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Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.35 no.105 Ciudad de México sep./dic. 2017

 

Reseñas

Natividad Gutiérrez Chong, El indigenismo del PAN y el festejo del bicentenario del Estado mexicano

Omar Fabián González Salinas1 

1Instituto de Investigaciones Históricas- UMSNH. omaruccio_fgs@hotmail.com

Gutiérrez Chong, Natividad. El indigenismo del PAN y el festejo del bicentenario del Estado mexicano. México: Instituto de Investigaciones Sociales-Universidad Nacional Autónoma de México y Bonilla Artigas Editores, 2015. 200p.


Hay un importante corpus bibliográfico que se ha ocupado de la población indígena y su relación con el Estado independiente en México, así como de su papel -simbólico la mayoría de las veces- en la formación de la nación. Frente a estas aportaciones, Natividad Gutiérrez Chong presenta este libro en el que aborda dicha relación en el pasado inmediato; en especial durante la coyuntura conmemorativa del Bicentenario de 2010. El objetivo de la obra bien puede presentarse como la respuesta a dos preguntas centrales: ¿cuál fue el papel que el Estado mexicano, gobernado por el Partido de Acción Nacional (PAN), otorgó a los indígenas durante los festejos bicentenarios? Y, ¿cómo reaccionaron los líderes e intelectuales indígenas frente a este rol asignado?

Estudiar la interacción entre indígenas y no indígenas es un tema no menor si se observa el dato que señala Gutiérrez Chong de los aproximadamente 15.7 millones de habitantes que se autodenominan indígenas en México. Además está el factor de que la llegada del PAN a la Presidencia despertó la expectativa de un pronto reconocimiento de la diversidad cultural y la instauración de una relación de igualdad y respeto entre el Estado y las poblaciones indígenas, un posible escenario que nuevamente se pensó que se haría realidad con el pretexto e impulso que significaría el Bicentenario (p. 15).

Uno de los primeros aspectos que se agradecen del libro es que la introducción no se limita a presentar un resumen de lo que se aborda en cada capítulo. Su autora despliega una interesante y propositiva problematización del fenómeno social estudiado, así como la propuesta teórico-metodológica empleada. Asimismo, se explica que la celebración del Bicentenario fue un derivado de una historia oficial acuñada durante el siglo XIX y ratificada -y ampliamente difundida- durante el XX. Una historia inventada -según plantea la teoría del nation building- que ha resaltado episodios como la Conquista, la Colonia y la Independencia, además de respaldar ideas de "mexicanidad" y cultura nacional centradas en el mestizaje y el indigenismo. Se trata de un relato de nación que, lejos de ser objetivo, está colmado de intereses políticos que buscan legitimar al Estado y homogeneizar a la sociedad. Con estos argumentos, la autora defiende la postura de que un festejo patrio abre la posibilidad para analizar el simbolismo y la ideología que se esconde en las rutinas y rituales que el Estado establece para conseguir una relación de dominación (pp. 17-21).

Muestra que la celebración no estuvo exenta de tensiones entre el discurso oficial y los posicionamientos de líderes e intelectuales indígenas, situación que tiene dos explicaciones imbricadas. Primero, que en la historia del Estado independiente es una constante que -a pesar de que México es un país sumamente plural-, en la construcción del Estado y la nación, las élites criollas y mestizas1 han tenido -y siguen teniendo- un papel protagonista, mientras que a la población indígena se le ha marginado (pp. 17-18). A decir de la autora, los conflictos entre indígenas y Estado se deben a la pervivencia de un "colonialismo interno", es decir, "la continuidad de relaciones asimétricas de dominación cultural, racismo, falta de representación política propia y explotación económica" (p. 16). En segundo lugar, tenemos que los grupos subalternos, al entrar en relación con el Estado, no reaccionan de manera pasiva asimilando y obedeciendo un discurso de dominación; por el contrario, se convierten en sujetos políticos con el potencial de resistir, negociar o proponer caminos alternos. De esta forma, el festejo del Bicentenario abrió la posibilidad de estudiar la -conflictiva- interacción entre indígenas y élites políticas en la formación del Estado-nación. Gutiérrez Chong desarrolló su estudio con apego a la llamada "antropología del Estado" (línea cultivada por Philip Abraams, Philip Corrigan y Derek Sayer, entre otros más), lo que le permitió incluir también una mirada "desde abajo" para analizar el posicionamiento que los pueblos indígenas tuvieron frente al discurso de dominación tras del festejo.

Los primeros cuatro capítulos, de un total de seis, responden a la mirada "desde arriba". Se inicia con una caracterización del indigenismo de los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón. Destaca que, desde su fundación en 1939, el PAN ha sido incapaz de reconocer y actuar en favor de la diversidad indígena de México. Por ello no extraña que, aun cuando en los sexenios panistas hubo algunos avances en participación y representación política indígena -sobre todo con Fox-, en términos generales se favoreció el desarrollismo neoliberal a costa de violar los derechos humanos y de propiedad de territorio de estos pueblos y de mantenerlos en el anonimato. La autora menciona que con Calderón incluso se vivió un indigenismo muy apegado al folclor, al tiempo que los pueblos indígenas quedaban más pobres y vulnerables (p. 54). En esta primera parte del libro también se explica que los festejos bicentenarios sufrieron retrasos y críticas por desvío de recursos y la escasa referencia a grupos indígenas, pues de manera improvisada y tardía se organizaron actividades que los tomaron en cuenta. A través del seguimiento de diarios, revistas, programas televisivos, exposiciones y demás eventos oficiales, se muestra que la celebración estuvo centrada en una repetición del relato de nación tradicional, y que no se tuvo intenciones de cambiarlo. Se precisa que en algunas actividades, como la Expo-Bicentenario de Guanajuato, se tocaron temas como el racismo y la diversidad social, pero se evadieron otros, como el activismo político indígena y el hecho de que México sigue siendo un país plural y que ello implica grandes compromisos del Estado. Tampoco se tomaron en cuenta comentarios como los de Mauricio Tenorio Trillo, quien, en un capítulo de Discutamos México (serie televisiva que formó parte de los festejos), propuso cuestionar el mestizaje, pues éste representa un obstáculo que impide reconocer la diversidad de México (p. 78). En vez de actuar de tal manera, desde el Estado prevaleció una mirada a los pueblos indígenas bajo el signo del folclor y como hacedores de artesanías, una postura en la que subyacía un discurso dominante que pretendía ignorar la diversidad cultural.

El libro da cuenta de que la exclusión de los indígenas durante el festejo ocurrió tanto en los temas de reflexión como en la organización y participación, pues no se les dio la oportunidad para que hablaran de la celebración, de ellos mismos, de sus reivindicaciones o, incluso, sobre los no indígenas, lo cual nos habría permitido tener ambas miradas sobre el "otro". El colonialismo interno -y la enorme ignorancia y desinterés que ocasiona casi por inercia- se reflejó de manera contundente en la incapacidad para superar la idea de una supuesta homogeneidad nacional y reconocer la pluralidad para dar paso a un festejo que no sólo rememorara un pasado, sino que pretendiera una profunda reflexión sobre el presente y futuro del país. En particular, no hubo intención de refundar el proyecto de nación para transitar hacia un operante reconocimiento de un México plural.

En los dos últimos capítulos se aborda la postura de los indígenas frente a la celebración del Bicentenario. Se explica cómo rechazaron los festejos oficiales -por considerarlos una fecha ajena, además de que la agenda oficial ignoró los problemas de sus pueblos-, propusieron actividades alternas para reflexionar sobre la conmemoración y se pronunciaron por conformar un Estado-nación pluricultural. Se señala que, desde 2009, distintos pueblos organizados en el Movimiento Indígena Nacional (MIN) hicieron explícito su rechazo a esta celebración, pues declaraban que, tanto en la Independencia como en la Revolución, los indígenas sólo fueron utilizados como "carne de cañón", además de que obtuvieron ínfimos o nulos beneficios, aunado a que no fueron incluidos y reconocidos en la Carta Magna (p. 125). A cinco días del principal ritual celebratorio del Bicentenario -el "grito"-, el MIN reiteró su denuncia de que "los indígenas son usados como folclor, mientras les son negados sus derechos y el reconocimiento a sus usos, costumbres, territorios". Enfatizaron que nada tenían que celebrar (p. 129). También se menciona la apropiación y resignificación de fechas simbólicas, como el 15 de septiembre de 2010, ocasión que aprovechó el MIN y la Unidad de Fuerza Indígena y Campesina (UFIC) para organizar el Foro Nacional Indígena "Los pueblos indígenas a 200 años de exclusión", acto que bien podría considerarse como una "contraconmemoración" (Ríos Gordillo, 2013: 197-198; Jelin, 2002) en la que se discutieron los problemas de los pueblos originarios, así como sus reivindicaciones de un Estado pluricultural.

Al recorrer las páginas de la obra, el lector seguramente pensará en las similitudes de esta exclusión con la vivida durante el festejo del Centenario (1910), cuando el régimen de Porfirio Díaz reprodujo un indigenismo que únicamente rescató al indígena del pasado y sólo en el campo simbólico, mientras se negaba y combatía a los indios del presente. Durante el Porfiriato esta situación era consecuencia, en buena medida, del discurso liberal que los consideraba como rémoras para el progreso, en tanto que las teorías pseudocientíficas raciales -como el darwinismo social- y la mestizofilia hicieron lo suyo al establecer que estos sectores debían ser asimilados, pues por sí solos estaban condenados a seguir estancados peldaños abajo en la pirámide de desarrollo biológico y civilizatorio (Pérez Vejo, 2010: 46-62; Pineda, 2002: 2-8). En este libro descubrimos con asombro que, a cien años del Porfiriato, ha cambiado poco el trato dado a los indígenas. Esto se debe a la pervivencia de un colonialismo interno y de una tradición criollo-mestiza de la historia, aunados a un desarrollismo neoliberal que ha justificado el desprecio a los indígenas. El lector esperaría encontrar reiteradas referencias a los posicionamientos que pudo haber tenido el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); no obstante, es el gran ausente en la obra, Gutiérrez Chong no explica por qué no se refiere a este movimento.2 La respuesta podría estar en otro estudio donde se menciona que los líderes zapatistas no quisieron realizar celebraciones alternativas por considerarlas "modas efímeras" que buscan negociar el calendario festivo de los "de arriba", un objetivo que el EZLN rechaza, pues su meta no implica este tipo de negociaciones, sino la transformación profunda del sistema capitalista (Ríos Gordillo, 2013: 200-201). Por otra parte, aunque el libro incluye 17 fotografías, Gutiérrez Chong se limitó a utilizarlas como ilustraciones, con lo que perdió la oportunidad de aprovecharlas como vestigios susceptibles de ser interrogados y convertidos en fuentes potenciales de información sobre el tema abordado.

Otros dos puntos le pueden ser objetados al libro. Primero, que a diferencia de otras categorías de análisis empleadas -como "colonialismo interno" o "identidad nacional"-, la autora no define de manera clara y concreta qué entiende por "indigenismo" y de qué forma lo utiliza en su estudio, aunque este inconveniente se sortea conforme se avanza en la lectura, cuando se detecta que dicho concepto se emplea para referir dos aspectos: a) las ideas y representaciones que el no indígena acuña acerca del indígena, y b) un sistema de asimilación del indígena dentro de la homogeneidad que implica la idea tradicional de nación mexicana mestiza e hispanohablante. Segundo, que en el caso del capítulo 4 no se toque el tema de la serie Discutamos México, a pesar de que el título ("Los pueblos originarios, los últimos invitados al festejo: las miradas 'desde arriba'. De la Expo-Bicentenario a la serie de televisión Discutamos México") anuncia que se abordará. A pesar de que la serie sí se analiza en otros apartados y de que eso es lo importante, falta congruencia entre título y contenido, error que termina llamando la atención del lector.

Una realidad presente en el análisis "desde abajo" que realiza Gutiérrez Chong es que los indígenas exigen inclusión en el Estado-nación y no se pronuncian por el rechazo hacia la nación mexicana y sus símbolos. Esto es relevante, pues a diferencia de lo que sucede en otros países -como en España con el caso catalán-, aquí no hay un movimiento independentista que amenace con fragmentar el Estado nacional. Sorprende que nuestros políticos no valoren esta situación y no tengan la voluntad de iniciar el diálogo y la negociación con los pueblos originarios que, de entrada, se sabe que resquebrajarán la república, pues la principal reivindicación es transitar hacia una mayor igualdad y respeto entre la diversidad que habita el país, pero manteniendo su unidad.

El libro, insisto, no se ocupa de un tema marginal. Es relevante tanto por su análisis redondo, que incluye la postura oficial y la mirada de los excluidos, como porque ayuda a pensar soluciones a importantes retos de nuestro presente. En ese sentido, destaca que la investigación de Natividad Gutiérrez Chong tiene la virtud de estimular la reflexión política para entender la conflictiva relación entre las etnias y el Estado, y así encontrar una salida que supere la asimilación y se inserte en el más avanzado reconocimiento de la pluralidad. El indigenismo del PAN y el festejo del bicentenario del Estado mexicano aborda un tema trascendente y latente en nuestro tiempo; debe ser leído no sólo por el público especializado, sino también por el que no lo es y por aquellos que ocupan un cargo público.

Bibliografía

Jelin, E. (Comp.) (2002). Las conmemoraciones: Las disputas en las fechas "in-felices", Madrid, España: Siglo XXI. [ Links ]

Pérez Vejo, T. (2010). Historia, política e ideología en la celebración del centenario mexicano. Historia Mexicana, LX(1), julio-septiembre, 31-83. [ Links ]

Pineda, F. (2002). La representación del indio. Fiesta y guerra de la oligarquía. Cuicuilco, IX(24), enero-abril, 2-26. [ Links ]

Ríos Gordillo, C. A. (2013). La memoria asediada. La disputa por el presente en la conmemoración del bicentenario. Secuencia. Revista de Historia y Ciencias Sociales, (87), septiembre-diciembre, 177-204. [ Links ]

1Cuando Gutiérrez Chong habla de criollos, mestizos e indígenas, no se refiere a categorías biológicas -pues las ciencias han superado la idea de que genéticamente la humanidad pueda clasificarse en distintas razas-, sino a una tipología que implica diferencias subjetivas y simbólicas en el plano de la cultura y la etnicidad (p. 16).

2No es mi intención apuntar que el EZLN tenga preponderancia entre los movimientos indígenas, pero es de reconocer su importancia para que el tema indígena ganara vigencia e interés entre los no indígenas.

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