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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.72 no.4 Ciudad de México abr./jun. 2023  Epub 08-Mayo-2023

https://doi.org/10.24201/hm.v72i4.4267 

Reseñas

Sobre Pablo Yankelevich, Los otros. Raza, normas y corrupción en la gestión de la extranjería en México, 1900-1950

Kif Augustine-Adams1 

1J. Reuben Clark Law School, Brigham Young University

Yankelevich, Pablo. Los otros. Raza, normas y corrupción en la gestión de la extranjería en México, 1900-1950. México: El Colegio de México, 2020. 334p. ISBN: 978-607-628-947-1.


En tiempos del COVID-19, leer el libro maravillosamente detallado de Pablo Yankelevich, Los otros: Raza, normas y corrupción en la gestión de la extranjería en México, 1900-1950, es un déjà vu. Es probable que el autor tuviera en mente, como él mismo lo apunta, la labor más modesta del análisis histórico que la oscura profecía que el libro augura. Sus intereses centrales, todos ellos basados en estudios de una época pasada, anuncian tensiones contemporáneas en torno a la raza, la migración, la discriminación, la administración pública, la ley, la corrupción y la construcción del Estado nacional. Aun antes de que la COVID-19 manifestara su lúgubre forma, el análisis de Yankelevich en torno a esas tensiones entre “dos matrices, una de inclusión y orgulloso reconocimiento, la otra de exclusión y generación de alteridad” (citando a Segato), captura las primeras dos décadas del siglo XXI y los primeros meses de 2020 de manera tan sucinta como lo hace con la primera mitad del siglo XX. El nacionalismo, la xenofobia, el racismo, tanto en México como en el resto del planeta, siguen estando dolorosamente presentes.

Entre 1900 y 1950, igual que ahora, Estados Unidos presionó a México una y otra vez para que asumiera el trabajo sucio de la exclusión racial a lo largo de su frontera compartida. Yankelevich caracteriza esa presión histórica como una “constante para que México cooperara para frenar el ingreso de asiáticos” primero, y luego de otros grupos (pp. 77, 94). En el siglo XXI, el gobierno estadounidense ejerce, de manera similar, una constante presión sobre México para que detenga el flujo de migrantes tanto en su frontera norte con Estados Unidos como en su frontera sur con Guatemala. Dentro de los 50 años que comprende el estudio de Yankelevich, México reciprocó el mal estadounidense de la discriminación racial y étnica en la frontera excluyendo a los afroamericanos de la entrada a territorio mexicano, un aspecto menos conocido de las bien documentadas tensiones migratorias entre ambos países. Aunque el título del libro delimita el alcance de Yankelevich a México, la verdad de los temas que identifica abarca también a Estados Unidos y las zonas fronterizas que comparte con su país vecino.

Más allá del análisis y los temas estructurales, tan relevantes para nuestra propia época, el estudio de Yankelevich presenta una serie de circulares de principios del siglo XX, muchas de ellas hasta ahora confidenciales o secretas, que regían la migración en México -uso el término “regían” de manera bastante vaga y un tanto irónica-. Las circulares eran “órdenes administrativas unas veces y políticas otras, algunas públicas y otras confidenciales, instrumentos que sirvieron para instaurar prácticas de exclusión de inmigrantes contraviniendo en muchos casos la legislación vigente” (pp. 90-91). Yankelevich demuestra que, para 1935, más de 400 circulares impresas y 700 no impresas, junto con otras instrucciones escritas, tiranizaban la migración en México (pp. 108, 200). Un comentarista de la época calificaba al sistema migratorio de México como “un caos completo” (p. 200). Desde la perspectiva de la filosofía legal, Yankelevich da en el blanco cuando apunta que la consecuencia de las circulares fue “abrir las puertas hacia una incontrolable arbitrariedad” (pp. 108-109).

Las normas arbitrarias fomentan el caos y la corrupción, otro tema que aborda el trabajo de Yankelevich. Las circulares secretas que esbozan prejuicios y limitaciones en torno a la inmigración parecen seguir las formas de la ley en directrices de una agencia gubernamental apropiada, pero en realidad, al ser secretas, socavan la ley. ¿Cómo puede existir un sistema legal cuando las reglas son secretas, cambian constantemente y están sujetas a los caprichos de los agentes gubernamentales que las aplican? El hecho de que al menos algunas de las circulares y muchas de las prácticas administrativas cotidianas en los puertos de entrada contravinieran la legislación vigente resalta cuánto poder acumulaba el ejecutivo de México, ya de por sí notable, a expensas de las ramas legislativa y judicial en el ámbito de la migración. El caos y la corrupción redirigían el poder. Si bien México recurría a la modernidad en sus estructuras de gobierno y en su uso de datos y estadísticas, el estudio de Yankelevich deja en claro, una y otra vez, los fracasos de la ley y la fuerza del privilegio personal dentro del Estado administrativo mexicano, incluso después de la revolución de 1910 y de las ambiciosas reformas de la Constitución de 1917.

Andrés Landa y Piña aparece como figura central en el caos y la corrupción que caracterizaron la inmigración mexicana durante la primera mitad del siglo XX, totalmente comprometida con métodos modernos de gobierno mediante la recopilación de datos y estadísticas, pero no con la gestión de los recursos humanos. Landa y Piña no fue capaz de ejercer, ni en sí mismo ni en las agencias administrativas que encabezaba, la disciplina necesaria para evidenciar la explotación y la ineptitud. Su reiterada incapacidad para disciplinar eficazmente a subordinados como Rosendo Herrera, cuyas espectaculares infracciones incluían falso encarcelamiento, extorsión, soborno, amenazas y quizá incluso violencia, podría representar simplemente su conformidad con la realidad política (pp. 213-218). También podría ser prueba de la corrup ción del propio Landa y Piña. Disciplinar el comportamiento menos ofensivo de los agentes fronterizos también podría haber resultado desagradable por otros motivos. La grave falta de recursos restringía sus labores de formas que convertían los sobornos y las cuotas extra en medios para la supervivencia económica.

A partir del capítulo “Negocios de la migración”, Yankelevich relata, una tras otra, historias que muestran la repugnante estructura de un sistema migratorio fundado en el interés personal y la explotación. En la década de 1930, Jacobo Hazan Cohen logró comprar una visa para que su padre, de 76 años, entrara a México proveniente de Siria (pp. 193-194). Israel Tanembaum, un joven judío polaco, no pudo hacerlo (p. 194). En la década de 1940, Maurice Schwartz pagó “una enorme mordida” y confió en la intervención personal de Andrés Landa y Piña para que México permitiera la entrada a su territorio de cinco jóvenes de la familia política de Schwartz que buscaban escapar del asesinato en Hungría y Checoslovaquia (p. 199). Al menos otros 27 miembros de su familia murieron en los campos de concentración nazis (p. 199). Kainosin Osawa, doctor de extracción japonesa, recurrió a su relación con el presidente Plutarco Elías Calles y su intervención directa en 1928 para obligar al gobierno a aprobar su solicitud de naturali zación (pp. 304-307). La corrupción y las conexiones personales compraban la vida, para algunos.

En Los otros, Yankelevich ofrece un retrato brutalmente honesto de la discriminación, la xenofobia y la corrupción en México. Sin embargo, México no ostenta el monopolio de estas historias, ni en el pasado ni en el presente. Como parte de su aparente estrategia contra la COVID-19, Estados Unidos cerró sus fronteras con México y Canadá, incluso para los refugiados. Ahora deporta sumariamente a individuos que entran al país sin inspección, a pesar de las leyes internacionales, y sin la más mínima pretensión de llevar a cabo el proceso legal que sus políticas anteriores concedían a regañadientes. Mucha gente ha muerto. Y morirá más. La respuesta, en Estados Unidos, en Europa, en México, en todos lados, no es el tipo de corrupción y conexiones personales que, como bien identifica Yankelevich, compran arbitrariamente la vida de unos pocos privilegiados; la respuesta son sistemas de migración nacional que reconozcan la humanidad de las personas. Los “dolorosos recuerdos” de cada país, como Ignacio Vallarta denomina la historia de México (p. 264), esbozarán el contexto en que se desarrollará cada reforma migratoria específica. Entender ese pasado, como el libro de Yankelevich nos permite hacer en el caso de México, puede fortalecer la matriz de inclusión y orgulloso reconocimiento. No permitamos que el pasado sea un prólogo, ni que el relato de Yankelevich resulte profético.

1Traducción de Adriana Santoveña

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