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Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.40 no.118 Ciudad de México ene./abr. 2022  Epub 08-Abr-2022

https://doi.org/10.24201/es.2022v40n118.2137 

Reseñas

Contornos de lo político. Ensayos sociológicos sobre memoria, protesta, violencia y Estado

1Departamento de Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Ciudad de México, dlv@xanum.uam.mx

Contornos de lo político. Ensayos sociológicos sobre memoria, protesta, violencia y Estado. Estrada Saavedra, Marco. 2019. Ciudad de México: El Colegio de México, 210p.


En Contornos de lo político…, el sociólogo Marco Estrada ofrece una reelaboración de sus participaciones en conferencias y coloquios nacionales e internacionales entre 2015 y 2018 de temas desarrollados a lo largo de su trayectoria de investigación. El libro se divide en tres partes: a) memoria, hegemonía y protesta; b) tramas de historias de rebeldía y violencia, y c) el desensamblaje del Estado. La primera parte reúne dos ensayos: Recuerdos futuros: protesta social y memoria en la gráfica de la Comuna de Oaxaca y Un ciclo de lucha sindical. La reforma educativa y la protesta magisterial en México (2013-2016). La segunda parte reúne también dos ensayos: Una larga historia: antecedentes del neozapatismo en Chiapas y Muerte sin fin. Una reelectura de la matanza de Acteal de 1997. En la tercera parte tenemos: Cómo colocarle el anzuelo a la ballena. Apuntes sobre la antropología del Estado.

La primera entrega, Recuerdos futuros… consiste en un acercamiento al arte urbano producido por colectivos que se sumaron a la lucha de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). El autor echa mano de stickers, tags, graffitis, carteles, “bombas”, murales y esténciles para estudiarlos a la manera de “artefactos culturales” (empleando la acertada definición de Howard Becker) que participan de la producción y circulación de significado entre distintos públicos. El arte producido y puesto a jugar en las movilizaciones sociopolíticas todavía tiene dificultades para ser considerado un objeto de análisis por derecho propio y no como sucedáneo de preocupaciones sobre temas supuestamente más centrales como las demandas que expresan los movimientos sociales o los efectos de éstas en el sistema político1, así que la apuesta de Estrada es sin duda novedosa y da luz sobre cómo a través de la protesta gráfica se entrelazan usos y reapropiaciones simbólicas del espacio público para actualizar y movilizar recuerdos y significados del pasado común social o nacional dirigidas a generar emociones.

Por ello es interesante observar, a través de la mirada del autor, cómo los colectivos urbanos utilizan la historia patria para reapropiársela en sus propios términos para construirse a sí mismos como la expresión genuina del “poder popular”. Cabría para futuras investigaciones y acercamientos explorar con un poco más de detalle quiénes son estos colectivos, dónde y cómo aprenden su arte (es decir, los juegos de interacción y comunicación que habilitan su expresividad estética), los criterios que toman en cuenta para colocar sus “artefactos culturales” (hora del día, tipo de espacio público, por ejemplo), y las interpretaciones a que dan lugar en distintos públicos (desde la policía hasta los transeúntes). Ello sumaría a entender con mayor profundidad qué seleccionan los colectivos para mostrar, cómo se presenta, y qué significado se le atribuye.

En Un ciclo de la lucha sindical…, el autor se centra en la discusión entre autoridades y otros actores en torno a la validez de la Reforma Educativa impulsada por el gobierno de Enrique Peña Nieto y derogada por Andrés Manuel López Obrador, y tiene como objetivo ofrecer una mirada más compleja de aquellas visiones que han propuesto defensores y detractores de la Reforma, para lo cual plantea antecedentes históricos y contextuales que ayudan a explicar el conflicto magisterial.

Concluye en este capítulo, en consonancia con aportes a la materia como los de Manuel Gil o Eduardo Weiss, que la Reforma planteaba la desregulación de las antiguas relaciones laborales y su redefinición en términos que precarizan el empleo, pero obviando la enorme heterogeneidad socioeducativa de la educación en el país, las condiciones materiales y culturales en que los maestros hacen frente a su labor, así como las relaciones político-sindicales, funcionales a la transición política en el México contemporáneo. Esta conclusión da pie para repensar los mecanismos que permiten la reproducción del rezago educativo, así como la protesta y disidencia sindical.

En cuanto a Una larga historia: Antecedentes del neozapatismo en Chiapas, Estrada señala la tesis que nuestra comprensión del EZLN (sus orígenes y transformación, composición social, problemas internos, interrelación entre zapatistas y no zapatistas en territorios “zapatistas”, entre el Gobierno Federal y los beligerantes) puede comprenderse de mejor manera atendiendo, así como en el capítulo anterior, algunos antecedentes históricos y contextuales. De esta manera, se retrotrae al orden porfirista para luego señalar los efectos de la Revolución de 1917 sobre el estado de Chiapas y las relaciones interétnicas a nivel local, que después se presenta a lo largo del siglo XX. La lectura de su relato permite observar cómo el conflicto zapatista representa un nudo más de las relaciones políticas y sociales que la posrevolución creó, y que la cuestión de la tierra es una variable fundamental para explicar las transformaciones del mundo indígena en su relación con el no indígena, incluido el levantamiento zapatista.

Muerte sin fin. Una relectura de la matanza de Acteal de 1997, como su nombre lo indica, aborda uno de los aspectos más cruentos de la historia mexicana contemporánea. Aquí el autor busca reconstruir los procesos y eventos que precedieron a la matanza, tomando como base fuentes secundarias: informes de ONG, autoridades, periodistas, abogados, científicos sociales y protagonistas, con objeto de ponderar cada una de estas versiones y echar luz sobre el fenómeno sin hacer a un lado factores estructurales y coyunturales que, combinados de tal manera, hicieron factible que un grupo armado irregular asolara a personas indefensas (en términos de Carl Schmitt, que se construyera al otro como enemigo). El capítulo aporta la puesta en diálogo de un conjunto variado de fuentes documentales y señala que la explicación, interpretación y significado de lo ocurrido en Acteal depende de distintos enfoques y posiciones sociales, las cuales se pueden hacer inteligibles en virtud del método histórico.

En la última entrega, Cómo colocarle el anzuelo a la ballena…, el autor delinea algunos rasgos centrales de un enfoque relevante para el avance en la comprensión de las interrelaciones entre Estado y sociedad, y que Estrada ha desarrollado en distintas investigaciones, la denominada antropología del Estado (de ahora en adelante, AE), así como señala algunos de sus déficits. La AE, según expone el autor, argumenta que la división entre Estado y sociedad no es absoluta sino porosa, inestable, y sujeta a negociación rutinaria. También en este capítulo el autor muestra la propuesta de la AE para el estudio de la cultura y las representaciones sociales.

Una vez descrito el libro, nos gustaría situar este trabajo en una unidad temática y conceptual, que desde nuestro punto de vista se encuentra en la antropología del Estado, algunas preguntas que la obra deja pendientes, así como la propuesta de sociología pública enarbolada por el autor.

La unidad de la obra y algunas preguntas que deja pendientes

Lo que observamos en el libro es, de forma velada o explícita, que el autor es coherente a los mismos compromisos teóricos, los cuales desde nuestro punto de vista están sobre todo contenidos en la AE. Por un lado, los trabajos sobre Acteal, el EZLN y la Reforma Educativa pueden ser leídos en clave de formación cotidiana del Estado: ante las explicaciones convencionales sobre estos fenómenos en que sobre todo periodistas y comunicadores ofrecen una mirada coyuntural o que emergen en un vacío relacional, Estrada echa mano de la larga duración y la articulación de procesos micro-macro en que se delinean los clivajes y relaciones sociales que permiten ubicar a los actores en pugna y que, bajo distintos prismas, conformaron su vida.

Del mismo modo, el plano de la cultura o más específicamente, la conformación mutua entre la cultura popular y dominante, resulta un tema central en el libro: las formas de adaptación de la población de Chenalhó al orden social posrevolucionario o el sustrato cultural de la lucha zapatista, por ejemplo, dan cuenta de dinámicas en que se articulan relaciones hegemónicas y contrahegemónicas a distintas velocidades y con resultados inesperados, por lo que la cultura, da a entender el autor, es un campo de disputa más que condiciona los resultados y acuerdos contingentes entre los actores en pugna; pero además, es una dimensión relevante para comprender y explicar discursos y acciones, como se advierte en su análisis de la APPO. Si bien el autor refiere en Cómo colocarle el anzuelo…, que la cultura dentro de la AE no ha sido sólidamente definida, ¿cómo la conceptualizaría a partir de sus investigaciones? La pregunta es atingente, consideramos, no sólo por la crítica del autor a la AE sino porque muchas de las investigaciones en sociología de la cultura y sociología cultural no incorporan con la suficiente centralidad aportes sobre el poder y la política.

Un último elemento para leer los trabajos de Contornos vía los lentes de la AE refiere a que el autor revira la reificación de conceptos como “comunidad”, “identidad” y “Estado”, esto es, que el punto de partida en los análisis sea su existencia y que además se les trate como categorías sociales atemporales que explican algo (la movilización sociopolítica, por ejemplo), antes de preguntarnos por sus condiciones de existencia y transformación en prácticas situacionales. Así, el autor describe exitosamente en su análisis de Acteal cómo la identidad funciona a la manera de recurso en la interacción social que cambia a lo largo del tiempo y está sujeto por ello a una redefinición constante, es decir, no es fija sino lábil y oscilante. Asimismo, explora en su análisis del zapatismo cómo la “comunidad rebelde” no es fija ni libre de diferencias y jerarquías internas, ni tampoco opera por fuera del Estado (como se le interpretó en diversos análisis clásicos sobre la comunidad, en que supuestamente ésta operaba como un campo de relaciones prístino por fuera de las relaciones de dominación estatal).

El rol de la sociología pública

Estrada declara en la Introducción a Contornos que, más que ubicarla en un trabajo académico, el plano en que se encuentra es ensayístico, bajo el argumento de que: “sin la estrechez del corsé teórico y metodológico, ineludible para el trabajo científico, la reflexión ensayística permite explorar lo significados políticos y sociológicos de los temas aquí tratados” (Estrada, 2019, p. 13). No sólo elige el ensayo porque se adapta mejor a la exposición de sus ideas, como se aprecia en la cita anterior, sino además porque la sociología debe cumplir un rol: su participación en los debates de los problemas públicos y las explicaciones e interpretaciones sobre el mundo social que justifican acciones que conciernen a lo público (Estrada, 2019, p. 13). Es interesante, pues, que el estudio no tome la forma clásica de un trabajo académico (teoría, apartado histórico y contextual, investigación empírica y, finalmente, conclusiones), sino que vaya sin muchos preámbulos a la exposición de los hechos.

Una de las obras de sociología pública que han causado mayor revuelo en la sociología y antropología de los Estados Unidos en los últimos años es Evicted: Poverty and Profit in the American City, de Matthew Desmond (2016), una descripción vívida y poderosa de las experiencias e interacciones de un conjunto de familias en Milwaukee que viven en remolques y son desplazadas continuamente. En 2017 el libro fue galardonado con el Premio Pulitzer y la National Book Critics Circle Awards, sin omitir las numerosas reseñas positivas publicadas en The New York Times o The Washington Post. A pesar del excelente recibimiento en la opinión pública, en el ámbito académico su acogida fue menos cálida. El connotado sociólogo Michael Burawoy argumentó que el trabajo de Desmond era una “sociología espontánea” (Burawoy, 2017), es decir, carecía de elaboración teórica y obviaba aspectos históricos y contextuales que permiten ir más allá de las experiencias de los sujetos y explicarlos en un marco de relaciones sociales más amplio. Además, para Burawoy su excesiva identificación con los actores estudiados no le permitió a Desmond plantear las condiciones de producción del discurso etnográfico, lo que eventualmente le impidió romper con el sentido común de sus observados. Así pues, según Burawoy, el autor reificó las categorías sociales que usó en su análisis y las reprodujo en su texto como naturales, inevitables y que no cambian en el tiempo. La buena etnografía, concluye Burawoy, no radica en buenas y evocativas descripciones de lo social sino que echa mano del análisis estructural y la lógica comparativa.

Este debate, nos parece, señala algunas líneas de reflexión sobre el sentido común, el papel de la teorización en ciencias sociales, así como los posibles encuentros y desencuentros entre las sociologías pública y académica (considerando que no son polos opuestos sino parte de un continuum que se traslapa en diversos momentos y niveles de análisis), tanto en sus condiciones de producción como circulación, tomando como eje de análisis el trabajo de Estrada.

La sociología pública a la que llama el autor de Contornos es una producida desde la academia para abonar al debate dentro de lo público, lo cual sienta algunas ventajas frente a otras contribuciones desde los medios de comunicación y el periodismo: la sociología puede ofrecer, tal como el autor lo hace, herramientas de análisis que, sin presentarse con demasiada sofisticación teórica, exponen formas de comprender el problema al destacar tensiones, contradicciones e intersticios de lo social, más que opiniones acabadas como las que suelen emplear defensores y detractores de las acciones públicas. No obstante la poca teorización, el trabajo de Estrada se acoplaría bien al llamado de Burawoy pues incorpora en su sociología pública el análisis estructural (mediante el estudio de formas de acoplamiento entre lo local y las estructuras de dominación del México contemporáneo) y la lógica comparativa: son frecuentes aquí las comparaciones, por ejemplo, del desarrollo de la dinámica política local entre el municipio de Chenalhó, donde tuvo lugar la matanza de Acteal, y San Andrés Larráinzar, para indagar por qué en el primero ocurrió una escalada de violencia que condujo a una matanza mientras que en el segundo no sucedió así, o por qué hubo zonas en Chiapas donde el zapatismo generó una amplia base de apoyo social mientras que en otras apenas se percibió. Por último, al tomar críticamente los conceptos contenidos en las versiones de los actores en pugna, periodistas y científicos sociales acerca de los fenómenos sociales, los conocimientos preconstruidos son suspendidos por Estrada para volverse a situar más como categorías a explicar que como datos de la realidad. En suma, consideramos que Contornos se sitúa entre los márgenes de la academia y el debate público, abonando a ambas esferas.

Referencias

Burawoy, Michael (2017). On Desmond: the limits of spontaneous sociology. Theory and Society, 46(4), 547-579. [ Links ]

Desmond, Matthew (2016). Evicted: Poverty and Profit in the American City. Crown Publishers. [ Links ]

Granados, Alan (2019). Cuando el sentimiento y la música se encuentran. La praxis sonoro-emocional en las marchas de protesta en la Ciudad de México, 2015-2018. Desafíos 31(2), 63-95. [ Links ]

1La música expresada en las movilizaciones sociopolíticas, del mismo modo, ha ocupado un lugar marginal en los estudios sobre acción colectiva y movimientos sociales. Una contribución a este campo puede encontrarse en el trabajo del antropólogo Alan Granados (2019).

Acerca del autor de la reseña

David Luján es doctor en ciencia social con especialidad en sociología por el Colegio de México, y profesor en la licenciatura en sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ganador de una de las menciones de los Premios de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) a las Mejores Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades, edición 2018.

Sus principales líneas de investigación son ciudadanía, antropología política, antropología del Estado, teoría sociológica, procesos sociopolíticos en América Latina y los usos de la metodología cualitativa. Dos de sus trabajos más recientes son:

1. (2021). Escuchas terapéuticas en tramas de representación política. Un modo de construcción de Estado. Estudios Sociológicos, 39(115), 37-65.

2. (2021). Activación de vínculos de vecindad y amistad. Por un análisis de los “ecos” del trabajo político en procesos electorales. Cuadernos de Antropología Social (aprobado para publicarse en su número 53).

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