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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.71 no.1 Ciudad de México jul./sep. 2021  Epub 02-Jul-2021

https://doi.org/10.24201/hm.v71i1.3899 

Reseñas

Sobre Elías José Palti, Una arqueología de lo político: regímenes de poder desde el siglo XVII

Ana Lucía Magrini1 

1Universidad Nacional de Quilmes, Universidad Nacional de Río Cuarto, CONICET

Palti, Elías José. Una arqueología de lo político: regímenes de poder desde el siglo XVII. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2018. 309p. ISBN: 978-978-719-134-9.


Construido a partir de una multiplicidad de registros culturales, corpus de materiales y fuentes documentales, Una arqueología de lo político es un libro relativamente breve, contundente e innovador, una investigación interdisciplinar extensa, compleja y heterogénea. La obra, publicada en 2017 en su versión en inglés1 y traducida por el Fondo de Cultura Económica en 2018, aborda las transformaciones y cambios que se fueron produciendo en el pensamiento político -fundamentalmente en el concepto de lo político- y en los regímenes de ejercicio del poder en Europa Occidental y en América Latina desde el siglo XVII al presente.

El libro comienza remitiendo al clásico ensayo de Carl Schmitt, quien inicialmente acuña el término.2 Según él, lo político refiere a una instancia eminentemente soberana, institutiva y originaria de cierto orden institucional, diferenciándose de este último por su capacidad de decidir en estados de excepción. Como bien exhibe el libro, una profusa literatura reciente se ha enfocado en el abordaje de lo político, reformulando o interviniendo la teoría schmittiana. Autores como Rancière, Esposito, Laclau, Žižek, Badiou, Lefort y Agamben (entre otros), han contribuido de forma considerable a nutrir esta empresa. Salvando las especificidades y distancias entre los mencionados autores, estas perspectivas teórico-filosóficas han entendido lo político como una dimensión que “se distingue claramente de la política. Mientras que esta última representa una instancia más de la totalidad social, lo político en cambio remite a los modos de definición y de articulación mutua de estas instancias diversas” (p. 14).

Ahora bien, dialogando y discutiendo con estos abordajes, la obra de Palti argumenta que lo político no es una categoría “natural” y “transhistórica”, y esto no solo en el sentido de que tiene “cierta génesis” (historia) sino también de que “ha sufrido una serie de reformulaciones fundamentales en el curso de los cuatro siglos que transcurren desde sus orígenes hasta el presente” (pp. 14-15). De allí la relevancia del enfoque teórico construido, en el cual la historia conceptual adquiere un lugar central aunque no exclusivo al combinarse con una amplia estela de aportes, como el método arqueológico foucaultiano, la crítica literaria, la historia de la ciencia, el análisis de narrativas y ciertas reflexiones derivadas de los ya mencionados Alain Badiou, Claude Lefort y Giorgio Agamben, por nombrar tres autores frecuentemente referidos.3

Conforme con la hipótesis de trabajo del libro,

[…] la apertura a este ámbito de lo político es el resultado de una inflexión crucial que se produjo en Occidente en el siglo XVII, acompañando una serie de cambios en los regímenes de ejercicio del poder producidos con el surgimiento de las monarquías absolutas. Es entonces que se establece la serie de dualismos que articulan el horizonte de lo político (p. 15).

Aquella inflexión que se inaugura en el siglo XVII fue susceptible de cambios y disrupciones, mutaciones que el autor analiza por medio de los distintos regímenes de ejercicio del poder. Estos últimos son “formas en que se estructuró la serie de dualismos que articula dicho campo o Spielraum (literalmente ‘espacio de juego’)” y “modos de producción de un efecto de trascendencia a partir de la inmanencia” (p. 15).

Siguiendo las contribuciones de Michel Foucault en Las palabras y las cosas, el investigador argentino sostiene que cada régimen particular de ejercicio del poder se anudó según tres tipos de lógicas: lógica del pliegue, lógica de la indiferenciación e identificación y lógica del salto. Las dos primeras responden a las denominadas por Foucault, Era de la Representación, que caracteriza el periodo clásico (siglos XVII y XVIII), y Era de la Historia, que corresponde al periodo moderno y que describe la estructura del pensamiento del siglo XIX. A estas dos, Palti agrega una tercera, la Era de las Formas, que describe las transformaciones en los modos de producción conceptual del siglo XX y se articula conforme a la lógica del salto.

La estructura del libro sigue el rastro de los cambios y desplazamientos de estas lógicas y periodos. El primer capítulo comienza con la inflexión fundacional que el autor ubica en el pensamiento del barroco y que analiza mediante los debates producidos en el mundo hispano entre los siglos XVI y XVII. El capítulo es rico en un doble sentido. Por un lado, a contramano de las formulaciones de Reinhart Koselleck, el texto muestra que el campo de lo político comenzó a delinearse con anterioridad al denominado Sattelzeit (periodo de cambio conceptual producido entre 1750 y 1850 que, de acuerdo con el historiador alemán, delineó el pensamiento de la modernidad). Fue en cambio entre 1550 y 1650, en el propio seno del “universo teológico”, que se “abrió un horizonte a un fenómeno totalmente nuevo”: “la emergencia del campo […] de lo político” (p. 28). El principal descubrimiento de este periodo fue que “la comunidad nunca es inmediatamente una respecto de sí misma y que “el principio de unidad que la constituye como tal le viene a ella desde afuera”. Lo cual “permite en definitiva distinguir lo político de lo social” (p. 63). Desde entonces la conformación de la sociedad “solo puede ser el resultado de cierto trabajo, que es precisamente, el trabajo de la política” (p. 65). Por otra parte, el capítulo muestra que dicho descubrimiento guarda un núcleo aporético, propio de la lógica del pliegue y del pensamiento barroco. Mediante el cuadro del Greco, El entierro del Conde de Orgaz (1568-1588), el autor describe minuciosamente cómo opera esta lógica. Luego del “primer desencantamiento del mundo”, esto es, luego de que Dios se ha alejado de los hombres y su verdad no es accesible a ellos de manera directa, la sociedad requerirá de un factor externo, de un mediador, para constituirse como tal. La figura del mediador es perceptible tanto en las representaciones artísticas como en las propiamente políticas (entre estas últimas se encuentran el monarca, el Congreso, la ley, entre otras). Sin embargo, ese tercer factor no hará más que replicar y plegar “la escisión inherente de lo social en otro plano” (p. 65). Se trata de una figura que “va a vivir siempre desgarrada por su naturaleza dual: al mismo tiempo humana y divina, particular y universal, profana y sagrada, convencional (artificial) y objetiva (trascendente)” (p. 65). Este es el núcleo traumático de la política, en el que repara el segundo capítulo. Allí se analiza el sentido trágico de la naturaleza simbólica del poder por medio de narrativas ficcionales. Sustancialmente, la dimensión trágica del poder da cuenta de un “residuo de indecibilidad”; en otras palabras, de la imposibilidad del héroe de las tragedias de escoger entre los planos que lo escinden sin violar alguno de ellos. El ejemplo característico es el de Romeo y Julieta de Shakespeare, “casarse con la persona a la que ama, pero con quien no debe casarse, o casarse con la persona con quien debe casarse pero que no ama” (p. 72). Esta estructura trágica hace comprensibles problemas eminentemente políticos, como el de los dos cuerpos del rey (incongruencia entre el cuerpo mortal y el cuerpo místico del monarca) analizado por Ernst Kantorowicz. Lo interesante del análisis propuesto es que aquel residuo de indecibilidad no remite a una suerte de “indecisión subjetiva” sino a un elemento inherente a la propia lógica del pliegue, a su dimensión trágica y a la emergencia del sujeto escindido.

El tercer capítulo realiza un aporte significativo a la historia intelectual y conceptual latinoamericana; allí la obra se detiene en las transformaciones y dislocaciones político-conceptuales producidas en el siglo XVIII que dieron origen a una verdadera reformulación del vocabulario político y que condujeron a las revoluciones de independencia. Para Palti fue en la propia autoafirmación del absolutismo que se gestaron los principales motores que “pusieron fin a la escena trágica”, que habilitaron la emergencia de la democracia como problema y la llamada Era de las Revoluciones.

El capítulo final se aboca a un periodo poco explorado por la historia conceptual, el siglo XX. En un amplio recorrido que va de inicios a fin de siglo, el autor caracteriza el tránsito de la Era de la Historia (lógica de la indiferenciación e identificación) a la Era de las Formas (lógica del salto). Lo crucial en este nuevo modo de producción conceptual no son las “leyes universales” de la Historia (con mayúscula) ni los contenidos esenciales de los conceptos, sino sus formas y relaciones (desubstancialización de los conceptos), proceso que el autor analiza por medio del serialismo musical y de los debates en torno a lo político, como “un objeto de la realidad […] ligado estrechamente” a una nueva “perspectiva de la subjetividad” (p. 193). El capítulo ejemplifica este punto a través del debate entre Hans Kelsen y Carl Schmitt. Conforme con Palti, los cambios conceptuales en torno a lo político se imbrican a transformaciones fundamentales en la noción de sujeto. 4 ¿Cómo se emparentan ambas cuestiones? En el siglo XX se asiste al retorno de la dimensión trágica de la política (ahora secularizada), la cual involucra una nueva relación entre historia y sujeto, pues la historia podría ser forzada mediante una contundente intervención subjetiva, una subjetividad militante (p. 193). Cuestión que, por otra parte, se articula al núcleo del problema de la violencia política.

El capítulo avanza hasta las últimas décadas del siglo XX y rastrea el proceso de desubstancialización de los contenidos y formas conceptuales, así como de la propia noción de sujeto. Llegados a esta instancia, asistimos al “segundo desencantamiento del mundo”, un fenómeno vasto y reciente que se produce “una vez que descubrimos que no hay nada afuera, que es solo una proyección ilusoria o, más precisamente, una manifestación sintomática del vacío inherente” (p. 281). Y ello tiene implicaciones conceptuales y políticas claves, ya que “todos los conceptos forjados en el siglo XIX que hasta aquí funcionaron como articuladores de horizontes de vida colectivamente compartidos en un mundo secular (Nación, Historia, Razón, Revolución, etc.) pierden su anterior eficacia” (p. 282). Pero “rotas ya las ilusiones de sentido, no podemos, no obstante, prescindir de ellas […] aunque sin poder creer en ellas” (p. 283).

La conclusión del libro es ciertamente productiva, allí se precisan aspectos centrales de la estructura del pensamiento contemporáneo (el pensamiento del afuera) y de la lógica del salto. Las obras analizadas en los capítulos anteriores se retoman y contrastan con otras más recientes, como Blanco sobre blanco, cuadro de Malevich, y Dibujo de De Kooning borrado de Rauschenberg. El final del libro retoma así aspectos introducidos al comienzo, ahora reformulados y resignificados a lo largo de cuatro siglos. Cambios que finalizarán con el quiebre del horizonte de lo político, “tornando su mismo concepto un problema” (pp. 282-284).

1Elías José Palti, An Archaeology of the Political. Regimes of Power from the Seventeenth Century to the Present, Nueva York, Columbia University Press, 2017.

2Véase Carl Schmitt, El concepto de lo político, Buenos Aires, Folios, 1963 [1932].

3En trabajos anteriores el autor se ha detenido en la dimensión teórica de su propuesta, allí denominada “historia de los lenguajes políticos”, perspectiva que retoma gran parte del debate teórico reciente respecto a la relevancia de la dimensión discursiva en el marco de la llamada “nueva historia intelectual”. Véase, por ejemplo, Elías José Palti, “Temporalidad y refutabilidad de los conceptos políticos”, en Prismas, 9 (2005), pp. 19-34. Elías José Palti, “De la historia de ‘ideas’ a la historia de los ‘lenguajes políticos’ -las escuelas recientes de análisis conceptual: el panorama latinoamericano”, en Anales, 7-8 (2005), pp. 63-81. Elías José Palti, El tiempo de la política. El siglo XIX reconsiderado, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2007. Consideramos que la marca distintiva del último libro de Palti se encuentra en la recuperación y reapropiación de la arqueología para la historia conceptual, enfatizando el análisis de los modos de producción de conceptos políticos que resultarían característicos en determinados periodos. Subyacen en el renovado enfoque los supuestos delineados en los primeros textos, centrados en distinguir la propuesta teórica propia de la clásica historia de las ideas.

4En efecto, el libro forma parte de una investigación más ambiciosa que en su próxima etapa se abocará a “una arqueología del sujeto moderno” (p. 21).

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