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Historia mexicana

versão On-line ISSN 2448-6531versão impressa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.67 no.1 Ciudad de México Jul./Set. 2017

https://doi.org/10.24201/hm.v67i1.3460 

Reseñas

Carlos García Gual, Historia mínima de la mitología

María del Carmen Valverde Valdés* 

*Universidad Nacional Autónoma de México

García Gual, Carlos. Historia mínima de la mitología. México: El Colegio de México, Turner, 2015. 237p. ISBN: 978-607-462-747-3.


Tal parecería que abordar un tema tan difícil, rico y complejo como la mitología -así, en general- en una obra breve, de ágil lectura, pero al mismo tiempo puntual y erudita, sería una tarea de entrada imposible por lo inabarcable. Se antojaría como una labor de titanes, y por ello más propia de personajes mitológicos que de “simples” humanos. Y, sin embargo, esto es lo que logra, y con creces, Carlos García Gual en el texto que se publicó como parte de las Historias mínimas editadas por El Colegio de México.

Si bien es cierto que a lo largo del tiempo la mitología como obra universal ha sido investigada desde muy diversos ángulos y enfoques y con distintos grados de profundidad, el acierto de este libro frente a ese conjunto de estudios es que el académico ofrece para el público en general, pero también para los especialistas, una imagen panorámica, como una mirada a vuelo de pájaro, del universo que conforman las narraciones míticas, centrando su atención en la tradición griega.

Sin desdeñar ninguno de los sentidos del término “mitología,” y dándole al concepto su justa amplitud semántica, García Gual nos acerca a los principales mitos griegos, pero también presenta la manera como estas narraciones se han ido transformando, y han mudado su ámbito de acción —del religioso al secular—, permeando con su recreación distintas tradiciones literarias. De igual forma, se aborda en el libro cómo es que ha cambiado la perspectiva en torno a esta particular tradición, en principio oral y luego escrita, hasta regalarnos, como cierre de la obra, un muy útil resumen de los planteamientos de las principales corrientes que, desde la instauración de la modernidad, se han encargado del análisis y la investigación del mito como objeto de estudio.

Este volumen, en una estupenda síntesis de las principales epopeyas míticas que sentaron las bases de la cultura occidental, ofrece herramientas para comprender este universo conformado por el conjunto de mitos griegos, organizados en un complejo sistema, una verdadera red en la que es factible reconocer, a manera de trama y urdimbre, los dos niveles del relato: el “contenido o la historia” y la “organización narrativa o discurso”. Este último entendido como la forma en que el argumento se estructura en cada una de las historias, el modo en que el narrador da a conocer los acontecimientos, que como mitos, son considerados no verosímiles, sino verdaderos. Es posible entonces identificar las distintas estrategias discursivas, producto de una larga tradición en la que la oralidad se encargó de mantener en la memoria estos relatos sin que perdieran su peculiaridad simbólica y su riqueza semántica. Memoria siempre cambiante y en transformación, que fue construyendo una idea y un ideal de ser humano, así como un sentido de la existencia, que hoy en día sigue vigente.

En este proceso resulta fundamental el tránsito de la oralidad a la escritura alfabética. Una verdadera revolución que inicia desde finales del siglo IX a.C. con la integración de los relatos heredados de la tradición prehelénica, en textos plasmados y fijados para la posteridad en un soporte y un código distinto al que se expresaba en los cantos y poemas de los aedos, memorizados de generación en generación, y que habían fundado una doctrina acerca de los dioses que ya había adquirido un prestigio canónico.

La obra de García Gual invita a los lectores a emprender junto con él un viaje fantástico del caos al cosmos, cuando al introducirnos al universo de los dioses, las diosas y los héroes, a muchos de los cuales conocemos por sus representaciones desde las vasijas áticas, nos acerca a complicadas genealogías, a familias con destinos fatales, en las que el mundo divino y el humano se unen dando origen a semidioses, personajes que a su vez se convierten en figuras centrales de las tragedias, de la épica y la lírica.

Homero y Hesíodo, aedos de los admirables poemas que recogen esta tradición de siglos, que incluye relatos sagrados arcaicos, así como la mitificación de sucesos históricos, definen las figuras y los atributos de los actores protagónicos de los mitos. De esta forma, el primero dejó plasmados en la Ilíada y la Odisea las maravillosas descripciones del carácter fiero y trágico de Aquiles, del talante simpático y caballeresco de Héctor y de la astucia y seducción de Odiseo. Al segundo, en cambio, le debemos su lúcida obra Teogonía, que narra desde la manera en que “una serie de tremendos poderes que se oponen y se mezclan en las etapas formativas del mundo, cuyas raíces últimas están en ese caos, misterioso agujero negro y confuso”, se organizan para dar origen a dioses que si bien son inmortales, nacieron en el tiempo. En la construcción de este cosmos mitológico, desfilan ante nosotros los hijos de Cronos, con Zeus a la cabeza, que como el eje principal de ese orden cósmico, reparte sus dominios, los de las poderosas aguas y los del oscuro inframundo, con sus hermanos Poseidón y Hades. Los descendientes de la generación de los crónidas serán seres divinos o heroicos. Los dioses que por sus atributos especiales y rasgos sobresalientes (además de los mencionados) merecieron especial atención en La mitología de Carlos García Gual fueron Hera, Atenea, Afrodita, Apolo, Artemis, Ares, Deméter, Hefesto, Hermes y Dioniso. En el grupo de semidioses se describe a Prometeo y a Eros; y en el de los héroes, que a juicio del autor son los que mejor reflejan la condición humana, se suman a los tres de la tradición homérica: Perseo, Jasón, Heracles y Teseo; estos últimos protagonizando aventuras fabulosas. Se agregan a ellos las actuaciones de heroínas trágicas que frente a un mundo de valores masculinos se rebelan contra la normativa patriarcal: Clitemnestra, que mata a su marido; Medea, que ultima a sus hijos; Antígona, que se insubordina ante un decreto político, y Helena, quien quebranta el lazo conyugal.

Así, a modo de un enigmático rompecabezas, a partir de la relación de distintos episodios que son retazos de la existencia de seres divinos, y de la vida, las penurias, los sufrimientos, las hazañas y las muertes gloriosas de héroes, en las que se entrecruzan emociones y acciones de protagonistas variopintos, es que se puede obtener una visión panorámica de esa otra realidad plasmada en los mitos. Así es factible acercarse a ese crisol que, según el ángulo que se alumbre, ofrece distintas facetas y aspectos de un mundo natural y sobrenatural que discurre entre lo histórico y lo anecdótico; lo mundano y lo glorioso; la transgresión y la norma; lo sagrado y lo profano.

Los mitos son entendidos aquí como relatos tradicionales que evocan “la actuación memorable y paradigmática de unos personajes excepcionales (dioses y héroes) en un tiempo prestigioso y lejano”, pero son también instrumentos de mediación entre el mundo de las deidades y el de los hombres, como únicos mecanismos de comunicación de una realidad polisémica y variante. Son estas relaciones simbólicas y metafóricas las que expresan una determinada visión del mundo que se recoge en la dramaturgia griega, y que se reinterpreta con múltiples variantes, en la literatura moderna. Aspecto del que da cuenta la segunda parte del libro, donde se presenta una serie de miradas diversas y plurales que en conjunto ofrecen al lector una imagen de las aproximaciones y los trabajos que han sido pilares en el estudio de la mitología. Se parte desde el momento mismo en que en la Grecia clásica se hizo la distinción entre el mythos y el logos como formas diferenciadas para explicar el mundo; se transita por el alegorismo y el everismo, para arribar hasta nuestros días con la incorporación y reinterpretación en la literatura contemporánea de figuras míticas, como por ejemplo Odiseo (Ulises), “el más moderno y el más complejo de los héroes antiguos”, en obras como las de N. Kazantzakis o J. Joyce. Mitos aludidos, novelados, prolongados, ironizados y subvertidos son los que aparecen hoy como motivos literarios. Estos relatos son los que el escritor reutiliza y marca con su propio enfoque y sus intenciones particulares para crear nuevos frutos.

Desde un inicio y hasta el final, el texto de García Gual nos atrapa entre sus hilos como si del telar de Aracné se tratara. La lectura acaba con una breve reseña de los postulados teóricos contemporáneos que han elaborado sólidas propuestas metodológicas para el estudio de los mitos. Autores como Mircea Eliade, Bronislaw Malinowski o Hans Blumenberg, así como el recorrido histórico por las ideas de la Ilustración en el Siglo de las Luces; del romanticismo, el comparativismo y el evolucionismo del siglo XIX, para concluir con las palabras sobre las corrientes del simbolismo, el estructuralismo o el funcionalismo, sirven como botón de muestra para introducirnos a lo que algunos llaman la “ciencia del mito”.

En síntesis, esta obra trata de difundir a manera de mosaico, como fragmentos de una tela colorida, relatos que siguen siendo actuales porque de alguna forma todos estamos inmersos en ellos; nos interpelan porque retratan, a veces en la prosa despiadada y cruda de la tragedia y en otras ocasiones con los recursos poéticos propios de la lírica y la épica, emociones y pulsiones humanas tan cerca de nosotros y a veces, de modo inexplicable, tan lejanas. Y es que el conjunto de estos relatos míticos tejen redes que enlazan el antes y el ahora, y ofrecen al lector distintas y nuevas posibilidades de enfoques a antiguas interpretaciones. De ahí que lo que el libro muestra es que nunca se dirá suficiente, ni habrá los suficientes estudios que abarquen la compleja historia que se esconde detrás de los mitos y del estudio de los mismos.

Considero que esfuerzos como éstos, plasmados en obras como la que ahora se reseña, son los que permiten que la Historia (así, con mayúscula), por más mínima que sea, siga siendo el eje de investigaciones actuales y novedosas, manteniéndose como una disciplina siempre moderna y siempre cercana.

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