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Historia mexicana

On-line version ISSN 2448-6531Print version ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.71 n.1 Ciudad de México Jul./Sep. 2021  Epub July 02, 2021

https://doi.org/10.24201/hm.v71i1.3900 

Reseñas

Sobre Tomás Pérez Vejo, Repúblicas urbanas en una monarquía imperial. Imágenes de ciudades y orden político en la América virreinal

Óscar Almario García1 

1Universidad Nacional de Colombia

Pérez Vejo, Tomás. Repúblicas urbanas en una monarquía imperial. Imágenes de ciudades y orden político en la América virreinal. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Planeta Colombiana, 2018. 210p. ISBN: 978-958-427-345-1.


Lo primero que habría que indicar acerca de esta investigación que ha desarrollado Tomás Pérez Vejo en su última publicación y que está inscrita en una prolija veta de estudio, en la cual se ha articulado desde distintas perspectivas y líneas de análisis el proceso de construcción y consolidación del mundo hispánico, es la utilización de la producción iconográfica como fuente histórica, lo que obedece, en general, a la emergencia de los estudios visuales que fueron vinculados, en un principio, a la historia del arte, pero con la consolidación de la historia cultural se registraron otros procesos de apropiación de la disciplina, para hacer “hablar a las imágenes” y ponerlas a funcionar, en virtud de su capacidad de representación; es decir, del modo como los “antepasados”, mediante éstas, dan cuenta de esa suerte de “imaginario colectivo” que reposa sobre un suelo epistémico y que se visibiliza, finalmente, en la producción de un sistema de pensamiento que les es propio. De este modo, la hegemonía del texto escrito va cediendo su estatus, para apoyarse en una diversidad de fuentes testimoniales, como la fotografía o el cine y, en el caso específico de esta obra, la pintura; para dar cuenta de aquellas representaciones colectivas que se constituyen en una suerte de “suelo común”, que subyace a los sujetos, en un espacio y un tiempo específicos.

En este sentido, el hilo conductor de esta historia son las decenas de vistas urbanas -el libro incluye, a modo de ilustración, seis policromías- que fueron creadas por pintores de la época, en suelo americano, desde mediados del siglo XVII, hasta el colapso imperial de principios del xix, tomando como referente los dos grandes virreinatos hispánicos, es decir, el novohispano y el peruano: por una parte, Morelia, ciudad de México, Puebla y ciudad de Guatemala; y por otra, Lima, Cuzco y Potosí. Documentos que, en el decir del autor, tienen la ventaja de revelarnos, no tanto el mundo tal y como funcionaba en el plano real sino, más bien, cómo fue imaginado, en función de la construcción de un universo urbano, por las élites asentadas en ellas. De este modo, Pérez Vejo analiza la manera como una sociedad se imagina a sí misma y al mundo que la rodea, plasmándola en una sucesión de imágenes, que además de reposar sobre la circulación de los discursos, generan, por medio de mapas mentales, el modo en el cual quieren proyectarse en el entorno y domesticarlo, a través de la imaginación y la construcción de ideales. Ciudades de carne y piedra (R. Sennett) pero, sobre todo, de palabras, cuerpos e imágenes, que configuran un orden político que se instala más allá de una estructura física y arquitectónica.

Así, la cuestión clave en esta investigación gira en torno a la comprensión del papel que desempeñaba la ciudad en el orden político hispánico. Como es sabido, mediante la creación y el establecimiento de las ciudades hispanoamericanas, se articulaba el proyecto de la monarquía, en el cual los procesos de la conquista, la colonización y la evangelización, se insertaban en las dinámicas mismas del territorio. El papel de las élites urbanas y de los ayuntamientos y cabildos, que gozaban de fueros y privilegios otorgados por la corona, para incentivar el crecimiento y desarrollo urbano, fue central en un ordenamiento político que, si bien formaba parte del entramado del poder jerárquico, contó con significativos niveles de autonomía, desde los cuales las urbes y su burocracia erigieron sus propias identidades y tramitaron sus intereses particulares.

Este enfoque de Tomás Pérez Vejo sobre el lugar de las ciudades en el orden político hispánico resulta novedoso porque matiza explicaciones anteriores, en las cuales emerge la dominación hispánica como una realidad homogénea e inapelable; lo que por el contrario, el autor pluraliza y enriquece en su diversidad: “no una comunidad unitaria y sometida al poder despótico de un monarca sino múltiples repúblicas urbanas. Todas sujetos políticos autónomos, cada una con sus derechos” (p. 16). Finalmente, mediante esta interpretación, podemos concluir que en los territorios conquistados la monarquía funcionó como una confederación de repúblicas urbanas con derecho al autogobierno y que, aunque lo ejercían en un sentido discreto, se extendía sobre toda su jurisdicción.

El análisis de las distintas imágenes que el autor trae a colación devela los modos de comprensión y de puesta en funcionamiento de dicho orden político en las ciudades virreinales. Alegorías políticas que se construían por medio de la iconografía para reflejar “el ser de la ciudad”, su grandeza y la de quiénes allí vivían. Es decir, la ciudad se imaginaba como un ser vivo cuya estructura orgánica no estaba tan asociada a la suma de ciudadanos iguales como a la de corporaciones y estamentos desiguales. La urbe representada como sujeto político autónomo, en esta lectura, connota la comprensión de una monarquía que se extendía sobre una red jerárquica de ciudades, algunas de ellas como cabezas del reino, en tanto la presencia del virrey, como “sombra del rey”, le asignaba un estatus mayor. Así, éstas eran vistas más allá del territorio como un ente jurídico y una unidad administrativa fundamental, en el funcionamiento de las tierras de ultramar, pero sobre las cuales, a su vez, se gozaba de una autonomía específica.

En este sentido, el periodo considerado -del siglo XVII, a principios del XIX- indica que la consolidación del proceso de conquista y colonización concuerda con el desarrollo de un entramado de ciudades como modelo civilizatorio, de acuerdo con las unidades de observación y análisis del autor. Así, las imágenes de las ciudades virreinales representaban unas plazas mayores muy activas simbólicamente, como centro del orden político, en las cuales los desfiles cívicos escenificaban el poder de las élites, así como sus riquezas y diversidad étnica; del mismo modo, que las entradas de los virreyes a las urbes, que no solo acercaban la figura del rey a sus vasallos distantes, sino que también reiteraban los pactos entre el soberano y sus territorios; además de las procesiones -como las de Corpus Christi, bien fuera en agradecimiento o en solicitud de ayuda-, que testimoniaban, a su vez, la ciudad como espectáculo y la manera como operaban en las comunidades estas narrativas, que fortalecían el devenir de las repúblicas urbanas, encarnando en cada acto la monarquía imperial.

Las conclusiones pueden ser polémicas, puesto que la proliferación relativa de vistas urbanas en la segunda mitad del siglo XVIII, época de las reformas borbónicas, da cuenta de cambios y permanencias de sociedades mucho más ricas y complejas de lo que un análisis mediante la dicotomía interpretativa, entre colonizadores y colonizados, podría arrojar. Por otro lado, el concepto de autogobierno para designar estas dinámicas puede resultar anacrónico; hay que entenderlo, más bien, como una “comunidad natural” cuyo buen gobierno y policía eran atributos de los vecinos y en la cual la intervención de otra autoridad resultaba conflictiva. En este contexto, hay que asumir que las lógicas políticas de la monarquía no fueron rígidas y que no siempre se instituyó un Estado-nación homogéneo, puesto que también hay que considerar, para una análisis más prolijo, la categoría de los Estadosimperios heterogéneos, como en el caso de la monarquía católica española; en tanto, lo que le dio a las ciudades su poder, su lugar y su cohesión, finalmente, fue el hecho de no distinguir en sus prácticas -políticas, económicas, religiosas y gubernativas-, entre el universo de lo público y el de lo privado. Cives mucho más que urbs. Un promisorio sitio de observación para otro proceso, el de las independencias hispanoamericanas.

En resumen, estamos frente a un libro refrescante, que va en busca de otros horizontes interpretativos, sobre el territorio americano en sus procesos de conquista y colonización de la corona española, así como del uso de fuentes que se inscriben en un giro epistemológico de la disciplina, que usa las imágenes en la investigación histórica. Riguroso y al tiempo innovador, estudia el “ser moral de las ciudades”, aprovechando la riqueza en la producción de imágenes durante el periodo de estudio; como parte de la compleja imaginación sobre esta experiencia colectiva y debidamente contextualizado, en la época de la producción de este acervo iconográfico. Finalmente, este no es un libro accidental o a la moda, es el resultado de una notable y sostenida línea de investigación del historiador español Tomás Pérez Vejo, profesor-investigador en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en la cual se articulan los procesos de construcción nacional en el mundo hispánico y el uso político de las imágenes, relacionando la historia social y política con la historia cultural, como lo avalan sus publicaciones, proyectos, conferencias, visitas académicas y distinciones.

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