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Historia mexicana

versão On-line ISSN 2448-6531versão impressa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.67 no.2 Ciudad de México Out./Dez. 2017

https://doi.org/10.24201/hm.v67i2.3479 

Reseñas

Fernando Saúl Alanís Enciso, Voces de la repatriación: la sociedad mexicana y la repatriación de mexicanos de Estados Unidos (1930-1933)

Alexandra Délano Alonso* 

* The New School.

Alanís Enciso, Fernando Saúl. Voces de la repatriación: la sociedad mexicana y la repatriación de mexicanos de Estados Unidos (1930-1933). San Luis Potosí: El Colegio de San Luis, 2015. 387p. ISBN: 978-607-9401-68-9.


Durante el siglo XX, el periodo de la Gran Depresión se consideró el momento “más espectacular e intenso” (p. 339) de la migración entre México y Estados Unidos por la repatriación masiva de mexicanos que vivían en Estados Unidos a su país de origen. Entre 1930 y 1934, cerca de 350 000 personas fueron deportadas o regresaron a México por su propia voluntad ante la falta de oportunidades de trabajo y la hostilidad que enfrentaban en el país que años antes los había recibido con los brazos abiertos como trabajadores. La magnitud de esta migración de retorno, el mal trato del que fueron objeto los mexicanos en Estados Unidos y las condiciones deplorables en las que llegaban a México tras enfrentar campañas de intimidación, redadas, arrestos, persecución o deportación, detonaron una serie de reacciones por parte del gobierno y la sociedad mexicanas. Éstas revelan la ambivalencia que existía y que aún perdura respecto a los migrantes mexicanos -a quienes se les acusa de traidores y “agringados” al tiempo que se celebran sus contribuciones económicas y se idealizan sus cualidades-, así como el rezago que persiste respecto a las políticas públicas referentes al retorno y la reintegración.

La publicación del libro de Alanís Enciso llega en un momento sumamente pertinente, en un contexto en el que desde la recesión económica de 2008 en Estados Unidos y hasta 2013, el promedio anual de migrantes retornados de Estados Unidos a México fue mayor a 350 000. Al igual que en los años treinta, estamos ante una situación en la que cientos de miles de migrantes mexicanos y sus hijos nacidos en Estados Unidos regresan a México cada año en condiciones precarias y enfrentan discriminación y falta de oportunidades para integrarse tanto en la sociedad mexicana como en el mercado laboral. La retórica nacionalista que en la década de 1930 celebraba a los “hijos errantes” y prometía tierras, colonias y trabajo para incentivar su regreso a México, tiene eco en los programas de retorno que actualmente promueve de manera tibia el gobierno mexicano, y que al igual que en ese periodo, han tenido resultados limitados.

Voces de la repatriación contribuye a entender la complejidad de las reacciones del pasado y del presente en México frente a este fenómeno, considerando a una variedad de actores: la sociedad civil organizada, el gobierno (municipal, estatal, federal), los empresarios y la prensa, desde una perspectiva regional que compara la situación en varias ciudades fronterizas con las respuestas que se dieron en el centro del país. Este estudio, minucioso y exhaustivo, deja claro que las percepciones sobre los migrantes y las respuestas que se han dado históricamente frente a la migración de retorno no son homogéneas ni positivas. Entre los pronunciamientos patrióticos y las acciones solidarias para apoyar a los connacionales que regresan, de manera voluntaria o forzada, hay también rechazo, miedo, oposición e indiferencia, actitudes que ayudan a entender por qué el tema no ha sido, ni es, prioritario para la sociedad o el gobierno mexicanos.

El libro de Alanís Enciso representa una contribución importante a la historiografía de la repatriación en el periodo de 1930 a 1933 al recuperar materiales de archivos municipales, estatales y federales en la frontera, en el norte y en el centro del país, así como documentos del Archivo General de la Nación y del Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores que le permiten presentar un análisis regional comparativo que expone las diferencias y similitudes en la respuesta a los repatriados desde la perspectiva de varios actores. La revisión hemerográfica de prensa nacional y estatal, así como periódicos de la comunidad mexicana en el suroeste de Estados Unidos, incluye una serie de caricaturas reveladoras sobre las diferentes facetas de las reacciones ambivalentes y limitadas a la repatriación por parte de la sociedad del país de origen y del gobierno.

Uno de los principales ejes del argumento de Alanís Enciso es que las distintas reacciones de la sociedad hacia los migrantes retornados deben entenderse en el contexto del discurso nacionalista de esa época. Por un lado, el trato negativo hacia los mexicanos en Estados Unidos, aunado a las restricciones para impedir el ingreso de migrantes a ese país provocaron el enojo de varios grupos en México, que se pronunciaban por hacer lo mismo en contra de los inmigrantes estadounidenses. Bajo la bandera nacionalista, se hacían llamados para boicotear productos extranjeros (uno de los más representativos se llevó a cabo en Ciudad Juárez) y promover los artículos nacionales (como la campaña nacionalista de la Cámara de Comercio de Monterrey), así como la aplicación estricta de las leyes migratorias en contra de trabajadores estadounidenses. En este contexto, se exacerbó la aversión y hostilidad contra grupos extranjeros, se fundaron ligas nacionales antijudías y antichinas, se expulsó a comerciantes judíos del mercado de La Lagunilla y a trabajadores guatemaltecos del Soconusco. Estas acciones se escudaban en el argumento de que había que respaldar a los connacionales que regresaban de Estados Unidos y darles preferencia en el acceso a oportunidades de trabajo en México.

Como contrapunto a estas expresiones xenófobas, otro cariz del nacionalismo, según la interpretación de Alanís Enciso, fue el sentimiento de solidaridad y la cohesión social que provocó el retorno masivo de migrantes mexicanos entre algunos grupos, sobre todo en ciudades de la frontera. En los lugares en los que se vivía de manera más directa la llegada de personas que venían sin dinero, con todas sus pertenencias, pero hambrientos y sin un lugar a donde ir, agrupaciones de empresarios, individuos, organizaciones de caridad y gobiernos locales se organizaron para proveer alimentos, ropa, albergue y dinero a los retornados.

Esta visión solidaria, aunada a la idealización del migrante y su capacidad de contribuir al desarrollo económico por medio de la colonización de tierras despobladas o con alta población de extranjeros, y sus cualidades para trabajar la tierra, impulsó al gobierno federal a establecer el Comité Nacional de Repatriación (cnr) en 1932, cuyo principal proyecto fue la Campaña del Medio Millón, por medio de la cual se reunirían recursos provenientes de una colaboración entre el gobierno, los empresarios y la sociedad civil para apoyar con el transporte de migrantes retornados a sus comunidades de origen o a las colonias. Sin embargo, la forma en que se utilizó el dinero recaudado en esa campaña no está documentado. A su vez, las promesas de darles tierra y facilidades para instalarse en las colonias nunca se fundamentaron en acciones concretas o recursos adecuados para trabajar la tierra de manera productiva, como lo revela el caso de San Quintín, entre otros, donde los migrantes no encontraron herramientas, tierras,­ maquinaria ni animales, así como tampoco tuvieron acceso a créditos o apoyos, por lo que abandonaron las colonias o emigraron nuevamente a Estados Unidos.

Al igual que en su libro anterior, Que se queden allá: el gobierno de México y la repatriación de mexicanos en Estados Unidos (1934-1940), la evidencia que Alanís Enciso presenta para el periodo 1930-1933 deja claro que el discurso del gobierno mexicano respecto a las oportunidades que se les darían a los héroes migrantes, a los hijos de la patria, nunca se fundamentó en acciones y recursos para financiar las colonias: “[…] en los hechos, los gobiernos de México de principios de la década de los treinta carecieron de una política estructurada y de recursos para invertir de manera decidida en la colonización y en la producción agrícola con mexicanos que venían del exterior: no fueron un asunto prioritario ni de interés en materia agraria” (pp. 272-273).

Alanís Enciso propone que las distintas reacciones y propuestas para apoyar a los migrantes retornados -sea por medio de la exclusión de otros grupos, la donación de recursos, alimentos o albergues, o los proyectos de colonización- tienen como elemento unificador un acento patriótico. Desde esta perspectiva, el autor considera que la repatriación se convirtió en un elemento del nacionalismo mexicano de los años treinta; sin embargo, no ahonda en detalles sobre el discurso nacionalista de la época, el contexto en el que se dio y sus distintas expresiones. Un análisis más profundo del concepto de nacionalismo y su relación con el tema migratorio, y en particular con la repatriación, fortalecería este aspecto del argumento del libro.

El análisis del discurso nacionalista y sus distintas expresiones también es fundamental para entender las reacciones negativas frente a los repatriados en la misma época. A la par de esta idealización y la solidaridad con los connacionales retornados, había un sentimiento de desdeño hacia esta población a causa de sus diferencias en la forma de hablar, vestir y comportarse. Asimismo, existía la preocupación de que su llegada alterara la vida en sus comunidades o desplazara a obreros y campesinos de sus empleos. Mientras que se alababan sus virtudes y los posibles beneficios que traerían al país, se les veía con rechazo y recelo porque supuestamente habían perdido su mexicanidad, habían abandonado su país y al regresar se convertían en una carga económica. Se les tachaba de “americanizados”, “ayancados”, “pochos”, “agringados” y “pachucos”, “bolillos degenerados”, “renegados” “mal agradecidos”, “holgazanes y viciosos”. Se les veía también como “juerguistas, pachangueros, haraganes, turba de hambrientos y delincuentes que simbolizaban una amenaza para el país pues llegarían a ocasionar terror y asesinatos” (p. 26). Enrique Flores Magón, en su cargo como subjefe del Departamento de Migración, describía cómo al volver a México los migrantes retornados eran “vistos como animales raros y como gente que no pertenece ya a sus propias gentes”. En entrevistas realizadas por Alanís Enciso con migrantes repatriados en San Luis Potosí, se mencionan otros términos despectivos con los que la población local se refería a ellos, como “despatriados”, para insinuar que no eran mexicanos ni estadounidenses (p. 193).

A partir de este tipo de testimonios y de un desglose de datos sobre las características de los migrantes retornados, el autor hace una reflexión sobre las limitaciones de los términos repatriación y repatriados desde una perspectiva historiográfica. Ante la evidencia de los distintos movimientos migratorios de Estados Unidos a México, que incluyeron deportaciones o retornos voluntarios de hombres y mujeres nacidos en México, y que en su mayoría constituyeron una migración de familias enteras, incluso con niños nacidos en Estados Unidos, Alanís ofrece una visión crítica sobre el uso de estos términos, la población a la que pretenden abarcar y la forma en que se usan, sin distinciones entre las causas de los retornos, si son inducidos o por coerción, organizados por agencias o no, y si incluyen o no a personas nacidas en México y a personas de origen mexicano que son ciudadanos estadounidenses. El autor propone hacer referencia a estos movimientos migratorios como desplazamientos o migración de retorno, pero, sobre todo, abre una discusión pertinente sobre el lenguaje que se utiliza, por lo general, para referirse a las personas que migran y a la necesidad de revisar los términos en cuanto a su precisión y sus implicaciones sociales y políticas.

Este es un libro fundamental para entender el contexto en el que históricamente se ha dado la migración de retorno y las carencias que ha tenido el gobierno mexicano para responder a este fenómeno. La insuficiencia de las políticas públicas sobre el tema, de cierta forma también reflejan la ambivalencia de la sociedad mexicana frente a los migrantes, que por un lado se perciben como una oportunidad para el país y un grupo que merece solidaridad y apoyo, y por el otro se les rechaza y se les ve como un problema nacional.

En sus conclusiones, el autor alude al hecho de que actualmente estamos viviendo una situación similar a la de los años treinta frente al retorno masivo de personas de origen mexicano que suman más de un millón en diez años, las condiciones en las que llegan a México, así como la discriminación que enfrentan en el país, en condiciones muy similares a las que prevalecían hace 80 años. En su reflexión final, Alanís Enciso invita al lector a preguntarse si “en la sociedad mexicana actual hay ambivalencia de percepciones y acciones ante la migración de retorno” (p. 357). El libro nos ofrece material original y valioso para pensar si en el contexto actual se han dado alianzas multisectoriales para apoyar a los migrantes retornados, como las que documenta en el periodo de los años treinta, y si el gobierno ha dado mayor prioridad al tema, de manera que ahora realmente se refleje en recursos y estructuras para apoyar a los migrantes retornados. Un punto adicional para la reflexión es el fortalecimiento de la sociedad civil organizada en torno a este tema en las últimas dos décadas y el papel que han tenido los propios migrantes retornados en el debate sobre las políticas que les afectan, en especial los jóvenes dreamers. En el análisis que ofrece este libro sobre la década de 1930, los migrantes no aparecen como un grupo organizado ni quedan claras sus demandas y exigencias, mientras que ahora han desempeñado un papel fundamental para dar a conocer los retos que enfrentan ante la falta de infraestructura institucional y apoyos al regresar al país, y han presionado al gobierno para que responda a sus necesidades. A su vez, los migrantes se han apropiado del discurso del transnacionalismo y los beneficios de ser “de aquí y de allá” como alternativa frente a las respuestas que se han generado, ayer y hoy, desde una perspectiva nacionalista. No obstante estos cambios y avances en la discusión sobre el tema, la lectura que Alanís Enciso proporciona sobre la ambivalencia que existe en México frente a la migración es tan relevante para entender lo que sucedió durante la gran repatriación de los años treinta como para comprender el retorno masivo que ha caracterizado a la última década.

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