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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.68 no.4 Ciudad de México abr./jun. 2019

https://doi.org/10.24201/hm.v68i4.3633 

Reseñas

Sobre Armando Pavón Romero, Clara Inés Ramírez González y Ambrosio Velasco Gómez (coords.), Estudios y testimonios sobre el exilio español en México. Una visión sobre su presencia en las Humanidades

Jorge de Hoyos Puente1 

*Universidad Nacional de Educación a Distancia, México

Pavón Romero, Armando; Ramírez González, Clara Inés; Velasco Gómez, Ambrosio. Estudios y testimonios sobre el exilio español en México. Una visión sobre su presencia en las Humanidades. México: Bonilla Artigas Editores, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2016. 497p. ISBN: 978-607-845-049-7.


El exilio republicano español en México es una mina historiográfica sin fondo de la cual manan abundantes trabajos, individuales o colectivos, que exploran aspectos muy diversos de un contingente humano singular. Su interés y vigencia se nutre fundamentalmente de una constante renovación metodológica y epistemológica que ha enriquecido enfoques y reformulado preguntas de todo tipo. En esta ocasión nos toca reseñar un grueso volumen coordinado por Armando Pavón, Clara Inés Ramírez y Ambrosio Velasco, resultado de un encuentro internacional celebrado en México en 2009 como parte de las conmemoraciones del 70 aniversario de la llegada del exilio a tierras mexicanas. Un libro construido en torno a un eje, la inserción en el mundo universitario mexicano de los exiliados españoles, aunque en su lectura encontramos otras ramificaciones que atienden problemáticas dispares, algunas de contexto general y otras sobre aspectos muy concretos.

En sus páginas encontramos 26 textos de 28 autores, estructurados en tres grandes ejes titulados “Panoramas”, “Personajes” y “Testimonios”. El primero de los apartados recoge estudios generales y de contexto, el segundo atiende, en la mayoría de los casos, diversas facetas de algunos de los académicos exiliados más prominentes y, finalmente en el tercero se recogen breves intervenciones de protagonistas. Tres objeciones generales surgen en este momento al lector. En primer lugar, el largo tiempo transcurrido entre la celebración del encuentro y la publicación de las ponencias tiene como consecuencia la desactualización de muchas de ellas, que no han podido incluir los importantes avances historiográficos que se han producido en los últimos ocho años sobre José Gaos, Pere Bosch Gimpera o Medina Echavarría, por citar solo tres ejemplos. ¿Cómo se puede publicar en 2016 sobre estos personajes sin citar los trabajos sobre Medina Echavarría de Álvaro Morcillo (2010), la biografía de Bosch Gimpera realizada por Francisco Gracia (2011), o la de José Gaos, publicada por Aurelia Valero (2015). En segundo lugar, la inclusión un tanto forzada de algunos trabajos que no abordan estrictamente el tema que nos anuncia el título del libro, como es el interesante texto de María de Lourdes Pastor sobre el Mairena de Machado, o el no menos sugerente de Patricia Gamboa sobre Fernando Gamboa. Lo mismo ocurre con el último texto, de Tatiana Sule, un testimonio sobre su experiencia como exiliada chilena, pero sin apenas referencias a las relevantes interconexiones con el exilio español. En tercer lugar, sorprende la disparidad que existe entre los trabajos, tanto en extensión como en calidad científica. Sin una justificación explícita, conviven breves ensayos con textos bien documentados y con un abundante aparato crítico. Estas circunstancias tienen efectos perjudiciales en la lectura de la obra en su conjunto, en la medida en que le restan coherencia interna y actualidad. Para el lector no es fácil encontrar el hilo conductor definido por los coordinadores en la introducción y tiene que enfrentarse a una sucesión de ensayos dispares, lo que inevitablemente conduce a la desi lusión, el desaliento e incluso el hastío.

Estas objeciones iniciales nos permiten analizar con cierta perspectiva crítica el fenómeno de las conmemoraciones y sus efectos como generador de publicaciones y encuentros. El exilio republicano, en especial en México, pero no sólo, es campo fértilmente abonado para caer en la trampa de las conmemoraciones, motor de turismo académico y no exento de folklor, donde los congresos científicos se suceden. Congresos masivos que no siempre cuentan con un hilo conductor bien definido y que producen resultados un tanto difusos, que llevan a publicaciones prescindibles, donde los textos relevantes sufren de pésimos compañeros de viaje. Si en 2009 fueron los 70 años, en 2014 fue el 75 aniversario y pronto llegará 2019, y con él los 80 años del exilio. Un calendario que en buena medida se ha convertido en una trampa de la que resulta muy difícil escapar. Este mismo año 2017, se celebra con mucho énfasis el 40 aniversario de lo que erróneamente se ha denominado el restablecimiento de las relaciones entre México y España, motivo de no pocas tropelías históricas promocionadas por las autoridades gubernamentales de ambos países, donde los investigadores volvemos a tener nuestra cuota de responsabilidad al pasar de puntillas por los detalles, ¡importantes detalles!, que pueden ensombrecer tanta conmemoración superflua. Ahora bien, los resultados de las conmemoraciones son un buen escaparate para medir el músculo de las aportaciones y las novedades, o en su caso la ausencia de ellas.

La convivencia en este libro de investigadores y estudiosos procedentes de distintas tradiciones académicas y de diferentes generaciones es un elemento que resulta útil para tratar de percibir matices en torno a los acercamientos al exilio español. Si la historiografía mexicana fue la precursora en el abordaje del exilio republicano como un objeto de estudio, como bien nos recuerda en su texto nuestra añorada Dolores Pla, este libro muestra un cierto agotamiento de los enfoques que desde el país de acogida vienen dándose. En gran medida esta situación tiene cierta lógica, ya que el interés central de la historiografía mexicana para acercarse al exilio se ha focalizado en las aportaciones que este contingente generó en México. En ese sentido, el enfoque del libro está justificado y los nombres elegidos para el análisis también. Sin embargo, en términos generales nos encontramos con textos sobre algunos primeras espadas del exilio que nuevamente son revisitados sobre principios y categorías, en términos generales, ya explorados.

Autores como José Antonio Matesanz, Ascensión Hernández de León Portilla o Angelina Muñiz-Huberman, que en su día fueron precursores en el campo, nos presentan nuevamente ideas y trabajos ya bastante superados. Algunos textos adolecen de cierto encapsulamiento nostálgico y anticuado, y se limitan a repetir los viejos mantras ya ampliamente superados. Otros, como el de Ascensión Hernández, cometen errores inexplicables como su afirmación de que México fue la morada de la República Española hasta 1977 (p. 69), cuando es sobradamente conocido el traslado de las instituciones republicanas a París en 1946. Probablemente por la desactualización de los textos, el trabajo de Enrique López sobre las revistas literarias cae en una importante paradoja, al acusar de desinformado a Bernard Sicot respecto de las ediciones de los poetas hispanomexicanos y deslizarse por la misma senda al señalar profusamente la dificultad para encontrar algunas de sus revistas literarias, mismas que llevan años a disposición de los investigadores y el público en general en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

Este fenómeno de desactualización, tanto en problemáticas como en lecturas no es un hecho constatable exclusivamente en los autores mexicanos de esta obra. Si nos asomamos a la aportación de José Luis Abellán, que abre el libro, encontramos la misma situación. Un continuo de lugares comunes sobre el franquismo y la “anti-España” construido con bibliografía de los años setenta del siglo XX. Como en todo libro colectivo, por muy difusa que sea la idea central que lo nutre, hay trabajos muy meritorios, como los textos de José Luis Mora sobre la recepción del pensamiento filosófico exiliado en la España posterior a Franco y el de Mariano Peset sobre Rafael Altamira, entre otros. Sin duda, es relevante el testimonio de Miguel León-Portilla, testigo principal del fallecimiento de José Gaos en acto de servicio.

Por todo ello, bien podemos concluir que nos enfrentamos a una obra que genera profundas insatisfacciones en el lector especializado. No se trata de minusvalorar las aportaciones individuales relevantes, que las hay, sino de cuestionar el sentido en su conjunto de una obra profundamente desigual que adolece especialmente del tiempo transcurrido entre su elaboración y su publicación. Lo que tratamos de cuestionar es la conveniencia de publicar en 2016 trabajos colectivos concebidos, en algunos casos, bajo el prisma de los años ochenta del siglo pasado, incapaces de dar respuesta a preguntas y agendas de investigación novedosas. Por muy relevantes que sean estas aportaciones ya conocidas, existen muchas incógnitas por explorar sobre las influencias o transferencias entre el exilio republicano y la sociedad mexicana. No entienda el lector que esta reseña tiene como objeto minusvalorar las aportaciones imprescindibles que realizaron los autores en el pasado, la mayoría protagonistas del salto cualitativo y cuantitativo a los estudios del exilio, sin los que sin duda la historiografía no hubiese llegado al punto de desarrollo actual. Se trata, por el contrario, de alertar sobre el perjuicio que presentan obras que parten de una clara improvisación y carecen de coherencia interna, donde alguna responsabilidad deben tener los coordinadores del libro, reconocidos especialistas en sus disciplinas donde destacan por investigaciones muy alejadas del exilio español.

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