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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.67 no.2 Ciudad de México oct./dic. 2017

https://doi.org/10.24201/hm.v67i2.3487 

Reseñas

Herbert S. Klein, Historia mínima de Bolivia

Tomás Catepillán Tessi* 

* El Colegio de México

Klein, Herbert S.. Historia mínima de Bolivia. ,, México: El Colegio de México, 2015. 407p. ISBN: 978-607-462-860-9.


No resulta fácil reseñar libros de larga data. Éstos crecen conforme pasan los años y sus reimpresiones se multiplican, al igual que sus reediciones (autorizadas y piratas) y sus lectores. Más difícil resulta reseñar textos que han tenido la dicha de ser publicados en diversidad de latitudes e idiomas.

Este es el caso de Historia mínima de Bolivia, publicado por El Colegio de México como parte de su colección Historias mínimas, que ya suma más de 30 títulos.

Publicado originalmente en inglés bajo el título de Bolivia, the evolution of a multi-ethnic society por la Universidad de Oxford, en 1982, a los diez años se publicó una versión revisada por el mismo sello editorial. Para entonces ya se había traducido al castellano (Historia general de Bolivia) y publicado en La Paz en 1982, 1984, 1988 y, posterior a la versión revisada, en 2002. La historia de las ediciones del libro, sin embargo, no termina allí. Ampliada por el mismo autor, se publicó una segunda edición en 2003 con el nombre de A Concise History of Bolivia, reimpresa en 2011 con el sello de la Universidad de Cambridge. A esta versión corresponde el texto que nos ocupa, aunque extendido y revisado, en traducción realizada por Lucía Rayas.

Como puede verse, este título lleva a cuestas más de 30 años recorridos entre las universidades inglesas y el altiplano boliviano, con una favorable acogida tanto entre los lectores de lengua inglesa interesados en el pasado y presente de Bolivia como entre los lectores bolivianos. Una acogida que, en buena medida, puede asociarse al propósito con que se escribió esta obra. En palabras de su autor:

Esta historia fue escrita para el público en general y para el estudiante universitario no boliviano y se propuso darle los rasgos globales de la evolución histórica de la sociedad boliviana. Por tanto, es más un ensayo de síntesis que una reinterpretación original de las fuentes históricas primarias. Al mismo tiempo […] también trata de ofrecer al lector informado los resultados de la más reciente investigación […]. Así pues, el lector boliviano probablemente tendrá pocas sorpresas en el contenido del libro, aunque espero que podrá ver hechos y procesos bien conocidos desde las diversas y divergentes perspectivas de las demás ciencias humanas, así como desde los intereses de los historiadores tanto bolivianos como extranjeros. Por fin, abrigo la esperanza de que esta historia ofrezca a los investigadores bolivianos una introducción útil a los estudios internacionales sobre el pasado de Bolivia [Prefacio a Historia general de Bolivia, La Paz, La juventud, 1988].

Y bien parece que lo ha logrado.

¿Por qué entonces una nueva edición en castellano?

Es conocido que los proyectos de historias compendiadas son más comunes en el mundo anglosajón que en el hispanoamericano. De ahí la importancia de la colección que emprende El Colegio de México y el papel específico de la Historia mínima de Bolivia, ampliamente leída en dos circuitos que, tal como fueron perfilados por Klein en la cita reciente, parecen ignorar la existencia de un medio inmenso que también se interesa en el altiplano central andino: Hispanoamérica. Un medio en el que no era fácil encontrar una síntesis histórica actualizada de Bolivia, escrita de manera amena y sencilla, descontando quizá las más antiguas de Alcídes Arguedas y de la familia Mesa-Gisbert. Más importante: una síntesis que fuera capaz de dar cuenta, sin caer en el tedio cronológico y crítico, de más de 500 años de historia y de buena parte de la bibliografía especializada publicada hasta 2011. Allí reside, a mi parecer, el principal aporte de esta nueva edición de un antiguo libro firmado por el historiador H. S. Klein.

En el texto el autor demuestra claridad expositiva, y si bien la norma no es dar cuenta de los debates historiográficos, cada párrafo da cuenta de un ejercicio crítico que se complementa de manera ajustada con el ensayo bibliográfico anexo. Más todavía, el libro en cuestión es una guía sumamente útil para todo el que quiera ubicarse en los parámetros básicos de la historiografía, historia y geografía bolivianas, adentrarse en los meandros de la actualidad política de dicho país y comprender los procesos que han dado forma a sus actuales conflictos.

El libro se compone de 10 capítulos, un prefacio, una cronología política, un apéndice estadístico y un ensayo bibliográfico. El cuerpo del texto viene organizado temporalmente siguiendo, de manera bastante convencional, la periodización política de la historia del Estado Plurinacional de Bolivia y, en menor medida, de la población bajo su mandato. Da inicio con un capítulo en que se funden geografía y “civilización precolombina”, cuestión interesante, como si pudiera pensarse en ambos como el sustrato sobre el que se desarrollaría posteriormente el drama de Bolivia. Un drama inaugurado, otra cosa llamativa, con los registros escritos sobre los reinos aymara de la zona aledaña al Titicaca y, principalmente, con el tema del segundo capítulo: “La creación de una sociedad colonial”.

Del total de 10 capítulos, los últimos seis están dedicados a la República, mientras que los últimos dos al periodo 1982-2014, con lo que se aprecia una disminución del ritmo narrativo. Pareciese que transitando hacia el presente la realidad se fuera haciendo cada vez más compleja y abundante. O porque, más probable, el presente es el epicentro de los intereses del autor. Su hipocentro, siguiendo con la metáfora telúrica, serían la economía y la política. Y hay que tomarlos como hechos dados: el libro, con todas sus virtudes, discurre principalmente en torno a la economía y la política, lo que podría verse, más todavía, en dos de los tres anexos: Cronología política y Apéndice estadístico. Existen esfuerzos por incorporar cuestiones que salgan de lo estrictamente económico y político, pero no son la tónica. En general se trata de una narración descarnada. Sin vidas: ni gozosas, ni sufrientes, ni apáticas. Esto es, quizá, lo que explique que el indio comience a figurar como actor en la historia de la República, y no sólo como sujeto de la legislación y la violencia estatal o de los hacendados, recién con el levantamiento de 1899. Y más aún, que cobren importancia conforme pasen, para fines del siglo XX, al centro del poder republicano. Y es, quizá, lo que pueda ayudarnos a comprender el porqué de un trío de cuestiones en las que quisiera centrarme para concluir este brevísimo texto.

La primera se refiere a las denominaciones y las categorías que han articulado la sociedad boliviana. Ya desde la introducción Klein nos advierte que Bolivia “es la más indígena de las repúblicas americanas”, así como nos advierte del abandono de la palabra “cholo” y, en cambio, del auge de la palabra “mestizo”. ¿Pero son efectivamente estas categorías, junto con otras como indio, indígena e incluso boliviano, lo transparentes e inmóviles que parecen ser según son usadas en el libro? ¿Y será lo mejor proyectarlas al pasado como si fueran una identidad con las distintas realidades que han denominado, y más aún, como si no hubiesen tenido transformaciones significativas a lo largo del arco de cinco siglos que abarca este libro?

La segunda, en cambio, tiene que ver con el marco nacional que utiliza el libro. Se entiende que una historia compendiada de Bolivia ha de versar precisamente sobre Bolivia. ¿Pero qué es Bolivia? Desde lo más formal, que podría ser intentar un recorte a partir de la delimitación territorial de la República fundada con este nombre, hasta lo más sustantivo, que podría ir por el lado de intentar una historia de la nación boliviana. La misma legislación boliviana se ha encargado de poner en entredicho lo segundo. Y lo primero, que, si bien podría ser útil como marco de referencia, nos pone frente al dilema de qué hacer en los momentos previos a la creación de esa República. Siendo como fue un proyecto, y lo sigue siendo como cualquier Estado nación, en esto la Historia mínima de Bolivia omite una reflexión necesaria, aunque fuera como punto de partida, que permitiera situar al lector en torno a su principal objeto de estudio.

Por último, podría sumarse a estas consideraciones un aspecto relativo al modo en que se encadenan los hechos y procesos que nos presenta Klein. Podría decirse que en este libro nos encontramos con una historia que tiende a ser narrada como sucesión de acontecimientos necesarios. Quizá por ser también una historia descarnada, como he comentado, seducida por la constatación en lo económico y lo político de un Estado-nación que se presenta como si fuera transparente. Y ya que estamos en este punto, vale la pena preguntarse si acaso esta será la única manera de escribir una síntesis histórica; si acaso será la única manera de escribir una historia compendiada. Y esta pregunta, que es pertinente hacérsela respecto de una narración que se esfuerza constantemente por volver coherentes los hechos que narra, también podríamos hacerla extensiva tanto a la unidad que intenta explicar (Bolivia, ¿la nación?, ¿el Estado plurinacional?, ¿la república decimonónica?) como a los ámbitos en torno a los cuales se organiza el texto, que ya hemos señalado. ¿Sólo economía y política deben ser los ejes para comprender la historia de un país? ¿Y la historia de ese país encuentra su ser exclusivamente en el presente? No intentaré las respuestas. Acá me basta con recordar un hecho importante: aunque este libro haya sido revisado, ampliado y editado, sigue siendo un libro de 1982. Con todas sus virtudes, que definen su tono y lo vuelven un título fundamental, y con todas las extrañezas que puede producirnos su lectura en estos días.

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