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Estudios sociológicos

versão On-line ISSN 2448-6442versão impressa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.40 no.120 Ciudad de México Set./Dez. 2022  Epub 17-Mar-2023

https://doi.org/10.24201/es.2022v40n120.2352 

Reseñas

¿Quién le hacía la cena a Adam Smith? Una historia de las mujeres y la economía

María Mónica Sosa Vásquez1 
http://orcid.org/0000-0002-3347-796X

1Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina, cronopia94@gmail.com

Marçal, Katrine. 2016. Buenos Aires: Penguin Random House, 220p.


A través de la incisiva y seductora pregunta “¿quién le hacía la cena a Adam Smith?”, Katrine Marçal apunta al núcleo de la reproducción social. De este modo, a lo largo de dieciséis breves capítulos, la autora desentraña el popularizado homo economicus, para desandar un sesgo predo­minante en los índices y criterios de medición del valor y la riqueza: la exclusión de las tareas de cuidado. En el libro se sostiene que este sesgo disciplinario es patriarcal, ya que dichas tareas han recaído históricamente en las mujeres. Y, en el caso del aclamado economista escocés, en Margaret Douglas, quien era -spoiler- su madre. En palabras de Marçal:

Los economistas suelen bromear diciendo que si un hombre se casa con su ama de llaves, el PIB del país disminuye. Si, por el contrario, envía a su madre a una residencia de ancianos, aumenta de nuevo. El chiste, además de decir mucho acerca de la percepción de los roles de género que impera entre los economistas, también muestra cómo el mismo tipo de trabajo se puede computar o no como parte del PIB (2016, pp. 66-67).

Sobre esta línea, la autora advierte que sin un plato de comida caliente sobre la mesa, Smith difícilmente hubiese podido publicar -o tan siquiera escribir- su obra más famosa, The Wealth of the Nations (1982 [1776]). Así, la periodista nórdica nos invita a preguntarnos quiénes son las Margaret Douglas de nuestro presente y, sobre todo, en qué condiciones viven, partiendo de una premisa: “Hay cuerpos que trabajan, cuerpos que necesitan cuidados, cuerpos que crean otros cuerpos. Cuerpos que nacen, envejecen y mueren. Cuerpos que tienen un sexo. Cuerpos que necesitan ayuda en muchas fases de la vida. Y, además, hay una sociedad que organiza todo esto” (2016, p. 95).

Ya Virginia Woolf había establecido en su célebre ensayo A Room of One’s Own (2020 [1929]) que si una mujer quería dedicarse a la escritura, ésta requería un espacio cómodo y silencioso. Para esto, se necesitaba -por supuesto- dinero. Esta tesis ha sido extendida para pensar otros ámbitos, más allá de la producción artística e intelectual. Pero fue a partir de los años de 1960 cuando los movimientos feministas en las grandes urbes comenzaron a difundir la idea de que el ingreso de mujeres al mercado laboral era la vía para obtener aquel anhelado espacio propio.

Siguiendo a Marçal, en esta instancia “las mujeres pasaron de querer tener un hombre a querer lo que los hombres tenían” (2016, p. 63). No obstante, las trampas de esta independencia no tardaron en aparecer. La autora sueca recupera el acercamiento de Betty Friedan (2009 [1963]) -prominente figura de la segunda ola feminista- hacia las frustraciones e insatisfacciones de las mujeres clasemedieras en el Estados Unidos de la posguerra, cruel y paradójicamente retratadas como felices y perfectas en la publicidad de su época. Sin embargo, el ingreso de estas mujeres al trabajo asalariado no resolvió lo que Friedman -en un primer momento- denominó el problema sin nombre (Marçal, 2016, p. 69). En definitiva, es constatable que muchas mujeres salieron de sus hogares, ¿pero qué tanto entraron los hombres en los suyos?

Marçal recalca que las mujeres destinan poco más de dos terceras partes de su jornada al trabajo no remunerado, mientras que los hombres apenas destinan una cuarta parte de la suya (2016, p. 66). Hoy persiste una amplia brecha de género, ya que -en promedio- “las mujeres dedican 2.5 veces más tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres” (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2019, p. 181). Por su lado, en la región latinoamericana -en la mayoría de los casos- las mujeres dedican más del doble de horas a estos trabajos que los hombres (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], s.f.).

Aquí conviene señalar dos deslices de Marçal. A excepción de sus contadas menciones al trabajo de las mujeres migrantes, en casi toda su obra pareciera que las mujeres constituyen una clase en sí misma, y los hombres, otra. De manera que se desdibuja la clase social. Asimismo, su argumentación asume una sociedad compuesta por sólo dos géneros binarios. Por lo que se omite aquellas vulnerabilidades que atraviesan al colectivo travesti, trans y no binario, retomadas en obras más cercanas en el tiempo como Una lectura feminista de la deuda: vivas, libres y desendeudadxs nos queremos (Cavallero, & Gago, 2019). Sin embargo, sería injusto no precisar que, aunque el lanzamiento de ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith? estuvo lejos de ser publicado en un “vacío feminista”, las manifestaciones recientes a lo largo y ancho del globo han intensificado las perspectivas feministas para debatir el modo de producción capitalista. De modo que este libro se torna en un antecedente obligatorio, al menos como referencia, para trazar un estado de la cuestión de los debates actuales sobre género, economía y feminismos.

Volviendo al contenido de la obra, Marçal da cuenta de cómo la conciliación de la vida laboral y la vida familiar se tornó en un malabarismo suprahumano para estas mujeres casadas de clase media que -en ocasiones- también maternaban. Y de cómo el “poder con todo” se instaló como una demanda digna de una mulier economicus. En este sentido, todavía convergen -por un lado- un alto número de mujeres que considera que trabajar acarrea sufrimiento para sus hijos y -por otro lado-, un alto número de mujeres que considera que permanecer en su casa es renunciar a la carrera profesional e inclusive a su independencia económica (PNUD, 2019, p. 183).

La autora sueca señala que las mujeres ponen en jaque al homo economicus, ya que, para empezar, éste no gesta, lacta ni menstrúa. Esta tríada dirige hacia necesidades diferentes que comenzaron a ser incorporadas hace poco en las agendas gubernamentales, como ejemplifican las iniciativas por extender las licencias de paternidad; la construcción de lactarios en los espacios laborales, y la reducción de impuestos en los productos menstruales. Estas cuestiones acarrean un desfase del homo economicus que -a la vez- conduce a otro, aún más interesante: los hombres tampoco se ajustan a este modelo.

Inspirado en Robinson Crusoe, la autora señala que el homo economicus permanece aislado; egoísta y ambicioso, este actuario de sí mismo, calcula los riesgos para optar por la oferta que más le beneficie. Los afectos no son una excepción. Así, Marçal sostiene que “el hombre económico transforma los sentimientos de las personas en preferencias. Se convierten en un conjunto impersonal de deseos. Platos de un menú que pueden pedirse o no. Depende de si tienes lo que se necesita para escogerlos. Pero son sólo preferencias, opciones, nada a lo que tengas que sentirte realmente vinculado” (2016, p. 166). Así, no es de sorprender la proliferación de términos económicos en el abordaje sobre el “funcionamiento” de las relaciones amorosas (2016, p. 111), como ha insistido la psicoanalista argentina Alexandra Kohan (2020).

Por lo ya expuesto, Marçal indica con preocupación cómo el homo economicus ha calado profundamente en la subjetividad contemporánea, un terreno de disputas ideológicas. La frase “eso que llaman sociedad no existe”, pronunciada por Margaret Thatcher es un aforismo de la doctrina neoliberal, que, en buena medida, reposa en este tipo ideal (2016, p. 130). El motivo principal por el que la autora discrepa con dicha doctrina reside en que enflaquecen las garantías y protecciones del Estado hacia la ciudadanía.

Por lo mismo, la autora encuentra llamativo que el neoliberalismo haya sido una opción atractiva para tantos gobiernos en los años de 1980, pues los países que mostraron un mayor crecimiento en aquella época fueron los que fortalecieron sus bancos centrales, como ilustran el caso de Japón y la Alemania Occidental (2016, p. 133). En la actualidad, Mariana Mazzucato ha reivindicado el rol de los presupuestos estatales en la ciencia, educación e invención tecnológica que -en varias ocasiones- coadyuvan en artilugios indispensables para productos de grandes empresas, como lo son el GPS, la pantalla táctil y el algoritmo de Google (2019, p. 22), por mencionar algunos ejemplos emblemáticos.

¿Quién le hacía la cena a Adam Smith? Una historia de las mujeres y la economía propone reorganizar la sociedad, contemplando la diversidad de experiencias humanas. Si dichas experiencias no desbordan al homo economicus, tal vez sea porque algunas no se consideran. El mayor aporte de esta obra es repensar el sistema económico capitalista, a partir de preguntas y reflexiones feministas, como exhibe la pregunta del título mismo. Así pues, la obra apela a que las tareas de cuidado son un insumo imprescindible de generación de valor y trabajo, al que muchas feministas han condensado en una consigna vociferada en las multitudinarias marchas de cada Día Internacional de la Mujer Trabajadora: “eso que llaman amor, es trabajo no pago”, un cálculo que -sospechosamente- el homo economicus no formuló.

Agradecimientos

A Felipe Eloy Sosa Cordero, mi padre. Y a mis compañeras del Ministerio de Obras Públicas de la Nación Argentina, por sus valiosas reflexiones y trabajo titánico en la transversalización de la perspectiva de género en las políticas públicas.

Referencias

Cavallero, Lucia, & Gago, Maria Veronica (2019). Una lectura feminista de la deuda: vivas, libres y desendeudadas nos queremos. Buenos Aires: Fundación Rosa Luxemburgo. [ Links ]

CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) (s.f.) Tiempo de trabajo no remunerado según ingresos propios por sexo. https://oig.cepal.org/es/indicadores/tiempo-trabajo-no-remunerado-segun-ingresos-propios-sexoLinks ]

Friedan, Betty (2009 [1963]). La mística de la feminidad. Madrid: Cátedra. [ Links ]

Kohan, Alexandra (2020). Y, sin embargo, el amor. Elogio de lo incierto. Buenos Aires: Paidós. [ Links ]

Mazzucato, Mariana (2019 [2018]). El valor de las cosas. Quién produce y quién gana en la economía global. Taurus: Madrid. [ Links ]

Smith, Adam (1982 [1776]). The Wealth of Nations. London: Penguin Random House. [ Links ]

Woolf, Virginia (2020 [1929]). A Room of One’s Own. London: Renard Press. [ Links ]

PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) (2019) Informe sobre Desarrollo Humano 2019. Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente: Desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI. Nueva York, Estados Unidos. https://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr_2019_es_0.pdfLinks ]

Acerca de la autora de la reseña

María Mónica Sosa Vásquez labora en el Equipo de Género y Diver­sidad del Ministerio de Obras Públicas de la Nación Argentina. Es licenciada en antropología social por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY-México) y maestranda en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso-Argentina). Sus principales áreas de investigación comprenden los estudios feministas y la antropología política.

Dos de sus publicaciones recientes son:

1. Sosa Vásquez, María Mónica (2022). “El feminismo lo hicimos nosotras en esa época”: intervenciones feministas en las memorias sobre el fútbol argentino (Buenos Aires, Argentina). Revista Punto Género [en prensa].

2. Sosa Vásquez, María Mónica (2021). “Las feministas me bardearon por maradoniana y las maradonianas por feminista”: amores y valores en conflicto a partir de la muerte de “El Diego” para las futbolistas feministas de la capital argentina. Eracle. Journal of Sport and Social Sciences, 4(2), 96-120.

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