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Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.38 no.112 Ciudad de México ene./abr. 2020  Epub 22-Mayo-2020

https://doi.org/10.24201/es.2020v38n112.1756 

Artículos

Expertos que diseñan el dinero: el caso de los programas de transferencias monetarias

Experts Designing Money: the Case of Money Transfer Programs

Martín Eduardo Hornes1 

1Instituto de Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de San Martín, Buenos Aires, Argentina, m_hornes@hotmail.com


Resumen:

Este artículo analiza las interpretaciones sobre el dinero que construyen los saberes expertos en programas sociales de transferencias monetarias. Se basa en una investigación cualitativa de entrevistas en profundidad realizadas a actores expertos relevantes en materia de políticas sociales de Argentina entre 2015 y 2016. Los resultados muestran la necesidad de construir una perspectiva de análisis que no sólo se pregunte por los conocimientos especializados que los saberes expertos utilizan para referirse al dinero transferido a los sectores pobres, sino que, además, desafíe tales interpretaciones al incorporar reflexiones desde la sociología del dinero en el mundo popular.

Palabras clave: transferencias monetarias; saberes expertos; dinero; mundo popular

Abstract:

This article analyzes the interpretations about money that build expert knowledge in social programs of cash transfers. It is based on a qualitative investigation of in-depth interviews with relevant experts in the field of social policies of the Argentine Republic, between 2015 and 2016. The results show the need to build a perspective of analysis that not only asks for specialized knowledge that expert knowledge uses to refer to money transferred to the poor sectors, but also challenges such interpretations incorporating reflections from the sociology of money in the popular world.

Keywords: cash transfer; expert knowledge; money; popular world

Son las 10 horas de una mañana de abril del año 2015. Llevo 10 minutos esperando a uno de los expertos más destacados en políticas sociales de transferencias monetarias de la República Argentina. Se trata no sólo de uno de los referentes más importantes de la temática, sino también de uno de los centros de investigación de mayor influencia en Argentina en el campo actual de las políticas de entrega de dinero. Consultor de organismos internacionales, regionales, entes estatales y demás atributos expertos, su presencia me genera gran expectativa.

Transcurridos unos minutos de nuestra entrevista, nos aproximamos al tema que nos convoca:

Los economistas lo vemos desde un punto de vista más simple. Hace un tiempo estaba por dar una charla en una conferencia, me estaba poniendo un traje y mi hija de tres años me pregunta: “¿De qué vas a hablar, papi?”. Le respondo: “Viste que a veces vemos gente en la calle que no tiene plata, voy a hablar sobre la gente y qué se puede hacer”. Ella dice: “Ah, ya sé qué se puede hacer: darles plata”. La primera aproximación de los economistas es un poco la de mi hija: darles plata. Ahí te diría que ni siquiera hay una reflexión sobre el tema, sino que es más bien ir y darles plata, en base a los trabajos e investigaciones de otra gente que dicen que es mejor dársela a las mujeres. (Entrevista a experto en políticas sociales, 15 de abril de 2015.)

La escena que abre este trabajo y las palabras de nuestro entrevistado nos aproximan al objetivo central de este artículo: nos proponemos explorar los significados del dinero entre los saberes expertos en políticas sociales, recuperando las apreciaciones de los diferentes actores expertos en programas sociales de transferencias monetarias (TM) de la República Argentina.

En los últimos quince años, proliferaron en la región de América Latina políticas sociales centradas en transferencias directas de dinero dirigidas a los pobres. Pese a las múltiples definiciones que han recibido, se trata de programas sociales de TM que guardan similitudes: a) suplantan la tradicional provisión de bienes y servicios por la entrega de dinero en efectivo, y b) establecen, en ciertas ocasiones, condicionalidades o prerrequisitos en materia de salud y educación sobre los menores pertenecientes al hogar (controles sanitarios y asistencia escolar).1

La expansión de los programas de TM estuvo acompañada de debates entre saberes expertos de organismos nacionales, regionales e internacionales vinculados a las políticas sociales. Distintos trabajos (Sugiyama, 2011; Lomelí, 2009) reconstruyeron las experiencias consideradas emblemáticas en materia de TM -Programa Prospera (México) y Bolsa Família (Brasil)- y dieron cuenta de las múltiples estrategias globales de difusión movilizadas por actores expertos y organismos internacionales.2

Dicha trayectoria promovió indagaciones programáticas sobre las TM en las que predominan informes técnicos y de expertos vinculados a los organismos. Los debates expertos giran en torno a una amplia gama de conocimientos especializados sobre las TM: abordajes sobre los esquemas de los programas (Banco Mundial, 2008), redefinición de la noción de protección social (ONU, 2011), características y componentes centrales (Cecchini y Madariaga, 2011), definición de las poblaciones destinatarias (OIT, 2010), condiciones de entrega del dinero, evaluaciones de proceso, de impacto y efecto, etc. (Banco Mundial, 2009). Paradójicamente, los abordajes exhaustivamente técnicos desplegados por los expertos no se han detenido a hacer un análisis cualitativo e interpretativo de los significados del dinero transferido.

En distintos trabajos hemos visto cómo el dinero transferido a partir de políticas sociales adquiere acepciones plurales (Hornes, 2015 y 2014). Recientemente dimos cuenta de la producción social de los significados del dinero de las TM estatales en la República Argentina (2008-2015): analizamos la multiplicidad de tramas y sentidos asociados al dinero de las políticas sociales al explorar sus significados sociales y morales tanto en los circuitos de las políticas sociales de TM −prestando atención a los saberes expertos en políticas sociales, los actores locales estales involucrados en la implementación de las políticas, y a las prácticas monetarias de los hogares− como en la reconstrucción de los sentidos plurales públicos sobre el dinero proveniente de las TM (Hornes, 2018).

Este artículo se detiene en el punto menos advertido por los expertos y construye una perspectiva sociológica sobre el dinero: me interesa explorar las narrativas de los expertos en políticas sociales como puerta de entrada a las concepciones sobre el dinero transferido a partir de las TM, prestando atención a los conocimientos teóricos, los instrumentos técnicos y los procedimientos que dichos actores movilizan para diseñar un tipo de moneda especial o un dinero específico en la definición de las políticas sociales.

La nueva agenda sobre sociología del dinero será de suma utilidad para explorar las concepciones provistas por los expertos en TM. Desde la década de 1980 asistimos a una renovación en la agenda de investigaciones sobre el dinero que puso en tela de juicio las narrativas de un dinero universal y homogéneo al cuestionar ciertas definiciones modernas que pensaban el dinero como “equivalente general” (Marx, 1976), como “medio de todos los medios” (Simmel, 1996) o como “moneda de propósitos generales” (Polanyi, 2001). Desde diversas disciplinas, como la economía, la filosofía, la antropología y la sociología, la literatura contemporánea elaboró una narrativa centrada en monedas múltiples.

En el campo de la economía, ciertos debates en torno al significado del dinero buscan trascender las definiciones clásicas establecidas por la economía ortodoxa y normativa que determinan el dinero sólo por su capacidad de funcionar como unidad de cuenta, como medio de cambio y como reserva de valor. Estudios recientes ligados a las escuelas económicas denominadas “regulacionistas” y de las “convenciones” (Aglietta y Orléan, 1998), han centrado, por el contrario, sus preocupaciones en la correlación entre las crisis económicas y las dimensiones sociales, simbólicas y políticas de la moneda (Roig, 2016; Théret, 2007; Orléan, 2002).

Desde mediados del siglo XX, la literatura antropológica y sociológica se ha empeñado en demostrar los usos múltiples del dinero y su carácter irreductible a una esfera social −el mercado− y un vínculo social −relaciones mercantiles− (Bloch y Parry, 1989; Dodd, 2014; Guyer, 1994 y 2004; Weber y Dufy, 2009). En este campo de estudios se destaca la perspectiva desarrollada por Viviana Zelizer (2011), quien confirma un mundo de saberes expertos conformado por especialistas y técnicos vinculados al dinero y elabora discursos jurídicos, económicos y políticos sobre su uso. Además, ha demostrado los significados múltiples que el dinero posee en prácticas y transacciones específicas, que sólo pueden ser comprendidas a partir de una interpretación de los vínculos entre prácticas monetarias, relaciones sociales y universos culturales.

Aproximándonos al contexto latinoamericano, durante los últimos años diversas investigaciones socioantropológicas han explorado los significados del dinero. Las primeras indagaciones se detuvieron en las prácticas monetarias de los sectores populares y sus usos del dinero al observar prácticas económicas en contextos de crisis (Gaggioli, 2013); la emergencia de emisión de monedas alternativas (Luzzi, 2005); procesos de endeudamiento en los hogares (Muller, 2014; Villarreal, 2009); formas de financiación al consumo popular (Willkis y Hornes, 2017b; Ossandón, 2011); programas de microcréditos y desarrollo (Absi, 2009) y procesos de socialización del dinero en juegos de azar (Figueiro, 2012; Rabossi, 2011), entre otros. Luego, ciertos trabajos iluminaron los significados del dinero en los sectores medios y observaron su sentido a partir de la noción de clase (Krause, 2016) y en las formas de acceso a la vivienda entre los jóvenes (Felice, 2017). Recientemente, algunas investigaciones se detuvieron en construir una agenda sobre la historia social del dólar en Argentina ( Luzzi y Wilkis, 2018; Sánchez, 2017).

En lo que se refiere a los programas de TM en Latinoamérica, hay exploraciones sobre el dinero en los trabajos de Andrés Dapuez (2013) y Talita Jabs (2013). Dapuez (2013) estudió el surgimiento del programa Oportunidades en México, reconstruyó la intervención de expertos en el diseño de las medidas gubernamentales y analizó las transformaciones sociales acontecidas en las comunidades rurales objeto de intervención. Jabs (2013), por su parte, analizó los procesos de implementación del programa Bolsa Família en una localidad municipal en la República Federativa del Brasil, y destacan los significados sociales que adquiere el dinero transferido a los hogares.

Este trabajo propone estudiar los saberes expertos en programas de TM al considerar que se trata de un conjunto de conocimientos que se ensamblan bajo diferentes formas de intervención social donde convergen saberes especializados, procesos técnicos, dispositivos diferenciados y narrativas sobre el mundo social para dotar de significado al dinero transferido a partir de las políticas sociales. La hipótesis de trabajo es: las concepciones de los expertos en TM sobre el dinero remiten no sólo a una forma de conocimiento que se moviliza para representar un estado de elementos en torno a las políticas sociales, sino a un conjunto de instrumentos y prácticas que contribuyen a la configuración y diseño de un dinero específico. Se trata de definiciones delineadas por economistas que arrastran y llevan consigo las premisas que porta el dinero en el campo económico, utilizando tales cualidades generales para organizar el diseño de una moneda específica para las políticas sociales.

A lo largo del trabajo nos detendremos en la reconstrucción de narrativas sobre el dinero que realizan los expertos en TM para explorar cómo construyen una cultura monetaria específica que: a) produce miradas sobre el dinero; b) elabora ciertas retóricas específicas, y c) promueve un trabajo específico de socialización y transmisión (rituales de producción y reproducción) de esa mirada del dinero dentro del universo de expertos (Delaney, 2012). Apoyándome en aportes provenientes de las teorías performativas en las ciencias económicas (MacKenzie, Muniesa y Siu, 2008), nos introduciremos en el análisis de un conjunto de operaciones materiales y no materiales (nociones teóricas, instrumentos técnicos, dispositivos y herramientas) que los expertos realizan sobre las TM para diseñar y programar el dinero.

Este artículo expone algunos hallazgos de mi tesis de doctorado en Sociología (Hornes, 2018). El material que utilizaré como insumo para el análisis es el resultado de un trabajo de campo que tuvo lugar durante los años 2015 y 2016. Se trató de un relevamiento mediante la técnica de entrevistas en profundidad realizadas a 20 actores expertos. Entre nuestros entrevistados destacan académicos especialistas en políticas sociales de Argentina, expertos que se desempeñan como funcionarios de organismos internacionales y regionales, y expertos del ámbito local con incidencia en organismos estatales vinculados a los programas de TM de Argentina (funcionarios, asesores, evaluadores, etcétera).

La exposición se organiza de la siguiente manera. En un primer apartado nos detendremos en la reconstrucción de las narrativas que realizan los saberes expertos sobre el dinero; en el segundo, en algunos de los conocimientos especializados que ensamblan los expertos para diseñar al dinero. En el tercero y último expondré algunas conclusiones acerca de la pertinencia de analizar los significados expertos sobre el dinero de las transferencias monetarias.

Narrativas expertas sobre el dinero

Durante mayo de 2015 contacté a un experto en TM y miembro de la División de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL). Entre la infinidad de publicaciones sobre las TM de la región, sus trabajos resultan una referencia ineludible. Los estudios, evaluaciones e informes que ha coordinado, dirigido o ha llevado adelante como autor o coautor desde las agencias de desarrollo vinculadas a CEPAL forman parte de la mayoría de los documentos institucionales y programáticos referidos a las TM en Argentina y otros países de la región.3

Durante la conversación que mantuvimos, habló del dinero transferido a partir de las TM de manera análoga al testimonio que encabeza el artículo:

Yo me siento bastante cercano a la idea de que no seamos tan paternalistas, que decidamos qué tiene que hacer la gente, que le damos el voucher para ir a la escuela o solamente la tarjeta para comprar alimentos... Sino que, como estamos en economías de mercado, ayudémosle por ahí y después la familia tomará las decisiones correctas para su desarrollo. (Entrevista a experto CEPAL, 13 de mayo de 2015.)

Meses más tarde me encontré con uno de los miembros del Programa para la Educación, la Salud, la Protección Social, el Trabajo y la Pobreza del Banco Mundial para Argentina, Paraguay y Uruguay, un experto en TM de formación como economista y demógrafo. Se trata de un actor que no sólo posee conocimientos especializados y una expertise específica sobre temas relacionados con la pobreza y la protección social en Argentina, sino que, además, fue uno de los expertos vinculados a la puesta en funcionamiento de los primeros programas de TM en Argentina.4 De la siguiente manera resumía algunas de sus reflexiones sobre el dinero:

En verdad uno no piensa en el dinero, lo transfiere […] El dinero es un medio de cambio para adquirir bienes y servicios. Y de hecho el debate pone el dinero en esa cosa de que si la política la haces entregando dinero o entregando bienes y servicios. O sea, de ahí puede ser una punta de debate que puede servir en el sentido de si entrego el dinero y reconozco que el hogar está en condiciones de hacer sus elecciones de la mejor manera posible o tomo un rasgo más paternal y yo doy el servicio. (Entrevista a experto Banco Mundial, 22 de junio de 2015.)

Durante julio de 2015 conseguí entrevistar a un experto del área de protección social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Desde los puestos que desempeñó a lo largo de su trayectoria, forjó una gran expertise en programas de TM al estar próximo tanto a las distintas evaluaciones cualitativas y cuantitativas como a las posteriores transformaciones que sufrió el programa “emblema” mexicano: Progresa-Oportunidades.5 Mientras conversábamos en su oficina, compartía conmigo algunas de sus interpretaciones sobre el dinero de las TM:

Los programas nacieron por razones muy distintas. En México, fue la eliminación del subsidio a la tortilla que, en México, es como la carne acá (se refiere a la República Argentina). Maya quiere decir “hombre de maíz”: algo que era fundamental para México. Decidieron eliminar el subsidio, imagínate lo que puede pasar si sube el precio de la tortilla. Entonces, dicen “vamos a eliminarlo, pero vamos a generar este programa (Progresa) que transfiere ingresos y que compensa esta caída” y, además, les vamos a dar no solamente la transferencia, sino que vamos a verlo como una oportunidad para generar y demás. (Entrevista a experto BID, 2 de julio de 2015.)

Luego de un tiempo comencé a vincular estas concepciones del dinero entre los expertos de TM con algunas de las interpretaciones de la sociología económica. Parecía ilusorio pensar que el dinero que formaba parte de las intervenciones sociales estatales de Argentina y representaba el consagrado paradigma del “combate a la pobreza” en la región latinoamericana, resultara tan “simple” como algo que se le ocurría a una niña de tres años o que, incluso, se tratara de transferencias para compensar la quita al “subsidio sobre la tortilla en México”. Estas concepciones me invitaban a realizar más indagaciones.

Como señalan trabajos del campo de la economía “regulacionistas” y de las “convenciones” (Orléan, 2002; Théret, 2007), en las concepciones de la economía moderna y la teoría económica clásica y neoclásica el dinero se ha presentado siempre desde una visión instrumental y estandarizada, como un elemento homogéneo y cualitativamente neutro. Blanc (2009) sintetiza de la siguiente manera dichas concepciones:

  • 1) la naturaleza de la moneda: su irrupción en la economía de las sociedades modernas resuelve los límites del intercambio por medio del trueque a la vez que garantiza la expansión de los mercados;

  • 2) las funciones de la moneda: el ensamblaje de sus tres funciones −unidad de cuenta, medio de cambio y reserva de valor− es la condición de posibilidad del intercambio entre actores económicos en el mercado, y

  • 3) su validez: en tanto elemento fungible y de equivalencia general, la moneda moderna permite acceder a los bienes y servicios disponibles en la economía.

Tomando en cuenta estas concepciones propias del campo de la economía, volvamos a las narrativas de los expertos y a reinterpretar sus definiciones. Como señalaba uno de los entrevistados, sólo se trata de “entender que estamos en economías de mercado”, y bajo dicha concepción, propia del universo de los saberes y las prácticas de expertise de los actores entrevistados, encontramos apreciaciones análogas a la concepción clásica de la moneda en la economía: “Uno no piensa el dinero, lo transfiere”, porque se trata de un “medio de cambio”. Entonces, tampoco resulta casual que emerja una caracterización del homo economicus: los actores en el ámbito del mercado toman decisiones racionales que tienen un fin instrumental y persiguen el objetivo de maximizar la ganancia al menor costo posible. O, traducido al lenguaje de los expertos en TM, se trata de que los “hogares hagan las elecciones de la mejor manera posible” y “tomen las decisiones correctas para su desarrollo”.

Entonces, algunas de estas lecturas nos permiten volver sobre aquella concepción “simple” del dinero para poder reinterpretarla. Las narrativas de los expertos develan la interconexión entre el campo económico y las concepciones sobre el dinero presentes en sus prácticas de expertise en torno a las políticas de TM. Como lo demuestra el trabajo de Viviana Zelizer al analizar la transformación en las formas de asistencia social monetaria en Estados Unidos a principios del siglo XX (Zelizer, 2009), los saberes expertos −economistas, especialistas y técnicos− elaboran discursos sobre el dinero. En nuestro caso, las concepciones sobre el dinero que los expertos difunden forman parte del acervo de conocimientos ortodoxos del campo económico. En analogía con la idea de “marcaje del dinero” proporcionada por Viviana Zelizer (2011 y 2009) podemos señalar que las narrativas de los expertos representan mucho más que un vocablo particular, dado que se constituyen como instancias de ritualización que persiguen el objetivo de producir y diseñar el dinero de las TM. Nos referimos a una forma de marcaje que los saberes expertos realizan sobre el dinero: un universo de actores que reproducen significados económicos sobre el dinero y, de forma simultánea, actúan diseñando y programando una moneda específica que será transferida a partir de políticas sociales.

Hasta el momento consideramos las narrativas que los actores expertos movilizan para marcar el dinero de las TM. En el próximo apartado, profundizaré tales reflexiones para demostrar cómo los saberes expertos ensamblan una amplia gama de conocimientos en torno a las TM para diseñar un dinero específico.

Conocimientos especializados en el diseño del dinero

El capital humano

Una de las premisas centrales de las TM es la noción de capital humano. Los expertos proponen pensar las TM como condición de que los hogares realicen inversiones en el capital humano de los menores pertenecientes al hogar con el objetivo de quebrar la pobreza que se transfiere de una generación a la siguiente. Tales condiciones e inversiones remiten a: 1) educación: controles de matrícula escolar y complementariedad educativa, y 2) salud: controles periódicos en instituciones públicas. Esta interpretación se sustenta en un consenso global de las agencias de desarrollo y los expertos en TM, quienes interpretan la pobreza como resultado de la insuficiente dotación de dicho capital humano.

Algunos fragmentos de entrevistas nos serán de utilidad para seguir problematizando la noción de capital humano difundida en las TM:

Algunos programas alcanzan a generar dos años más de escolaridad, que no es poco, pero si estás hablando como la promesa que tuvieron muchos de estos programas de ser una herramienta de reducción de la pobreza intergeneracional, no es mucho. Sólo promueven la educación y la salud: no hay nada que hayamos podido confirmar en el largo plazo. (Entrevista a experto BID, 2 de julio de 2015.)

Hoy en día vemos que todos los programas tienen en común la transferencia monetaria y las condicionalidades. La idea original era matar dos pájaros de un tiro: pobreza, en el corto plazo, y la transferencia de ingreso y aumento del consumo, en el caso del largo plazo. (Entrevista a experto CEPAL, 13 de mayo de 2015.)

Las citas de entrevista precedentes nos aproximan a lo que Barba Solano (2011) ha denominado los “falsos espejismos” que se han construido en torno a las TM. Con base en un análisis exhaustivo de distintas evaluaciones de los diferentes programas de TM de América Latina, los autores han señalado que las transferencias han tenido un efecto notable en el descenso de la intensidad de la pobreza. Sin embargo, las mismas y constantes evaluaciones que han contribuido a legitimar las TM y a convertirlas en un paradigma a seguir, han demostrado el desmoronamiento de las premisas centrales que sostienen la noción de capital humano: a) las evaluaciones e investigaciones recientes muestran débil incidencia en la pobreza a corto plazo; b) las mejoras en salud y alimentación no demuestran una contrapartida directa en la educación, y c) las mejoras en niveles educativos tampoco garantizaron una acumulación sustancial de capital para el desempeño en el mercado de trabajo (Barba Solano, 2011).

Lena Lavinas (2013) y Nicolás Dallorso (2010) han realizado una reconstrucción histórica de la categoría del capital humano. Ambas indagaciones permiten dar cuenta del origen de la noción dentro del campo de la teoría económica neoclásica y de la mano de referentes como Richard Zeckhauser y Gary Becker, representantes del monetarismo y de las teorías de las expectativas racionales del Departamento de Economía de la Universidad de Chicago. La premisa básica del capital humano, aporte que le valió el Premio Nobel de Economía en 1992 a Gary Becker, sostiene que la inversión directa que los individuos realicen en ciertos aspectos −por ejemplo: educación, entrenamiento laboral, salud y nutrición− incidirán de forma directamente proporcional en sus competencias y su capital económico futuro (Becker, 1983).

De modo similar a las narrativas sobre el dinero que formaban parte de los discursos de los entrevistados, la categoría capital humano es un elemento teórico que modela el dinero de las políticas sociales. Más allá de la falta de sustento empírico para indicar sus resultados o de la imposibilidad de demostrar que esa categoría económica cabe en la realidad social, en los saberes expertos el capital humano representa un conjunto de discursos lógicos basados en hipótesis que se presentan como irrefutables, independientemente de que pudieran suceder o no. En este sentido, la noción de inversión en el capital humano determina al dinero en un doble movimiento: por un lado, lo define como pequeños montos que viabilizan mejoras en el consumo y el bienestar de los pobres, mientras que, por otro lado, diseña una moneda que proyecta la realización de las promesas de desarrollo que contienen las políticas en un futuro distante (Dapuez, 2013).

Paradójicamente, las TM para “combatir la pobreza” se han globalizado y portan entre sus fundamentos principales una noción que presenta referencias empíricas ambiguas o incomprobables. Como veremos, esta situación revela otra tarea primordial de los expertos: explorar, redefinir o producir nuevas prácticas en torno a las TM que permitan readecuar los conocimientos sobre el diseño de los dineros en cada ámbito local específico.

Condicionalidades

La noción de capital humano se ha transformado en una “promesa de reducción de la pobreza” y en “una idea original” con pocos resultados comprobables, o como sugiere un informe del Banco Mundial: los “resultados finales” han tenido “efectos modestos” (Banco Mundial, 2009, p. 22). Pese a esta caracterización, las condicionalidades juegan un rol fundamental en la construcción de discursos de legitimidad política y social de las TM, y los expertos las difunden ampliamente en el repertorio de aspectos programáticos.

Dentro de la literatura, los expertos han caracterizado las TM que contienen una “condicionalidad fuerte”, y otras iniciativas que se refieren a “condicionalidades blandas” (Cecchini y Martínez, 2011). En el universo de las “condicionalidades fuertes” se ubican los programas Prospera (México) y Familias en Acción (Colombia), los cuales establecen una relación directa entre la noción de TM y condición al ejercer un control sistemático y punitivo sobre el cumplimiento de las mismas. Argentina forma parte, junto con el programa Bolsa Família de Brasil, de los países que ejercen “condicionalidades blandas” sobre las TM. Considerando las acepciones expertas, el incumplimiento de dichas condicionalidades no suele ser tomado como sancionatorio o, en algunos casos, su verificación tiende a ser débil o inexistente. De esta manera daba cuenta de la concepción anterior uno de los expertos con mayor trayectoria en Argentina:

Tenés el modelo mexicano y el modelo brasileño. El mexicano es un tema muy de rational choice (elección racional): si vos no cumplís, como esto tiene que generar un cambio de comportamiento, yo te lo saco y te demuestro que tengo un poder punitivo. En Brasil, que tiene un enfoque más del derecho, el no cumplimiento de la condicionalidad activa al Estado nacional y al municipio para entender por qué no estás cumpliendo. Básicamente, Argentina eligió el modelo de Brasil acerca de transferir ingresos, pero nunca se implementó ningún tipo de control siquiera para el seguimiento de las familias. (Entrevista a experto local, 15 de julio de 2015.)6

Los programas de TM fueron diseñados en torno a los principios que marcaron la agenda de los organismos internacionales durante la década de 1990: las nociones de participación, empoderamiento y corresponsabilidad. Las “condicionalidades” sintetizan tales aspectos y varios trabajos han resaltado los efectos de estas políticas en tanto medidas que empujan a los sujetos a participar activamente en su desarrollo y a ser proveedores de su propio bienestar (Molyneux, 2009), o como políticas que inducen o moldean los comportamientos de los pobres (Cotta y Paiva, 2010); o transforman cuestiones de derechos en medidas punitivas (Lo Vuolo, 2013) e, incluso, introducen una nueva focopolítica neoliberal con tecnologías para regular a las poblaciones pobres (Álvarez Leguizamón, 2011).

Las perspectivas anteriores resultan relevantes porque se constituyen sobre trabajos de investigación de otras experiencias de TM de la región. Sin embargo, para nuestro estudio señalan una paradoja: Argentina se ubica entre las propuestas de TM con “condicionalidades blandas” y, además, muchos de nuestros entrevistados señalaron la inexistencia de medios de control en las condicionalidades. Entonces, se infiere que parte del establecimiento de las condicionalidades remite a la operación de trasladar algunas de las propiedades que los expertos le atribuyen de “forma natural” al dinero:

Si yo te doy plata, vos cambias tu comportamiento. Si te doy mucha plata, vas a cambiar mucho tu comportamiento. Si te doy poquita, vas a cambiarlo poquito. Eso no vale la pena discutirlo. Va a pasar. Si yo le doy a cada señora diez mil dólares por cada niño todos los meses, va a tener un cambio de comportamiento muy importante. Y si le doy un peso, no se va a dar por enterada. Si le doy 400, 600, 800, va a cambiar algunas cosas. (Entrevista a experto Banco Mundial, 22 de junio de 2015.)

Las palabras de nuestro entrevistado ratifican una de las apreciaciones que los expertos sostenían al inicio de este artículo: el dinero como elemento homogéneo que contiene significados unívocos. Desde los saberes y prácticas de expertise que los economistas movilizan a través de las entregas de dinero, las condicionalidades sólo pueden tener un sentido uniforme e interpretan que los agentes van a realizar cambios en sus comportamientos acordes a la supuesta naturaleza de la moneda. La introducción del dinero supone para los expertos que los hogares pobres van a realizar conductas y prácticas racionales, incluso considerando los montos transferidos como un elemento especifico de cálculo entre costos y beneficios.

La titularidad femenina

“Es algo que suena bonito”, mencionaba el experto del BID. Otro entrevistado señalaría que “siempre es mejor políticamente una transferencia dirigida a las mujeres”. Desde sus orígenes y hasta la fecha, los programas de TM se estructuran a partir de la premisa de la titularidad femenina. Infinidad de documentos institucionales y trabajos de expertos sostienen las siguientes afirmaciones: las mujeres son las personas con las prácticas más altruistas en los hogares pobres y, por ende, las más dispuestas a hacer un uso correcto del dinero que garantice las inversiones en el capital humano de los niños/as en lo que refiere a nutrición, salud y educación. A su vez, señalan que esta estrategia se ofrece como una posibilidad para abordar las desigualdades de género entre hombres y mujeres (CEPAL, 2010a; Banco Mundial, 2009).

Como la noción de capital humano, la premisa de la titularidad femenina se propaga en los programas de TM a través de la exposición de distintos hallazgos expertos que, en gran parte, presentan evidencias controversiales o inespecíficas. Las experiencias pioneras en evaluaciones cualitativas sobre los programas Oportunidades y Bolsa Família demostraron mejoras en los consumos nutricionales de los hogares o en el acceso a diferentes bienes, pero resultaron escasas las evidencias sobre el capital humano o las brechas en las desigualdades de género (Escobar y González de la Rocha, 2002; González de la Rocha y Agudo, 2006). Incluso los análisis más críticos de los expertos han señalado que los programas contienen aspectos familiaristas, patriarcarles y paternalistas que anudan las TM a la naturalización de ciertas responsabilidades de género (Franzoni y Voorend, 2011).

Algunos de los aspectos anteriores fueron señalados por nuestra entrevistada en programas de TM y cuestión de género, tratándose quizá de la experta más relevante para la temática en Argentina:7

Hay estudios de género sobre los programas, pero ninguno puede concluir que estos programas son buenos o malos para las mujeres. Creo que los programas son ambiguos, tienen virtudes, entre ellas: transformar a las mujeres en sujetas de la intervención del Estado. La TM, en contextos en los que la alternativa a ese recurso monetario es la nada, para muchas mujeres es la primera vez que pueden acceder a un ingreso monetario estable […] Sin embargo, la autonomía de las mujeres se pone en riesgo porque estos programas han reforzado la naturalización de la capacidad de las mujeres para cuidar. Es una corriente de maternalismo social en la política social. (Entrevista a experta local, 5 de agosto de 2015.)

Las palabras de nuestra entrevistada confirman la zona gris de permanente ambigüedad que ocupan las transferencias de dinero centradas en las madres o mujeres responsables del hogar. Esta situación señala una paradoja, ya que la titularidad femenina ocupa un lugar incuestionable en las TM de la región y se considera como un esquema digno de ser constantemente replicable en cada experiencia local, pero sirve también para señalar aquello que se atribuye al género femenino a través del dinero: la figura de la mujer encarna algunas cualidades que los propios economistas utilizan para moldear el dinero.

De lo anterior podemos conjeturar que las prácticas altruistas de las mujeres tantas veces señaladas por expertos y organismos no hacen otra cosa que fundirse con las condiciones de producción y diseño del dinero que los expertos quieren propagar. En ese sentido, la figura de las mujeres y sus comportamientos generosos representa un elemento que reafirma el sentido instrumental que los expertos trasladan al dinero de las TM: por sus cualidades innatas, la mujer parece ser el actor más racional en el uso del dinero, la que asegura las inversiones más adecuadas en los niños, maximizando los beneficios y los costos de oportunidad y en un marco que considera las elecciones necesarias para el desarrollo del hogar.

Tecnologías y sistemas de información

La oleada latinoamericana de TM ha formado una nueva generación de políticas sociales. Efectivamente, hubo grandes cambios para la política social; estos programas incorporaron la tecnología y eso permitió que se generara también una cultura de la profesionalización. (Entrevista a experto CEPAL, 13 de mayo de 2015.)

Un aspecto señalado por la mayoría de nuestros entrevistados se refiere al proceso de incorporación de la tecnología y sus diferentes herramientas en torno a la nueva configuración de las políticas de entrega de dinero. Los expertos más relevantes de la República Argentina se refirieron a las TM como “políticas tecnológicamente innovadoras”, “resultado de la implementación de tecnologías eficientes” o “maquinarias tecnológicas inmensas”, respectivamente.

Las tecnologías movilizadas en torno a las TM han fortalecido nociones como “eficacia”, “eficiencia”, “costo” y “oportunidad”, ya que la incorporación de distintas herramientas o bases de datos han permitido desplazar las viejas lógicas políticas tan preocupantes para los expertos −el denominado “clientelismo”− y añadir criterios nuevos o considerados “objetivos”. Los expertos se han pronunciado a favor de usar tecnologías diversas tanto para garantizar la efectiva asignación de recursos y la claridad de los procesos de implementación de las políticas como el control de las condicionalidades y su poder punitivo, para favorecer la intersectorialidad de los programas, y la transparencia y confiabilidad de las intervenciones respecto a grupos no receptores (Cecchini, y Martínez, 2013).

Me interesa llamar la atención sobre la noción “nueva generación de políticas sociales” para identificar que, bajo esta denominación experta, también se inscriben elementos que organizan el diseño del dinero. Siguiendo el trabajo de Vincent Gayon y Benjamin Lemoine (2010) sobre el dinero público en Francia, podemos afirmar que la instrumentación de una política da forma a los fondos públicos. Como señalan los autores, los indicadores de referencia, los sistemas de información y de previsión, las aplicaciones estadísticas o las formas de clasificación y selección “pueden contribuir de forma directa a la producción del dinero público, la legitimidad de sus usos y el público al que se dirigen” (Gayon y Lemoine, 2010, p. 5).

A sugerencia de los autores, podemos considerar las tecnologías que rodean los programas como herramientas que han favorecido la producción y el diseño del dinero de las TM. La tecnología al servicio de los procesos de programas sociales permite confeccionar un tipo de dinero que representa las cualidades que los aspectos tecnológicos le aportan: un dinero dirigido a las “poblaciones adecuadas”, bajo criterios “objetivos” de asignación y siendo, por tanto, “eficaces” y “eficientes” las entregas en efectivo. Los andamiajes tecnológicos y los sistemas de información diseñan un dinero a partir del cual se puede tener un control permanente de las condicionalidades y medir el alcance de los objetivos propuestos.

Las tecnologías que se encuentran ensambladas en los procesos de diseño e implementación de las TM contribuyen de forma permanente a la configuración y la reconfiguración del dinero transferido. Al igual que los elementos descritos hasta el momento, los instrumentos tecnológicos han incorporado a estas políticas ciertos criterios considerados como irrefutables en el universo de los saberes expertos y han permitido legitimar la producción experta del dinero.

La “evaluación” como consigna

“Estas políticas sociales tienen la virtud de estar diseñadas para ser evaluadas”, ésa era una de las afirmaciones más habituales entre nuestros entrevistados. La premisa de la “evaluación” también se encuentra en infinidad de documentos institucionales y guarda relación con la trayectoria del programa Progresa/Oportunidades de México: “la política social más evaluada del mundo” (Villatoro, 2005). De la siguiente manera se refería uno de nuestros entrevistados a la dimensión inherente de evaluación que contienen las TM:

Tienen la ventaja de que te permiten mostrar resultados, son programas que han incorporado la evaluación desde sus diseños […] México ha sido el gran ejemplo con el Progresa. Cuando se lanzó el programa, los niveles de corrupción eran muy elevados y, entre otras cosas, había que defender el programa mostrando resultados. Entonces, se hicieron evaluaciones externas, de impacto, sobre consumos, más bien se trató de hacer disponibles los datos y que los expertos pudiéramos intervenir. (Entrevista a experto CEPAL, 13 de mayo de 2015.)

Seleccionamos este fragmento por distintas razones. En primer lugar, porque las palabras de nuestro entrevistado confirman la premisa de la evaluación como lema de las TM: se trata de “mostrar resultados” con diferentes instrumentos que den cuenta del impacto y los efectos en términos de pobreza, indigencia, etcétera. En segundo lugar, y desprendiéndose de la anterior, porque permite observar que la evaluación se constituye como un momento de constatación de los resultados de las TM y, por lo tanto, de objetivación de los efectos que el dinero puede producir sobre la realidad social.

Alain Desrosières (2011) señala la influencia de la cuantificación y la estadística en la construcción del mundo social, y desde ahí podemos trazar una analogía con los efectos de las evaluaciones en las TM: las formas estadísticas y cuantitativas vinculadas a las evaluaciones ensamblan distintos elementos que diseñan el dinero transferido.8 Indicadores de pobreza, índices de desigualdad, aproximaciones cualitativas, modelos econométricos y demás formas evaluativas se anudan en las TM para producir y reproducir constantemente el dinero. “Mostrando resultados” a través de las evaluaciones, los expertos diseñan y rediseñan el dinero de modo constante.

Así pues, también podemos señalar las evaluaciones como instancias a través de las cuales los expertos construyen laboratorios monetarios para desarrollar instrumentos (Foli, Béland y Fenwick, 2017) y nuevos conocimientos sobre el dinero:

En Argentina todavía no pudimos exprimir a pleno la potencialidad de la evaluación de estas políticas porque no hay una tradición en evaluación […] Se han desaprovechado y son tan grandes que se pueden prestar a la experimentación. Por ejemplo, qué pasa si te doy un subsidio y te pongo una condicionalidad más: que la madre vaya a reuniones mensuales sobre sexualidad responsable. O te duplico el subsidio y te doy un incentivo para que hagas tal cosa en salud. No sé, millones de cosas se pueden pensar para ir mejorando esto, de si tiene impacto, qué hace la gente con la plata, cómo hacer para que el impacto sea más grande, se lo damos a la mujer, la mitad a ella y la mitad al esposo. Hay muchas cosas que uno puede experimentar para mejorar el impacto de esta política. (Entrevista a experto local, 13 de agosto de 2015.)9

Afirmaciones como “contar con datos para intervenir” o “exprimir a pleno la potencialidad” hacen referencia a otro aspecto distintivo para los expertos: las diferentes evaluaciones como posibilidad de “experimentación”. Autores como Francesco Guala (2007), Fabian Muniesa y Michael Callon (2008) interpretan la experimentación en las ciencias económicas como una instancia de constatación de los procesos económicos y de institucionalización de nuevas alternativas: la economía experimental pone a la ciencia económica a “trabajar”, introduce elementos para generar determinados comportamientos, analiza resultados e intenta replicarlos en otros escenarios o, incluso, utiliza la información recabada para hacer predicciones (Guala, 2007, pp. 129-130). Muniesa y Callon (2008, pp. 163-164) se han referido a la economía experimental como una instancia que ensambla la realidad de forma particular, como de acción y reflexión: los experimentos no sólo están fabricando un orden para observar, sino que además están construyendo una realidad a partir de aquello que observan.

Cuando nuestro entrevistado hace referencia a la noción de “experimentación”, se refiere explícitamente a hacerlo con las formas del dinero, las condiciones de entrega del efectivo y los comportamientos de las personas, o lo que Muniesa y Callon (2008, p. 178) denominan “experimentación en escala real”. Lo que nos interesa señalar es que, por medio de la experimentación, los expertos conciben la realidad como un laboratorio monetario donde se pueden introducir determinadas condiciones −significados del dinero, condicionalidades, posibles titulares, predicción o proyección de comportamientos, etc.− con el objetivo de modificar el dinero, estabilizarlo o producirlo de manera específica para que genere conductas específicas y, así, diseñarlo y rediseñarlo constantemente.

En resumidas cuentas, se puede afirmar que tanto las evaluaciones como los experimentos que señalan los entrevistados sirven para constatar supuestos económicos sobre el dinero, demostrar resultados y explorar diferentes formas de aplicación de las políticas de transferencia monetaria.

¿Sólo darles dinero a los pobres?

“Sólo se trata de darles dinero a los pobres” como “una nueva forma de pensar el desarrollo”: “para ‘ayudar al pobre’ es mejor darle dinero directamente para que pueda encontrar la forma efectiva de escapar de la pobreza” (Hanlon, Barrientos y Hulme, 2008, p. 1). La afirmación acerca de “sólo darles dinero a los pobres”, presente en muchas narrativas de nuestros entrevistados, remite al título de un libro de reconocidos expertos en TM en el orbe: Just Give Money to the Poor. The Development Revolution from the Global South, de Joseph Hanlon, Armando Barrientos y David Hulme (2008).

Esta obra representa, quizás, el ejemplo más claro de la intervención y producción que realizan los expertos sobre el dinero de las TM. Retomando la visión más instrumental del dinero desarrollada desde el campo económico, los autores señalan que el problema de la pobreza es una situación que representa a la ausencia de “pequeños montos de dinero” (Hanlon, Barrientos y Hulme, 2008, p. 2). Muchas de las afirmaciones de nuestros entrevistados se encuentran en los distintos capítulos del libro, ya que su organización y contenido exponen gran parte de las operaciones que venimos describiendo. La inversión en capital humano, las controversias sobre la utilización de las condicionalidades, la confusa premisa sobre la titularidad femenina, los sistemas de información y las diversas tecnologías, y las diferentes evaluaciones y experimentaciones se encuentran reseñadas y justificadas a partir de un sinfín de documentos institucionales y de expertos en TM de diferentes partes del mundo.

“Sólo darles dinero a los pobres” no resulta una frase aislada entre nuestros entrevistados, sino que representa una narrativa que condensa las ideas que los expertos movilizan para contribuir a la construcción de un tipo de moneda: un dinero que arrastra y lleva consigo las premisas y suposiciones propias que porta en el campo económico y que se trasladan al diseño programático de las políticas sociales. Tanto las concepciones sobre el capital humano, las condiciones y la titularidad femenina como la utilización de tecnologías y sistemas de información, constatan cómo los saberes expertos en TM ensamblan conocimientos (materiales y no materiales: dispositivos, herramientas, técnicas, etc.) para componer el dinero de las políticas sociales y producir una moneda específica y uniforme.

Según Kevin Delaney (2012), podemos trazar una analogía con los expertos en TM: las narrativas y los saberes desplegados por ellos crean una cultura monetaria específica acerca del dinero de las políticas sociales. Mediante la elaboración de retóricas específicas y la movilización del ensamblaje de múltiples conocimientos, los expertos promueven los rituales de producción y reproducción necesarios para organizar una concepción del dinero. Al diseñar, evaluar o experimentar con las TM, los expertos producen y reproducen una cultura monetaria específica que se mutualiza con las interpretaciones que la economía y los economistas hacen respecto al dinero.

A lo largo de este artículo se apostó a la construcción de una sociología del dinero que incorpora la mirada de los expertos en TM para aproximarnos a la comprensión de formas novedosas de pago a la asistencia: se trata de una nueva tecnología monetaria que ha ganado lugar en las intervenciones estatales de gran parte del mundo y avanza proponiendo un diseño específico del significado y la programación del uso del dinero en los sectores populares. Nuestra sociología del dinero se convierte, así, en una entrada privilegiada para pensar las condiciones de posibilidad de la emergencia de la legitimidad del dinero en las políticas sociales.

Pero como el dinero se entiende como un producto social maleable (Zelizer, 2017), sabemos que posee una vida social que desborda cualquier tipo de conocimiento y marcaje especializado. Esta nueva tecnología monetaria lubrica el universo y las relaciones sociales en los barrios populares: el dinero estatal adquiere una heterogeneidad de significados y transforma las relaciones entre actores locales estatales y titulares de TM (Hornes, 2017), en los ámbitos comunitarios (Wilkis, 2018), entre padres e hijos, maridos y esposas (Wilkis y Hornes, 2017b). Aquello que denominamos “la producción social del dinero de las TM” es un ensamblaje de significados plurales del dinero que se suceden en distintos tiempos y espacios sociales e involucran diferentes tramas de actores que movilizan diversos saberes y producen significados disímiles sobre el dinero (Hornes, 2018).

En resumidas cuentas, espero que este artículo aporte algo a la reinterpretación de las definiciones económicas que programan el dinero de las TM y, además, sea un punto de partida para considerar los significados sociales del dinero como una perspectiva que contribuya a los procesos de formulación y diseño de políticas sociales.

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1La bibliografía sobre la temática se refiere a las políticas de entrega de dinero en distintas acepciones. A lo largo de este trabajo utilizaremos la denominación genérica de transferencias monetarias porque nos interesa observar los significados que los saberes expertos movilizan respecto al dinero, más allá de distinciones programáticas.

2Siguiendo a Morresi y Vommaro (2011, 13-14), entendemos los saberes expertos como “las formas de intervención en el campo del poder y de la producción de bienes materiales y simbólicos que remiten a un saber técnicamente fundado, ligado a una disciplina científica o a un campo profesional […] La conformación de un dominio de expertise supone la construcción de legitimidad del discurso experto, de los instrumentos técnicos movilizados y de los expertos como portadores de esos discursos y esos saberes”. En este sentido, aluden no sólo a los portadores de conocimientos, sino también a campos de expertise.

3Formado en las ciencias políticas y con diversos posgrados en áreas de administración y comercio, se trata de un experto en indicadores sociales, políticas y programas de TM en la región de América Latina. Profesionalmente se ha desempeñado como analista de investigación en el Departamento de Reducción de la Pobreza del Banco Mundial. Actualmente se desempeña en el área de Asuntos Sociales de la División de Desarrollo Social de la CEPAL. En su recorrido dentro de esta organización, destaca por misiones de asistencia técnica a gobiernos de la región, y en la producción sistemática de informes de investigación sobre tópicos como protección social contributiva y no contributiva, programas de TM, pobreza, desigualdad, etcétera.

4Economista con posgrados en demografía realizados en Argentina y Estados Unidos, se trata de un experto destacado en áreas de temas demográficos, previsionales y protección social. Durante la década de 1990 ocupó cargos de jerarquía en agencias gubernamentales argentinas, como la Superintendencia de AFJP en Argentina y NACION AFJP. Es autor de numerosos estudios sobre la mortalidad en adultos, la seguridad social y la reforma de las pensiones.

5De formación de grado y posgrado en el campo de las ciencias económicas, se trata de un especialista vinculado a las áreas de protección social, educación y políticas sociales en general. De nacionalidad mexicana, desde 2011 se desempeña en el área de protección social del BID en Argentina. Por su nacionalidad y su desempeño en el BID, se trata de un experto sumamente vinculado a la implementación del programa de TM mexicano Prospera.

6Formado en el campo de las ciencias políticas, tanto en estudios de grado como de posgrado, se trata de uno de los expertos reconocidos entre sus pares entrevistados como el actor de Argentina con mayor trayectoria en programas de TM regionales. Posee, además, multiplicidad de credenciales como especialista en áreas de diseño, formulación, implementación y evaluación de políticas públicas. Su formación de posgrado estuvo vinculada al Instituto Interamericano para el Desarrollo Social (INDES), institución que pertenece al grupo del BID. Ha sido consultor de diferentes organismos internacionales y regionales −CEPAL, PNUD, BID y BM− y asesor de la cartera de Desarrollo Social de diferentes gobiernos en Argentina. Posee una extensa cantidad de artículos académicos y libros especializados vinculados al área de estudios de los sistemas de protección social, políticas sociales y programas de TM. Actualmente ocupa un cargo de jerarquía dentro del área de protección social de uno de los think tanks más relevantes de Argentina.

7Formada en el campo de la economía y con estudios de posgrado en ciencias sociales, se trata de una las especialistas académicas más destacadas en nuestro país en las áreas de género y economía, economía del cuidado y mercado laboral, pobreza y distribución del ingreso. Se ha desempeñado como consultora de organismos regionales e internacionales, y posee una innumerable cantidad de artículos científicos en las temáticas de su especialidad. En la actualidad se desempeña como investigadora asociada en uno de los centros de mayor influencia en políticas públicas de Argentina y como investigadora adjunta del Conicet.

8Desrosières define la estadística como el conjunto formado por la conformación, el registro y los algoritmos de análisis de datos cuantitativos bajo forma de series, índices, modelos econométricos y muchas otras herramientas hoy disponibles en los bancos de datos y en los “paquetes” informáticos (Desrosières, 2011, p. 78). Aunque resulta difícil dar cuenta de todas las instancias de cuantificación de los procesos de las políticas de TM porque son múltiples y globales, arrojamos la siguiente hipótesis: todos aquellos procesos convergen en una producción sistemática de conocimientos estadísticos que modelan el dinero de las TM al diseñarlo.

9Formado en el campo de la economía y con estudios de posgrado en una de las universidades más importantes de Estados Unidos, se trata de otro de los expertos más destacados en programas de TM de la República Argentina y su vinculación con los tópicos sobre pobreza, distribución del ingreso, desigualdad y mercados laborales. Es autor de infinidad de artículos científicos sobre pobreza, distribución del ingreso y desigualdad, en revistas de alcance nacional e internacional. Actualmente ocupa un cargo de jerarquía y se desempeña como investigador en un centro de investigación e instituto de posgrado influyente en el área de formación académica del campo económico argentino.

Recibido: 03 de Agosto de 2018; Aprobado: 20 de Febrero de 2019

Acerca del autor

Martín Eduardo Hornes es doctor en Sociología por el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES), Universidad Nacional de San Martín (UNSAM); magíster en Antropología Social por el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES), y licenciado en Trabajo Social por la Universidad de Buenos Aires. Es especialista en programas y políticas sociales de transferencia monetaria; sus investigaciones recientes se concentran en los significados sociales plurales que adquiere el dinero transferido desde el Estado hacia los sectores populares argentinos.

Actualmente forma parte del equipo de trabajo de la Secretaría de Extensión del IDAES. Además se desempeña como becario posdoctoral del Conicet y como profesor de grado de la UNSAM, la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de José C. Paz.

Dos de sus trabajos más recientes:

1. (2018). Social Policies and Plural Meanings of Money: The Social Production of Cash Transfers. Economic Sociology Newsletter.

2. (2017). Paradojas de la inclusión: categorías técnicas y evaluaciones morales en un programa de transferencias monetarias condicionadas. Prácticas de oficio. Investigación y Reflexión en Ciencias Sociales, 18(2), 1-14.

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