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Historia mexicana

versão On-line ISSN 2448-6531versão impressa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.71 no.3 Ciudad de México Jan./Mar. 2022  Epub 13-Dez-2021

https://doi.org/10.24201/hm.v71i3.4001 

Reseñas

Sobre Carlos Herrejón Peredo, Morelos. Revelaciones y enigmas

Alicia Tecuanhuey Sandoval1 

1Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Herrejón Peredo, Carlo. Morelos. Revelaciones y enigmas. México: El Colegio de Michoacán, Penguin Random House, 2019. 734p. ISBN: 6073176430.


Carlos Herrejón Peredo, con esta obra de más de 700 páginas, culmina un paciente análisis de las evidencias existentes, reunidas por muchos y dilatados años, acopiadas de 12 archivos de Michoacán, Ciudad de México y Yale, Estados Unidos; a la vez, se afirma entre la comunidad de historiadores mexicanistas como el historiador de esta figura insurgente. Ya nos había hecho adelantos de esta esmerada labor, con la publicación de antologías documentales dedicadas a Morelos y a otros insurgentes. En esta biografía estudia al protagonista en interacción con otros actores, sus articulaciones, sigue sus movimientos al compás de los realistas en enfoque relacional. A la luz del análisis de sus fuentes y en diálogo con impresos, antologías reunidas y estudios históricos de otros colegas, Herrejón examina a este interesante hombre, ofreciéndonos la biografía más completa que hasta ahora conocemos. No obstante, observamos una ausencia en el libro, apreciable desde las pautas recientemente establecidas por los especialistas del género. A saber, siguiendo a François Dosse, la explícita enunciación de las motivaciones personales, la relación subjetiva que el historiador tiene con el objeto de la investigación. Es el escrito mismo, y la forma como está confeccionado, lo que nos las revela. Encuentro con nitidez esas motivaciones que, quizá, han de tocar las fibras de los lectores contemporáneos.

Herrejón cuenta la historia de un hombre que, caído desde la cumbre del liderazgo, dio muestra de poseer cualidades que hoy en día se extrañan entre los miembros de las clases políticas. Herrejón las engloba en lo que llama “la conciencia de la propia miseria moral”. En nuestros términos, sería la contrición provocada por saber de los compromisos implícitos al mando, y asumir su peso. De ese don surgen los rasgos anunciados, que pueden constatarse con relativa rapidez en la carta que Morelos dirige a José María Vergara, insurgente administrador de rentas de Acapulco, poco antes de incendiar ese puerto por orden del Congreso. A ojos de Morelos, la obediencia a la autoridad superior y la responsabilidad sobre las decisiones tomadas por la insurgencia son aspectos del servicio a una causa en desarrollo; por eso es indigno de recibir obsequios.

La biografía de Morelos, este hombre que terminó sus días fusilado, comienza en 1765, año de su nacimiento. En las primeras líneas, Herrejón se propuso atender algunos vacíos de los 45 años previos que vivió el personaje y que se conocen muy fragmentariamente. El Morelos prerrevolucionario que aquí aparece es una suerte de hombre representativo, parte de toda una generación que fue formada en el mismo ambiente, en experiencias semejantes y también en similares sensibilidades. A lo ya sabido, se agregan nuevos datos en que asoma la personalidad de un líder: sus disertaciones y exámenes de grado suscitan polémicas entre sinodales y condiscípulos. Los trazos no dibujan a un hombre intachable; por ejemplo, no se excusa de que, en el examen de ingreso al diaconado, en 1796, el brillo que caracterizaba a Morelos desapareció puesto que fue aprobado con los mínimos. Tampoco se omite indicar cómo, por medio de su cuñado, participa en el comercio de productos de la región con destino a Valladolid, y esquiva la prohibición que tenía de hacerlo. Se registra sin excusa otra falta también enmascarada de los primeros tiempos de su oficio, el nacimiento de los hijos de Brígida Almonte.

La exposición de las infracciones que el Morelos preinsurgente disfraza alejan a esta biografía de tonos hagiográficos. A pesar de eso, la gestión sacerdotal que desempeñó entre 1800 y 1810 es valorada por su celo y cuidado, propios de su personalidad. Herrejón también hace ver la facilidad para fraternizar con los pares, la inclinación de hacer amigos, la comodidad con que convive con los de abajo. Pero, los rasgos de personalidad se transformarán en carisma al despertar la conciencia de las circunstancias difíciles para la monarquía, a partir de 1808. Son las circulares del propio obispado, los hechos anticonspirativos en la provincia de Valladolid y, sobre todo, las condenas y excomunión dirigidas al rector del seminario, en sus años formativos, los detonantes que arrojan a Morelos en la arena política y en la insurgencia.

A partir de aquí, el análisis e interpretación de Herrejón, sostenido en la rica y diversa documentación, se va entretejiendo entre la circunstancia, formación y personalidad del protagonista, que atiende los movimientos de los otros. La narración pausada y pulcra es teñida de significativas inferencias. Una primera aparece en la tesis acerca de las fuentes de incubación de la idea revolucionaria en Morelos; destaca la resignificación de lecturas de su formación sacerdotal. Aquí, el autor nos da la pista que habrá de seguir el lector para entenderla a plenitud; en tanto no nos separamos de su texto para hacer dicha tarea, el autor apela al conocido pacto biográfico, es decir, a la confianza que cualquier lector pone en el autor acerca de su pericia y experiencia. Además, en este tramo, al que acudo como ejemplo, acontece una identificación entre biógrafo y biografiado. Herrejón, espero no equivocarme, acude a su propia formación intelectual y su paso por los claustros del seminario para formular la inferencia de resignificación de sus lecturas y lecciones en el seminario, que enlista.

Tres capítulos del libro están dedicados a desmenuzar las primeras campañas militares, uno más a la significación de la ocupación de Oaxaca; otros tres a la experiencia cumbre de Morelos en el sentido político del liderazgo, y cuatro sustanciosos más, destinados a analizar la declinación del liderazgo militar, la huida del Congreso, hasta el complicado doble proceso que se siguió al Morelos preso. El libro no cierra con el dramático fin del insurgente. El autor ha decidido indicar cómo el castigo aleccionador que las autoridades virreinales querían propinar causó complicaciones a los agentes de la justicia realista. Tantas dificultades como para que el historiador de lección, a lo largo de 150 páginas aproximadamente, de crítica documental. El análisis de los testimonios del proceso, la peculiar condición de enjuiciar a un rebelde a la vez sacerdote, los detalles jurídicos de los dos procesos, dan cuenta de la intención realista de acabar de raíz con una rebelión que amenazó la jurisdicción real, para afirmar la tesis de la imposibilidad del triunfo insurgente.

En esta biografía, el apego a hechos documentados, inferencias y narración, no impiden vivir momentos de suspenso. Carlos Herrejón usa varias estrategias; una fue el entrelazamiento de los capítulos: aspectos fundamentales de la trama quedan dibujados en las últimas páginas de un capítulo, para rápido resolverse en el siguiente. Finalmente, es de gran valor la revelación del autor de remitirnos a obras religiosas para comprender el por qué Morelos consideró que la causa a la que adhería era no sólo justa, sino obligatoria.

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