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Estudios sociológicos

versão On-line ISSN 2448-6442versão impressa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.34 no.spe Ciudad de México  2016

 

Artículos

Estudios Sociológicos en el contexto cambiante de las ciencias sociales

Willibald Sonnleitner*  1 

*El Colegio de México, México, wsonnleitner@colmex.mx


Toda revista académica se inspira en un proyecto editorial, formulado por un grupo de investigadores que promueve una visión común del quehacer científico. Sin embargo, el desarrollo de una revista depende sobre todo de la forma en que dicho proyecto se conecta con, y es reapropiado por, una comunidad científica mucho más amplia y heterogénea, sin fronteras claras. Como toda identidad, la de una revista académica resulta así del encuentro entre una aspiración interna, un reconocimiento externo y una reputación pública, que se construyen sobre la marcha y reflejan la peculiaridad de las circunstancias y los tiempos.

A 33 años de la fundación de Estudios Sociológicos se presenta la oportunidad de reflexionar sobre el proyecto editorial que origina y orienta a nuestra revista, en vistas de imaginar el futuro. Para contribuir, con un granito de arena, a esta meditación colectiva, comparto algunas breves reflexiones partiendo de mi experiencia como director de Estudios Sociológicos, entre enero de 2010 y marzo de 2011, en un periodo no muy lejano que refleja algunos de los retos que siguen vigentes.

La coordinación editorial de la revista fue una valiosa oportunidad para redescubrir las ciencias sociales mexicanas y latinoamericanas desde diversas perspectivas, comparativas y pluridisciplinarias. En las últimas décadas, éstas han conocido una impresionante expansión e institucionalización, y se han arraigado a lo largo y ancho del continente. Pero al mismo tiempo, nuestras disciplinas sufren una creciente segmentación y fragmentación que dificultan la construcción de una visión coherente, de conjunto. En este contexto, el proyecto editorial de Estudios Sociológicos se distingue por su continuidad con el espíritu original y los objetivos de sus fundadores, por lo que contribuye a construir valiosos puentes entre el pasado y el presente.

Un proyecto editorial multidisciplinario y metodológicamente plural

A lo largo de las últimas décadas, Estudios Sociológicos ha abierto un espacio académico singularmente plural que se refleja en el amplio espectro de problemas que han sido abordados en sus páginas, desde los más diversos enfoques teóricos y metodológicos. Cuando se fundó la revista, en enero de 1983, sus Estatutos establecieron sus propósitos en los términos siguientes:

La revista [...], a la vez que refleja el trabajo de investigación y reflexión realizado dentro del mismo [Centro de Estudios Sociológicos (CES)], persigue promover el desarrollo de la Sociología y contribuir a la discusión de las diversas alternativas del futuro de México y de América Latina. [...] si bien contribuye a constituir un principio de identidad entre los miembros del CES también está abierta a los debates más amplios, de tipo teórico-metodológico que tienen lugar en la comunidad científica nacional e internacional. La revista permite entonces contribuir al desarrollo del CES como lugar de encuentro de diversos intereses intelectuales [...] la revista es plural en cuanto a sus orientaciones, multidisciplinaria en cuanto a sus enfoques [...] De esta forma, a través de la revista, el CES puede pasar a una nueva etapa de su desarrollo integrándose a un ámbito más amplio que le sirva de caja de resonancia para su actividad pero al cual también puede aportar su contribución.1

Como lo ilustran los primeros números de la revista, ésta se centró en al análisis de algunos de los problemas más urgentes del país, con énfasis en las investigaciones que estaban siendo desarrolladas en el Centro de Estudios Sociológicos (CES), en cooperación con especialistas de otros centros de El Colegio y de México. Los tres volúmenes que se publicaron en 1983 se enfocaron así en cuestiones cruciales para el desarrollo del país y de Latinoamérica: los procesos de migración resultantes del éxodo rural; los problemas relacionados con una urbanización desordenada; las transformaciones en el mundo laboral y sindical, y sus efectos sobre la familia y el empleo femenino; el papel de las burocracias estatales y las políticas públicas en materia laboral, de vivienda, de educación, ciencia y tecnología. También se trataron problemas teóricos generales, como la reproducción social y el papel del Estado y la sociedad en el capitalismo periférico. Los primeros números contienen contribuciones informativas sobre la historia y la agenda de investigación del CES (así como sobre otros centros de estudio), sobre su programa de doctorado y sobre algunos de los eventos científicos que catalizaron los grandes debates nacionales e internacionales de la época, además de un nutrido número de reseñas críticas de libros.

Hoy día, Estudios Sociológicos sigue cumpliendo esas mismas funciones fundacionales, pero ha rebasado ampliamente sus alcances iniciales para transformarse en un espacio transnacional de debate académico, de alcances continentales y globales. Como botón de muestra: de los 29 artículos publicados en los tres números que aparecieron en 2011, solamente cuatro fueron elaborados por profesores-investigadores del CES, mientras que el resto de las contribuciones fueron escritas por autores mexicanos y latinoamericanos, europeos y estadounidenses. La apertura e internacionalización de la revista ha sido tal que, para prevenir la ausencia eventual de voces internas, se promueve ahora la elaboración de contribuciones teórico-metodológicas sobre alguno de los proyectos desarrollados en el centro para una sección específica de notas de investigación, con el fin de que cada número cuente con la participación de al menos un(a) investigador(a) interno(a) del Centro.

Este nivel elevado de apertura y pluralismo también se refleja en la amplitud de la cobertura temática. En los mismos números se encuentran investigaciones sobre problemas tan diversos como la teoría sociológica y los aportes de Elias, Foucault y Luhmann; cuestiones metodológicas sobre el diseño de muestras y la construcción de índices de marginación; estudios sobre el Estado, la democracia y los procesos de dominación; investigaciones sobre los problemas del desarrollo, las migraciones y la desigualdad, las empresas y los sindicatos, los movimientos sociales y la violencia; la participación femenina y las cuestiones de género; la negritud, la etnicidad, la religión... e incluso el amor, entre otros más.

Aunque esta muestra dista mucho de ser aleatoria o representativa, proporciona una idea de la pluralidad que caracteriza a Estudios Sociológicos, desde su fundación hasta la actualidad. Lejos de limitarse a México, dichas contribuciones también se basan en investigaciones empíricas realizadas en Brasil, Argentina y Guatemala, España, Europa y Estados Unidos de América. De la misma forma, las cuatro o cinco reseñas que se siguen incluyendo en cada número discuten trabajos con un perfil igualmente diverso, multidisciplinario y plurilingüe, publicados en América Latina, Europa y EUA.

Pero independientemente de esta marcada pluralidad disciplinaria y temática, teórica y metodológica, cultural y regional, nuestra revista cuenta con una clara identidad, que la vincula con las aspiraciones originales de sus fundadores y que nos siguen inspirando en la actualidad.

Una comunidad cosmopolita de mexicanistas y latinoamericanistas

El proyecto editorial de Estudios Sociológicos se relaciona estrechamente con la singularidad del CES y guarda una notable continuidad con los propósitos enunciados desde su creación, a principios de los setenta. Ello es cuanto más sorprendente que el mundo académico en el que se inserta se ha transformado profundamente a lo largo de las últimas décadas, por lo que resulta interesante reflexionar sobre los efectos que dichos cambios han tenido -y seguirán teniendo- sobre los objetivos, las funciones y la identidad del Centro y de su revista.

Cuando apareció el primer número de Estudios Sociológicos en 1983, el CES cumplía 10 años desde su fundación e iniciaba la cuarta promoción de su Programa de Doctorado en Ciencia Social. Entonces, el centro ya contaba con una planta de 20 profesores-investigadores, “sociólogos, antropólogos, especialistas en otras disciplinas de las ciencias sociales, con diversos enfoques teóricos y distintas estrategias de investigación”.2

En un contexto histórico en el que varias dictaduras militares veían las ciencias sociales como disciplinas sospechosas, México seguía siendo un país de refugio para numerosos estudiosos provenientes del sur y del centro de las Américas. Desde aquel entonces, los investigadores del CES compartían un marcado interés por las grandes transformaciones sociales y económicas, demográficas y políticas de México y América Latina. Y ya en esa época, el centro desarrollaba investigaciones empíricas detalladas y rigurosas sobre los problemas más agudos que enfrentaban el país y la región en su conjunto.

Hoy, el CES sigue siendo un espacio académico plural, multidisciplinario y cosmopolita. Está compuesto por una treintena de profesores-investigadores -sociólogos y antropólogos, politólogos y demógrafos, etnógrafos e historiadores- de los más diversos horizontes culturales e intelectuales, y con los más diversos intereses teóricos, epistemológicos, metodológicos y empíricos. Éstos se han formado en distintos contextos geográficos y generacionales, en México y en varios países del sur, del centro y del norte de las Américas, así como de Europa. Independientemente de sus marcos de referencia teórico-metodológicos, todos comparten una preocupación por el desarrollo de México y desarrollan estudios en distintas regiones, entidades y comunidades del país. Como en 1973, las investigaciones del CES se siguen centrando en los problemas fundamentales que enfrentan las sociedades mexicana y latinoamericanas desde perspectivas comparadas y transversales, micro, meso y macrosociológicas, cualitativas y cuantitativas, descriptivas, explicativas y comprensivas. Lo que une todos estos proyectos es un compromiso compartido con la investigación empírica, consciente de las potencialidades y limitaciones de las distintas herramientas teórico-metodológicas.

En el CES se experimenta con métodos estadísticos sofisticados y se realizan estudios etnográficos detallados; se elaboran encuestas representativas y grupos focales; se realizan historias de vida y entrevistas semi-directivas, abiertas y a profundidad; se hace trabajo de campo y observación participante. El intento por comprender se vincula así con el deseo de explicar, por lo que la descripción densa de los procesos sociales se valora tanto como el análisis de sus dimensiones estructurales. Por encima de las afinidades personales con las distintas técnicas, se mantiene una discusión abierta y permanente sobre los alcances y los sesgos de cada enfoque y fuente de datos, y sobre lo que éstos aportan concretamente a las principales teorías y debates que se desarrollan en las ciencias sociales. Por ello, lo que unifica nuestros esfuerzos individuales y colectivos, independientemente de la diversidad de intereses temáticos y de enfoques, es un interés por vincular la teoría con referentes empíricos claramente identificados y delimitados mediante la utilización de métodos aplicados de una forma exigente, transparente y rigurosa.

Esta preocupación central por conectar la teoría con el estudio empírico de la sociedad, y por preservar un marcado pluralismo metodológico en todas las actividades de investigación y docencia, constituye el núcleo duro del proyecto científico del Centro de Estudios Sociológicos. Ha estado presente desde su fundación y es una de las características más singulares de su identidad. También es el eje rector que le ha dado coherencia y continuidad al proyecto editorial de Estudios Sociológicos a lo largo de 33 años. Desde mi punto de vista, constituye una de sus mayores fortalezas y ventajas comparativas en la actualidad, en un contexto de impresionante expansión e institucionalización, pero de creciente especialización y fragmentación de las ciencias sociales.

Ciencias sociales cada vez más especializadas y segmentadas

La identidad de una revista académica se deriva entonces, en parte, de las aspiraciones de sus editores y de los objetivos de sus patrocinadores institucionales. Pero ésta depende, sobre todo, del uso que la dan sus lectores y autores, así como de la recepción que ésta encuentra en una comunidad mucho más amplia que le confiere a final de cuentas su verdadero sentido y utilidad. Los retos actuales para Estudios Sociológicos (y para el CES) se relacionan con el contexto peculiar por el que atraviesan las ciencias sociales mexicanas y latinoamericanas. Éste repercute fuertemente sobre las condiciones en que se formulan los proyectos y sobre las modalidades en que se producen las investigaciones, así como sobre las formas en que se difunden, se socializan y se valorizan sus resultados por distintos medios y en diversos espacios, entre ellos las revistas especializadas.

Cuando se fundó el CES, en 1973, sus investigaciones y su programa de docencia tenían un carácter pionero y abrían nuevas brechas en la exploración incipiente de las sociedades latinoamericanas. Desde entonces, las ciencias sociales han conocido un crecimiento sin precedentes en el mundo, y se han extendido e implantado a lo largo y ancho del territorio continental. Hace cuatro décadas la enorme mayoría de los centros latinoamericanos de investigación se concentraba en un puñado de capitales nacionales; hoy las actividades de docencia e investigación se han descentralizado. En México pocas entidades federativas no cuentan con sus propias instituciones y con sus propios programas dedicados a las ciencias sociales.

Dicha expansión ha permitido una paulatina profesionalización de nuestro oficio, y ello se refleja en la multiplicación de los proyectos y productos de investigación. Pero ese impresionante proceso de crecimiento y descentralización ha sido desordenado y se ha acompañado de importantes brechas y desigualdades. Si bien ha permitido la institucionalización de las ciencias sociales y el desarrollo de varias de sus disciplinas, también ha propiciado una considerable fragmentación. La tendencia generalizada hacia la especialización se ha traducido así en una segmentación en ocasiones excesiva: subdisciplinaria, temática, metodológica, teórica y epistemológica.3

En el momento de su mayor expansión las ciencias sociales sufren, también, una crisis difusa de legitimidad social. Ésta se relaciona con la creciente heterogeneidad y dispersión de las investigaciones, que dificultan la inteligibilidad de sus resultados por un público más amplio. A la tensión constitutiva entre el rigor indispensable del método y la accesibilidad deseable del conocimiento científico, se agrega ahora la cuestión de la relevancia y la utilidad que las ciencias sociales deberían tener en el corto, mediano y largo plazos, lo que nos lleva a los desafíos que enfrentamos hacia el futuro.

Claroscuros y retos hacia el futuro

Los retos que enfrentamos se relacionan con cuestiones complejas, que ponen en tensión las distintas vocaciones de las ciencias sociales con los imperativos prácticos de su ejercicio profesionalizado.4 ¿Para qué deberían servir, hoy día, la sociología, la antropología, la demografía, la ciencia política, la economía y la historia? ¿Cómo comprender la complejidad de los grandes procesos históricos y sociales sin perder de vista la necesidad de analizar sus manifestaciones tangibles e inmediatas? ¿Cómo contribuir a la construcción de conocimientos básicos sólidamente fundamentados, y cómo aplicarlos a la solución de problemas prácticos? ¿Cuáles son los criterios que caracterizan la investigación científica “de excelencia”? ¿Cómo evaluar sus resultados de una forma precisa y eficiente, que incentive proyectos relevantes e innovadores sin sacrificar la calidad en nombre de la “productividad”? ¿Qué medios privilegiar para compartir y difundir, valorizar y socializar los distintos tipos de resultados? ¿Cómo trascender las fronteras nacionales para vincularse con otras tradiciones de investigación, y para contribuir activamente al desarrollo de una comunidad científica global?

Promover una evaluación académica que valore e incentive la calidad

La tensión más palpable en la gestión de las revistas académicas deriva del desequilibrio entre la cantidad creciente y la calidad declinante de las propuestas que se reciben para su publicación. Como bien lo analiza Marco Estrada en su contribución a este número, este desequilibrio resulta en buena medida del modelo predominante de evaluación académica, en un contexto de centralización, estandarización y burocratización excesivas.

La evaluación ciega por pares exige que toda contribución sea evaluada por especialistas anónimos, lo que implica la cooperación activa de un número importante de dictaminadores. Sin embargo, las políticas adoptadas por los principales organismos científicos latinoamericanos están generando un incremento desmesurado de propuestas de publicaciones. Ello está produciendo efectos nefastos sobre la calidad de la producción científica, porque muchos artículos se elaboran en tiempos cada vez más cortos, para cumplir con cuotas de productividad en condiciones de presión.

Inevitablemente, la oferta desmesurada de propuestas se traduce en una demanda igualmente desmesurada de dictámenes, y en la disponibilidad declinante de muchos dictaminadores que se frustran al evaluar cada vez más artículos de una calidad cada vez más desigual. Por si fuera poco, los sistemas de evaluación académica no reconocen debidamente los esfuerzos realizados por los dictaminadores, y ello se refleja en un número creciente de rechazos a las invitaciones a dictaminar.

Desafortunadamente, los preceptos eminentemente cuantitativos adoptados por las agencias nacionales de investigación no contribuyen siempre a promover la investigación de calidad. Al adoptar criterios estandarizados provenientes de algunos campos de las ciencias naturales, estas políticas generan incentivos contraproductivos para incrementar a toda costa el número de publicaciones, sin considerar suficientemente ni las lógicas y exigencias específicas de la investigación en ciencias sociales, ni la calidad y la relevancia más amplia de sus resultados.5

De esta forma, la exigencia de producir anualmente un número determinado de artículos en revistas académicas “que cuentan” para el desempeño modal está conduciendo al incremento artificial de publicaciones con resultados parcializados y reiterativos, derivados de investigaciones inacabadas o diseñadas para cumplir con criterios burocráticos abstractos y externos, en tiempos cada vez más reducidos. El excesivo hincapié puesto en la publicación de artículos de investigación no solamente crea cuellos de botella para las revistas especializadas, también deviene en detrimento de otros productos que pueden ser igualmente legítimos e importantes.

La obsesión con un formato único para la publicación de los resultados científicos corre el riesgo de empobrecer las formas en que se planifica, proyecta y realiza la investigación. Como lo destaca Ricardo Pozas Horcasitas, en el campo de las ciencias sociales muchas tradiciones intelectuales e identidades disciplinarias se desarrollaron principalmente a través de libros de autor, cuya extensión, profundidad y elaboración añeja rebasa ampliamente las restricciones inherentes a la publicación en revistas especializadas (Pozas Horcasitas, 2011).

De ahí la necesidad de promover mecanismos equilibrados de evaluación que reconozcan las diversas lógicas de la investigación, las funciones diferenciadas de los distintos medios y los méritos respectivos de los distintos formatos de publicación, so riesgo de constreñir las capacidades colectivas de creatividad e innovación. La innegable utilidad de los artículos de investigación tampoco debe demeritar la importancia de otros productos igualmente valiosos de difusión, bajo el riesgo de limitar el impacto de unas ciencias cuyos usuarios potenciales rebasan ampliamente los círculos estrechos de expertos que leen las revistas especializadas.6 Por ello, uno de los desafíos mayores consiste en promover formas de evaluación que se enfoquen en la calidad, en la relevancia y en las contribuciones de largo alcance de las investigaciones, en vistas de incentivar una producción de excelencia académica, de utilidad social y de amplio impacto.

Finalmente, se requiere valorizar las actividades de dictamen en la evaluación de los investigadores para atender la demanda creciente de dictaminadores. Si se desea conservar la evaluación ciega, habrá que preservar el anonimato de los pares. En los últimos años, el celo burocrático de algunos administradores ha desembocado en la exigencia de revelar la identidad de los dictaminadores de cada artículo, para comprobar la veracidad del proceso de evaluación, lo que compromete el principio elemental del anonimato. Por ello, desde 2010 se impulsó la creación de un grupo de reflexión compuesto por una masa crítica de directores de revistas, con el objetivo de explorar eventuales alternativas. En efecto, cabe debatir sobre los méritos y las desventajas de éste y de otros posibles formatos de evaluación.

Aprovechar las nuevas tecnologías sin perderse en el mundo virtual

Otro desafío importante consiste en aprovechar las oportunidades abiertas por las nuevas tecnologías de la información sin caer en el encanto de las sirenas y sin perderse en el océano virtual. Las nuevas tecnologías prometen una revolución y una democratización de la comunicación científica y humana, pero mezclan motivaciones, lógicas e intereses heterogéneos, con efectos encontrados e inesperados. Contrario a lo que presume su promoción comercial, la posibilidad efectiva que ofrece internet de difundir cada vez más información no se refleja mecánicamente en una capacidad paralela de producir, recibir e interpretar dicha información. El desarrollo y el mantenimiento de estos nuevos sistemas informáticos tienen costos elevados que, al ser cubiertos por inversiones especulativas de empresas comerciales, pueden sesgar la lógica de la difusión científica.

El mundo virtual puede transformarse así en un espacio en el que “todos” -es decir: aquellos usuarios habilitados que cuentan con los recursos y privilegios requeridos- tienen aparentemente la posibilidad de “hablar” y de emitir un número exponencial de mensajes, pero en el que muy pocas voces son efectivamente “escuchadas”. En efecto, las capacidades de recepción de los lectores siguen siendo tan limitadas como en el pasado, en contraste y desproporción con las capacidades tecnológicas crecientes de los medios de comunicación masiva. Y estas últimas están siendo acaparadas por un pequeño número de difusores, quienes diseñan los motores de búsqueda que ordenan y jerarquizan las decenas de millones de artículos informatizados disponibles en internet.

Por si fuera poco, los costos económicos para acceder a la información científica a través de las grandes plataformas informáticas se están incrementando de forma desmesurada como consecuencia de la privatización del conocimiento por un pequeño grupo de corporaciones cada vez más poderosas. Incluso los bibliotecarios de las universidades más ricas del mundo, en Columbia y en Harvard, se preocupan por el incremento de las royalties que pagan sus instituciones para acceder a los resultados de investigaciones que se producen frecuentemente con fondos públicos, sin ningún financiamiento privado.

De ahí el riesgo de que muchos mensajes se diluyan en la cacofonía del mundo virtual, y que la selección de la producción científica “relevante” dependa cada vez más de lógicas comerciales y de dispositivos externos de organización de la información. De ahí también el riesgo de que se sigan exacerbando las brechas y desigualdades ya existentes al poner el conocimiento en manos de un puñado de empresas multinacionales cada vez más concentradas que se apropian el conocimiento científico y lo redifunden con criterios y estrategias eminentemente comerciales. ¿Quién garantiza, a final de cuentas, que los criterios utilizados por los algoritmos de Elsevier y Google sean efectivamente los más adecuados y relevantes desde algún punto de vista científico, cuando éstos se producen fundamentalmente con fines lucrativos y mercantilistas? ¿Deberían los ciudadanos de países con sistemas públicos de investigación, que financian la producción científica con sus impuestos y la ponen a la disposición del mundo entero, pagar para acceder al conocimiento producido por académicos de otras naciones con sistemas de investigación igualmente pública? ¿Requiere la difusión científica de la intermediación comercial de grandes corporaciones privadas; o de sistemas abiertos que garanticen a todos el libre acceso al conocimiento, con fines de interés público?

Por ello se necesita un debate crítico sobre las oportunidades y los riesgos de las nuevas tecnologías de la información. Por ello, también, es importante preservar los medios tradicionales de difusión de las revistas impresas, independientemente de los esfuerzos que se habrán de proseguir para ampliar los alcances de sus versiones electrónicas. En los últimos años hemos realizado esfuerzos exitosos para informatizar los contenidos de prácticamente toda la revista, cuyos artículos se pueden leer y descargar ahora de una forma amigable y sin costo, desde cualquier lugar del mundo virtual. Falta ahora comprender cómo podemos facilitar que dichos contenidos sean encontrados por todos los lectores interesados.

Recordemos que Estudios Sociológicos cuenta con una extensa red internacional de difusión e intercambio académico que permite su distribución efectiva en el mundo entero. En 2010 hicimos un diagnostico de los resultados obtenidos en este campo. Inicialmente, la revista tenía un tiraje de 1 000 ejemplares, que se redujo a 700 en 2003 para evitar la acumulación de sobrantes. Considerando las tendencias posteriores y los efectos esperados de la digitalización de la revista, el tiraje se ajustó nuevamente en mayo de 2010, estableciéndose en 500 ejemplares. Entre 1983 y 2010 se distribuyeron un total de 55 mil revistas, lo que representaba un promedio de 670 ejemplares por cada número.

Es probable que tengamos que adaptar nuevamente el tiraje en el futuro próximo para aprovechar la flexibilidad de las nuevas tecnologías que permiten reimprimir a bajo costo, en función de la demanda efectiva de cada número, pero hay que preservar la versión impresa de Estudios Sociológicos. Los estudios realizados por Elsevier indican que la apabullante mayoría de quienes consultan artículos a través de medios electrónicos apenas leen el título y, si acaso, las primeras dos frases de los resúmenes. Por ello, sus expertos recomiendan concentrarse en estos dos elementos que, siguiendo criterios mercadológicos, contienen los aspectos “fundamentales” de la investigación que determinarán su éxito en la nueva academia virtual.7

Sin menospreciar la importancia de utilizar títulos atractivos y de cuidar la redacción de abstracts efectivos, puede dudarse que los resultados fundamentales de toda investigación de excelencia puedan empacarse para comunicarse en tres frases, en un formato único que pueda ser tuiteado y “leído” -de forma amigable y “sin esfuerzo”- en la pantalla de un smartphone. Y sin pecar de ingenuidad, también puede pensarse que la consulta de una revista impresa incentiva lecturas menos superficiales, parceladas y desatentas. Como la búsqueda física de un libro en una biblioteca bien organizada permite descubrir volúmenes valiosos e insospechados en los estantes vecinos de la obra identificada, la consulta de un artículo en una revista impresa también invita a revisar los índices y a ojear otras contribuciones, por lo que permite apreciar lo que se publica en un momento dado sobre temas inesperados. Por ello es cuanto más valioso cuando se abre un acceso a colecciones enteras, que cubren varias décadas de investigación continua. De tal suerte, la difusión y presencia física de Estudios Sociológicos en bibliotecas e instituciones del mundo entero es un valioso aporte que tiene que ser preservado.

Repensar la internacionalización en perspectivas plurales y globales

Finalmente, tenemos que repensar los retos de la internacionalización en perspectivas más abarcadoras, plurales y globales para trascender la obsesión de subordinarnos al molde de “ciencia” que se está imponiendo como estándar único y presuntamente universal. En este ámbito, Estudios Sociológicos tiene un papel muy importante que desempeñar.

Durante mi gestión, me impactó la proporción de propuestas provenientes del Cono Sur, la región andina y América Central, así como de varios países de Europa e, incluso, de EUA. Ello refleja la presencia e influencia que tiene la revista del CES en el mundo académico latinoamericano, ibérico e hispánico. Frente a la arrolladora hegemonía estadounidense, que tiende a reducir las ciencias sociales a lo que se publica en las revistas “centrales” de referencia en inglés, resulta indispensable preservar y promover la especificidad de los conocimientos que se producen en las “periferias”. De formas sutiles e indirectas, las narrativas, los modelos, los paradigmas y las teorías científicas se conectan, se derivan y se asocian con visiones particulares del mundo, con los valores y con las identidades colectivas que conforman las distintas lenguas, culturas y civilizaciones, y le otorgan significados, sentidos y proyectos propios a cada sociedad.

Sin embargo, las especificidades nacionales de las ciencias sociales también generan sesgos relacionados con su economía. En Francia, éstas son financiadas predominantemente por el Estado mediante presupuestos estables; enfatizan problemas de investigación básica y se conciben fundamentalmente como actividades de interés público. En Estados Unidos son, en cambio, las fundaciones filantrópicas, las empresas privadas y algunas agencias gubernamentales las que aportan puntualmente una parte crítica de los recursos de operación, lo que incide fuertemente en los temas, los tiempos y las modalidades de investigación.

Ambos modelos tienen sus fortalezas y sus debilidades. La hegemonía actual de la ciencia estadounidense refleja la potencia y eficacia del modelo americano, que parece atraer y administrar recursos casi ilimitados. Muchos investigadores del mundo entero sueñan con las condiciones de trabajo que experimentaron durante sus estancias académicas en Cambridge, Nueva York y Palo Alto. Sin embargo, no todos los premios Nobel se producen en Chicago. En Francia, la educación se concibe como un derecho universal y la ciencia adquiere tintes sagrados, en una sociedad laica que valora la racionalidad y la igualdad. Mientras que en EUA, ambas forman parte de una enorme industria privatizada que lucra con el endeudamiento de los estudiantes, en una sociedad profundamente desigual donde 70% de los ciudadanos cree en ángeles mientras que 57% no cree en la teoría evolucionista de Darwin.8

Debemos mantener un diálogo crítico con los principales centros intelectuales que producen los marcos de referencia hegemónicos; tenemos que pensar en el tipo de ciencia social que requieren México y América Latina, y en el tipo de proyectos de investigación que deseamos impulsar; pero también tendremos que desarrollar nuevas formas de cooperación y difusión académicas, que permitan comunicar directamente con otras regiones y naciones, asiáticas, africanas y australianas.

Por todas estas razones, Estudios Sociológicos tiene que preservar su especificidad cultural y lingüística, mantener su apertura disciplinaria y cultivar su pluralismo teórico-metodológico, para darle espacio a investigaciones provenientes de todos los horizontes temáticos y subdisciplinarios, filosóficos y epistemológicos. Con ello, no solamente daremos continuidad a una tradición añeja de nuestro proyecto editorial y a una veta estructurante de nuestra identidad colectiva como centro de investigación, también contribuiremos a tender puentes unificadores entre los distintos segmentos que conforman y enriquecen las ciencias sociales en México y América Latina.

Agradecimientos (a modo de conclusiones)

A fines de 2009, Roberto Blancarte, entonces director del Centro de Estudios Sociológicos, me invitó a asumir la coordinación editorial de la revista. Marco Antonio Estrada, quien estaba entonces a cargo de Estudios Sociológicos, salía del país para realizar una estancia sabática y se necesitaba que alguien asumiera la dirección de la revista hasta su regreso a México. Agradezco a Roberto por su confianza y por esa valiosa oportunidad, y a Marco por su compañerismo y su disponibilidad. Su apoyo y cooperación nos permitió organizar las transiciones mediante una impecable coordinación, garantizando la continuidad de un proyecto editorial consolidado y exitoso. Agradezco también a Arturo Alvarado, quien dirige ahora el CES, por esta iniciativa e invitación a reflexionar de forma colectiva sobre el pasado, el presente y el futuro de la revista.

Desde el primer día en que asumí el cargo conté con la invaluable ayuda de un equipo de lujo, que me permitió concentrarme en lo fundamental. Guadalupe Luna Barrera merece un reconocimiento especial. Su dedicación añeja a Estudios Sociológicos le confiere un papel central en el seguimiento cotidiano de las necesidades de la revista, con el beneficio adicional de una memoria precisa de todos los asuntos, pasados y pendientes, que merecen atención. Asimismo, Gabriela Pérez Tagle y Germán Franco destacaron por su profesionalismo en la revisión, corrección y formación de la revista, realizando excelentes traducciones de numerosas contribuciones que fueron recibidas y evaluadas en portugués, francés o inglés, y publicadas en español. Pero sobre todo, deseo agradecer a todas y a todos los miembros del comité editorial, quienes me apoyaron de forma reactiva e imaginativa en un sinnúmero de consultas, contribuyeron a evaluar o a identificar especialistas idóneos para realizar los dictámenes, y a agilizar los contactos cuando ello resultó necesario. Por toda su dedicación, colegialidad y disponibilidad, quisiera expresarles mis agradecimientos.

Los quince meses en la dirección de Estudios Sociológicos representaron una experiencia singularmente grata e intensa, estimulante y enriquecedora. Me permitieron trabajar con un equipo altamente competente y motivado, y aprender las tareas prácticas de la edición de una revista académica. Ampliaron considerablemente mis horizontes y me dieron la oportunidad de redescubrir las ciencias sociales mexicanas y latinoamericanas con una óptica transversal, multidisciplinaria y comparativa, desde las más diversas perspectivas teórico-metodológicas. Me permitieron coordinar los esfuerzos colectivos de una gran comunidad de destacados sociólogos y antropólogos, demógrafos y etnógrafos, historiadores y politólogos, mexicanistas y latinoamericanistas, que comparten la pasión por la investigación y el compromiso con el rigor científico como un proyecto de vida.

Esa pasión y ese compromiso son las fuentes vitales de nuestro proyecto editorial y de nuestra identidad colectiva. Concebida inicialmente como un “órgano de expresión de los profesores-investigadores del CES”, la revista ha rebasado ampliamente esa función y se ha transformado en un valioso “foro de intercambio entre los sociólogos latinoamericanos”, para retomar las palabras utilizadas en sus inicios por Claudio Stern (1983).

Ahora, Estudios Sociológicos forma parte de un legado y de una memoria colectiva que invitan a reflexionar sobre la historia y el presente de las ciencias sociales mexicanas y latinoamericanas. Es un espacio singularmente cosmopolita y plural que habremos de preservar y repensar constantemente para imaginar el futuro de nuestro proyecto científico en un mundo cada vez más abierto y cambiante, en búsqueda de rumbo y de sentido, de libertad e identidad, de justicia, de equidad y de integración social.

Bibliografía

Krotz, Esteban (2015), “Algunos elementos presentes en las evaluaciones del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) que producen una apreciación desfavorable de proyectos y especialistas en ciencias sociales e impactan negativamente en su desempeño”, documento difundido por COMECSO, 19 de enero, en url: Krotz, Esteban (2015), “Algunos elementos presentes en las evaluaciones del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) que producen una apreciación desfavorable de proyectos y especialistas en ciencias sociales e impactan negativamente en su desempeño”, documento difundido por COMECSO, 19 de enero, en url: http://www.comecso.com/?p=4819#more-4819 , fecha de consulta 17 de octubre de 2015. [ Links ]

Pozas Horcasitas, Ricardo (2011), “La textualidad de las ciencias sociales: artículos o libros”, Revista Mexicana de Sociología, vol. 73, núm. 4, octubre-diciembre, pp. 715-730. [ Links ]

Stern, Claudio (1983), “Presentación”, Estudios Sociológicos, vol. 1, núm. 1, p. 7. [ Links ]

1Citado del documento ESTATUTOS DE ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS, REVISTA DEL CENTRO DE ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS DE EL COLEGIO DE MÉXICO, transcrito el 30 de julio de 2007, del documento original de fecha 26 de enero de 1983, pp. 1 y 2. El subrayado es mío.

2Citado de “El programa de investigación del Centro de Estudios Sociológicos”, Estudios Sociológicos, vol. 1, núm. 1, 1983, p. 181.

3Para un análisis global del estado reciente de las ciencias sociales, se puede consultar el Informe mundial sobre las Ciencias Sociales 2010. Las brechas del conocimiento, auspiciado por el Consejo Internacional de Ciencias Sociales (CICS) y la UNESCO. Dicho documento ha sido traducido recientemente por un grupo de investigadores del Consejo Mexicano de Ciencias Sociales (COMECSO) al español, y puede ser consultado en la url: http://www.unesco.org/new/es/social-and-human-sciences/resources/reports/world-social-science-report-2010/ (fecha de consulta 10 de octubre de 2016).

4Un equipo multidisciplinario de COMECSO, liderado por Cristina Puga, Esteban Krotz, Rosalba Casas y Óscar Contreras, entre otros más, está realizando un valioso esfuerzo por analizar el estado actual de las ciencias sociales en México, cuyos resultados contribuirán a repensar los desafíos que enfrentamos en el presente. Muchas de las reflexiones aquí expuestas surgen de los debates sostenidos en los seminarios de investigación realizados en el marco de ese proyecto, así como de los congresos de ciencias sociales organizados en octubre de 2009 (Oaxaca), febrero de 2012 (Ciudad de México) y marzo de 2014 (San Cristóbal de las Casas). Al respecto, puede consultarse la información disponible en http://www.comecso.com

5Sobre esta cuestión, resultan esclarecedoras las reflexiones agudas e informadas de Esteban Krotz (2015).

6Como también lo destaca Esteban Krotz: “las ciencias sociales cuentan con una amplia gama de tipos de textos (entre ellos, varios formatos de artículo en revista disciplinar especializada, varios formatos de artículo en revista multidisciplinaria especializada y en revistas no especializadas de circulación más amplia, textos basados en investigación publicados en suplementos culturales e incluso en la sección de análisis de periódicos, capítulos de libros, folletos, libros individuales y colectivos, ensayos de diferente tipo publicados en diferentes medios, monografías, estudios comparativos, escritos testimoniales, reseñas de diferente tipo, etcétera)”. Adicionalmente, “también existen otras clases de resultados, entre ellos material audiovisual (videos, documentales, programas de radio y televisión, entrevistas y otros materiales difundidos solamente en la www) y exposiciones (tanto fotográficas como de objetos, tanto en museos como en eventos especializados)” (Krotz, 2015).

7Información presentada y discutida en el “Workshop on Academic Publishing”, organizado por la Universidad de Chicago, en Chicago, el 21 de octubre de 2015.

8Cifras provenientes de la investigación “Magical Thinkingin America”, presentada por Eric Oliver en el workshop de política americana del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Chicago, Chicago, 19 de octubre de 2015.

1Correspondencia: Centro de Estudios Sociológicos/El Colegio de México/ Camino al Ajusco núm. 20/Col. Pedregal de Santa Teresa/C.P. 10740/México, D.F./correo electrónico: wsonnleitner@colmex.mx

Willibald Sonnleitner.

Se graduó en Sciences Po Paris con un doctorado por la Universidad de la Sorbona. Es profesor-investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México. Especializado en el análisis comparado del voto y de las elecciones en México y Centroamérica. Ha sido consultor para el PNUD, el BID, el IFE, el TRIFE y el Tribunal Electoral de Panamá. De sus publicaciones citamos, en coedición con Silvia Gómez-Tagle: Mutaciones de la democracia: tres décadas de cambio político en América Latina (1980-2010), México, El Colegio de México, 2012; y Elecciones chiapanecas: del régimen posrevolucionario al desorden democrático, México, El Colegio de México, 2012.

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