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Historia mexicana

On-line version ISSN 2448-6531Print version ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.72 n.3 Ciudad de México Jan./Mar. 2023  Epub Jan 30, 2023

https://doi.org/10.24201/hm.v72i3.4202 

Reseñas

Sobre Daniela Spenser, En combate. La vida de Lombardo Toledano

Ernesto Mendoza1 

1Centro de Investigación y Docencia Económicas

Spenser, Daniela. En combate. La vida de Lombardo Toledano. México: Debate, 2018. 567p. ISBN: 978-607-316-058-2.


Dentro de la producción historiográfica sobre las izquierdas latinoamericanas que cobró gran impulso en las últimas dos décadas no contábamos con una revisión crítica y exhaustiva, con un enfoque transnacional, de la trayectoria de Vicente Lombardo Toledano, figura clave del marxismo y del sindicalismo en América Latina. Esta labor para nada sencilla -por los mitos en torno a la figura de Lombardo y por la imagen de sí mismo que el marxista poblano quiso proyectar- ha sido emprendida por Daniela Spenser. En combate. La vida de Lombardo Toledano es el fruto de más de una década de trabajo en archivos de varios países que resguardan los registros necesarios para reconstruir el itinerario vital de Lombardo y un proceso de composición narrativa cuyos resultados complacen al lector especialista y al que no lo es. Al tratarse de una biografía, En combate es un texto fronterizo que se despliega en los lindes de la historia y la literatura: detrás del equilibrio narrativo, que alterna escenarios nacionales y transnacionales, hay una cantidad abrumadora de fuentes históricas; delante de las fuentes, hay un relato que echa mano de recursos literarios para transmitir las interpretaciones sobre las huellas dejadas por el biografiado. Dada la riqueza de este libro, no puedo sino conformarme con ofrecer un panorama general y escueto de sus aportaciones y vetas exploradas a los interesados en la historia del sindicalismo y en la historia de las izquierdas en América Latina.

El libro está dividido en cinco partes que corresponden a las etapas de la vida de Lombardo, delimitadas de acuerdo con las coyunturas históricas en que actuó el líder sindical. La primera de ellas, “Cambio de épocas e ideas”, que abarca desde el origen familiar hasta el rompimiento de Lombardo con la CROM (1932), da cuenta de la pertenencia del fundador de la CTM a la élite letrada de principios del siglo XX, heredera de la educación porfiriana y radicalizada por los efectos de la revolución mexicana; sus primeros pasos como defensor de los trabajadores y fundador de sindicatos, su adhesión y posterior rechazo a la CROM. Asimismo, se dibuja el perfil intelectual aristocrático de Lombardo, el cual determinó su táctica de combate y su visión de lo social. De lo anterior, se desprende una de las tesis del libro: el líder obrero no concedía agencia política a los sectores populares que representaba, por lo que, a sus ojos, éstos requerían de la conducción de hombres ilustrados como él. Por tanto, Lombardo no confiaba en la democracia: en ninguna de las organizaciones de alcance nacional que fundó, ni en la CTM (1936), ni en el Partido Popular (1948), sus miembros tuvieron la facultad de postular a sus representantes y elegir libremente. Lombardo elegía por ellos con base en su teoría y su táctica política y, como un apóstol de las masas trabajadoras de México, creía dotarlos de un programa para mejorar sus condiciones de vida.

La teoría que orientaba a Lombardo era el materialismo histórico, de donde derivó su visión teleológica, etapista, de la historia. De acuerdo con esta visión -otro de los hilos de la biografía-, el arribo al socialismo era inevitable: la primera guerra mundial había hecho posible la revolución bolchevique; la segunda guerra se presentaba como un nudo decisivo de la historia en la que el modelo de la URSS triunfaría sobre el fascismo -la cara más violenta del imperialismo capitalista-. En la segunda parte, “Cruzadas”, que abarca los años de ascenso del fascismo, el gobierno cardenista y los inicios de la segunda guerra mundial, vemos la adopción de esta teoría por parte de Lombardo y su apego creciente al régimen soviético que vinculó a una imagen de futuro, a partir de la crisis financiera de 1929 y su visita a la URSS en 1935. Este acercamiento no se limitó a una idea, sino a prácticas políticas y sindicales concretas. En este sentido, se puede advertir que el proceso de consolidación de la CTM (1936), episodio en el que encontramos una de las aportaciones más importantes de En combate, fue un acontecimiento transnacional que tuvo lugar en el cruce de tres ciudades: Moscú, Nueva York y la ciudad de México. Mediante los intercambios epistolares entre Lombardo y los comunistas Witold Antonovich Lovsky y Aleksandr Lozovsky, Spenser demuestra la injerencia de éstos, por medio del secretario del Partido Comunista de Estados Unidos, Earl Browder, en la subordinación del Partido Comunista Mexicano a la línea táctica de Lombardo. Es decir, a la estrategia de unidad de todos los sectores progresistas, en concomitancia con la estrategia de los frentes amplios dictada por la Internacional Comunista en 1935, para consolidar una organización obrera capaz de influir en la política nacional y de enfrentar a los sectores “regresivos”, nacionales e internacionales, que se oponían a las reivindicaciones de los trabajadores y al gobierno del general Lázaro Cárdenas (1934-1940). Pues la defensa y el apoyo a la consolidación del Estado burgués eran fundamentales por constituir una fase que debía transitarse para arribar al socialismo.

En “La guerra: ¿umbral de un mundo mejor?”, tercera parte del libro, que abarca los años de la segunda guerra mundial, vemos la manera en que fascismo y antifascismo funcionaron como conceptos binarios empleados por Lombardo para dar sentido a su proyecto político y sindical. El fascismo -en el cual se incluía a una variedad de grupos, desde los sectores de oposición al PRM, los fascismos europeos y los intelectuales opositores al gobierno de Stalin, como León Trotsky o Victor Serge- era para Lombardo el enemigo que permitía consolidar la unidad de los trabajadores y con ello el advenimiento del socialismo. Lombardo creía tener las riendas de la historia en sus manos; a través de la CTAL difundió la táctica de la unidad para enfrentar al fascismo en ambos lados del Atlántico y planteó la necesidad de que los obreros cooperaran con sus respectivos gobiernos nacionales a fin de contener la penetración nazifascista y defender la democracia. Por ello, dejó la dirección de la CTM en 1941 y tomó el camino de una misión continental como representante de la CTAL: viajó por América Latina conminando a los trabajadores a mantener el ritmo de producción y limitar las huelgas a fin de proveer a los Estados Unidos de las materias primas necesarias para acabar con el fascismo que amenazaba la existencia del socialismo soviético.

En los siguientes dos apartados se presentan los intentos de adaptación de Lombardo a las nuevas circunstancias creadas por la Guerra Fría. El líder de la CTAL mantenía la confianza en que el mundo entero sería socialista, aun cuando su pronóstico de que esto ocurriría en la segunda posguerra no se había cumplido; a pesar de que enfrentaba un nuevo contexto en que el gobierno mexicano le era adverso; de su expulsión de la CTM en 1948 con la complacencia del PRI; de que la CTAL perdía fuerza frente al triunfo del peronismo en Argentina; del apoyo por parte de Estados Unidos a las dictaduras en Centro y Sudamérica que debilitaban al movimiento obrero continental, y de la injerencia de la American Federation of Labor, financiada con fondos del Plan Marshall, para limitar la presencia de la CTAL en el continente. Sin caer en el desánimo, Lombardo emprendió un rearme colaborando en la fundación de la Federación Sindical Mundial (1945), con la creación del Partido Popular (1948) y de una nueva confederación sindical, la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) como plataformas para su campaña presidencial (1952). Inesperadamente, nos muestra Spenser, la nueva dirección de la política soviética a partir de 1956, las revelaciones de los crímenes cometidos durante el gobierno de Stalin y la revolución cubana de 1959 terminaron por desacreditar la táctica de Lombardo. El surgimiento de un nuevo sindicalismo internacional latinoamericano, con el epicentro revolucionario en el Caribe, y de una izquierda crítica al estalinismo cuestionaron su liderazgo como vocero de los trabajadores y como la máxima autoridad del marxismo en México. Con todo, Lombardo vivió sus últimos días con una fe inquebrantable en su forma de combate: “se fue en paz, porque se sabía inmortal”, concluye Spenser en la última página.

Para terminar este comentario, quisiera destacar un tema recurrente en esta biografía que apunta hacia una ruta de investigación para la historia intelectual de las izquierdas en América Latina. Me refiero a un contrapunto entre las visiones políticas y sociales de Lombardo y el general Lázaro Cárdenas, las cuales dotaban de un contenido distinto a los conceptos de socialismo y revolución. En combate evidencia las posibilidades del abordaje biográfico para destacar la existencia de varios socialismos que interactuaban, se complementaban y confrontaban entre sí en contextos particulares. Al mismo tiempo, esta biografía nos obliga a pensar en aquello que Edoardo Grendi llamaba lo “excepcional normal” a la hora de estudiar la vida de personajes singulares que sin embargo estuvieron conectados a un tejido social que les pertenecía. Al final, Lombardo fue una voz particular en un clima coral de la izquierda latinoamericana.

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