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Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.41 no.spe Ciudad de México feb. 2023  Epub 11-Mar-2024

https://doi.org/10.24201/es.2023v41nespecial.2377 

Artículos

Los orígenes del estudio de las relaciones internacionales en América Latina. La Fundación Rockefeller y la teoría realista durante la Guerra Fría

The Cold War Origins of Global IR. The Rockefeller Foundation and Realist Theory in Latin America

Álvaro Morcillo Laiz1 

1SCRIPTS, Free University, Berlin


Resumen:

Este artículo explora y en parte refuta tres argumentos relacionados con la historia de las relaciones internacionales (RI) como disciplina. El primero es el de las llamadas Global International Relations, según las cuales la disciplina refleja las diferencias de poder que caracterizan la política internacional. El segundo es que el realismo clásico como teoría de RI en Estados Unidos y Europa tuvo su apogeo en los años cincuenta debido al apoyo a Hans J. Morgenthau y sus ideas por parte de la Fundación Rockefeller. El tercero es que la historia de las ciencias sociales en América Latina puede contarse sin tener en cuenta a los donantes foráneos. El artículo muestra que el mecenazgo otorgado por la Fundación Rockefeller para la inauguración del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México en 1960 explica la separación de las RI de la ciencia política y el énfasis en la teoría realista y en los estudios de área. El impacto del donante se explica por el hábil uso que este hace de la condicionalidad y por la legitimidad que están tenían a ojos del beneficiario. El donante cambió las RI en México y posiblemente en América Latina.

Palabras clave: historia de las ciencias sociales; historia de los estudios internacionales; actores transnacionales; fundaciones filantrópicas; dominación legítima

Abstract:

This article questions and partially refutes three arguments about the history of international relations (IR) as a discipline. The first argument has been raised in the literature about global IR, which argues that the discipline mirrors the power gap that characterizes international politics. The second argument is that classical realist IR theory reached the zenith of its influence in the 1950s thanks to the support that Hans J. Morgenthau and his likes received from the Rockefeller Foundation. The third is that the history of the social sciences in Latin America can be told without considering foreign donors. This article shows that the patronage granted by the Rockefeller Foundation as the International Studies Center at the Colegio de México opened its doors in 1960 explains the division between IR and political science and its emphasis on realist IR theory and area studies. Two explanations account for the donor’s impact: the dexter use of conditionality and the legitimacy that those conditions had from in the recipient’s point of view. The donor changed Mexican and possibly Latin American IR.

Keywords: history of the socials sciences; history of international studies; transnational actors; philanthropic foundations; legitimate domination

Nuestras necesidades son, por supuesto, lo más importante.

Daniel Cosío a la Fundación Rockefeller

A mediados de la década de 1950, alarmado por las acti­vidades de los Estados poscoloniales en el ámbito internacional, el presidente de la Fundación Rockefeller (Rockefeller Foundation, RF), Dean Rusk, solicitó a los fideicomisarios de la misma “un fuerte aumento de los fondos disponibles para las zonas subdesarrolladas”.1 Rusk estaba alarmado, al igual que John Foster Dulles, el Secretario de Estado estadounidense y también fideicomisario de la RF. Recientemente, Dulles había preguntado a Rusk si la RF podría organizar una “conferencia de Bandung a la inversa”.2 Este aumento de los fondos permitió a la RF establecer una serie de programas para formar a diplomáticos y a profesores de relaciones internacionales de gobiernos afines a Estados Unidos en las “new nations” (RF, 1957, p. 5). Estos programas estaban diseñados para ayudar a los Estados poscoloniales a dirigir “sus propias políticas exteriores [...] de forma responsable” (RF, 1961, p. 27). Los programas estaban afiliados a universidades estadounidenses y europeas o tenían su sede en las principales capitales regionales, como Nueva Delhi y la Ciudad de México. Entre 1955 y 1965, sólo la RF gastó casi 4 millones de dólares en la formación de diplomáticos, lo que, ajustado a la inflación, equivale a más de 34 millones de dólares.3 La diplomacia enseñada por los estudiosos de las RI no fue la única beneficiada por la nueva política y por la generosidad de la RF; en 1954, la financiación que la RF otorgó a los estudios de área en Estados Unidos y, en menor medida, en el extranjero, se quintuplicó.4

A primera vista, este episodio de liberalidad filantrópica confirma dos afirmaciones comunes en la literatura sobre las RI. Una de ellas es que las RI globales “en realidad [siguen] muy de cerca la naturaleza y las prácticas” de la descolonización y de la política mundial en general (Acharya, & Buzan, 2019, p. 2). Según lo explicó por primera vez Amitav Acharya, las RI globales son una propuesta para las disciplinas que combinan una dimensión política y otra intelectual (2014). En pocas palabras, la dimensión política exige una mayor participación de los estudiosos de las RI que vienen del sur global en la disciplina (Hurrell, 2016).5 Así, Acharya, el primer presidente de la Asociación de Estudios Internacionales (International Studies Association, ISA) nacido fuera de Occidente, debería ser un precursor de muchos otros líderes en la disciplina que no sean occidentales. En su dimensión intelectual, las RI globales aspiran a incorporar el pensamiento no occidental y premoderno al canon disciplinario (Shahi, 2018; Fierke, & Jabri, 2019). Como parte de su exploración de esta dimensión intelectual, Acharya y Buzan (2019) han publicado un libro que examina la historia de la disciplina de las RI desde 1919 a la luz de las relaciones internacionales de Occidente. No cabe duda de que existe una conexión entre la política mundial y las RI, como afirman Acharya y Buzan, pero uno de los objetivos de este artícu­lo es mostrar que dejan de lado ciertas complejidades intrínsecas a la historia de las RI y de las ciencias sociales en general.

Con la ambición de mostrar cómo la disciplina está expuesta a las relaciones de poder y a los caprichos de la política mundial, Acharya y Buzan también han contribuido a las RI globales mediante el estudio de la disciplina en diferentes países de todos los continentes, y otros autores se han unido a este esfuerzo (Tickner, & Wæver, 2009; Acharya, & Buzan, 2010; Tickner, & Blaney, 2012). Sin embargo, en esta literatura, los donantes de las RI globales, normalmente fundaciones filantrópicas como la RF, sólo se mencionan de pasada, si es que se mencionan (Acharya, & Buzan 2019, p. 163). Esta desatención no se corresponde con la probabilidad, que parece alta, de que las fundaciones filantrópicas hayan transmitido ideas y modas desde los centros académicos del norte a las universidades del sur global necesitadas de dinero (tal desatención tampoco se corresponde, por cierto, con el temprano y pronunciado internacionalismo de las fundaciones, que es bien conocido; Sluga, & Clavin, 2016, p. 13).

A pesar de esta desatención generalizada, Arlene Tickner ha presentado pruebas de que en la década de 1980, la Fundación Ford (Ford Foundation, FF) influyó en los programas de las RI latinoamericanas (Tickner, 2002, pp. 131-35; 2013, p. 633). Incluso dentro de Estados Unidos, la FF había impulsado con éxito la revolución conductista, alterando permanentemente la ciencia política (Hauptman, 2012). En general, las intenciones y el impacto de los donantes no se han examinado en la literatura de las RI globales, sugiriendo así que carecen de importancia.

La liberalidad de la RF en el apoyo a lo que hoy algunos llaman las RI globales parece confirmar una segunda afirmación. Según los estudiosos de la hegemonía cultural, la financiación de los donantes refleja “desarrollos internacionales que transmiten sus corrientes ideológicas a la periferia” (Cox, 1983, p. 170). Para ellos, “la hegemonía gramsciana tiene en su núcleo una tecnología de poder que ha demostrado tener un éxito espectacular en la construcción de la hegemonía y en la gestión o prevención del cambio radical” (Huo, & Parmar 2020, 239). Estas afirmaciones son explícitamente globales, generales, políticamente relevantes e intuitivamente viables (Berman, 1983; Parmar, 2012; Huo, & Parmar, 2020), pero la sociología de la ciencia nos enseña que el impacto del donante es altamente contingente y está expuesto a la indeterminación (Turner, 1999, p. 199; Solovey, 2013, 2020, cap. 9). Esta dificultad puede explicar por qué los estudios sobre las RI globales a menudo evitan tratar los problemas de financiación.

En contraste con la desatención a los donantes por parte de las RI globales, varios estudios recientes de historia disciplinar han mostrado cómo, desde finales de la década de 1950, la RF respaldó la versión del realismo clásico de los expatriados germanohablantes, concretamente la de Hans Morgenthau. Apoyados por su antiguo alumno, Kenneth W. Thompson, que trabajaba para la División de Ciencias Sociales (Division of the Social Sciences, DSS) de la RF, los realistas hicieron avanzar su idea de las RI: utilizando la teoría de las RI, trataron de separarlas de la ciencia política, intentando trazar una frontera disciplinaria entre el estudio de las relaciones internacionales y lo que consideraban una disciplina cada vez más positivista.

Estos realistas excluyeron a los conductistas como Charles Merriam, Harold Lasswell y la teoría de la modernización que propugnaban sus antiguos alumnos (Koskenniemi, 2004, p. 468; Guilhot, 2011b, 2017, cap. 1). También descartaron a los internacionalistas liberales, como Quincy Wright, e incluso a los realistas de segunda generación, como Morton Kaplan y Kenneth Waltz, y a cualquiera que propusiera conceptos duros de ciencia social y racionalidad que presagiaban el neorrealismo (Guilhot, 2017, cap. 1, 5). De hecho, la salva inicial del contraataque realista había sido una conferencia para establecer una teoría de las RI que pudiera cooptar la teoría política en las RI realistas dejando fuera el conductismo (Guilhot, 2011b; Hauptmann, 2020). Más tarde, la RF incorporó este interés por los diplomáticos y las RI a su Programa de Desarrollo Universitario, que Thompson acabó codirigiendo (Hauptmann, 2020, p. 626). Al centrarse en las fundaciones como mecenas de la ciencia, esta literatura de las RI ha enriquecido los estudios existentes, que se centraban en otra de las fuentes cruciales de mecenazgo para las ciencias sociales: el ejército y el gobierno de Estados Unidos, que desde la Segunda Guerra Mundial habían cambiado las RI y la política comparada (Gilman, 2003; Oren, 2003).

Si bien esta investigación sobre los mecenas de las RI estadounidenses es muy útil para comprender la historia de la disciplina, ninguno de estos autores ha planteado la cuestión de si dichos mecenas promovieron también las RI en el sur global. ¿Empleó Thompson recursos de la RF para apoyar la teoría de las RI de los realistas fuera de Estados Unidos y Europa Occidental? Si los estudiosos de las relaciones internacionales de algunas partes del sur global adoptaron el realismo, ¿se debió esto simplemente a que la RF proporcionó recursos a los estudiosos locales? ¿O los donantes vincularon las adjudicaciones al cumplimiento de ciertas condiciones? ¿Consideraron los beneficiarios que estas condiciones eran legítimas? Por último, ¿lograron los donantes superar los “cúmulos de indeterminación” inherentes al mecenazgo científico (Turner, 1999, p. 218), dando finalmente forma a las RI globales? Estas cuestiones son tanto más importantes dado que los estudiosos de las RI globales “critican la afirmación del realismo de que su conocimiento se aplica universalmente” (Foulon, & Meibauer 2020, p. 1204).

En este artículo sostengo que, desde finales de la década de 1950, la RF y otras fundaciones institucionalizaron las RI en el extranjero, alterando con ello la historia de la disciplina en el sur global. A medida que las RI se convertían en un tema siempre de mayor importancia para la RF, la cual trataba de propagar las normas de la diplomacia occidental entre los diplomáticos y las escuelas de RI de Asia, África y América Latina, la RF promovía simultáneamente unas RI realistas. Más concretamente, la RF propugnaba el realismo clásico de Morgenthau. En el Colegio de México, el caso estudiado aquí, la RF sí consiguió institucionalizar las RI realistas, trazó los que serían por cierto tiempo los límites de la disciplina y situó las RI en un departamento formalmente separado de la ciencia política. Éstos son los tres rasgos que caracterizan la propuesta para las RI que Thompson y los demás realistas avanzaron desde la trinchera de la DSS y con la munifición financiera que la RF ponía su disposición (Guilhot, 2011b; 2017, cap. 1; Hauptmann, 2020). Además, los funcionarios de la División de Humanidades (DH) de la RF maniobraron con éxito para incorporar los estudios de área a las RI mexicanas. Los logros de la RF en México también parecen haber facilitado el posterior interés de los estudiosos de las RI latinoamericanas por el realismo y sus adaptaciones. Yendo más allá de las RI globales, este artículo señala las implicaciones del argumento para los estudios de las RI sobre la legitimidad, la hegemonía cultural y los donantes.

Para explicar el importante impacto del mecenazgo científico de la RF, identifico algunas causas que operan en el donante y otras que operan en el receptor. Una causa que operaba dentro de la RF era el uso prolongado y hábil de la condicionalidad tanto ex post como estructural (Babb, & Carruthers 2008, pp. 15-16). Otra causa es el control que un realista como Thompson ejercía sobre la DSS y la discreta participación de los funcionarios de la DH en el CEI. En cuanto al beneficiario, Daniel Cosío Villegas, emprendedor académico y a la sazón presidente de El Colegio, tuvo un papel fundamental. Dicho en términos bourdieusianos, Cosío consiguió convertir el capital político y el capital científico que él tenía como economista e historiador en capital de RI. Una última causa explicativa que afecta al receptor de los fondos es la reacción de Cosío y de otros miembros de El Colegio ante las condiciones que la RF estableció y los “consejos” que sus funcionarios ofrecieron: Cosío y sus colegas les atribuyeron un importante grado de legitimidad tanto interna como externa. La legitimidad como concepto ha sido frecuentemente reducida a razones internas y normativas para obedecer (Hurd, 1999, p. 381) o descompuesta en un sinnúmero de elementos (Hurd 2019; Tallberg, & Zürn 2019). En realidad, como muestra este artículo, los distintos elementos que inciden en la creencia en la legitimidad pueden clasificarse como razones externas o internas; las segundas refuerzan las primeras (Weber, 2019, p. 111).

Otras causas no pueden situarse ni en el lado del donante ni del receptor sino que son ecológicas o, en términos bourdieusianos, son propiedades del campo. En México, por ejemplo, sólo había un donante extranjero en el campo y los recursos nacionales eran insuficientes. Otra causa, que puede reforzar el efecto de las anteriores, es la sequencia de los eventos. En un campo en el que solo opera un donante (o un solo prestamista) (Sikkink, 1998, p. 237; Babb, & Carruthers 2008, p. 18), y que además es un campo emergente (Bourdieu, 1992, p. 465-510; Sending, 2015, p. 28), la influencia del donante se multiplica y también los efectos de la condicionalidad, en el presente caso de la condicionalidad practicada por la RF.

Este artículo explora las causas del impacto de los donantes, pero también muestra a los lectores lo que hasta ahora había sido la caja negra de su toma de decisiones. En general, los estudiosos de las RI han escrito libros sobre organizaciones receptoras como Amnesty International y la Cruz Roja Internacional (Clark, 2001; Forsythe, 2005; Hopgood, 2013) mientras que rara vez se han centrado en donantes específicos (Wong, Levi, & Deutsch, 2017; Fejerskov, 2018). Tras identificar los orígenes de la política de los donantes, incluidas las lealtades profesionales de los funcionarios, aquí le presentamos al lector una visión diferente de los d­onantes. El acercamiento de este artículo a la RF constituye una alternativa a la mayor parte de la bibliografía existente sobre las RI, la cual considera a los donantes como actores fungibles sin planes distintivos cuya acción es llevada a un mínimo común denominador por el marco lógico y otras herramientas de gestión (Cooley, & Ron, 2002; Krause, 2014). Además, el énfasis unilateral que hace esta literatura en la dependencia de los recursos materiales se compensa aquí con la preocupación del artículo por la legitimidad interna.

Al centrarse en los donantes, este artículo adopta una perspectiva alternativa a la corriente de estudios sobre las RI que ha prestado atención a los donantes pero sólo como una estrategia para entender las organizaciones no gubernamentales internacionales (ONGI). Por ejemplo, la investigación sobre cómo el prestigio atrae a los donantes ha mostrado el lado negativo de ese éxito: una pluralidad de donantes reduce la autonomía de las ONGI (Stroup, & Wong, 2017). Otras investigaciones de las RI exploran cómo las ONGI de “la clase dirigente de la democracia” persiguen sus objetivos entre el Escila de los donantes y el Caribdis de los estados en transición (Bush, 2015, cap. 6; Swedlund, 2017). La investigación sobre el activismo transnacional ha considerado a los donantes como miembros de pleno derecho de una asociación a la que los activistas aportan ideas (Keck, & Sikkink, 1998). En resumen, la bibliografía sobre las RI toma a los donantes como algo dado a lo que las ONGI y otros beneficarios adaptan sus estrategias, mientras que este artículo considera a los donantes como actores autónomos con sus propios objetivos.

Este artículo ofrece el primer análISIS de la financiación mediante el mecenazgo científico a un centro de RI en el sur global. El análisis se centra en cómo la RF negoció con El Colegio de México con respecto a su CEI. Entre los centros de RI del sur global, el CEI fue el segundo, fundado cinco años después del ISIS (Indian School of International Studies). Hoy en día este centro se llama School of International Studies y es parte de la Jawaharlal Nehru University en Nueva Delhi. El CEI, que desde su fundación tuvo ambiciones regionales e interamericanas explícitas, combinó por primera vez la investigación en RI con un programa docente y publicó la primera revista latinoamericana de RI: Foro Internacional. Así, el CEI pronto se convirtió en un referente dentro de México y desplazó a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM; Romero, 1981; Tenorio, 2009, pp. 106-13). En su contexto latinoamericano, el CEI precedió por seis años al segundo centro de RI de la región, inaugurado en Santiago de Chile (Véliz, 1967); la carrera de RI del CEI se impartía catorce años antes de que la misma se ofreciera por primera vez fuera de México, en la Universidad de Brasilia (Ochoa, 2011; Jatobá, 2013, 38; Alejandro, 2018, cap. 1).

La importancia del CEI para la historia de las RI latinoamericanas se debe, en parte, a que El Colegio y el propio México ocupan un lugar destacado en la historia de la educación superior de la región. Cuando el CEI abrió sus puertas en 1960, El Colegio era todavía un pequeño centro de investigación financiado con fondos públicos que ofrecía programas de posgrado altamente selectivos en humanidades y ciencias sociales (Lida, Matesanz, & Zoraida, 2000; Lida, 2018; Morcillo Laiz, 2019b). Entre los centros latinoamericanos comparables en tamaño y enfoque, El Colegio estaba ya en vías de convertirse en uno “inigualable” (Levy, 1996, 51). De hecho, si el dinero se considera un indicador adecuado para medir el éxito de una institución académica, los ingresos del Colegio se multiplicaron casi por cinco en el marco de diez años; veinte más tarde, en 1980, el Colegio se trasladó a su sede actual, donde hoy en día unos ciento setenta académicos imparten clases a quinientos estudiantes.6 Además, en el contexto latinoamericano de la Guerra Fría, México era un país políticamente muy estable y además su capital era un centro de la industria editorial y un punto de atracción para los académicos que huían de las represivas dictaduras del Cono Sur.

El artículo se basa en una gran cantidad de fuentes primarias que no se habían usado anteriormente. La mayoría de ellas proceden de los expedientes de la RF sobre El Colegio, pero algunas vienen del archivo del propio Colegio. Otras fuentes mexicanas utilizadas aquí son biografías, obituarios y escritos autobiográficos.

El artículo está organizado de la siguiente manera: la primera sección explica cómo en los años 50, la DSS de la RF se orientó hacia las RI, el realismo y las ambiciones globales. La segunda sección le presenta al lector las negociaciones entre la RF y El Colegio. Más adelante, la tercera sección examina lo que hizo El Colegio para cumplir las condiciones para obtener el apoyo de la RF. A continuación, la cuarta sección muestra cómo los planes de Cosío de integrar El Colegio a las ciencias sociales resultaron en un centro de RI que se ajustaba bien a lo que las políticas y los funcionarios de la RF preferían. En la conclusión, expongo las razones por las que el apoyo de la RF a las RI en México fue trascendental para América Latina, así como las implicaciones para las RI globales y para otras corrientes de estudios sobre nuestra disciplina.

La RF, el realismo y las RI globales

Durante el periodo de entreguerras, la RF y su predecesor, el Laura Spelman Rockefeller Memorial (un fondo en memoria de Laura Spelman Rockefeller), se convirtieron en el donante privado más importante de las ciencias sociales (McCaughey, 1984; Fisher, 1993; Rietzler, 2009, 2014). Esto es particularmente cierto en el caso específico de las RI. Entre el amplio abanico de actividades relacionadas con las relaciones internacionales, la RF cofinanció tanto la International Studies Conference (Riemens, 2010) como los primeros centros de investigación sobre las relaciones internacionales y concedió becas a académicos individuales del campo de las RI (Rietzler, 2008, p. 61; 2009; 2014; Guilhot, 2011c, 2017; Kuru, 2017). En Estados Unidos, los beneficiarios fueron el Council of Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores) de Nueva York, el Institute of International Studies (Instituto de Estudios Internacionales) de Yale y su sucesor, el Center of International Studies (Centro de Estudios Internacionales) de Princeton (Parmar, 2012, pp. 76-79; Hauptmann, 2020; McCourt, 2020), y en Europa, el Royal Institute for International Affairs (Real Instituto de Asuntos Internacionales) y, entre otras operaciones menores, la Universidad de Heidelberg y la Hochschule für Politik en Berlín (Rietzler, 2008, p. 74). Aunque la RF estaba seriamente comprometida con las RI, lo cierto es que este apoyo era sólo una fracción de lo que la RF destinaba al estudio de la economía. Sus beneficiarios en esta disciplina, entre los que se encontraban las cuentas del ingreso nacional de Simon Kuznets, la Brookings Institution (Institución Brookings) y la National Bureau of Economic Research (Oficina Nacional de Investigación Económica) (Rutherford, 2011), confirman el protagonismo de la RF como mecenas de la ciencia económica entre 1929 y 1960. Hacia el final de este periodo, los dirigentes de la RF querían reconsiderar su programa de ciencias sociales.

Las razones de este cambio radical fueron dos: la Guerra Fría y la descolonización. Después de la conferencia de Bandung, el ya mencionado Rusk “se preocupó por las actitudes antioccidentales de las naciones anteriormente colonizadas que ahora son miembros de la ONU” (Cohen, 1980, p. 83), por lo que él y los fideicomisarios de la RF decidieron “instituir un programa ampliado de ayuda a los países en desarrollo” (RF, 1957, p. 7). Rusk quería que todas las divisiones de la RF recalibraran sus programas de acuerdo con estas ambiciones globales; los funcionarios y el presupuesto de la DSS tuvieron que prestar un grado de atención inusitado a los países fuera del núcleo occidental, pues antes todo el gasto había sido destinado a Europa y Norteamérica. La reforma afectó sobre todo al enfoque geográfico de la DSS, que se amplió más allá de Estados Unidos y Europa. En ese momento, muchos otros actores estadounidenses involucrados en la investigación y la enseñanza superior también empezaron a financiar la investigación de las RI y los estudios de área. Los patrocinadores más recientes fueron el gobierno y el ejército de Estados Unidos y las principales fundaciones filantrópicas. El Carnegie Endowment for International Peace (Fondo Carnegie para la Paz Internacional) precedió a la RF en la concesión de algunas formas de mecenazgo a las RI, pero la RF fue la única que financió sistemáti­camente centros de RI en el extranjero (McCaughey, 1984; Oren, 2003, cap. 4; Engerman, 2010; Solovey, 2013, 2020). En la RF, el giro global de la DSS vino acompañado de cambios en el equilibrio entre las disciplinas apoyadas: el énfasis que durante mucho tiempo se puso en la economía se diluyó, mientras que se impulsaron los estudios de teoría política y relaciones internacionales. Como resultado, la ciencia económica perdió importancia en favor del ámbito internacional.

De hecho, la DSS pasó por una renovación. El prestigio de los economistas en la RF disminuyó a medida que la trayectoria profesional de Thompson se disparaba. En 1956, la DSS estaba dirigido inicialmente por un economista, Norman S. Buchanan, y empleaba a otros dos economistas, a un sociólogo y a un politólogo: Thompson (RF, 1958, p. xxii). Al final del periodo, en 1963, Thompson había sido director de la DSS y acabó ascendiendo a vicepresidente de la RF. Ese ascenso se debió en parte a circunstancias accidentales. Uno de ellos fue la repentina muerte del anterior director de la DSS, Buchanan, en abril de 1958; otra, el nombramiento de Rusk como secretario de Estado del presidente John F. Kennedy en 1961. Rusk, a su vez, nombró embajador en Chile a Charles W. Cole, uno de los vicepresidentes de la RF.

En el momento en que Thompson heredó el cargo de vicepresidente, la DSS empleaba a otros dos politólogos, dos economistas y un sociólogo (RF, 1964, p. ix). Para aquel entonces, la DSS había sido fusionado con la DH, diluyendo aún más la influencia de los economistas. El más importante de todos estos cambios fue, sin embargo, que el nuevo director de la DSS era Joseph E. Black, politólogo y antiguo alumno de Thompson. En una prueba del firme control de Thompson sobre todas las ciencias sociales en la RF, Black fue ascendido de personal de campo a director en sólo dos años. Para entonces, la disciplina más fuerte en la DSS era la ciencia política o, para ser más precisos, las RI realistas.

En su ascenso dentro de la RF, Thompson no estaba solo. Esto se ha pasado por alto. Nicolás Guilhot, por ejemplo, cree que Thompson “supervisó casi en solitario el programa internacional de la fundación” (Guilhot, 2011a, p. 15). Sin embargo, en la práctica, Thompson se apoyó en otros realistas que se habían incorporado previamente a la RF. Uno de ellos, Charles M. Hardin, politólogo, fue profesor de la Universidad de Chicago, donde había estudiado con Morgenthau (Frei, 2018, p. 63; Russell, 2018, p. 150). El tercer politólogo de la DSS, Gerald Freund, consideraba que la Política entre las naciones de Morgenthau era comparable a la Politeia de Aristóteles.7 Además de ser realistas, Freund y Hardin eran profesionales muy capaces: Hardin se convirtió en un importante estudioso del constitucionalismo estadounidense y Freund, que en sus memorias admitió haber admirado a Thompson, creó más tarde las “becas para genios” de la Fundación MacArthur (Freund, 1996, p. v, cap. 3). En suma, entre el final de la década de los cincuenta y en principio de los sesenta, los economistas perdieron el control de la DSS de la RF en favor de un grupo unido de realistas.

Thompson y sus funcionarios sesgaron el programa de la DSS hacia su visión de las RI y del realismo. Como la amplia tradición intelectual que es, el realismo tiene raíces diversas. Entre ellos, el pensamiento de las élites militares británicas y estadounidenses y otros que precedieron a Edward H. Carr (Hobson, 2012, cap. 5; Ashworth, 2014, cap. 5; Specter, 2022). Sin embargo, el realismo que se benefició del programa de la DSS en la RF tenía unas raíces diferentes, germánicas, y un trasfondo weberiano apenas oculto que evocaba los escritos políticos y las conferencias sobre la vocación (Turner, 2008; Morcillo Laiz, 2019a). Morgenthau y su antiguo alumno, Thompson, quienes hoy en día son considerados realistas clásicos, entendían las RI como una disciplina centrada en el poder, que sin embargo albergaban intereses secundarios en la diplomacia y el derecho internacional (Thompson, 1965; Koskenniemi, 2004, pp. 460, 464). Se valieron de un grupo de asesores que en muchos casos estaban vinculados a otras organizaciones que la RF financiaba, como el Council on Foreign Relations y el Center of International Studies de Princeton. Entre los académicos a los que Thompson acudía para pedir consejo estaban Morgenthau, Wolfers, William T.R. Fox, y Paul Nitze (Guilhot, 2011c, 2017, pp. 49-52; Rajaee, 2016, cap. 1).

Durante la década de 1950, los realistas “lograron un éxito académico de manera excepcionalmente fácil y rápida” (Donnelly, 1995, p. 185). Además, también lograron acceder a los círculos de poder político. Un profesor universitario realista como Morgenthau daba una conferencia como invitado en una escuela superior de guerra y luego lo llevaba a su siguiente cita un avión de la Fuerza Aérea estadounidense (Guilhot, 2017, p. 8). Años antes, uno de los defensores del realismo, George Kennan, había ofrecido la justificación de la política estadounidense de contención (Gaddis, 2006, p. 29). En resumen, los realistas fueron, durante un tiempo, los ciegos oráculos del poder (Kuklick, 2007, cap. 4) y en la década de 1950 dominaron “completamente” el estudio académico de las relaciones internacionales (Donnelly, 1995, p. 185). Fuertemente institucionalizado en las fundaciones, la universidad y la política estadounidense, el realismo clásico disponía en aquel entonces de un trampolín desde el que alcanzar otras partes del globo.

Tal como lo entendían Morgenthau y Thompson, el realismo coincidía en ciertos aspectos con el pensamiento de Rusk sobre las RI. Éste era un internacionalista liberal y, por tanto, valoraba los que eran los intereses secundarios de los realistas: la diplomacia y el derecho internacional (Rusk 1959, p. 365; 1990, p. 229, 412-13; Zeiler, 1999). En una acertada síntesis, Guilhot deja claro que tanto los realistas como los internacionalistas liberales pensaban que los diplomáticos debían convertir las organizaciones internacionales en un instrumento para que las potencias de Occidente gestionaran sus relaciones con las antiguas colonias (Guilhot, 2014, p. 715). Esta coincidencia de intereses puede haber facilitado la colaboración de Thompson con Rusk. A finales de la década de los 50, ellos dos fueron los funcionarios de la RF que estaban “más directamente preocupados por los problemas de la investigación de las relaciones internacionales”.8 Como se muestra a continuación, Rusk incluso participó directamente en la negociación de la subvención de la RF al futuro centro de RI del Colegio.

Aparentemente, la colaboración entre Rusk y Thompson ayudó a que el primero consagrara el realismo como la lente a través de la cual la RF veía la política mundial. En su “President’s Review” para el anuario de la RF, Rusk escribió en 1957: “Para los estudiantes de la política internacional, el concepto analítico de lucha por el poder ilumina de manera brillante algunos acontecimientos turbulentos” (RF, 1958, p. 4). Para entonces, la columna vertebral del programa de RI incluía los términos “formación de diplomáticos,” “práctica diplomática” y “diplomacia multilateral”. Otros temas en los que Rusk y Thompson hicieron hincapié fueron las Naciones Unidas y el proceso interno de política exterior (RF, 1961, pp. 27, 213, 220-21). Cuando Rusk dejó la RF en 1961, “las relaciones internacionales, la diplomacia y los temas relacionados” formaban parte del programa básico de las ciencias sociales de la fundación (RF, 1961, p. 75).

La explicación anterior se ha centrado primero en la importancia de la teoría realista de las RI para el personal de la DSS y luego en la agenda de la RF. A lo que se debe añadir que los programas de la misma también estaban determinados por la consideraciones políticas mundial: para la RF, la diplomacia importaba en función de lo que Rusk esperaba de los estados surgidos de la descolonización hicieran. Lo declaró abiertamente en su última “President’s Review” (RF, 1961, p. 27).

No es la menor de ellas [las responsabilidades de los nuevos Estados] la obligación de configurar sus propias políticas exteriores, de ejecutarlas a través de los canales diplomáticos tradicionales y de su pertenencia a las Naciones Unidas, y de hacerlo de forma eficaz y responsable.

En otras palabras, a través de su programa para diplomáticos, la RF quería preservar la práctica diplomática tal y como era antes de la descolonización.

Para conseguirlo, los fideicomisarios de la RF apoyaron “los esfuerzos para crear un cuerpo de diplomáticos completamente familiarizados con las prácticas y los procedimientos de las relaciones internacionales modernas” (RF, 1961, pp. 26-34, 220-22). Una de las estrategias conexas empleadas fue la de reunir a académicos estadounidenses y a algunos diplomáticos de alto nivel de las “nuevas naciones” para que pasaran varios meses en el Center for International Affairs (Centro de Asuntos Internacionales) de Harvard. Otro esfuerzo, menos elitista, fue el otorgamiento de becas a jóvenes funcionarios del servicio exterior para realizar estudios avanzados en la School of International Affairs de la Universidad de Columbia (Escuela de Asuntos Internacionales) o en el Geneva Graduate Institute of International Studies (Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra).

Una tercera actividad se centró en ofrecer formación a tiempo parcial sobre la formulación de la política exterior para los diplomáticos jóvenes en Washington; para los que estaban destinados en Nueva York, la formación se centró en la ONU y el multilateralismo en general. A excepción del programa de Harvard, estas iniciativas fueron implementadas por el Carnegie Endowment for International Peace (Fondo Carnegie para la Paz Internacional). Esta organización también obtuvo financiación de la RF para organizar “institutos de diplomacia” en varias regiones del mundo en desarrollo para satisfacer la necesidad de “formación intensiva a corto plazo” (RF, 1963, p. 39). Además de estos esfuerzos, que costaron más de 34 millones de dólares actuales, la RF apoyó varios esfuerzos locales como el ISIS de Nueva Delhi (aunque el donante principal fue la FF; RF, 1957, p. 197; 1958, p. 322). Mediante estas estrategias, la RF no sólo trató de influir a diplomáticos en ejercicio sino que también intervino en la formación de los futuros diplomáticos.

Tomando en cuenta las preocupaciones de la RF sobre la descolonización, es comprensible que Thompson pensara que el programa de RI del Colegio “parece compatible con nuestro interés en los ‘diplomáticos’, etc., aunque en este sentido” señaló Thompson, “hemos hablado más de Asia y menos de América Latina”.9 A la preocupación de Estados Unidos con la descolonización se le sumaron las derivadas del giro de Fidel Castro hacia el comunismo, el respaldo de Nikita Khrushchev a las guerras de liberación nacional y finalmente la crisis de los misiles de Cuba. Hasta cierto punto, todo esto explica por qué después de 1960, las fundaciones estadounidenses y otros donantes ampliaron su apoyo a las universidades en el extranjero (Levy, 2005). En la siguiente sección se muestra cómo el interés temprano de la RF y de Thompson por los diplomáticos se materializó en el CEI de El Colegio de México.

El Colegio de México, la RF y los orígenes del CEI

Tras una visita a Ciudad de México, un funcionario de la RF comentó que El Colegio estaba alojado en “una vieja casona grande y bastante fea”.10 La sede de El Colegio era una antigua casa familiar construida antes de la Revolución Mexicana. Sus dormitorios se habían convertido en centros de investigación en miniatura y su salón, en una biblioteca. Sin embargo, estar alojado en un espacio reducido era sólo uno de los muchos problemas de El Colegio. Establecido en 1938 en la Ciudad de México para acoger a académicos españoles, en su mayoría liberales, exiliados por la guerra civil, El Colegio había sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial gracias a que la DH de la RF otorgó a tiempo varias subvenciones (Lida, Matesanz, & Zoraida 2000, 299; Morcillo Laiz, 2019b).11 A principios de la década de 1940, El Colegio había recibido el apoyo de la RF porque los funcionarios de dicha division insistieron en que El Colegio era un “proyecto esencialmente liberal en cuanto a personal y tendencias”.12 Durante la Guerra Fría, las decisiones de la RF y la política seguirían marcando la historia de El Colegio.

A partir de la década de 1940, la RF concedió un apoyo casi ininterrumpido a El Colegio, pero a mediados de la década de 1950 éste se encontraba de nuevo en una situación precaria. Una vez que la RF dejó de financiar el programa de enseñanza de historia, y debido a que El Colegio operaba con fondos públicos escasos, dicho programa tuvo que ser cancelado (Lida, Matesanz, & Zoraida 2000, 209-210). Además de los problemas presupuestarios, El Colegio padecía también por la divergencia de opiniones entre sus dirigentes. Al frente de El Colegio estaban Alfonso Reyes, eterno candidato al Premio Nobel de Literatura, y el ya mencionado Cosío, emprendedor académico, que ya desde hacía tiempo era la “mano que verdaderamente [...] dirigía” El Colegio.13 Mientras que Reyes pensaba en el Colegio como una especie de Institute for Advanced Study como el de Princeton (Instituto de Estudios Avanzados), Cosío, como secretario del Colegio, quería reactivar sus programas de enseñanza y ampliarlos de las humanidades a las ciencias sociales.

Dada la trayectoria de Cosío, tales ambiciones parecen enteramente razonables. Se licenció en Derecho en la UNAM y luego estudió prin­cipalmente economía agrícola en Estados Unidos y Gran Bretaña. Una parte de sus años de aprendizaje en el extranjero fue financiada por una beca del Laura Spelman Rockefeller Memorial.14 Después de su regreso a México, introdujo la economía en la UNAM (Babb, 2001, p. 30). Tras un periodo como diplomático durante la Guerra Civil española, dirigió el departamento de investigación del Banco de México y fue uno de los delegados de su país en la Conferencia de Bretton Woods (Thornton, 2021). Gracias a sus extraordinarias dotes organizativas, en la década de 1940 Cosío construyó el Fondo de Cultura Económica, la única editorial capaz de distribuir sus libros por toda América Latina, una hazaña que la RF y la FF, posiblemente alentadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense, trataron de imitar más tarde.15 Después de 1948, una serie de subvenciones de la RF a El Colegio le permitieron a Cosío perseguir una nueva carrera paralela como historiador de México, auto­didacta y liberal (Krauze, 2001, pp. 239-43; Ortoll, & Piccato, 2011). Entre 1957 y 1959, Cosío encabezó la delegación mexicana en el Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC). Poco después, publicó su primer libro sobre la política exterior de México (1960).

A finales de los años 50, en un momento en que el Colegio se encontraba en una situación precaria, la RF atravesaba por un momento también excepcional, aunque de cariz muy distinto. En enero de 1956, Charles B. Fahs, director de la DH de la RF, visitó a Reyes en su casa, “como de costumbre en su gran biblioteca” y discutió las finanzas y la administración del Colegio.16 Al día siguiente, Fahs se reunió con Cosío en la “casona grande y bastante fea”. Ni el momento ni el hecho de que Fahs viniera acompoñado por el director de la DSS, Buchanan, fueron producto de la casualidad sino de ese momento excepcional. Unas semanas antes la RF había aprobado su “programa ampliado de ayuda” para los países en vías de desarrollo (RF, 1957, p. 7), pero la DSS no tenía ningún beneficiario en México, país vecino y evidente receptor potencial.17 Por ello, cuando Cosío expresó a Fahs “su interés en llevar a cabo en el Colegio trabajos sobre relaciones internacionales”, Fahs lo remitió inmediatamente a Buchanan.18 Cuando regresó a Nueva York, Fahs le recordó a Buchanan el programa de formación para el servicio diplomático del Colegio, y acordaron que en lo sucesivo los funcionarios de la DSS deberían estar al tanto de ello.19 No obstante, los funcionarios de la DH siguieron pendientes de este futuro programa del Colegio.

A pesar de que Fahs y Buchanan alentaron al Colegio a hacerlo, el verano llegó sin que la RF recibiera una petición específica de El Colegio. En ese momento, Fahs solicitó ayuda a Cosío.20 La carta de Fahs dejaba patente su voluntad de financiar El Colegio. El que Fahs revelase tanto interés en un futuro programa es notable porque la política de la RF prohibía a los funcionarios sugerir proyectos a los posibles beneficiarios. Como era de esperar, después de que Cosío reenviase la carta de Fahs a Reyes, éste le respondió que estaría “encantado” de hablar con él sobre la RF. Poco después, posiblemente llevado por el obvio interés de Fahs en darle una subvención a El Colegio, Reyes retomó el contacto con la RF. Sin embargo, a pesar de esta intervención por parte de Fahs, en los meses siguientes, los funcionarios de la DH aún tuvieron que preguntar a Reyes y Cosío si “El Colegio se interesaba por las ciencias sociales” y sobre “una escuela de formación de mexicanos para el servicio diplomático”.21 Estas preguntas no estaban prohibidas por la política de la RF (a diferencia de la carta de Fahs a Cosío): una vez que un beneficiario potencial había planteado una idea, los funcionarios estaban autorizados a preguntar cómo se había desarrollado ese “interés”.22 Aprovechando la oportu­nidad creada en primera instancia por la carta de Fahs, los funcionarios de la DH alimentaron discretamente el “interés” del Colegio en las RI y mantuvieron vivas las negociaciones de éste con la DSS.

Los motivos de los agentes de la DH no se explicitaron en el expediente. Una de las razones que tenían para ser discretos y no dejar rastro por escrito es que su comportamiento podría considerarse sesgado a favor del Colegio e irrespetuoso con el las atribuciones de la DSS. Obviamente, uno de los motivos de los funcionarios de la DH es que admiraban a Reyes. En cuanto a Cosío, sabían, al igual que los funcionarios de la DSS, que era un hombre que solía ser “encantador”.23 Preferencias personales aparte, los funcionarios de la DH tenían también razones más objetivas para querer que la DSS apoyara el futuro centro de RI. A finales de la década de 1950, El Colegio era pequeño y se dedicaba exclusivamente a la historia y la filología; lo que los responsables de la DH querían era que la RF “contribuyese a un desarrollo más eficaz a largo plazo del Colegio” financiando la ampliación de sus actividades a las ciencias sociales, lo que convertiría al Colegio en algo más parecido a un liberal arts college estadounidense.24 Una segunda razón objetiva era crear sinergias entre el centro de RI y el interés de la DH por los estudios de área. Durante la guerra, Fahs había dirigido la División del Lejano Oriente en la rama de Investigación y AnálISIS de la Oficina de Servicios Estratégicos (Office for Strategic Services, OSS). Como muchos otros veteranos de la OSS, durante la Guerra Fría, Fahs actuó como defensor de los estudios de área (Engerman, 2015).25 En 1960, Fahs y su adjunto, John P. Harrison, planeaban financiar un programa de historia en el Colegio cuyos graduados “tendrían una conciencia y un conocimiento general de las culturas no occidentales, así como un curso sobre la historia de Rusia y dos sobre la historia de Estados Unidos”.26 Estos funcionarios de la DH pensaban que el apoyo de la DSS sería fundamental para apuntalar tanto los estudios de área como el Colegio en su conjunto.

A todo esto, es legítimo preguntarse qué cuenta Cosío en sus memo­rias sobre los inicios del CEI. Allí indica que él buscó el apoyo de la RF y del gobierno mexicano casi simultáneamente, en el verano de 1959, unos meses antes de la inauguración del centro. Cosío también escribe que el presidente mexicano le prohibió valerse del apoyo extranjero. Sin embargo, afirma haber ignorado esta prohibición porque necesitaba el apoyo de la RF para pagar los salarios de los profesores visitantes, más altos que aquellos de los profesores locales. Cosío también describe el apoyo de la RF como “desinteresado e incondicional” (Cosío Villegas, 1977, p. 189). Como se verá en las siguientes páginas, el relato de Cosío distorsiona elementos cruciales. Uno de ellos es que el mecenazgo otorgado por la RF y otros donantes extranjeros no era un mero complemento al apoyo gubernamental, sino una condición establecida por el gobierno mexicano para que el CEI obtuviera financiación pública. Otra es el volumen y el alcance de las ayudas de la RF, que iba desde las becas de viaje hasta los gastos de construcción de un nuevo edificio y las subvenciones indirectas a través del programa de historia no occidental. En resumen, el de Cosío es un relato muy impreciso, por no decir engañoso, respecto al papel que jugó la RF en el nacimiento del CEI.

Si bien en sus primeras etapas, las negociaciones entre la RF y El Colegio se desarrollaron a trompicones, y que en ellas intervinieron numerosas personas y se entrecruzaron diversos asuntos, para los fines de esta sección las negociaciones pueden resumirse de la manera siguiente: las mismas comenzaron a principios de 1956, pero Cosío, el “impulsor” del futuro centro de RI, tardó un año en vencer la resistencia de Reyes a que Cosío estableciera una escuelita (en realidad, un “programa de formación” en ciencias sociales; Lida, Matesanz, & Zoraida 2000, p. 299).27 La reticencia de Reyes retrasó la decisión del Colegio de dedicarse a las ciencias sociales hasta mediados de 1957, cuando una visita de Harrison parece haber reavivado el entusiasmo de Cosío. Fue durante esa visita que Cosío entregó un primer memorándum sobre el futuro centro de RI, pero, como se muestra a continuación, este plan chocó con las políticas de la DSS y de la RF, por lo que los contactos subsiguientes fueron cada vez más conflictivos.28 En 1959, Cosío se enfrentó repetidamente a Rusk, el presidente de la RF. Este forcejeo culminó en un enfrentamiento, lo que no impidió a la RF otorgar a finales de 1959 una pequeña y decepcionante subvención a El Colegio. Al año siguiente las negociaciones, sin embargo, continuaron. Una vez que el CEI abrió sus puertas en enero de 1960, Thompson pudo recomendar en verano de ese año a los fideicomisarios de la RF que concedieran una subvención más cuantiosa. En 1962 se concedió una tercera subvención. Por aquel entonces, la RF ya había cedido el turno a la mucho más grande y rica FF, que hasta los años 1970 financió generosamente a El Colegio.

El Centro de Estudios Internacionales: RI sujetas a condicionalidad

Durante las negociaciones sobre el futuro centro de RI, un funcionario de la RF describió a Cosío como “tan brillante y alerta como siempre”, pero con un aspecto “viejo y cansado”.29 No es de extrañar que Cosío diera tal impresión, dado que sus intercambios con la RF eran cada vez más tensos. Uno de los motivos es que Cosío sabía que sus rivales de la UNAM también cortejaban a la RF, tratando de obtener de ésta el apoyo necesario para establecer el nuevo centro de RI. Estos intercambios con Cosío eran los momentos en que el presidente y los funcionarios de la RF aprovechaban para transmitirle las condiciones que El Colegio debía cumplir antes de obtener una subvención de la RF. Si bien esas condiciones le fueron comunicadas de forma fragmentaria y en diferentes ocasiones al Colegio, este caso de condicionalidad ex post puede resumirse como sigue:

Antes de conceder cualquier apoyo, la RF esperaba que el gobierno mexicano designara primero a la universidad o el centro de investigación que se convertiría en la sede de un futuro centro de RI.30

La RF sólo apoyaría a El Colegio como el nuevo centro de RI si éste conseguía atraer patrocinadores locales o extranjeros “adicionales”.31

Sólo después de que el nuevo centro de RI estuviera operando, la RF consideraría la posibilidad de comprometerse a prestar algún tipo de ayuda.32

Satisfacer la condición A, en particular, era una tarea difícil: Rusk insistió en que, antes de cualquier adjudicación, el gobierno mexicano debía decidir dónde se ubicaría el futuro centro de RI. La RF quería que la Secretaría de Relaciones Exteriores de México utilizara el centro de RI para formar a los futuros diplomáticos.33 Este objetivo peligraría si la RF elegía la organización que acogería el centro de RI sin antes tener el cuenta al gobierno mexicano. Por su parte, Cosío pensaba que el apoyo de la RF inclinaría la balanza a favor del Colegio porque el gobierno mexicano parecía estar haciendo depender su decisión de que Cosío consiguiera apoyo extranjero, es decir, de la RF. En suma, el gobierno quería que Cosío obtuviese dinero de la RF antes de designar al Colegio como sede del nuevo centro mientras que, al mismo tiempo, la RF ponía como condición que antes de darle dinero para el centro de RI el gobierno eligiese al Colegio como sede del mismo.

Después de que Rusk reiterara la condición A en una reunión en marzo de 1959, Cosío recurrió al atrevimiento, por no decir al engaño, pero sin éxito. Deseoso de que la RF declarase la condición A por cumplida y de simultáneamente deshacerse de sus rivales locales, Cosío afirmó que tenía “fuertes indicios de apoyo” del gobierno mexicano.34 Sin embargo, Harrison solicitó una reunión con el ministro mexicano de Relaciones Exteriores, quien le dijo que el gobierno aún no había tomado una decisión a favor de El Colegio.35 En suma, Cosío había pasado la primavera intentando que la RF se comprometiera a dar una subvención para el futuro centro de RI de El Colegio. Sin embargo, tal compromiso era, como lo comentaron los funcionarios de la DH “más de lo que [Cosío] puede esperar obtener por ahora”.36

A principios del verano, Cosío se enteró de que la RF estaba evaluando la idea de otorgar tal meceznago a la UNAM o a un centro de RI administrado conjuntamente por la UNAM y el Colegio, en caso de que el gobierno mexicano se decantara por alguna de estas opciones. Dos expertos en derecho internacional público afiliados a la UNAM habían propuesto insistentemente sus propios planes a la RF para que está otorgase la subvención a la Facultad de Derecho o al Instituto de Investigaciones Jurídicas.37 En vista de ello, Cosío aumentó la presión. En una carta a Rusk, desechó la sugerencia de un centro administrado por las dos instituciones -El Colegio y la UNAM- y amenazó a la RF con que: “abandonaría por completo la idea [del centro de RI] en vista de que la Fundación no quería participar”. También ridiculizó los esfuerzos de Thompson por sondear la opinión de diversos colegas mexicanos sobre el plan de RI del Colegio, calificándolos de “plebiscito”.38 Después de que los funcionarios de la RF leyeran la carta de Cosío, todo el proyecto del CEI quedó pendiendo de un hilo. Thompson propuso descartar del todo la idea de asignar la subvención al Colegio u otra institución mexicana e iniciar una nueva búsqueda por toda América Latina de la futura sede del centro de RI. Sin embargo, de forma providencial para el Colegio, Fahs, el director de la DH, intervino. En una hábil maniobra, abogó por “una conversación más completa [con Cosío] en Nueva York, ya que la cuestión de elegir a El Colegio o a la Universidad Nacional [UNAM] no es un tema cerrado, sino uno que requiere mayor reflexión y explicación”.39 En la conversación posterior con Cosío, éste insistió en que la RF debía conceder la subvención para el centro de RI al Colegio. Sin embargo, Rusk no se inmutó; el presidente de la RF “hizo explícito que […] era una cuestión de claridad por parte del lado mexicano con respecto a un [...] patrocinio apropiado”.40 En otras palabras, por tercera vez Rusk hizo explícita la condición A: el gobierno mexicano debía tomar una decisión a favor del Colegio para que la RF pudiera concederle una subvención para establecer el centro de RI.

Afortunadamente para Cosío, al final del verano el gobierno mexicano aprobó su plan. Para entonces, Cosío había pasado la mayor parte del año tratando en vano de precipitar una decisión favorable de la RF sin haber cumplido la condición A. El ministro de Relaciones Exteriores, que conocía personalmente a Cosío y confirmó su nombramiento en el ECOSOC, había remitido primero el plan al ministro de Educación, Jaime Torres Bodet, que conocía a Cosío desde la escuela preparatoria (Cosío Villegas, 1977, p. 40). El presidente de México, finalmente, también dio su respaldo al plan presentado por El Colegio.41

Sin duda, la relación de Cosío con los círculos del poder en México ayudó a El Colegio a derrotar a la UNAM, pero la Guerra Fría y la revolución cubana también ayudaron. El ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Tello, le insinuó a Harrison, que “podría resultar difícil” para otros gobiernos latinoamericanos considerar a la UNAM, como un “centro apropiado para sus diplomáticos”, pues tal vez era “demasiado grande”.42 En realidad, abundaban los indicios de que los comunistas, específi­camente de Cuba, tenían una influencia creciente entre sus estudiantes (Pensado, 2013; Keller, 2017). Ante la preocupación de Tello, no es de extrañar que el gobierno mexicano eligiera a El Colegio, una institución minúscula dirigida por Cosío, un liberal de toda confianza.

Con la “luz verde para seguir adelante” del gobierno mexicano, en octubre, Cosío visitó a Thompson en Nueva York.43 Mareado por el éxito, Cosío dejó claro que ahora esperaba que la RF hiciera una contribución sustancial a la biblioteca del nuevo centro de RI. Sin embargo, las expectativas de Cosío eran exageradas. En una nota interna, Rusk indicó a sus funcionarios que esperasen:

Este expediente muestra lo acertado de una reticencia ocasional por nuestra parte. Cosío empieza a poner los pies en la tierra. Parece que tiene el respaldo como el “instrumento elegido” en México y empieza a darse cuenta de que está metido en un asunto serio. Optaría por enviarle [...] una subvención de $10,000 dólares en concepto de ayuda y seguir observando la situación. ¿Qué tipo de ayuda espera obtener aparte de la de la RF?44

Como pude apreciarse, la nota tenía un lado positivo: reconocía que el gobierno había designado El Colegio como sede del futuro centro de RI, con lo que se cumplía la condición A. Sin embargo, Rusk también insistía en que el Colegio cumpliera la condición B, lo cual llevó a un nuevo enfrentamiento entre Cosío y la RF.

A finales de 1959, para que se abriera finalmente el grifo de la financiación de RI quedaba por cumplir la condición B (además de la C). Cosío conocía bien dicha condición. En respuesta a un segundo memorándum que Cosío había presentado a la RF a principios de 1959, Rusk le propuso a Cosío reunirse. Durante la reunión, Rusk destacó el interés de la RF en un futuro centro de RI y su dimensión “interamericana”, pero al mismo tiempo planteó la “cuestión del patrocinio”.45 En agosto, Rusk le indicó aún más directamente a Cosío que la RF quería “una aclaración completa de los problemas de patrocinio”.46 Esto es precisamente lo que Thompson escribió a Cosío en una carta desalentadora en la que el funcionario reaccionó siguiendo las pautas que Rusk había establecido en la nota interna anteriormente citada. En su primera carta tras la visita triunfal de Cosío en octubre de 1959, Thompson le pidió que le brindara información sobre “los medios de apoyo asegurados y previstos para llevar a cabo su programa”. Como la RF ofreció a El Colegio sólo $10,000 dólares para su biblioteca en lugar de los $125,000 dólares que Cosío esperaba, éste envió una furiosa “réplica”, como la llamó Thompson, en la que, entre otras cosas, Cosío lo tachaba de “insensible”.47 En su respuesta, Thompson ignoró el comportamiento infantil de Cosío y lo invitó a solicitar formalmente $10,000 dólares para la biblioteca. A nivel interno, Thompson señaló que para la RF conceder “una cantidad mayor sería insensata y una menor sería quizás una oportunidad perdida (para nosotros)”. Cosío envió la solicitud de $10,000 dólares.48

Décadas más tarde, un miembro de la facultad del CEI conjeturó que, en ese momento, Thompson se había dado cuenta de que el futuro centro de RI se inauguraría con o sin el apoyo de la RF (Meyer, 2012, p. 96). Aunque puede haber algo de verdad en esto, lo que el incidente también revela es hasta qué punto la creación del centro de RI dependía del apoyo financiero de la RF. En su réplica, Cosío afirmó que el gobiern­o mexicano había asignado “$8,000 dólares para el año 1960 para los trabajos preparatorios y hasta $200,000 dólares en un periodo de cinco años a partir de 1961”.49 Sin embargo, también confesó a Thompson que el gobierno mexicano había asignado fondos para un centro de RI sólo porque Cosío “aseguró repetidamente que otras [...] instituciones [estaban] dispuestas a ayudar tan pronto como estuvieran convencidas de que el proyecto estaba en vías de hacerse realidad”. En otras palabras, el gobierno mexicano había concedido $8,000 dólares a El Colegio para que Cosío pudiera alegar ante la RF que cumplía sus condiciones y obtener así una importante financiación de la DSS. Al conceder sólo $10,000 dólares, la RF había puesto a Cosío, sin saberlo, en otro aprieto. Es cierto que Cosío pudo haberle mentido a Thompson; sin embargo, en esta ocasión, la confesión a la desesperada de Cosío tiene credibilidad. La razón es que la RF podría haberla utilizado fácilmente contra El Colegio, ya que revelaban hasta qué punto Cosío y su gobierno apostaban por que la RF asumiera la mayor parte de los costos del futuro centro. (Los funcionarios de la RF llevaban tiemp­o sospechando exactamente esto.)50 A pesar de la actitud triunfal de Cosío, incluso el monto de $200,000 dóla­res para un periodo de cinco años aportado por el gobierno cubría sólo la mitad del presupuesto que Cosío había indicado en su memorándum al gobierno mexicano. Allí Cosío había insinuado que “evidentemente, la RF podría aportar una parte y podría ser posible atraer el interés de la UNESCO”. Cosío añadió que los gobiernos latinoamericanos interesados también podrían contribuir.51 Para financiar a los diplomáticos y estudiantes latinoamericanos, Cosío se puso en contacto más tarde con el programa de becas de la Organización de Estados Americanos (OEA).52 En abril de 1960, seguía luchando por obtener el apoyo de la UNESCO para viajes de profesores visitantes que pudieran enseñar estudios de área.53 La condición B no se cumplió, y Rusk y Thompson siguieron en compás de espera y observando qué sucedía en El Colegio un tiempo más.

En un intento de cumplir la condición C, El Colegio había inaugurado el CEI en enero de 1960 (Lida; Matesanz, & Zoraida 2000, p. 326). Todavía sin financiación, durante el primer año de existencia del CEI, Cosío identificó posibles profesores y alumnos, buscó un director para el CEI, compró libros y publicó el primer número de Foro Internacional, pero el CEI carecía de profesores y alumnos.54 De este modo, Cosío respondió a la objeción de Rusk de que “el programa de relaciones internacionales propuesto en El Colegio” estaba “todavía en fase de planificación” y no estaba “lo suficientemente avanzado” como para interesar a los fideicomisarios de la RF.55 En otras palabras, para cumplir la condición C, Cosío había inaugurado un centro de RI que era poco más que una fachada.

No obstante, en julio de 1960, Thompson informó a sus superiores de que la condición C se había cumplido: el CEI había pasado de ser un mero “plan” a convertirse en una de esas “iniciativas [...] que ya existen”, como dijo Rusk en una ocasión.56 Poco después, a finales del verano, la RF concedió una segunda subvención de $75,000 dólares al CEI para la biblioteca y para los profesores visitantes.57 Dos años más tarde le siguió otra subvención de $114,125 dólares para un nuevo edificio.58 Para entonces, los funcionarios de la FF estaban más que dispuestos a conceder $491,250 dólares, es decir, más de 4 millones de dólares actuales, para financiar que Colegio estableciese un nuevo centro de economía y demografía.59 Parecen haber ayudado a El Colegio las crecientes tensiones de la Guerra Fría, que indujeron a la RF y a la FF a aumentar su apoyo a las universidades latinoamericanas (Levy, 2005). Resumiendo esta sección, hemos visto como los funcionarios de la RF presionaron a Cosío hasta que cumplió la condición A, a duras penas satisfizo la B y creó la apariencia de la C. En la siguiente sección se muestra que la condicionalidad ex post de la RF no sólo trazó el camino de El Colegio hacia el CEI, sino que también moldeó sus primeros años.

Del estudio multidisciplinario de las relaciones internacionales a los estudios de área y el realismo

En enero de 1960, El Colegio inauguró el CEI, el primer centro latinoamericano de RI. Al hacerlo, institucionalizó las RI en México, pero en un departamento independiente. Dado que la ciencia política apenas existía en México, el CEI parece una anomalía. Como preguntó una vez un profesor de El Colegio: “¿Por qué se creó este centro y no uno de estudios políticos?” (Segovia, 2012, p. 85). Según lo que se cuenta (y escribe) en El Colegio, el gobierno mexicano había preferido financiar (y permitir) el estudio de la política exterior en lugar de la nacional (Meyer, 2012, p. 94). Indendientemente de cuál sea la respuesta, la pregunta que se planteó el profesor demuestra la pertinencia de cuestionar que el CEI fuese realmente lo que El Colegio más necesitaba en ese momento. Otras preguntas pertinentes son las siguientes: ¿era el CEI el centro que Cosío quería originalmente? ¿O moldeó Cosío el CEI para adecuarlo a las políticas de la RF y las preferencias realistas de Thompson, como la de separar la ciencia política de las RI? Para responder a estas preguntas, la presente sección explora tres rasgos esenciales del CEI: las RI como su eje disciplinario, la teoría realista y el énfasis en los estudios de área.

En mi interpretación, lo que la evidencia muestra es que la idea original de Cosío no era establecer un centro de RI sino estudiar los problemas internacionales desde varias perspectivas en un centro multidisciplinario. Para ello sería necesario juntar los recursos escasos que para la sociología, la economía y la ciencia política estaban disponibles en México en aquel momento y además añadir apoyos obtenidos en el extranjero. Es cierto también, sin embargo, que los primeros contactos de Cosío con la RF en esta materia giraron en torno a un programa de formación para el Servicio Exterior Mexicano.60 También es cierto que la expresión “relaciones internacionales” aparece al principio y al final del expediente que nos informa sobre las negociaciones.61 Sin embargo, Cosío casi nunca se refiere a las RI como una disciplina separada de las otras ciencias sociales sino como un objeto de estudio. Más bien, lo que se aprecia en la documentación es que Cosío diferenciaba conscientemente entre las relaciones internacionales como materia de estudio y las RI como disciplina académica, que él denomina “relaciones internacionales propiamente dichas”.62

Lo que es indudable es que, durante las negociaciones, Cosío insistió repetidamente en la multidisciplinariedad y destacó la importancia que tendrían ciertas ciencias sociales para México. Desde el principio y a lo largo de dichas negociaciones, Cosío evocó el Centro de Estudios Sociales del Colegio, un centro de corta vida que tuvo una actividad muy limitada en las relaciones internacionales pero que combinaba economía, sociología y ciencias políticas (Morcillo, 2019b).63 En la primavera de 1957, quería que El Colegio ofreciera “cursos sobre la civilización moderna: economía, historia, filosofía, ciencias políticas, sociología y literatura”.64 A veces, Cosío insistía en disciplinas específicas, como cuando durante largo rato estuvo explicándoles a dos funcionarios de la DSS lo útiles que le podrían ser los sociólogos para su trabajo como diplomático.65 En otra ocasión, Cosío afirmó que “le gustaría formar entre dos y cuatro personas en campos como la ciencia política y la economía”.66 Dos meses más tarde, Cosío describió con entusiasmo a Thompson que entre los primeros futuros estudiantes del CEI había “un candidato [que] sugiere un programa de estudios basado en la ciencia política, otro que sugiere uno basado en la economía y un tercero que opta por basarse en asuntos militares, mientras que otros han elegido el concepto de área”.67 Ya en 1960, Cosío describió el plan de estudios como “orientado” hacia “la economía, el derecho, la historia y las relaciones internacionales propiamente dichas”.68

Tal vez la mejor prueba de que lo que quería Cosío era un centro multidisciplinario en el que se estudiase economía, sociología y ciencia política y de que el CEI no lo era, es que su búsqueda de fondos continuó después de la fundación del CEI. Inmediatamente después de la misma, Cosío solicitó apoyo, esta vez de la FF, que iba a financiar el centro de economía y demografía, para financiar la investigación y la enseñanza de la ciencia política en el CEI. Como ya sabemos, la FF se negó a financiar la ciencia política: según los asesores de la FF, tal programa podría adquirir “tintes de un esfuerzo por socavar el consenso político que ahora existe en el sistema político mexicano”.69 En fin, si se suman las palabras y los actos de Cosío, parece razonable concluir que tenía la intención de llevar El Colegio al estudio de las ciencias sociales y que le parecía que la mejor manera de hacerlo era establecer un centro multidisciplinario que abarcara la ciencia política, la sociología y la economía. Sin embargo, durante las negociaciones, los donantes tomaron decisiones que lo transformaron en un centro de RI independiente. ¿Cuáles fueron éstas?

Como sabemos, la agenda de Thompson para las RI en la RF tenía como objetivo separarlas de la ciencia política al mismo tiempo que quería impulsar las RI ‘realistas’. En consecuencia, él y otros funcionarios de la RF infundieron este realismo al CEI mediante consejos, que a veces Cosío y otros mexicanos solicitaban, pero que a veces nadie les pedía a Thompson y sus colegas de la RF. Por ejemplo, solo unos meses después de que Cosío expresara por primera vez su firme interés por los estudios internacionales, Thompson lo llevó a comer con John H. Herz, quien le describió los programas de RI de su universidad.70 Más tarde, Cosío mostró interés -y Thompson tomó nota de ello- en visitar la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la John Hopkins y “hablar con […] Paul H. Nitze sobre su programa”.71

Es posible que Cosío tuviese ideas sobre las RI compatibles con el realismo ya antes de conocer a Thompson, pero que el contacto con éste las reforzase. Así lo sugieren sus anteriores decisiones como editor (Fox, 1944; Spykman, 1944). Más tarde, cuando ya negociaba con la RF sobre el futuro centro de RI, Cosío incluyó comentarios realistas en su libro sobre la política exterior mexicana (“Como si la forma de gobierno pudiera privar a una gran potencia de su ansia, de su necesidad de poder y dominación”, 1960, p. xxxi). En aquel entonces, también en su papel de editor, le pidió consejo a Thompson tanto sobre las líneas generales de la serie de publicaciones sobre RI que estaba planeando como sobre títulos específicos: “He estado pensando en politics among nations de Morgenthau o en power politics de [Georg] Schwarzenberger. Sé que usted tiene una opinión favorable sobre el primero”.72 Como a Thompson le pareció “inapropiado” recomendar el libro de Morgenthau, otro funcionario, Hardin, lo hizo.73 (Una traducción de Power Politics de Schwarzenberger apareció también en México en ese momento [1960]). Además de sobre libros, Cosío pidió a Thompson que lo asesorara sobre los posibles miembros del comité editorial de la nueva revista del CEI.74 En los dos primeros volúmenes, Cosío publicó artículos de Morgenthau y Thompson. Se incluyeron reseñas de la obra de este último al igual que de la obra de Niebuhr. También se prestó atención a un teórico de la disuasión y el control de armas como lo era Thomas Schelling.75

Cuando Cosío pidió también nombres de profesores visitantes que pudieran impartir clases sobre diferentes regiones del mundo, Thompson envió rápidamente una lista de cuatro páginas. Incluía un número limitado de teóricos de la modernización como Gabriel Almond y Roy Macridis, y teóricos de la Guerra Fría como el sociólogo de Chicago Edward Shils, pero predominaban los personajes habituales: miembros del comité del Programa de Relaciones Internacionales de la RF, además de otros muchos realistas como Herz, Herbert Butterfield, E. H. Carr, y alguien que se convirtió en visitante habitual del Colegio: Jean-Baptiste Duroselle.76 La lista también incluía a académicos vinculados al Council on Foreign Affairs (Consejo de Relaciones Exteriores) como Erich Hula, un experto en derecho internacional público e igualmente un realista, y Hans Kohn, historiador del nacionalismo (Herz, Hula y Kohn pertenecen al grupo de exiliados germanohablantes). Thompson también sugirió a Sebastian de Grazia, un veterano de la OSS.77

Las sugerencias de Thompson no sólo se referían a las personas que podían enseñar en el CEI, sino también a los libros para la biblioteca del Colegio. Le proporcionó a Cosío “una serie de catálogos universitarios y algunos artículos que trataban sobre enfoques de las relaciones internacionales” y lo remitió a la “serie de libros sobre las universidades y los asuntos mundiales” del Carnegie Endowment for International Peace.78 Ante la insistencia de Thompson y con la financiación de la RF, que había encargado al Council for Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores) la selección de una bibliografía de RI para los ministerios de relaciones exteriores de los estados recientemente independizados, El Colegio compró una parte considerable de las obras recomendadas.79 Aunque no hay espacio aquí para examinar la colección, merece la pena mencionar que, aunque se permitió un mínimo de pluralismo en la lista, por ejemplo, la obra The Appeals of Communism (Los encantos del comunismo) de Almond, su sección de treinta libros sobre política internacional mostraba obras casi exclusivamente de autores realistas vinculados a la RF.80 En resumen, Thompson le proporcionó a Cosío una red de contactos, publicaciones y consejos conducentes a la institucionalización en El Colegio de las RI realistas.

Cosío claramente sentía respeto por lo que Thompson como académico le aconsejaba, pero este último influyó aún mucho más a los dos primeros directores del CEI. El primero fue Francisco Cuevas, diplomático mexicano y exbecario Guggenheim; él fue uno de los dos juristas dedicados al derecho internacional público que en vano había intentado llevar el centro de RI a la UNAM. Ello no le impidió a Cuevas aceptar más tarde la dirección del CEI, tras lo cual expresó su agradecimiento a Thompson por haber sido “decisivo para que viniera aquí”. Es más, Cuevas estaba tan agradecido que envió informes secretos sobre El Colegio a su “Dear Ken” (supuestamente, los informes estaban “justificados” con base en “nuestra profunda amistad”).81 Cuevas confirmó la invitación extendida por Cosío a Thompson para que viniera a México a enseñar “teoría de los asuntos internacionales”.82 Cuevas y Thompson coincidían en que “las relaciones internacionales son […] una verdadera disciplina”.83 Por ello, en una carta en la que felicitaba a Thompson por un nuevo nombramiento, Cuevas escribió: “Espero grandes logros” en nuestro campo.84 Cuevas tradujo, junto con algunos alumnos del CEI, el opus magnum del maestro de Thompson, Política entre las naciones (Morgenthau, 1963) y posteriormente contribuyó al Festschrift para Morgenthau que editó Thompson. La impresión que dejan éste y otros muchos intercambios en aquellos años es que Cuevas admiraba tanto a Thompson que adoptó sus ideas realistas en todo lo que tenía que ver con las RI y por tanto también con el CEI.

Cosío dudaba de la lealtad de Cuevas no sin motivos; lo destituyó y nombró en su lugar director del CEI a Mario Ojeda (Cosío Villegas, 1977, p. 235). En aquel entonces Ojeda era un joven graduado de la UNAM a quien Thompson había otorgado una beca Rockefeller para estudiar en Harvard. Thompson supervisó personalmente el plan de estudios para Ojeda; Freund, el funcionario de la DSS, supervisó su ejecución.85 En Harvard, la mayor parte de las clases que tomó Ojeda las impartían realistas: dos cursos fueron con Morgenthau y otros con otros realistas como Robert Bowie, Reinhold Niebuhr y Henry Kissinger (Ojeda, 1999, p. 16; Covarrubias Velasco, 2014).86 De vuelta en México, Ojeda insertó la teoría realista en su programa de estudios: en 1962, sus alumnos del CEI y de la UNAM, donde también daba clases como adjunto, leyeron Nuclear Weapons and Foreign Policy de Kissinger (1957) y estudiaron Politics among Nations de Morgenthau, “un capítulo tras otro” (Gil Villegas, 1999, p. 25; Valero, 2012, p. 407).

Mientras ocupaba la dirección del CEI, Ojeda proclamó públicamente su compromiso realista. En un artículo programático de 1964, declaró que el poder era el concepto central de las RI y que la principal preocupación de la disciplina debía ser la política exterior (1964, 88); su libro principal se considera una obra fundamental del análISIS de la política exterior mexicana (1976). Más allá de su producción como autor, durante décadas Ojeda enseñó su versión del realismo a muchas cohortes de estudiantes (Gil Villegas, 2009; Saavedra, 2009). La docencia impartida por Ojeda fue clave para la “Escuela Mexicana de Realismo”, un “análisis realista de la política exterior” que se seguía practicando en el Colegio y fuera de él a finales de la década de 1980 (Gil Villegas, 1989, pp. 261, 283; Saavedra, 2009, pp. 310, 339; Ferrer, 2012, pp. 168-69). Estos testimonios de los antiguos alumnos de Ojeda revelan que, dos décadas después de las becas de la RF, la teoría realista de las RI seguía siendo el núcleo teórico de la licenciatura en el CEI.

Es importante mencionar aquí que, además de nombrar al director del CEI, los funcionarios de la RF también participaron en la selección del primer profesorado del CEI. Dado que México carecía de los académicos de RI necesarios para formar al personal del CEI, era necesario enviar a los futuros profesores a estudiar un posgrado al extranjero, lo cual inicialmente se hizo exclusivamente con becas de la RF (más tarde también de Ford y otros). Dado que los funcionarios de la RF entrevistaron a cada uno de los candidatos que Cosío proponía para estas becas, las famosos Rockefeller Fellowships, y que la política de la RF establecía como condición el que a su regreso Cosío contratara a los becarios a tiempo completo, la RF tuvo de facto poder de veto sobre quiénes iban a ser los profesores del CEI (de hecho, la RF excluyó a varias personas, en particular mujeres, del grupo propuesto por Cosío para una beca y en el futuro de una plaza en el Colegio).87

Mientras negociaba con la RF, los planes de Cosío sufrieron un tercer cambio, éste en cuanto a los estudios de área. Inicialmente, Cosío nunca los mencionó en sus planes para el futuro centro de RI. Sólo después del primer memorando Cosío incluyó dichos estudios. En dicho memo­rando se destacaba la falta de enseñanza en México sobre cualquier área del mundo y sobre la “historia y los problemas del mundo actual”.88 Este primer comentario apareció cuatro semanas después de que “Cosío dijera [a Harrison que] siempre había estado de acuerdo con el CBF [Fahs] en que era ridículo que en México no se enseñara la historia económica, social y política de Estados Unidos y de Asia”. Tanto el momento de decirlo como la alusión a Fahs sugieren que la idea no era suya, sino que fue sembrada por los funcionarios de la DH. Este memorándum forma parte de una tendencia que se observa a lo largo del expediente: después de mayo de 1957, cada vez que Cosío presenta un documento a la RF, el giro hacia los estudios de área parece ser más pronunciado.

No se puede establecer con certeza por qué el plan de estudios del CEI enfatizó los estudios de área (veinte materias) en lugar de las RI (diez materias), pero es seguro que este énfasis acercó al CEI al ámbito de competencia de la DH.89 Lo más probable es que dicho énfasis fuera el resultado de una decisión tomada por Cosío a última hora, después de que se diera cuenta de que la DSS y el gobierno mexicano no habían concedido suficiente apoyo a las RI, pero que los funcionarios de la DH estaban deseosos de fomentar las materias de estudios de área. Esto ocurrió poco después del enfrentamiento sobre los problemas de mecenazgo en noviembre de 1959. En ese momento, Thompson le había informado a Cosío de que “era muy poco probable que la Fundación, ahora o más adelante, pueda aportar una parte sustancial de los gastos de operación del nuevo Centro”.90 Para entonces, Cosío sabía que el gobierno mexicano había concedido al CEI sólo 60% de la cantidad que él había solicitado. Poco después, Cosío, Fahs y Harrison comenzaron a diseñar una carrera de historia en el Colegio. Sus graduados “tendrían una conciencia y un conocimiento general de las culturas no occidentales, así como un curso sobre la historia de Rusia y dos sobre la historia de Estados Unidos”.91 Estos cursos, financiados por la DH, eran adecuados no sólo para un programa de historia sino también para un program de RI que estuvieran enfocado a los estudios de área.

Si bien el apoyo de la DSS y de la DH le permitió a Cosío asignar más recursos al futuro centro de RI, dicho apoyo de la DH sesgó aún más el CEI hacia la historia y los estudios de área.92 Con el tiempo, esto llevó a que los funcionario de la DSS cuestionaran los cambios y a Cosío a admitir que se dejaba influenciar por otro mecenas, la UNESCO, cuyo Proyecto Mayor Oriente-Occidente, el embrión del futuro Centro de Estudios Asiáticos y Africanos del Colegio, había aportado inicialmente una parte del profesorado del CEI.93 Si sumamos todo esto, es fácil entender cómo los estudios de área promovidos por Fahs (y por la UNESCO) se abrieron paso en el programa de estudios del CEI en lugar de la multidisciplinariedad favorecida por Cosío. Los otros dos cambios alentados por los incesantes “consejos” de Thompson: el centro de RI independiente y la teoría realista, también quedaron firmemente implantados. Algunas consecuencias de estos cambios que los donantes habían impulsado fueron perceptibles durante décadas y posiblemente más allá del Colegio.

Conclusión

Si se comparan los planes iniciales con los que Cosío llega a su negociación con la RF con lo que era el CEI de El Colegio cuando fue inaugurado, queda claro que RF no concordaba con la afirmación de Cosío de que “nuestras necesidades son, por supuesto, lo más importante”.94 La política de la RF, tal y como por un tiempo la definió Thompson, era el punto principal, y no las necesidades de El Colegio. Por eso, a fin de cuentas, en sus inicios el CEI sólo pudo ocupar la estrecha área en que los planes de Cosío y las ideas de Thompson sobre unas RI realistas coincidía.

A finales de la década de 1950, Cosío había imaginado un centro de RI en el que los académicos llevarían a cabo la enseñanza y la investigación en sociología, economía y ciencias políticas. Sin embargo, el CEI se convirtió en un departamento de RI separado de la ciencia política, cuyo ámbito disciplinario se redujo a RI y estudios de área. Si bien Cosío desde el principio tuvo un interés en RI, la inclusión de los estudios de área no occidentales fue una idea de dos donantes: la RF y la UNESCO. Lo anterior no quiere decir que Cosío no lograse ninguno de sus objetivos. Es más, alcanzó un objetivo un tanto vago, pero fundamental, que era vencer a sus rivales de la UNAM y conseguir que el primer centro de RI latinoamericano se inaugurase en El Colegio. Aun así, el impacto de la RF sobre el CEI demuestra que en ciertos lugares y momentos los donantes son el motor que impulsa la historia de una disciplina.

Si pasamos del impacto de los donantes en el CEI y sus ideas sobre cuáles debían ser los límites disciplinarios a examinar el impacto de los mismos en la teoría de RI, es indudable que, en el CEI, Thompson y sus aliados mexicanos institucionalizaron su versión del realismo. Ésta eludía el pensamiento de las élites británicas y estadounidenses y enfatizaba las notas germánicas y weberianas que el realismo clásico de Morgenthau entona. Irónicamente, cuando el CEI abrió sus puertas, el realismo ya estaba siendo desplazado en las RI estadounidenses, principalmente por el neorrealismo de Waltz (Guilhot, 2017, cap. 6). Mientras esto ocurría, en México el realismo gozó de una vida de ultratumba. En las décadas que siguieron a la inauguración del CIE, los antiguos becarios mexicanos de la RF obviaron tanto el conductismo como a los realistas de segunda generación. Además, los herederos mexicanos de Thompson y sus estudiantes se inclinaron por los temas predilectos del realismo clásico (Guilhot, 2011b, 2017, cap. 1; Koskenniemi, 2004, pp. 460-68): el poder, la diplomacia y el análISIS de la política exterior. Como hemos visto, el impacto de la RF no se limitó a cuestiones disciplinarias y de teoría de RI sino que tuvo un impacto en el personal del primer CEI: directamente en las personas de sus primeros directores e indirectamente en su profesorado inaugural. En términos weberianos, se podría decir que el primer CEI fue una organización no sólo heterocéfala sino también heterónoma: un tercero, en este caso el donante, determinó sus normas internas en cuanto a lo que debería considerarse parte de las RI y la selección del personal.

Si el mecenazgo científico rara vez alcanza sus objetivos originales, ¿cómo se explica que esta ocasión la RF sí lo tuviera? A diferencia de lo que ocurría en Estados Unidos, donde una pluralidad de actores -el gobierno, el ejército y varias fundaciones- actuaban como mecenas (McCaughey, 1984; Solovey, 2013; Oren, 2003, cap. 4; Engerman, 2010), a finales de la década de 1950 en México, la RF era prácticamente el único mecenas de las RI en un campo escaso de recursos. Incluso el gobierno mexicano condicionó su mecenazgo a que Cosío atrajese primero el de la RF. Este monopsonio -en México en 1959 sólo había un comprador interesado en programas de RI- parece explicar por qué durante los primeros años del CEI, a pesar de los “cúmulos de indeterminación” inherentes al mecenazgo de la ciencia (Turner, 1999, p. 218), pueden discernirse vínculos causales que conectan el mecenazgo con el CEI: los límites disciplinarios, los estudios de área y el realismo de las RI. A continuación examino dos causas que operaron a nivel individual: los funcionarios de la RF y Cosío, y dos al nivel de la organización: la condicionalidad (RF) y la legitimidad (Colegio). Ninguna de estas causas es suficiente, aunque todas fueron necesarias para que la RF ejerciera su influencia en los inicios del CEI y más allá.

Si consideramos primero a los funcionarios, Thompson inmedia­tamente parece ser un personaje excepcional. Tras su rápido ascenso en la RF, mantuvo un control inusitadamente firme sobre la DSS. La protección velada que Fahs concedió a lo que en principio era un proyecto de la DSS igualmente parece excepcional. Con la ayuda de la UNESCO, Fahs consiguió dotar al CEI de una perspectiva de estudios de área no occidentales. Sin embargo, por excepcionales que fueran estos dos directores de la RF, Cosío es aún más extraordinario. Tanto las élites políticas mexicanas como los funcionarios de las fundaciones lo respetaban como un académico liberal que ya tenía algunas publicaciones en su haber y había alcanzado “un éxito notable en una serie de empresas pioneras” en los ámbitos culturales y académicos.95 Además, este emprendedor aca­démico estaba libre de cualquier sospecha de ser comunista. Dicho de otro modo, Cosío combinó en un grado inusual el capital político y dos tipos de capital científico: “un capital de autoridad estrictamente científico y un capital de poder sobre el mundo científico” (Bourdieu, 2004, p. 57).

Podría decirse que la causa crucial que explica el impacto de la RF es la condicionalidad ex post. La RF se resistió a las presiones de Cosío para otorgar los apoyos antes de que el gobierno mexicano se pronunciara a favor de El Colegio como sede del centro de RI; antes de que El Colegio presentara pruebas de haber obtenido apoyos adicionales para el CEI; y antes de su apertura previa. El periodo durante el cual Cosío trabajó denodadamente para cumplir estas condiciones abrió una puerta para el impacto de la RF tanto en la organización como los límites disciplinarios y la teoría que se enseñaba en el CEI, al punto que viene a la mente incluso el concepto de “condicionalidad estructural” (Babb, & Carruthers 2008, p. 18). Sin duda, la RF recurrió a la condicionalidad ex post, pero ésta desplegó eficazmente sus efectos desde dentro del propio Colegio porque Cosío creía en gran medida en la legitimidad de las condiciones impuestas por el donante. Como el propio Cosío resumió, durante quince años “la Fundación y El Colegio de México han trabajado juntos [...] sobre la base habitual del cincuenta por ciento”.96

Este nivel de apoyo material -correr con los gatos por mitades- aportó legitimidad externa a las condiciones de la RF, pero la eficacia de tales demandas fue reforzada por una medida considerable de legitimidad interna. Una de las estrategias para legitimar internamente la condicionalidad es el conocimiento experto (Best, 2012), que la RF utilizó para convencer a sus homólogos mexicanos de que las condiciones impuestas por la RF debían cumplirse. Este “conocimiento experto” está en la base de cualquier dominación racional y potencia su eficacia (Weber, 2019, pp. 350-52). Como se ha mostrado anteriormente, Cosío pidió a Thompson que lo asesorara en muchos asuntos y la razón por la que Cosío lo hizo es de lo más reveladora: pensaba que Thompson tenía “mucho más conocimiento y mucha más experiencia”.97 En otra ocasión, Cosío escribió a Hardin que Thompson era “un hombre excepcionalmente bien posicionado para dar consejos”.98 Es tentador escribir que Cosío, y en mayor medida Cuevas, percibían que los consejos de Thompson no sólo eran “racionales” sino también “ejemplares”, como si vinieran de un líder carismático (Weber, 2019, 115). En última instancia se puede buscar aquí la explicación de por qué Cosío, cuando ya no era la RF sino la FF quien desde el extranjero financiaba al Colegio, no se atrevió a confesar a la RF que él había despedido a Cuevas, el protegido de Thompson.99 De un modo u otro, lo cierto es que tanto el interés material como el respeto intelectual, es decir, la “situación de los intereses” [Interessenlage] (Weber, 2019, p. 111), facilitaron que Cosío percibiera las condiciones establecidas por la RF como legítimas. El propio Cosío no deja dudas de que existían condiciones y de que las consideraba legítimas:

Permítame que diga, abierta y francamente, que a pesar de haber tenido tratos con su fundación por mucho tiempo, y a pesar de que el Colegio ha recibido de la fundación tantísima ayuda, nunca he llegado al extremo de tomar por descontada la ayuda de la fundación. Por el contrario, siempre he tenido presente el principio de que un individual or una institución dispuesta a conceder dinero tiene todo el derecho a poner las condiciones que le parezca a la concesión de ese dinero.100

De lo anterior se pueden extraer lecciones para los estudios de las RI. Recientemente, Ian Hurd admitió que la literatura de las RI sobre la legitimidad “debe mucho, aunque quizás no lo suficiente [...], a las ideas de Max Weber sobre la autoridad” (Hurd, 2019, p. 720). El examen a profundidad de una relación donante-receptor realizado en este artículo confirma que el potencial explicativo de la legitimidad se ve disminuido si, como hizo Hurd en su propia investigación seminal, se reduce el concepto de legimitimidad a las razones ideales y normativas para obedecer (Hurd, 1999, p. 381; 2019). Al mostrar cómo los donantes pueden valerse del conocimiento para imponerse legítimamente, este artículo aporta evidencia nueva y detallada de las consecuencias que tienen las prácticas mediantes las cuales los actores tratan de afianzar su dominación (Tallberg, & Zürn 2019, p. 588).

El impacto de la RF en el Colegio debería formar parte de toda explicación exhaustiva de cómo se ha desarrollado la disciplina de RI en México hasta el presente. La teoría sugiere que ocurrió en un campo emergente como las RI mexicanas en la década de 1960 probablemente tenga efectos duraderos (Bourdieu, 1992, pp. 465-510; Sending, 2015, p. 28). Esto parece confirmarse por la actual separación de las RI de la ciencia política, que es común aún hoy en México y que afecta al modo en que están organizados los departamentos, las licenciaturas y las asociaciones profesionales: no existen departamentos independientes de ciencia política que abarquen las RI como un subcampo.101 Las licenciaturas en RI (cincuenta) son casi tan comunes como las de ciencia política (setenta).102 Finalmente, las asociaciones profesionales de estas disciplinas también están separadas; la de RI, fundada en los años de 1970, es más sólida y recientemente celebró su quincuagésimo aniversario, mientras que en 2010 la asociación de ciencia política tuvo que ser refundada (Suárez-Iñíguez, 2014, p. 181).

En comparación con su impacto en las RI mexicanas, la RF debió tener uno mucho más limitado en otros países de la región, pero quizás aún perceptible. Por ejemplo, cuando a finales de la década de 1970, las RI latinoamericanas comenzaron a crecer, el “realismo morgenthau­siano” estaba en el corazón de adaptaciones como el realismo híbrido y periférico latinoamericano (Tickner, 2003, pp. 336, 344). Es importante destacar que, para explicar la ubicuidad del realismo, esta autora, Arlene Tickner recurre a causas plausibles, pero remotas como las ambiciones políticas frustradas de los estudiosos de las RI, el poder de Estados Unidos en el hemisferio, la centralidad del Estado en América Latina y el desconocimiento de otras teorías alternativas de las RI (Tickner, 2002, p. 130; 2003, p. 343).

Aquí he propuesto como explicación una causa más inmediata: el apoyo de la RF al realismo en el CEI y su dimensión interamericana. A principios de los años de 1960, el CEI atrajo a algunos latinoamericanos. Más tarde, en los años de 1970, cantidades considerables de jóvenes acadé­micos sudamericanos exiliados interesados en las RI pasaron años cruciales en instituciones mexicanas en las que enseñaban los profesores y graduados del primer CEI. Tras las dictaduras militares, algunos regresaron a sus países (Tickner, 2002, p. 130; Tenorio Trillo, 2009, pp. 106-13). Al dispersarse por otras partes del hemisferio, es posible que llevaran consigo ideas realistas. Los libros de autores realistas disponibles en español, en cuya publicación participaron Cosío y Cuevas, también ayudan a explicar la recepción latinoamericana del realismo.

Dentro de la región, la creación del CEI en 1960 fue un hecho aislado. Si se considera todo el sur global, el centro de RI cuya creación está más cerca en el tiempo a la del CEI es el ISIS de Nueva Delhi, que recibió financiación de la FF y la RF. Quizá no sea una casualidad que en India y el sur de Asia el realismo “domine la disciplina de las Relaciones Internacionales” (Behera, 2009, p. 134). En América Latina, si no se tiene en cuenta a México, los títulos de grado en RI no existieron hasta mediados de los años de 1970. Los estudiosos de las RI globales piensan que esto refleja la “flaqueza, debilidad y novedad de las RI académicas en la periferia” durante la década de 1960 (Acharya, & Buzan, 2019, p. 166). Sin embargo, la brecha de dieciséis años entre la última subvención de la Fundación Rockefeller al CEI y el nuevo programa de RI de la FF es casi exactamente la misma que separa al CEI del establecimiento de la carrera de RI en Brasilia. En cualquier caso, no cabe duda que sin los apoyos que la RF (y la FF) otorgaron a las RI después de la conferencia de Bandung, ni el ISIS en India ni el CEI en México habrían abierto sus puertas.

Si donantes como la RF consiguen tener un impacto específico, basados en sus agendas, entonces este hallazgo podría tener también implicaciones para la literatura de las RI sobre los donantes y las ONG en general. En primer lugar, no todos los objetivos de los donantes son o fueron homogeneizados por las herramientas de gestión ni pueden ser atribuidos a las fuerzas del mercado (Cooley, & Ron, 2002; Krause, 2014). Algunos donantes pueden tener objetivos muy específicos, incluso podría decirse que idiosincráticos (como los de Thompson). En segundo lugar, no es necesaria una pluralidad de donantes para mermar la autonomía de un receptor (Stroup, & Wong, 2017); en un campo escaso de recursos basta un solo donante con una política bien definida y funcionarios competentes. En tercer lugar, una ONG que medie entre los donantes que promueven la democracia y los Estados en transición puede, en realidad, no mediar, sino actuar según las reglas establecidas por el donante y ser operada por los empleados que el donante prefiere (Bush, 2015). En conclusión, la disciplinas de las RI podría beneficiarse de más investigaciones a profundidad sobre los donantes, en particular sobre las fundaciones filantrópicas (Fejerskov, 2018; Wong, Levi, & Deutsch, 2017).

Por último, algunos lectores pueden sentir que este artículo confirma que las RI globales “siguen bastante de cerca” a la política internacional, como afirman Acharya y Buzan (2019, p. 2). Otros creerán ver en este artículo como la élite de la política exterior estadounidense, personifi­cada por Rusk, dirigió la recepción latinoamericana del realismo, dando lugar a una hegemonía cultural (Parmar, 2012; Huo, & Parmar, 2020, p. 20). Mi opinión es que el caso que nos ocupa sugiere algo distinto que se puede resumir en que ciertas regularidades existen en las relaciones donante-receptor, pero que es imposible generalizar cuáles son los efectos de las mismas; cada caso ha de ser estudiado empíricamente. Mencionaré sólo dos motivos de por qué creo que las dos ideas apenas mencionadas no son tan útiles: primero, los funcionarios de la fundación consiguieron especificar la política de la RF de manera que favoreciera sus propios proyectos profesionales, como las RI realistas y el estudio de las culturales no occidentales. Tales intentos por parte de los funcionarios son seguramente comunes, pero no que tengan éxito. En todo caso, lo que tales intentos demuestran es que, incluso si uno aceptase la tesis de que los fideicomisarios son parte de una homogénea élite que controla la política exterior, tal élite no siempre es capaz de controlar todo lo que pasa dentro de sus fundaciones. Segundo, estas y muchas otras causas se entremezclan, haciendo imposible establecer que las RI “siguen bastante de cerca” la política mundial o las agendas de quienes ejercen una hegemonía. Algunas causas importantes para el caso estudiado aquí son muy contingentes: pensemos en la muerte de Buchanan, el nombramiento de Rusk como secretario de Estado y la habilidad de Fahs para proteger a Cosío de las consecuencias de sus rabietas. Tales acontecimientos contingentes, al igual que la conferencia de Bandung y el giro de Cuba hacia Moscú, fueron causas necesarias pero no suficientes a través de las cuales la política mundial se filtró en la historia disciplinaria de las RI globales. Podría haber sucedido de otro modo.

Financiación

Se agradece la ayuda de Martha van Bakel y de Martin Vallejo como asistentes de investigación, así como el apoyo de la Einstein Stiftung Berlin (Fundación Einstein de Berlín), la Cluster of Excellence “Contestations of the Liberal Script” (Agrupación de excelencia “Debates sobre el discurso liberal”) (EXC 2055, Project-ID: 390715649), con financiación de la Fundación Alemana de Investigación (Deutsche Forschungsgemeinschaft, DFG), y el programa Horizonte 2020 de la Unión Europea (convenio de subvención Marie Skłodowska-Curie 702562).

Referencias

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2Rusk, anotación en su diario, 10 de octubre de 1956, RG 12.

3Estimado del autor basado en los informes anuales de la RF. Los ajustes para tomar en cuenta la inflación proceden de la calculadora de inflación de la Oficina de Estadística de Estados Unidos.

4“Over-all support for area studies”, 20 de enero de 1955; RG 3.2, Serie 900, Caja 31, Carpeta 165.

5Para una defensa del concepto de sur global, véase Berger, 2021.

6Colección FF, Informes, “El Colegio de México: An Evaluation” (001514), 1969, p. 32; El Colegio de México, Informe de actividades, 2020, numeralia.

7Freund a Thompson, 14 de noviembre de 1960; RG 2, 1960.323.

8RG 3.1, Serie 910, Caja 8, Carpeta 67, Gerald Freund, “International Relations Program” (1961).

9Thompson a Buchanan y Montague Yudelman, 19 de octubre de 1957; RG 1.2, 323S, caja 62, carpeta 485, en adelante F485.

10Yudelman, diario de viaje, 25 de febrero de 1959, F485.

11Thompson a Buchanan y Yudelman, 18 de octubre de 1957; sobre la resistencia de Reyes, Yudelman, diario de viaje, 15 de mayo de 195; F485.

12William Berrien a David H. Stevens, ambos funcionarios de la RF en la DH, 5 de octubre de 1942; RG 1.1, 323R, Caja 22, Carpeta 178, en adelante F178.

13 www.nobelprize.org/nomination/redirector/?redir=archive/; Fahs, anotación en su diario, 2 de octubre de 1951; RG 12.

14RG 10.2, 323E.

15Colección FF, Informes, “Final Evaluation and Recommendation for Termination of Grant to the Interamerican Center for Scholarly Books (CILA), PA65-92ª” (007719), 1972.

16Fahs, anotación en su diario, 16 de enero de 1956, RG 12.

17“Over-all support for area studies”, 20 de enero de 1955; RG 3.2, Serie 900, Caja 31, Carpeta 165.

18Fahs, anotación en su diario, 17 de enero de 1956; Buchanan, anotación en su diario, 17 de enero de 1956; F485.

19Fahs a Buchanan, memorando entre oficinas, 29 de marzo de 1956; Buchanan a Fahs, 5 de abril de 1956; F485.

20Fahs a Cosío, 26 de julio de 1956; RG 2, 1956.323, caja 54, carpeta 355.

21Fahs, diario de viaje, 11 de diciembre de 1956; RG 12; Harrison, diario de viaje, 8 de diciembre de 1956, F485; el envío sin fecha de Cosío a Reyes con sus anotaciones manuscritas está en la carpeta de la RF sobre el Archivo Histórico de El Colegio de México (AHCM).

22Warren Weaver, “N. S. [Natural Sciences], Notes of Officers’ Techniques” (1946), pp. 7, 13; RG 3.2, Serie 900, Caja 23, Carpeta 127 (en adelante, F127).

23En cuanto a la postura de Reyes: Harrison a Reyes, 9 de enero de 1957; RG 1.2, 323R, Caja 56, Carpeta 436. Yudelman y DeVinney, anotación en su diario, 25 de octubre de 1957; RG 2, 1957.323, caja 50, carpeta 361, en adelante F361.

24Fahs a Cosío, 26 de julio de 1956; RG 2, 1956.323, caja 54, carpeta 355.

25Véase “Area Studies: Outline of Humanities Concerns” (1944) y “A Reexamination of Rockefeller Foundation Program in Area Studies” (1954), RG 3.2, serie 900, caja 31, carpeta 165.

26Grant Action (iniciativa de subvención), 5 de abril de 1961; RG 1.2, 323R, caja 54, carpeta 428, en adelante F428.

27Thompson a Buchanan y Yudelman, 18 de octubre de 1957; sobre la resistencia de Reyes, Yudelman, diario de viaje, 15 de mayo de 195; F485.

28“Excerpt from Memorandum from Daniel Cosío Villegas (letter of June 11, 1957) Re: El Colegio de México, Instituto de Estudios Superiores”; Buchanan a Cosío, entrevista, 10 de abril de 1958; F485; la carta de Cosío a Harrison está en RF1.2, 323R, Caja 55, Carpeta 431.

29Yudelman, 24 de febrero de 1959; RG 12.

30Rusk y Thompson a Cosío, entrevista, 25 de marzo de 1959, F485; Harrison a Cosío, entrevista, 10 de junio de 1959; RG 1.2, caja 56, carpeta 437, en adelante F437; Rusk a Cosío, entrevista, 5 de agosto de 1959, F485.

31Rusk a Cosío, entrevista, 5 de agosto de 1959; Thompson a Cosío, 2 de noviembre de 1959; F485.

32Rusk a Cosío, 24 de junio de 1959, F485.

33Rusk y Thompson a Cosío, entrevista, 25 de marzo de 1959, F485.

34Rusk y Thompson a Cosío, entrevista, 25 de marzo de 1959; la cita es de la carta de Harrison a Fahs, 15 de junio de 1959; F485.

35Harrison, diario de viaje, 16 de junio de 1959, p. 2, F485.

36Harrison a Fahs, 15 de junio de 1959, F485.

37Francisco Cuevas Cancino a Thompson (Harrison, Fahs, Rusk), 27 de agosto de 1959, F485; Sepúlveda a Harrison, diario de viaje, 17 de junio de 1959, F485.

38Rusk a Cosío, 24 de junio de 1959, y Cosío a Rusk, 10 de julio de 1959; F485.

39Fahs a Rusk, DeVinney y Thompson, 17 de julio de 1959, F485.

40Rusk a Cosío, entrevista, 5 de agosto de 1959, F485; Tello al ministro de Defensa, 2 de octubre de 196, en el Archivo Histórico Genaro Estrada (AHGE, Centro de Estudios Internacionales, SPR-334-15.

41Cosío a Thompson, entrevista, 29 de octubre de 1959, F485;

42Harrison, diario de viaje, 16 de junio de 1959, p. 2, F485.

43Cosío a Thompson, entrevista, 29 de octubre de 1959, F485.

44La ayuda era un “grant in aid”, es decir, una cantidad para financiar exclusivamente la compra de ciertos bienes o servicios, en este caso libros y su transporte a México Rusk a DeVinney y Thompson, 16 de noviembre de 1959, F485.

45“Memorándum”, p. 3 (sin fecha), mencionado en Rusk y Thompson a Cosío, entrevista, 25 de marzo de 1959, F485; Harrison se lo había “entregado” a Thompson “en nombre de Cosío”.

46Rusk a Cosío, entrevista, 5 de agosto de 1959, F485.

47Thompson a Cosío, 17 de noviembre; Cosío a Thompson, 23 de noviembre de 1959; Thompson, memorando entre oficinas, 30 de noviembre de 1959; todos en F485.

48Thompson, memorando entre oficinas, 30 de noviembre de 1959; Thompson a Cosío, 11 de diciembre de 1959; respuesta de Cosío, 18 de diciembre de 1959; todos en F485. Actualizada para tomar en cuenta la inflación, la subvención para la biblioteca asciende a $87,000 dólares.

49Cosío a Thompson, 23 de noviembre de 1959, F485. Actualizadas para tomar en cuenta la inflación, las cantidades en cuestión son de casi $70,000 dólares y $1,750,000 dólares.

50Yudelman, diario de viaje, 15 de mayo de 1956, F485; Harrison, diario de viaje, 8 de diciembre de 1956, F485.

5110 de junio de 1959; memorando, Centro de Estudios Internacionales, pp. 9-10, en AHGE, “Centro de Estudios Internacionales”, III/380(72) 24; énfasis añadido; versión revisada, en español, del memorando presentado en marzo de 1959 a la RF, F485.

52Cosío a Thompson, 23 de noviembre de 1959, F485.

53Cosío a Thompson, 19 de abril de 1960; RG 1.2, 323S, caja 62, carpeta 486, en adelante F486.

54Cosío a Thompson, 19 de abril de 1960; 10 de junio de 1960; 10 de agosto de 1960; todos en F486; Cosío a Thompson, 22 de junio de 1960; RG 2, 1960.323, carrete 38, cuadro 846, en adelante F846.

55Rusk a Cosío, 24 de junio de 1959, F485.

56Thompson, anotación en su diario, 30 de julio de 1960, F486; Rusk a Cosío, 24 de junio de 1959, F485; se ha alterado el orden de las palabras

57El monto actualizado por la inflación es de $656,000 dólares; adjudicación del 23 de septiembre de 1960, F485.

58El monto actualizado por la inflación es de $951,000 dólares; adjudicación del 26 de octubre de 1962; RG 1.2, 323, Caja 23, Carpeta 159 (en adelante, F159).

59Hardin a Cosío, entrevista, 4 de abril de 1963; RG 1.2, 323, caja 23, carpeta 160 (en adelante, F160).

60Fahs, anotación en su diario, 22 de enero de 1956, RG 12.

61Cosío a Thompson, 10 de agosto de 1960, F486.

62Cosío a Thompson, 10 de agosto de 1960, F486.

63Fahs, anotación en su diario, 17 de enero de 1956; diario de viaje de Yudelman, 25 de febrero de 1959; Cosío a Rusk, 10 de julio de 1959; todos en F485.

64Harrison, diario de viaje, 18 de mayo de 1957, F485; énfasis añadido.

65Cosío a DeVinney y Yudelman, anotación en su diario, 25 de octubre de 1957, F361.

66Cosío a Thompson, entrevista, 19 de abril de 1960, F486.

67Cosío a Thompson, 10 de junio de 1960, F486.

68Cosío a Thompson, 10 de agosto de 1960, F486.

69Pendleton Herring a James Morrill, 26 de diciembre de 1962; Cosío a James Morrill, 15 de enero de 1962; John D. Milley a James F. Tierney, 1 de febrero de 1962; colección de la Fundación Ford, Archivo de registro 62-0090.

70Thompson, anotación en su diario, 10 de octubre de 1957, F485.

71Thompson, , anotación en su diario, 20 de octubre de 1959, F485.

72Cosío a Thompson, 15 de marzo de 1960; RG 2, 1960.323; Cosío a Thompson, 29 de septiembre de 1960, en F846.

73Thompson a Freund, ca. 14 de noviembre de 1960; Thompson a Hardin, 13 de enero de 1961; F846.

74Cosío a Thompson, 24 de noviembre de 1959, F485.

76Thompson a Cosío, 7 de diciembre de 1960, F486.

77Thompson a Cuevas, 8 de mayo de 1961, F486.

78Thompson a Cosío, 2 de octubre de 1959, F485.

79Cosío a Thompson, 26 de noviembre de 1959, F485; Thompson, a un bibliotecario del Council on Foreign Affairs , 13 de febrero de 1958; RG 2, 1958.100, carrete 7, fotograma 919; RG 3.1, serie 910, caja 7, carpetas 65 y 66.

80Casi la única excepción: Congreso y política exterior (Congress and Foreign Policy) de Robert Dahl; RG 3.1, Serie 910, Caja 7, Carpetas 6-65.

81Las citas son de Cuevas a Thompson, 1 de febrero de 1961, F486.

82Cuevas a Thompson, 7 de octubre de 1961, F486.

83Cosío a Thompson, 23 de noviembre de 1959, F485; Thompson a Cuevas, 5 de octubre de 1961, RG 1.2, 323S, Caja 62, Carpeta 484 (en adelante F484).

84Cuevas a Thompson, 29 de enero de 1962, F486.

85Ojeda a Freund, 17 de abril de 1961, RG 10.1, 323E, caja 194, carpeta 2932 (en adelante F2932).

86Ojeda a Freund en cartas del 26 de noviembre de 1960; 8 de febrero de 1961; 16 de octubre de 1961; 20 de febrero de 1962; todas en F2932.

87Thompson a Cosío, 17 de agosto de 1960; Cosío a Thompson, 23 de agosto de 1960; RG 2, 1960.323; RG 10.1, 323E.

88Harrison, entrevista, 18 de mayo de 1957; Cosío, memorándum, 11 de junio de 1957; F485.

89“Memorandum. Kenneth W. Thompson in regard to a Center of International Studies”, sin fecha, F486 (Ochoa 2011, 68-70).

90Thompson a Cosío, 17 de noviembre, F485.

91José Miranda a Harrison, 28 de noviembre de 1959, F437; Cosío a Harrison, 10 de diciembre de 1959, F428.

92Correspondencia a finales de 1960 y principios de 1961; F486 y F428.

93Cosío a Freund, 31 de agosto de 1962; conversación telefónica de Hardin con Cosío el 5 de octubre de 1962; F159.

94Cosío a Thompson, 23 de noviembre de 1959, F485.

95Thompson, anotación en su diario, 28 de julio de 1960, F486.

96Cosío a Thompson, 23 de noviembre de 1959, F485; véase también Cosío a Harrison, 11 de junio de 1959, F437.

97Cosío a Thompson, 10 de agosto de 1960, F486.

98Cosío a Hardin, 5 de octubre de 1962, F159; el orden de las palabras ha sido alterado.

99Freund, diario de viaje, 9 de junio de 1962, F486.

100Cosío a Hardin, 5 de octubre de 1962, F159.

101Se examinaron los sitios web de todas las instituciones que ofrecen títulos de RI o de ciencias políticas.

102Tres universidades ofrecen titulaciones dobles; véase Anuarios Estadísticos de Educación Superior de la ANUIES 2017-2018.

Recibido: 19 de Junio de 2022; Aprobado: 21 de Junio de 2022

Acerca del autor

Álvaro Morcillo Laiz (Madrid, 1975) es doctor en ciencia política por la Universidad Humboldt de Berlín. Ha sido investigador en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en el Social Science Research Center Berlin (WZB) así como investigador invitado en la Columbia University y en el Institute for Advanced Study en Princeton. De 2009 a 2017 fue profesor-investigador titular en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Actualmente trabaja en SCRIPTS, departamento de ciencia política de la Universidad Libre de Berlín.

Entre sus publicaciones se encuentran:

1. Ezequiel González Ocantos y Álvaro Morcillo Laiz (2023). Philanthropic Foundations and Transnational Activist Networks: Ford and the Inter-American Institute of Human Rights. International Studies Quarterly, en prensa.

2. Morcillo-Laiz, Álvaro (2023). Spaces of Real Possibilities. Counterfactuals and the Impact of Donors on the Social Sciences. En Fassin, Didier, & Steinmetz, George (eds.), The Social Sciences in the Looking Glass: Studies in the Production of Knowledge (pp. 81-106). Durham: Duke University Press Books.

3. Álvaro Morcillo Laiz (2018). Political Sociology and International Relations. En Turner, Stephen, & Outhwaite, William (eds.), Handbook of Political Sociology (pp. 172-188). London, SAGE.

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