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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.72 no.2 Ciudad de México oct./dic. 2022  Epub 14-Sep-2022

https://doi.org/10.24201/hm.v72i2.4511 

Dossier

Popularización del fútbol en Buenos Aires: “¿Cómo llamaremos a nuestro club?”

The Popularization of Soccer in Buenos Aires: “What Should We Call Our Club?”

Julio D. Frydenberg1 

1Universidad Nacional de San Martín


Resumen:

El objetivo de este trabajo es adentrarnos en ese proceso de adopción de la práctica del fútbol. Con tal objeto hemos utilizado como base la sección deportiva del diario La Argentina, así como toda una serie de datos emergentes de la llamada “historia tradicional del fútbol argentino” que reflejan los primeros pasos -algo informales- de algunos clubes: la búsqueda se ha centrado en los nombres que les dieron sus jóvenes fundadores. El examen de esos gestos y esas decisiones ayudará a tener una visión más clara de las ideas y sentimientos que movilizaban a esos futbolistas, y podría ser una vía de entrada para testear un universo que es difícil de asimilar en una simple mirada al pasado. Su análisis brinda pistas acerca de los distintos escenarios identitarios nucleantes y el estado mental y emocional de esa juventud porteña, tono que parece haber sobrevivido en el mundo del fútbol hasta hoy, con idas y vueltas, en forma de mareas y de algunos remansos que se resisten a los cambios.

Palabras clave: futbol; popularización; clubes; fundación; nombres

Abstract:

The objective of this article is to explore the process of adopting the practice of soccer. It is based on an analysis of the sports section of the newspaper La Argentina, as well as data from the so-called traditional history of Argentinean soccer, which reflect the first-sometimes informal-steps taken by certain clubs, centered on the names they were given by their young founders. The analysis of these expressions and decisions will allow for a clearer vision of the ideas and affects that mobilized these soccer players and could constitute a path to testing a world that is difficult to assimilate by simply looking backward. This analysis provides clues to the identitarian scenarios that drew them together and the mental and emotional states of the capital’s youth, a tone which seems to have survived in the soccer world until the present day in an ebb and flow, and even in backwaters that resist change.

Keywords: Soccer; Popularization; Clubs; Founding; Names

1. Introducción

El diario La Argentina del 8 de junio de 1905, en la página 15 de la Sección Deportes, publicó una carta: “En contestación a lo publicado en su periódico por nuestro homónimo sobre el asunto del nombre, el Independiente F.C. fundado en 1903, ha resuelto la Comisión Directiva de este club no cambiar por concepto alguno la denominación adoptada; pero acepta jugar un partido por el nombre, en nuestro field”.

En el apogeo de la oleada fundacional de clubes de futbol, los actores y los discursos en pugna eran los provenientes de grupos anarquistas, sindicalistas revolucionarios y socialistas; y también de la nueva tradición patriótica -elaborada desde el aparato estatal para homogeneizar una sociedad formada en buena proporción por inmigrantes recién llegados-, grupos nacionalistas y la Iglesia. A su vez, las instituciones que más influyeron en esa juventud fueron las educativas en todos sus niveles, en su mayoría públicas.

En ese panorama, el futbol fue uno de los escenarios de la configuración de una amplia gama de fenómenos, y muy especialmente de los que integran el mundo simbólico. El análisis del perfil con que se adoptó el futbol puede ser una vía para introducirnos en los climas vividos en diversos momentos. A la vez, el mismo futbol fue generador de hábitos, sentimientos y valores que conformaron la propia cultura.1

Si observamos el lugar que ocupó en la sociedad argentina desde 1900, resulta evidente la pertinencia del acercamiento al fenómeno del futbol, y vale resaltar el papel que cumplió en la creación de fuertes lazos identitarios.2

La popularización de la práctica futbolística se produjo durante la primera década del siglo XX, con la fundación de una gran cantidad de “equipos-clubes”. El acto original creador de estas protoinstituciones tensó los espíritus de sus jóvenes fundadores, y en esa acción nucleante se expresó, en buena proporción, la carga de sentimientos y valores amasados en la corta experiencia de vida de esos noveles footballers.3

Esta afirmación se funda en la base empírica acumulada tanto en esta investigación como en otras y, consecuentemente, permite sostener que el rastreo de los nombres elegidos en la escena inaugural puede ser de gran valor heurístico.4

En este aspecto, la focalización, transformada en objeto de estudio, debe entenderse como un intento de comprensión de un clima específico, el ambiente de la juventud masculina porteña que a medida que avanzaba el siglo fue abrazando la práctica del futbol. Ello presenta un elemento atractivo que vale la pena investigar ya que permite un acercamiento al fenómeno de la recepción, reelaboración y producción cultural. En todo caso, su valor reside en que al evaluar los nombres elegidos al fundar los clubes rememoramos las voces diáfanas de aquellos jóvenes.5

En otro trabajo intentamos acercarnos al carácter que tuvo la competencia dentro del espacio del futbol aficionado; éste fue en gran medida gobernando una rivalidad-enemistad asociada a la defensa de lo propio. Los jóvenes decían ser representantes y defensores de ciertos elementos nucleantes, como por ejemplo la cuadra, la esquina o el vecindario.6 La presencia de estos valores en el ambiente del futbol de los sectores populares incidió a la hora de evaluar el peso relativo que para estos jóvenes tenía la elección del nombre del club.

Este estudio se basa en la información de dos series de datos:

I. Lista de nombres de clubes que alguna vez pertenecieron al futbol oficial aportando un elemento diacrónico. La serie abarca un momento y un espacio que contiene a los clubes existentes desde la aparición del futbol en los últimos años de la década de 1860 hasta 1930, en el área metropolitana y parte de la provincia de Buenos Aires.7 La lista incluye la información -a veces incompleta- de los clubes de los que se tiene memoria y que participaron en la liga oficial. Los datos de los clubes seleccionados son: nombre definitivo, nombres alternativos que se barajaron a la hora de crearse, fecha de fundación, fecha de incorporación a la liga, origen social de los fundadores del club, razón social y lugar de origen.

II. Lista de nombres de clubes de futbol aficionado en 1907 a partir de los datos de la sección deportiva del diario La Argentina, espacio periodístico utilizado por los nuevos clubes y ligas independientes para informar sobre el universo de competidores, desde fundaciones de clubes hasta los desafíos y liguillas. Este espacio generado por La Argentina abarca desde 1903 hasta 1907; de allí que tomamos la información hasta esa última fecha, por ser el momento de máximo despliegue del futbol aficionado.8 Sólo un pequeño porcentaje de estos clubes aparece en el listado de la primera serie de datos: sucede que aquéllos son clubes que estuvieron alguna vez afiliados a la liga “oficial” inglesa, pero una abrumadora mayoría que aparece en los avisos de La Argentina nunca se afilió a esa institución futbolística, creada en 1891. En realidad, fueron meros equipos de adolescentes que, según los encargados de la sección deportiva del diario, tenían dificultades para escribir en forma legible.

Permítasenos una breve digresión respecto del origen social de los fundadores de todos los clubes tenidos en cuenta en este trabajo. Intentamos una clasificación social-espacial de los clubes de los que tenemos información. Los hubo nacidos de los residentes en el país de la colonia inglesa; clubes, muy pocos, de la élite dominante criolla; clubes creados por empresas de distinta índole (inglesas o nacionales); los nacidos de la iniciativa de empleados medios de empresas; los fundados por estudiantes secundarios o universitarios; clubes emergentes de los vecindarios porteños; y unos pocos nacidos de la iniciativa de alguna comunidad étnica. En su desarrollo y larga historia posterior, los clubes llevaron, en cuanto a su adscripción sociocultural, caminos cuyo seguimiento es casi imposible como para poder incluirlos en una tipología como ésta, en especial porque, con el tiempo, muchos fueron modificando su perfil social. Aquí lo se trata de evaluar a sus fundadores.

Considerando los clubes surgidos en los sectores populares, debemos detenernos en algunos creados por empleados de empresas, por vecinos o por estudiantes. Naturalmente, algunas de estas adscripciones se superponen. En su mayoría fueron clubes-equipos, o tal vez sea mejor llamarlos “equipos-clubes”, mayoritariamente de existencia efímera. Sólo unos pocos sobreviven hasta el día de hoy, dejando ciertas pistas que permiten tipificar su posible origen social. Ninguno fue de la colonia inglesa (en la liga oficial) ni de la élite criolla (que en general no formó clubes deportivos sino hasta más adelante, con algunas excepciones). Aproximadamente 95% de todos los equipos son de la Capital Federal. Como suele suceder, estas evaluaciones son relativas. En la actualidad, Buenos Aires es la urbe que cuenta con la mayor cantidad de clubes y estadios (18) a nivel mundial. Buena parte de esas instituciones nacieron a principios del siglo XX y formaron parte del movimiento en el que nos enfocamos.9

Es interesante preguntarse: ¿para qué fundar un club? Los jóvenes tenían en ese momento, en las afueras de la zona urbanizada, dentro de la jurisdicción federal, espacio como para jugar al futbol sin ningún tipo de presión institucionalizadora. Sin embargo, sus ansias por participar en la liga oficial existente, dominada por un puñado de clubes ingleses, los impelía a generar ámbitos instituyentes. Pero esos deseos no pudieron plasmarse inmediatamente debido a los requisitos que imponía la liga, que estaban fuera del alcance de esos jóvenes. Esos obstáculos fueron: poseer un espacio para la práctica deportiva propia, espacio que debía contar con baño, vestuarios y un par de gradas. De esta manera durante más de una década esos clubes equipos se agruparon en ligas independientes que utilizaron a La Argentina como medio de expresión y, a la vez, de organización.

Los clubes-equipos o equipos-clubes, así como las ligas independientes creadas por ellos, publicaron avisos, agendas de reuniones, liguillas, etc., en ese diario. Para participar en las ligas independientes solo exigían el pago del espacio y de la cuota de ingreso a la liga, escribir la nota de un solo lado de la hoja, tener sello y una dirección para poder enviar correspondencia.

Como puede verse, una serie permite una visión diacrónica, incluyendo al futbol practicado por distintos sectores sociales, mientras que la segunda se acerca a una fotografía de 1907, del mundo de los jóvenes de los sectores ajenos a la colonia inglesa y a la élite criolla. Si bien son dos muestras inconmensurables, sus datos no pueden cruzarse dado que se refieren a objetos distintos; resulta de interés evaluar cuán lejanas están entre sí, especialmente si la segunda se ajusta o no a la primera. El procedimiento intentará tomar las dos series de datos para tentar posibles relaciones.

En cuanto al material empírico no caeremos en conclusiones apresuradas. En muchos casos sólo se expondrán los datos hallados, dejando abiertas las posibles relaciones y análisis, ya que no se intenta llegar a conclusiones definitivas. El objetivo final es dar a conocer los resultados cuantitativos de la investigación y extraer algunas ideas provisorias.

El trabajo traza este itinerario: en primer lugar un vistazo a los nombres elegidos al fundar los clubes; luego nos detendremos en la razón social adosada (por ejemplo: “Football Club” o “Club Atlético”); finalmente -y más cerca del análisis cualitativo- mostraremos la insistencia en escoger determinada fecha al fundar un club, así como los nombres alternativos propuestos al momento de la decisión.

2. Los nombres elegidos al fundar el club

Veremos los cambios que se produjeron a lo largo del tiempo en la elección de los nombres, así como algunos de los elementos más genuinos que permiten observar el ambiente de los sectores populares en que se desarrolló la ola fundacional del 1900. De esta manera surge cómo a lo largo del tiempo aparecen algunas líneas que denotan continuidades junto con posibles rupturas.

2.1. Argentino/s:

Este nombre fue usado entre 1900 y 1910. Apareció por primera vez hacia fines del siglo XIX con la intención de diferenciarse de los clubes ingleses, aunque -en principio- no tuvieron un origen popular. Es el caso de Argentinos de Quilmes.10 Otra situación fue la de Argentinos Juniors, así como la de Argentinos Unidos de Vélez Sarsfield. En el primer caso -Argentinos de Quilmes- aparece claro el intento de diferenciarse de los ingleses. En el segundo, ¿de quién buscan diferenciarse los jóvenes fundadores denominándose “Argentinos”? Tal vez, su intención era despegarse de las organizaciones creadas en torno de los intereses étnicos emergentes de la masiva inmigración.11

A esta hipótesis habría que sumar la ascendencia de los mismos fundadores: buena parte de ellos eran hijos de inmigrantes. Es decir, llamarse “Argentinos” en ese momento ya no remite a la diferenciación con el juego y con los jugadores ingleses sino más bien a la segregación de un universo simbólico no argentino, que podemos relacionarlo con el de los inmigrantes. Si hubo un uso para diferenciarse de los ingleses, en ese caso no es posible distinguir claramente el origen social de esos clubes. Sin embargo, fueron los jóvenes nacidos de los nuevos sectores populares porteños quienes sí parecen haberlo elegido como opción diferenciadora de las agrupaciones de inmigrantes.12

También en esa primera década del siglo XX apareció el calificativo, argentinizando algo que en su origen no lo era; por ejemplo, Peñarol Argentino, Albión Argentino; o que necesitaba de la especificación: por ejemplo, Sport Argentino, Sol Argentino, Porvenir Argentino, Juventud Argentina. También desde la argentinidad se reafirmaba la pertenencia, como Argentinos del Norte, Argentinos Unidos de Barracas.

Otro de los temas que surgen es el uso del singular o del plural. Así, con el club Argentino de Quilmes aparece el singular de “Argentino”, mientras que el plural puede verse en Argentinos Juniors o Argentinos Unidos de Vélez Sarsfield. Podemos suponer que el plural indica el compromiso de cada uno de los participantes, denotando acción y participación.

Es interesante lo que ocurrió hacia 1910, cuando se fundaron los clubes Argentinos de Temperley y Argentinos de Banfield, dos localidades cercanas entre sí, situadas a pocos kilómetros al sur de la Capital Federal. En 1933 el Club Temperley nació como fusión de ambos, pero el nombre definitivo no comenzaba con un “Argentinos de…”; simplemente se llamó “Temperley”. Si en 1910 parecía necesario llamarse “Argentinos”, tras unos veinte años ya no era imperioso. Lo argentino devino redundante.

2.2. Unidos, Unión, Defensores

Al igual que en el caso anterior, éstos también fueron elegidos así en la primera década del siglo XX, y buena parte de sus orígenes pueden vincularse a los sectores populares.13 Se observa que “Unidos” apareció a principios de siglo, “Unión” fue elegido luego de 1915, y “Defensores” fue una constante a lo largo de tres décadas del siglo XX.14

Llamarse “Unidos” era una referencia al mismo agrupamiento, al propio hecho asociativo. Sin embargo, quien se definía “Defensor de” aludía, en principio, a dos significados claros: indicaba posicionamiento en la intención de representar el espacio nucleante (en general vinculado a un territorio) frente a otros posibles competidores en la representación, y por otro lado denotaba la actitud de quien se está aprestando a competir, a rivalizar con quien defiende a otra entidad. Es decir, desde la misma creación del equipo-club se está pensando en enfrentar a otros. Casi podría decirse que es su razón de ser. Estos dos significados tienen una ubicación temporal diferente. Hacia principios de siglo, se llamaron “Defensores” quienes deseaban diferenciarse de sus pares del mismo vecindario, con los que competían en la posibilidad de ser representantes del lugar. Más tarde, en la década de 1920, sólo se llamarán “Defensores” quienes -junto con los que también eligieron “Unión”- se posicionaban frente al conjunto de localidades y barrios.

Si agrupamos “Argentinos”, “Defensores”, “Unión” y “Unidos” vemos claramente la intención de identificarse alrededor de un territorio vecinal. Siempre aparecen vinculados al nombre de un vecindario hacia principios de siglo o de una localidad suburbana hacia los años veinte. Vale pensar que si los Argentinos intentaban diferenciarse de los no Argentinos, los Defensores y los Unidos deseaban distanciarse de rivales y vecinos.

2.3. “Estudiantes”, “Estudiantil”, “Juniors”, “Juventud”, “Pequeños”

Nos acercamos ahora a un espacio diferente. Aquí se trata de un recorte generacional respecto al nombre. Se debe tener muy en cuenta que todo el movimiento nacido con la adopción del futbol por los sectores populares porteños fue llevado adelante por jóvenes de entre 12 y 20 años. Así, no es casual que muchos tomaran durante todo el periodo -aunque muy especialmente entre 1900 y 1915- nombres tales como “Estudiantes” o “Estudiantil”. Esta elección, que marca la presencia de un corte generacional, por lo general estaba asociada a un barrio o localidad, por ejemplo: Estudiantes de Belgrano, de Bernal, de Victoria, Estudiantil de Almagro. Es decir, no había relación directa con la institución escolar, sino que revelaba la condición de alumnos de los jugadores-socios fundadores, que a su vez se nucleaban en torno al vecindario. La elección del adjetivo Juniors aparece más frecuentemente en clubes fundados entre las décadas de 1900 y 1910, tanto de la capital como del Gran Buenos Aires, pertenecientes a los sectores populares.15

Nombres de establecimientos educativos: La relación del futbol con la institución escolar tuvo en Argentina una vida plena de desencuentros y conflictos. Si bien este deporte comenzó su desarrollo a partir de las escuelas inglesas, la currícula normativa de la institución pública no lo tuvo entre las prácticas aceptadas.16

Pese a ello existieron competencias intercolegiales en las cuales el futbol -debido a la presión de la calle y de los alumnos- lograba filtrarse. Además hubo exalumnos que decidían honrar a su escuela formando un equipo con su nombre, todo eso hasta 1915. El futbol penetró en el ámbito de los claustros universitarios.17 Es interesante hacer notar que desde 1901 se prohibió en la liga el uso de nombres de escuelas. A pesar de esto, las frecuentes divisiones entre las instituciones dirigentes del futbol hicieron muchas veces que ciertas normas fueran abandonadas.

“Juniors” y “Estudiantes” en general fueron usados en los primeros 15 años del siglo y pertenecieron mayoritariamente a sectores populares. Por otro lado, el corte generacional estuvo presente en todo ese movimiento social generado por el futbol. La elección de estos nombres atestigua este hecho común para todos los clubes, aunque en algunos de ellos, a pocos años de fundados, gran parte de los cargos dirigentes fueron dados a adultos.

2.4. Nombres relacionados con el deporte, la competencia y el futbol

Tenemos aquí elecciones realizadas en la primera década del siglo XX. No aparecen entre los nombres más elegidos, aunque si nos atenemos a otras investigaciones y al conocido caso de la fundación del San Lorenzo de Almagro -que se desarrollará en el apartado de los nombres alternativos-, podría pensarse que aquí emergía el espíritu juvenil más auténtico, donde se transparentaban sus intenciones.18 Además, puede percibirse un primer filtro de los adultos que no permitían que este tipo de nombres fuesen definitivamente adoptados, elemento que no estaba presente en muchos de los equipos-clubes del listado de la Argentina.19 Otros casos -los menos- se volcaban hacia nombres relacionados con los ejercicios físicos y el fair play, como Sportmen, Ejercicios Físicos, Sport Argentino.

“Gimnasia y Esgrima de…”: Éste es un caso en el que vale la pena detenerse. En principio, se crearon para seguir cierta tónica dadora de sociabilidad masculina clubes establecidos en torno a la élite criolla, tales como “Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires” y “Gimnasia y Esgrima de La Plata”. Fueron los más conocidos y a su vez excepciones. Ambas instituciones fueron fundadas hacia fines del siglo XIX (1880 y 1887, respectivamente) por la élite dirigente. En este sector social afrancesado, las prácticas físicas venidas del mundo inglés tardaron un poco más en ser adoptadas. El futbol ocupaba un lugar más entre los “deportes ingleses”, que para ellos eran actividades menores. El resto de los que eligieron ese nombre fueron fundados con posterioridad al año 1910 y en su mayoría se originaron en el Gran Buenos Aires.20 En los primeros dos casos se propusieron representar a ciudades (Buenos Aires y La Plata) y no a barrios o localidades menores; además, no es casualidad que sean clubes de la élite local. Llamarse “Buenos Aires” o “La Plata” quedará asociado a este sector social (o a los ingleses) por lo menos en este momento, hacia principios del siglo XX. Penetrando más en la centuria, los que siguen eligiendo como nombre “Gimnasia y Esgrima de…” ya eran vecinos nucleados en torno al territorio, y se fueron alejando de su adscripción de clase originaria, dándole un fuerte sentido de pertenencia al ámbito espacial restringido.

Seguramente ello estaba vinculado a que quienes elegían nombres consideraban el universo dominado por ellos el espacio que creían representar y defender. Gimnasia y Esgrima, o los encabezados con “El” (El Belgrano, El Sarmiento) son denominaciones que no parecen denotar un corte social. Sugieren algún vínculo con el uso del término Sportivo como razón social -se verá luego-, un uso genérico que agrupaba a toda la sociedad detrás de un lugar que unía a los que deseaban vincularse con la defensa y el orgullo de pertenecer al barrio. Aquí no había próceres, política, generaciones, idiomas. Toda la barriada -heterogéneo social- en pos de formas de vida “sportiva”. Este uso se generalizó aproximadamente a partir de 1915.

2.5. Nombres ingleses 21

En principio hay que destacar su uso por parte de los clubes pertenecientes a la colonia inglesa, fundados durante las dos últimas décadas del siglo XIX. Si nos situamos en la primera década del siglo XX (véase más adelante el cuadro 1) y si comparamos los grupos vinculados a las elecciones de nombres asociados a “Argentinos” y “Unidos”, al corte generacional y a las opciones por los nombres ingleses, no fueron dominantes aunque sí significativas.22

¿Cuál fue la incidencia de los vocablos ingleses a la hora de elegir los nombres de los clubes? En un primer movimiento dejamos de lado a los clubes fundados por la colonia inglesa. Interesa evaluar si los no ingleses usaron el inglés. Numéricamente no sobresalieron. En su mayoría no tenían relación con los lugares de residencia de sus fundadores, lo que los ubicaba dentro de la excepción a la tendencia general. Aun siendo un porcentaje menor, su existencia remitía a la presencia del modelo inglés del deporte moderno.

Todo esto ¿contradice lo sostenido por, entre otros, el historiador Eric Hobsbawm, al decir que en los nombres de los clubes de futbol se ve la herencia dejada por Gran Bretaña en el mundo? Parecen haber sido, sin embargo, los elementos reglamentarios y los referentes al juego los que se mostraron más estrechamente ligados al uso de la tradición -que era el uso de los términos originales en inglés-. Habrá que historiar el paulatino abandono del inglés en este aspecto, pero es evidente su presencia, que continúa hasta la actualidad, mientras que a la hora de elegir los nombres, desde temprano fueron una opción no mayoritaria para los no ingleses.23

Las elecciones de nombres relacionados con las empresas de ferrocarriles ingleses aparecieron sólo en un momento temprano. Estos clubes podían ser generados por la iniciativa de las empresas o de los empleados.24

2.6. Nombres que hacen referencia a lugares o a personajes sin relación con la Argentina ni con Inglaterra

Surgieron a lo largo de todo el periodo. Existieron nombres de equipos ingleses y de otros países; además de otros extraídos de ciudades, personajes o etnias.25 ¿Estos últimos fueron creados por miembros de colonias de inmigrantes de esas nacionalidades? Carecemos de datos como para dar una opinión definitiva, pero, en la mayoría, no lo creemos. Hacia principios de siglo se produjo una marcada presencia de nombres referidos a América Latina: excepto “Sirio”, no había otro que denotara la presencia de alguna comunidad de inmigrantes.26 En el listado de 1907, el único equipo con apellido que no era de origen italiano o español se llamaba Bahía Blanca, donde había algunos judíos.

2.7. Nombres vinculados con el ambiente simbólico religioso

En el marco de la cantidad global de nombres no tuvieron gran incidencia. Aparecieron unos pocos relacionados con la colonia inglesa hacia fines del siglo XIX y a principios del XX sólo dos estaban viculados con los sectores populares. Uno de ellos, el club llamado “Juventud Católica”, que estaba asociado a los círculos de obreros católicos -instituciones vinculadas con la Iglesia y que intentaban competir con la influencia anarquista y socialista en el ámbito de la naciente clase obrera-. El otro caso, muy singular, en que lo religioso acompañó la iniciativa de los jóvenes del vecindario, fue el de “San Lorenzo de Almagro”. Ante varios nombres que se barajaron, el definitivo fue el nombre del santo, “San Lorenzo”, propuesto por el padre Massa y aceptado por los jóvenes, y “Almagro”, la casi siempre presente alusión al barrio. Es necesario aclarar que el club no se originó a partir de la parroquia, sino que fue iniciativa personal del padre Massa.

2.8. Nombres asociados con próceres nacionales

Su número fue importante, pero su peso se fue acentuando después de la primera década. En el registro de 1907 no surge como una cifra destacada, aunque la presencia del discurso y las prácticas escolares parece evidente.27 El año crucial parece haber sido 1910. La problemática acerca de la formación de la simbología patria y la tradición es tema de recientes investigaciones. Todas ellas permiten ubicar el nacimiento de esos diseños desde los mismos años de creación del aparato estatal. A pesar de esto, tuvieron ritmos más acelerados hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX, fundamentalmente guiados en la perentoria tarea de homogeneizar la diversa población llegada desde el exterior.28 Se puede ver cómo los nombres de próceres fueron usados en la segunda y tercera décadas y no en la primera. Primero dominaron el lugar -leitmotiv de todos los tiempos- junto con los “argentinos”. Sólo en un segundo momento aparecieron como opciones los personajes reconocidos de la historia argentina. Este ítem es trascendente si tenemos en cuenta que son los años en que se plasma la difusión del discurso patriótico, del cual uno de los eslabones esenciales era la implantación de una tradición histórica.

¿Qué papel jugó el recuerdo de los próceres a la hora de elegir nombres de clubes? El número es significativo. No se superpone a los que eligieron el lugar como eje identificatorio. No hubo clubes que se llamaran por ejemplo “San Martín de Flores”; se usó uno o se eligió el otro, si bien existían muchos compitiendo por representar a Flores, atestiguado, por ejemplo, en la existencia de un Defensores de Flores. La tendencia general fue la imposibilidad de la aparición de nombres tales como “Belgrano de Flores”. Quien se llamaba Belgrano se consideraba formando parte de algo mayor, e imbuido de sus valores, compartiéndolos con otros. El representante del vecindario era el vecindario encarnado, y quien se denominaba Belgrano decía compartir y defender con el universo de compatriotas los valores que el “héroe” representaba.29

Insistimos en que, desde una perspectiva metodológica, los datos que muestra esta sección de la investigación permiten acercarnos a la recepción que tuvieron entre los sectores populares esas políticas cuyos objetivos fueron explícitamente expresados, y a ese respecto aparece un claro, y por otro lado obvio, desacople cronológico entre los años de elaboración y puesta en marcha de los instrumentos de dicha red simbólica, y los momentos de sus encuentros con los sentimientos y experiencias de los sectores hacia los que estaba dirigido.

2.9. Nombres que denotan una intención política o social distanciada del modelo oficial

Nos ubicamos en la primera década del siglo XX. Momento de auge de las corrientes más abiertamente contestatarias, como los anarquistas, socialistas, así como la formación de la Unión Cívica Radical como partido con un amplio apoyo social.30 La mayoría fue de la Capital Federal y tuvo estrecha relación con los sectores populares.

La elección de estos nombres parece confirmar la tesis acerca de la fuerza de la tradición que la primera década del siglo XX muestra en algunos sectores: una fuerte tendencia a la confrontación dentro de sistemas ideológicos existentes, especialmente el anarquismo. Además, en la medida en que nos alejamos en el tiempo y del centro de la ciudad esta línea va desapareciendo.

2.10. “Buenos Aires”

La mayoría de quienes eligieron este nombre se ubican entre los residentes de la colonia inglesa hacia fines del siglo XIX. Todos los primeros clubes fundados por los ingleses en la Capital Federal se llamaron “Buenos Aires”, por ejemplo: Buenos Aires Cricket Club, Buenos Aires Football Club, Buenos Aires English High School.

“Porteño”: a diferencia del anterior sí aparece usado en la lista de los nombres de clubes extraídos del diario La Argentina, es decir, de principios de siglo y originados en los sectores populares. Es curioso observar que a principios de siglo es “Buenos Aires” el término empleado fundamentalmente por los ingleses o por la élite, mientras que aquí aparece “Porteño”.31 Sin duda, es posible advertir las distancias entre los dos nombres. Quien se decía “Porteño” estaba sosteniendo ser partícipe de la identidad propia de la ciudad, sensación que no daba el “Buenos Aires”.

2.11. Otras opciones

El resto de las denominaciones eran solamente de los lugares, incluyendo vecindarios, cuadras y localidades. Si a esto sumamos alguna alusión al barrio -por ejemplo, Defensores de Belgrano- los nombres elegidos tuvieron que ver en un 90% con los lugares de residencia de los fundadores.32

La influencia del universo local es abrumadora a la hora de construir el “nosotros” y el “ellos”. Los que nos muestran relación con el espacio habitado son los nombres vinculados a los establecimientos educacionales, nombres ingleses y extranjeros no ingleses, los encabezados por “El …”, los elegidos por ser los de personajes o próceres nacionales, y parte de los que denotan opciones políticas y religiosas.

Así, casi todos usaron nombres de lugares. No es su uso lo que define cortes observables y significativos. Vale la pena detenerse en los lugares elegidos y en toda la serie de aditamentos adosados a ellos, ya que son los que nos permiten sopesar los valores adoptados. Vemos hacia 1907 nombres de calles, plazas, barrios. Pero aquí aparece una diferencia interesante. La cantidad de “barrios” cae y aparecen claramente nombres de calles o plazas: Solís, Quesada, Salguero, Plaza Herrera, Forest, Corrientes, Campichuelo, Boulevard Patricios. Es más, la misma palabra “barrio” no aparece en 1907. Una lectura posible sería suponer que muchos de los clubes de la primera parte del siglo pasado remiten a Buenos Aires y a estaciones de ferrocarril; luego a grandes barrios y a localidades del Gran Buenos Aires, y de la provincia más tarde. Sin duda, muchos de los equipos-clubes de 1907 son emergencia del grupo de jóvenes de la “cuadra”, ni siquiera de la vecindad.

Aparecen claramente diferenciadas las elecciones de nombres por parte de los ingleses y de la élite criolla, por tanto, los nombres de las ciudades Buenos Aires o La Plata fueron los lugares de pertenencia elegidos. Mientras, a medida que nos adentramos en el siglo y nos alejamos del centro urbano, aparecen como eje convocante los nombres de los barrios.33

Cuadro 1 Los nombres de clubes existentes, 1907 

Nombres

Porcentaje

"Argentino/s"

6

"Unidos", "Defensores", "Unión"

8

"Estudiantes", "Estudiantil", "Juniors", "Juventud"

15

Deporte, competencia

6

Nombres ingleses

9,6

Nombres no ingleses ni argentinos

8

Fechas patrias y personajes de la historia argentina

19

Lugares, espacios urbanos

25

Religión, política, "Porteño", "Central", "FFCC", "Buenos Aires"

3.4

Elaboración propia.

Fuente: Sección deportiva del diario La Argentina.

A veces los nombres corresponden a más de una categoría. En esos casos se han incluido en todas ellas. El cuadro no pretende completa exactitud sino un acercamiento cuantitativo a los nombres elegidos.

3. Razón social

De acuerdo al diccionario, razón social significa “nombre y firma de una casa o compañía de comercio”. Aquí lo usamos para definir la palabra o frase que encabeza el nombre propiamente dicho de los clubes, aunque éstos fueron sociedades sin fines de lucro y no comercios. La serie o la palabra que integra esta categoría de “razón social” define de alguna manera los objetivos de la institución, por ejemplo el de ser un Club Atlético. Los cuadros que siguen despliegan la información recabada sobre el tema.

Cuadro 2 Razón social de los clubes en 1907 

Athletic Club

6 %

Club

12 %

Club Atlético

38 %

Football Club

44 %

Elaboración propia.

Fuente: Sección deportiva de La Argentina.

En principio, interesa acercarnos a estos usos. Nos encontramos con el “Athletic Club” de los clubes ingleses que remite directamente al espíritu del sportsmanship y al fair play con el que nacieron los deportes modernos. En líneas generales fue elegido por los clubes vinculados a la colonia inglesa. Más tarde apareció con fuerza el “Club Atlético” y, naturalmente, interesa definir el porqué de la adopción de “Club Atlético” durante la primera década del siglo XX, teniendo en cuenta que la mayor parte de los que lo eligieron pueden asociarse a clubes nacidos en el seno de los sectores populares. Caben aquí dos hipótesis: por un lado, como castellanización del inglés “Athletic Club”, expresando así la influencia del modelo con el que llega aquí adherida la práctica del futbol. Sobre todo, y tal vez yuxtapuesto a la anterior explicación, se puede suponer su uso como la influencia del discurso oficial (escolar) promotor del atletismo, del higienismo y de la actividad física dirigida. El “Club Atlético” está atestiguando la presencia de una corriente discursiva explícita en el modelo del fair play, sumada a la del currículum escolar.34

Sin embargo, los “clubes atléticos”, de hecho, en su gran mayoría, no eran más que equipos de futbol en la primera década del siglo XX, lo que debe sumarse a la ya corroborada tendencia a alejarse del sistema ético del fair play en su práctica competitiva concreta. Es decir, en el acto fundacional los jóvenes llamaron Club Atlético a su club de futbol, en un movimiento que suena más a solución de compromiso que a abanderamiento, al estilo del sportman. Como fuere, este nombre es el usado por los clubes fundados por jóvenes de los sectores populares en la primera oleada fundadora de clubes de futbol y mayoritariamente de la Capital Federal.

A pesar de confirmar lo dicho arriba, es curioso lo sucedido con “Football Club”. Su uso no se castellaniza. No hubo “Club de Futbol River Plate”, mientras que sí existió el “Independiente Football Club”. “Football Club” se usó durante casi todo el periodo estudiado, aunque muy especialmente en la primera década, y manifiesta abiertamente la intención de aquellos jóvenes: fundar un club de futbol. O sea, seguramente esto se relaciona con que eran equipos de futbol sin aspiraciones de involucrarse en el fomento de las actividades atléticas y sociales, como sería el caso de “Club Atlético”. La elección de “Football Club” fue común a todos los grupos sociales.

Sin embargo, presenta más interés contrastar “Club Atlético”, muy elegido durante la primera década, con “Sportivo”, usado en un segundo momento, desde 1910 y mayoritariamente desde 1920; y como ya fue expresado, sumado al nombre de localidades generalmente del Gran Buenos Aires.35 “Sport” es usado como sinónimo de deporte, el “sport”. De esa forma llegó a estas playas, designando la competencia deportiva y cualificando el sistema ético unido a ella. Así se titulaban las secciones deportivas de los diarios a partir de fines de siglo XIX. “Sportivo” nacería de la castellanización del “sport” inglés, pasando a designar a la institución que se dedicaba a las actividades sportivas o deportivas. “Deportivo” parece ser el uso nativo de la palabra extranjera. No hay dudas respecto de ese devenir: primero se usó sportivo y luego deportivo.

Otro de los interrogantes que surge es: ¿por qué no seguir llamando a los nuevos clubes “Club Atlético”? ¿Por qué desde 1915 la mayoría preferirá “Sportivo”? Una de las hipótesis -ya mencionada para otros casos- es la de considerar Club Atlético como un nombre usado en la práctica solo por clubes de futbol, sin atender el resto de los deportes, mientras que con “Sportivo” se tendería a abarcar el conjunto de actividades físicas, lo que significaría asimilar otra porción de la sociedad -por ejemplo, la participación de la familia-. Tal vez Club Atlético y Sportivo intentaban designar lo mismo: el desarrollo de las actividades físicas en su totalidad. Pero con Club Atlético no se hace realidad lo denotado: en su gran mayoría fueron sólo clubes de futbol, por lo menos hasta 1915.

También podría considerarse que para estos años la fórmula “Sportivo” sumada al nombre del lugar fuera la elegida como reflejo más fiel de una firme intención: significar que era la única institución deportiva del lugar, sin rival en la misma localidad, aunque sí en la estación vecina, más apartada espacialmente que lo que podían estar dos barrios en la capital. Tal vez llamarse “Sportivo” significara aunar a toda la localidad y atraerla a la práctica de deportes. En un primer momento (hasta el año 1915 aproximadamente) otros cortes, no sólo el de lugar, motivaron variantes en la elección de los nombres.

4. fechas de fundaciones

Existen evidencias, emanadas del anecdotario incluido en la historia tradicional del futbol, de que en muchos casos los fundadores elegían formalizar el nacimiento de la institución en determinado día, demorando el acto que ya había sido acordado. Esto induce a reflexionar en cuanto a los valores con que se buscaba enaltecer el acto mismo de la fundación.

En el análisis de los datos aparecieron con insistencia fechas de efemérides patrias coincidentes con fechas de fundación de algunos clubes. En un primer orden aparecen cuatro clubes que nacieron un 25 de mayo: River en 1901, Platense en 1905, Defensores de Belgrano en 1906 y Huracán en 1907. Hacer coincidir la fecha de fundación con el festejo de mayo implicó dotar de un peso simbólico extra el acto iniciático. Quienes así lo decidieron eran jóvenes, adolescentes.

En sus orígenes éstas fueron instituciones vinculadas con los sectores populares. Lo curioso, y el fenómeno a develar, es que esto aparece en la primera década, justo en el momento en que -como hemos visto- no son frecuentes las elecciones de nombres vinculados a próceres o a personajes de la historia nacional. Realmente parece apresurado extraer conclusiones sobre este particular ya que la información respecto de las fechas completas de fundación (día y mes) es escasa y no permite evaluar en todas las épocas el peso relativo de este tipo de elección. Sin embargo, si el efecto de la educación parece afirmarse desde la segunda década, las prácticas escolares están presentes junto a toda la gama de celebraciones patrias más cercanas a los efectos de los despliegues militares.

Tenemos el caso de Chacarita Juniors, fundado el 1o de mayo de 1906. Su significación política y social es explícita. Es sintomática la elección del 1o de mayo ya que en este caso no esperaron al día 25 para formalizar el nacimiento del club. Habrá que ligar esta fecha con la tradición contestataria asociada a los sectores populares y a la primera década del siglo XX.36

5. nombres alternativos propuestos

Deslizándonos del análisis cuantitativo al cualitativo, nos introducimos de lleno en el momento en que los jóvenes fundadores elegían el nombre de su club. Cuando se reunían con la intención de formar un equipo y a la vez fundar un club, solía generarse un espacio de discusión en torno a una serie de pasos a seguir, entre los que se encontraba la elección del nombre. Podemos conocer algunos de los nombres que se barajaron y que finalmente no fueron elegidos. Esto surge del testimonio de los participantes en el acto fundacional ante el requerimiento de los primeros historiadores del futbol, hacia fines de los años veinte y principios de los treinta.37 Por supuesto, son vivencias recordadas y transmitidas sobre el acto inicial en la vida de algunos de los clubes que, con el tiempo, serían los más populares y cuya historia se consideraba necesario divulgar. Naturalmente, estos clubes estaban vinculados con los sectores populares y fueron creados durante la primera década del siglo XX.

De estos testimonios surge un primer elemento interesante: del conjunto de posibles nombres fueron desechados los que se relacionaban con particularidades o con elementos de la competencia que no estaban vinculados al fair play. Éstos se referían a la relación de rivalidad-enemistad con la que se asociaron los equipos-clubes entre sí. Según los míticos relatos, fueron los nombres que emergieron en un principio y con mayor naturalidad.

El ejemplo más elocuente es el del club San Lorenzo de Almagro. Es el caso que incluye más elementos para analizar. La anécdota dice que los jóvenes fundadores debatían la elección del nombre entre estas opciones: Forzosos (o Forzudos) de Almagro, Cestos y Canastas, El Centinela de Quito, El Almagrense, Olimpia, El Triunfador (o Vencedor o El Invencible), Peñarol, El Ariete, Alumni de Almagro, Río de la Plata. Se advierte que hay cinco que se relacionan con el vecindario (Almagro y Quito, que es el nombre de una calle del barrio), uno con la ciudad (Río de la Plata) y cinco cuyos nombres remiten a la competencia, pero muy especialmente a elementos relacionados con la demostración de poderío, fuerza y éxito, vale decir, relativamente alejados de la propuesta de fair play.

Ante la iniciativa de los jóvenes, el padre salesiano Lorenzo Massa direccionó la iniciativa, ayudando al nuevo club a conseguir un terreno propio. El aporte del padre Massa también se vincula con el nombre que finalmente tomó el club. Ante las opciones que presentaban los fundadores, el cura los convenció de que el nombre más apropiado era el de un santo, sumado al del vecindario. Esto es lo que el padre Massa logró imponer: unió a los jóvenes sobre la base de lo religioso sumando la referencia del lugar: ¿por qué llamarse solamente “San Lorenzo”?

Así, puede advertirse que los nombres vinculados al juego tal como los jóvenes lo entendían han sido los que no lograron pasar el tamiz de la crítica, pues no fueron aprobados por los padrinos adultos. Se percibe en los nombres finalmente elegidos la defensa del lugar pero sin ofensas a los adversarios. Tal vez pueda entenderse esta variante como una forma de contemplar la conflictiva convivencia entre el discurso y la práctica del fair play con la enemistad barrial. Los nombres elegidos parecen denotar la presencia de un “fair play vergonzante” o un espíritu de rivalidad-enemistad opacado, frenado. Sin embargo, la práctica competitiva concreta no borró ni las enemistades ni los exitismos.

La mención del juego entre nombres alternativos y definitivos permite observar algunas de las conexiones emergentes en el momento de la elección. Es decir, podrían percibirse operaciones de ocultamiento y negociación. Sin embargo, será difícil acercarnos a alguna conclusión si no tenemos en cuenta los ejes valorativos con que los sectores populares adoptaron la práctica del futbol. En líneas generales, es necesario decir que la tendencia fue la formación de una rivalidad que concebía a todos los adversarios como cuasi enemigos, mezclada con una dosis de espíritu deportivo que servía de telón al escenario del drama futbolístico.38

Aquí bien vale una breve digresión: en algunos periódicos aparecían avisos de los clubes anunciando sus fundaciones. Junto a la subsección “Nuevos Clubes”, existían otras como “Desafíos” en las que los clubes organizaban sus competencias. En estas columnas puede percibirse con claridad que la forma de entender el deporte de estos jóvenes era realmente distante de las maneras del fair play, en especial al concebir a sus adversarios ocasionales como rivales-enemigos.

En otro trabajo se ha intentado un acercamiento un tanto más profundo al contenido, la experiencia fundacional y los inicios de la práctica futbolística con que se llevó a cabo la adopción del futbol por parte de los sectores populares porteños. En él se percibe la resignificación de los valores de los que el deporte se apropiaba, alejándose del sistema del fair play.39

Retomaremos un caso visto en la nómina de nombres elegidos. Es el de la “Asociación Atlética y Futbolística Argentinos Unidos de Villa Crespo”, más tarde acortado al actual “Asociación Atlética Argentinos Juniors”: se “asocian”, en una explícita versión del clima asociacionista reinante en la época. El nombre nos dice que se han unido jóvenes argentinos que habitaban el vecindario de Villa Crespo. Como se vio, esto parece expresar un intento de diferenciarse de los habitantes de Villa Crespo no argentinos. Aquí no estamos autorizados a hablar de “argentinos” por oposición a lo inglés (como sí ocurrió con Argentino de Quilmes); así, la definición remite a un intento de distanciarse del universo inmigrante.

Además, aparece la razón social “Asociación Atlética y Futbolística”. El aditamento de “futbolística” será abandonado y no casualmente. En realidad, y en relación con el ocultamiento de referencias abiertamente opuestas al fair play, toda mención al hecho de ser un club de futbol, sólo de futbol y no con futbol, es opacada.

La tendencia general apuntó a desechar toda referencia a un localismo extremo, ofensivo, así como toda alusión a la competencia disociada del “espíritu deportivo”. Todas estas variantes se abandonaron. Quedaron nombres más o menos neutros, frecuentemente relacionados con la historia de la propia fundación del club, como por ejemplo Platense, o con el lugar de residencia.

El caso de Chacarita Juniors es interesante. En 1906, la opción que también manejaban los fundadores fue “Defensores de Villa Crespo”. En 1919 el club se reorganizó y aparecieron quienes deseaban cambiarle el nombre. Como posibles alternativas se mencionaron: Jorge Newbery, Defensores de Maldonado, General Soler y Carlos Pellegrini. A diferencia de 1906, próceres y personajes históricos emergieron con peso significativo, aunque el viejo nombre ya identificaba a sus miembros y finalmente no se modificó. O sea, siguiendo la tendencia vista arriba, la presencia de la historia patria fue más perceptible desde 1910.

6. Algunas ideas a modo de conclusión

La potencia con que se generó el fenómeno del futbol estuvo ligada al encuentro de varios fenómenos simultáneos: la formación de los sectores populares modernos, el condimento generacional, ello sumado a la adopción de la práctica futbolística. Es decir, buena parte del brío de su arraigo habría que ubicarlo en la fuerza con la que quedó asociado a los lazos forjadores de vínculos identitarios, en el mismo momento inicial. Una de las primeras rupturas que pueden notarse es la falta de elección hacia nombres vinculados al universo inmigrante, a diferencia de la gran cantidad de asociaciones étnicas que desde fines del siglo XIX existieron en la ciudad. Hemos recogido la evidencia que permite atestiguar este fenómeno muchas veces afirmado pero nunca demostrado: se puede percibir con claridad la decisión de esos jóvenes -en buena proporción hijos de inmigrantes- de separarse del mundo simbólico asociado a las lejanas patrias paternas.

Si el vínculo identitario no quedó asociado al universo de las colectividades, sí primó el sentimiento y la razón de la defensa del pequeño espacio local, vecinal, de cuadra o de esquina. Sumado a ello aparecerá, desde 1910, un recurrente apego a la simbología patria emblematizada en los próceres nacionales. Es decir, este desacople temporal entre la fundación de la tradición patria de fines de siglo XIX y comienzos del XX y su plena adopción tal vez nos remita al pasaje de la formación del discurso patrio y a su recepción, en este caso vehiculizada en el futbol.

Sin intención de agotar el tema, puede advertirse la compleja relación que existió entre el proceso de adopción de la práctica del futbol por los sectores populares y la incorporación -junto con el juego- de los valores que lo acompañaban desde su nacimiento. Los nombres elegidos por los clubes de los sectores populares no hacían mención de relación alguna con el fair play. Aunque sí es preciso analizar lo sucedido con la elección de la razón social. Aquí pueden observarse dos líneas de valores cruzados y en conflictiva convivencia: por un lado, el fair play fundado sobre el modelo de sportsmanship inglés de muchos de los jugadores de la liga oficial en la primera década, y por otro lado sobre el estímulo emanado desde la escuela, que incentivaba la fundación de “Clubes Atléticos”, con una intención lejana a la difusión de las competencias deportivas. Sin embargo, estas tendencias convivieron de manera contradictoria con lo que puede observarse en el estilo dado a la práctica competitiva por aquellos mismos fundadores de “Clubes Atléticos”. Si los fundadores declaran explícitamente sus deseos de fundar un club para practicar ejercicios físicos o atléticos, acto seguido, aparecen en la lista desafiantes términos que por lo menos hacen dudar de sus intenciones “sportivas”. Dentro de este mundo cognitivo-emocional, devenido en experiencial, nos parece transparente la influencia del universo simbólico aportado por la institución de la escolaridad pública formal.

Finalmente, a lo dicho más arriba, y a modo de señalamiento de otros aportes del presente trabajo, creemos que permite distanciarse del uso habitual que liga fundación de clubes de futbol con el avasallante fenómeno inmigratorio. Por el contrario, los jóvenes parecen haber querido alejarse de cualquier connotación ligada a la cultura del recién llegado. Otro elemento transformado hoy en parte del sentido común es el supuesto vínculo entre club y barrio. En este caso puede hablarse de un “tecnicismo”, pero no está de más repetir que el diseño de los “barrios” porteños es bastante posterior a esta oleada fundacional, y sin embargo, resulta obvio el lazo entre territorio y club.

Referencias

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1Partimos de las clásicas, y no por ello menos actuales, conceptualizaciones de Gramsci en torno a la cultura popular: Gramsci, “Observaciones sobre el folklore”. Además, nos han resultado de utilidad los conceptos de reelaboración o elaboración cultural de Gravano, Antropología de lo barrial. En el mismo sentido, la idea de “uso” de elementos culturales originados en otros medios socioculturales de Cirese, Ensayos sobre las culturas subalternas. También la obra ya clásica de Martín-Barbero, De los medios a las mediaciones. A su vez, nos guiamos por las derivaciones historiográficas de estas posturas venidas de la tradicional compilación de Samuel, Historia popular y teoría socialista. Toda la problemática acerca de la conjunción de elementos emocionales y cognitivos constitutivos de la cultura en la idea de estructura de sentimiento en Williams, Marxismo y literatura. Respecto a la elaboración de la llamada “cultura afectiva”, que incluye elementos cognitivos, experienciales en permanente contacto y variación contextualizada: Kessler, El sentimiento de inseguridad.

2En torno a la caracterización de las identidades en asociación con el futbol véanse Armstrong y Giulianotti, Fear and Loathing in World Football; Alabarces, “Identidad, divino tesoro”.

3Tanto los elementos emocionales como los cognitivos se plasman en las experiencias en las prácticas. Sobre las prácticas, Bourdieu, “Fieldwork in philosophy”. En torno al concepto de experiencia véase Jay, Cantos de experiencia, en especial el capítulo 5, “Política y experiencia”, y el 8, “El lamento por la crisis de la experiencia”.

4 Frydenberg, Historia social del futbol.

5De enorme interés el texto de Agamben, Infancia e historia; Jelin, Pan y afectos; Ciafardo, Los niños en la ciudad de Buenos Aires.

6 Frydenberg, Historia social del futbol.

7Todo el trabajo desarrollado en esta sección se basa en los datos recabados de fuentes directas como los diarios El Diario o La Nación, de las memorias y balances de las distintas ligas de fines de la década de 1910 y de los años veinte. También de obras que aquí llamamos “historias tradicionales del futbol argentino”: Lorenzo, Historia del futbol argentino; Lorenzo, Historia de los cinco grandes; Iwanzuk, Historia del futbol amateur argentino. Es decir, se trata de la información acerca de los clubes que alguna vez estuvieron afiliados a la liga oficial. La síntesis de los datos recogidos es la siguiente: * Total de nombres de clubes (alternativos y definitivos): 490. * Total de clubes con datos sobre el lugar de origen: 312 clubes, discriminados de la siguiente manera: Capital Federal: 175; Gran Buenos Aires: 104; Provincia de Buenos Aires: 33. * Total de clubes con datos sobre la fecha de fundación: 192. * Total de clubes con datos sobre la fecha de afiliación a la liga: 380.

8Hemos rastreado los nombres de 265 equipos-clubes de futbol existentes hacia abril de 1907 en los avisos de La Argentina. En el caso de La Argentina no contamos con datos respecto de la fecha de fundación de los equipos-clubes. Éstos representan una franja de aficionados que están por debajo de la liga oficial, que en 1907 contaba con 14 equipos en su primera división y 30 en la segunda.

9La fundación de clubes debe verse además como una ola que formó parte de una corriente asociacionista que atravesó todos los grupos sociales, desde la cúspide hasta la base social. Di Stefano, Sábato, Romero y Moreno, De las cofradías a las organizaciones de la sociedad civil. El mundo del deporte formó parte activa de ese fenómeno por medio, como vemos, de la fundación y el desarrollo de clubes, en especial de futbol: Frydenberg, Daskal y Torres, “Sports Clubs with Football in Argentina”.

10La historia tradicional del futbol argentino recoge la leyenda de que algunos criollos quilmeños, imposibilitados de ingresar al inglés Quilmes Athletic Club, habrían decidido crear Argentinos de Quilmes, cuyo símbolo fue el mate, frente a la cerveza del Quilmes A.C.

11Hay abundante bibliografía sobre la historia de la inmigración en Argentina; de ella rescatamos Devoto, Historia de la inmigración argentina.

12Si bien la llegada de la inmigración masiva significó también la creación de numerosas instituciones vinculadas a sus lugares de origen, la presencia de clubes de futbol nucleados en torno a nacionalidades o etnias apareció sólo hacia el final del periodo. Este fenómeno se vería acentuado después de 1930.

13Algunos ejemplos: Alsina Unidos, Flores Unidos, Argentinos Unidos, Defensores Unidos de Zárate, Defensores de Hurlingham, de Cambaceres, de Nueva Pompeya, de Santos Lugares.

14Ejemplos: Defensores de Belgrano, de Hurlingham, de Cambaceres, de Nueva Pompeya, de Santos Lugares, de Barracas, de Chacarita, de Maipú, de Villa Crespo, del Sud.

15Ejemplos: Estudiantes Extra, de Almagro, Juniors, Unidos; Estudiantil Caballito, Porteño, Rivadavia; Juventud Argentina, Católica del Oeste; Pequeños Barranqueros, Orientales; Británicos Jrs., Boca Jrs., Corrientes Jrs., Chile Jrs., Herrera Jrs., Londres Jrs., Maldonado Jrs., San Juan Jrs.

16Estas lógicas de los programas de la actividad física dentro del sistema educativo argentino fueron estudiadas por excelentes especialistas en el país. Aisenstein y Scharagrodsky, Tras las huellas de la Educación Física escolar argentina.

17Por supuesto, estuvieron las escuelas inglesas de fines del siglo pasado (Barker Memorial School), escuelas secundarias públicas (Escuela Nacional de Comercio), Universidades (Facultad de Medicina) y escuelas militares o policiales (Colegio Militar, Escuela de Cadetes de Policía).

18 Frydenberg, Historia social del futbol.

19Ejemplos: Gladiador, Divisa del Plata, El Vencedor, Los Rápidos, Relámpago, Unión y Fuerza, Victoriosos del Oeste, Victoriosos Unidos, 22 de San Telmo, Sempre Avanti.

20Por ejemplo: Gimnasia y Esgrima de Lomas de Zamora, Gimnasia y Esgrima de San Fernando, Gimnasia y Esgrima de Villa Devoto.

21Tanto en este caso como en el de los nombres de próceres nacionales, se ha hecho un previo trabajo de despeje de sus nombres y sus posibles vínculos con nombres de espacios urbanos porteños. Por ejemplo, sólo se incluyen aquí los nombres que no se relacionan con los nombres ingleses de algunas estaciones de tren.

22Ejemplos: Escocia Nacional, Birmingham, Everton, Inglaterra F.C., Londres Jrs., Southampton, Winchester, Washington, Thomas Edison, The Manchester, Silverstown, Royal, Nottingham Forest, Nelson, Hamilton, Ciudad de Londres.

23 Hobsbawm, Industria e imperio. La mención del autor puede verse en las Conclusiones.

24Por ejemplo: Ferro Carril Oeste, y todos los clubes en los que aparece la palabra “Central”.

25Ejemplos: Corinthians, Peñarol, Gutenberg, Dresde, Atenas, Everest, Sparta, Suizo, Magyar, Guaraní, Germania.

26Ejemplos: Uruguayos, Chile Jrs., Sud Americano, Sud América, Africanos del Oeste, América F. C., Ing. Marconi, C.A. Rotterdam.

27Hacia 1907 aparecen varios nombres que remiten a acontecimientos históricos y fechas patrias, como Gloria de Mayo, Nacional Jrs., Sol de Mayo, Independencia, Lira Nacional, 25 de Mayo, 9 de Julio.

28Algunos ejemplos: Gloria de Mayo, Laureles de Mayo, Sol de Mayo, Independencia, Lira Nacional, Nacional, Nacional Jrs., 25 de Mayo, 9 de Julio. Arenales, Gral. Soler, dos llamados San Martín y dos Belgrano, Almirante Brown, Alvear, Buchardo, Bulnes, Espora. Generales, como Balcarce, Mitre, Paz, Urquiza, Viamonte; Jorge Newbery, Juan de Garay, Leandro N. Alem, Mariano Moreno, Rivadavia.

29Estas conclusiones son aplicables a los clubes nacidos en los vecindarios porteños y sus alrededores. Los espacios y redes simbólicas aparecidas en torno al futbol en el resto de la Argentina no siguen necesariamente estas tendencias. Allí sí aparecerán “Belgrano de Córdoba” o “San Martín de Tucumán”, pero sus significados y sus historias parecen seguir cursos diferentes a los de la Capital Federal.

30Ejemplos: Libertad Juniors, Libertarios Unidos, Mártires de Chicago, Pimero de Mayo, Sol Libertario, 1° de Mayo, Liberal Argentino, C. A. Republicano, Unión Cívica Intransigente.

31Ejemplos: Estrella Porteña, Alumni Porteño, Porteños del Sud, Porteños del Plata.

32Es importante hacer notar que entre fines del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX se produjeron enormes cambios en la ciudad, que llegó a ser una urbe cosmopolita, habitada por más de millón y medio de habitantes. En su seno, hasta llegar a los años treinta, no fue utilizado el vocablo “barrio”, sino vecindario, parroquia y otros. El barrio es una construcción simbólica más que el resultado de una evidencia morfológico-geográfica. Su generación puede ser datada hacia fines de la década de 1920 y muy en especial a partir de la de 1930, una vez que la urbanización llenó el espacio porteño. Sobre estas temáticas: Gorelik, La grilla y el parque; Gorelik, Miradas sobre Buenos Aires; Radovanovic, Buenos Aires, ciudad moderna; Romero y Romero (dirs.), Buenos Aires, Historia de cuatro siglos.

33Los nombres que figuran en esta lista no están incluidos en los grupos mencionados arriba y aparecen repetidos en tres oportunidades como mínimo: Almagro 4, Alsina 3, Alumni 3, Barracas 6, Belgrano 7, Boca 3, Central 7, Ferro Carril 8, Flores 6, Independiente 4, Juventud 3, Lanús 3, Libertad 3, Lomas 8, Nacional 5, Palermo 3, Porteño 4, Quilmes 3, Retiro 3, San Isidro 3, San Martin 4, Sol … 3, Urquiza 3, Villa … 15.

34Antes de rechazar al futbol como contenido de los programas de Educación Física de las escuelas públicas, una ley de 1898 incentivaba la creación de “clubes atléticos” por parte de los escolares.

35Los primeros “Sportivos” son el Sportivo Palermo en 1908, el Sportivo Progreso en 1909 y el Sportivo Buenos Aires en 1910. Pero son excepciones, por lo temprano que aparece el término.

36Resulta difícil infravalorar el peso de la educación pública en la expresión de estos jóvenes. En una ciudad donde la mitad de sus habitantes eran inmigrantes, es lícito pensar que buena parte de los fundadores tenían a sus progenitores recién llegados; fue la educación pública la dadora de símbolos, representaciones y rituales que adoptaron como propios. Otro de los vehículos de ciudadanía, de argentinización, fue el Servicio Militar Obligatorio, vigente a partir de 1905. Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas.

37Estas anécdotas ya transformadas en leyendas fueron transmitidas por las historias tradicionales del futbol argentino, de las cuales la más completa es la ya mencionada obra de Lorenzo, Historia del futbol argentino.

38 Frydenberg, Historia social del futbol.

39 Frydenberg, Historia social del futbol.

Recibido: 26 de Noviembre de 2019; Aprobado: 01 de Septiembre de 2021

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