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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.68 no.3 Ciudad de México ene./mar. 2019

https://doi.org/10.24201/hm.v68i3.3609 

Reseñas

Sobre Heribert Von Feilitzsch, Félix A. Sommerfeld. Maestro de espías en México. 1908-1914

César E. Valdez* 

*Instituto Nacional de Antropología e Historia

Feilitzsch, Heribert von. Félix A. Sommerfeld. Maestro de espías en México, 1908-1914. México: Crítica, 2016. 536p. ISBN: 978-607-747-085-4.


Entre el 29 de mayo y el 2 de junio de 1991, en la Universidad de Colima, se realizó el coloquio “El espionaje en la historia de México: Homenaje a Frederich Katz”. En aquella ocasión el homenajeado habló sobre las complicaciones de trabajar temas históricos que involucraban a espías y al espionaje. Las dos principales eran, primero, que cuando uno iba a un archivo y decía “quiero ver los archivos de los servicios secretos” se le miraba como a un loco y no podía obtener información. La segunda era que, salvo contadas ocasiones, los espías que fueron capturados no eran los mejores, por lo cual era muy complicado reconstruir los alcances y límites de su trabajo.

Es así como la publicación de un libro que trata estos temas se vuelve un acontecimiento digno de atención, ya que sin duda es importante examinar cómo se ha construido y los materiales de los cuales se ha valido el autor para su redacción. Este libro, Félix A. Sommerfeld. Maestro de espías en México, 1908-1914, es la primera de dos partes que Heribert von Feilitzsch ha dedicado a la vida de Sommerfeld.

Con 21 capítulos y un epílogo, este libro, de poco más de 500 páginas, afirma el autor, no pretende proporcionar un análisis completo de las causas y del curso de la revolución mexicana, sino relatar “una historia fascinante y olvidada que es solamente un fragmento de todo lo que sucedió” (p. 16). Esa historia es la de Félix A. Sommerfeld, pero, ¿quién es Félix A. Sommerfeld? Heribert von Feilitzsch , autor de este libro, se queja de que Sommerfeld es visto por la historiografía mexicana como apéndice o una anécdota cuando, afirma el autor, “logró convertirse en el agente activo más importante del servicio de inteligencia alemana en el centro mismo del gobierno mexicano” (p. 15), actuando como espía del ministro alemán en México, Paul von Hintze, a quien Sommerfeld, sostiene Feilitzsch, proporcionaba información sobre México, Europa y Estados Unidos. También afirma que bajo las órdenes de Sommerfeld “operó la mayor organización de inteligencia extranjera que alguna vez operara [sic] en territorio estadounidense y se convirtió en un arma que aterrorizó y diezmó a los enemigos de Madero” (p. 15). Era entonces el “más influyente, el menos comprendido y el más eficiente, ya que entretejía cui­da­do­samen­te los intereses de México, Alemania y Estados Unidos para sus propósitos” (p. 16). El origen de la hipótesis, y de la investigación misma, se ubica en el verano de 1990, cuando el autor, alumno graduado de la Universidad de Arizona, recibió del historiador Michael C. Meyer una carpeta con el expediente de la Inteligencia Militar estadounidense sobre Sommerfeld.

¿Pero cómo es este expediente? ¿Qué dice? ¿Qué contiene? ¿Cuál es su procedencia? El origen del expediente es la detención que sufrió en 1918 Sommerfeld a manos de la Oficina de Investigación. Durante esa detención se le preguntó sobre su pasado y sus actividades en México. Aquí reside uno de los elementos más controversiales sobre el libro, ya que si Sommerfeld efectivamente dirigió a un grupo de espías durante la revolución mexicana cuyo objetivo era desestabilizar las relaciones México-Estados Unidos, ¿qué tan confiable puede ser el interrogatorio en cuestión? Heribert von Feilitzsch afirma que lo que sucedió fue que Sommerfeld “confundió fechas intencionalmente para cubrir sus pasos” (p. 50); así, el autor decide que a veces creerá al documento y a veces no.

En cada uno de los capítulos que componen este libro el autor explica las diferentes razones para creer o no en el informe de la Oficina de Investigación de Estados Unidos. Algunas veces estas razones se apoyan en fuentes archivísticas y hemerográficas que el autor reunió a lo largo de 10 años de investigación. Hay que destacar que las fuentes utilizadas, salvo los registros de minas de Chihuahua, pertenecen a repositorios estadounidenses, ingleses y alemanes; igualmente, la totalidad de la hemerografía es estadounidense y constituye un cuerpo documental poco explorado por la historiografía mexicana.

A lo largo del libro constantemente se utilizan frases como “es muy probable”, “es posible”, “existe la posibilidad”; al mismo tiempo que encuentra en los convulsos sucesos políticos europeos las explicaciones a la inexistencia documental de los rastros de Sommerfeld, quien, además, se transforma en pretexto para contarnos tantas historias como lugares pisó el “maestro de espías”. Sommerfeld se convierte en el nodo que conecta a todos los personajes importantes de la primera guerra mundial, desde Guillermo II, diplomáticos estadounidenses, alemanes y británicos, empresarios mexicanos, periodistas, caudillos, entre otros. Por sus manos, nos reitera muchas veces el autor, pasaron informes cruzados para todos los involucrados en la guerra. Así, en esta versión deHeribert von Feilitzsch , una sola persona fue capaz de encaminar una guerra mundial y una revolución, de modo que Madero, Villa, el káiser alemán, los presidentes estadounidenses y una gran cantidad de empresarios y comerciantes se convierten en los títeres de un presunto agente secreto alemán.

Pero volvamos a la pregunta inicial: ¿quién fue Félix A. Sommerfeld? Según Heribert von Feilitzsch , fue un alemán de “probable” origen judío, “probablemente” estudió ingeniería de minas, “probablemente” estuvo en algún momento de su vida en Canadá, “es muy seguro” que dirigió a un grupo de espías alemanes en México, “es probable” que haya sido periodista”, y un largo etcétera. Pero, fuera de las probabilidades, las certezas también están presentes; no hay duda que fue un personaje cercano a Madero y que luego, durante la guerra de facciones, fungió como enviado de Villa en Estados Unidos para conseguir armas. En la versión de Félix A. Sommerfeld. Maestro de espías en México, 1908-1914, la ingeniería de minas, el oficio de periodista, la cercanía con Madero y el papel de traficante de armas no son más que disfraces para ocultar el auténtico objetivo: llevar a México y Estados Unidos a la guerra.

El libro contiene un grupo de imágenes cuyo propósito es demostrar que Sommerfeld estuvo en donde el autor afirma. Cenas, listas de migración y correspondencia buscan reforzar argumentos insistentes y por momentos circulares. El libro se detiene constantemente a contarnos el día a día de algunos personajes, esto de la mano de diarios y no de bibliografía especializada que hubiera permitido al autor economizar espacio. Sin duda, uno de los asuntos más cuestionables del libro es la completa ausencia de autores que podemos considerar clásicos de la historiografía de la revolución mexicana; Javier Garciadiego, Josefina MacGregor, Pedro Salmerón, Adolfo Gilly, Pablo Yankelevich, Felipe Ávila, Luis Barrón, etc., por mencionar sólo algunos. El único mexicano que encontramos en la bibliografía es Enrique Krauze, a quien se cita para asuntos sin trascendencia; Charles Cumberland, Alan Knight, W. Dirk Raat y Friedrich Katz aparecen referenciados, la mayoría de las veces, para que el autor los contradiga y denote una completa falta de confianza hacia sus investigaciones. El autor aspira a demostrar al lector que los historiadores a quienes se ha confiado la vida de Sommerfeld han pasado por alto su importancia por atender a otros personajes considerados protagonistas de la historia. Afirma que “historiadores como Katz han utilizado las descripciones de sus detractores [de Sommerfeld], muchos de los cuales no alcanzaron a comprender la verdadera personalidad de este hombre” (p. 516). Y es que asegura que la “mala fama” de Sommerfeld se debe a que la mayoría de los funcionarios que tuvieron contacto con él le tenían aversión.

La obsesión de Von Feilitzsch con Sommerfeld sólo es comparable con la de Patrick Modiano por Dora Bruder, una chica de 15 años desaparecida cuyo único registro era una fotografía en un diario. Así, en Maestro de espías tenemos una fórmula igual de inquietante: un retrato, un interrogatorio, muchas mentiras y verdades a medias que en su conjunto advierten una historia fascinante. El libro de Heribert von Feilitzsch está escrito en un lenguaje novelado y atractivo; sin embargo, la traducción tiene errores que denotan descuido.

Si, como afirmó Friederich Katz, el problema de estudiar a espías y agentes secretos es que únicamente los que cometieron errores fueron descubiertos, valdría la pena preguntarnos sobre la figura de Sommerfeld. Sin embargo, ¿todo el peso de la historia puede cargarlo un fantasmal personaje que aparece y desaparece entre países sin dejar rastros? Aceptar que un solo hombre fue capaz de incidir directamente en las personalidades de políticos de tres países, en lugar de hacer más complejos los procesos, los reduce a caprichos personales. El libro Félix A. Sommerfeld. Maestro de espías en México, 1908-1914 es, sin duda, un texto que impulsa a reflexionar sobre los sujetos y su capacidad o no de formar parte de la historia. Sin embargo, nos dice poco sobre las relaciones internacionales de las facciones revolucionarias durante la Revolución, en la medida en que no está interesado en discutir evidencias o contrastar versiones. Sin embargo, ejercicios como el de Heribert von Feilitzsch ayudan a romper las barreras geográficas en las que se acostumbra encerrar a las historiografías nacionales y mirar a los procesos inmersos en intereses conectados más allá de los ojos de los propios “protagonistas” de la historia.

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