SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.65 número4De Allá en el Rancho Grande a Lola la trailera: movilidad socialAntonio Rubial García, El paraíso de los elegidos. Una lectura de la historia cultural de Nueva España (1521-1804) índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Historia mexicana

versão On-line ISSN 2448-6531versão impressa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.65 no.4 Ciudad de México Abr./Jun. 2016

 

Reseñas

Nancy Farriss, Libana. El discurso ceremonial mesoamericano y el sermón cristiano

José Luis de Rojas* 

* Universidad Complutense de Madrid.

Farriss, Nancy. Libana. El discurso ceremonial mesoamericano y el sermón cristiano. Palomar, María. México: Artes de México, Biblioteca de Investigación Juan de Córdova y Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, 2014. 191p. ISBN: 978-607-461-153-3.


Entenderse es importante, pero muchas veces no es nada sencillo. Las armas de muchos de los europeos llegados a Mesoamérica desde comienzos del siglo xvi eran las palabras, pero esas no tienen efecto si al llegar a sus destinatarios éstos no las comprenden. La misión más trascendente de los misioneros deviene hacerse entender, y lo que tenían que hacer entender a los indígenas no era materia fácil. Había muchos conceptos ajenos a la tradición mesoamericana y elegir la forma de traducirlos no era cuestión baladí. Muchos religiosos no sólo se lanzaron desde los primeros tiempos a aprender lenguas indígenas y a verter en ellas confesionarios, devocionarios, catecismos, sermonarios y otras herramientas necesarias para la prédica de la fe; junto con ellos, vocabularios y diccionarios hicieron su aparición para fortuna nuestra. Los frailes que se dedicaron a estas tareas tuvieron una doble misión; aclararse ellos en la cuestión de la enseñanza de la fe y producir guías que ayudaran a los nuevos evangelizadores a recorrer el camino inicial con más facilidad que la que tuvieron los primeros predicadores. No estaban trabajando para nosotros y eso nos obliga a comprender sus objetivos y así entender mejor su legado, esos libros y documentos con los que nos empeñamos en reproducir un proceso, en comprender las acciones del pasado.

El objetivo de los evangelizadores era transmitir las nuevas creencias y hacerlo de manera que tuvieran efecto en los oyentes. Unas veces no cumplían el objetivo porque los padres que leían algún sermón tenían tan mal acento en la lengua indígena que los oyentes no les entendían o les entendían mal, como ocurría en algunas lenguas de pronunciación muy ajena a la castellana. Pedro Beltrán de Santa Rosa en su Arte de la lengua maya, de 1742, llega a decir que un padre, por pronunciar mal, había llamado a Jesucristo “borracho” (comunicación personal del doctor Alfonso Lacadena). Claro es que los problemas de pronunciación no son los mismos en unas lenguas que en otras, pero tonos y saltillos, golpes glotales y aspiraciones, vocales breves y largas, son una fuente de errores y malinterpretaciones. Otras veces, los predicadores se iban tanto por las ramas que los indios acababan por dejar de atender lo que escuchaban. Sobre eso, cuenta fray Diego Durán que una vez fue a escuchar a un predicador “buena lengua”, pero que éste lo reconoció y trató de esmerarse, consiguiendo justo lo contrario de lo que pretendía. Pues “ni él se entendió ni los oyentes le entendieron quedándose todos en tinieblas y aún yo muy desabrido de ber quan poco atinamos a dar en el blanco de lo que los yndios han menester” (Durán, Libro de los ritos, cap. XIII, Mss. f. 283r.).

Así que tenemos dos aspectos de la tarea: la corrección gramatical de los textos y que estuvieran redactados en forma comprensible para los oyentes. No se trataba sólo de traducir palabras sino de verter conceptos, lo cual era mucho más complicado por las características de lo que se quería explicar. Y aquí llegamos al subtítulo del libro que estamos comentando: El discurso ceremonial mesoamericano y el sermón cristiano, y la propuesta de Nancy Farriss:

Aunque la opinión prevaleciente haya recomendado que los predicadores en América se ciñeran a un discurso llano, había otro grupo, en el que estaban algunos de los más notables lingüistas en la Nueva España, que se inclinaba en la dirección contraria, en favor del cultivo deliberado de una retórica elegante y compleja que de hecho estaba modelada en la oratoria de los indios mismos (p. 19).

Dada la escasez de textos que nos han llegado de algunas lenguas, la única vía de acceso que nos queda para analizar esas retóricas son precisamente esos sermones de los frailes, lo que no deja de ser una paradoja.

El índice del libro de la doctora Farriss deja muy claro el camino que en el libro recorre: I. El arte de la persuasión; II. El arte verbal mesoamericano; III. Las adaptaciones cristianas; IV. Los textos doctrinales en Oaxaca; V. Agüero: la poética zapoteca y la devoción mariana; VI. Las raíces y las ramas de los libana; VII. La retórica y la conversión.

Comienza planteando una problemática general y va acercándose a una particular, que es la oaxaqueña, sobre todo la referida al idioma zapoteco. O a los idiomas, pues algunos de los problemas que afectaron a los frailes y afectan ahora a los investigadores es la variedad dialectal de la lengua zapoteca.

La referencia concreta a la lengua zapoteca queda contrastada en los apéndices, en los que encontramos textos en zapoteco, con traducción actual, y la contemporánea, cuando la hay, como es el caso de los textos de fray Pedro de Feria.

Un primer valor de la obra que analizamos es precisamente el estudio de los textos en zapoteco y el análisis de las adaptaciones que las prédicas de los misioneros tuvieron que hacer para verter conceptos complicados y hacerlos comprensibles a sus oyentes y eventuales lectores. Un segundo valor es haber utilizado textos contemporáneos nuestros para aproximarse a la comprensión de los textos antiguos, como ocurre sobre todo en el capítulo VI. Este proceder aboga por la continuidad de prácticas y creencias, pues sin ella, este tipo de trabajo sería de poco fruto. El tercer valor es la puesta en contexto de la labor antigua y de la nueva: la existencia de una cultura mesoamericana en la que, por encima de la gran diversidad de lenguas, había un sustrato común que incluía el mundo de las creencias y su explicación mediante la retórica. Y en esta tercera virtud, que es la primera según leemos el texto, nos involucra a los investigadores de las diferentes áreas, que sin perder la profundidad del análisis de nuestros problemas concretos, debemos practicar la amplitud de miras de atender a lo que nuestros colegas hacen, pues a veces disponen de más fuentes, más medios o mejores ideas que las nuestras. Y si creemos, como es nuestro caso, en la unidad mesoamericana, las investigaciones de cada parte conciernen al todo. Puede que sea más trabajo, pero también es más interesante y los resultados de cada investigación quedan enriquecidos. Y si hacemos, como ocurre en este libro, nuestro trabajo particular, partiendo del conocimiento general y tratando, en última instancia, de contribuir al mismo, el resultado debe ser gratificante para todos.

Está claro que el libro me ha parecido muy interesante: me ha gustado lo particular y sobre todo, la idea general, el marco en el que se integra y en el que todos deberíamos colaborar.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons