SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.73 número3Petrocultura, nación e identidad nacional en México, 1914-1937Algunas aportaciones historiográficas de Adolfo Gilly índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.73 no.3 Ciudad de México ene./mar. 2024  Epub 22-Ene-2024

https://doi.org/10.24201/hm.v73i3.4703 

Artículos

El grupo "20 de octubre" y la Unión Patriótica Guatemalteca, 1955-1964. Capítulo olvidado del exilio revolucionario guatemalteco en México

The October 20 Group and the Guatemalan Patriotic Union, 1955-1964: A Forgotten Chapter of the Guatemalan Revolutionary Exile in Mexico

Arturo Taracena Arriola1 

Roberto García Ferreira2 

1Universidad Nacional Autónoma de México

2Universidad de la República, Uruguay


Resumen:

Este texto aborda el origen, las motivaciones de sus protagonistas y también el ocaso de la Unión Patriótica Guatemalteca, capítulo olvidado de la historia del exilio revolucionario guatemalteco en México. A la vez, el trabajo constituye apenas un aspecto de una temática mayor que es la del doloroso exilio que, tras el golpe de 1954, dispersó a numerosos dirigentes, sindicalistas, maestros y estudiantes -no solamente guatemaltecos- por varios países de América Latina durante la primera etapa de la Guerra Fría. El trabajo se sustenta en fuentes primarias que provienen, prioritariamente, de diversos repositorios públicos y privados latinoamericanos.

Palabras clave: Guatemala; exilios; Guerra Fría; México; Cuba

Abstract:

This article addresses the origins, motivations and decline of the Guatemalan Patriotic Union, a forgotten chapter in the history of Guate ma lan revolutionary exiles in Mexico. At the same time, this article constitutes one part of a larger theme, that of the painful exile following the 1954 coup, which dispersed many social leaders, union organizers, teachers and students -and not just Guatemalans- to various countries throughout Latin America during the first stage of the Cold War. This article is based on primary sources that are largely found in public and private repositories across Latin America.

Keywords: Guatemala; exiles; Cold War; Mexico; Cuba

A Luis Cardoza y Aragón y Augusto Cazali Ávila,

quienes hicieron posible este artículo.

In memoriam

Introducción

Los hechos que derivaron en el derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz en 1954 constituyen uno de los acontecimientos más emblemáticos y estudiados de la historia de la Guerra Fría en América Latina. Desde el mismo momento en que se produjo, motivó una creciente literatura por medio de la cual, a medida que avanzaba la Guerra Fría, pudieron conocerse los principales móviles políticos, económicos e ideológicos del mismo debatiéndose también lo sucedido a la luz del impacto evidente que los hechos tuvieron en el marco de las relaciones de Estados Unidos con América Latina durante ese tramo de la contienda bipolar que antecedió a la irrupción del desafío cubano.

Parte importante de eso fue consecuencia de la desclasificación de documentos emprendida desde 1995 por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la que como se sabía desde 1960, se había involucrado ampliamente en los sucesos planificando lo que había sido un golpe secreto, victorioso y económico. En ese sentido no parece ocioso recordar, como escribiera el historiador contratado por la propia CIA para trazar una narrativa comprensiva del mismo, que la operación PBSUCCESS fue tomada como un modelo que se replicaría más tarde en Cuba, Brasil, República Dominicana y Chile, entre otros.1 Ello se añadía a los importantes trabajos que sobre la administración de Dwight Eisenhower publicaron Richard Immerman o Stephen Rabe y al pionero libro de Piero Gleijeses donde se exponía con profundidad el lado guatemalteco del golpe que tumbó definitivamente la “primavera democrática” en el país de la “eterna tiranía”.2

Sin embargo, los estudios sobre las relaciones interamericanas, y más concretamente el campo de trabajo sobre la historia de la Guerra Fría en América Latina, habrían de modificar el eje prioritario de atención incorporando nuevas perspectivas de análisis que permitieron renovar el marco interpretativo y desplazar el clásico molde que interpretaba el devenir internacional de los países latinoamericanos entendidos éstos como marionetas del poderío imperial estadounidense. Muy especialmente en los últimos tres lustros, la apertura y el acceso a nuevos archivos públicos y privados en numerosos países en América Latina permitieron a los investigadores incorporar al debate novedosas fuentes que ofrecen la posibilidad de reevaluar las relaciones con Estados Unidos discutiendo los márgenes de autonomía y las propias agendas que los actores regionales exhibieron ante el coloso imperial.

El giro historiográfico producido también ha dejado ver dos cuestiones no menos relevantes. Primero, la posibilidad de pensar en una Guerra Fría propiamente latinoamericana, como plantea Vanni Pettinà, con una cronología no siempre coincidente con la tradicional agenda de las grandes potencias.3 Segundo, la intensidad y densidad de una Guerra Fría de América Latina según la cual cada vez parece más evidente que la contienda global se cruzó -pero no creó- con conflictos locales y regionales preexistentes que eran parte de disputas sociales a su vez más amplias, entre las élites y los actores subalternos. De allí la tan mentada “larga Guerra Fría”.4

De todas formas, y más allá del creciente ensanchamiento del campo de estudios derivado de una perspectiva multifacética y multidimensional, hallazgos documentales recientes y ciertamente originales habilitan a pensar en la especificidad del espacio centroamericano-caribeño, una geografía notoriamente peculiar y diferente al resto de la región latinoamericana. Textos recientes basados en amplísimas labores de consulta e investigación en archivos regionales sugieren una intensidad y multiplicidad de conflictos entrelazados en los que el tradicional esquema global del enfrentamiento entre los Estados Unidos y la URSS no consigue ajustarse plenamente a lo sucedido en esa parte del mundo.5 Sorprendido ante el mundo que se le abría desde Tegucigalpa, un diplomático chileno informaba a la cancillería de su país: “Si se observan las relaciones diplomáticas entre los países de esta región y del Caribe, desde hace muchos años, se recoge la impresión que aquí fue inventada […] ‘la guerra fría’”.6 Tras escuchar a un avezado conocedor de la región, otro diplomático informaba sobre la particularidad del “Istmo Centroamericano” cuya “intrincada política” tenía “mil tejes y manejes” y donde, “hasta por circunstancias fortuitas, se entremezclan los sucesos”.7

Más allá de lo anteriormente expuesto, siguen siendo insuficientes los aportes que abordan el período inmediatamente posterior al golpe.8 El ahora disponible archivo privado de Eduardo Taracena de la Cerda, en el Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (CIRMA), permite ampliar y complejizar la historia del golpe incorporando una dimensión hasta el momento inédita: la que proviene de la documentación que conservó una figura muy cercana a Carlos Castillo Armas y que acerca interesantes registros sobre la forma como los vencedores del gobierno democrático instalaron una feroz dictadura entre cuyos cometidos primordiales estaba el evitar el regreso al poder de los gobernantes depuestos.9

Al otro lado del espectro, y siendo de los efectos escasamente atendidos hasta el momento, estaban los dirigentes revolucionarios, muchos de los cuales fueron obligados, por las violentas circunstancias que impondrían los “liberacionistas”, a un largo peregrinar por el exilio. Las rutas y lugares del mismo no han recibido atención particular hasta el momento, entre otras cosas por la dispersión que caracterizó al mismo, lo que obliga a labores de relevamiento de fuentes primarias solo atendibles desde una perspectiva transnacional que siga el derrotero de los principales puntos donde los exiliados fueron echando raíces. Este texto, sustentado en documentación inédita que proviene de repositorios ubicados en México, Uruguay, Honduras, Guatemala, Chile y Nicaragua, entre otros, procura dar cuenta del origen, las motivaciones de sus protagonistas y también del ocaso de la Unión Patriótica Guatemalteca, uno de los capítulos olvidados de la historia del exilio revolucionario guatemalteco en México. A la vez, el trabajo constituye apenas un aspecto de una temática mayor que es la del doloroso exilio que, tras el golpe de 1954, dispersó a numerosos dirigentes, sindicalistas, maestros y estudiantes -no solamente guatemaltecos- por varios países de América Latina durante la primera etapa de la Guerra Fría.

Una coyuntura de encierro como la que vivimos recientemente por causa de una pandemia, habilita a reflexionar sobre la dimensión de este concepto, en Guatemala muy presente desde que Alfonso Orantes sentenció en la década de 1930 que, en el país centroamericano, el destino de los demócratas y progresistas sólo podía ser “entierro, encierro o destierro”. La palabra cerrar viene del latín serare y éste de sera, cerrojo. Éste fue, primero, el caso de los varios cientos de guatemaltecos y refugiados latinoamericanos y republicanos españoles que optaron por asilarse políticamente entre finales de junio y últimos días de septiembre de 1954, a raíz de la caída del presidente constitucional Jacobo Arbenz. La decisión de éste de renunciar a la presidencia como consecuencia de un golpe de Estado por parte del Ejército implicó el arribo al poder de las fuerzas liberacionistas comandadas por el coronel Carlos Castillo Armas, el cual procedió a una feroz represión interna. Así, intentando evadir a la misma, numerosas personas, casi 800, optaron por asilarse en las embajadas de México, Argentina, Chile, El Salvador, Ecuador, Honduras, Brasil, Panamá, Costa Rica y Uruguay, donde permanecieron hacinados por espacio de tres meses. Se trató del primer exilio en masa de la historia latinoamericana.10 Entre ellos había dirigentes políticos, obreros, estudiantes, profesionales universitarios y otro tipo de exiliados, no importando si eran hombres, mujeres o niños.

En su mayoría, éstos optaron por México, país que, debido a su vecindad y tradicional política en materia de asilo, parecía el sitio natural desde el siglo XIX. Durante los más de tres meses que estuvieron encerrados en la embajada mexicana hubieron de vivir el desánimo de la derrota, las disputas por buscar responsables del derrumbe del período democrático, enfrentamientos de carácter partidario y aun xenofóbico entre guatemaltecos y españoles.11 Cuestiones similares tuvieron lugar entre los exiliados en las embajadas de Brasil, Chile y El Salvador, donde se vivieron momentos de tensión. A éstos se unieron aquellos que lograron pasar la frontera mexicana o salvadoreña por sus propios medios, o que, luego de ser capturados, fueron lanzados al otro lado de los ríos Suchiate y Paz por las nuevas autoridades castilloarmistas.

Indudablemente, quienes estuvieron sometidos a las mayores presiones durante el encierro diplomático fueron el expresidente Jacobo Arbenz Guzmán y su esposa, María Vilanova Castro.12 Estando ya en México, éstas aumentarían para ellos y los demás asilados por la búsqueda de espacios políticos, dinámicas reorganizativas, oportunidades laborales, amenazas, pedidos de extradición, así como la cuestión relativa al respeto a las reglas de asilo en cuanto a las posibilidades de expresión individual y partidaria. Todo haría que dentro del exilio revolucionario guatemalteco aumentasen las fracturas por razones organizativas, responsabilidades políticas y enemistades personales, con sus respectivos arreglos de cuentas.13

La CIA estaba muy al tanto de estas fricciones y, como muestran diversos documentos desclasificados, procuraba explotarlas propagandísticamente con la finalidad de quitarle legitimidad a los gobiernos revolucionarios de Arévalo y Arbenz. Se trataba, como se lee en uno de sus documentos relativos a los intentos propagandísticos por dañar la imagen de Jacobo Arbenz en 1957, de insistir con que, en el momento de mayor tensión, éste había abandonado el puesto sin luchar: “las ratas abandonan el barco que se hunde”.14 Tal clima facilitó el surgimiento de críticas públicas y privadas hacia el mandatario derrocado de parte del expresidente Arévalo y del escritor y exdiplomático Luis Cardoza y Aragón, el guatemalteco mejor ubicado en el plano político y cultural mexicano. Críticas hacia “el cuadro sombrío de junio” y la “desventurada renuncia”.15 Sin embargo, no le dispu ta ban a Arbenz su natural liderazgo político en la coyuntura, tal y como lo reconocía Arévalo desde Santiago de Chile al argumentarle a Cardoza y Aragón que, mientras Jacobo estuviera en México, sería imprudente su presencia allí, pues serviría “para dividir en lugar de unir”.16

Sin embargo, los efectos de la coyuntura y el conjunto de elementos personales y políticos llevaron al expresidente a tomar nuevamente una decisión personal poco afortunada al decidir dejar con su familia el suelo mexicano y trasladarse a Europa el 17 de diciembre, tan sólo a dos meses y medio de haber finalizado para sus partidarios el encierro en la sede diplomática de México. Tal paso haría que Arbenz perdiese su liderazgo y la oportunidad de regresar pronto a México, desde luego en ese momento la retaguardia de la resistencia democrática guatemalteca frente a los golpistas encabezados por Castillo Armas, la CIA y los varios dictadores regionales. Pronto dicha autoridad política pasaría a Arévalo. Cardoza lo vio y lo animó escribiéndole:

La prensa de hoy trae el cable -que aquí incluyo- que anuncia el próximo viaje de JA. El trabajo político hay que hacerlo siempre con perspectiva, mirando adelante. Tú puedes hacer mucho, seguramente más que nadie y debes hacerlo. Mucha gente está dispuesta a ello. Bien sabes lo que tienes enfrente, dentro y fuera de Guatemala, y no creo que muy fácil y prontamente, suelten su presa.17

Sin embargo, a Arévalo el gobierno de Ruiz Cortines no le permitió trasladarse a México estando ya comprometido con el giro político marcado por Washington, por lo que el guatemalteco tuvo que mantener su residencia en Santiago de Chile. Su archivo privado y fuentes mexicanas dejan al descubierto la tensa cuestión, ya que ni siquiera se le permitió ingresar como turista. El propio embajador mexicano en el país trasandino había dado la habilitación para su viaje, algo que comunicó al expresidente guatemalteco, que sin embargo fue notificado días más tarde, en la misma sede mexicana en la capital chilena, que lo mejor era esperar otra oportunidad.18

El 8 de agosto de ese año de 1955, Arévalo le explicaba por carta a Cardoza y Aragón: “Lástima que no me hayan dejado entrar a México. Algo habríamos avanzado. Pero el colaboracionismo es total, absoluto por ahora”.19 Arévalo rechazó hacer por escrito una solicitud de entrada al gobierno mexicano considerando que las condiciones que le impondrían no serían mexicanas, en directa alusión a las presiones estadounidenses sobre el propio México y también hacia Chile, donde residía tras el golpe.

El IMPASSE

En esas circunstancias, la confusión y el desánimo políticos se instalaron en buena parte de los exilados durante el primer semestre de 1955. Sería el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) el primero en concentrase en lograr una reagrupación de sus partidarios y en dar explicación de su actuación durante la renuncia de Arbenz. El papel jugado el 26 de junio de 1954 por el hasta entonces su secretario general convenciendo a Arbenz para que presentase su renuncia a la presidencia en un discurso -que él le redactó- tenía en el exilio un costo inconmensurable. Por eso mismo, la Comisión Política del Comité Central del PGT dio a luz un folleto impreso en México y conocido coloquialmente entre la militancia como el “documento de la magnesia”, donde se realizaba un análisis crítico y autocrítico de la revolución de 1944, de su derrota diez años después y del papel que en ella desempeñaron los comunistas guatemaltecos, a la par que llamaba a la resistencia.20 Asimismo, explicaba que en el seno del PGT se habían dado dos tendencias, los que estaban a favor de que el presidente renunciase y los que se oponían por considerar que existían condiciones objetivas para enfrentar la invasión mercenaria. Al final, el presidente se decantó por la primera de ellas, en gran medida presionado por razones familiares.21 Tal escrito tuvo un impacto directo entre los asilados guatemaltecos dispersos en toda América Latina, pues los obligó a reaccionar buscando reorganizarse y a enfrentar el desastre político en que había terminado la primavera democrática guatemalteca.

Y, aunque la autocrítica del PGT fue parte de un proceso de reflexión que se inició en México después del derrocamiento de Arbenz por los primeros miembros del Comité Central del PGT y dirigentes comunistas latinoamericanos que llegaron a este país desde Guatemala u otras partes, como fue el caso de los hermanos Gustavo y Eduardo Machado Morales de Venezuela, los cubanos Severo Aguirre del Cristo, Lázaro Peña, José Morera, Joaquín Ordoqui Mesa y Ladislao González Carvajal, quienes estuvieron apoyados por los mexicanos Dionisio Encinas, Concepción Pérez y Juan Pablo Sáenz, la situación del PGT era bastante incómoda entre los demás partidos latinoamericanos, pues lo responsabilizaban en gran medida por la derrota.22 Algo de eso puede advertirse en las fuertes críticas que llegaron desde la izquierda mexicana, donde leyeron con preocupación la postura del PGT guatemalteco ante la crisis del 54.23

En noviembre de ese año, la revista mexicana Cuadernos Americanos dio a luz la obra de Luis Cardoza y Aragón intitulada La Revolución Guatemalteca, en la que el escritor hacía una dura crítica al presidente Arbenz, a sus partidarios, y en especial al PGT por los resultados de la renuncia presidencial.24 Éste consideraba que había una obligación moral de enfrentar lo ocurrido analizando lo interno y sin situarlo todo en el patio del imperialismo. Arbenz había renunciado a lo irrenunciable, la soberanía guatemalteca, y el PGT no podía escudarse en que era políticamente muy joven, dato insuficiente para aceptar que no había estado a la altura de las circunstancias, aunque es cierto que el partido solamente era una parte de lo acontecido.25

El “grupo 20 de octubre”

Cardoza y Aragón señala que esta publicación, al igual que su libro antológico Guatemala, las líneas de su mano, eran parte de una decisión personal tomada por él, junto con Juan José Arévalo, Raúl Osegueda Palala, Manuel Galich, Guillermo Toriello Garrido y Miguel Ángel Asturias, de centrase a partir de finales de 1954 en la publicación de obras que señalasen al mundo lo ocurrido en Guatemala en plena Guerra Fría. De esa suerte, aparecieron, primero, de Cardoza y Aragón, El pueblo de Guatemala, la United Fruit Company y la protesta de Washington, México, Revista de Guatemala, febrero de 1954, y a finales de ese año la obra de Arévalo, Guatemala: la democracia y el imperio, México, Editorial América Nueva, 1954, y Buenos Aires, Editorial Renacimiento, 1955, también parecieron La Batalla de Guatemala de Toriello en Cuadernos Americanos; Operación Guatemala $$ OK $$ de Osegueda en América Nueva de México y, de Manuel Galich López, El tren amarillo, Buenos Aires, Ediciones Transición. Al año siguiente se les unirían Cómo opera el capital yanqui en Centroamérica: el caso de Guatemala, de Alfonso Bauer Paiz, en la Editorial Ibero-Mexicana; Por qué lucha Guatemala: Arévalo y Arbenz, de Manuel Galich, en Elmer Editor, Buenos Aires; Fábula del tiburón y las sardinas: América Latina estrangulada, de Juan José Arévalo, Buenos Aires Editorial América Nueva, y, ¿A dónde va Guatemala?, de Guillermo Toriello, en México, Editorial América Nueva.26

Las embajadas de la contrarrevolución guatemalteca dispersas en América Latina siguieron de cerca estas publicaciones y buscaron enfrentarlas intentando matizar la gravedad de lo que había acontecido mediando la intervención estadounidense. Hay también evidencia de que estos esfuerzos convergían con la agenda desplegada por la propia CIA como parte de la operación PBHISTORY,27 que buscaba quitar legitimidad al gobierno derrocado y asociarlo con la Unión Soviética,28 intentando convencer a la región latinoamericana de la peligrosidad que había entrañado la experiencia democrático radical guatemalteca.29 A la vez, se ponderaba en la misma línea a Castillo Armas, presentado como líder de la liberación del país de las garras del comunismo internacional. En ese sentido iban las publicaciones que emprendió la Secretaría de Divulgación, Cultura y Turismo de la Presidencia de la República de Guatemala que por medio de la Tipografía Nacional imprimió diversas obras.30

Sin embargo, y nuevamente desde la óptica de los revolucionarios exiliados, urgía crear una estructura con carácter unitario que aglutinase a la resistencia. Sin duda, en ello incidía la necesidad de no dejar “enfriar” las fuertes expresiones de solidaridad que para con Guatemala se habían observado en numerosos países latinoamericanos en el momento más álgido de la crisis de 1954. A la vez, parecía indicar la creciente internacionalización de actores que se concebían e intentaban actuar en un espacio transnacional. Aunque este es un tema amplio y aún carecemos de un estudio particular, en el archivo de la cancillería guatemalteca se conserva una carpeta donde se detallan telegramas cifrados informando al gobierno revolucionario de Arbenz de diversas expresiones en ese sentido.31

La primera estructura de resistencia y denuncia surgió en México, entre septiembre y octubre de 1955, por iniciativa de Toriello Garrido, con el respaldo de Cardoza y Aragón, pero ésta sólo se materializaría hasta el mes de diciembre. Se autodenominó grupo “20 de Octubre” en referencia a la revolución de 1944. El testimonio de Augusto Cazali Ávila, uno de los fundadores, señala que “se trató de reunir a los exiliados revolucionarios que no teníamos partido”, lo cual ratifica Luis Cardoza.32 Sus primeros integrantes fueron los tres antes mencionados más Raúl Osegue da, Raúl Sierra Franco, Salvador Piedrasanta, Luis Alberto Benítez Bone y Adolfo Chocano Becerra. Además, estaban militares que habían servido a los gobiernos revolucionarios. Los coroneles Eduardo Weyman Guzmán, Francisco Cosenza Gálvez, Adolfo García Montenegro y Amadeo Chinchilla Orellano.33 De hecho, el grupo nunca tuvo una directiva formal, aunque su alma era Toriello.

El 21 de diciembre de 1955, el grupo “20 de Octubre” hizo público su manifiesto de constitución intitulado Grupo “20 de Octubre”, México D. F., dividido en cuatro partes: objetivos, normas de trabajo, medios de acción y temas de discusión política colectiva. Entre los objetivos se enumeraron: 1) recuperación de la soberanía patria; 2) realización integral de la independencia patria; restauración de la democracia en Guatemala; 3) contra las fuerzas internas y foráneas que han destruido la soberanía y la democracia guatemaltecas. Para ello habría que excluir del grupo cualquier tendencia personalista o caudillista, partidaria o sectaria.34

Dentro de las normas de trabajo estaban: 1) establecimiento de estrecha colaboración con todas las organizaciones populares y los partidos políticos que constituían el frente interno en Guatemala; 2) establecimiento de estrecha colaboración con todas las organizaciones populares y los partidos políticos que constituían el frente en el exterior; 3) esfuerzos por coordinar las labores con todos los grupos operando en el extranjero; 4) propiciar el ingreso al grupo “20 de Octubre” de todos los exilados guatemaltecos en México o en otros países que estuviesen identificados con sus objetivos y no afiliados a otras organizaciones revolucionarias guatemaltecas; 5) velar por las condiciones personales de los exiliados; 6) divulgar en el exterior las condiciones del caso Guatemala; 7) establecer relaciones con todos los individuos y organizaciones extranjeras que por su posición e ideología pudiesen ayudar a la causa democrática guatemalteca y 8) estimular la constitución de sociedades de amigos de la Guatemala revolucionaria.

Respecto a los medios de acción del grupo se consideraba que las actividades simultáneas y dependientes de la lucha nacional interna se encaminaban a la difusión, examen, crítica y solución de los problemas de Guatemala, con aporte al estudio de problemas similares de América y el mundo, los cuales estaban encuadrados dentro del campo del derecho y al amparo de las disposiciones legales de los países donde actuasen (referencia especial a México) y de las herramientas jurídicas que garantizan la universalidad de los derechos humanos.

En torno a los temas de discusión política, era importante poner sobre la mesa algunos de los problemas creados por la intervención imperialista y el establecimiento del régimen castilloarmista, a saber: 1) constitucionalidad. El único ordenamiento jurídico para Guatemala era la Constitución de 1945; 2) colaboracionismo. Se consideraba antirrevolucionario y antipatrióticos los subterfugios de hacerlo, primero, bajo la forma de colaborar directamente con el régimen contrarrevolucionario bajo la pretensión de infiltrarse y tomar posiciones en cargos públicos y, segundo, participar como opositores en campañas electorales aceptando como bueno el nuevo ordenamiento jurídico promovido por el castilloarmismo, 3) el mito de la fortaleza del régimen. Luchar contra el efecto propagandístico de que el total apoyo de Estados Unidos al gobierno presidido por Castillo Armas hacía inútil la lucha. En ello habría que tomar en cuenta los cambios en la coyuntura internacional en favor de la causa democrática guatemalteca; 4) unidad. Se debía apoyar la más estrecha unidad entre las organizaciones populares, grupos revolucionarios y elementos independientes identificados con la recuperación democrática de Guatemala; 5) medios de lucha en el interior. Se recomendaba el uso de todos los medios de lucha encuadrados en el marco jurídico de la Constitución de 1945 y de las leyes de la República aprobadas por los gobiernos de Arévalo y Arbenz, tanto en el marco nacional como en el internacional; 6) acción publicitaria. Era necesario intensificar los esfuerzos por orientar la conciencia revolucionaria del pueblo de Guatemala y la opinión internacional divulgando las con dicio nes históricas del caso Guatemala: a) el papel de la intervención extranjera; b) la comparación de la obra nacionalista con la realizada por la contrarrevolución; c) estudios analíticos sobre temas como la economía, la educación, la salud, etc.; d) divulgación de las bases jurídicas que sustentaban el legítimo retorno al régimen constitucional del 45, y e) denuncia constante de la violación de los derechos humanos y la persecución política y social de los guatemaltecos por parte del castilloarmismo. En cuanto al 7), tendencias partidistas y personalistas, si bien dentro del movimiento revolucionario guatemalteco cabían todas las tendencias, ninguna de ellas comprendía la totalidad de las fuerzas en lucha. Por ello, respetando las fuerzas en cuestión, el grupo “20 de Octubre” consideraba que las proselitistas eran en ese momento inoportunas, en la medida en que obstaculizarían la unificación de las fuerzas revolucionarias guatemaltecas. Sólo un frente patriótico nacional, sin denominaciones personales o partidistas, podría llenar tal misión, por lo que habría que trabajar en tal dirección.

En ese camino trabajaría el grupo durante los primeros meses de 1956, hasta conseguir que en el mes de mayo se crease la Unión Patriótica Guatemalteca (UPG), integrada por los miembros del grupo “20 de Octubre”, el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), la Confederación General de Trabajadores de Guatemala (CGTG), la Confederación Nacional Campesina (CNC), el Partido Revolucionario Guatemalteco (PRG) y el Frente Universitario Democrático (FUD).

Un antecedente del grupo “20 de Octubre” y de la posterior Unión Patriótica Guatemalteca había sido el accionar de la Unión Popular Guatemalteca (UPG), que operó en México entre 1937 y 1938, denunciando al general Jorge Ubico (1931-1944) y apoyando en Chiapas diversas intentonas insurreccionales en su contra. Estaba integrada por diversos exiliados del régimen ubiquista, sobrevivientes de sus acciones represivas anticomunistas de 1932 -en el contexto de la matanza en El Salvador- y en contra de los opositores a su primera reelección, en 1934. Su comité ejecutivo estaba integrado por Miguel García Granados, Luis González, Carlos Arias, Ernesto Capuano del Vecchio y Horacio Espinoza Altamirano, quienes aprovecharon las páginas del diario La Prensa y las imprentas mexicanas para manifestarse públicamente a pesar de las restricciones que les marcaba la Constitución mexicana.35

La unión patriótica guatemalteca

El acta constitutiva de la UPG tiene fecha 3 de mayo de 1956 y consta de cinco páginas. Es un documento firmado por las siguientes entidades y personajes del periodo revolucionario guatemalteco. Por el grupo “20 de Octubre” signaron Raúl Osegueda Palala, Guillermo Toriello Garrido, Luis Cardoza y Aragón y el coronel Francisco Cosenza Gálvez; por el Partido Acción Revolucionaria (unificado) (PAR(U)) lo hicieron Augusto Charnaud MacDonald, Alfonso Solórzano Fernández, Alfonso Bauer Paiz y Julio Gómez Padilla; por el PGT (delegación en México), Bernardo Alvarado Monzón, José Alberto Cardoza Aguilar y el salvadoreño Virgilio Guerra Méndez, los tres miembros fundadores; por la Confederación General de Trabajadores de Guatemala estamparon su rúbrica Víctor Manuel Gutiérrez Garbín, Marco Antonio Cuéllar Lorenzana y José Luis Cáceres Rodríguez; en tanto que por el Frente Universitario Democrático hicieron lo propio Héctor Cabrera Guzmán, Edelberto Torres Rivas y Augusto Cazali Ávila.

El acta empezaba señalando que, por invitación del grupo “20 de Octubre”, los firmantes se habían reunido en la ciudad de México preocupados por la situación social, política y económica de Guatemala, lo que exigía, más allá de la ideología propia de cada institución participante, luchar de forma común para devolver la democracia al país. Ello implicaba buscar que se uniesen todas las fuerzas democráticas y patrióticas, sin distinción alguna, que actuaban en el interior y el exterior de la patria. Para tal efecto, la UPG se proponía: 1) realizar todos los esfuerzos para lograr tal unidad de las fuerzas democráticas; 2) colaborar en todo lo posible con las organizaciones del interior con el fin de impulsar la resistencia y trabajar por la unidad de todos los desterrados; 3) promover por todos los medios y formas la solidaridad con el pueblo de Guatemala.

Para ello, la UPG se proponía públicamente como organismo coordinador y estaba abierta a aceptar en su seno a nuevas organizaciones, en especial las campesinas, de mujeres y estudiantiles. Para ello, tendría un consejo directivo integrado por tres delegados de cada organización fundadora crearía comisiones de trabajo en el entendido de que cada organización tendría un voto y los acuerdos se darían por unanimidad.36 Como presidente de la misma fue electo por unanimidad Luis Cardoza y Aragón. Éste era un exilado revolucionario guatemalteco con una antigua e influyente presencia en la sociedad y el gobierno mexicanos, pues había llegado al país en 1932 y estaba perfectamente integrado a su establishment.

Cazali Ávila recuerda que, entre las actividades más importantes que la UPG realizaría poco después de ser constituida, estaban las protestas por los asesinatos de militares opositores a Castillo Armas en junio de 1956, los universitarios ametrallados ese mismo mes y año en la sexta avenida de la zona 1,37 la expulsión del país de los redactores de El Estudiante, la llegada de otros exilados, como el exalcalde de la ciudad de Guatemala, Luis Fernando Galich López y de los Licenciados Óscar Barrios Castillo y Max García Ruiz.38 De todas formas, lo más relevante sería el inicio de publicaciones de difusión y denuncias bajo su nombre.

La primera de ellas se intituló Unidad y organización para luchar por la soberanía y la independencia nacional. A los hombres, mujeres y jóvenes guatemaltecos, Habla la…, fechada en la ciudad de México en junio de 1956. Por la tipografía y el papel se deduce que fue impresa por Costa-Amic.39 Estaba dirigido “Al pueblo de Guatemala” y en el manifiesto se señalaba que el mes de junio había sido en la historia contemporánea de Guatemala un mes de grandes transformaciones. En junio de 1871 se había decidido el triunfo de la revolución liberal; durante ese mes de 1944 había empezado la caída del régimen ubiquista y en el de 1952 se había decretado la reforma agraria, pieza clave en la profundización de la reforma de la estructura socioeconómica del país. Asimismo, en junio de 1954 el pueblo había resistido la intervención mercenaria apoyada por Estados Unidos en convivencia con las dictaduras regionales de la República Dominicana y Nicaragua. Dos años después era necesario que los guatemaltecos rechazasen una vez más la intervención extranjera y la dictadura castilloarmista impuesta creando grandes organismos cívicos, políticos, culturales, sindicales, campesinos y obreros con los cuales se buscaría movilizar y dirigir a las masas para lograr el cambio.

En México, la UPG, conformada de forma unitaria por la GTG, el FUD, el grupo “20 de Octubre”, el PAR(U) y el PGT, alentaba las razones y fines de una unidad de los sectores democráticos, a la cual se debían integrar los jóvenes y las mujeres en la medida en que existieran las condiciones para luchar a fondo contra el castilloarmismo, que sólo contaba con el respaldo de Washington. Claro, tal unidad no significaba que los partidos y las centrales renunciasen a sus propios programas específicos de lucha ni que los diferentes sectores sociales abandonasen la defensa de sus intereses particulares. De ahí que debían hacerse esfuerzos para que junio de 1956 fuese fundamental en la lucha en contra de la opresión.40

Cinco meses más tarde, la UPG dirigía una carta a Dag Hammarskjöld, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la que exponía no sólo las características de la UPG, sino sobre todo una información completa sobre el caso de Guatemala. Con base en información gubernamental guatemalteca (Constitución, decretos, leyes, etc.), de la prensa nacional e internacional, de las organizaciones sindicales y de la propia ONU, la nota hacía una relación detallada sobre los antecedentes revolucionarios a partir del 20 de octubre de 1944 hasta la intervención imperialista de junio de 1954, refiriéndose a los actos de gobierno de los presidentes Arévalo y Arbenz.41 Cazali Ávila señala que en la redacción trabajaron Guillermo Toriello, Luis Cardoza y otros exiliados guatemaltecos, entre los que se encontraba él.42

No puede cerrarse este apartado sin señalar que la creación de la UPG en México trajo consigo la iniciativa de fundar en Argentina la Unión de Guatemaltecos en Argentina (UGA), a finales del año 1956. Ésta se dio por iniciativa de Manuel Galich López, quien estaba en constante comunicación con Toriello Garrido y Cardoza y Aragón. Raúl Osegueda era el enlace de aquéllos con Arévalo, exiliado en Santiago de Chile. Desde esta capital pasó a Buenos Aires. Las comunicaciones de los embajadores liberacionistas con la cancillería en Ciudad de Guatemala indica que estaban al tanto de sus movimientos, siempre pendientes de evitar que la articulación política desde el exterior pudiese incidir en el proceso interno.43

En tierras argentinas estaba el segundo más numeroso contingente de exilados tras el golpe contra Arbenz, unos 210. Según el testimonio de Carlos Enrique Dardón Herrera, después de la liberación de los guatemaltecos presos en la cárcel de Villa Devoto a finales de agosto de 1956, y a iniciativa de Manuel Galich, junto con Miguel Ángel Asturias, Julio René Estévez Rodríguez, Victoria Moraga, Roberto Paz y Paz y Emilio Sagastume, se fundó la UGA, la cual no pudo reunir a todos los exilados debido a la fragmentación ideológica.44 Por su parte, en sus Memorias, Antonio Obando Sánchez, otro de los exilados en Argentina, añade que la UGA logró obtener personalidad jurídica, lo que le permitió publicar el pequeño boletín Guatemala, financiado con el aporte económico de los guatemaltecos residentes en este país.45

Las otras actividades fueron conferencias y protestas públicas contra el gobierno castilloarmista, algo que desde la embajada de Guatemala en Buenos Aires se intentó contrarrestar financiando notas de prensa: “Seguiré instrucciones controlando pasos camaradas. Aquí han estado activos círculos comunistas, pero ahora tratamos anularlos mediante prensa, tribuna y acción diplomática”.46 Un proceder similar seguía su colega embajador de Guatemala en Montevideo, lugar donde, como consta en un cable remitido a la cancillería de su país, el diplomático tenía “contratados los servicios del periodista Washington Fernández, quien, por una cantidad pequeña, está haciendo una divulgación efectiva y discreta sobre aspectos fundamentales de Guatemala”.47

La “defensa” de la dictadura de Castillo Armas debía ser intensa en Montevideo: era la capital “más guatemaltecófila” de América Latina “sin discusión”, como escribía Arévalo a Luis Cardoza.48 Los contactos de alto nivel de Juan José Arévalo hacia todo el espectro político local, su cercanía con los intelectuales del influyente semanario Marcha y el respeto de los jóvenes estudiantes y profesores universitarios locales contribuía notablemente a mantener en alto la solidaridad con el derrotero autoritario de su país. Octubre de 1956 sería un mes propicio para ello: los estudiantes solicitaron el amplio paraninfo universitario para escuchar a Arévalo, como aquellos primeros días de junio de 1954 que presagiaban la invasión.49 Una conferencia en la sede del Partido Socialista local y una entrevista con Marcha explicitaron, una vez más, la denuncia de la intervención extranjera, su contribución al sostén de la dictadura y la necesidad de que la presión internacional contribuyera a horadar al régimen.50 En suma, corresponde añadir que los esfuerzos de Arévalo eran acompañados por su participación en las instancias de la Internacional Socialista, cuyo Comité Consultivo del Secretariado Latinoamericano tenía su sede en la capital uruguaya. De esos esfuerzos participaba un entusiasta dirigente, el chileno Federico Klein Reidel, cercano a Salvador Allende y exembajador en Guatemala cuando el golpe.51

En México, indudablemente, la actividad de la UPG no estuvo al margen del control policiaco de parte de la Dirección Federal de Seguridad, especialmente espiando a su presidente Luis Cardoza y Aragón. Kate Doyle ha señalado cómo en los archivos confidenciales de la Secretaría de Gobernación existentes en el Archivo General de la Nación hay una ficha sobre éste en la que se le denomina “escritor de filiación comunista” y se indica que “asiste a todas las reuniones del Grupo Comunista Guatemalteco denominado Unión Patriótica Guatemalteca, activo propagandista y admirador de la Revolución cubana. Elemento afín a Jacobo Arbenz”.52

La política de “reconciliación nacional”

El asesinato de Castillo Armas en julio de 1957 abrió una coyuntura electoral que, luego de los intentos fraudulentos por los liberacionistas para continuar en el poder, terminó despejándole la puerta a la presidencia al general Miguel Ydígoras Fuentes y a su partido, Reconciliación Democrática Nacional o Redención, en febrero de 1958. El nombre del partido revelaba una estrategia de campaña: se presentaría ajeno al revanchismo anticomunista de los liberacionistas y ofrecería la reconciliación que era necesaria para Guatemala después de 1954. Tal viraje en el escenario electoral implicó, de hecho, que el ydigorismo apostase en un inicio por una política de reconciliación entre guatemaltecos para consolidar su triunfo electoral frente al castilloarmismo. A ello se añadía el proceso en la vecina Honduras, donde el exilio guatemalteco observaba con atención y ansiedad la asunción de Ramón Villeda Morales. En la propia Guatemala, el PGT aceptó el planteamiento ydigorista de una reconciliación nacional, poniéndole un nombre distinto, “la conciliación nacional”, influido por la política de “reconciliación nacional” implantada por el Partido Comunista en España en ese periodo, con el fin de que regresasen legalmente al país muchos cuadros y militantes comunistas, así como diferentes opositores de izquierda.53

El periódico Carta de Guatemala, editado en México, publicó en ese mes de febrero el artículo “Verdadero sentido de la conciliación nacional”, escrito por el PGT, en el que se señalaba que las elecciones presidenciales del 19 de enero habían confirmado el repudio nacional hacia la política “liberacionista”. Con el fin de llegar a la presidencia, el general Ydígoras Fuentes había hecho promesas para ganarse el favor de la oposición que, de llevarse a cabo, podrían servir al propósito de enmendar en buena parte la magnitud de las disposiciones surgidas de la contrarre vo lución de 1954. De hecho, todo intento sincero de conci liación nacional, apuntaban los comunistas guatemaltecos, debía comprender los siguientes puntos: 1) cesar toda represalia y persecución política; 2) retorno inmediato de todos los exiliados; 3) amplia amnistía por delitos políticos y comunes conexos, y 4) derogación del inconstitucional decreto 59, “Ley preventiva contra el comunismo” de 24 de agosto de 1954 y supresión de la Dirección General de Seguridad.54

Meses después, los comunistas del interior tuvieron que moverse precavidamente o entrar de nuevo en la clandestinidad debido el viraje a la derecha operado por el ydigorismo, en gran medida por el enfrentamiento diplomático con México en torno a las aguas limítrofes en el Pacífico55 y por colaborar directamente con la apuesta antirrevolucionaria del Departamento de Estado a raíz del triunfo armado de la Revolución cubana el 1o de enero de 1959.56

El otro partido que se benefició de dicha política de reconciliación fue el recién creado Partido Revolucionario, dirigido por Mario Méndez Montenegro, siendo una escisión del PRG en el interior del país. Eso hizo que los dirigentes en el exilio, como Bauer Paiz, Gómez Padilla, Villamar Contreras, Charnaud MacDonald, Adolfo García Montenegro, entre otros, regresasen al país.57 Méndez Montenegro acudió a las urnas bajo las siglas del Frente de Unidad Revolucionaria (FUR), que reunía a buena parte de los militantes y bases de los desaparecidos PRG y PAR, sumándose a la idea de la “conciliación nacional” propuesta por el PGT. De esa forma, el 23 de febrero de 1958 había lanzado el manifiesto “Por la conciliación nacional y la democracia”.58 El resultado fue que en esas elecciones ocupó el tercer puesto, con 132 624 votos, elevando a Mario Méndez Montenegro a una dimensión nacional, la que había perdido cuando en junio de 1949 encabezó el intento de golpe de Estado contra el presidente Arévalo a raíz del asesinato del coronel Francisco Javier Arana, jefe del Estado Mayor del Ejército guatemalteco y opositor de Arbenz.

En los archivos de CIRMA existe una carta de Gómez Padilla como dirigente del UPG dirigida al director de El Imparcial, David Vela, con fecha 21 de junio de 1957, en la que se le daba a conocer la carta dirigida por esta organización de exilados al Congreso de la República de Guatemala para que emitiese una amplia amnistía política que pusiese fin al estado de persecución que imperaba en el país desde junio de 1954. Ésta fue seguida por otra signada por el propio Gómez Padilla y Adolfo García Montenegro de fecha 1 de julio del mismo año, pero dirigida al presidente Castillo Armas, en la cual, a nombre de los desterrados democráticos en México, protestaban por los asesinatos de su gobierno contra militares y civiles opositores.59 Paralelamente, el periódico Carta de Guatemala, que el PGT editaba en México, publicó una “Declaración” de su Comisión Política del Comité Central en la que se llamaba a la unidad frente a la política de represión y asesinato contra opositores por parte del régimen. Ésta había sido publicada en su órgano clandestino Verdad, núm. 18, del 23 de junio de ese año.60

A la vez, los principales dirigentes de la UPG y la AGA se desplazaron internacionalmente para acentuar la presión sobre el régimen castilloarmista. En una carta de Arévalo a Cardoza y Aragón de fecha 5 de mayo de 1957, le señalaba que, en “materia de guatemaltequería”, Osegueda estaba en Estados Unidos, mientras Arbenz había obtenido el beneplácito para ingresar al Uruguay, a la vez que Miguel Ángel Asturias ya se encontraba de regreso en Buenos Aires y Carlos Leónidas Acevedo Juárez, amparado en su pasaporte de la ONU, había podido entrar a Guatemala.61

Indudablemente, el regreso de la mayor parte del exilio a Guatemala en esta coyuntura implicó un fuerte descenso de la actividad de la UPG en México, pero no su extinción en el curso de 1958, como lo sugiere Cazali Ávila.62

Por esa fecha y a la distancia, Arévalo escribía un “dodecaedro” en el que advertía los pasos a seguir en Guatemala. La labor conspirativa era una cuestión “exclusivamente [de] hombres” y el “secreto” debía incluir hasta la “esposa” y no más allá. La estrategia era que cada arevalista “dentro del país” obtuviera el concurso de “otros ONCE que están dentro”. Las labores se dividían en sectores: “universitarios, comerciantes, aviación, trabajadores, etc.”. El “compromiso” era “capturar posiciones lentamente hasta llegar al poder mayoritariamente”. Tras ello vendría una evaluación de lo avanzado y una nueva ofensiva en 1959. De todos modos, Arévalo era explícitamente un “enemigo del atentado personal, el cuartelazo o cualquier medio ilegal para llegar al poder”. El escrito incluía una dimensión internacional, la que él mismo describió como las “células en Centro América”, que merecían un “estudio especial”.63

Meses después, Cuba habría de cambiarlo todo y Arévalo se trasladó a La Habana temporalmente para conversar, escuchar y explorar las posibilidades para regresar al poder. Aunque Arévalo pronto tomaría distancia del proceso cubano, en un inicio generó particular atención su visita a la isla por la posibilidad de que desde allí nuevamente pudieran articularse grupos para disputar el poder regional a las dictaduras de Somoza, Trujillo y al gobierno del propio Ydígoras. De todos modos, y pese a que el protagonismo cubano sería evidente en tanto quebró radicalmente el orden regional, La Habana no sería el único centro de la Guerra Fría latinoamericana. Arévalo ya vivía en Caracas, Venezuela, a donde se había trasladado a inicios de 1959, como parte de una cuidadosa estrategia para buscar apoyos regionales como forma de regresar al poder en su Guatemala natal. El papel de Venezuela desde 1959 viene siendo mejor conocido gracias al acceso a nuevas fuentes de ese país, en particular a las que provienen de su cancillería y del acervo de Rómulo Betancourt.64 La inteligencia policial uruguaya, en estrecho diálogo con sus pares de la región, interpretó que el traslado de Arévalo a la capital venezolana respondía a una estrategia del comunismo internacional.65

Cardoza y Aragón le informó a Arévalo, en cartas del 10 de junio y 23 de octubre de 1959, que él seguía presidiendo la UPG y que estaba satisfecho de ver que en Guatemala había aparecido un llamamiento dentro de principios muy semejantes a los de ellos, encabezado por las firmas de Acevedo y Juárez.66

Sin embargo, en la dinámica de la “reconciliación nacional” no tardó en darse un fenómeno social y político que atentaba contra los esfuerzos unitarios de la oposición y que había sido subrayado tempranamente por el grupo “20 de Octubre”. Se trataba del subterfugio de muchos viejos revolucionarios de colaborar directamente con el gobierno guatemalteco en turno bajo la pretensión de infiltrarse y tomar posiciones en cargos públicos, y de participar como opositores en campañas electorales aceptando como bueno el nuevo ordenamiento jurídico promovido por el ydigorismo y la puesta electoral de Partido Revolucionario dirigido por Mario Méndez Montenegro.

El final de la UPG

El número 6 de noviembre-diciembre de 1960 de Cuadernos Americanos, publicó el último documento de Cardoza y Aragón como presidente de la UPG. No lo firmó como tal porque la política editorial de la revista mexicana no lo permitía, pero el título y el balance del mismo lo indican. “Guatemala en 1960” era un balance no sólo de la lucha realizada por los revolucionarios y demócratas guatemaltecos desde 1960, sino del propio gobierno del general Ydígoras Fuentes, ya abiertamente situado en una posición anticomunista. El escritor guatemalteco empieza señalando que, en el curso de 1960, Ydígoras Fuentes estaba sustituyendo al generalísimo Trujillo en el papel intervencionista en los asuntos centroamericanos y en el ataque a la revolución cubana. Todavía no se tenía conocimiento público del papel de apoyo militar y financiero a los anticastristas que dentro de Guatemala comenzaba a prepararse como parte de los planes de invasión que llevarían a la crisis de Bahía de Cochinos, pero las actuaciones del gobernante en materia de política interior y exterior lo dejaban suponer. En este último punto destacaba el alineamiento acrítico guatemalteco hacia la política estadounidense contra Cuba, sobresaliendo la radicalidad de sus posiciones en las instancias del sistema interamericano, en especial la Organización de Estados Americanos (OEA), donde se buscaba convencer a Estados Unidos de la necesidad de eliminar cuanto antes el problema cubano.67

Haciendo nuevamente un repaso de las políticas reformistas de los gobiernos de Arévalo y Arbenz, Cardoza y Aragón apuntó que el presidente Ydígoras había solicitado ayuda al Departamento de Estado para que lo apoyara en perseguir el comunismo en Guatemala, a la vez de que mantenía en vigor el espíritu de la ley contra el comunismo establecida por Castillo Armas en 1954. Todo ello en el marco de una crisis económica galopante motivada por fenómenos nuevos, como la corrupción, el aumento de la deuda pública, la caída de las reservas monetarias y la crisis de la caficultura nacional, principal fuente de divisas. De esa suerte, en tal coyuntura, el único camino era la unidad de todas las fuerzas democráticas del país para frenar la aguda crisis económica, los vejámenes políticos y las nuevas restricciones para el funcionamiento de partidos políticos. Por ello, el presidente de la UPG sentenciaba: “La revolución guatemalteca, nadie puede dudar de ello, ha sido detenida solo momentáneamente”.68

En las fechas en que salía el número de Cuadernos Americanos en Guatemala se dio el levantamiento militar del 13 de noviembre de 1960, que casi derrocó al presidente Ydígoras por su inoperancia y corrupción, abriendo al año siguiente el camino de la lucha armada para derrocarlo por parte de un grupo de militares rebeldes.69 El ejemplo de la revolución cubana de 1959 comenzaba a extenderse por el istmo centroamericano, algo estrechamente relacionado a las antiguas alianzas que se remontaban hasta la “Legión del Caribe”70 y, por supuesto, a la experiencia del Che Guevara en la Guatemala revolucionaria.71

La embajada guatemalteca en la capital cubana estaba ansiosa y los rumores, con especulaciones conspirativas, comenzaron a circular con intensidad, pues la “inmensa potencia explosiva” de Cuba era mucho más cercana y, por ende, amenazante para Centroamérica que para el resto de América Latina.72

Esto se vería reflejado en un ascenso de los movimientos populares y de los proyectos de unidad en el interior del país entre las diferentes fuerzas opositoras, legales y clandestinas, a la vez que los partidos anticomunistas en 1960, Democracia Cristiana, Movimiento de Liberación Nacional y Partido Revolucionario, firmaban un pacto de lucha contra el comunismo.73

La resistencia de los militares insurrectos en el interior de Guatemala a partir de marzo de 1961, más el surgimiento de la lucha armada en Guatemala en febrero de 1962, pasando por la constitución unitaria de las Fuerzas Armadas Rebeldes dos meses antes, hizo que en La Habana, Cuba, se revigorizase la UPG con la constitución de su “Sección Cuba”.74 Ésta estaba encabezada por Manuel Galich López, quien había dejado el exilio argentino para trasladarse a la isla, acompañado en el esfuerzo por Manuel Fortuny Arana y Óscar Edmundo Palma, los tres miembros del PGT. Asimismo, fueron apoyados por el expresidente Arbenz, quien se encontraba viviendo en Cuba desde julio de 1960.75 El resultado de tal esfuerzo fue la publicación en 1964 del folleto Guatemala contra el imperialismo (1954-1964). Las luchas populares y la acción armada.

Siguiendo el esquema del anterior folleto de la UPG, La situación de Guatemala, los editores señalaban que presentaban un modesto estudio para contribuir al esclarecimiento y correcta interpretación del proceso histórico guatemalteco a partir de un balance general de la situación del país y de las luchas populares durante el decenio que había seguido a la caída del régimen arbencista en junio de 1954. En esa dirección los apartados incluidos en la segunda parte del folleto abordaban el resquebrajamiento del aparato castilloarmista, el ascenso de las luchas populares durante el gobierno ydigorista, el surgimiento de la lucha armada para derrocarlo, cuyo punto culminante habían sido la Jornadas de Marzo y Abril de 1962, y la profundización de la acción guerri lle ra luego del golpe militar de marzo de 1963, encabezado por el coronel Enrique Peralta Azurdia para disuadir al expresidente Arévalo de presentarse como candidato a las elecciones que tendrían lugar a fines de ese año.76 El colofón apuntaba: “Empero, la lucha no será fácil ni corta, tal como lo prevén las fuerzas revolucionarias. Tampoco se desarrollará sobre cánones rígidos, prefijados e inflexibles. Esta batalla, que lo es por la liberación nacional del país y por el encausamiento hacia una nueva vida, será dura y larga”.77 El conflicto armado duraría 32 años más.

Conclusión

Si bien la Unión Patriótica Guatemalteca buscó unificar los esfuerzos de los exilados guatemaltecos en México al año y medio que siguió a la caída en junio-julio de 1954 del gobierno del presidente Arbenz, sus esfuerzos de unidad y de incidencia en la política guatemalteca se vieron pronto limitados por las siguientes razones: 1) la ausencia en territorio mexicano de los principales dirigentes revolucionarios guatemaltecos, los expresidentes Juan José Arévalo y el propio Jacobo Arbenz, con las consiguientes dificultades para que se mantuviese una comu ni ca ción política fluida con ambos; 2) el hecho de que cada organización aglutinada en el seno de la UPG [PGT, PAR(U), FUD, CGT, CGC, grupo “20 de Octubre”] siguió sus propios planes organizativos tanto en México como en el interior de Guatemala; 3) la política de reconciliación planteada por Miguel Ydígoras Fuentes a partir de 1957-1958 no hizo sino ahondar la dinámica organizativa individualizada de sus miembros, la que se vio agravada por el hecho de que algunas de esas organizaciones decidieron participar directa o indirectamente en la contienda electoral de marzo de 1958 que llevó a este general a la presidencia de Guatemala; 4) el triunfo de la revolución cubana, el 1o de enero de 1959, abrió un nueva posibilidad de oposición, la que apostaba a la lucha armada como medio de obligar a replantearse la legitimidad institucional perdida en 1954 y que a pesar de la presidencia de Luis Cardoza y Aragón, en la práctica, le quitó espacios a la UPG, la cual terminó siendo trasladada a La Habana, Cuba, bajo el liderazgo de Galich hasta desaparecer en 1965.

Referencias

Aguilar Velásquez, María, “Movimiento estudiantil y represión policial en Guatemala, 1952-1956”, en García Ferreira y Taracena (coords.), 2017, pp. 63-78. [ Links ]

Álvarez, Virgilio, Carlos Figueroa, Arturo Taracena, Sergio Tischler y Edmundo Urrutia, Guatemala: Historia reciente (1954-1996), t. II, La dimensión revolucionaria, Guatemala, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, 2013. [ Links ]

Ameringer, Charles, La Legión del Caribe. Patriotas, políticos y mercenarios, 1946-1950, Santo Domingo, Academia Dominicana, 2015. [ Links ]

Batres Villagrán, Ariel, Sabor de Guatemala en Gustavo Valdés de León. Homenaje in memoriam, Guatemala (febrero de 2015). http://www.monografias.com›trabajos-pdf5› sabor-guatem Consultado 20 de noviembre 2020. [ Links ]

Bauer Paiz, Alfonso e Iván Carpio Alfaro, Memorias de Alfonso Bauer Paiz. Historia no oficial de Guatemala, Guatemala, Rusticatio Ediciones, 1996. [ Links ]

Booth, William A., “Rethinking Latin America’s Cold War”, en The Historical Journal, 64: 4 (2020), pp. 1-23. [ Links ]

Cardoza y Aragón, Luis, La Revolución Guatemalteca, México, Cuadernos Americanos, 1955. [ Links ]

Cardoza y Aragón, Luis , “Libros guatemaltecos sobre la intervención armada norteamericana en junio de 1954”, en Lanzas y Letras, 4-5 (jun.-jul. 1959), pp. 6 y 18. [ Links ]

Cardoza y Aragón, Luis , “Guatemala en 1960”, en Cuadernos Americanos, año XIX, CXIII, 6 (nov.-dic. 1960), pp. 28-34. [ Links ]

Cardoza y Aragón, Luis , El río. Novelas de caballería, México, Fondo de Cultura Económica, 1986. [ Links ]

Casals, Marcelo, “Which Borders Have Not Yet Been Crossed? A Supplement to Gilbert Joseph’s Historiographical Balance of the Latin American Cold War”, en Cold War History, 20: 3 (2020), pp. 367-372. [ Links ]

Castillo, Manuel Ángel, Mónica Toussaint y Mario Vázquez Olivera, “Centroamérica”, en Vega (coord.), 2011, vol. II, pp. 9-330. [ Links ]

Cazali Ávila, Augusto, Información histórica sobre la Unión Patriótica Guatemalteca, Guatemala, Consejo Editorial, Dirección General de Extensión Universitaria, Universidad de San Carlos, Guatemala, 5 de junio de 2005. [ Links ]

Cullather, Nick, Secret History: The CIA’s Classified Account of Its Operations in Guatemala, 1952-1954, Stanford, Stanford University Press, 1999. [ Links ]

Figueroa Ibarra, Carlos, “Violencia y revolución en Guatemala (1954-1972)”, tesis de doctorado en Sociología, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2000. [ Links ]

Figueroa Ibarra, Carlos, Paz Tejada. Militar y revolucionario, Guatemala, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, F&G Editores, 2004. [ Links ]

Figueroa Ibarra, Carlos, Guillermo Paz Cárcamo y Arturo Taracena Arriola, “El primer ciclo de la insurgencia revolucionaria en Guatemala (1954-1972)”, en Álvarez, Figueroa, Taracena, Tischler y Urrutia, 2013, t. II, pp. 29-111. [ Links ]

Friedman, Max P. y Roberto García Ferreira, “Making Peaceful Revolution Impossible: Kennedy, Arévalo, the 1963 Coup in Guatemala, and the Alliance against Progress in Latin America’s Cold War”, en Journal of Cold War Studies, 24: 1 (invierno 2022), pp. 155-187. [ Links ]

García Ferreira, Roberto, Operaciones en contra: la CIA y el exilio de Jacobo Arbenz, Guatemala, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, 2013. [ Links ]

García Ferreira, Roberto, “El tiburón y las sardinas: apuntes en torno a la Fábula de Juan José Arévalo”, en Kozel, Grossi y Moroni (coords.), 2015, pp. 171-187. [ Links ]

García Ferreira, Roberto, Bajo vigilancia. La CIA, la policía uruguaya y el exilio de Jacobo Arbenz en Uruguay (1957-1960), Guatemala, Centro de Estudios Urbanos y Regionales, Universidad de San Carlos de Guatemala, 2013. [ Links ]

García Ferreira, Roberto, “‘Somos una dictadura y hacemos lo que nos da la gana’: la contrarrevolución ‘liberacionista’ y los asilados guatemaltecos (1954)”, en Canadian Journal of Latin American and Caribbean Studies, 43: 1 (2018), pp. 102-132. [ Links ]

García Ferreira, Roberto, “Ese ‘foco de irradiación antiimperialista’. El embajador Federico Klein Reidel en la Guatemala de Jacobo Arbenz”, en Pirker y Rostica [coords.], 2021, pp. 139-159. [ Links ]

García Ferreira, Roberto, ‘Estos gringos no entienden nada’: Anastasio Somoza and the Regional Dimension of the 1954 Coup d’etat in Guatemala”, en Stephen Webre (ed.), The Oxford Research of Oxford Research Encyclopedia of Latin American History, Nueva York, Oxford University Press, proximamente DOI: 10.1093/acrefore/9780199366439.013.1003. [ Links ]

García Ferreira, Roberto y Arturo Taracena (coords.], La Guerra Fría y el anticomunismo en Centroamérica, Guatemala, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, 2017. [ Links ]

Gilbert M. Joseph, “Border Crossings and the Remaking of Latin American Cold War Studies”, en Cold War History, 19: 1 (2019), pp. 141-170. [ Links ]

Gleijeses, Piero, Shattered Hope. The Guatemalan Revolution and the United States, 1944-1954, Princeton, Princeton University Press, 1991. [ Links ]

González Galeotti, Rodolfo, “El exilio guatemalteco en Argentina”, en Revista Eutopía, 2: 3 (ene.-jun. 2019), pp. 245-253. [ Links ]

Guerra Vilaboy, Sergio, Luchas sociales y partidos políticos en Guatemala, Guatemala, Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos, Centro de Estudios Latinoamericanos y Cátedra “Manuel Galich” de la Universidad de La Habana, 2016. [ Links ]

Harmer, Tanya, “The ‘Cuban Question’ and the Cold War in Latin America, 1959-1964”, en Harvard, 21: 3 (2019), pp. 114-151. [ Links ]

Holland, Max, “Operation PBHISTORY: The Aftermath of SUCCESS”, en International Journal of Intelligence and Counterintelligence, 17: 2 (2004). [ Links ]

Immerman, Richard, The CIA in Guatemala. The Foreign Policy of Intervention, Austin, University of Texas Press, 1982. [ Links ]

Klein, Federico, “Hacia un Congreso de Partidos Democráticos de la América Latina”, en Boletín del Secretariado Latinoamericano de la Internacional Socialista, 1 (5) (1956), pp. 139-159. [ Links ]

Kozel, Andrés, Florencia Grossi y Delfina Moroni (coords.), El imaginario antiimperialista en América Latina, Buenos Aires, Consejo Latinoamericano en Ciencias Sociales, 2015. [ Links ]

Loaeza, Soledad, “La fractura mexicana y el golpe de 1954 en Guatemala”, en Historia Mexicana, LXVI: 2 (262) (oct.-dic. 2016), pp. 725-791. [ Links ]

Monterrosa Cubías, Gerardo, ¿Injerencia guatemalteca en la rebelión de Saturnino Cedillo? Estudio de un episodio incómodo de las relaciones diplomáticas entre México y Guatemala, 1938”, en Signos Históricos, 24: 47 (ene.-jun. 2022). [ Links ]

Monterrosa Cubías, Gerardo, “¡Por la democracia y libertad de Guatemala! Exiliados del ubiquismo en la frontera sur de México (1934-1938)”, en Secuencia, 107 (mayo-ago. 2020), pp. 1-34, https://doi.org/10.18234/secuencia.v0i107.1736. Consultado el 28 de febrero de 2021. [ Links ]

Moulton, Aaron Coy, “Counter-Revolutionary Friends: Caribbean Basin Dictators and Guatemalan Exiles against the Guatemalan Revolution, 1945-50”, en The Americas, 76: 1 (ene. 2019), pp. 107-135. [ Links ]

Obando Sánchez, Antonio y Edgar Ruano Najarro, Comunismo y movimiento obrero en la vida de Antonio Obando Sánchez, 1922-1932. Guatemala, Ediciones del Pensativo, 2007. [ Links ]

Oikión, Verónica, “La impronta solidaria y coyuntural de las izquierdas mexicanas ante el golpe de Estado en Guatemala, 1954”, en Revista de la Red Intercátedras de Historia de América Latina Contemporánea, 2ª época, 12 (jun.-nov. 2019), pp. 1-23. [ Links ]

Partido Guatemalteco del Trabajo, La intervención norteamericana en Guatemala y el derrocamiento del régimen democrático, Guatemala, Partido Guatemalteco del trabajo, 1955. [ Links ]

Pettinà, Vanni, Historia mínima de la Guerra Fría en América Latina, México, El Colegio de México, 2018. [ Links ]

Pinto Soria, Julio, Arturo Taracena Arriola y Arely Mendoza (Introducción, selección y notas), Correspondencia del exilio. Luis Cardoza y Aragón, Juan José Arévalo (1950-1967), Guatemala, Universitaria, 2011. [ Links ]

Pirker, Kristina y Julieta Rostica (coords.), Confrontación de imaginarios. Los antiimperialismos en América Latina, Buenos Aires, México, CLACSO, Instituto Mora, 2021. [ Links ]

Quan Rossel, Stella de la Luz, “Guatemala: una cultura de la ignominia (Siete biografías y una entrevista)”, tesis de maestría en Ciencias Antropológicas, México, Escuela Nacional de Antropología e Historia , 1972, II tomos. [ Links ]

Rabe, Stephen, Eisenhower and Latin America: The Foreign Policy of Anticommunism, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1988. [ Links ]

Rodríguez de Ita, Guadalupe, “Exiliados guatemaltecos en México: una experiencia recurrente”, en Pacarina del Sur, 8, Dossier No. 1 (oct.-dic. 2011). http://www.pacarinadelsur.com/home/abordajes-y-contiendas/319-exiliados-guatemaltecos-en-mexico-una-experiencia-recurrente#_edn17 Consultado el 8 de marzo de 2021. [ Links ]

Romero, Isami, “Conflicto y conciliación: las relaciones méxico-guatemaltecas de la década de 1960”, en Waseda Global Forum, 7 (2010), pp. 305-337. [ Links ]

Rostica, Julieta, Nicolás Pedroni y Laura Sala, “Asilo y detención. Los guatemaltecos de 1954 en la Argentina de Perón”, en Diálogos: Revista Electrónica de Historia, 16: 2 (jul.-dic. 2015), pp. 269-301. [ Links ]

Salcedo, Gustavo, “Más allá de la Doctrina Betancourt: ayuda encubierta como instrumento de la política exterior de Venezuela durante la Guerra Fría (1959-64)”, en OPSIS, 14, núm. especial (2014), pp. 74-92. [ Links ]

Streeter, Stephen M., Managing the Counterrevolution: The United States and Guatemala, 1954-1961, Athens, Ohio University Press, 2000. [ Links ]

Taracena Arriola, Arturo, Guatemala, la República española y el gobierno vasco en el exilio (1944-1954), México, Universidad Nacional Autónoma de México, El Colegio de Michoacán, 2017. [ Links ]

Torres Rivas, Myrna, Mi vida en primaveras, Guatemala, Serviprensa, 2016. [ Links ]

Unión Patriótica Guatemalteca, Sección de Cuba, Guatemala contra el imperialismo (1954-1964). Las luchas populares y la acción armada, La Habana, Editorial EIR, 1964. [ Links ]

Vázquez, Juan Carlos, “Los libros de la Tipografía Nacional: cultura visual y escrita del liberacionismo en Guatemala, 1954-1957”, en Bibliographica, 4: 2 (segundo semestre 2021), pp. 124-158. [ Links ]

Vega, Mercedes de (coord.), Historia de las relaciones internacionales de México, 1821-2010, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 2011. [ Links ]

Véliz Estrada, Rodrigo, “ ‘Soñadores y quijotes’: la faceta internacional del proyecto revolucionario guatemalteco (1944-1951)”, en Secuencia, 111 (2021). [ Links ]

Vilanova de Arbenz, María, Mi esposo, el presidente Arbenz, Guatemala, Universitaria, 2003. [ Links ]

Villagrán Kramer, Francisco, Biografía política de Guatemala. Los pactos políticos de 1944 a 1970, Guatemala, Flacso, 1993. [ Links ]

Weiner, Tim, Legado de cenizas. La historia de la CIA, Buenos Aires, Debate, 2009. [ Links ]

Weld, Kirsten, Cadáveres de papel. Los archivos de la dictadura en Guatemala, Ciudad de Guatemala, avancso, 2017. [ Links ]

1 Cullather, Secret History.

2 Immerman, The CIA in Guatemala;Rabe, Eisenhower and Latin America; Gleijeses, Shattered Hope.

3 Pettinà, Historia mínima de la Guerra Fría.

4Para debates recientes sobre el campo de estudios véase Gilbert, “Border Crossings”, Casals, “Which Borders Have Not Yet Been Crossed?”, Booth, “Rethinking Latin America’s Cold War”.

5 García Ferreira, “Estos gringos no entienden nada”; Moulton, “Counter-Revolutionary Friends”, Véliz Estrada, “Soñadores y quijotes”.

6AGH-MRE-CH, Embajada de Chile en Tegucigalpa, Confidencial No. 163/21, Tegucigalpa, 18/12/1954.

7AGH-MRE-CH, Embajada de Chile en Tegucigalpa, Confidencial No. 154/18, Tegucigalpa, 12/5/1955.

8 Streeter, Managing the Counterrevolution.

9CIRMA, GT-CIRMA-AH-125, Archivo de Eduardo Taracena de la Cerda, subfondo Carlos Castillo Armas, 125-002. Varias secciones.

10 García Ferreira, “‘Somos una dictadura y hacemos lo que nos da la gana’”.

11 Taracena Arriola, Guatemala, la República española, pp. 295-296.

12 Vilanova de Arbenz, Mi esposo, el presidente Arbenz, pp. 106-107.

13 Rodríguez de Ita, “Exiliados guatemaltecos en México”.

14CIA, “Jacobo Arbenz, ex-President of Guatemala-Operations Against (W/Attachments)”, Doc. No. 919960, 15 de mayo de 1957.

15 García Ferreira, Operaciones en contra, pp. 131-146.

16 Pinto Soria, Taracena Arriola y Mendoza, Correspondencia del exilio, p. 71.

17 Pinto Soria, Taracena Arriola y Mendoza, Correspondencia del exilio, pp. 79-80.

18AHSRE, AHGE, Juan José Arévalo, Guatemala, exp. III-2186-15.

19 Pinto Soria, Taracena Arriola y Mendoza, Correspondencia del exilio, pp. 97-98.

20 Partido Guatemalteco del Trabajo, La intervención norteamericana en Guatemala.

21 Figueroa Ibarra, “Violencia y revolución en Guatemala”, pp. 41-73 y Figueroa Ibarra, Paz Cárcamo y Taracena Arriola, “El primer ciclo de la insurgencia revolucionaria en Guatemala”, pp. 29-111.

22 Figueroa Ibarra, “Violencia y revolución en Guatemala”, pp. 41-73.

23 Oikión, “La impronta solidaria y coyuntural de las izquierdas mexicanas”, pp. 1-23 y Loaeza, “La fractura mexicana y el golpe de 1954 en Guatemala”, pp. 725-791.

24 Cardoza y Aragón, La Revolución Guatemalteca.

25 Cardoza y Aragón, El río, pp. 719-722 y Quan Rossel, “Guatemala: una cultura de la ignominia”, t. I, pp. 126-127.

26Para una visión completa de lo editado en esa coyuntura sobre el caso Guatemala, véase Cardoza y Aragón, “Libros guatemaltecos sobre la intervención armada norteamericana”, pp. 6 y 18. También un trabajo específico con documentación primaria del propio Arévalo y uno de sus editores, Gregorio Selser, acerca de la Fábula, es García Ferreira, “El tiburón y las sardinas”, pp. 171-187.

27 Holland, “Operation PBHISTORY”.

28José Cal Montoya, “‘Cambiando la mente del pueblo’: los ‘libros comunistas’ y la guerra fría cultural en Guatemala”, inédito. Ponencia presentada en el Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), Nueva York, del 27 al 30 de mayo de 2016.

29AMREG, Clasificación 806, “Se pide a la Embajada de Guatemala en México en envío de diez (10) libros ‘Batalla de Guatemala’”, 1955; clasificación 791, “Se pide a la Embajada en Chile que envíe artículos Dr. Juan José Arévalo contra Gobierno Guatemala”, Agosto 1956; clasificación 513, “Movimiento subversivo del 25 de junio,” 1956; clasificación 514, “Se piden noticias del Doctor Juan José Arévalo”, Marzo 1956; “Actividades emigrados políticos”, junio 1956.

30 Vázquez, “Los libros de la Tipografía Nacional”.

31En La Habana, al producirse la visita del embajador de Estados Unidos a la Universidad, los estudiantes le entregaron un boletín “con vivas a Guatemala”. En Santiago de Chile, una manifestación de estudiantes universitarios “terminó incendiando [una] barquilla norteamericana”. Mientras, en la capital de Costa Rica, “más de doscientos hombres” ofrecieron trasladarse a Guatemala para colaborar en repeler la “invasión”. La Federación Sindical de Trabajadores panameños solicitó por “escrito” a sus afiliados “ayuda económica para hacer gran movimiento [de] apoyo a Guatemala”. Varios telegramas en AMREG, Clasificación 513, Asunto: “Manifestaciones de apoyo a Guatemala (cifrados)”, Año 1954-junio. La primera esposa de Arévalo, la argentina Elisa Martínez, escribiendo a la madre de éste, resumía sus propias impresiones de la solidaridad con Guatemala de las sociedades de amigos creadas en diferentes países. Destacaba especialmente lo vivido en Chile y Bolivia, ya que “todo aquello fue inesperado”. Elisa Molina de Arévalo a “Mari” [madre de Juan José Arévalo], 2 de marzo de 1954, p. 2 en AJJA, “Cartas de Juan José desde 1954 a 1972”.

32 Cazali Ávila, Información histórica, p. 2; Cardoza y Aragón, El río, p. 720 y Pinto Soria, Taracena Arriola y Mendoza, Correspondencia del exilio, p. 109.

33 Cazali Ávila, Información histórica, p. 2 y Quan Rossel, “Guatemala: una cultura de la ignominia”, p. 126.

34Grupo “20 de Octubre”, México D. F., 21 de diciembre de 1955, México, mimeografiado, 4 pp.

35Unión Popular Guatemalteca, “Comunicado de la Unión Popular Guatemalteca” [s.e., s.f.], p. 1; Unión Popular Guatemalteca, “Comprobación de que el presidente Jorge Ubico de Guatemala alienta el fascismo en América”, La Prensa, México (20 mayo 1938), pp. 3 y 13; Unidad Popular Guatemalteca, “Proclama de la Unión Popular Guatemalteca”, México, s.e., 27 de septiembre de 1938, p. 1; Monterrosa Cubías, “¡Por la democracia y libertad de Guatemala!”, pp. 1-34; Monterrosa Cubías, “¿Injerencia guatemalteca en la rebelión de Saturnino Cedillo?”.

36Unión Patriótica Guatemalteca, Acta Constitutiva, México, 30 de mayo de 1956, 5 pp.

37 Aguilar Velásquez, “Movimiento estudiantil y represión policial en Guatemala”, pp. 63-78.

38 Cazali Ávila, Información histórica, p. 3.

39Unión Patriótica Guatemalteca, “Unidad y organización para luchar por la soberanía y la independencia nacional de Guatemala. A los hombres, mujeres y jóvenes guatemaltecos. Habla la Unión Patriótica Guatemalteca, U.P.G.”, México, s.e., junio de 1956, 8 pp. Véase Taracena Arriola, Guatemala, la República española.

40Unión Patriótica Guatemalteca, “Unidad y organización para luchar por la soberanía y la independencia nacional de Guatemala. A los hombres, mujeres y jóvenes guatemaltecos. Habla la Unión Patriótica Guatemalteca, U.P.G.”, México, s.e., junio de 1956, 8 pp.

41La misma fue publicada por la Unión Patriótica Guatemalteca con el título, “La situación de Guatemala. Exposición presentada a las Naciones Unidas”, México,14 de noviembre de 1956, 8 pp.

42 Cazali Ávila, Información histórica, p. 3.

43AMREG, Clasificación 513, Asunto: “Movimiento subversivo del 25 de junio”, 1956, Telegrama cifrado No. 60, Santiago de Chile, 30 de junio de 1956.

44 Batres Villagrán, Sabor de Guatemala, pp. 144-146; González Galeotti, “El exilio guatemalteco en Argentina”; Rostica, Pedroni y Sala, “Asilo y detención. Los guatemaltecos de 1954”.

45 Obando Sánchez y Ruano Najarro, Comunismo y movimiento obrero, p. 341.

46AMREG, Clasificación 514, Asunto: “Actividades emigrados políticos”, Año de 1956-junio.

47AMREG, Legación de Guatemala, Enrique Chaluleu Gálvez al Sr. Ministro de Relaciones Exteriores Ricardo Quiñónez Lemus, Montevideo, 4 de julio de 1956, No. 181-56, Guatemala, 22-B-4, “Enrique Chaluleu Gálvez”.

48“Juan José Arévalo a Luis Cardoza, Montevideo, 23 de octubre de 1956”, en Pinto Soria, Taracena Arriola y Mendoza, Correspondencia del exilio, p. 130.

49AGU, Actas del Consejo Superior Universitario, Año 1956, Acta del 10 de octubre de 1956, p. 581.

50“La fábula del tiburón y las sardinas”, Marcha (5 oct. 1956).

51 Klein, “Hacia un Congreso de Partidos Democráticos de la América Latina”, pp. 139-159. Véase García Ferreira, “‘Ese foco de irradiación antiimperialista’”, p. 145.

52Kate Doyle, “Las dos caras de México”, Proceso, 1409 (2 nov. 2003), pp. 28-30.

53 Figueroa Ibarra, Paz Cárcamo y Taracena Arriola, “El primer ciclo de la insurgencia revolucionaria”, pp. 29-111.

54Partido Guatemalteco del Trabajo, “Verdadero sentido de la conciliación nacional. Verdad”, en Carta de Guatemala, núm. 26, México, febrero de 1958, pp. 4-5.

55 Castillo, Toussaint y Vázquez Olivera, “Centroamérica”, p. 98. Sobre las diferencias con México véase también Romero, “Conflicto y conciliación”, pp. 305-337.

56 Figueroa Ibarra, “Violencia y revolución en Guatemala”, pp. 41-73 y Figueroa Ibarra, Paz Cárcamo y Taracena Arriola, “El primer ciclo de la insurgencia revolucionaria”, pp. 29-111.

57 Bauer Paiz y Carpio Alfaro, Memorias de Alfonso Bauer Paiz, pp. 193-214.

58Partido Guatemalteco del Trabajo, “Frente de Unidad Revolucionaria. Por una conciliación nacional y la democracia”, en Carta de Guatemala, núm. 26, México, febrero de 1958, p. 7.

59CIRMA, Archivo Histórico Diario El Imparcial, GT-CIRMA, EL/SSNº13 Carta de la Unión Patriótica Guatemalteca U.P.G. al Director de El Imparcial. Firma Julio Gómez Padilla. México, 21 de junio de 1957, 1 p. Serie 5, N° 14. Publicación Diario El Imparcial, Archivo Histórico de CIRMA, Referencia GT-CIRMA-AH-001-005-014 y Carta de la Unión Patriótica Guatemalteca (UPG) dirigida al coronel Carlos Castillo Armas. Firman Adolfo García Montenegro y Julio Gómez Padilla. México, 1 de julio de 1957, 1 p. Serie 5, N° 13. Publicación Diario El Imparcial, Archivo Histórico de CIRMA, referencia GT-CIRMA-AH-001-005-013.

60Partido Guatemalteco del Trabajo, “PGT declara Unidad”, en Carta de Guatemala, núm. 21, México, junio de 1957, pp. 1 y 6.

61 Pinto Soria, Taracena Arriola y Mendoza, Correspondencia del exilio, pp. 134-135.

62 Cazali Ávila, Información histórica, p. 3.

63AJJA, “Dodecaedro. 1958. Julio”.

64 Salcedo, “Más allá de la Doctrina Betancourt”.

65DNII, carp. 401, “Caracas. Centro de actividades comunistas en América Latina”, “Se informa la salida del país del ex Presidente de Guatemala, Juan José Arévalo”, Montevideo, 12 de marzo de 1959.

66 Pinto Soria, Taracena Arriola y Mendoza, Correspondencia del exilio, pp. 201 y 207.

67 Harmer, “The ‘Cuban Question’ and the Cold War in Latin America, 1959-1964”, pp. 114-151. En enero de 1962, durante la Conferencia en Punta del Este de la Organización de Estados Americanos, Cuba fue expulsada al ser acusada de “dar la espalda al sistema panamericano” con los votos de 14 países, la abstención de 6 (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México) y el voto en contra del representante cubano. En 1964, con la excepción de México, todos los países miembros romperían relaciones diplomáticas con Cuba.

68 Cardoza y Aragón, “Guatemala en 1960”, pp. 28-34.

69 Figueroa Ibarra, Paz Tejada. Militar y revolucionario.

70 Ameringer, La Legión del Caribe, pp. 107-135 y Moulton, “Counter-Revolutionary Friends”, pp. 107-135.

71 Torres Rivas, Mi vida en primaveras, pp. 435-491.

72Los movimientos del “Doctor Pedagogo”, así se referían a Arévalo desde la embajada, así como las circulaciones de otros guatemaltecos y latinoamericanos por Venezuela, Panamá y Cuba en AMREG, Clasificación 514, Asunto: “Confidenciales”, Año de 1959/60. Embajador de Nicaragua en Guatemala a Luis Somoza Debayle, Guatemala, 2 de abril de 1959, AIHNCA-LSD, fondos privados de la familia Somoza, 010.

73 Figueroa Ibarra, Paz Cárcamo y Taracena Arriola, “El primer ciclo de la insurgencia revolucionaria”, pp. 44-49 y Villagrán Kramer, Biografía política de Guatemala, pp. 327-378.

74 Unión Patriótica Guatemalteca, Guatemala contra el imperialismo (1954-1964).

75 Guerra Vilaboy, Luchas sociales y partidos políticos en Guatemala, p. 130; García Ferreira, Bajo vigilancia, pp. 114-117.

76 Friedman y García Ferreira, “Making Peaceful Revolution Impossible”.

77 Unión Patriótica Guatemalteca, Guatemala contra el imperialismo (1954-1964).

78Traducción de Joshua Neuhouser

Siglas

AGH-MRE-CH

Archivo General Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile

AGU

Archivo General de la Universidad de la República

AHSRE, AHGE

Archivo Histórico Secretaría de Relaciones Exteriores, Archivo Histórico Genaro Estrada

AIHNCA-LSD

Archivo del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica, fondo Luis Somoza Debayle

AJJA

Archivo de Juan José Arévalo

AMREG

Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala, fondo Ministerio de Relaciones Exteriores

CIA

Central Intelligence Agency

CIRMA

Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica

DNII

Dirección Nacional de Información e Inteligencia

Recibido: 08 de Marzo de 2021; Aprobado: 10 de Febrero de 2022

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons