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Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.41 no.123 Ciudad de México sep./dic. 2023  Epub 12-Feb-2024

https://doi.org/10.24201/es.2023v41n123.2470 

Reseñas

Trayectorias y transiciones educativas de los estudiantes mexicanos: procesos, rutas y experiencias por el sistema educativo nacional

1Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco Ciudad de México, México arvizur@azc.uam.mx

López Ramírez, Mónica; Andrés Rodríguez, Santiago. 2022. México: UNAM, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, 340p.


El libro compila los aportes de investigadoras e investigadores que han sido pioneros en los estudios sobre trayectorias y que, en cada uno de sus capítulos, ponen de relieve la discusión acerca de los factores que diversifican los recorridos de los estudiantes mexicanos a lo largo de su formación escolar. Vale destacar que este libro tiene una característica adicional, pues las líneas vertidas en él también fueron discutidas y analizadas en seminarios organizados en el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Se trata, pues, de un esfuerzo esperado por aquellas personas interesadas en conocer cuáles son las diferentes rutas que eligen o tienen que seguir los estudiantes mexicanos en su paso entre grados y niveles educativos, además de dar cuenta de las múltiples posibilidades en que éstas pueden ocurrir: suspensiones abruptas, abandonos tempranos, retornos y cambios de carrera, entre otras. De modo que se abordan experiencias y expectativas de vida que se entrelazan con las oportunidades inequitativas y con los requisitos o prácticas institucionales que deben cumplir los estudiantes durante su formación.

Los distintos aportes contenidos en el texto, en conjunción, suman otras cualidades que deben destacarse: a) Las distintas metodologías empleadas permiten conocer fuentes de datos sólidas de las cuales, a pesar de que no todas son específicamente sobre el estudio de trayectorias y transiciones educativas, su cuidadoso y bien planeado tratamiento de datos nos llevan a reconocer el aporte de cada una de las fuentes y la pertinencia de los instrumentos que se emplearon para su análisis; b) El estilo particular de escritura de las y los autores con el cual imprimen su sello personal y dinamizan la lectura al expresar sus ideas, sus formas de organización del pensamiento y la meticulosa atención a la redacción; c) Las constantes propuestas de tópicos para la agenda de investigación que inspiran a las y los lectores a reflexionar sobre otras aristas derivadas de los temas expuestos.

El libro cuenta un prólogo de Manuel Gil que nos hace pensar cuáles son los caminos, los aciertos o los desconciertos que forjan los recorridos académicos de los estudiantes en México. Como todos sus conocidos aportes, es un prólogo lleno de metáforas e invita a reflexionar sobre la escuela como un espacio de diferencias al cual los estudiantes llegan con condiciones previas muy disparejas y que son, precisamente, esas desigualdades a las que la academia necesita prestar atención.

Siguen al prólogo los capítulos que, si bien tienen en común que sus autoras y autores se han dispuesto a entender el abanico de trayectorias educativas que generan los estudiantes, cada uno lo hace desde distintas posiciones metodológicas, en diferentes niveles educativos, analizando distintas transiciones y haciendo precisiones en las temáticas. Por ejemplo, el primer capítulo, de Mariana Molina, es un estudio de corte cualitativo sobre cómo el ideario institucional influye en la socialización de los valores y en la creación de pertenencia a la comunidad educativa. Para ello, la autora toma como objeto de estudio instituciones privadas de corte religioso en el nivel secundaria, e introduce, para su análisis, la variable de la moralidad. Destaca cómo el estudiante asimila y reproduce el ideario de su escuela cuando éste empata con sus creencias, sus valores familiares y adoctrinamiento; pero también encuentra que las familias eligen las instituciones educativas para sus hijas e hijos basadas en la filosofía y los valores dominantes en ellas.

Esas elecciones crean una doble selectividad, la de las instituciones para sus cuadros estudiantiles y la de las familias para que sus descendientes logren pertenecer a ciertos contextos sociales. Este resultado también se enlaza con una de las premisas en el prólogo de Manuel Gil acerca de cómo la escuela es un espacio de diferencias, pero también donde uno va, conoce y comparte con aquellos que tienen similitudes a fin de ser aceptados y ganar la membresía en ciertos sectores sociales.

En el segundo capítulo, Jimena Hernández hace un análisis profundo de los procesos de admisión a la educación media superior en México y, a partir de ello, aborda una de las preguntas que ha rondado en la academia desde que en 2012 se publicó la obligatoriedad de este nivel educativo: ¿hay oportunidades para que todas y todos tengan igualdad de acceso y permanencia en la educación media superior? La respuesta se anida en la propia diversificación del bachillerato mexicano. Los distintos subsistemas en los cuales se divide la educación en este nivel operan con diferentes objetivos de formación, con recursos desiguales y con un sistema de equivalencias deficiente y muy divergente entre sí. Por ello, uno de los resultados más destacados del capítulo revela que desde el proceso de admisión es notoria la exclusión de algunos sectores sociales para ciertos subsistemas de bachillerato, lo cual ocasiona que las transiciones a este nivel educativo ocurran de manera desigual. Así, el cometido de que la educación media sea equitativa es una meta inalcanzable e improvisada que ha demostrado la falta de planeación e intencionalidad de los gobiernos para subsanar las desigualdades que los estudiantes arrastran desde niveles educativos previos.

Como se empieza a perfilar, el libro tiene un eje rector en sus capítulos: el de la desigualdad y cómo ésta incide en las transiciones y trayectorias educativas. La cuestión lo expone a profundidad José Navarro-Cendejas en un capítulo enriquecedor porque analiza cómo influye el origen social en la composición de la población escolar de distintas instituciones de educación superior. Es, adicionalmente, un texto que muestra cómo, a partir de la ausencia de datos, el investigador tiene que hallar la forma de trabajar con insumos para sus fines; así lo hace Navarro-Cendejas a partir de la información obtenida del Módulo de Movilidad Social Intergeneracional (MMSI). Con su trabajo cuantitativo, el autor genera una apreciación de cómo las desigualdades de origen tienen un peso significativo en los destinos académicos de los estudiantes, así como lo tienen las instituciones educativas con sus singularidades y sus disparidades en la calidad, la oferta, la operatividad y el tipo de financiamiento.

Otro capítulo que profundiza en la desigualdad de oportunidades educativas y cómo los estudiantes transitan diferenciadamente en los niveles de escolarización, es el de Emilio Blanco. El autor, al igual que Navarro-Cendejas, discute sobre cómo la dimensión horizontal (diferencias entre escuelas, recursos, currículo, calidad y oferta, entre otras) influye, positiva o negativamente, tanto en el progreso educativo como en las oportunidades laborales futuras y en la posibilidad de movilidad social ascendente. El aporte del capítulo de Blanco es singular porque utiliza la Encuesta sobre Trayectorias Educativas y Laborales (ETEL) 2015, de la cual obtiene variables relevantes como el origen económico y condiciones familiares de los estudiantes, pero a la vez reconstruye la trayectoria educativa y la historia ocupacional de los entrevistados en tres zonas metropolitanas: Monterrey, Veracruz y el Valle de México. Aunque son contextos de una oferta educativa amplia en nivel básico y los de media superior y superior, Blanco encontró diferencias regionales.

En todas las transiciones entre niveles de educación media a superior, los jóvenes veracruzanos mostraron ventajas frente a los de la Ciudad de México, inclusive la posibilidad de acceder a la educación superior es mayor entre los jóvenes del Estado de México que en los de la capital, un resultado poco esperado dada la gran oferta de este nivel educativo que hay en la ciudad. Además, encuentra que las mayores posibilidades económicas en los hogares favorecen el avance educativo, así como el tipo de escuela a la que asisten incrementa o disminuye la posibilidad de que los estudiantes puedan proseguir en los niveles posteriores.

Hasta aquí los textos muestran un recorrido desde la educación secundaria hasta la posibilidad de ingreso a la universidad, que prosigue en el capítulo de Mónica López y Santiago Rodríguez al desarrollar un estudio sobre cómo se conjugan las motivaciones, las posibilidades y recursos con los que cuentan los estudiantes de enfermería y de química de la UNAM al momento de seleccionar su carrera. Es sobresaliente el examen de algunas variables que pocas veces se recuperan en el estudio de trayectorias y que, como demuestran sus resultados, inciden en el paso importante de elección de carrera. De este modo, las caracterís­ticas de la familia, la procedencia institucional previa, el conocimiento y acercamiento de los aspirantes con la carrera de su elección, así como las experiencias de vida, son cruciales para entender cómo se resuelve una decisión tan importante a una edad en la que no siempre se tiene en claro el rumbo de la trayectoria académica y laboral.

Además, una de sus reflexiones es que la universidad, mediante sus requisitos de ingreso, también influye en la posibilidad de las y los aspirantes para obtener un lugar; un ejemplo es el caso de la UNAM, en donde esas posibilidades de acceso se reducen al examen de ingreso y al pase reglamentado que obtienen los estudiantes que provienen de bachilleratos afiliados a la institución.

Ahora bien, el capítulo de López y Rodríguez también aporta a la discusión colectiva acerca de la necesidad de indagar con mayor pro­fundidad en las características del estudiantado y de cómo sus condiciones, necesidades y expectativas se vinculan con sus trayectorias. Sobre este tema deben sumarse los trabajos que de Jorge Bartolucci, quien indaga cómo es el ingreso de una generación de estudiantes a la UNAM.

El autor compila los referentes que han sido pioneros en el estudio de las decisiones y trayectorias de los estudiantes y nos ofrece un panorama histórico muy robusto sobre la expansión del sistema educativo; por tanto, este capítulo también nos brinda un nutrido marco teórico y un panorama de los cambios que han ocurrido en la escolarización mexicana. Al igual que el artículo de López y Rodríguez, también destaca las vías de acceso a la UNAM que, aunque condicionantes para los aspirantes, todo parece indicar que continúan siendo la opción más accesible para un perfil de estudiantes que pertenecen, en gran parte, a una clase media que radica mayoritariamente en la zona metropolitana de la capital mexicana.

El segundo capítulo que contribuye a la discusión sobre las características de los estudiantes, lo escriben Adrián de Garay y Dinorah Miller. Hacen un estudio de seguimiento de las trayectorias de una gene­ración de estudiantes durante su paso por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de Azcapotzalco, es decir, durante cuatro años. Se trata de un trabajo que deriva de un proyecto de mayor envergadura de los investigadores, uno de los esfuerzos más consolidados para dar seguimiento y recuperar los datos de origen social, formación previa, experiencias educativas, prácticas culturales y rasgos sociodemográficos de los estudiantes, entre otros.

Un estudio de ese tipo permite tener algo más de una fotografía generacional, sino todo un marco de situaciones y experiencias que contribuyen a entender esa caja negra de lo que ocurre en la educación: las decisiones, prácticas e interacciones de los estudiantes. Los autores concuerdan en que no todos los perfiles de los estudiantes de la UAM Azcapotzalco siguen siendo “típicos”, es decir, estudiantes jóvenes, mayormente dedicados al estudio, solteros y dependientes de los p­adres; también dan cuenta de la heterogeneidad de características que convergen en el espacio universitario, representadas por estudiantes trabajadores, madres o padres universitarios, o quienes ingresan en edad adulta. Estas diferencias, al ser analizadas como factores que intervienen en las trayectorias, también hacen observable la diversificación de tránsitos académicos.

El último de los capítulos consiste en un balance que realiza Alejandro Márquez sobre los cambios políticos, económicos y demográficos que impactaron en la relación entre educación y trabajo durante el periodo de 1990 a 2015, así como las modificaciones que hubo en materia educativa y laboral durante ese cuarto de siglo. Como es de esperarse, no sólo el sistema escolar creció, sino que el currículo, la matrícula y la calidad educativa se ha diversificado como respuesta a las tendencias y demandas del mercado laboral. Este capítulo también cuenta con un aparato crítico que reúne y contrasta la teoría funcionalista y la teoría de capital humano que, ya sea que han resaltado el carácter positivo de la educación como un bien para la satisfacción y el desarrollo individual y social, o que se han abocado a las limitaciones que ha tenido la educación para paliar las desigualdades, aportar al desarrollo económico y, por tanto, a la movilidad social.

Para complementar las teorías, Márquez explora empíricamente algunos datos que involucran la relación escuela y trabajo. Uno de sus resultados es el incremento de la escolaridad y las tasas de ocupación con diferencias específicas si se analizan los datos por género; así, aunque persiste la brecha salarial entre hombres y mujeres, la posibilidad de colocación de las mujeres en el mercado laboral ha ido al alza en los veinticinco años que el autor analiza (1990-2015). Márquez abre también la reflexión sobre cómo, aunque es cierto que la educación no logra paliar completamente las inequidades en el mercado de trabajo, es menester considerar otros factores de desigualdad que acrecientan la brecha de oportunidades, como las asignaciones de género y los rasgos de procedencia social, entre otros.

Finalmente, para cerrar este panorama complejo que han dado los distintos capítulos acerca de los contextos en los que se dan las transiciones y hacia dónde se trazan las trayectorias de los estudiantes mexicanos, los coordinadores de esta obra añaden un apartado cuyos temas de agenda profundizan en la reflexión y dan algunas pistas para preguntarnos ¿qué podemos hacer desde nuestro papel las y los académicos, las familias, las comunidades o las autoridades para contribuir y hacer “más transitables” y menos dispares los caminos por los cuales los estudiantes recorren la educación?

Éste es un cierre que, sin duda, genera incomodidades, preocupaciones y desconciertos, pero que deja a la vez un halo de confianza para que, luego de habernos empapado del contenido de los capítulos, tengamos conciencia crítica y podamos partir del conocimiento de distintas realidades, metodologías y prácticas para aportar a los estudios de trayectorias y transiciones.

Finalmente, no dejo de señalar que esta obra llega en un momento crucial después del periodo de confinamiento en el cual se hicieron más evidentes las diversas necesidades educativas de los estudiantes y los contextos desiguales en los cuales aprenden, interactúan y generan cono­cimiento. Por ello, puedo augurar que este libro se convertirá en una obra indispensable para gestores, funcionarios públicos y autoridades educativas que están obligadas a conocer con más profundidad a los estudiantes y sus experiencias escolares para dirigir las decisiones educativas desde las instituciones y los gobiernos.

Acerca de la autora de la reseña

Vanessa Arvizu es doctora en sociología por la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, donde se desempeña como profesora-investigadora en el área de sociología de las universidades. Sus líneas de investigación son trayectorias educativas, estudiantes universitarios, educación superior y género, maternidad y paternidad estudiantil.

1. Arvizu, Vanessa (2022). Trayectorias educativas de madres y padres estudiantes en universidades diferenciadas: UIA y la UAM-Cuajimalpa. Revista Iberoamericana de Educación Superior, 13(38).

2. Arvizu, Vanessa (2022). En coautoría con Flamand, Laura; González, Melisa, & Olmeda, Juan. Embarazo temprano en México: panorama de estrategias públicas para su atención. Ciudad de México: El Colegio de México.

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