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Historia mexicana

On-line version ISSN 2448-6531Print version ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.69 n.4 Ciudad de México Apr./Jun. 2020  Epub June 02, 2020

https://doi.org/10.24201/hm.v69i4.3725 

Reseñas

Sobre Natalia Armijo Canto y Monica Toussaint (coords.), Centroamérica después de la firma de los Acuerdos de Paz. Violencia, frontera y migración

Verónica Rueda-Estrada *  

*Universidad de Quintana Roo, Unidad Académica Playa del Carmen

Armijo Canto, Natalia; Toussaint, Monica. Centroamérica después de la firma de los Acuerdos de Paz. Violencia, frontera y migración. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Conacyt, Universidad de Quintana Roo, 2015. 258p. ISBN: 978-607-947-512-3.


Entre la escasa literatura sobre el territorio comprendido entre el norte y el sur del continente americano aparece una nueva publicación que contribuye de manera significativa al debate de los problemas de la posguerra y al entendimiento de la región en cuestión. Centroamérica después de la firma de los Acuerdos de Paz es un libro en el que las coordinadoras Armijo y Toussaint abordan temas centrales del Istmo: la violencia social, los conflictos fronterizos y los masivos y complicados procesos migratorios, bajo el paradigma de que estos son el resultado de una serie de necesidades no resueltas antebellum.

Un supuesto aceptado, casi de manera axiomática, entre los estudiosos de Centroamérica -y entre sus propios habitantes- era que el fin de las hostilidades traería consigo estabilidad política y económica. Tras el desarme, la región entraría en una etapa caracterizada por una democracia incluyente que cobijaría a todos los ciudadanos sin importar el bando de lucha al que habían pertenecido, elecciones limpias y transparentes que fortalecerían a una nueva ciudadanía concientizada de sus derechos, y por el florecimiento de nuevas instituciones. Estos factores contribuirían, se pensaba, al desarrollo económico, social y político. Sin embargo, en los hechos se trató de una ilusión pues si bien se instauraron sistemas electorales y el traspaso pacífico de poderes -a excepción de Honduras en 2009 y 2017-, se dejó pendiente la construcción de un sistema democrático que otorgara derechos universales y políticas públicas que lograran superar la pobreza y la exclusión. La posguerra revela el fracaso de este enfoque. A la necesidad imperiosa de edificar una nueva democracia representativa pos conflicto armado le sucedió, en la práctica, un pacto entre élites donde se otorgaron algunos espacios para los actores derrotados, acuerdos para profundizar las reformas económicas neoliberales y se reforzaron los pilares del orden: la constitución y las fuerzas armadas. Ahora, tras la escalada de violencia que sufren los estados centroamericanos, este último ha salido a las calles para tratar de imponer orden -el que también se suponía iba a imperar tras años de beligerancia.

Tanto las coordinadoras como los autores del libro realizan una profunda reflexión para ayudarnos a comprender la situación actual centroamericana por medio de un enfoque multidisciplinario en que la historia se conjuga con la ciencia política y la sociología para retratar a Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras y la frecuentemente olvidada frontera sur mexicana. Además, los lectores encontrarán un análisis preciso de por qué algunos fenómenos sociales propios de la región persisten todavía a pesar del tiempo transcurrido entre el fin de la guerra y el presente. En efecto, la mutación de la violencia política a la social, las recurrentes crisis políticas, los problemas de tenencia de la tierra, la desagrarización de los sectores campesinos, el crecimiento anárquico del espacio urbano, las nuevas formas de protesta socioambiental, las crisis humanitarias de los migrantes, los cambios en las relaciones diplomáticas de México con la región y otros factores hacen de Centroamérica una zona con serios y profundos conflictos que parecen estar lejos de resolverse por los gobiernos surgidos del espectro doctrinario derecha-izquierda pero con políticas de corte neoliberal irrestricto de tendencias ideológicas.

A las coordinadoras les preocupa de manera particular la violencia estructural centroamericana. Múltiples organismos y publicaciones internacionales (The Economist, The Independent) señalan que varias ciudades en El Salvador (San Salvador, Santa Ana), Honduras (Tegucigalpa, San Pedro Sula), Ciudad de Guatemala y México poseen tasas de homicidios per cápita tan elevadas que invariablemente los colocan en la lista de los países con mayor criminalidad en el mundo. Por esto, es un acierto de las coordinadoras del libro hacer una lectura de la posguerra y la violencia imperante aun cuando se hayan establecido formalmente democracias electorales en la región.

Otro gran acierto de las coordinadoras es la insistencia en relacionar y reflexionar la Centroamérica actual en torno a un tejido social que se desbarató de manera más contundente en el periodo resultante tras la firma de la paz que durante la guerra misma. En consecuencia, los impactos de la descomposición social necesariamente tienen que reverberar en todos los ámbitos, incluyendo el ideológico, porque las izquierdas quedaron en una orfandad ideológica que perdura hasta nuestros días. La realidad de la ÍCpacificación55 fue también el doloroso descubrimiento que la guerra había servido como camuflaje al irresuelto problema agrario, pues tras el cese de hostilidades, la tierra se convirtió en el botín de las élites, y es por eso que algunos de los actuales problemas en Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador comienzan con esta reconfiguración o reacomodo de los grupos empoderados bajo la sombra discursiva de la paz, así como de los grupos transnacionales que siguen buscando la manera de concretar proyectos de gran envergadura en detrimento de los habitantes de estas tierras disputadas, convertidas nuevamente en zonas de conflicto.

En estos espacios de conflictividad heredada y reconstruida, hay dos nuevos elementos que se suman a la pugna: la resistencia de tipo social y ambiental, y el factor del tráfico de drogas, ambos obligan a ser estudiados en profundidad. En lo que se refiere al primer término, el común denominador en todos los países de la región es la oposición a los proyectos mineros, hidrológicos o de la construcción de un gran canal, como en el caso extremo de Nicaragua. A esta conflictividad se suma la disputa del territorio por el narcotráfico, que ha mantenido el control de amplias zonas de la región mediante el desplazamiento de pobladores y que busca conservar dicho control del territorio para el cultivo y movilidad de su mercancía.

Para los grupos en resistencia el discurso ideológico ya fue superado, ahora permea una identidad que ha sobrepasado lo político a través de la conciencia medioambiental y del fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil, ello a pesar de los embates de las autoridades, tal como lo desarrolla de manera contundente Kristina Pirker en el capítulo “ Seguridad, violencia estatal y derechos humanos en Centroamérica hoy: la criminalización de la protesta social”. Se trata de una serie de conflictos socio-territoriales que evidencian una serie de dinámicas que van más allá de lo nacional, pues son movimientos y actores que trabajan en redes y que multiplican la conflictividad social. Esto sucede con las maras -que también están trasregionalizados-, como lo evidencia brillantemente Alberto Martín en su capítulo “Las treguas con los maras y pandillas en Centroamérica: un balance de tres experiencias recientes”. En similar línea analítica está el trabajo de Mónica Cerón Díaz “El Salvador. Sistema de seguridad y violencia social: políticas gubernamentales e impacto regional”, que analiza la evolución del sistema salvadoreño de seguridad de 1992 a 2012, la reforma policial y las rupturas y continuidades del sistema.

La región siempre ha sido un espacio de importancia geoestratégica, y por lo tanto, objeto de discordia, ello como resultado de problemáticas regionales y extra-regionales. Este es el argumento que desarrollan con talento Jazmín Benitez y Leonardo Rioja: “Los intereses estratégicos de Honduras y las disputas territoriales con Nicaragua y El Salvador: 1980-2014”. El capítulo “Geopolítica, militarización y crisis humanitaria”, de Raúl Benitez Manaut, abona al entendimiento de los cambios en las políticas migratorias de México, Estados Unidos y los países centroamericanos ante el desplazamiento masivo de población hacia el norte, ocasionando, desde el punto de vista de las autoridades, un problema de seguridad nacional al que han respondido con la militarización y el aumento de los gastos en defensa de las instituciones de seguridad de la región.

Por su parte, Natalia Armijo abona con lucidez a entender la “Dinámica de seguridad en la frontera sur de México en el siglo XX”; en su texto nos muestra una frontera marcada por la diversidad y la vulnerabilidad, esto último debido a varios factores, entre ellos la presencia de un Estado mexicano débil y uno guatemalteco aún más débil. Así, la frontera sur se ha convertido en un lugar de explotación y de oportunidades - entre ellas el narcotráfico- y también en un lugar de vulnerabilidades, especialmente para la empobrecida población que habita en las zonas fronterizas. Por su parte José Knippen en el capítulo “La seguridad humana para migrantes: un marco conceptual para exigir derechos”, propone -ante la violencia de la que son víctimas- una perspectiva de derechos humanos: libertad personal, a la vida, a la integridad personal, y el acceso a la justicia como una forma de garantiza y promover los derechos de los migrantes en su paso por México.

En el capítulo “México frente a Centroamérica: de los Acuerdos de Paz a los problemas de la posguerra”, Mónica Toussaint desarrolla con éxito los cambios en las líneas de acción diplomática de México hacia la región, lo que consistió en trasladar la gestión y responsabilidad del proceso de paz a los propios países centroamericanos, olvidando su anterior activismo y el giro posterior hacía la promoción de acuerdos regionales de cooperación.

Como puede apreciarse, el libro propone una amplia y compleja red de enfoques que ponen en relieve a Centroamérica como una región donde las expresiones políticas y sociales se han manifestado de forma constante, aunque con diferentes niveles de confrontación. Así, independientemente de las características de sus respectivos acuerdos de paz -incluso en donde no los hubo, como Costa Rica y Honduras - , en todos los países las reformas neoliberales tuvieron consecuencias directas en la sociedad y se han manifiestado como violencia estructural en toda la región.

En lo político las consecuencias fueron también estructurales y como resultado se dio el vaciamiento de la democracia -si es que alguna vez estuvo de lleno en Centroamérica-, la reconfiguración de grupos económicos y políticos favorables al modelo neoliberal, la despolitización de la sociedad, una corrupción escandalosa independientemente del origen ideológico de los gobernantes en turno, y trágicamente de una izquierda que -a pesar de ser gobierno en algunos casos - perdió y no ha podido recuperar la capacidad de respuesta para proponer verdaderos cambios a favor de la población. En ese sentido, las acciones de las élites -de izquierda y de derecha- vencedoras en la pacificación han manifestado un profundo desconocimiento de las estructuras sociales, culturales y étnicas de sus países, mismas que fueron causa de los levantamientos armados de los años ochenta, una insensibilidad que no deja de escandalizar.

El aprendizaje tras los acuerdos de paz ha sido doloroso para la población y sus costos aún se siguen pagando. Por la extensión misma del libro, quedaron fuera algunos temas que vale la pena enumerar: el destino de los enormes contingentes humanos que tras los acuerdos de paz fueron despojados del uniforme y de la bandera ideológica, la configuración de una sociedad civil dinámica en varios países de la región, la emergencia de movimientos sociales que efectivamente problematizan su realidad y su historia, la evidente feminización de la protesta social, las victorias y reveses en temas de derechos humanos y la construcción de redes regionales entre los movimientos ambientalistas.

Para los interesados en la región centroamericana, los ocho capítulos que conforman el libro logran cruzar miradas entre los diferentes fenómenos regionales que aún se están desarrollando; se trata de realidades que tienen su origen antes de las guerras de los años ochenta y, en ese sentido, el libro obliga a cuestionarse si de verdad finalizaron ciertos procesos históricos en la región. Esta compilación de textos obliga a pensar y repensar a Centroamérica de distintas formas y con otras interrogantes: ¿en las condiciones actuales, la acción más audaz de los gobiernos de la región será la búsqueda de un capitalismo inclusivo?, ¿existe aún una verdadera ideología de izquierda en la región? Si es así, ¿en la actual conflictividad social dónde se manifiestan estas izquierdas? Este es el valor del libro coordinado por Armijo y Toussaint, pues además de sus interesantes reflexiones, obliga al lector a pensar en soluciones regionales a los problemas actuales.

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