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Historia mexicana

versão On-line ISSN 2448-6531versão impressa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.73 no.1 Ciudad de México Jul./Set. 2023  Epub 26-Jun-2023

https://doi.org/10.24201/hm.v73i1.4379 

Reseñas

Sobre Jewel L. Spangler y Frank Towers (eds.), Remaking North American Sovereignty: State Transformation in the 1860s

Gabriel Martínez Carmona1 

1El Colegio de Michoacán

Spangler, Jewel L.; Towers, Frank. Remaking North American Sovereignty: State Transformation in the 1860s. Nueva York: Fordham University Press, 2020. 274p. ISBN: 978-082-328-844-1.


En el verano de 2015 tuvo lugar en Banff, un pequeño pueblo turístico inserto en las montañas Rocallosas canadienses, el congreso “Remaking North American Sovereignty: Towards a Continental History of State Transformation in the Mid-Nineteenth Century”. Producto de las participaciones de especialistas en la historia de México, Estados Unidos, Canadá, y de los pueblos indígenas del hemisferio, apareció el número especial “Crisis of Sovereignty in the 1860s: A Special Issue” en The Journal of the Civil War Era, la obra que aquí se reseña y está próxima a aparecer Continent in Crisis: Transnational Histories of the Civil War Era.

Este esfuerzo, liderado por Frank Towers y Jewel L. Spangler buscó atraer la atención sobre el proceso de formación del Estado a mediados del siglo XIX desde una perspectiva continental y transnacional. El centro cronológico del debate fue la década de los sesenta, que vio el fin de la Guerra Civil estadounidense, la formación de la Confederación canadiense y la restauración de la república en México luego del fracaso del Segundo Imperio y la salida de las tropas francesas que lo sostuvieron. En tanto el enfoque del número especial de The Journal of the Civil War Era fue la visión hemisférica de la Guerra Civil, este libro busca explorar el significado de conceptos clave, en particular el de soberanía, el cual ha estado históricamente vinculado al concepto de Estado-nación. En ese sentido, el objetivo del libro no es ofrecer una definición única del mismo, sino explorar las diferentes formas en que la soberanía se concibió y cómo los diversos actores la impugnaron y buscaron reconfigurarla en momentos de crisis.

El libro se divide en tres secciones, con una introducción y una conclusión a cargo de Frank Towers, quien nos adentra en la materia al presentar los conceptos clave y la forma en que éstos son cuestionados, tanto por los actores como por los diversos autores de la obra. En la primera sección, “Making Nations”, Steven Hahn, Andrew Smith, Pablo Mijangos y Robert Bonner se preguntan sobre el carácter de los Estados formados a partir de la crisis de las monarquías de finales del siglo XVIII y principios del XIX, y de qué manera la crisis experimentada en esa década los reconfiguró. Hahn propone el análisis de la historia de Estados Unidos desde las perspectivas de “dentro hacia afuera” y “del sur al norte”, con lo que se pueden encontrar una serie de conexiones que no han sido atendidas por la historiografía y, a la vez, permite cuestionar los supuestos predominantes. Smith se propone analizar la formación de la confederación canadiense con un enfoque en el papel que jugaron las jerarquías étnicas y raciales, así como explicar por qué el caso canadiense representó una anomalía en la historia del hemisferio. Esta anomalía es abordada por Mijangos para contrastar el caso canadiense, que considera la realización del sueño criollo, lo que no logró concretarse ni en Nueva España ni en las 13 colonias, que experimentaron procesos violentos de separación de sus respectivas metrópolis y revoluciones constitucionales, en tanto el caso canadiense fue tardío, pero mucho más terso. Bonner expone cómo las imágenes desempeñaron un papel relevante en la delimitación y consolidación de la soberanía, en particular cómo es que la figura de Washington, la ciudad de México y Ottawa, capitales de los tres Estados, lograron reconfigurar y consolidar el tránsito de la imagen popular del Leviatán monárquico al Leviatán 2.0.1

En la segunda sección “Indigenous Polities”, Jane Dinwoodie, Ryan Hall y Marcela Terrazas exploran lo problemático de la soberanía para las políticas hacia los pueblos indígenas, que tuvieron que confrontarse con los gobiernos de descendencia europea de México, Estados Unidos y Canadá. Jane Dinwoodie expone los casos de los cheroquis del este y los bayou Lacombe choctaws de Luisiana del este, dos comunidades indígenas del Sur, particularmente al este del Misisipi durante la Guerra Civil, que han sido ignoradas incluso por la historiografía más reciente. Al centrarse en estos dos casos, Dinwoodie pone de manifiesto que “las luchas por la soberanía en la década de los sesenta parecen mucho más amplias y controvertidas”, por lo que “la línea entre la expansión estadounidense y la incorporación nacional parece más ambigua de lo que muchos historiadores han imaginado” (p. 122). Hall aborda la forma en que se elaboraron los tratados entre los Blackfoot o pies negros y las autoridades de Estados Unidos y Canadá para la ocupación de los territorios de las planicies del noroeste. Los negociadores estadounidenses y canadienses utilizaron el mismo patrón: fungir como mediador entre los Blackfoot y los distintos grupos rivales para lograr acuerdos de paz, que permitieran lograr un equilibrio en la dispu ta por los recursos de las comunidades indígenas, en particular la caza del bisonte, a cambio del otorgamiento de víveres anualmente, el establecimiento de zonas territoriales delimitadas (las actuales reservas) y la posibilidad de tránsito y ocupación de las planicies por los colonos europeos que se venían desplazando progresivamente hacia el oeste. En tanto los líderes Blackfoot consideraban los tratados como una forma de preservar su propia soberanía, para Estados Unidos y Canadá el tema consistía en eliminar las posibles soberanías en competencia. Terrazas, por su parte, presenta cómo es que la frontera México-Estados Unidos representó para ambas naciones el mismo reto: la vinculación directa entre soberanía y territorio, por lo que la definición de este último tropezó continuamente con las incursiones de apaches y comanches, para quienes el territorio era un espacio permeable, con fronteras porosas que permitía la movilidad, así como una fuente de recursos de que apropiarse. El Tratado de Guadalupe Hidalgo había planteado la obligación de Estados Unidos de detener las incursiones indias, algo que no se cumplió, pese a las continuas quejas de los diplomáticos mexicanos en Washington. El asunto terminó en manos de las autoridades locales de ambos lados de la frontera, con resultados limitados. De este modo, las autoridades locales tuvieron que hacer frente al problema con sus propios recursos y la indiferencia de los gobiernos, cuyas ciudades capitales se encontraban alejadas espacialmente del problema y, por tanto, indiferentes.

En la tercera sección, “The Complications of the Markety”, Christopher Clark, Benjamin H. Johnson y Mary P. Ryan exploran la interacción entre la expansión capitalista y la política en Norteamérica, así como las diversas implicaciones que la soberanía tenía tanto para individuos como para distintos grupos. El trabajo de Clark busca resaltar cómo la soberanía popular en Estados Unidos estaba vinculada a la propiedad de la tierra, en particular para los colonos que obtuvieron tierras el Oeste, luego de la promulgación del Homestead Act en 1862. En ese sentido, luego de la Guerra Civil, una ideología del pequeño propietario libre pervivió por dos generaciones y se enfrentó al reto de la expansión de la agricultura comercial de gran escala. De tal forma, Estado, fuerzas del mercado y poblaciones de pequeños propietarios tuvieron que interactuar y negociar en un Estados Unidos en plena expansión económica. Johnson toma los casos de Louis Riel y Juan Nepomuceno Cortina para explorar los retos que se presentaron a las naciones en zonas de frontera. Ambos personajes se levantaron en armas y justificaron sus acciones en términos de las mismas nociones republicanas que sustentaban los reclamos de soberanía de esas naciones. Las historias de zona de frontera, en el caso de los métis y de los mexicoamericanos, llama la atención cómo historias paralelas, en que más allá de las diferencias culturales, jurídicas, etc., los tres Estados se enfrentaban al reto de extinguir soberanías en competencia en un territorio que reclamaban como suyo y de ejercer control sobre las personas que vivían fuera de su alcance efectivo. Por último, Ryan analiza el caso de San Francisco, California, para llamar la atención sobre la escala municipal, el sitio de autoridad soberana que suele ser ignorada, pues predominan los órdenes estatal, nacional e incluso global. En particular, Ryan aborda la relación entre la autoridad municipal y los derechos de propiedad, a la hora de diseñar y expandir la ciudad de San Francisco en la época de la Guerra Civil. Como sostiene, en ese entonces los retos más controversiales para la autoridad municipal no eran la esclavitud, sino la propiedad; no el trabajo, sino la tierra.

En la conclusión general Towers retoma los objetivos iniciales para cuestionarse sobre los límites y retos de la historia transnacional de Norteamérica. El principal reto es justo la falta de definición del concepto Norteamérica, que muy probablemente se asume con ojos del presente.2 Si llegáramos a considerar Norteamérica en términos puramente geográficos, el ejercicio debía haber incluido el Caribe y Centroamérica, por lo que los retos serían otros. En ese sentido, el esfuerzo tanto de los autores como de los editores del libro consistió en lograr conectar la historia de estos tres países de América del Norte en una sola historia transnacional, algo que logran al enfatizar más las similitudes que las diferencias. También, buena parte de los estudios abordan problemáticas vinculadas a la definición territorial, por lo que el enfoque de historia de frontera fluye bastante bien en la obra.

En suma, la perspectiva transnacional en la historiografía tiene mucho que ofrecer a la región y creo que la historiografía mexicana debe aprovechar la coyuntura para hacerse notar más en los círculos angloparlantes, algo que en este ejercicio apenas se nota, pues tanto en el congreso en Banff como en el libro, la representación mexicana fue minoritaria.

1Charles S. Maier, Leviathan 2.0: Inventing Modern Statehood, Cambridge y Londres, The Belknap Press of Harvard University Press, 2014. El trabajo de Maier corre horizontalmente, de manera explícita y, las más de las veces, implícita en los diversos ensayos del libro.

2Al respecto puede consultarse Michael M. Brescia y John C. Super, North America: An Introduction, Toronto, University of Toronto Press, 2008.

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