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Historia mexicana

On-line version ISSN 2448-6531Print version ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.70 n.4 Ciudad de México Apr./Jun. 2021  Epub May 04, 2021

https://doi.org/10.24201/hm.v70i4.3877 

Reseñas

Elena Díaz Silva, Aribert Reimann y Randal Sheppard (eds.), Horizontes del exilio. Nuevas aproximaciones a la experiencia de los exilios entre Europa y América Latina durante el siglo XX

Daniela Morales Muñoz1 

1El Colegio de México

Silva, Elena Díaz; Reimann, Aribert; Sheppard, Randal. Horizontes del exilio. Nuevas aproximaciones a la experiencia de los exilios entre Europa y América Latina durante el siglo XX. Madrid: Iberoamericana Vervuert, 2018. 384p. ISBN: 978-848-489-480-3.


En los últimos años el campo de estudio sobre los exilios ha entrado en un importante proceso de expansión, transformación e innovación relacionado con el abordaje de temas de estudio, nuevas perspectivas, fuentes y propuestas metodológicas que lo han revitalizado hasta convertirlo en un área dinámica y propositiva de investigación.

El libro que aquí se reseña es, precisamente, resultado de un esfuerzo colectivo por exponer, mediante un conjunto de contribuciones, nuevas tendencias metodológicas y de perspectiva que han surgido recientemente al abordar diversas temáticas en torno a los exilios europeos y latinoamericanos que se dieron a lo largo del siglo XX.

Los trabajos reunidos por los historiadores Elena Díaz Silva , Aribert Reimann y Randal Sheppard , se presentan agrupados en cuatro secciones que muestran tendencias temáticas sobre las que han girado recientes propuestas de investigación sobre el exilio, como son: las redes transcontinentales, los encuentros transnacionales, los contextos urbanos y las identidades narrativas.

En todos los casos se trata de textos que ponen el acento en la necesidad de superar algunos problemas recurrentes detectados en los estudios de los exilios, como por ejemplo el problema de la dominación del enfoque nacional, el problema de la superación de los relatos hegemónicos, los problemas de abordaje con temporalidades limitadas, o el de incorporar aspectos hasta ahora marginados, como las experiencias y los aportes políticos de los exilios, por mencionar algunos.

En la primera parte, “Redes transcontinentales”, Pablo Yankelevich inaugura un conjunto de cuatro textos con un artículo titulado “Exilios: México en la memoria latinoamericana”, en el que reflexiona en torno a la complejidad de los procesos de reconstrucción de la memoria. Al comparar, mediante diversos testimonios, cuatro casos del exilio sudamericano que estuvo en México durante las décadas de 1960 y 1970, el autor descubre que México guarda un lugar excepcional en el recuerdo de los sudamericanos, no sólo como la tierra que abrió sus puertas para resguardar sus vidas, sino, además, y sobre todo, como el lugar que les permitió reconstruirlas.

En “Las redes panamericanas de ayuda al exilio republicano español”, Aurelio Velázquez Hernández utiliza también una metodología comparada para analizar la forma en que operaron los intentos por organizar redes internacionales de ayuda al exilio republicano español en cuatro países americanos (Argentina, Uruguay, México y Estados Unidos), mostrando cómo, en el particular contexto internacional de los años cuarenta, los contextos nacionales y regionales, así como la influencia organizativa del Partido Comunista, que en todos los casos se detectó, influyeron de manera decisiva en los resultados que obtuvieron esos esfuerzos por establecer organismos de solidaridad mucho más amplios.

En esta parte encontramos también “El europeísmo y los exilios (1939-1945): pretexto para unas reflexiones acerca del estudio del exilio”, donde Olga Glondys, además de aportar interesantes señalamientos críticos de carácter metodológico y epistemológico en torno a los estudios del exilio, destaca el valor de rescatar los proyectos políticos, culturales e intelectuales realizados en situación de exilio, como fue la movilización para la democratización y la unificación de Europa que desde América Latina promovieron exiliados antifascistas y antiestalinistas españoles durante la segunda guerra mundial. En éste, como en el texto de Randal Sheppard , ya se pone el acento en una de las ideas centrales que definen al libro en su conjunto: la ineludibilidad de la dimensión transnacional en los estudios del exilio.

Precisamente, uno de los trabajos donde mejor se aprecian las bondades de este tipo de abordaje es “El exilio y la política transnacional en el diseño de Clara Porset”, donde, por medio de un enfoque semibiográfico en torno a la vida y obra de la artista de origen cubano, Sheppard da cuenta de cómo la movilidad de las personas implica necesariamente la circulación de ideas por medio de redes transnacionales que impactan en los individuos, lo que resulta muy claro en la experiencia de exilio de Porset en el México de los años treinta, donde la convergencia de artistas, intelectuales, exiliados y activistas procedentes de diversos países convierte a la capital mexicana en un punto de polinización de ideas políticas y artísticas que terminan por influir de manera decisiva en la evolución artística de la diseñadora.

En los textos que integran el segundo apartado del libro, dedicado a los “Encuentros transnacionales”, encontramos tres esfuerzos por analizar las percepciones de recepción e inserción de los exiliados en sus países de asilo, así como los discursos construidos en torno a diferentes experiencias de exilio. En “Exiliados españoles en el esfuerzo de guerra francés, 1939-1940”, Diego Gaspar Celaya expone una mirada interesante sobre el cambio de percepción que se operó entre los oficiales franceses respecto de los veteranos de la Guerra Civil española cuando muchos de ellos, concentrados en campos de internamiento, se incorporaron como combatientes extranjeros en Francia en los inicios de la segunda guerra mundial.

En “Simpatías y antipatías de los exiliados republicanos en México: discursos políticos y prácticas sociales”, Jorge de Hoyos Puente confronta el discurso homogeneizador que exalta las simpatías y las bondades de México como país de acogida, con ciertas antipatías y límites de integración que detecta en las prácticas sociales de ese complejo universo de exiliados en México. Se trata de un interesante ejercicio que propone superar los estereotipos y deconstruir mitos historiográficos con el objeto de consolidar nuevas agendas de investigación. En la misma sintonía, el texto de Andrea Acle-Kreysing, titulado “El exilio antifascista de habla alemana en México durante la Segunda Guerra Mundial: una peculiar adopción del mito de la Revolución Mexicana”, pone el énfasis central en el estudio cuidadoso del contexto en el que llegó este exilio a México, para entender los códigos culturales y políticos que influyeron en los juicios e interpretaciones que formularon respecto a la revolución mexicana, dando como resultado un conocimiento más preciso del origen de una perspectiva del exilio alemán inspirada por el antifascismo que logró asociar la ideología posrevolucionaria con su propia lealtad al comunismo internacional.

El tercer apartado, “Contextos urbanos”, se inaugura con la sugerente propuesta metodológica de Aribert Reimann , que en “Distrito transnacional: espacios urbanos del exilio político en el Distrito Federal de México”, recurre a la topografía urbana para rastrear los espacios de la política, las prácticas de sociabilidad y de interacción cultural de las diferentes comunidades nacionales que coincidieron en la capital mexicana durante los años cuarenta. Se trata de un ejercicio fascinante que muestra la dinámica compleja de ese encuentro de dimensión transnacional entre exiliados donde se detectan tanto dinámicas de convivencia y cooperación, como de aislamiento y conflicto, que a su vez son interpretadas como un reflejo de la dinámica política de la izquierda europea de esos años.

La ciudad de México aparece de nuevo como escenario de un trascendente intercambio transnacional en “Otros camaradas de ruta: las colaboraciones transnacionales de los editores republicanos españoles y los activistas homófilos estadounidenses en la ciudad de México, c. 1940-1960”, donde Víctor M. Macías-González muestra cómo la distribución de libros y de prensa homófila propiciada por esos actores impactó de manera importante entre lectores homosexuales mexicanos que, por medio de ellos, empiezan a tener noticia sobre los movimientos homófilos y de defensa de los derechos civiles en el exterior, todavía muy distantes del contexto mexicano de aquellos años.

Por su parte, Buenos Aires es el escenario central en el trabajo de Bárbara Ortuño Martínez dedicado a “El exilio republicano en Argentina (1936-1975): avances, retrocesos y nuevas miradas”, donde analiza la sociabilidad y los patrones de asentamiento de las comunidades del exilio en esa ciudad. Pero, sobre todo, ofrece un repaso de las corrientes historiográficas que han analizado el fenómeno del exilio republicano en Argentina, señalando algunos ejes novedosos que guían investigaciones recientes, como son los relacionados con la juventud en el exilio y la segunda generación.

Finalmente, en la cuarta sección, dedicada a las “Identidades narrativas”, encontramos cuatro interesantes textos dedicados a explorar los horizontes desde los cuales se construyen los discursos identitarios en el exilio y los elementos que los componen. El recurso del género epistolar en todos ellos muestra la riqueza de la fuente y sus múltiples posibilidades de abordaje en los estudios del exilio. En el capítulo “‘Todo ser humano no ha muerto’: Súplicas y peticiones del exilio español (1939-1945)”, Guadalupe Adámez Castro encuentra en las peticiones dirigidas al Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles escritas por los exiliados desde los campos de internamiento en Francia toda una relación de éstos con la escritura que analiza de forma sugerente.

En los siguientes tres artículos es, en cambio, la correspondencia personal, entre familiares y amigos durante el exilio, la que se utiliza como fuente principal. En “Sentimientos prisioneros del exilio: contradicción burguesa entre las obligaciones públicas y las emociones privadas del intelectual Antonio Zozaya (1939-1943)”, María Zozaya Montes presenta un original análisis que contrasta el discurso público del reconocido intelectual exiliado con sus prácticas y pensamientos en la esfera privada, detectando aspectos poco advertidos en los discursos historiográficos del exilio. Por su parte, en “Las heterodoxias del exilio: Emilio Prados a través de su correspondencia”, Elena Díaz Silva encuentra en las cartas del poeta elementos que revelan el conflicto con su homosexualidad y una experiencia de exilio que poco corresponde con las características que se exaltan en la narración hegemónica del mismo. Finalmente, Pilar Domínguez Prats en “‘El pasado ya no interesa a nadie’: las memorias del exilio en el contexto de la transición democrática, Cecilia Guilarte”, explora la experiencia del retorno del exilio de la periodista de origen vasco por medio de las cartas que escribió a amigas exiliadas que permanecieron en México durante el proceso de transición española.

Se trata, en efecto, de una obra colectiva de gran dimensión propositiva y reflexiva, que deja en claro que no existen temas de estudio que se agoten sino la necesidad de diversificar formas de abordaje para lograr profundizar en ellos. El libro logra su propósito de reconocer la complejidad del exilio y sus múltiples posibilidades de acercamiento.

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