temas son repetitivos y aparecen en capítulos distintos. Me pregunto si el capítulo 4 (“El traje de la tehuana”) en su forma actual debe formar parte de este libro a pesar de lo interesante de su contenido. Su inclusión rompe el cuidadoso esquema histórico empleado por la autora hasta este punto del libro y mucha de esta información ya está disponible en un artículo que publicó en la revista The Americas (2014). Falta un buen mapa de la República Mexicana más otro de las regiones del Pacífico Sur y del Golfo de México que incluya los pueblos, ciudades y ríos que se mencionan en el libro. La ausencia de una lista bibliográfica es problemática, ya que cuando una fuente se cita más de una vez, solo la primera cita aparece en las notas con la información bibliográfica completa, por lo que rastrear menciones posteriores es dificultoso. Tampoco se incluye un índice. En fin, la eliminación de redundancias y más cuidado en la edición habrían convertido este libro de 416 páginas (sin notas) en uno más manejable y conciso. Una edición así será de mucha utilidad en clases universitarias enfocadas en la mujer y asuntos de género.

Se nota claramente en los “Agradecimientos” y en las “Notas” que la autora tiene un profundo respeto por los tehuanos y su historia. Chassen-López merece ser felicitada por haber dedicado tantas décadas de investigación a la realización de este riguroso estudio. La autora no escatimó esfuerzo alguno para verificar fuentes y separar los hechos de la ficción. Si acaso un medio de comunicación decidiera examinar de nuevo la relación entre Porfirio Díaz y Juana Catarina Romero, debería consultar con la historiadora Francie Chassen-López para asegurarse de que el tratamiento que reciba Romero sea una exploración y no una explotación de su vida.

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