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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.64 no.3 Ciudad de México ene./mar. 2015

 

Obituario

Konrad Ratz (1931-2014)

Arturo Aguilar Ochoa* 

1*Benemérita Universidad Autónoma de Puebla


Conocí al doctor Konrad Ratz en el año de 1994, cuando vino a la ciudad de México y dio una conferencia en el Castillo de Chapultepec, sobre la caída de Querétaro y el Imperio de Maximiliano, la cual fue muy publicitada por la prensa de entonces. Como sabía que en su exposición incluiría gran número de fotografías del periodo, junto con un amigo también especializado en el tema asistimos a su conferencia y lo cuestionamos mucho sobre los fotógrafos y las imágenes que presentó, pues estábamos convencidos de que un austriaco al que creíamos “aficionado en la materia” no podría enseñarnos mucho al respecto. Sin embargo, el doctor Ratz se mostró muy abierto y dispuesto a escucharnos, reconociendo que la imagen fotográfica era sólo de apoyo pues sus conocimientos se orientaban más al estudio de la figura de Maximiliano de Habsburgo y a la caída del Imperio en Querétaro en 1867. Al pasar el tiempo tuve la oportunidad de tratarlo en diferentes congresos en Europa organizados regularmente por Patricia Galeana Herrera, como sucedió en Bruselas, Bélgica y París. También tuve la acertada idea de invitarlo a dar una conferencia cuando fui director del Recinto de Homenaje a Benito Juárez en Palacio Nacional en 1999, y desde luego en 2012 tuvimos una nueva oportunidad de invitarlo a la ciudad de Puebla, por parte del ayuntamiento, a la conmemoración de la batalla del 5 de mayo donde se le dio un premio por su trayectoria. Gracias a todos esos actos y a partir de la lectura de sus investigaciones me di cuenta de que después de Egon Caesar Conte Conti Corti (1886-1924) nadie más había investigado al personaje ni al periodo con más pasión y acuciosidad como lo había hecho Ratz, sobre todo en el extranjero. Como bien ha señalado Erika Pani, el Segundo Imperio mexicano ha entrado a la historiografía nacional como tema reciente, pues durante mucho tiempo, y pese a los esfuerzos de algunos investigadores como Martín Quirarte (1924-1980) y Berta Flores Salinas (1925-2013), se le desdeñó como un periodo que no valía la pena estudiar, de ahí la idea de Pani de titular una de sus investigaciones Para mexicanizar el Segundo Imperio, pues no encajaba en nuestra historia patria. Konrad Ratz contribuyó mucho a esta revaloración del periodo y es significativo que su muerte coincida con los 150 años del establecimiento de ese Segundo Imperio, pues recordemos que la aceptación al trono por parte del archiduque austriaco se dio el 10 de abril de 1864 y su viaje al país se realizó en mayo de ese mismo año. De hecho, la entrada de los emperadores a la ciudad de México se dio en junio de 1864 y de ahí que varios actos académicos recientes, relativos a la conmemoración del suceso, se hayan hecho y se hagan en lo que resta de este año. Lamentablemente Ratz, a quienes varios hubiéramos querido invitar, ya no estuvo presente en ellos, pues falleció el 22 de mayo de 2014 en Klagenfurt, Austria.

Sirva esta nota para recordar sus aportaciones, gracias a datos proporcionados por su hijo Wolfang. Konrad Ratz nació el 20 de diciembre de 1931 en Viena, Austria. Durante su niñez, como todos los de su generación, fue testigo de la segundo guerra mundial, hecho que lo marcó para siempre. Aunque, sorprendentemente y según las pláticas que tuve con él, su recuerdo de los rusos, quienes ocuparon todo el territorio del Este en 1945, cuando él tenía menos de 14 años, no fue de crueldad o represión sino de agradable convivencia, que le permitió tener entre sus amigos a un soldado del ejército rojo. Se graduó en ciencias económicas en la Universidad de Economía de Viena. Además, obtuvo un título como traductor académico para el inglés y el español e intérprete jurado para español. Más adelante trabajó en Bilbao, España, de 1958 a 1961 como traductor de la firma Beltrán Casado y Cía., que fabricaba el “cochecito vasco” Goggomobil. Después volvió a Viena, y se desempeñó como economista en la Cámara de Comercio de Austria y desde mediados de los setenta como director del Fondo de Investigación Económica. Por estos años fue profesor invitado en la Universidad de Viena pues ya había mostrado su interés en los temas históricos, mismos que lo llevaron a dedicarse al Segundo Imperio Mexicano. Según contó a algunos amigos, como la doctora Magdalena Martínez Guzman, su médico de cabecera, cuando fue a la iglesia de los capuchinos en Viena conoció la tumba de Maximiliano y vio una leyenda que decía al calce: fusilado por los mexicanos, y de ahí nació su curiosidad por saber si el archiduque había tenido un juicio legal y justo.

A raíz de su primera visita a México, en 1981, Konrad Ratz comenzó a interesarse por el proceso contra Maximiliano de Habsburgo y publicó la primera versión alemana del mismo en 1985. El hecho de que ya estuviera jubilado le permitió tener más tiempo para poder consultar archivos y bibliotecas, tanto en Europa como en nuestro país; de hecho con su segunda esposa, Herta, decidió establecerse en la ciudad de Mexico, en la zona de Copilco, para tener mayor amplitud en sus investigaciones. En su departamento de Copilco compartió con muchos investigadores sus andanzas y trabajos ofreciendo constatemente a sus amigos comida mexicana como el mole, el cual no desdeñaba. Desde entonces alternó una estancia en Austria y los veranos en México, lo que también le permitió organizar exposiciones de imágenes históricas en el Palacio Imperial de Viena, así como en otras ciudades de Austria y México. Konrad Ratz fue socio fundador de la Asociación de Especialistas sobre La Reforma, la Intervención Francesa y el Segundo Imperio, A. C. (ARISI).

Entre sus publicaciones históricas destacan: Das Militärgerichtsverfahren gegen Maximilian von Mexiko, Hardegg, 1985; Maximilian und Juárez: das Zweite Mexikanische Kaiserreich und die Republik; Hintengründe Dokumente und Augenzeugenberichte, 2 tomos, Raz, 1998, las cuales dieron conocer al público alemán y austriaco al personaje olvidado. Otra aportación importante fue Correspondencia entre Maximiliano y Carlota, publicado originalmente en alemán en el año 2000 y en el Fondo de Cultura Económica en 2003, que es una fuente fundamental para conocer, más que la vida íntima de la pareja, la intención principal de Ratz, sobre las actividades y la visión que tuvieron del país los archiduques, pues sus comentarios personales sobre la política, la economía y la sociedad son indispensables para quien quiera estudiar el periodo. El libro Querétaro, fin del segundo imperio mexicano, editado por Conaculta en 2005, relata por medio de 600 fotos el memorable sitio de Querétaro, la prisión de Maximiliano en el exconvento de Capuchinas, su proceso y ejecución. Ratz rescató y reunió por primera vez los testimonios de varios testigos presenciales del suceso, tanto de extranjeros, como el príncipe Félix de Salm-Salm, como de mexicanos, entre ellos Juan de Dios Arias. Un artículo interesante publicado por Ratz en 2006 fue “Juárez en el imaginario austriaco”, en el bicentenario del natalacio de Benito Juárez y publicado en el libro Presencia internacional de Juárez, por el Centro de Estudios de Historia de México, Carso, donde la figura del Benemérito no se ve como la de un villano que atentó contra la vida de un príncipe austriaco, sino que la ubica en distintos contextos históricos, desde el impacto que causó el fusilamiento hasta el reconocimiento que Conte Corti hizo como un político patriota que ejerció el liderazgo de su país.

Su obra Tras las huellas de un desconocido. Nuevos datos y aspectos de Maximiliano de Habsburgo, publicada por la editorial Siglo Veintiuno, Conaculta INAH en 2008, llena importantes lagunas en la historiografía sobre el personaje. Más que un libro es una serie de ensayos que nos descubren aspectos inéditos del archiduque; basta señalar, entre ellos, la formación educativa que recibió de tutores como el Conde Enrique de Bombelles y la cual incidió en su política liberal posterior en México, igualmente la opinión que rescató en la correspondencia de su cuñado Leopoldo, Duque de Brabante y después rey de Bélgica, que lo retratan con esa crítica mirada como un ser sensible pero lleno de achaques y enfermedades. No obstante, el ensayo quizás para mí más importante en este libro es el análisis que hace de su principal biógrafo, el ya mencionado Egon César Conte Corti, y las fuentes en las que basó su investigación.

Otros libros importante son: El ocaso de Maximiliano visto por un diplomático prusiano-Informes de Antón von Magnus a Otto von Bismarck, publicado también por Siglo Veintiuno Editores en 2011, en donde se analizan los desesperados esfuerzos del embajador prusiano por salvar la vida del emperador. Su más reciente publicación fue Los viajes de Maximiliano en México (1864-1867), realizado junto con Amparo Gómez Tepexicuapan, investigadora del Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, y publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en 2012. No debemos olvidar que Konrad Ratz, junto con su hijo Wolfgang, compuso el musical Maximiliano, el sueño de una corona, presentado con éxito en Querétaro, Palacio Nacional y en varios teatros de México. Pero quizás la más interesante de las aportaciones de Ratz fue la constante defensa del archiduque austriaco, siempre envuelto en la leyenda y que ha levantado una serie de mitos e historias absurdas alimentado la producción literaria, principalmente de novelas, obras de teatro, películas o series de televisión, entre ellas, valga la pena decirlas, su supuesta enfermedad venérea contraída en Brasil, su matrimonio con Carlota por interés exclusivamente económico para terminar de construir su castillo de Miramar, los amoríos que tuvo con algunas mujeres del país como la llamada India Bonita o Concepción Sedano, hija o esposa de un jardinero en Cuernavaca, de los cuales incluso se ha contado que hasta procreó un hijo, sin mencionar desde luego la ya conocida historia de que Maximiliano nunca fue fusilado y que Juárez le perdonó la vida. Todo lo cual no tiene un sustento histórico real y a lo que Ratz siempre refutó con fuentes documentales y argumentos lógicos, como los de cualquier historiador académico. Sirva como ejemplo el hecho de que en todos los informes de los médicos que atendieron a Maximiliano en nuestro país, incluyendo el del doctor Licea, quien se encargó de embalsamarlo en 1867, nunca se mencionó algún supuesto signo de la sífilis u otros mitos que han repetido tantos escritores o incluso historiadores supuestamente serios.

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