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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.69 no.3 Ciudad de México ene./mar. 2020  Epub 09-Sep-2020

https://doi.org/10.24201/hm.v69i3.3705 

Reseñas

Sobre Gerardo Gurza Lavalle, Virginia y la reforma de la esclavitud, 1800-1865. Los límites del progreso en una sociedad esclavista

Marcela Terrazas y Basante1 

1Universidad Nacional Autónoma de México

Gurza Lavalle, Gerardo. Virginia y la reforma de la esclavitud, 1800-1865. Los límites del progreso en una sociedad esclavista. ,, México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2016. 223p. ISBN: 978-607-947-548-2.


El 14 de agosto de 2017, el New York Times informó a sus lectores:

La ciudad de Charlottesville se vio envuelta en un hecho de violencia el sábado, cuando los nacionalistas [supremacistas blancos] y contra-manifestantes se enfrentaron en uno de los combates más sangrientos [sucedido] hasta la fecha por la remoción de monumentos confederados en todo el sur. […] Esas escaramuzas en su mayoría habían resultado en cortadas y moretones. Pero después de que se dispersó la manifestación, en un parque de la ciudad, un automóvil con placas de Ohio se lanzó contra una multitud [de contra-manifestantes], matando a una mujer de 32 años. Unas 34 personas más resultaron heridas, al menos 19[,] como consecuencia de la embestida automovilística, de acuerdo con una vocera del Centro Médico de la Universidad de Virginia.

La noticia, que conmovió a Estados Unidos, da cuenta del clima de racismo en el país, exacerbado en los últimos meses. Racismo cuya solución -se pensaba- había avanzado gracias a un clima más inclusivo y tolerante. Pero dicha percepción resultó errónea, al menos parcialmente, y la rabia y el resentimiento resurgieron en diversas ciudades estadounidense.

¿Qué relación hay entre estos acontecimientos y el libro del que nos ocuparemos? A juzgar por el título, Virginia y la reforma de la esclavitud, 1800-1865. Los límites del progreso en una sociedad esclavista, debiera ocuparse de un tema acotado y preciso, dirigido a un público especializado, con escasas posibilidades de atraer a numerosos interesados y con pocos nexos con los temas contemporáneos. En particular, con aquellos asuntos que sirven a los periódicos estadounidenses para atraer a un público nutrido. De manera sorpresiva, y contrariamente a la primera impresión que genera el nombre de la obra, el lector hallará en este volumen temas que revisten enorme actualidad y trascendencia. Pocas investigaciones de carácter histórico podrían tener mayor vigencia y ser más oportunas que la que ocupará nuestro análisis en las líneas siguientes. Como es manifiesto en el nombre mismo, el volumen versa sobre la esclavitud en Virginia y el movimiento que intentó reformarla y aun ponerle fin. El tema remite a una pregunta inexcusable, ¿cómo es posible que la cuna de la democracia moderna haya nacido y mantenido durante 90 años (sin contar el periodo colonial) la peculiar institución? ¿De qué manera se justificaba, qué argumentos se esgrimieron para encajarla en el esquema de un país igualitario y liberal? Más grave aún, y relacionado con lo que hoy se observa en torno a las preocupantes tensiones sociales en la unión americana, ¿cuán profundas son las raíces del racismo?

Si bien el objetivo explícito de la investigación es indagar sobre los resortes religiosos del movimiento reformista de las primeras décadas del siglo XIX que buscó incidir en el esclavismo y analizar su impulso en relación con los cambios sociales y económicos que trajo consigo el aumento de la producción, el crecimiento del mercado y el reordenamiento de las relaciones sociales,1 la obra va mucho más allá. Se trata de un tratado minucioso, profundo y reflexivo en torno a dos corrientes reformistas que -animadas por la idea de progreso- intentaron incidir en la esclavitud; la que, entre 1820 y 1830, buscó terminar con ella a largo o mediano plazo, y aquel movimiento reformador que, sin proponerse poner fin a la “institución peculiar”, se esforzó por humanizarla asumiendo su permanencia. El libro revisa las contradicciones en que ambas incurrieron. En sus páginas, y aun sin ser el tema central, el racismo aparece de manera inevitable, entramado con el asunto central de la obra. Correlato de la esclavitud, el desprecio racial es presentado con sus rasgos ominosos; entre ellos el hecho de que los afrodescendientes pudieran ser vendidos, sus familias separadas y que sufrieran castigos al arbitrio de los amos. El lector advierte, por medio de sus líneas, las profundas raíces de la discriminación y la complejidad de las relaciones interraciales; se adentra, pues, en el corazón del odio étnico. Escudriña el desprecio del blanco hacia el negro. Todo ello enmarcado en un sistema de plantación cuya base económica era, precisamente, la esclavitud, y en el contexto del Segundo Gran Despertar.

El trabajo de Gurza, al ocuparse del reformismo, toca temas controvertidos: la naturaleza moderna o atrasada del propio Sur y de las dos corrientes reformadoras que procuraron impactar en el esclavismo. Analiza el tránsito de un movimiento reformador -que, sin ser decididamente antiesclavista, buscó, entre 1820 y 1830, erradicar la institución y reducir su importancia económica y demográfica, enviando a los libertos a Liberia-, hacia otra corriente que aceptó dicha servidumbre y, con un carácter paternalista, intentó humanizarla de acuerdo con principios cristianos. Entiende ese rasgo paternal como la manera en que los propietarios de esclavos se veían a sí mismos y justificaban su papel. Penetra en las características peculiares de movimientos modernizadores, impulsados por el afán del progreso, a la vez que singularizados por una fuerte raíz religiosa y genuinas inquietudes morales. Subraya el impulso innovador de los reformadores, su interés en trazar una red eficiente de comunicaciones y en promover el crecimiento del mercado y la producción como vía hacia el progreso y la prosperidad, al tiempo que se esforzaban por resolver el “problema” de los negros en la entidad. Devela la paradoja que significaba que esta corriente fuese en contra de la esclavitud por una parte y, por la otra, no ocultara su sentimiento de superioridad racial, ni deseara la permanencia de los negros -esclavos o libres- en suelo americano. De hecho, uno de las cuestiones centrales del relato es el proyecto de expulsión de los esclavos emancipados y su inserción en el plan de colonización de Liberia, África.

No obstante ocuparse de asuntos que pueden dar lugar a la exaltación y a posturas desmesuradas, como la esclavitud, la naturaleza del Sur y el racismo, el tono de la obra se significa por su equilibrio y mesura. Con un hábil manejo de documentos locales, el autor nos permite formarnos un retrato preciso de la relación entre blancos y esclavos o libertos, no siempre cargada de odio racial. Pone por caso las numerosas solicitudes de blancos a la Cámara de Delegados para que los negros manumitidos pudieran permanecer en el condado. Hace ver que, aunque muchas de las peticiones eran rechazadas, en los hechos, poco se hacía para impedir que los libertos permanecieran en las localidades. Adicionalmente, Gurza se vale de los libros de minutas eclesiásticas, en particular las bautistas, para fundamentar el apartado dedicado a los esfuerzos de las iglesias para que los esclavos formaran uniones conyugales estables y guiaran sus relaciones a la manera de los blancos. Así, la pintura que se presenta nos permite apreciar los claroscuros del vínculo amo-esclavo, mostrando el ángulo humanitario e incluso compasivo que llegó a tener en algunos casos.

Con una prosa fluida y eficaz, el estudio abarca el largo periodo que va de la etapa posterior a la revolución americana hasta el fin de la Guerra Civil. Está dividido en cuatro capítulos que obedecen a una estructura temática, si bien siguen al mismo tiempo un orden cronológico. Trata los orígenes del proyecto colonizador en África en el primer capítulo, mientras que el segundo se ocupa del proceso en que los ministros bautistas, metodistas, episcopales y presbiterianos abandonaron el plan de lograr la emancipación gradual de los esclavos y optaron por el de humanizar el trato del que eran objeto. Las dificultades enfrentadas por los clérigos para llevar adelante estas reformas son abordadas en el tercer capítulo. El último sigue los esfuerzos reformadores hasta la guerra civil y los efectos que ésta tuvo sobre aquéllos.

Sustentado en ricos y bien aprovechados acervos, el autor dialoga, discrepa o coincide con la producción historiográfica sobre los mil aspectos que, de forma relevante o aún tangencial, aborda el volumen. Así por ejemplo, pone sobre la mesa el debate en torno a la condición tradicionalista del Sur. Tal caracterización, rechazada en décadas recientes por autores que subrayan la naturaleza esencialmente moderna de la región, destaca los rasgos del sistema que se acomodaban en el entorno capitalista de la economía transatlántica; en este sentido, se suma a los historiadores en la deconstrucción del mito del Sur atrasado y antimoderno. Por otra parte, analiza los factores domésticos e internacionales que debilitaron el ánimo revolucionario y desanimaron el impulso antiesclavista, o bien repasa y expone los resortes que impulsaron la trata interna de esclavos y los móviles que llevaron a Virginia a tomar parte en ella, así como la relación del comercio de esclavos con el boom algodonero.

El estudio de Gurza, en síntesis, establece la conexión entre esclavitud, economía, pensamiento religioso y moral. Sabe distinguir posturas complejas o ambiguas de estados como Virginia ante la “peculiar institución”; en este sentido, contribuye a entender el origen, la fuerza y el contexto que han acompañado al racismo.

1Véanse las pp. 35-36.

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