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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.73 no.1 Ciudad de México jul./sep. 2023  Epub 26-Jun-2023

https://doi.org/10.24201/hm.v73i1.4387 

Reseñas

Sobre Javier Fernández Sebastián, Historia conceptual en el Atlántico ibérico. Lenguajes, tiempos, revoluciones

José María Portillo Valdés1 

1Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea

Fernández Sebastián, Javier. Historia conceptual en el Atlántico ibérico. Lenguajes, tiempos, revoluciones. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 2021. 571p. ISBN: 978-843-750-812-2.


Iberconceptos y Javier Fernández Sebastián son sinónimos historiográficos. Iberconceptos ha sido, junto con HICOES, la red de investigación historiográfica más relevante de las últimas décadas en el espacio latinoamericano. Si la segunda centró su atención en la cultura constitucional que se compartió en todo ese espacio, Iberconceptos hizo lo propio con el estudio de la evolución histórica de conceptos esenciales que también tuvieron una historia común en esa geografía.

El libro que publica ahora Fernández Sebastián puede tomarse más que como un producto final de esa aventura historiográfica como un rendimiento de cuentas quince años después de iniciado el proyecto. Debe, por tanto, verse este libro como un punto y seguido para un proyec to que lleva todos los visos de convertirse en una costumbre historiográfica. En efecto, incluso para quienes hemos tenido contacto sólo esporádico con este gran proyecto, la historia de los conceptos que está construyendo es parada obligada para la elaboración de otros discursos historiográficos. De ahí la importancia de prestar atención al libro de Fernández Sebastián.

Diría que este libro es y no es, al mismo tiempo, un libro Iberconceptos. Lo es, indudablemente, en la medida en que en él se aprovechan y relanzan muchas de las cuestiones ventiladas durante estos años por el grupo de investigación y, sobre todo, porque supone también una explicación en profundidad de la metodología empleada en el mismo. Pero no lo es en el sentido de que en este libro, a mi juicio, hay algo que, paradójicamente, no hay (o no lo hay estructuralmente como aquí) en Iberconceptos. Me refiero, precisamente, a la perspectiva atlántica de análisis.

Si pudiera decirse cuáles son los ejes sobre los que un autor construye un libro de quinientas páginas, yo diría que el presente se articula sobre los que marcan el lenguaje y el tiempo. Lo primero, el lenguaje, por el convencimiento que despliega de manera más teórica en su primera parte, pero con alusiones constantes a lo largo de toda la obra, de que el lenguaje no es el instrumento a través del que representamos lo que sucede en el tiempo, sino que en sí mismo el lenguaje y los conceptos que expresamos con él conforman lo representado. Por decirlo de manera sucinta, la revolución a finales del siglo XVIII se hacía tomando la Bastilla, escribiendo constituciones o escribiendo y hablando sobre la revolución. Ésta es la dimensión que más interesa a Fernández Sebastián: cómo el lenguaje y los conceptos que éste manipula protagonizaron el tránsito a la modernidad.

Debe aquí advertirse también otra de las referencias estructurales de este volumen, que es su referencia cronológica. Es uno de los aspectos donde más claramente se percibe la huella de Reinhart Koselleck en su planteamiento, que adopta también el arco que va de mediados del siglo XVIII a mediados del XIX como el momento en que se planteó, desarrolló y cuajó el cambio de sistema operativo de la historia occidental con el tránsito del Antiguo Régimen al Estado liberal y la sociedad burguesa. Ese Sattelzeit entre ambas centurias habría conocido el momento en el que se forjó el utillaje conceptual de la modernidad. Buena parte de esos conceptos se vertieron en moldes (palabras) existentes -como constitución o revolución-, mientras otros tuvieron que generarse entonces -como Antiguo Régimen-, siendo el resultado un mundo transformado también por los conceptos. De nuevo hay que insistir en una de la tesis fuerte del libro, muy en la línea de Melvin Richter: los conceptos no son sólo reflejo sino protagonistas, sujetos, de la gran transformación que decía Karl Polanyi.

Al fijar un tiempo y un método, el autor quiere también establecer algunos principios de procedimiento que resultan muy pertinentes. El principal de ellos quizá sea su advertencia acerca de la no portabilidad histórica de los conceptos. Quiere prevenir con ello de una práctica que es muy habitual en algunas ciencias sociales, especialmente en las de derecho, sociología y ciencia política. No es extraño en esos ámbitos que el análisis de una cuestión actual (la constitución, las formas de la sociedad civil o el liberalismo, pongamos por caso) se realice desde una previa situación temporal que lleva a transportar el concepto a unos orígenes más o menos remotos, como si entonces hubieran sido ya generados en toda (o casi toda) su contemporaneidad. Un clásico al respecto: el origen del liberalismo actual en el pensamiento de John Locke. Creo que acertadamente Fernández Sebastián advierte de los riesgos de dislocación conceptual que esta práctica conlleva puesto que, precisamente, obvia la historicidad del concepto y, sobre todo, su semántica histórica.

Como se advierte de entrada en el volumen, y así lo refleja su título, el Atlántico ibérico es el laboratorio donde preferente, aunque no únicamente, se trabaja. Ahí es donde este libro ofrece una reconstrucción casi arqueológica de los principales conceptos que han forjado el pensamiento moderno en el mundo iberoamericano. Sin descuidar la constante comparación con el contexto occidental, lo que interesa es ir presentando los diferentes planos que forman la fotografía que el historiador actual puede ver de esos conceptos básicos.

Ello requiere, por una parte, su demarcación precisa eliminando el polvo que sobre esos objetos de estudio han dejado diferentes usos, políticos y sociales. Aquí se propone separar, en primer lugar, la idea mítica generada en torno a determinados conceptos (como ocurre de manera paradigmática con nación). Conformar mitos políticos en torno a ideas, conceptos o narraciones no es solamente cosa de un pensamiento prepolítico, sino también parte de la modernidad, que en el laboratorio que usa este libro encuentra muy buenos ejemplos.

Una segunda capa que debe separarse es la de la metáfora, más habitual en los momentos en que un determinado concepto está transitando semánticamente. Un ejemplo pertinente a este respecto es emancipación, que fue cargándose de un significado político del que carecía, pero con ello también adquiriendo un nuevo lugar en el derecho y la cultura política. La metáfora, como el mito, ha sido de una innegable utilidad para la forja de la modernidad y, de nuevo, Fernández Sebastián ofrece aquí no sólo metodología para tratarla sino también análisis concreto sobre esos procesos.

La cuestión decisiva en este nivel de lectura de este libro es si el concepto sería entonces lo que queda una vez separados el mito y la metáfora. De la lectura de este volumen deduzco una respuesta más compleja que la afirmativa o la negativa, pues lo que propone el autor es considerar que esos usos míticos o metafóricos forman parte sustancial del proceso de “transvaloración” (connotación) y de adquisición de nuevos significados. Es lo que ocurre tanto con el concepto de partido o facción política como con el de sociedad.

Decía antes que este libro es y no es, al mismo tiempo, un producto Iberconceptos. Jugaba con esa contraposición porque, por un lado, como hemos visto hasta aquí, este libro es el lugar donde hasta ahora mejor se demuestra que el espacio historiográfico iberoamericano está ya con pie propio entre los relevantes para la historia conceptual. Si no hace ni veinte años, como en otras especialidades historiográficas, el mundo ibérico era o ignorado o tratado sólo como museo etnográfico, no creo que ninguna publicación mínimamente seria pueda ahora ignorar la historia conceptual en el mundo iberoamericano.

Pero, al mismo tiempo, este libro no es Iberconceptos en un sentido muy relevante a mi juicio. El proyecto liderado por su autor desde 2006 no logró romper el paradigma nacional como el paralelogramo que demarca el análisis historiográfico. Si la “perspectiva atlántica” ha sido comúnmente asimilada por diferentes aproximaciones historiográficas interesadas en el proceso de la modernidad, no es menos cierto que el resultado más habitual ha sido un sumatorio de experiencias nacionales más que un relato historiográfico que transcendiera el mencionado paralelogramo.

Hay, sin duda, varias razones para que esto ocurra, desde epistemológicas hasta de mera infraestructura de investigación. Sin embargo, que es factible moverse al margen o, al menos, no obligado por el es pacio nacional de análisis, buscando no ya la comparación sino la narración integral, se demuestra en este mismo libro. Es en ese sentido que no es tan Iberconpetos, porque aquí no se encuentra el seguimiento por áreas, regiones o espacios nacionales de la historia conceptual, que es como se organizaron los diccionarios publicados por el grupo de investigación. Ni tan siquiera se intenta. Lo que sí hay es, además de la larga exposición de método a la que ya he aludido, una interpretación realmente atlántica de algunas de las ideas motrices de la modernidad iberoamericana.

La última parte del volumen, más centrada en el análisis documental, revela la utilidad historiográfica de utilizar la perspectiva atlántica para el estudio de los diferentes contextos nacionales en los que finalmente se sustanció a lo largo del siglo XIX el tránsito a la modernidad. Fernández Sebastián se centra para ello en la experiencia decimonónica española, que resulta mucho más comprensible en la medida en que se sigue con un ojo contemplando el universo cultural atlántico del que esa nación, como tantas otras, procedía. El resultado es mucho más complejo que el obtenido desde un análisis estrictamente nacional, aunque, por supuesto, tiene presente en todo momento que de lo que se trataba en el siglo XIX era de dar cuerpo a diferentes naciones, la española entre ellas. Ésta quizá sea la vía correcta, más incluso que la propia de Iberconceptos o, por qué no, la salida lógica que la labor ya hecha por ese proyecto debería ir buscando en el futuro.

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